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Ideología Capitalista: La verdad del poder, el «saber mercancía» y la ética bio-degradable




Enviado por Rubén Dri


    I.
    INTRODUCCIÓN

    La teoría
    de la ideología constituye una temática
    que ha sido motivo de análisis en los distintos períodos
    históricos de la cultura
    occidental. Pero no es sino hacia el siglo XVIII que se instaura
    como disciplina
    filosófica pasando a ser considerada desde diferentes
    orientaciones y dando lugar a significaciones
    dispares.

    El interés de
    este trabajo se
    centra en el análisis de las conexiones existentes entre
    la ideología, considerada en el sentido marxista del
    término, y la producción científica.

    Se retoman los desarrollos de Marx y Engels,
    quienes la consideran como una manera incorrecta de reflejar la
    realidad; pues en toda ideología los hombres y sus
    relaciones aparecen invertidos como en una cámara oscura,
    fenómeno que responde a su proceso
    histórico de vida. De tal manera queda claro que es la
    vida la que determina la conciencia y no
    la conciencia la que determina la vida.

    Otro concepto central
    de esta teoría está referido a las relaciones de
    dominación-sometimiento, que alude a las relaciones entre
    las clases
    sociales. A través de estas relaciones, la clase que
    ejerce el poder material dominante en la sociedad,
    impone también y a conciencia sus ideas, y piensa de
    manera acorde a ello.

    Un tercer factor de importancia considerado en el
    pensamiento
    marxista es la división del trabajo en físico e
    intelectual. Tal división es expresión de las
    relaciones de dominación y está indisolublemente
    unida a la propiedad
    privada. Estas relaciones también son exploradas haciendo
    referencia al campo científico, a la producción y
    circulación del saber, y a cómo los discursos
    instituidos desde el poder conllevan al establecimiento de
    regímenes de verdad que están referidos a la
    constitución misma de sus
    criterios.

    Partiendo de la noción de que toda
    producción de conocimiento
    es social, se realiza un análisis de las relaciones
    mencionadas con referencia al ámbito de las ciencias y el
    saber en general, con la intención de transitar sus
    imbricaciones con el poder en el modo de producción
    capitalista en su actual versión neoliberal, y de abrir la
    discusión en torno al discurso
    postmoderno del «fin de las ideologías»,
    concepto que matrimoniado con el de la «neutralidad
    ideológica» de las ciencias, es considerado como
    expresión de la ideología
    capitalista.

    A continuación se analizan las transformaciones
    sufridas por la sociedad durante la última dictadura militar
    y su impacto en las comunidades educativa y científica,
    con el consiguiente trastrocamiento de los sistemas de
    circulación y transmisión de conocimientos y su
    función
    social, que dieron origen embrionario a lo que se ha denominado
    el «saber-mercancía». Se trata de un saber
    devenido cosa que, de acuerdo con la teoría fetichista de
    la mercancía, encubre que su valor existe
    únicamente como producto del
    trabajo de los hombres, es decir como producto social. Así
    mismo se toman las concepciones de Althusser sobre la
    imposición de la evidencia y la función de
    desconocimiento.

    El despliegue de la noción de
    «saber-mercancía» incluye el acontecimiento de
    las telecomunicaciones, que revolucionó de
    manera contundente las relaciones
    humanas y que, como no podía ser de otro modo,
    marcó su influencia desde el campo de las ciencias
    sociales hasta en las nuevas circulaciones masivas del saber.
    Los ejes considerados para este análisis son los mass
    media
    y la informática.

    Finalmente se aborda la ética como
    problemática que atraviesa todos las prácticas, ya
    fuere por acción
    u omisión; y que en la actualidad ha sido transformada en
    un espectáculo tendiente a «lavarla» de
    cualquier «contaminación» política.

    II. SOBRE EL CONCEPTO DE
    IDEOLOGÍA

    Desde una perspectiva histórica, si bien la
    consideración de la ideología se hallaba ya
    presente en la Antigüedad en los pensamientos de Platón
    y Aristóteles, corresponde a la modernidad la
    sistematización del concepto (1) , sobre todo a partir del
    siglo XVIII. Ya a mediados del XIX, Marx comienza la
    difusión de su pensamiento [1845 Tesis sobre
    Feuerbach
    ; 1846, junto con Engels, La ideología
    alemana
    ]. En el pensamiento de ambos, lo
    "ideológico" tiene una connotación más
    amplia que la "ïdeología". "En el Estado
    –escribe Engels (2) – toma cuerpo ante nosotros el
    primer poder ideológico* sobre los
    hombres."

    En el Prólogo de la Contribución a la
    crítica
    de la economía
    política,
    dice Marx (3) :

    Al cambiar la base económica, se
    revoluciona, más o menos rápidamente, toda la
    inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian
    esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios
    materiales
    ocurridos en las condiciones económicas de
    producción y que pueden apreciarse con la exactitud
    propia de las ciencias
    naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas
    o filosóficas; en una palabra, las formas
    ideológicas** en que los hombres adquieren conciencia de
    este conflicto y
    luchan por resolverlo.

    En cuanto a la ideología, tanto Marx como Engels
    consideran que es una manera incorrecta de reflejar la realidad,
    pues "los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en
    una cámara oscura." Mas "este fenómeno responde a
    su proceso histórico de vida. (…) Totalmente al
    contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana
    [hegeliana], que desciende del cielo sobre la tierra,
    aquí se asciende de la tierra al
    cielo [materialismo
    histórico]." (4) De esta manera, resaltan los autores,
    queda claro que es la vida la que determina la conciencia y no a
    la inversa.

    Contemporáneamente, Althusser define la
    ideología como "una «representación» de
    la relación imaginaria de los individuos con sus
    relaciones reales de existencia," acompañando la
    definición con dos tesis. La
    primera alude a que la ideología representa la
    relación imaginaria, y no las relaciones reales, de los
    individuos con sus condiciones reales de existencia. La segunda
    tesis postula la existencia material de la ideología
    dentro de un «aparato». Introduce la noción de
    «aparatos ideológicos del Estado»,
    indicando su multiplicidad y especificidad: religioso, escolar,
    jurídico, sindical, de información y cultural (5) . Al decir de
    Althusser, estos «aparatos» tienen sus propios
    mecanismos de coacción para modelar y dirigir el acontecer
    social. Nosotros pensamos que en el seno del capitalismo
    tardío, cada vez más los mecanismos de
    coacción son reemplazados por mecanismos de control social,
    en los cuales se acentúa aún más que "lo
    propio de la ideología es imponer, sin que lo parezcan,
    las evidencias
    como evidencias, que no podemos dejar de reconocer. El
    anverso es la función de desconocimiento, puesto
    que lo que ocurre dentro de la ideología parece ocurrir
    fuera de ella." (6) Volveremos sobre este punto.

    Sintetizando, puede decirse que Marx y Engels plantean
    dos esquemas principales de inversión: a) ideológico:
    comienza con la inversión de la relación entre lo
    abstracto y lo concreto y
    finaliza invirtiendo la relación entre lo consciente y lo
    inconsciente; b) fetichista: comienza con la
    inversión de la relación entre lo consciente y lo
    inconsciente y termina invirtiendo la relación entre lo
    abstracto y lo concreto.

    Sánchez Vázquez (7) postula en su tesis
    tres que "la ideología es: a) un conjunto de ideas
    acerca del mundo y la sociedad que: b) responde a
    intereses, aspiraciones o ideales de una clase social en un
    contexto social dado y que: c) guía y justifica un
    comportamiento
    práctico de los hombres acorde con esos intereses,
    aspiraciones o ideales. Esta definición amplia comprende
    por lo tanto tres aspectos:

    1 – teórico o gnoseológico,
    constituido por contenidos falsos y verdaderos, juicios de
    valor, recomendaciones, expresiones de deseo, etc.
    (8)

    2 – genético o social, que pone en
    relación el contenido teórico y los intereses,
    aspiraciones e ideales de clase condicionada
    históricamente por el lugar que esa clase ocupa respecto
    al poder y al sistema de
    relaciones de producción.

