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Participación social, trabajo social y globalización




Enviado por César Barrantes



  1. Introducción
  2. Primer
    punto
  3. Segundo punto
  4. Tercer
    punto
  5. Reflexiones como prefacio para nuevas
    discusiones

Introducción

La presente comunicación da cuenta de la
exposición del autor en el Foro de cierre del XVI Congreso
Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social (ALAETS), el cual
se celebró en Santiago de Chile entre el 9 y el 14 de
noviembre de 1998.

Mi intervención tuvo un carácter
conceptual, reflexivo y relacional, cuyos telones de fondo fueron
las discusiones sobre participación social y
ciudadanía, suscitadas en los talleres integrados que
coordiné a solicitud de los organizadores del
Evento.

Aquí ofrecemos al lector el núcleo de las
discusiones y los tres puntos abordados en el Congreso; al final,
agregamos un posfacio contentivo de algunas definiciones
esquemáticas que forman parte de la óptica que me
permite organizar mi apertura hacia las realidades imaginarias,
simbólicas y reales objeto de la intervención de
los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales.

Con ello no intentamos clausurar, sino, problematizar
nuestra propia discursividad que sólo adquiere sentido en
tanto paradojalidad e incompletud. Sólo así, creo,
dejaremos abierta la discusión que nos pueda acercar a la
construcción del trabajo
social-por-hacerse-trasdisciplinariamente-complejo-y-posmoderno

en el transcurso del tercer milenio.

Primer
punto

Hay muchos tipos y ámbitos de
participación. En consecuencia, las preguntas suscitadas
son las siguientes: Primero, ¿qué es y cómo
describimos, comprendemos y explicamos la participación?,
¿para qué participar, con qué
intencionalidad o, mejor dicho, con qué racionalidad, y
desde dónde (el habitus[1]la
posicionalidad[2]el lugar al que fuimos
lanzados[3]o al que fuimos a
parar[4]la trama social[5]las
circunstancias que nos toca vivir en la sociedad de que se trate)
participar?, ¿participar en qué y por qué?
¿A qué niveles se promueve y en qué
dimensiones de los procesos sociales se realiza la
participación?, ¿quiénes participan en
qué? Segundo, ¿cómo se relaciona la
participación con la política, la economía,
la cultura, la vida cotidiana, lo
ideológico-simbólico, lo imaginario, lo
local-vecinal-nacional? Tercero, el problema crucial de la
determinación de la participación social por las
percepciones e imágenes que los agentes-actores-sujetos
sociales construyen tanto de sus propias realidades -tanto la
"objetiva" como la intersubjetiva- como de sus necesidades
(carencias, aspiraciones, incluyendo la necesidad de realidad
misma y la necesidad de trascendencia) y estrategias de
satisfacción y creación de éstas. ¿La
participación requiere sujetos, los sujetos requieren
participación o éstos se constituyen en y a
través de los procesos de participación?
¿Cómo se constituyen los sujetos y las relaciones
sociales?

Si bien estas preguntas pudieran resultar obvias para
muchos, los sentidos y significados de las relaciones y los
impactos del tipo de participación que promueven los(las)
trabajadores(as) sociales –en especial los(las) que tienen
como objeto de conocimiento y acción profesional a los
procesos participatorios[6]creo que implican un
ejercicio de rigor metodológico de dilucidación que
debe ser asumido en cada momento y en cada dimensión de la
realidad social donde significamos, simbolizamos nuestra
intervención profesional, en especial cuando el objeto de
intervención está implicado en un conjunto de
correlaciones de fuerzas sociales, cada una "portando" sus
propios circuitos de acumulación-desacumulación de
recursos de poder.

Y es aquí cuando adquiere sentido la
conjugación que un cientista social latinoamericano
realizó en un evento anterior, del verbo participar: yo
participo, ustedes participan, todos participamos…pero…ELLOS
deciden.

Esto para señalar que la participación
-adjetivada muchas veces de organizada y conciente- deja de ser
una mediación potenciadora para constituirse en
mediatización y cooptación del acceso de los
ciudadanos a sus propios capitales (culturales,
simbólicos, económicos, espirituales…) en
beneficio de la legitimación de las necesidades
"objetivas"[7] de reproducción del sistema
socioeconómico-político-cultural de que se trate,
circunstancias en las que, no obstante que los sujetos sociales
puedan encontrarse más cosificados, no por ello dejan de
desaparecer la piedad, la caridad y la generosidad como la
proclividad de no pocos(as) trabajadores(as) sociales (pero
también de positivistas, curas, gerentes sociales
oficiales, privados y civiles populares y no populares, y
organizaciones civiles de desarrollo social) de legitimar la
manipulación, la participación manipulada o,
simplemente, acotada o restringida.

