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Actividades productivas, organización laboral y medio ambiente en el bajo delta del Paraná (página 2)




Enviado por Galafassi, Guido P



Partes: 1, 2

TÉCNICAS
PRODUCTIVAS

Las tecnologías están condicionadas por el
tipo y tamaño de la unidad productiva, ya que la
elección implica definir necesidades de fuerza de
trabajo a
emplear, características mecánicas, costos,
etcétera, que deberán estar acordes a las
posibilidades económicas y técnicas
de la unidad familiar. Por lo tanto, el tipo y la calidad de las
tareas y estrategias
técnicas que se adopten variará de acuerdo a
ciertas características de los distintos tipos de
productores.

Obviamente, también las técnicas
productivas variarán de acuerdo a la actividad
agrícola de que se trate, pero existe en las islas del
Delta, una serie de tareas para acondicionar el terreno que no
distingue cúal es el cultivo que se implantará
posteriormente. La rica productividad que
ofrecen las tierras del Delta sólo puede ser aprovechada
mediante un trabajo de habilitación de las mismas para la
práctica de las actividades productivas (inscriptas en la
lógica
del capital), que
consiste en la eliminación de la densa vegetación natural, dejando al terreno
libre para los cultivos y la "sistematización" que regula
el accionar y el efecto de las inundaciones sobre las
islas.

En principio existen dos alternativas para el
aprovechamiento de las tierras, o utilizar sólo los
albardones, sujetos a la ocurrencia de las inundaciones y
descartar prácticamente el resto de la superficie
constituida por los bajos o pajonales, o bien habilitar estas
tierras en su conjunto, variando considerablemente la inversión por hectárea. Es a
través de la sistematización que se logra dotar a
todo el campo de posibilidades de desagüe y drenaje.
Existen, a su vez, distintas alternativas para lograr estos
objetivos que
van desde el sistema de zanjas
abiertas, un sistema de atajarepuntes o el más efectivo
sistema cerrado o endicamiento. Los costos que implican estos
sistemas
están en relación directa con su eficiencia para
el drenaje y el grado de aislamiento a las inundaciones. De esta
manera el sistema utilizado por las unidades productivas
pequeñas es de zanjas abiertas, quedando los restantes
para unidades medianas o grandes. Aunque en algunos casos, pocos
por cierto, se reúnen varios pequeños productores
vecinos y realizan un endicamiento común a todos,
reduciendo notablemente los costos de construcción y mantenimiento.
Aunque esta última opción es poco vista en el Delta
siendo la dominante las soluciones
individuales, observándose pocos mecanismos sociales de
cooperación entre productores.

El sistema abierto, que fue con el que más nos
hemos encontrado en los trabajos de campo, consiste en la
construcción de canales de 2-2,5 m. de ancho por 3 m. de
profundidad desde el interior del pajonal, que permite colectar
agua hasta una
distancia del orden de los 1200 a 1500 m. Cada 50-70 m. se
efectúan zanjas convergentes al canal, cuyas dimensiones
son de 1 m. de ancho por 1,30 m. de profundidad, con acción
sobre una distancia de 600 m. aproximadamente. Esta
caracterización es en términos generales, ya que la
misma varía según el grado de pendiente,
extensión, caudal a drenar, pudiendo variar la
sección, extensión y distanciamiento de los
desagües. El sistema cerrado o de endicamiento es el
más efectivo y al mismo tiempo el
más costoso. Se trata de rodear la propiedad con
una muralla o dique y dentro del predio desarrollar todas las
tareas necesarias para el desagüe y drenaje de los campos.
La altura de los diques varía de acuerdo al riesgo que
pretenda cubrirse, pudiendo tomarse las crecientes máximas
registradas históricamente o solo las crecientes medias.
El dique se construye sobre los albardones, aprovechando la mayor
altura natural de las islas. Paralelo al dique, del lado interno,
corre un canal, y el material que se obtiene en la
excavación del mismo es utilizado en la
construcción del dique, que lleva un núcleo de
arena y un "revoque" de tierra. Las
capas arcillosas se usan para cubrir todo el núcleo y
la tierra
orgánica como tapiz, que permitirá el desarrollo de
vegetación estabilizante. Hacia el canal primario, que
acompaña todo el recorrido del dique, convergen los
canales secundarios, y hacia éstos las zanjas o
sangrías. El agua
irá concentrándose en el canal primario en función de
la pendiente y desde ésta saldrá al exterior, ya
sea por compuerta o por bombeo. Una ventaja del sistema es que
ante períodos de sequía puede transformarse en un
sistema de retención de agua, y en algunos casos se lo
puede utilizar como sistema de riego, si las bombas han sido
previstas para operar en sentido inverso. Para completar la
eficacia del
sistema se construye una defensa externa a través de
plantaciones efectuadas fuera del dique, en el terreno que queda
hasta el río. Esto sirve para contrarrestar el golpe del
agua contra las paredes del dique ante inundaciones, viento o
paso de embarcaciones.

El sistema de atajarepuntes es similar al anterior en
cuanto a canales y zanjas, agregándose una muralla o pared
de construcción semejante a un dique pero de mucha menor
envergadura. Se construyen sobre los albardones y su
función es evitar que las mareas normales y los ascensos
del nivel de los ríos por precipitaciones no muy copiosas
puedan hacer ingresar agua al campo. Posee compuertas que regulan
la entrada y salida de agua a los canales y zanjas. Es importante
destacar que en las entrevistas a
aquellos pequeños productores más antiguos, una
opinión frecuentemente hallada no es favorable al proceso de
endicamiento, considerándolo muy costoso y compleja su
construcción y funcionamiento. Al ser el sistema de
endicamiento relativamente moderno y sólo accesible a
grandes productores, se explica que los tradicionales métodos
basados en el zanjeo sean considerados como la forma correcta de
manejar el campo. El siguiente testimonio es más que
elocuente:

" Para mí endicamiento no, tiene que ser un
endicamiento más que mejor hecho, pero tampoco estoy con
la idea de que si hay una quinta que está endicada y
viene tres, cuatro, cinco días de lluvia y se pone el
agua así que usted tenga que poner bomba
pa'sacarla…tiene que ser natural el agua, como viene se va,
pero tiene que tener sus debidas zanjas…no tiene porque el
agua quedarse si tiene sus debidas zanjas" (Alfredo,
pequeño productor, Paraná
Miní).

Todas estas alternativas significan una
transformación fundamental del paisaje de las islas,
tendientes a aprovechar al máximo las potencialidades
productivas de estas tierras debido al subsidio constante de
materiales
aportados por el río, pero evitando o disminuyendo los
terribles efectos negativos de las crecidas e inundaciones. Con
estas tareas se está regulando uno de los principales
limitantes ecológicos que impone este ecosistema a
la producción y al asentamiento humano. Se
ejerce un mecanismo de control sobre los
pulsos naturales del ecosistema aportando energía desde el
exterior a través de los trabajos de construcción y
de mantenimiento del mecanismo de sistematización. Sin
este subsidio permanente con energía humana, que mantiene
al ecosistema en un estado
preclímax apto para la producción, volvería
el ambiente
natural a su configuración original con densa
vegetación, un ciclo constante de crecidas y bajantes del
río, inundando y desagotando los campos. Pero es
importante destacar que con los sistemas de endicamiento se
interrumpe el natural ciclo de este ecosistema, impidiendo la
llegada de nuevos materiales traídos por el río a
los campos. No se conocen aún las consecuencias de estas
medidas, por ser el sistema de endicamientos aún nuevo y
poco extendido. Pero si se logra su difusión, sin duda se
verá interrumpido el aporte de sedimentos fluviales, lo
que podría provocar, a mediano o largo plazo, un
agotamiento del recurso suelo a
través de la pérdida de su fertilidad.

