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Praxis y Crítica: sobre el origen de ambos conceptos en la tesis doctoral de Marx




Enviado por Juan Daniel Videla


     

    1.
    Introducción

    3. Reinterpretación
    epicúrea de la metafísica
    atomista

    4. Filosofía como
    práctica teórica

    Notas

    1. Introducción

    Me propongo estudiar aquí el problema de la
    relación entre teoría
    y práctica tal y como aparece tratado por Marx en su
    tesis
    doctoral, Diferencia entre las filosofías de la
    naturaleza de
    Demócrito y Epicuro
    , y en los escritos preparatorios y
    notas que la acompañan.(1)

    En este trabajo
    primerizo y a menudo olvidado por la crítica
    historiográfica, el joven Marx trata el tema en
    conexión con la disolución de los sistemas de
    filosofía especulativa o teórica. Para ser
    más exactos, los escritos doctorales identifican
    teoría con la especie típica de la
    filosofía, a los que oponen, ya la práctica como
    actitud filosófica originaria de carácter pre-teórico, ya la
    crítica como forma tardía del discurso
    filosófico que augura también su disolución.
    En estos escritos la oposición teoría/praxis se
    desdobla entonces entre especulación/praxis y
    especulación/crítica.

    Marx da testimonio de las dificultades inherentes al
    tema al otorgar a cada concepto
    (teoría, especulación, práctica,
    crítica) un significado diferente, tratándolos
    asimismo en textos dispersos y desarticulados. Así, lo que
    encontramos en el trabajo de
    Marx (que no por ello deja de ser el producto
    precoz de una inteligencia
    privilegiada) es un estudio de la sucesión
    histórica de los tipos sistemático o especulativo y
    práctico de la filosofía, acompañado por
    reflexiones ocasionales sobre el intermezzo crítico que
    sucedió a la disolución del sistema
    hegeliano. En él el viejo problema de la relación
    entre teoría y práctica, que hemos heredado de los
    griegos, se convierte en una reflexión sobre los giros
    práctico y crítico de la filosofía tal como
    aparecen en distintos períodos históricos: la
    antiguedad posaristotélica y el interludio que sucede a
    la muerte de
    Hegel. Bajos
    el tema de la práctica Marx trata los socráticos
    menores –en particular Epicuro– como reacción
    a los grandes sistemas que les preceden (Demócrito,
    Platón,
    y Aristóteles). Bajo el tema de la
    crítica trata las direcciones poshegelianas de su propio
    presente histórico.

    De esta manera, los conceptos de praxis y crítica
    son subsumidos respectivamente bajo cada una de las dos grandes
    direcciones argumentativas del trabajo doctoral. Praxis sirve al
    propósito principal de la tesis: revisar la
    historiografía filosófica poshegeliana a los
    efectos de rehabilitar el tipo de filosofía
    práctica y antisistemática que Epicuro encarna.
    Crítica constituye el esfuerzo de entender –a partir
    de la experiencia antigua– la crisis
    histórica y política de comienzos
    del siglo diecinueve. Pero no obstante su desvinculación
    en el texto del
    trabajo doctoral, ambos conceptos están relacionados, en
    tanto y en cuanto ambos son propuestas alternativas a la
    filosofía de corte puramente especulativo. Marx no
    sólo redescubre la filosofía práctica de
    Epicuro oponiéndola a las tendencias especulativas que le
    precedieron, sino que, volviéndose al ocaso de la
    civilización griega, tematiza su propio presente
    histórico: el interludio crítico poshegeliano y su
    augurio del fin de la filosofía (especulativa). Así
    el redescubrimiento epicúreo de la subjetividad
    práctica, de la filosofía como sabiduría
    existencial y no como sistema
    , se vincula (aunque más
    no sea por proximidad) con la exigencia de criticar –a la
    manera de Prometeo, a quien está dedicada la tesis–
    todo dogmatismo, religioso, filosófico o político.
    A la transformación epicúrea de la subjetividad, se
    yuxtapone la exigencia poshegeliana (o feuerbachiana) de criticar
    al mundo y denunciar la futilidad de todo pensamiento
    desvinculado de su situación histórica.

    2. Autoconciencia y sabiduría: la
    praxis epicúrea en la historia de la
    filosofía griega

    Como es sabido, el propósito de la tesis doctoral
    es restablecer la reputación de las escuelas
    posaristotélicas que, como Marx nos recuerda, eran
    consideradas por la historiografía filosófica de su
    tiempo como
    "un suplemento casi inconveniente" (ein fast ungehöriger
    Nachtrag
    ), por debajo del pensamiento de sus precursores.
    Hegel, por ejemplo, les había acusado de dogmatismo, de
    haber dejado de lado el momento de la universalidad en exclusivo
    beneficio del principio subjetivo de la autoconciencia que
    aquellas habían descubierto.(2) Marx, por el contrario,
    rescata el valor de esa
    subjetividad como la expresión más fiel del origen
    histórico de la filosofía griega.
    Aristóteles constituiría ciertamente el cenit del
    ciclo o parábola de la filosofía griega, pero los
    fundamentos del pensar universalizante de los grandes sistemas
    habrían de encontrarse en un pasado más remoto que
    les es cualitativamente inconmensurable. Esa es la
    filosofía griega anterior a Platón y
    Aristóteles, en donde la subjetividad de la conciencia que el
    ideal del sabio expresa se formula como principio inmanente de la
    filosofía. Así nos dice Marx:

    "No es, además, extraordinario que
    después de las filosofías platónica y
    Aristotélica, que se dilatan hasta la totalidad,
    aparecen nuevos sistemas que no se vinculan a esas ricas formas
    del espíritu, sino que, desandando el tiempo, se vuelven
    a las escuelas más simples: las filosofías de la
    naturaleza se aproximan a la física, la escuela
    ética
    se acerca a Sócrates? Es un azar que en los estoicos
    y epicúreos (….) esos sistemas en conjunto forman la
    construcción completa de la
    autoconciencia? El carácter, en fin, por el cual el
    pensamiento griego comienza míticamente con los Siete
    Sabios, rasgo que se encarna, en efecto, como el centro de esta
    filosofía, Sócrates –su demiurgo– me
    refiero a la esencia del sabio, del
    ó, se ha afirmado
    fortuitamente en esos sistemas como la realidad de la ciencia
    verdadera?" (Tesis, 15, 22)

    En esta concepción de un desarrollo
    circular de la filosofía el origen del ciclo
    histórico es también el punto de llegada tras la
    exhaustión de los grandes sistemas. A las
    filosofías totalizantes sigue indefectiblemente una u otra
    forma antisistemática o antimetafísica porque el
    momento que les precede –el origen histórico–
    es de naturaleza puramente ética. En otras palabras: el
    origen histórico de la filosofía es también
    su principio esencial. El carácter histórico con
    que comienza la filosofía es también el rasgo
    esencial que se afirma como paradigma en
    el momento de su ocaso.

    A diferencia de los jóvenes hegelianos, que como
    se nos dice en la Ideología alemana, se nutren de
    los restos putrefactos del caput mortum del maestro, los
    socráticos menores no vacilan en olvidar a Platón y
    Aristóteles para rescatar la figura de Sócrates y,
    weiter rückblickend, volver a los
    presocráticos. Con su rechazo u olvido de la idea de
    totalidad, las escuelas posaristotélicas retornan a esa
    posibilidad pre-metafísica. Desde su lugar tardío en
    la civilización griega traen a colación la
    más antigua de las posibilidades filosóficas:
    volver el pensamiento sobre sí mismo, hacia la mismidad
    del yo.

    "Me parece que si los sistemas anteriores son
    más significativos e interesantes por el contenido, los
    posaristotélicos, y en particular el ciclo de las
    escuelas epicúrea, estoica y escéptica lo son
    más por la forma subjetiva, el carácter de la
    filosofía griega. Porque es precisamente la forma
    subjetiva, el soporte espiritual (der geistige
    Träger
    ) de los sistemas filosóficos, lo que
    hasta aquí se ha olvidado casi por completo, para
    considerar sólo sus pronunciamientos metafísicos
    (metaphysichen Bestimmungen)." (Tesis, 15-16,
    23)

    La relevancia de estas escuelas radica entonces en que
    acentúan el pensamiento en cuanto tal en detrimento del
    contenido mismo que es pensado, en detrimento de los
    pronunciamientos heredados de la metafísica precedente. El
    redescubrimiento de la subjetividad no es entonces una mera
    "reacción" en contra de la objetividad del mundo, la
    negación de lo pensado en beneficio del pensar, lo que
    Hegel había llamado "negatividad abstracta", o "libertad
    abstracta".(3) El rechazo de las doctrinas heredadas no
    sería sino la reafirmación de un principio
    originario. La sabiduría posaristotélica recuerda
    de este modo las posibilidades que precedieron a la
    invención de la metafísica y a su obsesión
    de describir los contenidos de la conciencia. Entre esas
    posibilidades olvidadas, o pasadas por alto por ser obvias,
    está la conciencia de sí, condición previa a
    toda posconstrucción metafísica.

    Pero Marx no brinda una pintura
    puramente formal de la autoconciencia, por más que esta
    sea una determinación formal del filosofar. El
    énfasis en la figura histórica de Epicuro, en el
    carácter del sabio, pone de relieve que la
    autoconciencia es inseparable de la subjetividad concreta en que
    está arraigada. Sabiduría es por sobre todo
    conocimiento
    (o autoconocimiento), pero irónicamente, la naturaleza
    misma del epicureanismo, su índole personal,
    fuerza a Marx,
    lector más sensible a las particularidades que Hegel, a
    considerar la "forma subjetiva" de la filosofía no
    sólo como una condición formal, sino también
    un presupuesto
    existencial. No se trata ya más del contenido del pensar,
    sino de la manera –sabiduría o autodominio– en que
    el pensamiento pertenece a la vida del
    filósofo.