He querido esbozar lo más claramente que me ha
sido posible, que la participación es un fenómeno
complejo porque es relacional y, por lo tanto, requiere ser
mirada, oída, sentida y pensada en y a partir de un
pensamiento complejo[8]que viene desde hace varias
décadas intentando abrir las ciencias sociales a los
análisis posdisciplinarios de insospechados dinamismos de
las realidades socialmente
construidas[9]

Ello nos coloca a los(las) trabajadores(as) sociales
frente a uno de nuestros grandes retos: el de constituir-encarnar
una plataforma conceptual básica de nuevo cuño
epistémico y hermenéutico mediante la cual podamos
dar cuenta del cómo pensamos y relacionamos –en
condiciones epocales y societales de exclusión,
segmentación, fragmentación,
heterogeneización, diferenciación, diversidad y,
evocando los giros lingüísticos de Gramsci y
Benjamin, polisemización y polifonización- la
participación con otras categorías tales como
ciudadanía, género, economía popular,
organizaciones civiles y oficiales de desarrollo social, mercado,
lo local, publificación, decentralización, gerencia
social, justicia de paz, justicia comunitaria,
presupuestación participatoria, agentes-actores-sujetos,
desarrollo sustentable, desarrollo urbano, protección al
consumidor, nuevas tecnologías de la información,
sistemas sociales de innovación, evaluación de
impactos socioambientales, y otras aún hoy ausentes en el
diccionario nuestro.

Segundo
punto

Respecto a lo antes dicho, evocamos la conferencia
inaugural de este XVI Congreso de ALAETS, en la que el eminente
economista neoestructuralista chileno, Osvaldo Sunkel,
llamó la atención de los asistentes al preguntar
sobre qué aspectos de la globalización eran de
nuestro interés (¿informativo, cognocitivo,
contextual?), en especial cuando no es posible hablar de
UNA sola globalización, si no, de muchas en el
transcurso de la historia, la última (le seguirán
otras posiblemente, distintas también para Europa y para
América Latina y otros continentes), coincidente con una
nueva revolución científico-tecnológica, con
la crisis de modernidad, la mundialización, la pos o
neomodernidad como condición epocal del presente y con la
ofensiva neoliberal, hoy también en crisis para bien o
para mal. De la misma manera no podemos hablar de la existencia
actual de una sola si no de varias formas de capitalismos
centrales y/o periféricos en los que la relación
capitaltrabajo no es la misma hoy que antaño ni en
América Latina y en Europa, Asia o África.Y es en
este punto que planteamos el problema de los abordajes o formas
de pensar la globalización (tanto como la
participación, la realidad social y el pensamiento mismo),
vgr., por un lado, aquellas complejas para las cuales ésta
no es absoluta ni única como no son absolutas ni
únicas la modernidad y la posmodernidad, sus relaciones ni
sus crisis a las que pertenece la globalización misma. Y,
por otro lado, aquellas simplistas que esencializan ésta y
para las que la globalización les evoca tanto la consigna
de la determinación en última instancia por la
economía como la del imperialismo como fase superior del
capitalismo, pero sin preocuparse de analizar qué de nuevo
y qué de viejo, qué de real y qué de
apariencia tienen los fenómenos actuales en
relación con los del pasado, globalización que, por
lo demás, se reduce fácilmente a los aspectos
perversos del neoliberalismo.

Según estos abordajes, toda la culpa de nuestros
males pasados, presentes y futuros los tiene la
globalización, como si ésta fuera la
sobredeterminación final propia de la dialéctica de
la exterioridad, olvidando fácilmente que el
cómo-pensar estratégica y, por lo tanto,
complejamente, requiere análisis no menos complejos y no
menos estratégicos de las crisis de modernidad (que no es
igual a la del modernismo ni ésta a la de la
modernización) y de la condición epocal posmoderna
que exacerba la modernidad porque ya estaba y sigue estando en
ésta.