    3 – funcional o práctico. A diferencia
    de la ciencia
    que intenta explicar los comportamientos de los hombres en
    sociedad, la ideología aspira a guiar y justificar esos
    comportamientos; aún cuando esto implique la
    adecuación de la reproducción de lo real (contenidos) a
    ciertos intereses, que pueden traducirse en un conflicto entre
    ideología (de clase) y verdad .

    Nos encontramos entonces con que, en la actualidad, el
    término ideología es quizá uno de los
    más empleados en los campos de la filosofía, y las
    ciencias sociales. Así mismo, y como hemos estado viendo,
    le es atribuida una amplia gama de sentidos. A partir de tal
    multiplicidad, es que Bobbio (9) ha propuesto clasificar los
    significados de la ideología en dos acepciones
    fundamentales:

    I) Un significado débil, que
    alude a un conjunto de ideas y de valores que
    estando referidos al orden político, tienen por objeto
    guiar los comportamientos políticos colectivos. En este
    sentido, ideología es un concepto neutro, no
    mistificante.

    II) Un significado fuerte, que se
    refiere a la concepción de Marx, quien la entiende como
    la teoría que refleja la realidad de modo incorrecto. La
    ideología en esta acepción es una creencia falsa,
    cuyas ideas están socialmente determinadas por las
    relaciones de dominación entre clases. Esta
    noción se caracteriza entonces, por tener carácter mistificante y por lo tanto
    negativo.

    Respecto a este significado fuerte de ideología,
    en la evolución general del concepto, se ha ido
    olvidando la articulación entre ideología y poder,
    a excepción de los ámbitos de la práctica
    política concreta. Con referencia a la ideología,
    Marx destaca dos elementos constitutivos: el carácter de
    falsedad y su determinación social, que han dado lugar al
    planteo de diferentes relaciones entre ambas (10) .

    Por su parte, el mismo Stoppino (11) , realiza un
    pormenorizado desarrollo de
    los diferentes sentidos de la ideología, de la que dentro
    de su significado fuerte, analiza:

    a) La «falsedad» de la
    ideología como falsa representación.

    En ella intenta reformular en términos
    empíricamente aceptables, el concepto marxista de falsa
    conciencia y la relación entre falsedad y función
    social de la ideología que ella involucra. Ya Marx y
    Engels en La ideología alemana (12) ,
    afirmaban que en su teoría

    no se parte de lo que los hombres dicen, se
    representan o se imaginan, ni tampoco del hombre
    predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar,
    arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte
    del hombre que realmente actúa y, arrancando de su
    proceso de vida real, se expone también al desarrollo de
    los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso
    de vida.

    La falsedad de la ideología es así
    entendida como falsa representación en tanto que las
    imágenes que los hombres se hacen de la
    situación social y de sí mismos son imágenes
    que no corresponden a la realidad. Pero siendo que lo que cuenta
    para dichos autores, es el proceso de vida real y no como puedan
    este representarse, es obvio que el concepto de falsa conciencia
    no puede ser reducido únicamente a la falsa
    representación.

    b) La «falsedad» ideológica
    como falsa motivación.

    Stoppino considera aquí la cuestión de los
    juicios de valor preguntándose sobre el sentido en que
    estos pueden constituir una falsa conciencia, para lo cual
    plantea analizar la relación existente entre
    ideología y poder. Al respecto enuncia que "los sistemas
    de creencias políticas, que pueden tener un
    carácter ideológico, interpretan y justifican
    situaciones de poder dadas. En Ellas los juicios de valor
    califican como legítimo, bueno o útil el poder. De
    este modo motivan los comportamientos de dominación y los
    comportamientos de obediencia." Así la noción de
    falsedad nos aproxima a una nueva noción de falsedad por
    la que "el juicio de valor puede ser una falsa motivación, que enmascara los motivos
    reales de la dominación o la obediencia". Queda así
    señalada la naturaleza
    social de la ideología, pues involucra a todos los hombres
    en tanto que sujetos sociales cuyos comportamientos se establecen
    en una situación de poder.

    Al parecer, y creemos que no inocentemente, la tendencia
    actual tiende a desarticular los elementos constitutivos de la
    ideología según hemos visto: la falsa conciencia y
    su función social, siendo que el pensamiento marxista los
    presenta como inexorablemente interdependientes. Los desarrollos
    que siguen se sustentan en esta consideración.

    III. IDEOLOGÍA, VERDAD
    Y PODER EN LA PRODUCCIÓN
    CIENTÍFICA

    Partimos de la concepción de que toda
    producción científica, sin importar si responde a
    las ciencias físicas o a las ciencias sociales, es una
    producción social. No puede dejar de serlo en tanto emerge
    en el seno de una comunidad
    –o varias– en un determinado momento
    histórico. Y es social aún cuando el descubrimiento
    o investigación fueran conducidos por un solo
    científico, pues él mismo, en tanto singularidad,
    es un sujeto «producido», tramado y sujetado
    socialmente.

    En cuanto a los orígenes políticos de la
    investigación, Foucault expresa
    que la Edad Media
    inventó la investigación judicial, que "era el
    poder soberano arrogándose el derecho de establecer la
    verdad por medio de cierto número de técnicas
    reguladas" y que si bien desde ese momento hasta nuestros
    días formó cuerpo con la justicia
    occidental, "no hay que olvidar ni su origen político, su
    vínculo con el nacimiento de los Estados y de la soberanía monárquica, ni tampoco su
    desviación ulterior y su papel en la formación del
    saber. (…) La investigación, en efecto, ha sido la pieza
    fundamental para la constitución de las ciencias
    empíricas(…) así como el análisis
    disciplinario lo ha sido para las ciencias del hombre." (13)
    Respecto a la noción de verdad, seguimos los desarrollos
    del mismo autor, quien propone reemplazar los «criterios de
    verdad» por «regímenes de verdad». No se
    trata de una transformación simplemente
    terminológica. Al hablar de «régimen de
    verdad», Foucault se refiere a la capacidad que tiene el
    poder para producir realidades, discursos y rituales de verdad
    propios. Este planteo nos permite considerar un juego de
    relaciones entre el régimen social imperante, el
    funcionamiento de los discursos del poder en torno al estatuto de
    la verdad y los procedimientos
    científicos seleccionados para la obtención de la
    verdad.

    En los ámbitos universitarios y de investigaciones
    científicas, es frecuente oír hablar de
    cuáles disciplinas tienen el estatuto de
    científicas y cuáles no; cómo se deben
    distribuir los recursos entre
    las ciencias [físicas]"duras" y las ciencias [sociales]
    "blandas"; cuáles proyectos de
    investigación deben ser aprobados y cuáles no,
    etc. Sabido es que las partidas presupuestarias dirigidas hacia
    las distintas ciencias varían de acuerdo al gobierno de turno
    y sus funcionarios, sus conexiones y pactos internacionales, los
    recursos asignados a los distintos sectores, los rectores de las
    universidades, sus decanos, los directores de los institutos de
    investigaciones, las relaciones político partidarias y
    económico-empresariales; pudiendo continuar la lista
    fatigosamente.

    Si las categorías y los favores,
    aprobación, presupuesto y
    cargos, que obtienen las diferentes orientaciones
    científicas y los proyectos de
    investigación, varían tanto de acuerdo con
    quiénes son los encargados políticos de dirigir los
    destinos de un país en un momento determinado; resulta
    ineludible plantearse ya no la verdad o falsedad de un enunciado
    científico, sino la cuestión de la verdad en tanto
    que "conjunto de reglas según las cuáles se
    discrimina lo verdadero de lo falso y se ligan a lo verdadero
    efectos políticos de poder" (14) ; es decir, cuál
    es el estatuto de verdad y el papel
    económico-político que desempeña. Nos
    encontramos así con que, desde esta perspectiva, los
    regímenes de verdad no pueden ser separados ni de la
    ideología ni del poder. Y esta no es una variable exterior
    a las ciencias sino que transita en su mismo seno, atravesando el
    cuerpo mismo del saber producido y en producción. Con
    estos criterios podrían ser analizados, por ejemplo, los
    diferentes discursos que se evidencian en las respuestas
    [afirmativas y negativas] a solicitudes de presupuesto para
    diferentes tareas docentes e
    investigativas así como a las fundamentaciones que las
    acompañan.