La mecanización en los trabajos del campo en las
islas del Delta resulta muy complejo por las
características de las explotaciones y la naturaleza de
los suelos. La
condición de anegabilidad de los terrenos y la irregular
periodicidad de las inundaciones imponen limitaciones importantes
a la mecanización. La necesidad de transformación
del terreno con construcción de terraplenes y zanjas
orienta la mecanización al tipo de maquina apta para
movimientos de tierra, que a su vez tenga una relación
peso/superficie de apoyo adecuada a las condiciones de suelo
blando en que debe trabajar. En el trabajo de
apertura y conservación de zanjas, son pocos los elementos
existentes. Si bien los grandes productores emplean zanjadoras y
excavadoras de distinto tipo, estas máquinas
no están al alcance del pequeño y mediano productor
por su elevado precio y la
relación desfavorable máquina/superficie a
trabajar. En consecuencia estos productores suelen contratar el
servicio de
equipos organizados para esta tarea, si bien también sus
precios son
elevados, o realizar el zanjeo a mano, con pico y pala. Una vez
preparado el terreno se procede a las tareas específicas
para cada tipo de cultivo, lo que implica el uso de
tecnologías, formas de cultivo y cosecha, épocas y
ambientes naturales diferenciados. Ahora, se describirán
las técnicas de explotación por tipo de
cultivo.

  • Cultivos forestales

Una vez zanjeado el campo se procede a la
eliminación de la vegetación natural y
espontánea del terreno, lo que se denomina
"desmalezamiento". Esto se hace o bien a través de
guadañas y una vez seca la vegetación se quema, o
en el caso de productores con máquinas, se aplasta el
pajonal con un rolo cortayuyos. Algunos luego prefieren quemar el
pajonal seco, sin cortarlo, porque una vez cortado y no retirado,
al venir una marea lo eleva al nivel superior de las estacas, lo
que perjudica a la plantación. El sistema de
plantación más utilizado para salicáceas es
la plantación directa de estacas, trabajo que se hace a
mano. Se denomina "estaquero" al vegetal usado para la
producción de estacas. El estaquero consta de un "pie"
(raíz y tallo) que origina brotes (ramas) que al crecer se
constituyen en "guías". Estas cortadas en 2 o 3 secciones
dan origen a las "estacas". En general cada productor tiene su
producción propia de estacas, las primeras se compran o se
solicitan al INTA o IFONA, se cortan a 40-50 cm. y se plantan,
enterrándolas unos 20 cm. en la tierra, sólo con la
ayuda de las manos, sin realizar pozos, pues el terreno es muy
blando. Se los cuida durante el primer segundo año,
manteniendo el terreno libre de malezas, dando a los 2 o 3
años, guías de 3 m. de longitud, y a partir de
aquí comienza a dar guías todos los años.
Con estas guías que se cortan a 50-80 cm. se hacen las
estacas que plantan en el cuadro a forestar. Un pie de estaquero
da producción hasta aproximadamente los 12 o 13
años. De acuerdo a lo manifestado por los productores y
técnicos del IFONA es conveniente cortar las estacas en
junio para plantarlas en invierno que es cuando la planta
está en reposo, así a fines de invierno y principios de
primavera cuando comienza a brotar, genera raíces
conjuntamente, porque si se planta una vez que comenzó a
brotar se pierde el equilibrio con
el enraizamiento, notándose los efectos negativos en el
posterior desarrollo. Entonces la plantación puede hacerse
de guía o de estaca, de acuerdo al cuidado que desee
dársele o las características del terreno. Las
guías al ser más largas tienen mayores
posibilidades de competir con la vegetación
espontánea, no siendo necesario un cuidado intenso de la
plantación durante los primeros años:

" El álamo en vez de plantarlo de estaca lo
plantábamos de guía …para que no avanzara el
pasto lo poníamos de guía, porque de guía
se defiende más del pasto, a usted le lleva menos
guadañada, en vez la estaca hay que cuidarla más,
me entiende…la estaca…que se le enrieda el porotillo y
todo" (Alberto, peón, Paraná
Miní).

La plantación en rectángulo es la
más generalizada, 2x3m. es la distancia clásica que
se deja entre árbol y árbol conformando
líneas rectas a lo largo del terreno, lo que le otorga a
la plantación una configuración notablemente
simétrica. El álamo, menos resistente a las
inundaciones se planta preferentemente en el albardón, al
sauce puede plantárselo también en zonas bajas (ver
gráfico 3). Los "cuidados culturales" consisten
principalmente en mantener el terreno libre de malezas, a
través de guadañeo y aplastamiento de yuyos con
rolo o bien con un palo. Esta tarea es muy importante en los dos
o tres primeros años de la plantación. Otra tarea
es la limpieza periódica de los drenajes, cortando la
vegetación que crece en los bordes de las zanjas y
también un rastrillado del fondo y una
profundización de la zanja o sangría.

Al llegar el turno de corte de un cuadro (unidad de
fraccionamiento del terreno)éeste se realiza con
motosierras. La época elegida depende de si se deja el
"estocón" para que rebrote o no. En el primer caso, se
corta en otoño o invierno por dos razones, primero porque
es la época en la que la madera pierde
menos peso por deshidratación, pues las bajas temperaturas
no favorecen la evaporación, y segundo para que
después del corte el tronco tenga un período de
reposo hasta la primavera en que empieza a brotar. Si no se
piensa hacer rebrotar, se efectúa el corte en cualquier
época del año, de acuerdo a cuando se piensa
comercializar la madera. Una vez cortado el cuadro se desrama y
se troza a una medida standar de 2 m., operación que
también se realiza con motosierras. Se lo acarrea hasta la
costa o bien con tractor y carro o bien con vías y zorra.
Se mencionó en las entrevistas que el carro posee la
ventaja de poder llegar
hasta cada árbol caído, lo que facilita su carga.
Una vez en la costa se apilan los troncos de acuerdo a sus
medidas a la espera del transporte
fluvial que los lleve al continente para su
industrialización. La madera de más de 12 cm. de
diámetro se envía al aserradero, entre 7 y 12 cm.
se destina para pasta celulósica, y menos de 7 cm. para
madera aglomerada.

  • Mimbre

El terreno también debe ser sistematizado,
realizándose zanjas o sangrías cada 10-15 m. de 60
cm. de ancho por 50-60 cm. de profundidad. Estas zanjas se hacen
a mano, solo con la ayuda de una pala. El ancho es medido sobre
la base de la distancia que cubren tres paladas. Si se realizan
mayor cantidad de zanjas por unidad de superficie, sus
dimensiones pueden ser inferiores, al tener que colectar menos
cantidad de agua. La limpieza de las sangrías comienza con
un guadañeo en la porción de terreno que rodea la
zanja, luego se corta la maleza que crece en las paredes
interiores de la zanja con un machete. Esto se llama "orillar",
pues también con esta tarea se definen los bordes. Por
último con un rastrillo se procede a sacar toda la
vegetación cortada, la que simplemente se deposita a un
costado sobre el terreno. Se lo cultiva en los terrenos bajos,
inundables. En el albardón el mimbre tiene poca vida (ver
gráfico 3). Esta especie también se multiplica a
través del sistema directo de plantación por
estacas, siendo el proceso de producción y
elaboración de las mismas igual al de las
salicáceas forestales. La plantación se
efectúa a mediados del invierno, siendo las distancias
1,20 a 1,50 m. entre hileras y 0,30 a 0,40 entre plantas.