Por eso me parece que la demonización y
absolutización de la globalización tanto como de la
posmodernidad y la modernidad misma, sólo puede dejarnos
anclados en la repetición de formas de pensamiento
automático que nos bloquea el desarrollo de nuestras
propias capacidades y potencialidades, la apropiación de
nuestras propias realidades universal-concretas y, por ende, de
nuestro futuro que se encuentra ya en el presente.

Creo que hay un abanico de formas, estrategias o
vías de entrada al análisis (y a la
intervención social profesional) de la realidad social. Me
pregunto ¿por qué tenemos que seguir entrando
siempre por lo económico, la globalización, la
esencia, lo global y lo general que a veces se asimilan a lo
universal?. ¿por qué no por lo relativo, lo
singular de la vida cotidiana y las historias y testimonios de
vida, por lo particular político, lo cultural, lo
ideologico-simbólico, lo local, el ocio, la
empresarialidad popular y el microcrédito oficial,
bancario o civil, o por lo fenoménico que es tan esencial
como lo universal, para sólo mencionar algunas mediaciones
que son tan constituyentes de la socialidad de lo social como la
eticidad, la nacionalidad, la estatalidad, la civilidad, la
culturalidad, la negritud, la etnicidad…?, ¿por
qué no por cualesquiera otras de las ene micro, meso,
macro y megamediaciones imaginarias, simbólicas, ilusorias
y reales, no obstante que todo tiene que ver con todo, aunque no
siempre de manera evidente, inmediata ni
necesaria?[10].

¿Por qué seguir pensando la
globalización como si fuera un túnel respecto del
cual, como no hay salida posible dentro del capitalismo,
sólo nos queda esencializar la opción entre
persistir en la conciencia protestataria y transformadora o
abandonarnos a la alienación, por lo demás,
normalizada política, cultural, tecnológica y
masmediáticamente?

Tercer
punto

Como tercer punto, me permito mencionar la
problemática de ALAETS-CELATS, impactado por el informe de
la Junta Directiva sobre su dolorosa situación
jurídica, financiera, organizacional y representacional,
informe presentado ante una asamblea de la que sólo ocho
colegas tuvieron derecho a voz y voto, ya que el resto de los
delegados no aportó o solo presentó credenciales no
certificadas por el consulado del país respectivo, tal
como lo ordena la ley que regula este tipo de
organizaciones.

En coherencia con el espíritu de las discusiones
que se vienen dando desde los ochenta, propuse restructurar
ALAETS-CELATS con el afán de crear una asociación
latinoamericana de amigos o simplemente de apoyo a éstos o
sustituirlos por una asociación latinoamericana de
trabajadores sociales integrada ya no por escuelas, porque la
membresía institucional es anónima, cosificada, no
democrática ni participatoria y ha demostrado
inefectividad, ineficiencia y reproducción de
élites, a pesar de los esfuerzos de la actual junta
directiva –y quizá de otras anteriores- por
repotenciar la ALAETS, sanear y relanzar al CELATS.

En esta nueva organización que hoy propongo, la
membresía será individual y su asamblea
estará no sólo legalizada, si no, además
legitimada por la participación irrestricta de todos y
cada uno de los asistentes a cada congreso internacional que se
convoque. La cuota anual podría ser de $50 a $100 por
miembro, a cambio de la suscripción a la Revista
"Acción Crítica" -con lo cual se expandiría
su restringida difusión-, boletines y acceso a bases de
datos y otros servicios informacionales (incluyendo actividades
virtuales) abiertos a la participación irrestricta de los
y las colegas, cada quien desde y sus propias posicionalidades,
intereses y responsabilidades.

Reflexiones como
prefacio para nuevas discusiones

Hasta aquí hemos dado cuenta de un conjunto de
ideas que no se proponen plantear conclusiones, mucho menos
contundentes; esto no obstante que sí tiene como
telón de fondo no explicitado un enfoque trasdisciplinar
con perspectiva histórico-sociopolítica de la
ciencia y de lo real. Fue así como he sido
hablado
por un discurso epistémico que pretende
pensar en voz alta, pero no a partir del
qué-pensar definitorio de la razón
ordenadora de lo dado, si no, del cómo-pensar
(desde lo que fue el aquí y ahora del XVI Congreso de
ALAETS y teniendo básicamente como referencia mi
experiencia en las academias venezolana y costarricense) la
apertura hacia los sujetos que encarnan cada una de las nuevas y
viejas realidades objeto de la intervención y el
análisis de los(las) trabajadores(as) sociales.