    Las históricas separaciones entre ciencia/literatura,
    ciencia/política y ciencia/ideología (15) ,
    remozadas hoy por el neoliberalismo
    en la profundización al máximo la división
    del trabajo, tienen por finalidad mantener a cada individuo-clase [en este caso
    científico-intelectual] en su «corral»
    [gabinete especializado, corporaciones profesionales y/o
    empresariales], haciendo lo que «sabe» [de acuerdo al
    título universitario] y «debe» [hacer lo que
    se le pide recortando la realidad todo lo que sea necesario] sin
    preocuparse del resto, adquieren así nuevamente pleno
    sentido, luego de la «desaparición» de los
    irreverentes planteamientos al respecto de las décadas del
    60 y 70.

    Que los físicos se ocupen de los átomos,
    los biólogos de las células,
    los médicos de hacer recetas y los psicólogos de
    las neurosis. Para
    pensar en la economía están
    los economistas, para pensar las cuestiones políticas
    están los políticos, y para pensar la ética
    están los comités y los órganos oficiales.
    En síntesis,
    para «pensar» las articulaciones
    –y cómo mantenerlas alejadas de la superficie–
    está la clase dominante. Todo está previsto y
    [falsamente] solucionado de antemano [para anular la
    participación y el movimiento].
    De nada hay que preocuparse, «los expertos lo harán
    todo», el resto no debe dispersarse con estas cuestiones,
    pues a cada uno se le paga para que se ocupe «de lo
    suyo».

    He aquí el resultado de la
    súperespecialización profesional [liberal], que
    cuadricula los pensamientos, instaurando la propiedad privada [y
    privativa] de los conocimientos, impidiendo que fluyan por los
    diferentes campos del saber, y separando a la ciencia del trabajo
    como potencia
    independiente de producción, por lo que resulta enrolada
    al servicio del
    capital. En
    este sentido compartimos con J. F. Lyotard (16) que

    (…) En la discusión de los socios
    capitalistas de hoy en día, el único objetivo
    creíble es el poder. No se compran savants,
    técnicos y aparatos para saber la verdad, sino para
    incrementar el poder. (…) La gestación de los fondos
    de investigación por parte de los Estados, las empresas y las
    sociedades
    mixtas obedece a esta lógica del incremento del poder. Los
    sectores de la investigación que no pueden defender su
    contribución, aunque sea indirecta, a la
    optimización de las actuaciones del sistema, son
    abandonados por el flujo de los créditos y destinados a la
    decrepitud.

    Vemos así que, paradójicamente, lo que se
    mantiene separado en la teorización
    «científica», aparece profundamente imbricado
    a la hora de la praxis, operándose el esquema
    ideológico de inversión señalado por Marx,
    que comienza con la inversión entre lo concreto y lo
    abstracto para finalizar invirtiendo la relación entre lo
    consciente y lo inconsciente. En este proceso podemos
    también observar los tres aspectos contenidos en la
    ideología enunciados por Sánchez Vázquez
    (que hemos desarrollado en el capítulo anterior): 1)
    gnoseológico; 2) social y 3) práctico.
    Consiguientemente, queremos dejar planteado que son justamente
    quienes esgrimen una «posición» de
    «ferviente neutralidad» [política,
    ética y valorativa] quienes reproducen la ideología
    dominante, en tanto que teoría incorrecta de la realidad,
    cuya finalidad [oculta] es la perpetuación de las
    relaciones de dominación, de las que el saber constituye
    uno, sino el principal, de los ejes en la actualidad.

    IV. EL «SABER –
    MERCANCÍA»

    En la última veintena de años hemos
    asistido a muy importantes transformaciones en lo que respecta a
    las formas de circulación y transmisión del saber,
    desde la escuela primaria
    hasta en los circuitos
    universitarios y la comunidad científica. Y esto se
    enmarca en una transformación mayor sufrida por nuestra
    sociedad a partir de la última dictadura
    militar. Se produjo un cambio
    fundamental en las relaciones entre diferentes sectores del
    cuerpo social, que en muchos casos llegó a la
    desintegración total, hecho que se mantiene hasta nuestros
    días. Fue a partir de la dictadura que la Universidad
    quedó prácticamente desvinculada del conjunto
    social, transformándose en una institución dedicada
    más a la reproducción de teorías
    que a la producción de conocimientos.

    El terrorismo de
    Estado fue la metodología científicamente
    concebida [por científicos sociales entre otros] para
    cumplir los objetivos que,
    ya con anterioridad al golpe de Estado,
    estaban claramente marcados a nivel político,
    económico e ideológico. Una vez más la
    ideología dominante, esta vez al desnudo, se ocupó
    de invertir las realidades. Así el discurso militar
    apuntó a suprimir la realidad vivida socialmente, sin
    escatimar para lograrlo asesinatos, desapariciones ni violaciones
    de todo tipo. A través de una serie de complejos
    mecanismos de sobrecodificación (que por razones de
    espacio no podemos desarrollar aquí) y con el soporte de
    los medios de
    comunicación masiva y la complicidad silenciosa (17)
    de importantes sectores de la población, la realidad vivida fue negada y
    sustituida por otra «producida por el poder», como
    medio eficaz de imponer un nuevo «orden»
    económico-político. Esta «nueva»
    realidad se erigió como ÚNICA, VERDADERA, BUENA y
    JUSTA. Y esto tuvo vigencia también para el saber, que
    cayó bajo la acción de la censura, la
    sustitución o el vaciamiento de contenidos.

    Pero los efectos a largo plazo, eficazmente
    «silenciosos», comenzaron a observarse ya avanzados
    los años 80, no sólo en el deterioro de todo el
    sistema
    educativo, que fue una vía sumamente importante para
    la diseminación, «interiorización» y
    legitimación (18) de los valores
    del capitalismo y cuyo modelo poco a
    poco fue siendo asimilado al empresarial; sino también en
    una verdadera desalfabetización operada en los alumnos
    mediante la destrucción del pensamiento formal abstracto,
    que resultó mayoritariamente reducido a la lógica
    de lo concreto.

    Una vez más, y tal como hemos enunciado con
    anterioridad, la ideología impuso las evidencias como
    evidencias que no pudieron dejar de ser reconocidas, y
    paralelamente con su función de desconocimiento,
    hizo aparecer lo que ocurría dentro de ella como si
    ocurriera fuera. En un breve pero revelador párrafo, Lyotard (19) sintetiza este estado
    de cosas:

    La pregunta, explícita o no, planteada por
    el estudiante profesionalista, por el Estado o por la
    institución de enseñanza superior, ya no es ¿eso
    es verdad?, sino ¿para qué sirve? En el contexto
    de la mercantilización del saber, esta última
    pregunta, las más de las veces significa: ¿se
    puede vender? Y, en el contexto de argumentación del
    poder: ¿es eficaz?

    De esta manera, la producción social del
    conocimiento se ha alejado de la función social del saber,
    pues los productos de
    tal práctica, transformados en mercancías
    controladas por monopolios empresariales, sólo son
    asequibles para unos pocos, en tanto que una mayoría
    abrumadora de la población se ve privada del mínimo
    beneficio. El saber que se ha transformado en mercancía
    tiene a partir de entonces «propietarios privados», y
    su «posesión» o no divide las aguas. Pero
    también el régimen de los discursos se ha
    transformado, culpabilizando a los desocupados, los pobres, los
    enfermos y los muertos de sus situaciones, pues no se
    «reconvierten» de acuerdo a los planteos de la
    economía de mercado. Todo se
    plantea como una cuestión [falsamente] individual en la
    que cada uno es dejado librado a su suerte. Pero de esto ya ni
    siquiera se habla.

