- La protesta en el
interior del país - Algunas reflexiones a
modo de conclusión - Bibliografía
- Notas
- Fuentes
*Con la colaboración de Pablo Lapegna y Ana M.
Weinstock (1).
Durante la década que va de 1991 a 2001, la
mayoría de las regiones de la Argentina registró
una fuerte expansión de la conflictividad social. A los
reclamos históricos de un "interior" postergado en la
etapa "modernizadora" se sumaban las nuevas demandas originadas
por la aplicación de las políticas
neoliberales que restringían y anulaban derechos sociales de la
población. Con algunas excepciones, que
veremos más adelante, las protestas se originaron por la
pérdida de derechos sociales activada por las
políticas de corte neoliberal.
En efecto, el rasgo más significativo de la
protesta de los noventa fue el tipo de reclamo que la
caracterizó. Las demandas de las miles de protestas
sociales registradas en la década están fuertemente
orientadas a preservar derechos sociales adquiridos durante el
siglo XX (condiciones de trabajo,
salarios dignos,
educación
pública, etc.), preservar pequeños patrimonios
familiares (como en los casos de pequeños y medianos
empresarios agrarios o industriales amenazados por las deudas),
demandar un ingreso mínimo frente a la pérdida del
trabajo remunerado (la lucha de los desocupados),
etcétera. En general son protestas de "defensa" y
"preservación" frente al avance de las políticas
"expropiatorias" del neoliberalismo, y en muy pocas ocasiones estas
acciones
colectivas estuvieron relacionadas con la expansión de
nuevos derechos o con la conquista de nuevos espacios
políticos o ciudadanos.
Para mostrar algunos aspectos de la protesta de la
década en el interior del país tomaremos el
año 1999, para el que contamos con un mapa completo de las
distintas regiones (respecto del resto de la década
contamos con una base de datos
por muestreos regionales, ver Giarracca, 2001). La base, con
registros de
periódicos provinciales, se construyó tomando dos
criterios: que las acciones las desarrollaran sujetos agrarios
(campesinos, agricultores en general, trabajadores agrarios o
agroindustriales) en cualquier territorio del país
incluida la Ciudad de Buenos Aires; y
acciones de protesta de otros sujetos sociales en territorios de
bajo nivel de urbanización, hasta las llamadas ciudades
intermedias. Este último criterio se tomó sobre el
supuesto de que en tales ciudades la influencia de las crisis de los
sectores agrarios y extractivos tuvo consecuencias sociales de
gran consideración. Estas pequeñas ciudades,
además, desarrollaron muchos aspectos que las acercan a la
"nueva ruralidad". Son asentamientos de productores y mano de
obra agraria, sus servicios
están dirigidos al campo, etcétera.
La protesta de 1999, de carácter agrorrural, se enmarca en la
protesta nacional de toda la década y forma parte de lo
que conceptualizamos como un "ciclo de protesta" (Tarrow, 1997)
que finaliza con los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre en
la Ciudad de Buenos Aires. Desde allí comienza, a nuestro
juicio, otra etapa, donde la Ciudad de Buenos Aires y el Gran
Buenos Aires son los territorios que juegan como centros de
atención mientras que el interior entra en
un período de transición. Tanto las nuevas
condiciones de producción por la devaluación, como los nuevos discursos y
prácticas políticas generados a partir del 19 y 20
de diciembre, sitúan al interior en forma diferenciada, y
por ahora sólo pueden arriesgarse hipótesis al respecto.
Durante toda la década el país estuvo
atravesado por una serie de protestas sociales dirigidas
básicamente al Estado en sus
manifestaciones nacionales, provinciales y municipales.
Recordemos que a partir de 1991 se había puesto en marcha
el Plan de
Convertibilidad que ataba el peso nacional al dólar y que
fue acompañado por la desregulación total de la
economía,
un proceso muy
amplio de privatizaciones de las empresas
públicas de servicios y de extracción de petróleo, y un fuerte proceso de
flexibilización de las condiciones de trabajo. Si bien las
protestas se hacen sistemáticas y se tornan de rutina en
el interior, todo el territorio nacional es el gran escenario, y
la ciudad capital
presencia protestas propias y recibe las ajenas como el lugar
significado por el poder estatal
de la Nación.