Dicho
cómo-pensar[11]tiene varias
exigencias problematizadoras que paso a esquematizar:

  • 1. Una perspectiva sociopolítica,
    entendiendo que es en las relaciones de poder entre
    actores-sujetos individuales, colectivos y
    jurídico-institucionales y la manera de antagonizar,
    dominar, competir y convencerse unos a otros al mismo tiempo
    que, por otro lado, se resignifican y encarnan la diversidad,
    la pluralidad, la cooperación, la tolerancia, la
    prudencia, la mesura y los consensos fraternos constructores
    de mundos y de futuros. Es aquí donde encontramos el
    punto de partida para abordar la cuestión del modo en
    que los contenidos y las formas de la política -y,
    específicamente, política social– están
    matizados por las tendencias dominantes de las correlaciones
    de fuerzas con opciones de poder (político,
    económico, cultural, moral, cognocitivo,
    comunicacional…) en los momentos co-constitutivos de las
    configuraciones sociales modernas: el estado, la sociedad, la
    nación, el régimen
    político-económico-social-cultural y el
    escenario electoral trasnacional pero, también local,
    regional y nacionalmente sobredeterminados.

  • 2. Afirmar la necesidad de los sujetos
    individuales y colectivos -entre éstos los
    trabajadores sociales y las trabajadoras sociales- de
    agregarle valor a la realidad social mediante la
    apropiación de los dinamismos que les es posible
    simbolizar, potenciar y crear desde sus prácticas
    cotidianas.

  • 3. Pensar la realidad social desde las
    prácticas heterogéneas de los sujetos
    constitutivos de la categoría pueblo y abrir la
    posibilidad –utópica mas no por ello irreal o
    inalcanzable- de encarnar un proyecto nacional que,
    permitiendo las diferencias, guíe las tareas
    deseables, posibles y necesarias para resemantizar y
    redimensionar tanto al trabajo social como y la sociedad,
    ambos considerados en sus conjuntos más
    inclusivos.

  • 4. Superar las visiones reduccionistas basadas
    en enfoques doctrinarios y disciplinarios de corte empirista,
    legalista, y productivista dentro de las cuales se excluye o
    se diluye el carácter comprehensivo y sustantivo de la
    categoría pueblo, y, por lo tanto, se bloquea la
    puerta de entrada al conocimiento del modo en que los
    agrupamientos populares viven, piensan, sienten y hacen
    economía, política y cultura en sus
    ámbitos constituyentes.

  • 5. El concepto de totalidad, que no es un
    objeto filosófico, si no, una exigencia
    epistemológica del modo de organizar, por un lado, la
    producción, circulación y consumo del
    conocimiento concreto y, por otro, la apertura a la realidad
    desde un concepto de lo real.

Entiendo lo real como la realidad objetiva pero
socialmente acotada, es decir, en proceso de redefinición,
conceptuación, simbolización,
intersubjetivación y socialización. El momento de
mayor cualificación de la praxis constituida como tal en
tanto productora de sentido (significados, intencionalidades y
direccionalidades no siempre concientes pero que nos implican y
comprometen). Es el todo-posible, la racionalidad, total mas no
absoluta, de la siempre inconclusa aproximación del sujeto
al conocimiento, apropiación y potenciación de la
realidad social a la que él es lanzado o va a parar y en
relación a la cual se hace responsable.

El fundamento de lo real son las relaciones de
interioridad pletóricas de discontinuidades entre sujeto y
objeto, conciencia y realidad, pensamiento y ser, teoría y
práctica, poder y conocimiento; sociedad, estado y
nación; entre lo real y lo ideal; y entre lo
económico, lo político, lo espiritual, lo
ideológico, lo histórico y lo cultural. Es una
forma de razonamiento que implica que lo dado pertenece a una
realidad dinámica, susceptible de ser captada, pero a la
vez constituida, con significados y sentidos inéditos
articulados a la praxis, es decir, a la intencionalidad (no
siempre conciente), a la direccionalidad (no siempre deseada), y
a la viabilidad (no siempre valorada o reconocida) de las
opciones posibles en momentos distintos del desarrollo
históricosocial, en nuestro caso, especialmente de los
trabajadores sociales y las trabajadoras sociales.