    El «saber-mercancía» ha producido su
    propia fetichización que, de acuerdo con lo enunciado por
    Marx, se caracteriza por la inversión que posibilita que
    las relaciones entre los hombres se presenten falseadas como
    relaciones entre cosas. De tal manera el saber, al transformarse
    en cosa [vendible y comprable], es desvinculado de cualquier
    consideración ético-responsable que pudiera haber
    intervenido en el proceso de su producción. Marí
    (20) enuncia a este respecto:

    En la época de la posmodernidad, la ciencia siguió la misma
    ruta que muchos individuos. No se canoniza en ella el deber
    absoluto hacia los hombres, ni el espíritu de responsabilidad. La ciencia se hace famosa y aun
    cuando se convierte en «tristemente famosa», lo es
    por recurso a su excelencia total, quedando amputada de la vida
    ética y deslegitimada de sus obligaciones
    hacia la colectividad.

    Una vez más el discurso del capitalismo
    neoliberal «transparente» y avasallante, utiliza el
    saber para obtener poder y beneficios económicos, haciendo
    depender la dignidad de
    las condiciones de vida de la población de la ley del
    más fuerte, su propia ley, es decir la ley del dinero.
    Así, puede observarse que la política neoliberal
    bajo la máscara del postmodernismo, cuenta con una fina
    tecnología
    destinada a mantener ocultas las articulaciones
    socio-político-económico-éticas de la
    ciencia; tanto como a determinar con qué elementos ha de
    conformarse la conciencia. Lógica interna de las
    relaciones de poder. Lógica inherente a la sociedad de
    control, efectiva, sutil, imperceptible.

    El sistema capitalista actual, en una nueva
    demostración de la impresionante plasticidad constitutiva
    que lo caracteriza, ha puesto de manifiesto su capacidad
    autotransformadora para lograr su perpetuación, sin
    importar que el costo humano de
    tal «triunfo» crezca de modo salvaje y alarmante. He
    aquí el «fin de las ideologías» del que
    los capitalistas con «su» ideología, pretenden
    hoy convencernos.

    V. CIRCULACIONES MASIVAS DEL
    SABER

    El siglo XX que está tocando a su fin se ha
    caracterizado por un vertiginoso proceso de descubrimientos
    científicos y tecnológicos. Dos han sido,
    esencialmente, los acontecimientos que han marcado esta
    tendencia: el descubrimiento de la energía atómica
    y el desarrollo de las telecomunicaciones a nivel
    informático y mediático.

    Aludiendo al descubrimiento de la energía
    atómica y sus catastróficas derivaciones para la
    vida en el planeta, Hans Durr, Director del Instituto Max Planck
    de Munich, planteó que "la ciencia puede permanecer libre
    pero sus manipulaciones deben ser sometidas a ciertas condiciones
    para que las bases de la vida humana sobre esta tierra no sean
    destruidas." (21)

    En cuanto a los avances generados por la
    «explosión» de las telecomunicaciones, se
    escuchan las voces de innumerables acólitos y, en cambio,
    sólo unas pocas intervenciones críticas. Sin
    desmentir las increíbles posibilidades –por el
    momento potenciales– que este acontecimiento podría
    abrir para el hombre si
    se pensara en mejorar los niveles de educación de las
    mayorías populares, queremos referirnos a las derivaciones
    y efectos de las telecomunicaciones sobre las relaciones humanas
    en general y la transmisión de informaciones y
    conocimientos en particular. ¿O es que acaso se pretende
    que las aseveraciones de Durr sólo sean válidas
    para la cuestión puntual que motivó su
    enunciación?

    Es que a partir del acontecimiento de las
    telecomunicaciones, la conformación de la realidad
    contemporánea se ha transformado en un grado tal que
    asistimos al tránsito desde la construcción social de la realidad hacia la
    construcción mediática e informática de la
    realidad social, de la cual tanto las ciencias [duras y blandas]
    como la filosofía, no están exentas de las
    imbricaciones del poder ni de responsabilidades
    propias.

    Dada la complejidad del fenómeno que intentamos
    analizar, realizaremos el abordaje considerando dos vertientes
    principales: a) los mass media; y b) la
    informática.

    a) Los mass media.

    Ha sido instaurada una suerte de arbitraje
    mediático de los conocimientos, en base al cual
    «algunos» de ellos obtienen difusión masiva de
    acuerdo a los circuitos-contactos con que cuente el interesado
    [profesional, intelectual, investigador] y a las
    «transacciones» que este esté dispuesto a
    hacer.

    Si se desea obtener un crédito
    o apoyo de sectores interesados, por ejemplo, la estrategia es
    adquirir notoriedad televisiva, radial o en la prensa escrita.
    En esta dirección afirma Bourdieu: "…todos los
    campos de producción cultural están sometidos a la
    coerción estructural del campo periodístico…"
    (22) Los efectos [político-ideológicos] de tales
    prácticas conducen en primer lugar, a convertir los
    mass media, sobre todo la
    televisión, en maquinarias productoras de realidad:
    «lo que no está en la televisión
    no existe», a lo que Bourdieu denomina el «efecto
    realidad», o bien «si está en la televisión existe como verdad
    objetiva’» (23-24) – ; un segundo efecto es dejar
    delimitado el campo de «lo que hay que pensar» (25)
    [qué, cómo y cuándo]; un tercer efecto liga
    los desarrollos de las producciones culturales y
    científicas con el éxito
    comercial [con qué capitales se cuenta para trabajar y de
    dónde provienen, a quiénes «pertenecen»
    los descubrimientos, la cuestión de las patentes, etc.].
    Un cuarto efecto se refiere a la banalización [equivalente
    al vaciamiento de sentidos] de los conocimientos, mediante la
    creación de opinión, implementada a través
    del mecanismo tendiente a hacerle creer a la audiencia [cautiva
    de los media] que puede opinar sobre «todo» [el universo
    hegemónicamente constituido por los temas que los medios
    indiquen], por supuesto a partir de información
    [transformada en noticia] y creando un juego [catártico]
    de ilusoria participación [desde el banco de la
    cocina o el sillón del living] tendiente a instaurar la
    certeza de que se ha cumplido con un deber ciudadano [cuando en
    realidad es justamente esta posibilidad la que ha sido
    desactivada].

    Retomamos aquí lo expresado por Stoppino (26) en
    cuanto a que los sistemas de creencias
    político-ideológicas justifican situaciones de
    poder dadas, y en las que los juicios de valor califican como
    legítimo,

    bueno o útil el poder, motivando la
    dominación-obediencia. El papel de los científicos
    en estos procesos,
    también es decisorio: las más de las veces, aunque
    felizmente no todas, sus participaciones son modalizaciones
    estratégicas de una política dirigida a la
    obtención de algún beneficio personal o
    corporativo [prestigio, fama, dinero, «conexiones»]
    que sin embargo es «mostrado», mediante su discurso
    de experto [en imponer la evidencia como tal], como un beneficio
    para la comunidad.

    Así los media (27) , capturados por el poder,
    pierden todo el potencial que podría contribuir a
    desarrollar en los planos informativo y educativo, para
    constituirse en potentes controladores cuando no destructores del
    pensamiento singular y reflexivo, capaz de concebir
    aproximaciones a las realidades complejas.

    b) La informática.

    Con referencia a la informática, no se puede
    dejar de reconocer que ha revolucionado la transmisión de
    los conocimientos y la investigación científica, pues,
    así como el capitalismo ha adquirido una dimensión
    planetaria, aquella ha mundializado la circulación de las
    informaciones. Pero, al igual que cualquier innovación
    tecnológica, plantea diversas cuestiones que es
    necesario considerar.

