El vano ayer postmodernista – Monografias.com
El vano ayer
postmodernista
trabajo final de narrativa
(Europa y Norteamérica)
Fin de la búsqueda, adelante
la ficción.
Isaac Rosa
La estética postmodernista, como caracterizadora
del movimiento cultural de la contemporaneidad y ayudada por la
influencia de la globalización y las
características del capitalismo tardío, ha
traspasado las fronteras idiomáticas. La literatura
hispana no ha estado ajena a este fenómeno cultural y ha
logrado encausar las nuevas tendencias que se derivan del
Postmodernismo con los arraigados elementos de su
tradición literaria.
Paradigmática de lo antes aseverado es la obra de
Isaac Rosa, escritor, periodista y documentalista andaluz nacido
en Sevilla (1974). Este autor ha publicado teatro, novela y
ensayo; entre lo más representativo podemos citar
Adiós muchachos, El ruido del mundo,
La malamemoria, Kosovo: la coartada
humanitaria, ¡Otra maldita novela sobre la guerra
civil! y El país del miedo.
Su obra más exitosa hasta el momento es El
vano ayer que en 2004 recibió el Premio Andaluz de la
Crítica, el Premio Ojo Crítico de España y
en 2005 el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos,
uno de los más prestigiosos de Iberoamérica. Esta
novela histórica recrea, desde una ideología
izquierdista, la situación social, política y
económica imperante en la España franquista. En
ella se resumen los postulados esenciales de la estética
postmodernista, sobre todo en el plano formal. El contenido, por
el contrario, responde a presupuestos ideológicos muy en
consonancia con peculiaridades contextuales de la atipicidad de
España en el continente europeo.
En El vano ayer el sistema del narrador
sustenta gran parte de las conquistas estéticas
postmodernas. El alto contenido idiotemático de esta obra
es respaldado por una riqueza de la forma, materializada en el
innovador y variado comportamiento del narrador a lo largo de
toda la novela.
Uno de los recursos pilares en esta innovación
formal es la excelente interrelación que el autor logra de
los diferentes niveles narrativos. El vano ayer se
caracteriza por una recurrente metalepsis entre elementos del
nivel intradiegético, el extradiegético y el
metadiegético, hecho que refuerza la verosimilitud
artística de la novela y posibilita darle una pluralidad
de puntos de vista a lo relatado.
En varias ocasiones el narrador?autor se convierte en
personaje, ya sea desde una primera persona del plural o desde un
punto de vista espacial objetivo (en tercera persona) que
mantiene la marca del narrador de manera indirecta, distinguible
sólo en los giros del lenguaje. Este personaje se
inmiscuye en el propia diégesis como se puede observar en
el fragmento siguiente, logrando hacernos cómplice del
relato, permitiendo al lector participar con él en la
construcción de la novela:
Libres de toda responsabilidad histórica, ajenos
a cualquier disciplina o exactitud ?más allá de un
nombre (Julio Denis), una fecha (febrero de 1965) y un lugar
(Madrid) ya elegidos mediante azaroso sistema, así como la
imprescindible verosimilitud del relato y el compromiso del autor
con el sentido ético de la narración?, queda en
nuestras manos decidir el boceto inicial del personaje, un somero
apunte de su circunstancia que no puede ser demorado pues
condicionará las páginas venideras. (Rosa, 2005,
18)
Incluso, a veces, algunos personajes hacen lo mismo con
el nivel del narrador. En el ejemplo siguiente un policía
franquista plantea su inconformidad con lo narrado, hecho que,
aunque nos parezca irónico (gracias a la actitud narrativa
del narrador?autor que logra que se pueda superar esta