Su producción es anual y consiste en un pie que
da brotes (varas) todos los años, de diferente longitud y
diámetro, de acuerdo a características del suelo,
clima,
proximidad al agua, edad de la planta, etcétera. La vida
útil de una plantación se estima en 8-10
años, después de la cual experimenta una
disminución en los rendimientos y en la calidad del
producto.
Algunos productores pueden prolongar la vida del cultivo
suspendiendo los cortes del 4to. o 5to. año por un lapso
de tres años. Después de este tiempo, al realizar
el corte se obtienen varas gruesas llamadas "garrotes". Esta
operación fortalece a la planta produciendo mimbre de
mejor calidad. La cosecha se realiza a fines del invierno, en
julio-agosto, cortándose las varas una por una con la
ayuda de una "podadera" o "furdrín". El procedimiento es
el siguiente: se corta vara por vara, se arquean éstas y
donde se produce la curvatura en la base de la vara se corta con
la podadera, quedando un corte oblicuo. Si se intenta hacer un
corte recto, no es posible por más fuerza que se
haga.

Luego de cortadas se sacuden las varas, se las clasifica
en 5-10 medidas y se entierran todas juntas unos 10 cm, para que
conserven cierto grado de humedad. Con esta operación
llamada "picado" se asegura la brotación de las varas en
primavera, lo cual facilita luego la extracción de la
corteza. Una vez brotado, se las saca de la tierra y se procede
al "pelado" con una horqueta de hierro,
trabajo que puede hacerse a mano o con la ayuda de una
máquina peladora. El primer procedimiento es el más
utilizado. Un hombre puede
pelar aproximadamente 100 kg. de mimbre por día. Una vez
que están todas peladas se las extiende al aire libre para
que se sequen y blanqueen. Luego se las ata con alambre a mano o
bien con la ayuda de una máquina atadora; se le realizan
cuatro o cinco ataduras, confeccionando atados de 20 o 30 kg.
para ser comercializado, operación que se conviene por
arrobas de 10 kg. cada una. Los atados se van guardando en un
galpón hasta que estén todos listos para su
comercialización en conjunto, lo que suele
realizarse en diciembre o enero. Algunos productores lo venden
inmediatamente de cosechado, otros pueden dejar pasar uno o dos
años, de acuerdo a la necesidad.

Este proceso se repite de año en año,
hasta que se agota la capacidad productora de la cepa y se vuelve
a plantar el terreno con nuevas estacas.

Algunas de las medidas en que se clasifica, con sus
nombres correspondientes son:

  • esterilla: 1,5 cm. de diámetro y 3-4 m. de
    largo;
  • medio-mediano: 3 m. de largo;
  • mediano: 2,5 m. de largo;
  • fino: 1,5-1,6 m. de largo;
  • extrafino: 1-1,2 m. de largo.

En algunos caso se ha visto un método muy
particular de clasificación de las varas a través
de la ayuda de un recipiente de lata y un listón de madera
metrado. Resultará más útil recurrir
directamente al testimonio de un jornalero para su
explicación:

"…lo clasifico en siete clases, con un tacho (200
l.) que lo uso de fondo para igualar al mimbre en la base, para
que estén todos iguales, y un palo con las siete
marcas…y
al poner, eh, pongo un mazo de varas en el tacho y a donde
llega cada vara se clasifican, por las marcas del palo. La
marca 1 es la
más larga y la 7 la más corta" (José,
jornalero, Arroyo Méndez).

La esterilla se obtiene de aquellas plantas que en
general están en el borde de las zanjas, dando varas
más gruesas.

El precio es inversamente proporcional al grosor, siendo
mayor para el extrafino y decreciendo hacia la
esterilla.

  • Fruticultura

Las técnicas de explotación que se
describirán son las que correspondían al
período en que la fruticultura era dominante, en
consecuencia la mecanización era escasa,
realizándose la mayoría de las tareas a mano,
ayudado solo con escasas herramientas.
Lo primero que debe realizarse es la sistematización del
terreno, indispensable como en los cultivos anteriores. Se
desmalezaba con guadaña y hacha, luego se abrían
las zanjas para que fueran navegables con canoa, sólo con
ayuda de palas, en sentido perpendicular al río, y
también algunas transversales entre las primeras. Luego se
efectuaban cunetas no navegables, que desaguaban a las zanjas,
cada dos o tres filas de árboles. Cuadro es la porción del
terreno delimitado por las zanjas. La parte alta de la isla, es
decir el albardón, era el destinado a la fruta, y de
ésta la porción más alta para durazno y la
más baja para manzana. Los árboles frutales eran
plantados en pozos de 1 m. de circunferencia, hechos a pala.
Duraznos y ciruelos recién empezaban a dar frutos a los
3-4 años, siendo su producción plena recién
a los 6-7 años; la manzana alcanzaba su producción
plena a los 8-10 años.

Las plantas se adquirían en viveros ya
injertadas, aunque en algunas ocasiones eran injertadas por el
propio productor. En la manzana se utilizaba el injerto tipo
pera, que consiste en un tajo en la parte superior del tallo en
donde se coloca la cuña, luego se cubre con barro y se lo
ata con paja. Se plantan todos juntos y luego se los traslada a
sus cuadros definitivos. Ciruela y durazno eran injertados "a
yema", se hacía un corte en "T" en la corteza donde se
colocaba una yema. Los duraznos se plantaban cada dos metros y
las manzanas cada cuatro metros. No era necesario abonar la
tierra, pues al ser tierras nuevas todavía
contenían elementos nutritivos en abundancia. Ahora si es
necesario abonar, haciéndolo en agosto-septiembre.
Después de plantadas se cuidaba que no creciera el pasto y
así evitar la proliferación de cuises que
comían la corteza de las plantas. Incluso se podían
poner "jaulas" de alambre hasta una determinada altura durante
los dos o tres primeros años. También eran regadas,
cuando eran pequeñas, en períodos de
sequía.

En junio y julio se podaban las plantas para mejorar la
calidad de la fruta en la próxima temporada. Así la
planta daba menos cantidad pero mayor tamaño. En la poda
participaban los miembros de la familia, y
cada productor tenía su forma y estilo particular.
Después de la floración se procedía a la
"cura" (pulverización), tarea que se realizaba con bombas
a motor sobre carro
tirado a mano o tractor. El guadañeo del campo se
realizaba varias veces en el año. En invierno, cuando el
resto de las tareas mermaba, se realizaba una limpieza profunda
de toda la quinta, luego se volvía a guadañar en
primavera y en verano. El pasto cortado se acumulaba alrededor de
la planta para abonar y mantener humedad. La cosecha comenzaba en
noviembre para la ciruela, diciembre para el durazno y febrero
para la manzana. Una vez cosechada se clasificaba por
tamaño y calidad. La manzana se dividía en cinco
clases de acuerdo a tamaño, picaduras, marcas,
etcétera. La mejor era destinada a frigorífico para
su posterior consumo
doméstico. Una intermedia para el consumo directo, y la de
menor calidad para la producción de sidra. Ciruela y
durazno iban a consumo directo y se clasificaban en tres clases.
El transporte hasta el puerto de Tigre se hacía o bien con
barco propio o pagando un flete. Aquellos fruticultores que
tenían una producción importante realizaban hasta
dos viajes por
día en la época de cosecha. La
comercialización se realizaba en el mercado de Tigre
a través de la negociación directa del productor con
alguno de los puestos allí instalados.