    Conviene recordar aquí el propósito
    polémico de Marx al escribir su tesis: restablecer la
    reputación de las escuelas posaristotélicas,
    consideradas por la Geschichtesschreibung de su tiempo
    como inferiores a los grandes sistemas. En contraposición
    al carácter especulativo de estos, se ha enfatizado el
    carácter exclusivamente ético de los así
    llamados socráticos menores. No es ciertamente el caso de
    que uno no encuentre una ética en la filosofía
    sistemática. Hay sin embargo una diferencia crucial entre
    la ética como sabiduría, desvinculada de todo
    "sistema", y la ética como disciplina
    derivada de la metafísica. Este último sentido de
    la ética, se encuentra ausente en los primeros filósofos. La afirmación de
    sí como autoconciencia no es por tanto un acto
    "ético" si por ética se entiende la
    aplicación de normas
    universales en un contexto fáctico determinado –la
    subsunción de lo particular bajo lo universal. Esta es una
    concepción ulterior que supone precisamente que el sujeto
    conoce el mundo para luego conformar su conducta con los
    datos de la
    percepción. Está basada en el
    descubrimiento platónico de la contemplación
    teórica como vía de acceso racional al principio en
    que han de basarse las normas éticas. Aristóteles
    llamóle relación pros hen, según el
    primer principio.

    Por el contrario, en su sentido original, o por lo menos
    en la reconstrucción que Marx hace de él, el
    pensamiento consciente de sí y afirmado de sí
    positivamente, no en contraposición a su propio contenido
    (como Hegel había interpretado), refiere a la
    sabiduría por la cual el hombre
    conoce su lugar en el mundo, el ethos o "lugar" del
    filosofar en el cosmos. En razón de que esta
    sabiduría indica lo que el hombre es y
    cual su lugar en el mundo ella debe, por fuerza, preceder a todo
    intento determinado de conocer algo en particular. Marx reapropia
    esa idea para la filosofía
    moderna, identificando esa sabiduría con la
    condición formal del filosofar. En mi opinión, Marx
    entiende tal condición, "forma subjetiva" o "soporte
    espiritual", de los sistemas filosóficos, como el
    arché pre-metafísico que está
    presente en todo sistema aún si no está tematizado
    explícitamente. En este sentido podría decirse que
    el propósito de la tesis doctoral es demostrar cómo
    Epicuro desarrolla tal autocomprención
    explícitamente, al volver deliberadamente a la forma
    pre-especulativa de la filosofía a través de una
    reinterpretación decisiva de la física
    democrítea. Marx reivindica la consistencia de la
    explicación de Epicuro, procurando demostrar como ella
    está justificada por la orientación hacia el
    sentido original, pre-metafísico de la ética. En
    síntesis, según Marx Epicuro
    habría modificado la física demócritea para
    hacerla consistente con su idea socrática,
    pre-metafísica o pre-especulativa de la
    filosofía.

    3. Reinterpretación
    epicúrea de la metafísica
    atomista:

    Contemplemos ahora esta modificación. Tal como
    fue ya notado por los comentadores de su época, la novedad
    de la ética epicúrea (y también la
    dificultad inherente a ella) reside en el reconocimiento de un
    movimiento
    particular de los átomos –la
    declinación– que no encuentra presente en los
    escritos de Demócrito. Como bien se sabe, Demócrito
    reconoce solamente la existencia de dos movimientos del átomo, la
    caída y la repulsión, mientras que Epicuro agrega
    un tercero –la declinación de los átomos en
    el vacío. Mientras que la mayoría de los
    comentadores de Epicuro juzgan de inconsistente este agregado,
    Marx lo considera una modificación necesaria a los efectos
    de explicar la posibilidad de un movimiento libre de los
    átomos. Epicuro habría notado que solamente de este
    modo puede hacerse justicia al
    ser del átomo, que no es sólo existencia relativa
    al espacio (necesariamente dependiente de él), como la
    caída y la repulsión, sino también
    negación del espacio, precisamente lo que la idea de
    declinación como desviación u
    oposición
    expresa. Materia y
    forma (la oposición entre contenido y conciencia aludida
    en la sección anterior resurge aquí nuevamente)
    llama Marx a estos momentos, respectivamente: ser relativo y
    negación de toda relación con el espacio, esto es,
    negación de la línea recta que define y determina
    al espacio.