    Históricamente, la existencia de diferentes
    lenguas ha enriquecido a la vez que complejizado la existencia
    humana. Sabemos que cada lengua
    construye, semantiza y produce efectos pragmáticos
    singulares que van mucho más allá de lo estructural
    (28) . Por ello es que se extiende hasta nuestros días la
    problemática planteada por las traducciones de un idioma a
    otro, que en realidad nunca llegan a poder dar cuenta de lo
    expresado en la lengua de origen. En el campo de las diferentes
    ciencias, también ellas han contado con lenguajes
    específicos propios, creados para intentar dar cuenta de
    los fenómenos inherentes a sus objetos de estudio. La
    informática en tanto ciencia, por ende, también ha
    creado sus lenguajes propios, pero a diferencia de todas las
    demás, se ha erigido como aquella [supuestamente] capaz de
    vehiculizar la circulación de información de todas
    ellas. Este «pasaje» de una ciencia a otra, impone
    necesariamente la traducción de los conocimientos en
    cantidades de información, la simplificación de los
    contenidos y la standarización de la información.
    Una cuestión de «ingeniería del conocimiento» (29)
    .

    ¿Pero qué ocurre entonces con aquel saber
    que, ya sea porque su propio objeto de estudio no puede soportar
    semejante violentación, o porque quienes lo producen no
    están dispuestos a admitirla, no «entren» en
    el circuito informático?

    La respuesta no resulta sencilla. Según Lyotard
    "se puede establecer la previsión de que todo lo que en el
    saber constituido no es traducible de ese modo será dejado
    de lado, y que la orientación de las nuevas
    investigaciones se subordinará a la condición de
    traducibilidad de los eventuales resultados a un lenguaje de
    máquina." (30) En esta frase podría leerse una
    prescripción respecto del modo en que la ciencia debe
    producir los conocimientos, y no pareciera responder al azar sino
    a una lógica interna que ese "modo de producción"
    que las ciencias deben adoptar, tenga tantas coincidencias con el
    modo de producción capitalista y sus valores.

    Continuando nuestros desarrollos anteriores, podemos
    pensar que esta potente tecnología corre el riesgo [si es que
    no ha dejado ya de ser un riesgo para transformarse en un hecho]
    de erigirse como un «aparato de captura» (31)
    científicamente programado. También aquí nos
    encontramos con consecuencias similares al «efecto
    realidad»: «si no es informatizable, el saber no
    existe» junto con la contracara que hemos propuesto:
    «si está informatizado, el saber tiene valor de
    verdad objetiva». También aquí nos
    encontramos con la supuesta «neutralidad» de un saber
    lavado y recortado, que habiendo sido cuantificado y traducido,
    nos hace perder de vista una vez más que es portador de
    relaciones entre hombres y no entre cosas.

    Otra tendencia estimulada por la «dictadura»
    informática, es la de separar la
    producción-transmisión-apropiación del saber
    de los procesos de «formación», que
    necesariamente involucran el aprendizaje
    grupal y que, de manera permanente, interpelan al sujeto del
    conocimiento. Así a la
    globalización de la economía y la
    información [que nada tienen que ver con la socialización del bienestar], corresponde
    el aislamiento de los hombres que, transformados en piezas
    ejecutoras del sistema, sólo quedan «en
    contacto» con la máquina y el
    «saber-mercancía».

    VI. ÉTICA E
    IDEOLOGÍA CAPITALISTA

    En realidad, la cuestión ética no ha
    dejado de estar planteada en los desarrollos precedentes, a
    través de sus múltiples entramados. Ahora la
    propuesta alude a realizar el análisis del mismo
    entramado, pero focalizando la atención en la problemática que la
    ética atraviesa en el momento actual.

    El tema ético aparece ocupando un lugar
    destacado en los diferentes ámbitos científicos,
    políticos y, por supuesto y sobre todo, mediáticos. Y decimos el tema porque
    la presentación de la ética forma parte de las
    noticias del
    día.

    Podría pensarse que por fin salen a la luz las
    inquietudes y cuestionamientos referidos a los alcances y
    límites
    de los actos humanos. Sin embargo, la observación de la experiencia cotidiana
    indica que el fenómeno tiene otras características,
    que se aproximan más a lo que podría ser denominado
    la ética como espectáculo. Un
    espectáculo [servicio] destinado a «limpiar
    eficazmente» historias y conciencias, que gracias a los
    medios es brindado en el domicilio del consumidor y por
    el mismo precio.

    Porque hemos de señalar que las diferencias
    cualitativas entre hablar y decir son profundas, pues lo primero
    no remite a un compromiso: "se dice", "dice Fulano" o "la noticia
    dice"; en tanto que lo segundo plantea un posicionamiento
    ético: "yo digo…" Respecto al tema que nos ocupa la
    consideración pasa porque demasiados hablan, pero muy
    pocos dicen.

    ¿No se trata acaso de una nueva jugada de la
    ideología dominante que intenta imponer
    evidentemente el tema de «la importancia de
    la ética» como evidencia, con la finalidad de
    que esta sea reconocida como tal, cuando en
    realidad lo que se genera es un verdadero desconocimiento
    acerca de que esto transcurre dentro de una
    ideología que impide pensar en torno de la ética de
    la vida real?

    El problema es que si se parte de la vida real de los
    hombres, la ética se transforma en el extremo de un hilo
    que, de ser tirado, atrae inmediatamente consigo un ovillo de
    complejidades. Nos referimos a las cuestiones pilares del
    capitalismo, como las ideas de progreso, igualdad,
    justicia, libertad
    Claro que una cosa son los discursos del capitalismo y
    otra la vida en el capitalismo para aquellos hombres que
    no integran la clase dominante. A este respecto, y retomando lo
    expresado con anterioridad, dice Marí (32)

    En la etapa del capitalismo de nuestros tiempos, al
    que se conoce con el nombre de capitalismo tardío, a lo
    que asistimos, en realidad, es a un colapso de esta misma
    filosofía. Su presente ideología legitimante ya
    no se hace reposar en el velo de la ignorancia. La estrategia
    cambió de sentido y, en consecuencia, también lo
    hizo el régimen de los discursos. Las barreras
    psicológicas aptas para disimular las condiciones reales
    de vida se han levantado para dar paso a la admisión
    más explícita y transparente de que el
    sacrificio, el pauperismo y la muerte
    eventual de millones de seres, sin empleo o con
    él, están plenamente justificados por carecer de
    coordinación con la marcha del mercado,
    sus reglas de eficiencia y
    productividad.

    A primera vista parecería existir una
    contradicción entre lo mencionado en el párrafo
    anterior, en relación a que «se genera un verdadero
    desconocimiento acerca de la ética de la vida
    real», y el texto citado,
    cuyo planteo es que «la ideología legitimante ya no
    se hace reposar en el velo de la ignorancia». Sin embargo,
    no hay tal contradicción puesto que si bien el discurso
    capitalista es descarnado al plantear la necesidad del sacrificio
    de millones de personas, el verdadero desconocimiento
    está en que el sistema no asume éticamente que el
    desastre es parte inherente a su funcionalidad y perdurabilidad
    sino que culpabiliza a las víctimas de su propia
    desgracia por no hacer lo necesario para «entrar» [ya
    que han sido expulsados] en el juego. El desconocimiento
    está en que las reglas del juego han sido fijadas por una
    sola de las partes: los capitalistas, y esto no se dice
    sino que se encubre bajo el sistema democrático
    representativo [burgués], por lo cual lo que hacen los
    gobiernos es lo que «el pueblo eligió». De
    esto resulta que las reglas no son verdaderas como tampoco lo es
    el juego, ya que el supuesto contrincante no sabe a qué se
    juega y por ende, no tiene participación en la
    decisión de las reglas. La propuesta del capitalismo
    actual por lo tanto se erige como un juego
    sacrificial.