PROCESOS DE
ARTICULACIÓN
SOCIEDAD-NATURALEZA EN EL BAJO
DELTA

La intervención de la sociedad sobre las islas
significó un proceso de transformación donde al
primer paso lo constituye el remplazo de la vegetación
original por los frutales y por cultivos forestales,
posteriormente las tareas de sistematización, modificaron
la dinámica ecosistémica al permitir
desagotar más rápido a terrenos antes
permanentemente inundados. De esta manera, las islas del Delta
constituyen en la actualidad un gran paisaje conformado por una
sucesión de ambientes transformados, con cursos de agua
bordeados por albardones con predominancia de salicáceas.
Los ecosistemas
terrestres del Bajo Delta fuertemente influenciados por los
ciclos de inundaciones, marcan un rasgo original que define
profundamente a toda la problemática en cuestión.
La estructura
geográfica de la región asume condiciones que
están permanentemente interactuando entre dos medios
diferentes. La presencia de cursos de agua de muy diferente
tamaño que limitan porciones variables de
tierra firme, y que a su vez reciben la influencia continua de
las mareas e inundaciones, configuran un soporte natural muy
dinámico y a su vez otorga variados elementos al trabajo
humano.[16]

Esta dinámica natural se organiza sobre la base
de dos fuentes
principales de subsidios energéticos, una es la
energía proveniente del sol, presente en todo ecosistema,
y otra, que es propia del Delta, es la energía proveniente
de la acción del río. Estos dos subsidios
energéticos, junto a la riqueza en sustancias
orgánicas de ciertos suelos, posibilitan una alta
productividad primaria. Las islas nuevas son rápidamente
colonizadas por la vegetación, que inicia la
sucesión que la llevará hasta la
conformación del "monte blanco" [17]. Esta sucesión
es interrumpida por el hombre, que
valiéndose de las bondadosas cualidades de la zona,
reemplaza las etapas seriales naturales por sus cultivos
organizados. Las condiciones que generan una alta productividad
primaria en estado natural, continúan su accionar sobre la
vegetación cultivada. Esta artificialización de los
ecosistemas deltaicos por la intervención de la sociedad
se basa, entonces, en un medio natural con condiciones
físicas adecuadas (es decir que la humedad, los elementos
nutritivos y la temperatura no
son fuertemente limitativos) que posibilitan una alta
productividad primaria bruta. El hombre reemplaza la cubierta
natural, de una muy rica diversidad, por pocas especies con
utilidad
económica, reduciendo notablemente esta diversidad
original. A través de subsidios de energía de
origen social (lo que significa a su vez, incorporar capital a la
tierra) como sistematización, desmalezado, cuidado de
plagas, selección
genética,
etcétera, se reduce en forma importante la respiración autotrófica, es decir
que la comunidad vegetal
reduce el costo del
automantenimiento interior, y aumenta en consecuencia la cantidad
de energía destinada a la producción. De esta
manera, lo que el hombre logra con su intervención en el
ecosistema es aumentar la producción primaria neta, que se
traduce en forma de productos
primarios (fruta, madera, varas de mimbre) destinados al
intercambio económico [18]. Los factores ambientales
definen ciertas pautas de asentamiento y comportamientos
productivos. La ubicación de las viviendas y los cultivos
está condicionada por la dinámica de las aguas,
siendo los albardones los lugares exclusivos para la
instalación de todo tipo de edificación, que
siempre se construye sobreelevada. El albardón es
también el lugar donde se ejecutan gran parte de las
actividades productivas, por ser el sector menos afectado por las
inundaciones, y además por contar con los suelos
más ricos en materia
orgánica (ver gráfico 3). Dos elementos más
que imponen restricciones a la producción y producen
efectos negativos, son, por un lado, las heladas,
fundamentalmente las tempranas y las tardías, que en el
caso de la forestación su incidencia es menor; y por otro,
la gran cantidad de formas de vida que atacan los cultivos
ocasionando diversos perjuicios [19]. Estos factores son
frecuentemente mencionados en las entrevistas, no
habiéndose desarrollado hasta la actualidad un eficiente
sistema de prevención y control. Según algunos
informantes calificados, las causas de esto último radica
en ciertos patrones culturales que hacen que la población sea muy poco proclive a la
incorporación de prácticas agronómicas
nuevas, y también a los escasos lazos de solidaridad que
impiden que los conocimientos se transmitan de productor en
productor, debido a recelos y desconfiaza.

El proceso de trabajo agrícola es muy rico para
mostrar la articulación permanente entre sociedad y
naturaleza [20]. La región del Delta aporta nuevos
ingredientes. En las tareas de sistematización el medio
natural impone todas sus características, las cuales deben
ser necesariamente adecuadas a través del trabajo humano
para su posterior usufructo. Las inundaciones periódicas
se enfrentan con las diferentes formas de endicamiento, zanjeo y
apertura de canales. Los diferentes medios de trabajo utilizados,
así como la
organización de este trabajo están en estrecha
relación a las posibilidades de la unidad productiva. La
utilización de maquinarias en forma intensiva sólo
es posible por medianos y grandes productores, en tanto el zanjeo
a mano, con pico y pala, es lo más común entre las
pequeñas unidades familiares. Entonces, aquí la
tierra, para servir a la producción, necesita de la
intervención directa del trabajo humano, se comporta como
un objeto de trabajo que el productor debe transformar para
incorporarlo al proceso de producción, no ya como objeto,
sino como medio de trabajo. A través de las diferentes
actividades productivas se registran diferentes estilos de
mediación entre sociedad y naturaleza. De hecho, si la
recolección de juncos se produce a través de una
apropiación directa e inmediata de un elemento del
ecosistema natural, es decir un recurso natural como objeto de
trabajo es apropiado directamente por el hombre; en la
fruticultura y forestación, esta apropiación de la
naturaleza está cada vez más mediada por elementos
de orden social, con incorporación de medios de trabajo
cada vez más mecanizados. Aquí es donde la tierra
pasa a ser un medio de trabajo que el productor utiliza para la
sustentación y crecimiento de los distintos cultivos. Con
respecto a los grados de vinculación y dependencia de la
unidad productiva con respecto a la naturaleza, se pueden definir
distintos niveles. Aquellas unidades marginales que sólo
participan ocasionalmente en los mecanismos del mercado, en donde
la lógica que prima es la del consumo directo de los
productos naturales extraídos, están en un mayor
grado de inmediatez con el medio natural. De manera que las
variables condiciones del ecosistema natural afectan de modo
más directo a su comportamiento
y accionar como unidad social. Esto se presenta en aquellos
cazadores-recolectores que están a merced de la
productividad natural, por ejemplo, de juncos, nutrias y
carpinchos, y que en parte destinan al consumo familiar, y en
parte pasa a integrar el circuito de intercambio económico
en condiciones altamente periféricas. El grado de
extracción de recursos
está orientado por una lógica que obedece a las
necesidades internas de la unidad familiar de acuerdo a una
conducta de
consumo establecida principalmente por la misma unidad de
producción.