    "Epicuro descubrió el medio de evitar la
    necesidad, que había escapado a Demócrito.
    Él dice que el átomo …. se desvía
    levemente…. Además, si no se quisiera conceder
    esto, el átomo en tanto que su movimiento es una
    línea recta, resulta simplemente determinado por el
    espacio; posee un ser relativo que le es prescrito y una
    existencia puramente material. Pero hemos visto que un momento
    del concepto del átomo es la forma pura, la
    negación de toda relatividad, de todo vínculo con
    otro ser." (Tesis, 38,41)

    Al evitar así la necesidad ciega, Epicuro
    habría expuesto y a la vez resuelto la aporía
    central de la física atomista, esto es, la imposibilidad
    de explicar la multiplicidad fenomenal del universo a partir
    de movimientos atómicos rigurosamente necesitados. Epicuro
    habría descubierto un aspecto o determinación del
    átomo (la forma, autonomía, o ser absoluto) que se
    sigue del sistema de Demócrito, pero está
    prácticamente ausente en él. Su genialidad
    residiría precisamente en expresar esta
    determinación formal en términos materiales,
    como movimiento de desviación que niega la relación
    del átomo con el espacio. Sin la introducción de este movimiento no
    sería posible entender tanto los cambios del mundo
    visible, la contingencia del universo, cuanto la autonomía
    del sujeto, la libertad.(4) Empero, esta solución de la
    aporía no está exenta de contradicciones, toda vez
    que es el resultado de una manera dual de concebir al ser, como
    espacio material y como movimiento relativo a él, como
    autonomía del ente y relación universal con el ser,
    como necesidad (representada en el sistema de Demócrito
    por la férrea ley de la
    caída) y como contingencia (la declinación que
    Epicuro descubre). Epicuro intenta superar estas contradicciones
    haciendo la declinación mínimamente tangible. En
    tanto que movimiento, la declinación se opone al espacio,
    pero en el menor grado posible:

    "La negación inmediata de este movimiento (la
    caída) es otro movimiento, que representa también
    espacialmente la desviación de la línea
    recta
    …. Epicuro advierte muy bien la
    contradicción que yace aquí. Así busca
    representar la desviación del modo menos sensible
    que pueda. Ella no está ‘ni en un lugar cierto ni
    en un tiempo determinado’ (nec regione loci certa, nec
    tempore certo
    ), ella se produce en el más
    pequeño espacio posible." (Tesis, 36,
    43)

    Más allá de estos problemas
    particulares, Epicuro ha descubierto la ley de la subjetividad
    –abstracción de la rígida necesidad del
    mundo– haciendo de ella el principio que gobierna toda su
    filosofía. La desviación deviene así no
    sólo una categoría central de la física,
    sino también la piedra de toque de la
    ética.

    La ley que ella (la declinación) expresa
    penetra, profundamente, a través de toda la
    filosofía de Epicuro, de tal modo que, como se comprende
    de suyo, la determinación de su aparición depende
    de la esfera en que ella es aplicada…. Así como
    el átomo se libera de su existencia relativa –la
    línea recta– a medida que prescinde de ella y se
    separa de ella, así también toda la
    filosofía epicúrea se aleja del ser limitativo,
    en todo aquello en que el concepto de individualidad abstracta,
    la autonomía y la negación de todo vínculo
    con otra cosa, debe ser representada en su existencia.
    (Tesis, 37, 44-45)

    En tanto que declinación, la subjetividad es
    entonces negación de una existencia material restringida
    de la cual debe huir, abstracción de todo contenido, lucha
    por sustraerse a la necesidad que rige el mundo. (El tema
    ulterior marxista de la evasión de las necesidades
    materiales se anticipa ya en estos escritos). Sus actos son
    concebidos a imagen y
    semejanza de los de la divinidad que es la única
    verdaderamente capaz de abstraerse totalmente del ser
    material.(5)

    Pero de este modo, y de manera no del todo diferente a
    la de Hegel, la interpretación Marxista de Epicuro acaba en
    la descripción de una autoconciencia agobiada
    por sus propias contradicciones.(6) Así por ejemplo, el
    movimiento de declinación está en
    contradicción teórica con el de caída, ya
    que –strictu sensu– en un universo regido por
    la necesidad no puede haber lugar para la libertad. Asimismo, la
    ataraxia divina es un ideal inalcanzable para los hombres puesto
    que la subjetividad –el átomo– se encuentra en
    permanente rebelión contra el espacio que determina su
    ser. Sin embargo, mientras que en la opinión de Hegel las
    contradicciones del epicureanismo indican un estadío
    transitorio en la historia dialéctica
    de la conciencia(6), Marx entiende que ellas son el rasgo
    inevitable, tal vez también positivo, de una
    filosofía que se define por su rechazo de la
    especulación, tratando de reconciliar en la
    práctica
    la necesidad y la contingencia, bien que
    teóricamente estas sean irreconciliables.

    El encomio que Marx hace de la inteligente, si no
    totalmente satisfactoria, reinterpretación epicúrea
    del atomismo muestra que Marx
    está más interesado en descubrir el principio
    formal pre-metafísico que informa toda
    filosofía, representado en el sistema de Epicuro por la
    concepto de libertad como declinación atómica, que
    en establecer los principios
    según los cuales habrá de derivarse –pros
    hen
    – la ética. En la medida en que endosa la
    metafísica epicúrea, su interés es
    comprender la subjetividad en sus quehaceres mundanos, no
    construir una metafísica totalmente exenta de
    contradicciones. Así, Marx reconoce que, más
    allá de toda contradicción teórica, Epicuro
    resuelve en el sentido originario de la ética la
    relación antinómica entre libertad y contingencia.
    Epicuro debe ser juzgado precisamente por su redescubrimiento de
    la práctica, no por la consistencia de su
    metafísica. Ésta (cargada como está de
    inconsistencias) no sería entonces un sistema clauso de
    primeros principios, de los cuales han deducirse normas
    éticas, sino un intento legítimo de explicar la
    autonomía de la razón práctica, en donde el
    principio formal de la filosofía se expresa de modo
    preeminente.