    Continuando con Marí (33) respecto a la
    cuestión ética en las ciencias, compartimos con
    él que la catástrofe producida por el lanzamiento
    de las dos bombas
    atómicas, instala una «divisoria de aguas»: la
    ciencia es antes y después de Hiroshima y Nagasaky. Pero
    con respecto a las derivaciones de la filosofía de la
    ciencia hacia las cuestiones éticas creando una nueva
    especie de «profesionales» de la ética,
    pensamos que hay muchos aspectos por revisar, puesto que esta
    circulación restringida de los cuestionamientos y
    reflexiones que se circunscribe a círculos de
    «expertos», evidencian también una
    ideología de tinte desideologizante. En este sentido,
    resultan esclarecedores los postulados de Lipovetsky (34)
    :

    Detrás del éxtasis de los valores,
    avanza el reinado de los especialistas, la voluntad
    democrática de controlar la ciencia mediante los valores
    éticos contribuye de hecho a prolongar el proceso de
    racionalización «burocrática» del
    mundo moderno, a extender la tecnificación sensata de
    la
    organización democrática, e incluso, a poner
    en órbita aquí y allá, la
    instrumentalización mercantil de la moral.
    Con los nuevos «sabios» llegan, en efecto, los
    consultores, los profesionales remunerados de la ética.
    (….) Lo que se llama «renovación
    ética» no significa de ninguna manera renacimiento de
    una cultura de los deberes del hombre y del ciudadano sino fe e
    ilusión cientificista en el saber-decidir de los
    expertos en materia de
    fines, demanda de
    una gestión equilibrada de los derechos del hombre y de
    la ciencia, voluntad de un «justo medio»
    determinado por expertos y adaptado al modo de vida
    individualista posmoralista. (…) Nuevas figuras que encarnan
    el espíritu democrático y su voluntad de instituciones independientes del poder
    político, los comités de ética
    están en concordancia con el neoindividualismo absorbido
    por el ego y sus derechos, escéptico hacia la
    política, más preocupado por decisiones
    imparciales y equilibradas que por enfrentamientos
    ideológicos. (…) No es la menor de las paradojas ver
    cómo en la actualidad las instituciones que encarnan la
    ética trabajan, también ellas, en la
    reproducción de la desmotivación individualista,
    en la promoción de especialistas, en la
    expansión de la organización
    «tecnocrática» de las democracias: la
    reafirmación ética es una ética sin
    ciudadano.

    ¿No resulta ser esta canalización
    especializada una metodología eficaz del sistema para
    mantener las cosas en «su» lugar evitando la
    articulación social? ¿O es acaso desconocido el
    hecho de que en tanto se discute en los comités de
    ética, congresos, universidades, etc.; acerca de la
    eutanasia, la
    fertilización asistida, la
    contaminación y demás cuestiones, esos mismos
    profesionales efectúan prácticas muchas veces
    reñidas con cualquier ética?

    De tal manera, la lamentable realidad indica que
    mientras la bio-ética «funciona» en el piso
    superior de la sociedad, el subsuelo está poblado de
    cadáveres, por ser entre otras causas, víctimas del
    hambre, la miseria, el «gatillo fácil» o de
    una praxis intencional –que jamás
    figurará asentada en la historia
    clínica.

    He aquí la otra cara del discurso postmoderno con
    su «fin de las ideologías» que, gracias al
    súperdesarrollo alcanzado por las ciencias y la
    tecnología, dice poder prescindir de aquellas. Es que la
    única posibilidad de mantener el sistema capitalista, es
    «extirpando» la discusión y el cuestionamiento
    acerca de sus fundamentos y estructuras,
    declamando, con claro tinte reformista y conservador:
    «dentro del capitalismo todo, fuera del capitalismo
    nada».

    Es indiscutible la eficacia
    tecnológica de esta nueva sociedad de control, que ya no
    necesita regirse por sistemas disciplinarios
    [antieconómicos y demasiado visibles] como los analizados
    por Foucault en varias de sus obras, sino que se dirige a
    intervenir en la constitución misma de las subjetividades,
    produciendo sujetos de acuerdo con determinadas
    características y actitudes,
    intereses e ideología: la desideologización global
    y la «neutralidad ideológica» de las ciencias
    en particular.

    Estas tecnologías se constituyen en pasaporte
    –liberador de cualquier compromiso social– para
    continuar produciendo conocimiento sin atender a las
    consecuencias de tales actos, pues no se puede detener el
    progreso de la ciencia. La próxima «bomba»
    está en puerta: la «ingeniería»
    [manipulación] genética,
    con la posibilidad de «crear» seres a la medida de
    los sectores dominantes. Aunque hay mucho por discutir, al
    parecer lo harán los comités de expertos, pues es
    un «hecho» que las experimentaciones están ya
    más avanzadas de lo que pueda ser imaginado y no se han
    oído
    demasiadas voces de alerta. Entonces la pregunta [que se busca
    eludir constantemente] es nuevamente: ¿Cuál es la
    responsabilidad que les cabe a los intelectuales
    y científicos frente a la sociedad, cuando de hecho han
    sido formados gracias a ella (35) ?

    Hoy más que nunca, se trata de poner en
    cuestión el cientificismo individualista por el que aboga
    el neoliberalismo.

    Es en este mismo sentido que Sánchez
    Vázquez expresa que "dicha doctrina [de la
    «neutralidad ideológica»] viene a soldar en
    una y la misma persona su
    irresponsabilidad como científico y su responsabilidad
    como ciudadano." (36) Porque no hay posibilidad de
    transformación ética alguna si no es a partir de la
    recuperación de la conciencia política y la
    reorganización social; no hay posibilidad de que el hombre
    pueda devenir ético en tanto la ética sólo
    sea una materia de estudio o discusión. No puede haber una
    bio-ética real sin una verdadera
    bio-política.

    He aquí el desafío humano que está
    planteado para el tercer milenio, frente al cual los
    intelectuales no podrán mantenerse al margen.

    VII.
    CONCLUSIONES

    Si bien la redacción de este trabajo comenzó
    con la exposición
    de sus ejes temáticos fundamentales, a lo largo de sus
    desarrollos se fue produciendo una multiplicidad de asociaciones
    temáticas que hacían su aparición durante el
    proceso de redacción, así como también
    surgieron series de conexiones complejas que iban imprimiendo
    distintas modalizaciones de los planteos conceptuales. Dada la
    necesidad de acotar la extensión a un límite de
    espacio prefijado, muchas de esas cuestiones pudieron ser
    sólo insinuadas, quedando como fermento de otras posibles
    producciones.

    Los apuntes han encontrado su final. No
    así las motivaciones que generaron su elaboración,
    que siguen vigentes y en busca de producir nuevos
    descubrimientos.

    Abordar la teoría de la ideología
    aquí y ahora representa, además de un
    desafío apasionante, un decidido y a la vez obligado
    compromiso social que se impone como la necesidad de
    diseñar nuevos instrumentos de abordaje e
    intervención en la política actual.

    Ya Marx y Engels habían advertido sobre los
    destinos y consecuencias de la instauración del modo de
    producción capitalista. A ellos, y a otros pensadores que
    continuaron sus lineamientos nos hemos remitido para fundamentar
    nuestros planteos críticos en torno a las cuestiones de la
    neutralidad ideológica de la ciencia, a las imbricaciones
    del poder en el establecimiento de los regímenes de verdad
    y, consecuentemente, a las funciones del
    saber y las nuevas formas de circulación y
    transmisión inherentes a este momento
    histórico.

    Se han señalado los aspectos fundamentales de
    cada uno de los temas tratados.
    Respecto a «ideología, verdad y poder en la
    producción científica» han quedado
    explicitado las concepciones: de hombre como sujeto social, de
    los orígenes políticos de la investigación
    como elemento fundamental de las ciencias empíricas y del
    análisis disciplinario como predecesor de las ciencias del
    hombre. Así mismo, han sido desplegadas las relaciones
    entre los regímenes de verdad, la ideología y el
    poder, para luego analizar el estado actual de la
    producción científica argentina actual desde la
    perspectiva marxista.

    La noción de «saber-mercancía»
    pone al descubierto algunos de los efectos sobre la realidad, del
    terrorismo de Estado implantado por la última dictadura
    militar, que a través del trastrocamiento y deterioro del
    cuerpo social en su conjunto y del sistema educativo en
    particular; dieron paso a la instauración del modelo
    neoliberal.