En cambio,
aquellas actividades productivas que fueron o son dominantes,
como fruta y madera, el productor maneja una serie más
amplia de elementos que lo independizan de las variables
condiciones ambientales. La inserción directa en las
prácticas de mercado determina una lógica
productiva que obliga a extraer el máximo del medio
natural. Así, éste es intervenido en forma
creciente, siendo necesario para ello una gama de técnicas
productivas adecuadas que serán puestas en juego por la
organización del trabajo. Esta
complejización del proceso de trabajo agrícola en
las actividades productivas dominantes le permiten a las unidades
familiares una mayor planificación de los objetivos y tareas a
realizar. El medio natural debe ser tenido en cuenta, pero de
acuerdo a pautas de comportamiento que obtienen su
justificación en la lógica de la producción
para el mercado. Una última cuestión hace
referencia a la cualidad de lenta rotación de capital de
la actividad
forestal, lo que implicaría también un ciclo de
consumo de los elementos naturales también lento. Esto
favorece una más adecuada reposición natural del
material consumido. Hasta ahora la producción forestal no
ha requerido un alto valor de
subsidio energético, por lo cual algunos técnicos
proponen someter al ambiente isleño a una
complementariedad de prácticas productivas de
rotación de capital lenta, media y rápida,
(Bendrich, 1991), que implicaría una apropiación de
los recursos mucho más intensiva. Hasta ahora, de acuerdo
a la opinión de los productores no se han observado
problemas de
sobreexplotación del medio, ni proceso de agotamiento de
los elementos nutritivos del suelo. Seguramente que esto se debe
al carácter extensivo de las actividades
desarrolladas hasta el momento. Para aumentar la intensidad de
producción sería necesario previamente conocer la
capacidad de sustentación de los ecosistemas naturales
presentes.

CONCLUSIONES

La lectura a
través de los procesos de
mediación social teniendo en cuenta las leyes que rigen a
cada componente de la interacción, y tratando de entender la
lógica que sustentan los actores, permite superar una
visión reduccionista en donde todos los elementos
conforman solo una parte del "sistema ambiental" obedeciendo a
los principios funcionales del conjunto, todos por igual.
Asimismo, permite integrar categorías ecológicas al
análisis de la formación social,
estrategia poco
utilizada por las distintas ciencias
sociales, y que generó en muchos casos una
explicación trunca de la dinámica de la sociedad.
El concepto de
mediación social de la naturaleza remite a la idea del
hombre que incorpora a través de valores,
identidades, procesos de apropiación y
transformación a la naturaleza dentro del ámbito de
lo social. La naturaleza es aprehendida de acuerdo a formas
materiales e ideológicas, concepciones particulares que
son generadas por el devenir de la sociedad. Y las relaciones
sociales siempre se definen en interacción con un medio
natural (más o menos transformado) en base a vinculaciones
sistémicas en una totalidad estructurada y
compleja.

De esta manera se posibilita entender los grados de
articulación entre variables y categorías de
diverso nivel de origen. El proceso productivo, así como
las relaciones entre los actores sociales en la región del
Bajo Delta debe estudiarse sobre la base de estos principios. El
fuerte carácter de inundabilidad de las tierras determina
que las estrategias de asentamiento y producción deben
primordialmente adecuarse a este factor. Así
también, determinando el bajo precio de las tierras,
definió el perfil de sus primeros pobladores. Pero estas
inundaciones (con sus aportes de sedimentos) son también
el sostén fundamental de la alta productividad de estas
islas.

La presencia de la familia como
unidad productiva dominante se verifica desde el comienzo de la
colonización del área. Esta pequeña
producción de frutas, forestales y mimbre, al tener una
limitada capacidad tecnológica de transformación
del medio natural, ha debido adaptarse a sus condiciones,
originando respuestas técnicas y de organización
del trabajo que, si bien responden lógicamente a variables
socioeconómicas y culturales, también contemplan la
dinámica de los ciclos ecológicos. Como
consecuencia muchas veces se generan contradicciones entre las
condiciones que impone el mercado para la colocación de
los productos, y las adecuaciones que debe realizar el
pequeño productor a los factores ambientales. Esto
generó en varias oportunidades, crisis de
producción y hasta de permanencia en el lugar, al no poder
hacerle frente con los medios que este productor cuenta en su
poder. En efecto, en las últimas décadas se asiste
a un proceso de cambio y transformación de la estructura
productiva de la región. La aparición de nuevas
zonas productoras de frutas (Alto Valle, San Pedro) con ventajas
comparativas importantes (mejores cualidades ecológicas,
que con la modernización del transporte terrestre
implicaron un menor costo de
producción) decretó la muerte de
la tradicional producción de frutales en pequeños
predios. El cambio de la fruticultura a la forestación
determina un cambio en la unidad económica y en el proceso
de trabajo y de producción. Esto choca, precisamente, con
una organización que se asienta en fuertes valores
culturales y que ha jugado un rol importante en la constitución y sostenimiento de la
estructura de producción. La familia fue la
característica esencial en la ocupación o puesta en
producción de estas tierras. Su ajuste a unas condiciones
de producción que durante la fruticultura le eran
favorables, se vieron gradualmente trastocadas ante la
caída de este mercado y el surgimiento de la
producción de madera como actividad casi única.
Esto generó un proceso de desintegración de la
unidad productiva típica y una emigración
importante de familias completas hacia la zona metropolitana.
Ahora, la intervención sobre la naturaleza requiere de
medios técnicos que potencian el desgaste de
energía por parte del hombre. La aplicación de
conocimientos logra independizar (en forma relativa) al grupo social
de las determinaciones del medio natural. La aplicación
más o menos intensiva de medios técnicos implica a
su vez una determinada organización del trabajo y un grado
variable de modificación del ecosistema natural. Estos
elementos que sirven de intermediarios entre el trabajador y el
recurso natural, al adquirir mayor importancia, posibilitan
entonces, una disminución de la fuerza de trabajo a
aplicar. Cuanto más participe el sector rural de las
relaciones de mercado de la sociedad moderna, mayor importancia y
diversificación tendrán los medios de trabajo, y
mayor será también la capacidad de
transformación del ambiente.

En el Bajo Delta, la zona más
íntegralmente incorporada al mercado metropolitano, la
tendencia en los últimos años parecería
plantearse alrededor de la emergencia de grandes productores
(más de 400 ha.) y empresas papeleras que
poseyendo grandes extensiones de tierra plantada con salicaceas,
además de plantas transformadoras, se constituyen en los
entes reguladores de la producción, al ser casi los
únicos destinatarios de la madera para pasta
celulósica. Este proceso está acompañado de
un mayor grado de tecnificación, lo que implica una
transformación de la dinámica ecosistémica
mucho más profunda, que intenta impedir el flujo natural
de inundaciones sobre el terreno a través de grandes obras
de endicamiento. La nueva racionalidad basada casi exclusivamente
en el objetivo de
máxima rentabilidad,
en predios mayores, con monoproducción de forestales,
relaciones de trabajo de base salarial, y un aporte de tecnología
foránea importante, plantea grandes interrogantes sobre la
sostenibilidad de este sistema productivo; para el cual se
requiere de un esquema de interpretación que contemple la complejidad
de los factores determinantes.

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VASILACHIS de GIALDINO, I.: Métodos
cualitativos I, Los problemas
teórico-epistemológi-cos. Bs. As., CEAL,
1992.

  • PUBLICACIONES DEL CEIL

SERIE DOCUMENTOS DE
TRABAJO

1. Empleo rural
en la República Argentina: 1937-1969. 2º edición
1980. Raúl Bisio y Floreal Forni.

2. Estructura y dinámica del empleo en Argentina
desde 1947. 1977.

Juan José Llach.

3. Población, mercado de trabajo y salarios: Un
diagnóstico preliminar y prioridades de
investigación. 1978. Juan José Llach y Pablo
Gerchunoff.

5. Perfiles de la organización
sociotécnica en la industria
manufacturera argentina: El ensamble; estudio de un caso. 1978.
Marcelo Halperín.

6. Un primer diagnóstico sobre el trabajo
infantil en la República Argentina. 1978.
CEIL.

7. La Actuación de las asociaciones profesionales
de los trabajadores en la determinación de las condiciones
de trabajo a través de las convenciones colectivas de
trabajo: Un enfoque interdisciplinario. 1979. Irene Vasilachis de
Gialdino; Marta Novick y Floreal Forni.