    En otras palabras, para Epicuro es imposible mantenerse
    fiel a la metafísica democrítea y al mismo tiempo
    adoptar el ideal socrático de sabiduría. La
    modificación del atomismo mediante la introducción
    del movimiento de la declinación revela ese predicamento,
    así como la decisión de resolverlo en contra de
    la consistencia teórica
    , que es también una
    decisión en contra de la actitud
    puramente especulativa. En esta concepción la ética
    no es una disciplina derivada de la metafísica, sino que
    importa la actitud existencial en donde se radica la
    filosofía. La oposición entre necesidad y
    contingencia no necesita ser resuelta teóricamente. Puede
    y debe ser resuelta en la práctica.(7)

    4.
    Filosofía como práctica
    teórica:

    Una posición antiespeculativa aparece
    también en los escritos preparatorios, Bände zur
    epikureischen Philosophie
    , en donde Marx procuró
    explicitar más aún su comprensión de la
    filosofía posaristotélica. En ellos, como lo he
    indicado al comienzo de este trabajo, se da una transición
    conceptual, en donde la noción de crítica ocupa el
    lugar central que la de práctica tiene en el cuerpo de la
    disertación. Esto es, en los Tomos el giro
    práctico se predica de un nuevo sujeto temático, no
    del filósofo (o la subjetividad, o el átomo), sino
    la filosofía como tal. En lo que podríamos llamar
    el comienzo de esta transición, sin embargo, la figura de
    Epicuro no está del todo olvidada. Así, tras una
    reflexión sobre la oscilación entre lo universal y
    lo concreto,
    encarnados alternativamente por Anaxágoras y
    Platón, de una parte, por Sócrates y
    Aristóteles de la otra, Marx agrega:

    "Así como en la historia de la filosofía
    existen puntos cruciales que en sí mismos se
    concretizan, comprehenden los principios abstractos en una
    totalidad y así interrumpen el progreso lineal, existen
    también momentos en los cuales la filosofía torna
    sus ojos hacia el mundo exterior, no pensando más
    conceptualmente (nicht mehr begreifend), sino como una
    persona
    práctica, urde intrigas con el mundo, emerge del reino
    de las sombras de Amenthes, y se arroja al corazón
    de las sirenas del mundo. Este es el carnaval de la
    filosofía, sea que se cubra con disfraz de perro como el
    cínico, con prendas sacerdotales como el alejandrino, o
    con fragantes ropajes de primavera como el epicúreo."
    (Tomos, VI, 99) (8)

    Nuevamente encontramos una discusión del
    carácter cíclico de la historia de la
    filosofía, de la oscilación entre teoría y
    práctica que rompe el carácter rectilíneo de
    su desarrollo. Epicuro sirve ahora de ilustración de lo que Marx llama ahora el
    devenir mundano de la filosofía. Es este un carnaval
    (Fachnachtzeit) porque el filósofo ha dejado la
    actitud especulativa para unirse a ese desfile de máscaras
    que es el mundo. Abandona el privilegio de construir un sistema
    de filosofía para concentrar sus esfuerzos en entender el
    mundo y ser entendido en función de
    su lugar y apariencia en él. Porque eso es precisamente lo
    que ver a través de una máscara significa:
    presenciar el mundo desde una perspectiva limitada que uno ha
    escogido junto con el disfraz, constituir una
    Weltanschauung, en perjucio del anhelo quintaesencialmente
    filosófico de entender el mundo a través de actos
    cognitivos.(9)

    Este abandono de la actitud teórica no excluye
    sin embargo la desgracia de la conciencia filosófica. Tras
    haber dejado de atrás el seguro lugar de
    la teoría el pensamiento se vuelve hacia un mundo
    hostíl, cuando menos no-filosófico. La empresa
    práctica de la filosofía está siempre
    expuesta al fracaso, cae en el abismo abierto entre el
    pensamiento puramente teórico que ella misma ha rechazado
    por imposible, y el mundo, que no es todavía
    suficientemente racional:

    "Pero, a la manera de Prometeo, quien robó el
    fuego de los cielos para construir moradas en la tierra,
    volviéndose luego sin embargo un ermitaño, la
    filosofía, tras haberse dilatado sobre el mundo, se vuelve
    luego contra la apariencia de aquél. Así hace ahora
    la escuela hegeliana." Ibid.