    En cuanto a las «circulaciones masivas del
    saber», se plantea la necesidad de tomar en
    consideración el acontecimiento de las telecomunicaciones
    para acceder a la comprensión de la realidad actual. Es a
    partir de él que, no sólo se han visto
    transformadas las relaciones humanas, sino que se han operado
    modificaciones cuanti y cualitativas en la circulación del
    saber. A tal punto, que los media ya integran la misma
    producción del saber. Respecto de la informática,
    no puede omitirse la problemática de la traducción
    de lenguajes con la consiguiente violentación de sus
    particularidades y la tendencia a imponer la
    standarización de los conocimientos; como una nueva
    modalidad de dirigir su producción a través de la
    determinación de cuáles son
    «servilmente» utilitaristas. Así mismo son
    analizadas las manipulaciones que el poder hace de los medios
    masivos como forma de establecer mecanismos de control de la
    sociedad, instaurados ya hoy en el seno de la intimidad misma de
    los sujetos y, por ende, como interioridad del sistema
    productivo.

    El tratamiento de la problemática ética en
    el sistema capitalista actual, además de retomar bajo su
    mirada las temáticas desarrolladas con anterioridad, la
    considera como un tema de los discursos
    estratégicos que responden a los regímenes de
    verdad. Se plantean ópticas de distintos autores que han
    investigado la cuestión, en lo que se refiere a las
    características del capitalismo tardío y sus
    consecuencias letales para la vida en condiciones dignas; al
    tiempo que se
    dejan al descubierto las trampas en el lenguaje
    sobre las que se asienta el discurso del régimen
    democrático burgués. Respecto a las ciencias en
    particular, se esgrime una posición crítica
    respecto a abandonar la ética «en manos de
    expertos» o reservarla a los espacios instituidos, que por
    definición, no pueden dejar de estar comprometidos, al
    menos parcialmente, con el discurso dominante. Tales actitudes
    conducen en realidad a desactivar posibles propuestas
    transformadoras del actual estado de cosas.

    Son estas cuestiones las que se plantean, a espaldas de
    los pueblos, como desafío para un mundo de pobreza
    globalizada y de riqueza súperconcentrada. Un mundo
    gobernado por la dictadura del capital, cuyos amos y sirvientes
    de turno plantean el «fin de las ideologías y de la
    historia» en virtud de haber alcanzado la humanidad
    «un grado de perfección
    insuperable».

    Como final de lo escrito y para abrir la
    discusión, la propuesta apunta a la necesidad de recuperar
    y promover lo político en y de la vida
    cotidiana. Transitar por nuevos territorios
    micropolíticos, como paso ineludible para pensar un
    devenir ético que dé sustento a la
    reconstrucción social. Y es entre otros a los
    intelectuales y científicos formados, lo reconozcan o no,
    gracias a la comunidad, a quienes les cabe buena parte de la
    responsabilidad de pensar posibles alternativas que reparen su
    agónico desangrar cotidiano. Valga el ejercicio
    recordatorio para los interesados acerca de que, como es la
    vida la que determina la conciencia
    y no la conciencia la que
    determina la vida; más que escritorios, cámaras de
    televisión y discusiones de salón, es hora de
    recuperar la calle.

    BIBLIOGRAFÍA
    GENERAL

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      televisión,
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    • FERRATER MORA, José; Diccionario de
      filosofía abreviado,
      Sudamericana, Bs. As. 1970, 410
      pp.
    • FOUCAULT, Michel; Historia de la sexualidad, tomo 1, Siglo XXI, México, 1986, 194 pp.

    – Microfísica del poder, La
    Piqueta, 3ª. ed. Madrid,
    1992, 189 pp.

    • Vigilar y castigar, nacimiento de la
      prisión,
      Siglo XXI, 17ª. ed. Bs. As. 1989, 314
      pp.
    • KUHN, Tomas S.; La estructura
      de las revoluciones científicas,
      Fondo de Cultura
      Económica, México, 1971, 319 pp.
    • LIPOVETSKY, Gilles; El crepúsculo
      del deber, la ética indolora de los nuevos tiempos
      democráticos,
      Anagrama, Barcelona, 1994, 283
      pp.
    • LIPSET, Seymur M.; "¿El fin de las
      ideologías?", En: Horowitz, Irving L.; Historia y
      elementos de la sociología del conocimiento,
      Tomo II,
      EUDEBA, 3ª. ed. Bs. As., 1979, 339 pp.
    • LYOTARD, Jean François; La
      condición postmoderna,
      Planeta-Agostini, Barcelona
      1993, 137 pp.
    • MARÍ, Enrique; El honor de la
      ciencia a fines del milenio,
      s/l, s/f.

    – La verdad en la filosofía a fines de
    nuestro siglo,
    2, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, s/f.
    17 pp.

    – Papeles de filosofía, Biblos,
    Bs.As.

    – Papeles de filosofía II, la
    teoría de las ficciones en la política y la
    filosofía,
    Biblos, Bs. As., 1997, 318 pp.

    • MARX, Carlos y Engels, Federico; La
      ideología alemana,
      Pueblos Unidos, 4ª. ed.
      española.
    • –Prólogo de la "Contribución a la
      crítica de la economía política", en:
      Horowitz Irving L.; Historia y elementos de la
      sociología del conocimiento,
      Tomo I, EUDEBA,
      Bs. As., 3ª. ed., 1974, 352 pp.
    • MILIBAND, Ralph; El estado en la sociedad
      capitalista,
      Siglo XXI, 14ª. ed. México, 1988,
      273 pp.
    • MOORE, Stanley; Crítica de la
      democracia
      capitalista, una introducción a la teoría del
      Estado en Marx, Engels y Lenin,
      Bs. As. Siglo XXI, 1ra. ed.
      1971.
    • –"Ideología y Alienación", en:
      HOROWITZ, Irving L.; Historia y elementos de la
      sociología del conocimiento,
      tomo II, EUDEBA, Bs.
      As. 339 pp.
    • NAESS, Arne; "Historia del término
      ‘ideología’, desde Destutt de Tracy hasta
      Karl Marx",
      en: Horowitz, Irving L. op. cit., tomo I, EUDEBA, Bs.
      As. 3ª. De., 1974, 352 pp.
    • PAVLOVSKY, Eduardo; "Las identidades
      fragmentadas. La mayoría silenciosa es sensible al
      discurso del poder". En Lo grupal 5, Buenos Aires,
      Búsqueda, 1987, pp. 29-32.
    • –"Qué hacemos con lo que sabemos", en:
      Lo grupal, Búsqueda, Bs. As. 1983, pp.
      119-121
    • ROUCEK, Joseph S.; "La ideología como
      medio de control social", en: Horowitz, Irving L. op.
      cit.
      Tomo II. EUDEBA, Bs. As. 1979, 339 pp.
    • SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Adolfo; "La
      ideología de la «neutralidad
      ideológica» en las ciencias sociales", en:
      Balcárcel, Bunge, et. al., La filosofía y las
      ciencias sociales
      , Grijalbo, s/l, s/f.
    • STOPPINO, Mario; "Ideología", en:
      Bobbio, Matteucci y Pasquino; Diccionario de
      Política,
      México, Siglo XXI, 1ª. ed.
      1981-2, 10ª. ed. 1997. Tomo 1, 852 pp.