Un pensamiento como el esquematizado, nos viene dando
cuenta de que las crisis o, mejor dicho, los incrementos abruptos
y perentorios de la complejidad societal, tanto como la
globalización real existente, nos presentan amenazas y
oportunidades que sólo son tales en relación con
nuestras fortalezas y debilidades. Enfrentar aquéllas
efectivamente, si bien depende de las instancias
económico-financieras internacionales, depende
también de la capacidad de gobernación y voluntad
política de las clases gobernantes para poner en marcha
las reformas nacionales necesarias que permitan si bien
neutralizar las amenazas, fundamentalmente constituir
éstas en oportunidades y crear otras inéditas para
manejar lo más a nuestro favor posible, la
globalización real-existente y las crisis implicadas en
ella.

Oponernos a éstas simplemente porque no somos
capaces de manejarla con nuestros propios modos de pensar,
sentir, mirar y hacer colectivamente política,
economía y cultura, equivale –me parece- a
bloquearnos nosotros mismos la experiencia del desarrollo
sustentable y el caminar nuestro camino con nuestros propios pies
en el(los) ámbito(s) que nos toca vivir.

Con Joan Prats[12]me pregunto si
habrá "algo más directamente impactante en el
desarrollo humano de todos nuestros conciudadanos que generar un
sistema financiero (internacional y nacional) sano, confiable,
transparente y competitivo" y si habrá algo más
también que "exija mayores cambios en el poder social
existente". Esto, con el afán de construirnos, en las
mejores condiciones intersubjetivas que nos sean posibles,
nuestros propios lugares y nuestras propias vidas en el mundo
globalizado.

Me pregunto por el(los) papel(es) que los trabajadores
sociales y las trabajadoras sociales[13]estamos en
capacidad tecnoprofesional real de desempeñar, pero ya no
sólo en el ámbito de las macrotareas relacionadas
con las finanzas mundiales, la macropolítica y los macro o
megapoderes trasnacionales, sin que ello implique –como
pareciera ser la tendencia de algunos colegas- dejar de lado las
no menos grandes ni menos importantes microtareas en los
ámbitos singular-universales o
universal-concretos[14]en donde nuestros sentidos
son impactados por problemas personales y familiares de Perico de
los Palotes, de Juan y Pedro, de María y José y por
las formas en que éstos y sus amigos, familiares y vecinos
simbolizan o resignifican sus relaciones intersubjetivas (con
otros y el entorno ecosocial, ecosistémico,
ecoautorganizacional…, y todos los ámbitos que cubren,
vgr., las denominadas –más por persistencia que por
pertinencia- organizaciones no gubernamentales.

Concluyo con dos preguntas a este último
respecto, evocando el tema de mi ponencia, que fue presentada en
la mesa sobre democracia y participación de este Congreso:
¿son las organizaciones civiles de desarrollo social las
nuevas patronas de los trabajadores sociales?, ¿son la
fuente de trabajo asalariado alternativa a la significada por la
vieja y devaluada empleadora que es la administración
pública?, ¿son socias (mayoritarias o
minoritarias), simples instrumentos o un campo estratégico
abierto a una virtual iniciativa privada y sustantiva de los
trabajadores sociales y las trabajadoras sociales?

 

 

Autor:

César Barrantes

[1] Intervención del autor en el foro
de cierre del XVI Congreso de ALAETS, celebrado en Santiago de
Chile del 9 al 14 de noviembre de 1998. Publicada en Sersocial
de Brasil y Surá de Costa Rica.

[2] Pierre Bourdieu, La distinction, critique
sociale du jugemen, Editions Minuit, 1980, Paris.
Sociología y cultura, CNCA, México, 1990.

[3] Toda práctica social se constituye
como tal en tanto es productora de sentido y toda
producción de sentido es producción de un sistema
de diferencias en el interior mismo de las relaciones
socialmente constituidas dentro del texto inagotable que es la
sociedad como tal. Cfr. Ernesto Laclau, “Tesis acerca de
la forma hegemónica de la política”, en
Julio Labastida Martín del Campo (coord.),
Hegemonía y alternativas políticas en
América Latina”, Editorial Siglo XXI, 1985,
págs. 19-44, México.

[4] Agnes Heller, “Una teoría de
la modernidad”, seminario impartido en el doctorado en
Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas
y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, junio-julio
de 1995.

[5] Peter L. Berger y Thomas Luckmann, La
construcción social de la realidad, Amorrortu Editores,
1968, Buenos Aires.

[6] Martín Heidegger, Sendas Perdidas,
Editorial Losada, 1962, Buenos Aires.