visión de los hechos), permite la confrontación
entre la versión dada del régimen de Franco en toda
la novela y la visión de uno de los protagonistas de la
represión imperante:
Escribir una novela resentida es fácil, ya lo
creo: y esto que usted está perpetrando es, sin duda, una
novela resentida, un J´acusse poco meritorio y en
realidad inofensivo, un vano ejercicio de
señalización en el que un estilo pretendidamente
ingenioso acaba consiguiendo que se mire al dedo que
señala antes que al objeto señalado:… (250)
[1]
Pero la metalepsis más atrevida resulta el
trastoque entre ciertos sucesos alrededor del personaje principal
(Julio Denis) y los sucedidos a un personaje de ficción
insertado, a su vez, en una novela costumbrista que él
escribe. Veamos estos ejemplos en párrafos continuos y que
se insertan en un capítulo episódico e
irónico (nótese la diferencia en sus
caracterizaciones) que, además, tiene una importancia
capital en el proceso épico de la novela, pues resume la
paranoia fascista del franquismo (llega a relacionar a un anciano
profesor de literatura con una red oposicionista por nombrar a
uno de los personajes de sus «novelas de kiosco»,
casualmente, igual que el sobrenombre clandestino de un
líder estudiantil opositor):
[En referencia a Julio Denis] Desacostumbrado al
alcohol, un cuarto de botella le bastó aquel día
para, envalentonado, salir a la calle y caminar sin
dirección hasta caer dormido en un banco de Alonso
Martínez, donde un espabilado le limpió los
bolsillos en tan dulce sueño. (216)
[En referencia a la situación entorno al
personaje de las novelas de kiosko] Por fin uno de los jugadores
perdió la paciencia, apartó de un manotazo a la
prostituta que descansaba en sus rodillas, se puso en pie,
agarró una botella por el gollete y se dirigió al
rincón donde Birón bebía, marcando la cojera
en cada paso, en tensión para, ante cualquier gesto del
detective hundirle el vidrio en la frente. (216)
También y como algo muy común en El
vano ayer el narrador se puede marcar en primera persona, su
perspectiva se traslada a supuestos testigos de los sucesos que,
incluso, en un capítulo llegan a rebatir al personaje
autor?narrador. En el ejemplo siguiente esto se torna
paradigmático pues varios de ellos (señalados con
guiones), no sin tener contradicciones entre sí, rebaten
la caracterización dada de un personaje
protagónico, hecho que corrobora la existencia de
postulados postmodernos en la novela, sobre todo en lo referente
a la relativización de la verdad:
—Cualquiera que conociera a André
Sánchez sabía que su detención no
requería ninguna denuncia…
—Era un fanfarrón, un majadero iluminado,
de esos que creen estar colocados en un lugar y el momento que un
destino memorable les ha facilitado…
—Era abnegado, afanoso, agudo, altruista, animoso,
ardoroso, austero… (45-46)
Incluso, el autor no vacila en recurrir a
personajes?testigos vinculados a la oposición a Franco,
sino también a «rateros» de la calle, cuya
versión de los hechos y sus desventuras es tan tomada en
cuenta como cualquier otro testimonio. Esto permite caracterizar
la novela como ejemplo de literatura parcelaria, donde se
prioriza también el testimonio de sujetos individualizados
y polémicos.
Los ejemplos anteriores se vuelven paradigmáticos
también de un fenómeno recurrente en la novela: el
personaje del narrador?autor pierde el control y el conocimiento
total sobre los demás personajes. Esto unido a que los
hechos son narrados por referencia de otros personajes?testigos,
permite sorprender, implícitamente, la muerte postmoderna
del autor quien aquí gusta de imitar las voces de otros
personajes.