    Notas

    1. Marí, Enrique; Papeles de Filosofía
      II
      , lra. ed., Buenos Aires,
      Biblos 1996, 318pp. Pág. 111.
    2. Engels, Federico; Ludwig Feuerbach y el fin de la
      filosofía clásica alemana
      , cap. IV, par. 19;
      en Obras escogidas de Carlos Marx y
      F.E., Buenos Aires, Cartago, 1957, pág. 709. Citado por
      Stanley Moore; "Ideología y alienación" en
      Historia y elementos de la sociología del
      conocimiento.
      Contenido y contexto de las ideas sociales.
      Buenos Aires, EUDEBA. 1ra. ed. 1964.3ra. ed. 1979. Cap. V;
      pág. 46-57.Las bastardillas son nuestras.
    3. Marx, Carlos; Prólogo de la
      "Contribución a la crítica de la economía
      política"; en Historia y elementos de la
      sociología del conocimiento;
      pág. 75-79.
      *
      Las bastardillas son del original.
    4. Marx, Carlos y Engels, Federico; La
      ideología alemana;
      España,
      Ediciones Pueblos Unidos, 4ta. ed. S/F. pp. 13-90.
    5. Marí, Enrique; op. cit., pág.
      124-5.
    6. Marí, Enrique; op. cit., pág.
      126
    7. Sánchez Vázquez, Adolfo; "La
      ideología de la «neutralidad
      ideológica» en las ciencias sociales", en:
      Balcárcel, Bunge, et. al;. La filosofía
      y las ciencias sociales,
      Grijalbo, s/l, s/f. pág.
      293-5
    8. Sánchez Vázquez; op. cit.
      pág. 294. En este punto cabe aclarar que el autor
      considera que "la concepción de la ideología como
      total y necesariamente falsa (como forma de «conciencia
      falsa») es una generalización ilegítima de
      una forma particular, concreta, de ideología, puesto que
      si se generaliza a toda ideología el concepto de
      «conciencia falsa» no se alcanza a ver cómo
      la ideología revolucionaria, proletaria, podría
      cumplir su función práctica (inseparable de una
      conciencia verdadera de lo real) y qué sentido
      tendría la lucha ideológica y la formación
      ideológica de la clase obrera como elementos necesarios
      -junto a la lucha económica y política- en el
      proceso histórico de su
      emancipación."
    9. Citado por Mario Stoppino en su artículo
      "Ideología"; en: Diccionario de Política,
      Bobbio, Matteucci y Pasquino; México, Siglo XXI, lra.
      de. 1981-2, 10ª. ed. 1997. Tomo 1, Pág.
      755.
    10. Stoppino, Mario; "Ideología", en: op.
      cit.;
      pp. 755-6
    11. Stoppino, M. op. cit .pp. 762-767
    12. Marx, C. y Engels, F.; op. cit.,
      p.26
    13. Foucault, Michel; Vigilar y castigar, nacimiento
      de la prisión,
      Siglo XXI, Buenos Aires, 1989, pp.
      227-9.
    14. Foucault, Michel; "Verdad y poder", en:
      Microfísica del poder, Las ediciones de La
      Piqueta,
      Madrid, 3ª. ed. 1992, pp.
      175-189.
    15. Las demarcaciones territoriales de los saberes
      mediante la barra, generalmente de inspiración
      positivista, que las más de las veces se
      acompañan de un tono despectivo alusivo a todo lo que
      «cae por fuera» de su esquema, incitan a
      interrogarse por su pretendida certeza, por sus motivaciones y
      sentidos.
    16. Lyotard, Jean François; La condición
      postmoderna, informe
      sobre el saber,
      Planeta-Agostini, Barcelona, 1993, pp.98 y
      100.
    17. Pavlovsky, Eduardo; "Las identidades fragmentadas. La
      mayoría silenciosa es sensible al discurso del poder".
      En Lo grupal 5, Buenos Aires, Búsqueda, 1987, pp.
      29-32.
    18. Miliband, Ralph; El estado en la sociedad
      capitalista,
      México, Siglo XXI, 14ª. ed., 1988,
      pp. 235 y 249.
    19. Lyotard, J. F.; op. cit., pp. 108-9. Sobre el
      modelo tecnocrático – eficientista y sus consecuencias
      sociales también Rifkin, Jeremy; El fin del
      trabajo,
      Paidós, Buenos Aires, 1996, capítulo
      3, pp. 67-81
    20. Marí, Enrique; El honor de la ciencia a
      fines del milenio,
      s/l, s/f. Pág. 3.
    21. Citado por Enrique Marí en "El honor de la
      ciencia a fines del milenio", s/f, s/l, pág.
      3.
    22. Bourdieu, Pierre; Sobre la televisión,
      Anagrama, Barcelona, 1997. Pág. 8. También
      Lipovetsky, Gilles; op. cit. p.236.
    23. Sobre la falta neutralidad de la técnica y las
      imágenes formando parte del poder puede consultarse "El
      travelling de Kapo"; de Serge Daney, en Perseverancia,
      Reflexiones sobre el cine,
      El Amante, Buenos Aires, 1998,
      parte primera, pp. 19-44.
    24. Cabría aquí ampliar la
      explicación pues se trata de un fenómeno
      sumamente complejo que involucra lo sociológico, lo
      psicológico y lo estético. No lo hemos hecho
      porque su desarrollo excede los fines de este
      trabajo.
    25. A este respecto también tomamos en
      consideración lo dicho por Daney: "…asistimos al
      desarrollo de todas las retóricas del individualismo que
      pasan por la publicidad y
      que reivindican continuamente su poder. Así, el sujeto
      estético es el individuo, aquel que hay que reformatear,
      y la publicidad es el instrumento de ese reformateo." Daney,
      S.; op. cit., pág. 159; y por Ralph Miliband:
      "(…) El Estado en la actualidad manipula cada vez más
      las noticias, sobre todo en tiempos de tensión y
      crisis, lo
      cual quiere decir, en relación a la mayoría de
      los principales países capitalistas, que lo hace casi
      permanentemente; y cuanto mayor es la crisis, tanto más
      deliberada es la manipulación, los escamoteos de la
      verdad, las semiverdades y las francas mentiras." Miliband, R.;
      op. cit., p. 224.
    26. Stoppino, Mario, op. cit., pág.
      767.
    27. Giovanni Sartori, en un artículo publicado por
      Página 12 el 31-3-98, anticipa algunos contenidos
      de La sociedad teledirigida, su último libro
      editado por Taurus, en el que plantea que "…el niño
      forjado por la TV se queda en el mundo sensible y en cosas que
      se sienten, pero no puede ingresar al mundo inteligente, de las
      cosas que se entienden. El problema se plantea en
      términos de conceptos abstractos y doy ejemplos: la
      Constitución, el derecho y la igualdad no los vemos,
      pero los entendemos. Por lo tanto el video-niño, como ha recibido esta
      impresión no entiende los conceptos abstractos y no le
      interesan, produciéndose la destrucción del
      homo-sapiens a nivel de masas."
    28. De otro modo ¿cómo podría
      comprenderse la existencia de los dialectos?
    29. Sobre la "ingeniería social" , Sánchez
      Vázquez , A. op. cit. pág. 309-310.
      Respecto a la "reingeniería" en salud
      mental: De Brasi, Juan Carlos; Tránsitos,
      poéticas y políticas de la subjetividad,

      Ediciones de la Pequeña Escuela, Buenos Aires, 1997, pp.
      60-5. Sobre los efectos de "La digitalización de las
      profesiones, la
      educación y el arte": Rifkin,
      Jeremy; El fin del trabajo; Paidós, Buenos Aires,
      1996, pp. 193-8.
    30. Lyotard, J. F.; op. cit.. p. 15.
    31. Deleuze, Gilles y Guattari, Félix; Mil
      mesetas, capitalismo y esquizofrenia,
      Pre-Textos, Valencia,
      1988, cap. 13, pp. 433-482.
    32. Marí, E.; "Etica y capitalismo: El
      jardín de los senderos que se bifurcan", en Papeles
      de Filosofía II,
      p. 222.
    33. Marí, E.; El honor de la ciencia a fines
      del milenio,
      p. 1.
    34. Lipovetsky, Gilles; El crepúsculo del
      deber,
      Anagrama, Barcelona, 1994, p. 228-230.
    35. Pavlovsky, E. "¿Qué hacemos con lo que
      sabemos?’, En Lo grupal 1, Buenos Aires,
      Búsqueda, 1983, pp. 119-121.
    36. Sánchez Vázquez; op. cit.
      pág. 308.

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    Isabel Navarrete

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