    La dedicatoria de la tesis doctoral, sólo en
    apariencia desvinculada del texto cobra sentido. El pensamiento
    posmetafísico es pensamiento prometeico:
    Aufkläerung que causa su propio fracaso y,
    desengañada, se vuelve contra el mundo que quiere
    transformar, rechazándolo. Su desgracia nos recuerda al
    unglückliches Bewusstsein hegeliano. Pero no
    olvidemos que es este el destino de la filosofía, no del
    filósofo. A esta altura de la exposición, sin embargo, el tema
    epicúreo se ha hecho ya casi inaudible. El giro
    práctico es la única posibilidad que queda al
    pensamiento
    después de la edad de la filosofía
    total o sistemática. Así, en un lugar igualmente
    marginal, las notas (Anmerkungeng zur Doktordissertation),
    el concepto de crítica hace su irrupción,
    conviviendo momentáneamente con el de praxis:

    "Hay una ley psicológica según la cual el
    espíritu teórico, devenido libre en sí
    mismo, se transforma en energía práctica, como
    voluntad que surge del reino de las sombras de Amenthes, y se
    vuelve contra la realidad material existente en
    él…. Más la praxis de la filosofía es
    ella misma teórica. Es la crítica que mide la
    existencia individual en la esencia, la realidad particular en la
    idea. Sin embargo, esta realización inmediata de la
    filosofía está, por su esencia íntima,
    afectada de contradicciones, y esta esencia suya se configura el
    fenómeno y le imprime su sello." (Notas, 90, 67-68)
    (10)

    El origen de estas contradicciones es claro. En tanto
    que confronta al mundo con su propia idea de racionalidad, la
    crítica es praxis teórica. Al mismo tiempo,
    advierte que su vocación práctica es
    antifilosófica: ha abandonado el pensamiento puro que es
    el elemento vital de la filosofía. En otras palabras, para
    negar el mundo en el acto de la crítica la
    filosofía debe primero negarse a sí misma.
    ¿No es acaso esto el fin del filosofar en cuanto tal? Para
    Marx la filosofía padece del destino de Prometeo quien,
    procurando ayudar a los hombres, ocasiona su propia tortura. Del
    mismo modo, la filosofía es causa de su propia
    disolución:

    "Mientras la filosofía, como voluntad, se
    enfrenta con el mundo fenoménico, el sistema es rebajado
    a una totalidad abstracta, es decir, deviene un aspecto del
    mundo que se opone a otro. Su relación con el mundo es
    refleja. Animado por el impulso de realizarse entra en
    tensión contra algo distinto. La autosuficiencia
    interior y la autoperfección se quiebran. Aquello que
    era luz interior se
    convierte en llama devorante que se dirige hacia lo externo.
    Resulta así como consecuencia que el devenir
    filosofía del mundo es al mismo tiempo el devenir mundo
    de la filosofía, que su realización es a la vez
    su pérdida, que lo que ella rechaza hacia el exterior es
    su propia deficiencia interna, que precisamente en la lucha
    ella cae en los defectos que combate en su contrario, y que
    elimina tales defectos sólo cayendo en ellos."
    (Notas, 91, 68)

    Conviene recordar aquí que Marx hubo de sustituir
    la crítica filosófica por la crítica de la
    economía. Sin embargo, en los primeros escritos,
    tanto en los Bände como en las Anmerkungen, el
    agotamiento del género
    filosófico se concibe
    –aristocráticamente– como una pérdida.
    Al confrontar al mundo la filosofía se rebaja a la
    condición de mundanidad: pierde con ello su
    perfección interna. Pero también advierte que la
    razón especulativa no pertenece al mundo, es decir, que la
    vocación crítica es radicalmente
    antifilosófica. Para negar el mundo en el acto de la
    crítica, la filosofía debe primero negarse a
    sí misma.

    5. Conclusión

    Como lo he indicado varias veces más arriba, el
    hecho de que Marx no hable ya de Epicuro, sino de la
    filosofía, como voluntad que obedece una
    ley del espíritu, es señal de una importante
    mutación en su marco conceptual. Tal es el paso de una
    concepción de la práctica centrada en el sujeto
    individual hacia una concepción centrada en la economía del
    discurso. A pesar de que no deberían exagerarse las
    contradicciones del texto de Marx, no debemos perder de vista que
    esas dos concepciones emanan de distintas tradiciones y suponen
    vocabularios distintos.