Haremos una rápida caracterización de la
protesta nacional de la década en base a los datos generados
por la Consultora de Investigación
Social Independiente (CISI) que registró todo el
período. De esos datos podemos concluir que la cantidad de
"expresiones de conflictos"
registrada durante toda la década sobrepasó los
1.000 anuales.
En efecto, estos datos demuestran que de 1.004 casos en
1991 se pasó al pico máximo de la década,
2.121, en 1995 (año de la reelección de Carlos
Menem), siendo
1996 el año de registro
más bajo, y luego se dibuja una curva ascendente hasta
trepar cerca de 2.000 expresiones de protesta en los
últimos años de la década. El informe nos dice
que estos conflictos comenzaron con un gran peso de los gremios y
sindicatos y
luego fueron virando a actores sociales no agremiados ("vecinos",
"desocupados", etc.). Las "huelgas" fueron acotadas aunque con
paros generales más largos (pasaron de 24 a 48 hs). De las
grandes movilizaciones se pasó a la toma de calles,
puentes, rutas, caravanas de protesta, y en la década
aparecieron las nuevas "formas de protesta" como "escraches",
"encadenamientos" y "actos simbólicos". En términos
gremiales, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) aparece
después de 1996 como un actor importante, y el conflicto se
desplaza, siempre en términos cuantitativos, del Gran
Buenos Aires y Córdoba a la Capital Federal y Jujuy. Un
aspecto importante del trabajo del CISI es que más del 90%
de las "expresiones de conflictos" tuvo un carácter
pacífico y, además, que el 93% no registra ninguna
respuesta del demandado (Gonda, 2000).
LA PROTESTA EN EL INTERIOR
DEL PAÍS
El interior del país sufrió las
consecuencias de la política de corte
neoliberal muy tempranamente. Pueblos enteros vieron cómo
sus pobladores se quedaban sin trabajo por las privatizaciones de
la empresa
petrolera (Yacimientos Petrolíferos Fiscales). Las nuevas
condiciones para la agricultura
deshabilitaban la integración de la pequeña y mediana
explotación agraria que había caracterizado a la
agricultura argentina durante todo el siglo XX.
Desaparecían pequeños productores, los medianos se
endeudaban y corrían el riesgo de perder
sus tierras, se cambiaba el paisaje agrario dando lugar a la
producción de soja en gran
escala con la
introducción de las semillas
transgénicas y la técnica de "siembra directa".
Comienza para el campo argentino el período en que las
decisiones de producción, de las opciones
tecnológicas (y por tanto los problemas de
sustentabilidad y cuidado de los recursos
naturales) y las divisas de
exportación quedan en manos de las grandes
transnacionales como Monsanto, Novartis, etc. (ver Teubal y
Rodríguez, 2002).
Estas imágenes
agrarias de pequeños y medianos productores arrinconados,
campesinos expulsados por nuevos inversores, trabajadores rurales
y semi-urbanos de pequeños poblados desocupados,
coexistían con los problemas derivados del cambio de
funciones del
Estado nacional y el traspaso de la educación, la
salud, etc. a la
responsabilidad provincial o municipal. En efecto,
los problemas de la educación pública, los bajos
salarios pagados a los maestros, el deterioro de los presupuestos
para la salud y el mantenimiento
de las infraestructuras de caminos y puentes se agravaron, y
llevaron a los poblados y pequeñas ciudades del interior a
situaciones desconocidas por las actuales generaciones. El
problemas de las inundaciones en la región agraria
más rica del país completó el panorama
(véase Le Monde Diplomatique, 2001). En el interior,
mientras comenzaba el incremento de la producción de
cereales en todas las regiones -sobre todo la soja- reemplazando
a cultivos tradicionales como las hortalizas o el algodón
en manos de pequeñas y medianas explotaciones, la
población empezaba a sentir las peores consecuencias del
modelo
neoliberal por un lado y por otro las exigencias de las
transnacionales de convertir al país en un país
monoproductor de soja a gran escala.
Las respuestas fueron múltiples, incluyendo
formas de adaptación a las nuevas condiciones, la toma de
préstamos para "ampliar escalas de producción", la
pluriactividad, nuevas formas de cooperativas,
los pequeños "pool de siembra", etcétera. Pero
paralelamente a esto los distintos sectores comenzaron a
manifestarse en el espacio público en una clara
expresión de rechazo a esta difusa y compleja
política. Así, después de paros y marchas
regionales, en 1993 los pequeños y medianos productores de
todo el país marcharon hacia la Ciudad de Buenos Aires
mostrando el estado en
que estaba el campo que los tenía como sujetos sociales de
importancia. Un año después estos sectores vuelven
a marchar con todo el interior en lo que se conoció como
la Marcha Federal.