[7] Tanto los políticamente duros, es
decir, los más directamente vinculados al sistema
político-sindical y gremial y al escenario electoral,
como los políticamente blandos, sea, los suscitadas en
la esfera pública: el espacio de aparición de la
política en tanto acción que no se reduce a sus
causas y no es previsible en sus consecuencias. Hanna Arendt,
La condición humana, Seix Barral, 1974, Barcelona.
Asimismo, nos referimos a los procesos participatorios
más recientes, vinculados a nuevas formas de hacer,
pensar, sentir y vivir la economía, la cultura y la
política en los espacios público-estatales y
público-civiles. Sobre estos aspectos, ver Luis Carlos
Bresser Pereyra y Nuria Cunill Grau (eds.), Lo público
no estatal en la reforma del estado, CLAD-Paidós, 1998,
Buenos Aires. Nuria Cunill Grau, “La
rearticulación de las relaciones estado-sociedad: en
búsqueda de nuevos sentidos”, en Reforma y
Democracia, Revista del Clad, No. 4, 1995, págs. 25-57,
Caracas. Repensando lo público a través de la
sociedad. Nuevas formas de gestión pública y
representación social, Clad-Nueva Sociedad, 1997,
Caracas. Teresita de Barbieri, “Público o privado
o por dónde se mueven las mujeres”, Iss-Unam,
1990, México.

[8] Ver Humberto Maturana, La objetividad: un
argumento para obligar, Ediciones Dolmen, 1997, Santiago.

[9] Ver Edgar Morin,
“Epistemología de la complejidad”, en Dora
Fried Schnitman y otros, Nuevos paradigmas, cultura y
subjetividad, Paidós, 1994, págs. 421-446, Buenos
Aires.

[10] Ver Inmanuel Wallerstein (presidente),
“Abrir la ciencia social”, Editorial Siglo XXI,
1996, México. Hans Rudi Fischer, Arnodl Retzer u Jochen
Schweitzer (comps.), El final de los grandes proyectos, Gedisa,
1997 (1992 en alemán), Barcelona. Dora Fried Schnitman y
otros, op. cit.

[11] “La elaboración de los
microfundamentos de las explicaciones macrosociales no
sólo aumenta la confianza en las teorías:
también las profundiza. Siempre y cuando admitamos la
posibilidad de que haya múltiples microfundamentos para
una determinada macroexplicación (y…la no
reductibilidad del macrofenómeno a los
microfundamentos), el descubrimiento de los procesos de
micronivel a través de los cuales se realizan los
fenómenos de macronivel enriquece la comprensión
teórica”. Anthony Giddens, La Construcción
de la Sociedad. Bases para la Teoría de la
Estructuración, Amorrortu Editores, 1995, págs.
170-175, Buenos Aires. Ver también Norbert Lechner, La
conflictiva y nunca acabada construcción del orden
deseado, Ediciones Ainabillo, 1984, págs. 31-35, Chile.
Erik Olin Wright et. Al, “Marxismo e individualismo
metodológico”, en Edelberto Torres Rivas, (comp.),
Política. Teoría y Práctica. EDUCA-FLACSO,
1990, pág. 214, San José.

[12] Hugo Zemelman (coord.), Determinismos y
alternativas en las ciencias sociales de Latinoamérica
América Latina, Editorial "Nueva Sociedad", 1995,
Caracas. Los horizontes de la razón, Editorial Anthropos
y el Colegio de Médicos, 1992, dos tomos, Barcelona.
Para una propuesta de rescatar el racionalismo del idealismo,
ver Franz Hinkelammert, “Frente a la cultura de la
posmodernidad: proyecto político y utopía”.
En David y Goliat, año XVII, No.52, 1987, Buenos
Aires.

[13] Joan Prats, “Las previsiones de la
OCDE sobre la economia mundial, 1999-2000”.
www.imf.org

[14] Este papel puede ser jugado como
lector(a) más o menos asiduo(a) y atento(a) de las
informaciones internetizadas o masmediatizadas y/o de las
investigaciones y acciones de analistas, académicos,
tecnólogos, tecnócratas y políticos de
oficio tales como sociólogos, politólogos,
antropólogos, semiólogos, filósofos,
epistemólogos, economistas y otros; asimismo, como
analista con especificidad propia y competencia para apropiarse
de uno o varios nichos en el mercado globalizado de
conocimientos trasdisciplinarios o trascientíficos, pero
sin dejar de ser trabajador(a) social.

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