    Por ejemplo, proyectada hacia las fuentes que
    invoca en los orígenes de la filosofía griega, la
    reconstrucción marxista de Epicuro puede calificarse de
    socrática o premetafísica. (Incidentalmente, Marx
    vuelve en su tesis doctoral a la figura de Sócrates al
    igual que hace el otro gran antihegeliano de su
    generación, Kiekegaard, a propósito del concepto de
    ironía). Pero, considerada en relación con su
    Wirkungsgeschichte inmediata, la interpretación
    marxista de Epicuro, es una filosofía de la conciencia
    acuñada en un molde kantiano o, mejor quizás,
    fichteano. Por el contrario, cuando Marx tematiza el concepto de
    crítica, trasciende las categorías de la conciencia
    individual para trazar las líneas de una gran narrativa no
    del todo exenta de influencias hegelianas: la narrativa del
    devenir mundo y la disolución de la
    filosofía:

    "Quien no se da cuenta de esta necesidad
    histórica, debería consecuentemente negar que los
    hombres sean del todo capaces de vivir después de una
    filosofía total…. Sin esta necesidad es imposible
    entender cómo pueden ver la luz, después de
    Aristóteles, un Zenón, un Epicuro, aún un
    Sexto Empírico, después de Hegel, nuevas intentos
    filosóficos en su mayor medida miserables y sin
    asidero." (Tomos, VI, 100)

    Como Epicuro después de Aristóteles, los
    nuevos filósofos después de Hegel. Pars pro
    toto
    la tesis doctoral esboza una filosofía de la
    historia, que vuelve a Hegel contra sí mismo para explicar
    la necesidad histórica del giro antiespeculativo
    poshegeliano.

    La diferencia entre ambos vocabularios es tal vez la
    razón por la cual Marx relega su reflexión sobre el
    concepto de crítica a los escritos preparatorios, los
    Tomos de filosofía epicúrea y las
    Notas que enmarcan el texto de la tesis doctoral.
    Informada ya por una narrativa-maestra cuasi-hegeliana la
    noción de crítica no pudo encontrar un lugar
    sistemático en la tesis, sino sólo en sus
    márgenes. Por el contrario, praxis es el eje central de la
    interpretación de la filosofía de Epicuro, bien que
    el término es usado con una intención que no es
    incompatible con la introducción del concepto de
    crítica.

    En conclusión, la tesis doctoral reúne la
    celebración explícita del renacer epicúreo
    de la filosofía (en su versión
    antimetafísica) con el anuncio del eclipse del sujeto en
    el momento crucial de la disolución de la
    filosofía. La ambivalencia de Marx ante ambas tradiciones
    no es difícil de entender sino uno considera que el
    concepto de praxis, con su radicalidad antimetafísica,
    supone el de subjetividad, mientras que el concepto de
    crítica, con su radicalidad antisubjetiva, reclama una
    mínima dosis de especulación, metafísica, o
    teoría. Prometeo es Aufklärung. Esta
    ambivalencia sigue caracterizando hasta hoy a la
    filosofía.

    Notas

    * La primer versión de este trabajo fue
    escrita en 1996 durante mi pasantía en la Technische
    Universität Dresden, Alemania, como
    doctorando visitante de la New School for Social Research, de
    Nueva York, EEUU, y bajo el patrocinio del DAAD. Agradezco a las
    autoridades de ambas universidades, en particular a la Dra.
    Elizabeth Brewer, ex-decana de la New School, por los esfuerzos
    de coordinación del intercambio
    académico. También agradezco a mi profesora de la
    misma casa de altos estudios, Agnes Heller, por haber dirigido mi
    atención hacia la tesis doctoral de
    Marx.

    (1) Las citas en castellano
    provienen de Marx, Karl: Tesis doctoral. Diferencia entre la
    filosofía de la naturaleza de Demócrito y
    Epicuro
    , Méjico, Premiá, 1987. Tras la
    página de la traducción española se indica
    aquella de la MEGA, Erste Abteilung, Band I,
    Berlin, Deustche Verlag, 1975.

    (2) "Das Denken des Kriteriums, des einen Prinzips, als
    in seiner unmittelbaren Wirlichkeit, ist das Subjekt in sich;
    Denken un das Denkende hängt unmittelbar zusammen. Das
    Prinzip dieser Philosophie ist nicht objektiv, sonder dogmatisch,
    bruht auf dem Triebe des Selbsbewusstseins, sich zu
    befriedigen…. Die dogmatische Philosophie ist die, welche ein
    bestimmtes Prinzip, Kriterium, aufstellt, und nur ein solches
    Prinzip. Jene drei Prinzipien sind nun notwendig: 1. Das Prinzip
    des Denkens, das der Allgemenheit selbst, so jedoch, das es in
    sich bestimmt sei; das Denken ist das Kriterium der Wahrheit, das
    Bestimmende. 2. Das Andere gegen das Denken ist das Bestimmte als
    solches, das Prinzip der Einzelheit, die Empfindung
    überhaupt, Wahrnemmung, Anschauung. Dies sind die Prinzipien
    der stoichen und epikureischen Philosophie. Diese beide
    Prinzipien sind einseitig, wurden, als positiv,
    Verstandnisswissenschaften…. Außer Stozismus und
    Epikureismus stheht als drittes der Skeptizismus da, die Negation
    dieser beiden Einseitigkeiten". Hegel, W.: Vorlesungen
    über die Geschichte der Philosophie
    , II. Suhrkamp, 1986.
    pp. 251-254. Cfr. also: Phänomenologie des Geistes,
    pp. 137 and ff.