Un momento muy importante para la protesta agrorrural
fue la aparición de las Mujeres Agropecuarias en Lucha en
1995, dando la pelea para no perder sus tierras hipotecadas por
deudas contraídas algunos años atrás. La
metodología de lucha fue simple: cantar el
himno nacional, rezar, impedir que el acto judicial se llevara a
cabo. Pararon en estos años alrededor de 500 remates, y se
expandieron por todo el país. Fueron las primeras en
instalar el problema del sector financiero en el país, y
en los primeros años lograron simpatías de muchos
sectores pero poca repercusión en los gremios de los
pequeños y medianos productores como es la
Federación Agraria (2).
En efecto, mientras los pequeños y medianos
agricultores comenzaban a darse cuenta de que no tenían
salida y de que no era una cuestión sólo de ellos y
de sus familias, las viejas corporaciones del agro intentaban de
una u otra forma mostrar que se trataba de una nueva
"modernización" que requería un aumento en la
escala de producción y "un esfuerzo" de los agricultores.
La situación derivó en que en la Federación
Agraria surgiera una corriente interna, Chacareros Federados,
más cercana a las Mujeres Agropecuarias en Lucha que a la
conducción de la Federación misma. Por otro lado,
las grandes corporaciones, como la Sociedad Rural
Argentina, entraron en los procesos de
privatización de puertos y ferrocarriles
como socios privilegiados del modelo.
En 1996 se realizó el primer "corte de ruta" en
la provincia sureña de Neuquén, en las localidades
de Cutral-Có y Plaza Huincul, lugar donde YPF había
reducido su planta debido al proceso de privatizaciones. Los
cortes de ruta se repitieron en 1997, cuando matan a la joven
Teresa Rodríguez, de 24 años. De este conflicto
derivan la protesta docente de carácter nacional conocida
como "Carpa Blanca" y los cortes de ruta en las localidades de
Tartagal y General Moscón, en la provincia norteña
de Salta. Las luchas de estas localidades tienen un sentido muy
similar a las del sur, pero se les suman otros actores sociales
-trabajadores estatales, poblaciones indígenas,
trabajadores rurales, etc.- y son mucho más extendidas en
el tiempo. En
efecto, hubo cortes de ruta en Salta en 1997, 1999, 2000, 2001 y
2002. En noviembre de 2000 los policías mataron al obrero
desocupado Aníbal Verón y en 2001 murieron otras
dos personas. Los desocupados obtienen planes sociales de bajos
montos con los que comienzan proyectos de tipo
productivos comunitarios, sin abandonar la lucha hasta el
día de hoy.
Los años de elecciones nacionales fueron momentos
de recrudecimientos de las protestas en general: 1995, con la
reelección de Carlos Menem, fue un año pico de
protestas nacionales. En octubre de 1999 hubo nuevamente
elecciones presidenciales y durante todo el año se
registra un gran número de protestas. Las conceptualizadas
como "agrorrurales" suman alrededor de 600 (3). El marco general
que desarrollamos en estas páginas permite comprender la
diversidad de actores que se reconocen en las protestas de 1999
(Cuadro 1). En efecto, podemos observar que aún cuando los
productores agrarios protagonizaron la tercera parte de las
acciones, se registraron desocupados, vecinos y habitantes y
aborígenes junto con los trabajadores rurales y
agroindustriales.
Cuadro 1
Protestas agrorrurales según sujeto de la acción
en Argentina – 1999
Fuente: banco de datos
del Grupo de
Estudios Rurales.
Consecuente con esta diversidad de actores es la
diversidad en los repertorios de protesta (Cuadro 2). Podemos
observar que junto a las clásicas movilizaciones o paros
agrarios (el de julio de ese año fue muy importante),
encontramos cortes de rutas/calles/puentes, ocupación de
espacios públicos o edificios, paros de remate. Los cortes
de ruta forman parte del repertorio de acciones del interior del
país. Fueron utilizados en la gran protesta de los
chacareros en 1912, conocida como Grito de Alcorta, y fueron
acciones habituales de las Ligas Agrarias que en la década
del setenta movilizaron a campesinos y chacareros.