El vano ayer se puede catalogar sin temor a
equivocaciones como una obra facción o
facticio[2]Esto implica aseverar que en esta
obra la ficción y la cientificidad se dan fusionadas de
forma tal que resulta difícil distinguir lo elementos de
una y otra. En un inicio la obra comienza con un supuesto
narrador?autor?personaje que quiere buscar información
inédita para crear una novela y, entonces sigue todos los
requerimientos de la investigación
crítico?literaria. Este personaje se convierte en un
investigador histórico por momentos y, gracias a las
referencias bibliográficas que da en la narración y
que después amplia en lo que el escritor cataloga
Adenda bibliográfica, permite sorprender la
más rigurosa competencia científica en este
narrador:
Así, comprobamos que no hay mención alguna
al seleccionado Julio Denis en las obras de primera consulta (la
ya citada Historia de Tuñón, pero tampoco
en Tusell, La dictadura de Franco, Alianza, 1988; y
La oposición democrática al franquismo,
Planeta, 1977; Payne, El régimen de Franco,
1936-1975, Alianza, 1987; Fontana, España bajo el
franquismo, Crítica, 1986; Preston, Spain in
crisis. The evolution and decline of the Franco Regime,
Sussex, 1976). (Rosa, 2005:13-14)
Pero, además, en varias ocasiones en la novela se
insertan notas de prensa y otros elementos paratextuales en pro
de la verosimilitud del relato que la acercan a las fuentes de la
Historia como materia y que lo acercan a otros autores
postmodernistas como Kurt Vonnegun. En los ejemplos siguientes la
fantasía se construye sobre imágenes
reales:
INCIDENTES EN LA
FACULTAD
DE FILOSOFÍA Y
LETRAS
una
manifestación,
encabezada por tres
catedráticos,
fue disuelta por la fuerza
pública
Las autoridades académicas han
adoptado
medidas disciplinarias
(74)
………………………….
Nota del Rectorado de la
Universidad
de Madrid
Con el fin de asegurar la normalidad
académica que repetidamente se ha perturbado durante estos
últimos días y adoptadas ya las medidas
disciplinarias correspondientes, este Rectorado comunica para
general conocimiento:… (75)
Uno de los matices críticos
principales de El vano… lo aporta la posible
alusión directa a la «construcción social de
la realidad». En consonancia con esto el autor recurre en
varios capítulos, después de jugar con cierto grupo
de lectores, a hacer una crítica abierta a los gustos
estéticos que se derivan del sensacionalismo y de algunos
códigos cinematográficos. El ejemplo siguiente en
voz del narrador?autor?personaje así lo
demuestra:
Siempre habrá quien reclame un poco
más de acción, no basta con unas píldoras
aisladas de sexo y humor, es necesario incluir alguna escena
vertiginosa, cortada por el aceptado patrón
cinematográfico ?una novela muy cinematográfica se
suele decir con cierta admiración?, una
persecución, un tiroteo, una pelea desesperada que resulta
en muerte… (170)
El cuestionamiento a la autoridad en esta
obra está estrechamente vinculado a la visión
crítica que del franquismo se dan en sus páginas,
donde se hace hincapié en la represión, el
régimen de torturas, encarcelamientos arbitrarios y
violación a los derechos de libre asociación y
pensamiento. Isaac Rosa, con esta novela, reinterpreta los
sucesos acaecidos de esta etapa tan polémica de la
historia de España que casi siempre se silencia. Uno de
los objetivos de este autor es demostrar, entonces, como la
historia ha sido escrita por el grupo social
dominante.
Pero esta crítica va mucho más allá
de la simple historia. En el ejemplo siguiente (siempre tengamos
presente la ironía predominante en la novela) un
personaje?testigo hace extensiva esta crítica a la
realidad actual española. Esto no es casualidad, porque
como el propio personaje narrador?autor apuntara en los inicios
su objetivo es hacer una novela que sirva de ejemplo a las
generaciones presentes y venideras:
…pero en líneas generales, desde un punto
de vista profesional, puede afirmarse que aquélla fue una
gran escuela, de ella salieron los mejores policías, los
que ya en la democracia han seguido combatiendo el terrorismo con
éxito en este país, los ejemplares funcionarios que
ahora se jubilan y los que se jubilarán en los
próximos años todos salimos de aquella gran
escuela… (256)
En El vano ayer la tradición literaria
es fuertemente criticada, en consonancia con el tema tratado. La
intertextualidad con la epopeya castellana es tomada como
pretexto para parodiar en todo un capítulo las victorias
de Franco en su ascenso al poder. Esto se narra al estilo de las
hazañas del Cid Campeador rememorando el tono digno y
solemne de su lenguaje. Esto demuestra el reciclaje de materias y
procedimientos, tan caros al escritor postmoderno; pero siempre
insertados en una nueva lógica, la
desacralización:
Capítulo iv. Trata como el General
fue sobre la ciudad de Madrid,
e de las guerras que se causaron
de cobrar aquel reyno
Por el Fenares arriba subido avia el General a la ciudad
llamada Madrid; mando tocar sus trompretas, sus añafiles
de plata, porque le oyesen los rojos que andaban por el arada.