8. Tecnología y empleo en el agro, el caso
argentino: Recopilación de ensayos.
1979/80. CEIL

9. El mercado de trabajo argentino en el largo plazo:
Una revisión interpretada de la literatura. 1980. Juan
José Llach.

10. Estructura agraria ocupacional y cambio
tecnológico en la región cerealera maicera: La
figura del contratista de maquinaria. 1980. Eduardo
Baumeister.

11. Los contratistas de maquinaria agrícola: Una
modalidad de organización económica del trabajo
agrícola en la pampa húmeda. 1983. María
Isabel Tort.

12. Situación y problemática del empleo
agropecuario en la provincia de Corrientes. 1980.
CEIL.

13. Tendencias a largo plazo del empleo en una
microregión agrícola. 1981. Ricardo
Salvatore.

14. Población y Empleo en la provincia de
Santiago del Estero. 1984.

  • CEIL.

15. Estrategias Rurales de Reproducción con alta fecundidad: Familia
troncal y trabajo y migración
por relevos. La situación demográfica de una
región subdesarrollada en un país moderno (Santiago
del Estero, Argentina). 1985. Floreal Forni y Roberto
Benencia.

16. Los procesos de transformación de las
migraciones temporarias en el contexto de un provincia productora
de mano de obra: Santiago del Estero-Argentina. 1986. Floreal
Forni y Roberto Benencia.

17. Los saberes de la informatización en la
industria argentina. 1987. Jean Ruffier; Julio Testa y Jorge
Walter.

18. Relaciones
Laborales en América Latina. 1987. Juan Carlos
Blasco.

19. La incorporación de las maquinarias
herramientas computarizadas en un contexto de transición
tecnológica: Procesos de aprendizaje y
constitución del saber hacer. 1987. Julio
Testa.

20. Nuevas
tecnologías de gestión: ¿Una alternativa hacia un
nuevo modelo de
empresa?. 1988. Marta Novick y Enrique Lavigne.

21. Las relaciones sociales en empresas del vidrio:
Organización del trabajo, relaciones laborales e identidad
profesional. 1989. Jean Bunel y Héctor
Angelico.

22. Nuevas formas organizacionales entre pequeños
productores del nordeste de la Argentina. 1989. Floreal Forni y
Roberto Benencia.

23. Las experiencias educativas del frente
político-gremial socialista (1890-1913). 1987. Dora
Barrancos.

24. Los niños
proselitistas de las vanguardias obreras, 1898-1913. 1987. Dora
Barrancos.

25. De chacareros a "farmers" contratistas.1991. Floreal
Forni y María Isabel Tort.

26. Conductas demográficas diferenciadas entre
pobladores rurales de Santiago del Estero. 1991. Roberto Benencia
y Floreal Forni.

27. Ancianidad, contextos regionales y redes de intercambio. 1991.
María Julieta Oddone.

28. El sistema de relaciones industriales
brasileño: Características básicas y
evolución en el tiempo. 1992. Russell
Smith.

29. Precariedad Laboral:
Personificaciones sociales en la frontera de la estructura del
empleo. 1992. Cynthia Pok.

30. Malestar Laboral en la Argentina, 1930 – 1943. 1992.
Roberto P. Korzeniewicz.

31. Consecuencias de un proceso de adopción
tecnológica reciente: cultivos hortícolas bajo
invernáculo en el cinturón verde de Buenos Aires.
1992. Roberto Benencia, Carlos Cattáneo y Roberto
Fernández.

32. Apuntes sobre la evolución de la historia
sindical en la Argentina. Una aproximación
bibliográfica. 1992. Hector Cordone.

33. Movimiento
obrero y social en la Argentina hasta 1910. 1992. Héctor
Cordone.

34 . Las relaciones entre empleo, producción y
población en el agro argentino entre 1914 y 1969. 1993.
Floreal H. Forni y Roberto Benencia.

35. La consideración Jurisprudencial de las
Condiciones de Trabajo. 1993 Irene Vasilachis.

36. Nuevas reglas de juego de la negociación y
nuevas formas de organización del trabajo: Estrategias
patronales y sindicales frente a la reconversión
siderúrgica.1994 Marcela Jabbaz.

  • SERIE METODOLOGIA

1. Metodología para un diagnóstico del
empleo rural: El caso de la provincia de Corrientes. 1982.
Floreal Forni, Susana Aparicio y Guillermo Neiman.

2. Metodología y Técnica de
investigación para el estudio de las condiciones de
trabajo. 1983. Marta Novick.

  • SERIE MATERIALES DE
    INVESTIGACION

1. Bibliografía sobre participación de
los trabajadores en la gestión y conducción de las
empresas. 1978. CEIL.

2. Cambios de límites
departamentales en la República Argentina entre 1908 y
1970 a través de los censos agropecuarios. 1979. Susana
Aparicio.

1. Un informe descriptivo de las experiencias argentinas
de participación de los trabajadores en la gestión
de empresas. 1979. Marta Novick.

2. La producción agropecuaria y su
relación con el mercado de trabajo rural: Estudio de caso
de desequilibrio. 1980. María Isabel Tort y Susana
Aparicio.

3. La mano de obra transitoria en el cultivo de
cereales. 1981. Silvia Korinfeld.

5. El servicio doméstico en Buenos Aires:
Características de empleo y relación laboral. 1981.
Mónica Gogna.

6. Estrategias de supervivencia de las pequeñas y
medianas empresas en Capital Federal y Gran Buenos Aires durante
el período 1980-84. 1986. Alicia Peirano de Barbieri y
Alejandro Gazzotti.

7. La situación obrera en una empresa
química:
Estudio comparativo de tres fábricas. 1989. Jean Bunel y
Héctor Angélico.

8. Identidad obrera y relaciones laborales: Estudio de
caso. 1989. Jean Bunel y Héctor
Angélico.

9. Los molinos arroceros correntinos. Un estudio
cuasi-etnográfico de ocho establecimientos con especial
referencia a sus condiciones y medio ambiente de trabajo. 1992.
Marta Ceballos.

10. Estudios Socio Antropológicos de la Puna
Catamarqueña. 1994. F. Forni, M. I. Tort, D.
Jiménez y L. Pessina.

  • SERIE ACUERDO
    INTA/CEIL-CONICET

1. Evolución de las formas de producción
en el área maicera: hipótesis de trabajo y planteo operativo
del proyecto. 1986. INTA/CEIL

2. Evolución histórica de las formas de
organización social de la producción en el
área maicera tradicional (1960-1987). 1987.
INTA/CEIL

3. Caracterización de las unidades productivas:
Operacionalización de la tierra, la maquinaria y la fuerza
de trabajo. 1988. INTA/CEIL

  • BOLETIN CEIL

– Año I, Nº 1: Las condiciones de trabajo,
agosto de 1978.

– Año I, Nº 2: La capacitación ocupacional, noviembre de
1978.

– Año II, Nº 3: La tecnología y el
empleo en el agro, junio de 1979.

– Año II, Nº 4: La estrategia de las
necesidades básicas y la pobreza,
octubre de 1979.

– Año III, Nº 5: El mercado de trabajo en la
Argentina; temas globales y urbanos, octubre de 1980.

– Año III, Nº 6: El mercado de trabajo en la
Argentina. Temas rurales, población, empleo y migraciones,
diciembre de 1980.

– Año IV, Nº 7: Investigación
social en áreas marginales, octubre de
1981.

– Año V, Nº 8: Seminario:
Estructura económica y familiar, julio de 1982.

– Año V, Nº 9: Primeras jornadas
interdisciplinarias sobre condiciones de trabajo, diciembre de
1982.

– Año VI, Nº 10: Primeras jornadas
nacionales interdisciplinarias sobre condiciones de trabajo,
octubre de 1983.