Cuadro 2
Protestas agrorrurales según formas de acción en
Argentina – 1999
Fuente: banco de datos del Grupo de
Estudios Rurales.
Es interesante comprobar que cuando cruzamos "sujetos de
la acción" con "formas de la acción" observamos que
cada sujeto utiliza un amplio repertorio de acciones, tanto las
que forman parte de sus tradiciones de lucha (acciones modulares)
como las nuevas formas aparecidas en los últimos tiempos.
Así, por ejemplo, vemos que los productores agrarios
utilizan el paro o las
movilizaciones pero también los cortes de ruta/calles
/puentes que aparecen asociados a los desocupados (Cuadro 3). Los
aborígenes están más acostumbrados a
presentar sus reclamos por escrito pero también han
realizado marchas y cortes de ruta (Cuadro 7).
Cuadro 3
Protestas agrorrurales de productores agrarios según forma
de acción en Argentina – 1999
Fuente: banco de datos del Grupo de
Estudios Rurales.
Cuadro 4
Protestas agrorrurales de productores agrarios según tipo
de reclamo en Argentina – 1999
Fuente: banco de datos del Grupo de
Estudios Rurales.
Cuadro 5
Protestas agrorrurales de trabajadores agrarios y
agroindustriales según forma de acción en Argentina
– 1999
Fuente: banco de datos del Grupo de
Estudios Rurales.
Cuadro 6
Protestas agrorrurales de trabajadores rurales y agroindustriales
según tipo de reclamo en Argentina – 1999
Fuente: banco de datos del Grupo de
Estudios Rurales.
Cuadro 7
Protestas agrorrurales de aborígenes según forma de
acción en Argentina – 1999
Fuente: banco de datos del Grupo de
Estudios Rurales.
Cuadro 8
Protestas agrorrurales aborígenes según tipo de
reclamo en Argentina – 1999
Fuente: banco de datos del Grupo de
Estudios Rurales.
Encontramos una clara diferenciación en el tipo
de reclamo: los productores agrarios se concentran en aquellos
que se basan en políticas económicas y defensas de
las economías regionales, mientras que los
aborígenes se concentran en la búsqueda de sus
derechos y la lucha por la tierra
(Cuadros 4 y 8). Los cortes de rutas y otros espacios
públicos concentran casi la mitad de las formas de
protesta de los trabajadores agrarios y agroindustriales, quienes
además piden por salarios y condiciones de trabajo
(Cuadros 5 y 6).
La lucha por la tierra fue un
reclamo que atravesó no sólo el año en
estudio sino toda la década. Pero en esta Argentina
agraria heterogénea la tierra contiene un sentido
polisémico: tiene diversos significados para los distintos
actores sociales. La tierra es un aspecto esencial de sus
cosmovisiones para las poblaciones indígenas mapuches o
kollas, por ejemplo. El mapuche y el kolla se sienten
pertenecientes a la tierra, y piden básicamente una
reparación histórica a través de las
leyes de
recuperación de campos que pertenecieron a sus ancestros.
Para los campesinos, por ejemplo para el Movimiento
Campesino
Santiagueño, la tierra forma parte de sus herramientas
básicas de trabajo, y luchan por acceder a ella. Mientras
tanto, las Mujeres Agropecuarias en Lucha, que accedieron a la
tierra por herencia de sus
padres o abuelos, generalmente colonos europeos, sus campos
significan patrimonios familiares, y luchan por no perderlos.
Podríamos agregar a esta polisemia que para el
terrateniente la tierra es una mercancía como cualquier
otra.
La lucha por la tierra se combinó en estos
espacios agrorrurales de la Argentina con la lucha por el trabajo, la
vivienda, la salud, derechos adquiridos en los procesos
democratizadores del siglo XX y en riesgo de perderse hacia el
final de éste. Cuando la ciudadanía está en peligro, la
protesta va en aumento.
Por último querría señalar una
protesta de la década que a mi modo de ver tuvo contenidos
y formatos semejantes a las nuevas protestas que se dan a partir
de 2001. Se trata de la lucha por la recuperación de la
empresa de
aguas y servicios de cloacas de Tucumán, privatizada en
1995. Cuando el consorcio francés-español
Aguas del Aconquija se hizo cargo, la gente de los poblados del
Sur de Tucumán comenzó a manifestarse contra la
privatización por considerarla un acto corrupto más
del gobierno
provincial, y decididamente no aceptó el aumento de las
tarifas. Tuvieron como herramienta fundamental la desobediencia
civil, instrumentando el ‘no pago’ de los servicios a
la transnacional. Lograron en 1998 la retirada de la empresa, y
en estos días la protesta aún atrae la
atención internacional (véase el largo
artículo que le dedicó el New York Times de este
año) (Giarracca y Del Pozo, 2002).