(239)
En una obra tan revolucionadora del sistema del narrador
la diégesis y los personajes no pueden ser tratados de
forma tradicional, el orden racional establecido se quiebra y se
impone «el arte de las perspectivas cambiantes». La
diégesis obvia las pautas de la novela tradicional de
inicio, desarrollo y fin, la historia avanza según las
diferentes testimonios de supuestos personajes testigos que van
apareciendo y dando pistas aisladas sobre los acontecimientos.
Muchos de ellos lo que hacen es incrementar la duda sobre la
verdadera historia donde el final es irrelevante. Lo esencial por
momentos es que el lector tome partido sobre lo que posiblemente
pudo haber sucedido y con los diferentes datos sueltos que se le
brindan caracterice el régimen franquista.
A continuación se reproduce el final de la obra
que parece iniciar otra historia totalmente distinta de la
tratada a lo largo del relato, pero con el mismo tópico de
una persona desaparecida y de la cual son ínfimas las
posibilidades de encontrar pistas sobre su destino. Incluso, el
narrador del fragmento siguiente se focaliza desde uno de estos
personajes?testigos que apareció también en las
postrimerías de la obra:
No creo que nadie aquí pueda aportar alguna
información para encontrarla; ya he dicho que no
cultivó muchas relaciones en el Toulouse, por no decir
ninguna, más allá de las obligadas por el
restaurante o el padre. Hay personas que pueden vivir treinta
años en una ciudad y actuar como si estuvieran de paso, en
permanente provisionalidad, parece que se esfuerzan por pisar
despacio para no dejar huella de su presencia.
(286?287)
Es más, en un ejemplo como el siguiente la
caracterización tradicional del personaje principal se
desacraliza hasta tal punto que se dan dos versiones de su
posible biografía para que el lector escoja con la que se
identifica más. La estrategia de edición que coloca
las dos posibles biografías en columnas diferentes a lo
largo de todo un capítulo apoya esta
elección:
Durante sus años de escritor popular Denis
mantiene esta actividad en un pulcro anonimato, en completo
secreto frente a sus compañeros de universidad que, de
saberlo, quizás hagan burla del perlado
catedrático. (168-169)
Así fue hasta que en 1965, tras
ofrecer el chivatazo que desmanteló la organización
comunista universitaria, decidió poner fin a la gran
comedia: solicitó su jubilación y exigió el
pago por sus muchos servicios prestados, un retiro a placer en el
destino elegido. (168-169)
Como se ha podido percibir el juego con el lector es
algo capital en El vano ayer. Esto permite que el mismo
se identifique con la novela y forme parte de su
construcción. La presencia de este lector
implícito, en ocasiones, cobra una importancia relevante
en cuanto a los giros temáticos y el sistema de personajes
de la obra:
Desde hace un decena de páginas, prescindiendo de
la habitual distancia y respeto hacia la obra en marcha, un grupo
de radicalizados lectores acosa al autor con el propósito,
con la exigencia, de que introduzca un personaje (incluso
sugieren perfiles biográficos que creen ellos, lo
harán más aceptable en el transcurso de la novela)
no previsto por el autor: un personaje que tense la
intención de esta novela desde el referido ayer hasta el
mañana engendrado,… (176)
Entonces no resulta casual que el propio autor luego de
la Adenda bibliográfica anexe el siguiente
paratexto, que demuestra el papel protagónico que el
lector tiene en las obras de Isaac Rosa:
Por último debo agradecer sus valiosas