– Año VII, Nº 11: Jornadas de
sociología rural, julio de 1984.

– Año VII, Nº 12: Sociología Rural,
diciembre de 1984.

– Año VIII, Nº 13: Seminarios y talleres,
noviembre de 1985.

– Año IX, Nº 14: Nuevas tecnologías,
diciembre de 1986.

– Año X, Nº 15: Presentación a
congresos y seminarios, abril de 1987.

– Año XI, Nº 16: Historia Sindical,
diciembre de 1988.

– Año XI, Nº 17: Temas sindicales, diciembre
de 1988.

– Año XIV, Nº 18/19: Proyectos e
Investigaciones, abril de 1991.

– Año XIV, Nº 20, Investigaciones, octubre
de 1991.

– Año XVI, Nº 21, Artículos, Comunicaciones, Reseña de Publicaciones,
mayo de 1993.

  • LIBROS
  • Movimiento obrero, sindicatos y
    poder en América Latina. Editorial El Coloquio-CEIL.
    1974. Varios autores.
  • Primeras Jornadas Interdisciplinarias sobre
    Condiciones de Trabajo. CEIL-OIT. 1983. Varios
    autores.
  • Calidad de vida y condiciones de trabajo para el
    proyecto Paraná Medio. CEIL. 1983. Marta Novick e Irene
    Vasilachis de Gialdino.
  • Empleo, Estrategias de vida y reproducción.
    Hogares rurales en Santiago del Estero. 1991. CEIL-CEAL.
    Floreal Forni; Roberto Benencia y Guillermo Neiman.
  • CEIL – Area de Estudio e Investigación
    en Ciencias
    Sociales del Trabajo – SECyT
  1. Repertorio de Organismos de Estudio e
    Investigación en Ciencias Sociales del Trabajo.
    1987.
  2. Repertorio de Investigaciones en Ciencias Sociales
    del Trabajo. 1988.
  3. Repertorio de Proyectos de
    Investigación en Ciencias Sociales del Trabajo.
    1988.
  4. Análisis de la información contenida en los repertorios
    y encuestas de
    organismos, investigaciones y proyectos en el área de
    ciencias sociales del trabajo. 1988.
  • COLECCION CIENCIAS SOCIALES DEL
    TRABAJO

Editorial Humanitas

PRONATTE-CEIL

  • Condiciones y medio ambiente de trabajo en la
    Argentina (3 volúmenes, 1986-87). Autores
    varios.
  • Proceso de trabajo, nuevas tecnologías
    informatizadas y condiciones y medio ambiente de trabajo en la
    Argentina. 1987. Julio Neffa.
  • Tecnología y Trabajo. 1988. Autores
    varios.
  • Ergonomía y Condiciones de trabajo. 1988.
    Alain Wisner.
  • Qué son las condiciones y medio ambiente de
    trabajo: Propuesta de una perspectiva. 1988. Julio
    Neffa.
  • El cuerpo
    humano trabajando: La fisiología humana en el medio ambiente de
    trabajo. 1989. Traducción de una serie de
    artículos de la Asociación Medio Ambiente de
    Trabajo de Suecia.
  • La teoría de la regulación: Un
    análisis crítico. 1989. Robert Boyer.
  • Trabajo y desgaste mental: Ensayo de
    Psicopatología del trabajo. 1990. Christophe
    Dejours.
  • El proceso de trabajo y la economía de tiempo:
    Contribución al análisis crítico de
    K.Marx, F.W.
    Taylor y H.
    Ford. 1990. Julio Neffa.
  • Condiciones y medio ambiente de trabajo (CyMAT).
    Manual de Apoyo didáctico y guía para la
    capacitación. 1990. Esther Giraudo; Grupo CyMAT – UTN
    Gral. Pacheco y Julio Neffa.
  • El método árbol de causas. 1990. Robert
    Villatte.
  • Las estrategias de las empresas frente a los recursos
    humanos. El post-taylorismo. 1991. François
    Stankiewicz (compilador).
  • Sindicalismo y sociedad. Problemas actuales del
    sindicalismo
    en el mundo. 1991. Georges Spyropoulos.
  • El empleo en el sector informal. Su
    integración a las estructuras
    económicas. 1992. Jacques Charmes.
  • Formación profesional: Calificaciones y
    clasificaciones profesionales Su influencia en las relaciones
    de trabajo. La experiencia francesa. 1992. Autores
    Varios.
  • Envejecimiento y trabajo. 1993. Antoine Laville.
    (comp.)
  • Estadísticas sobre condiciones y medio
    ambiente de trabajo. 1993. Serge Volkoff.

Notas

* Como citar este documento: Galafassi, Guido P..
Actividades productivas, organización laboral y medio
ambiente en el bajo delta del Paraná. Guido P.
Galafassi
. En publicacion: Actividades productivas,
organización laboral y medio ambiente en el bajo delta del
Paraná
. Guido P. Galafassi CEIL-PIETTE del CONICET,
Centro de Estudios de Investigaciones Laborales. PIETTE, Programa de
Investigaciones Economicas sobre Tecnologia, Trabajo y Empleo.
CONICET, Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas y
Tecnicas, Buenos Aires, Argentina. 1994.

[1]. Una parte importante del trabajo de campo se
realizó en la zona aledaña a la "Estación
Forestal Paraná Miní, ex Sarmiento", para lo cual
me es indispensable manifestar mi especial agradecimiento por la
fundamental colaboración que prestaron todos los
trabajadores y sus familias de dicho establecimiento: Ing.
Casaubón y Carranza, Sres. Lostraco, Palleiro, Dos Santos,
Sagués, Virolo, Morales, …

[2] Un eje de este trabajo lo constituye el reconocer la
existencia de niveles de organización de la materia:
físico-químico, biológico y social. Cada
nivel se va sobreconformando sobre el anterior, de tal manera que
se necesitan de los tres niveles para explicar el último,
y no se puede explicar ninguno de ellos en base solamente a los
anteriores. La idea de "niveles ónticos" de la realidad es
trabajado en principio por Hartman (1960), y tomada por algunos
autores (Coraggio, 1989; Sejenovich y Sanchez, 1989; Federico,
1990) y llevado al campo de la articulación
sociedad-naturaleza.

[3] Para el presente artículo hemos seguido las
consideraciones hechas con respecto al concepto de
mediación social de la naturaleza de Sejenovich/Sanchez
(1989) y Ojeda/Sanchez

(1985). Estos autores enfatizan la importancia de tal
concepto para las investigaciones en los distintos ámbitos
de la problemática sociedad-naturaleza, evitando caer en
explicaciones simplistas de la realidad.

[4] En ciencias sociales, la escuela de
Chicago de sociología urbana, comenzó a utilizar
conceptos ecológicos en sus análisis, R.D. McKenzie
(1974) postuló que la ecología y la economía
estudian los mismos problemas, pero la primera en su
relación con los procesos de distribución humana. Pero es precisamente
en la economía donde surgen los esquemas de
interpretación que intentan incorporar la naturaleza en la
explicación del sistema social. El concepto de proceso de
producción contiene el germen de estos análisis
(Toledo, 1980; Castro et al, 1982; Gutman, 1986).

[5] La consideración del trabajo (y la
tecnología) como nexo entre hombre y naturaleza ha sido ya
destacado por Marx (1966) y definido como un proceso que realiza
el hombre en donde "regula y controla mediante su propia
acción su intercambio de materias con la naturaleza".
Luego fue retomado por ciertos autores e incorporado al estudio
de la cuestión ambiental (Ojeda y Sanchez, 1985; Gutman,
1988).