ALGUNAS REFLEXIONES A MODO DE
CONCLUSIÓN
La década que va de 1991 a 2001 se
caracterizó por una fuerte protesta social entendida como
irrupciones conflictivas, que se inscriben en el espacio
público a partir de demandas concretas y que necesitan de
la acción y del discurso para
adquirir visibilidad. La protesta necesita de una
constelación de actores: los que intervienen, aquél
a quien se demanda, y
terceros que intervienen a favor o en contra. Los medios de
comunicación juegan un papel de mucha importancia,
tanto como actor interviniente que permite visibilidad como
articulando a los otros actores (Giarracca y colaboradores,
2001).
La protesta de la década tiene como
característica importante el peso de los actores del
interior del país, el viraje de los actores de tipo
gremial a los de tipo social, la naturaleza
pacífica de los sujetos de la acción, y el
incremento constante de la respuesta de las fuerzas policiales,
que termina en el fatal diciembre de 2001 (4).
Nosotros solemos enunciar que la protesta de la
década "finaliza en un comienzo", marcando de este modo el
carácter de acontecimiento del 19 y 20 de diciembre. No
podríamos comprender lo que ocurrió en tal fecha si
no tomamos en cuenta la década precedente. No obstante, lo
que aconteció en diciembre sólo guarda un "parecido
de familia" con
las protestas anteriores. Con esto queremos sostener que nada ni
nadie podía predecir que tal acontecimiento pudiera
ocurrir en base a los sucesos y protestas de la década. Lo
que aconteció el 19 y 20 tiene un carácter
singular: se configura como una acción colectiva
particular, que es la desobediencia civil al estado de sitio, y
por otro lado, o tal vez por ello mismo, abrió un espacio
en el que se produjo una falla en el proceso de
representación.
Aunque inmediatamente la mayoría de los actores
sociales conocidos intentó reconstruir la inconsistencia,
volver a la representación, el acontecimiento marca un antes y
un después, y muy poco podemos decir hoy acerca de
él.
El interior se ubicó más como expectante
que como activo miembro del acontecimiento. Sacando algunas
capitales de provincia como Córdoba y Neuquén,
pocas fueron las manifestaciones del interior, o por lo menos no
tuvieron la misma visibilidad y fuerza que las
de la ciudad capital y Buenos Aires. La demanda "que se vayan
todos, que no quede ni uno sólo", arriesgamos, tiene un
sentido distinto para el centro del acontecimiento y para los
"márgenes del castillo" (Colombo, 2002). En sociedades
donde la gente se conoce mucho más que en un partido del
Gran Buenos Aires, el repudio directo a la clase
política y al sistema de
representación se complica, considerando que la reproducción material de sus habitantes se
inscribe en una fuerte dependencia con respecto a los planes
sociales y las redes de clientelismo de los
punteros políticos, no sólo de intendentes y
gobernadores sino de diputados provinciales y
nacionales.
Se abre así un gran desafío para quienes
seguimos las protestas del interior: abordar en qué medida
y con qué sentidos las provincias experimentaron esos
acontecimientos. Esto tiene mucha importancia para lo que
seguirá ocurriendo (5).
Las acciones de protesta en 2002, según el CISI,
se incrementaron a niveles mayores a los registrados en la
década. También aparecieron nuevos modos de
representación social y política, como las
asambleas vecinales, y adquirieron mayor relevancia algunas de
las organizaciones de
piqueteros (la Coordinadora Anibal Verón). El gran
debate del
año giró alrededor del Estado, sus poderes, los
partidos
políticos como herramientas posibles para esa nueva
política. La tensión que genera la
participación o no en el proceso electoral que se
abrió es una muestra cabal de
esto. Los partidos políticos, la CTA, los movimientos
sociales ligados a los primeros, sostienen posiciones que van
siempre en la dirección de las elecciones: desde el
llamado a una Asamblea General Constituyente hasta la simple
participación con "el mejor candidato posible".