    (3) Hegel, Vorlesungen, cit.(4) "Por eso afirma
    con razón Lucrecio que la desviación quiebra las
    fati foedera (los pactos del destino), y como el aplica en
    seguida esto a la autoconciencia, se puede decir del átomo
    que la desviación (declinación) es ese algo en su
    interior que puede luchar y resistir." (Tesis, 42, 36)(5)
    En este último aspecto, la libertad del hombre tiende
    hacia a la actitud de los dioses, quienes en total calma
    teórica ignoran el mundo. "De igual modo, el fin de la
    acción
    es la prescindencia, la fuga ante el dolor y la angustia, la
    ataraxia. Por tanto el bien consiste en el alejamiento del mal, y
    el placer en la exclusión de las penas. Finalmente,
    allá donde la individualidad abstracta aparece en su
    suprema libertad y autonomía, en su totalidad, el ser de
    que se separa es lógicamente todo ser, y por eso
    los dioses evitan el mundo y son reverenciados no por su
    interés sino por su belleza, su majestad y su excelsa
    naturaleza." (Tesis, 45, 37) Pero, y aquí Epicuro
    no vacila en contradecirse una vez más, la evasión
    sólo para los dioses es algo absoluto. Para los hombres,
    por el contrario, debe ser expresada, positivamente, como una
    relación del individuo. La
    libertad vis-á-vis el mundo, sólo puede ser
    una ilusión de la conciencia abstracta.

    (6) Hegel, Phänomenologie des Geistes,
    Suhrkamp, 1989, pp. 155-163.

    (7) Finalmente, y en la medida en que esta
    filosofía permanece fiel a su carácter
    teórico, o desarrolla una investigación científica, se vuelve
    ella mima prágmatica, como es particularmente evidente, en
    lo que Marx llama la "dispar" energía y praxis
    científica de Demócrito y Epicuro, el uno buscando
    interpelar el mundo fenoménico hasta alcanzar sus causas
    última, el otro quedándose satisfecho con cualquier
    explicación capaz de aplacar su curiosidad. "El que juzga
    el mundo sensible como apariencia subjetiva se dedica a la
    ciencia
    empírica de la naturaleza, y a los conocimientos positivos
    y representa la inquietud de la observación que experimenta. El otro, que
    tiene por real el mundo fenoménico, rechaza el empirismo; la
    calma del pensamiento que halla su satisfacción en
    sí misma, la autonomía que extrae u saber ex
    principio interno, están encarnadas en él."
    (Tesis, 34, 31)

    (8) También en la MEGA. Todas las citas
    provenientes de los Tomos son traducción
    mía.

    (9) Nótese que es la distinción
    heurística entre forma subjetiva y contenido lo permite a
    Marx hacer justicia a la originalidad del pensamiento
    posmetafísico de un Epicuro. Solamente desde este punto de
    vista metodológico el "carnaval" de la filosofía se
    revela como el momento en que el pensamiento se reconcilia con la
    subjetividad concreta que hasta ese punto ha sido su presupuesto
    inadvertido.

    Esta subjetividad, sin embargo, no es el yo
    psicológico del filósofo. Marx hace esta
    aclaración en la Notas, refiriéndose a Hegel: "Es
    concebible que un filósofo cometa tal o cual aparente
    inconsecuencia en favor de esta o aquella concordancia y
    aún pueda tener conciencia de ello. Pero de lo que no
    tiene conciencia es de que la posibilidad de esa aparente
    concordia tenga su raíz más profunda en una
    insuficiencia o en un enunciado insuficiente de su principio. Si
    un filósofo hubiera realmente aceptado un compromiso,
    deben los discípulos explicar en base al íntimo
    y esencial contenido de su conciencia
    lo que para él
    mismo revestía forma de conciencia exotérica. De
    este modo lo que aparece como progreso de la conciencia moral
    (Gewissen) es al mismo tiempo un progreso del saber
    (Wissen). No se sospecha de la conciencia moral particular
    del filósofo sino que se construye la forma esencial de su
    conciencia (Bewusstsein), elevada a figura y significado
    determinados y a la vez superada. (Notas, 90,
    67)

    En otras palabras, el historiador de la filosofía
    debe construir el punto de vista implícito que da a cada
    filosofía su carácter peculiar
    –metafísico, o posmetafísico. Él debe
    alcanzar la autocomprención esencial de cada sistema, sea
    que en él la forma subjetiva ha tomado precedencia, y
    explicar, a partir de este hecho, las contradicciones del
    sistema. En el caso de Epicuro, deben explicar las discrepancias
    entre la tesis físicas, el pragmatismo
    científico, el intento casi improbable de asimilar y
    transformar la doctrina de Demócrito.

    (10) Las citas de las Notas provienen de la
    selección publicada como apéndice a
    la traducción de la tesis citada en nota

    Este texto se encuentra bajo licencia Creative
    Commons

    Juan Daniel Videla (*)

    (*) Universidad
    Nacional de San Juan / New School for Social Research, Nueva
    York.

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