[6]Los cuatro sectores son: 1)Delta Antiguo (ubicado
más al norte). Es una zona de mal drenaje, gran cantidad
de lagunas, islas de gran extensión con relieve chato,
albardones planos, médanos. Las inundaciones que lo
afectan producen un efecto de larga duración. 2)Pre Delta
(ubicado al noreste). En este alternan albardones y
médanos y el escurrimiento superficial es muy bajo.
3)Bajíos Ribereños (desde San Pedro hasta San
Isidro, al pie de la barranca principal). Están formados
por amplias llanuras chatas entre la barranca y el río
Luján, en donde el drenaje está impedido. 4)Bajo
Delta (ubicado más hacia el este en contacto con el
Río de la Plata). Es la región más joven o
de reciente formación. El relieve es plano convexo con
islas cubetiformes, con albardones periféricos y una cubeta central que recibe
gran cantidad de sedimentos (Cfr. Bonfils, 1962).

[7] Según algunos estudios (CFI, 1985) y
también por información obtenida en las
entrevistas, el nivel de los cursos de agua principales es hoy
más alto que en épocas pasadas. El dragado y
profundización del canal Mitre en el Río de la
Plata, favorece la entrada de agua con las sudestadas en el
sector cercano al estuario, pero también su más
pronta evacuación. Esta altura mayor de los cursos de agua
permite que cualquier crecida del Paraná o ingreso de agua
por sudestada aumente su efecto sobre los campos. Hasta ahora no
se han encontrado mayores explicaciones al esta variante
hidrológica.

[8]Esta contingencia natural está firmemente
incorporada al cúmulo de conocimientos del isleño,
a tal punto que abundan los testimonios escritos de pobladores
con respecto a las inundaciones, describiendo el fenómeno
y sus consecuencias y planteando posibles soluciones (Cfr.
Thomas, 1985; Mansilla, 1986; Brenner, 1987; Mikler,
1991).

[9] Otras actividades de menor importancia son:
ganadería, cría de abejas, extracción de
arena de los ríos, además de algunas de
carácter industrial ligadas a la producción
forestal como aserraderos, plantas de celulosa y
papel. Y en la zona más cercana a Tigre predomina el
turismo y los
deportes
náuticos (cfr. Latinoconsult,1973; INTA, 1973; CFI,
1985).

[10] Según datos del INDEC
(1988) en Tigre y San Fernando predominan las explotaciones con
menos de 50 ha. (72%) sobre las medianas y grandes (15% entre 50
y 100 ha., y 13% de más de 100 ha.). En cuanto al
régimen de tenencia, es claramente dominante la propiedad
personal o a
lo sumo familiar, con una cifra que supera el 85%, luego se ubica
la ocupación con permiso o de hecho (8%), y los
arrendamientos o aparcerías (5%).

[11] Según el IFONA, en el Delta bonaerense
existían en 1980 algo más de 42.000 ha. con
forestales. Pero la gran inundación 1982-83 afectó
fuertemente la producción, calculándose las
pérdidas en alrededor de 10.000 ha. Actualmente,
según el INDEC (1988), la superficie supera levemente las
35.000 ha., y a los partidos de Tigre y San Fernando le
corresponden más de 10.000 ha. De éstas, el 74%
para sauce y el 21% para álamo.

Los rendimientos varían entre 150 ton/ha. y las
300 ton/ha. a los 10 años promedio, de acuerdo al grado de
aporte de tecnología (CFI, 1988). La calidad y el precio
varían fundamentalmente de acuerdo al destino. Los
rollizos de mayor diámetro se envían para
aserraderos, cotizándose entre 39$ y 43$ la tn. en enero
de 1993, y la madera más pequeña para pasta
celulósica, siendo su cotización muy inferior,
entre 22$ y 24$.

[12] La fruticultura se desarrolló en el Delta
desde el inicio de su colonización, cuando los primeros
pobladores europeos se asentaron en la zona. Se pueden cultivar
frutales de hoja caduca (pepita y carozo) y de hojas perennes
(citrus), característica que es difícil de
encontrar en otras zonas del país. Las especies más
difundidas fueron: manzano, ciruelo, duraznero, y entre los
citrus, naranjo y limonero; el pomelo y mandarino tuvieron escasa
significación económica.

[13] Esto no significa que la familia isleña
funcione como una unidad en donde prevalezca solamente la
concordancia y la solidaridad, sino que también se
manifiestan fuentes de conflicto y
desarticulación (Jelin, 1983). La emigración de
miembros jóvenes abandonando el trabajo en las quintas que
se transmitió por varias generaciones es un ejemplo de
este fenómeno.

[14] Los grandes productores son aquellos que poseen
entre 500 y 800 ha, con forestales únicamente y fuerza de
trabajo exclusivamente asalariada, permanente o temporaria y un
mayor empleo de maquinarias; y luego algunas empresas papeleras
que tienen explotaciones de más de 1000 ha. Ninguno de
estos dos tipos de productores ha sido considerado en esta
investigación.

[15] A este respecto es útil el testimonio dejado
por Sandor Mikler (1991) sobre distintos aspectos del proceso de
poblamiento y las prácticas económicas al principio
de este siglo, en donde se destaca la importancia de la tierra
barata, la colonización por inmigrantes y el modo de vida
de "granjero", con una fruticultura a la "manera antigua" basada
en el trabajo manual.

[16] El Delta, como un tipo específico de
estuario, posee muchas de las características de estos. Si
bien el Delta del Paraná asume características
únicas al desembocar en un curso de agua dulce, el
Río de la Plata, y no en el mar como el resto de los
deltas del mundo. Aunque a los estuarios se los considera zonas
de transición o ecotonos entre agua dulce y los
hábitats marinos, sus atributos físicos y
biólogicos los convierten es sistemas únicos. Las
condiciones alimenticias son tan favorables en ellos que
están repletos de vida. En términos generales, los
estuarios, y dentro de ellos los deltas, pertenecen a la clase de los
"ecosistemas de nivel de agua fluctuante" que los mantienen en
algún punto intermedio en el orden de la sucesión
entre juventud y
madurez. Las mareas (en el Delta del Paraná representadas
por el régimen de inundaciones) mantienen a estos sistemas
en una etapa temprana relativamente fértil (Cfr. Odum,
1983).

[17] El "monte blanco" constituía una verdadera
selva marginal. Una comunidad muy compleja y rica en especies,
que guarda la particularidad de presentar elementos subtropicales
que logran avanzar sobre las áreas meridionales del Delta
gracias al microclima cálido y húmedo que generan
los grandes ríos. Forman bosques de 10-15 m. de altura con
especies de hojas anchas y perennifolios, y numerosas lianas y
epífitas. En la actualidad casi no existe en su
formación original, y en aquellos sectores en que
aún permanece, está fuertemente modificada su
estructura por gran cantidad de especies invasoras (Cfr. Burkart,
1957).

[18] Para explicar este concepto veamos lo siguiente:
"Del total de energía radiante captada en el proceso de
fotosíntesis y acumulada transitoriamente
como energía química en la materia vegetal
orgánica, una parte importante es consumida durante la
respiración de las plantas para el mantenimiento,
crecimiento y demás funciones
vitales; el resto queda acumulada como tejidos vegetales
más permanentes. Esta es la producción primaria
neta" (Sarmiento, 1984).

[19] Según distintos trabajos de agrónomos
en el área, se han detectado alrededor de 15 organismos
que provocan diversos daños en los forestales. Estas
especies se diferencian en insectos, roedores y hongos, y
están presentes en todo el desarrollo de la planta (Cfr.
Toscani, 1990; Alonzo, 1991).

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Galafassi, Guido P

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