Simultáneamente, otros movimientos sociales, como la
Coordinadora Aníbal Verón, algunas asambleas y
muchas pequeñas organizaciones ligadas a la protesta
antiglobalización (Intergaláctika, por ejemplo),
sostienen posiciones de radicalidad política al margen del
sistema de representación.
En síntesis,
desde 2002 surgen nuevas configuraciones sociales, nuevas formas
de pensar la política en rupturas impensables hace
sólo unos años atrás. El desafío,
para nosotros, es pensar cómo se traducen estas novedades
del centro del país en los distintos territorios del
interior con sus propias historias de lucha y sus propias
tradiciones políticas.
- Colombo, Ariel (2002) Estas rebeliones.
- Giarracca, Norma y colaboradores (2001) La protesta
social en la Argentina. Transformaciones económicas y
crisis social en el interior del país (Buenos Aires:
Alianza Editorial). - Giarracca, Norma y Miguel Teubal (2001) "Crisis and
Agrarian protest in Argentina. The Movimiento de Mujeres
Agropecuarias en Lucha", en Latin American Perspectives
(EE.UU.: Sage Publications) Vol. 28, Nº 6. - Giarracca N. y Del Pozo, N. (2002) "To make
water…Water privatization and social Protest in
Tucumán, Argentina", in Barnnett, Viviene et al.
Swimming Against The Current: Integrated water resource
management and gender in Latin America (EE.UU.), en prensa. - Gonda, Alejandro (2000) El Conflicto Social dentro
del plan de convertibilidad. Argentina 1991-2001 (CISI)
Informe. - Tarrow, Sidney (1997) El poder en movimiento. Los
movimientos sociales, la acción colectiva y la
política (Madrid:
Alianza Universidad). - Teubal Miguel y Javier Rodríguez (2002) Agro y
alimentación en la
globalización. Una perspectiva crítica (Buenos Aires: La
Colmena).
- CISI Consultora de Investigaciones
Sociales Independientes. - Banco de Datos del Grupo de Estudios Rurales.
Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad de Buenos Aires
(UBA) - Le Monde Diplomatique 2001 (Buenos Aires) Año
III, Nº 30, diciembre. El país empantanado. New
York Times 2002 (New York) 26 de agosto.
1. Miembros del Grupo de Estudios Rurales, Instituto
Gino Germani, UBA. Ayudantes de investigación en el proyecto
"Violencia y
Ciudadanía" que compara las protestas agrorrurales de
Argentina, Chile, Brasil y Uruguay para
1999. Los datos presentados en este trabajo fueron generados en
el marco de dicha investigación.
2. Estos argumentos sobre la escala de producción
pueden encontrarse explicitados hasta el cansancio en los
suplementos rurales de los principales diarios capitalinos. Hasta
el día de hoy no resulta fácil oponerse a ellos por
lo que significó la idea de progreso agropecuario en la
sociedad argentina. Sin embargo, la tecnología adoptada
es importada de países cuyos promedios de superficie de
las unidades de explotación son varias veces menores a los
del país. Pero el dispositivo comunicacional
funcionó por muchos años, y una vez más son
mujeres las que vinieron a cuestionar aquello instalado en el
sentido común.
3. Nuestras cifras no son comparable con las que otorga
el CISI por razones metodológicas. La consultora toma como
unidad de análisis "formas de acción",
independientemente de los "sujetos de la acción". Nosotros
tomamos "sujetos", y si se trata de un mismo sujeto, aún
cuando desarrolle varias formas de acción, lo
contabilizamos como un registro. El gran valor de
contar con los datos de CISI se basa en la permanencia del
registro en el tiempo y la compatibilidad de las
conceptualizaciones.
4. Recordemos que de casos aislados de muertos por la
represión en Neuquén y Tierra del Fuego se pasa a
un incremento constante y sostenido durante el gobierno de la
Alianza, comenzando a los pocos días de asumir con la
represión en Corrientes, hasta la masacre del 19 y 20 de
diciembre.
5. En la última semana de setiembre una
manifestación multitudinaria en Tucumán
levantó la consigna "que se vayan todos". Semanas
después se llevó a cabo otra en Jujuy que
despertó una fuerte represión.
Este texto se
encuentra bajo licencia Creative Commons
Norma Giarracca (**)
(**) Profesora-investigadora del
Instituto Gino Germani, Coordinadora del Grupo de Estudios
Rurales, Universidad de Buenos Aires. Coordinadora durante 1997 y
2002 del Grupo de Trabajo de Desarrollo
Rural de CLACSO.