sugerencias a mis lectores favoritos: Antonio Rosa, Fabio
Almeida, Olga Elwes, Andrés Moreno y Chema
Domínguez. (294)
La ironía es el recurso más recurrente en
El vano ayer. Ella está en franca relación
con la identificación de los diferentes narradores de la
obra. En las diferentes mudas espaciales del narrador este es de
una identificación máxima en sentido positivo con
lo que narra: no teme expresar las opiniones que,
implícitamente, revelan su ideología,
antifranquista o viceversa. Hecho que se puede comparar (en el
narrador?autor?personaje con clásicos del siglo xix del
realismo crítico y el romanticismo). El ejemplo siguiente
es tomado de un capítulo donde este narrador, en una larga
disertación burlesca e irónica que a las claras
dilata el tiempo del relato, caracteriza a los chivatos y
demuestra sus reservas sobre este personaje:
… el chivato, el gran olvido de nuestra
literatura, elemento central de nuestra historia civil y militar,
de nuestra historia civil y militar, de nuestra política,
de nuestro periodismo, de nuestras relaciones laborales y
amorosas, y sin embargo dónde está el monumento al
chivato, cuándo un día nacional del chivato, el
reconocimiento que merece por su contribución a la
cohesión social. (67-68)
Es más, cuando la atención se desplaza
hacia un narrador personaje este defiende su posición e
implicación en los hechos. El ejemplo siguiente, la voz de
un coronel franquista, demuestra una visión muy diferente
del «chivato» del narrador?autor, lo que se puede
apreciar, principalmente, en el eufemismo del
lenguaje:
Para el reclutamiento inicial de colaboradores, me
propuse personalmente en contacto con algunas personas que
conocían el ámbito en que nos íbamos a
desenvolver. Estas personas actuarían como
«señaladores». Posteriormente la cantera se
encontraría en los cursos básicos a los que me
referiré más adelante. (94-95)
Dadas las particularidades de esta obra, queda por
recomendar un estudio profundo sobre la ideología que en
ella se presenta. Sería interesantísimo demostrar
si en el contenido esta obra también se puede caracterizar
como paradigma de la estética surgida en la sociedad
postindustrial. En la forma se alza como uno de los exponentes
más logrados del postmodernismo en lengua
española.
Bibliografía básica
«El narrador en el relato», en
\DanteBibliografiaHumanidadesLetrasLetras
Años3.TerceroNarratologiamiscelánea (Consultado:
6 de febrero de 2009.)
«Isaac Rosa», Wikipedia, en
http://es.wikipedia.org/wiki/Isaac_Rosa (Consultado 6 de octubre
de 2008.)
Jameson, Fredric: La lógica
cultural del capitalismo tardío, en \ateneaFac.
HumanidadesLetras3ronmgueroNoël
AlexandreLiteraturaLiteratura VPostmodernidad
Keneth, G.: El yo saturado, en
\ateneaFac. \ateneaFac.
HumanidadesLetras3ronmgueroNoël
AlexandreLiteraturaLiteratura VPostmodernidad
Rosa, Isaac (2004): El vano ayer,
294 pp., Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas,
2005. ISBN 980-01-1315-0
Rubio Pueyo, Vicente: «"En las
páginas de un libro": ideología y novela en El
vano ayer, de Isaac Rosa», en
http://einbahnstrasse.wordpress.com/2008/09/20/
en-las-paginas-de-un-libro-ideologia-y-novela-en-el-vano-ayer-de-isaac-rosa/
(Consultado 6 de octubre de 2008.)
Autor:
Maykel Estévez
Orozco
[1] A partir de aquí todas las
referencias bibliográficas que no se citen al pie
pertenecen al libro El vano ayer de Isaac Rosa.
[2] Término utilizado por G. Keneth en
el capítulo 5 «El surgimiento de la cultura
postmoderna» de El yo saturado, para ejemplificar
«la pérdida de lo identificable» en el
postmodernismo.