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Sociología argentina – De la fundación de la nación a la sociología de la pobreza y a la sociedad de la información


      

    I.

    La Sociología en la Argentina al igual que la
    constitución de la política se presenta
    con una historia de
    fundaciones y re fundaciones, y no es para menos ya que
    está en tela de juicio la identidad no sólo
    de un conocimiento
    sino de los criterios que hacen y que hicieron a la
    proyección de la enseñanza, de la ubicación de las
    ideas en la Argentina y de la continuidad con una actitud
    crítica
    hacia lo dado como natural y a veces con interpretaciones
    sesgadas que confluyeron a lo incierto. De manera que el simple
    hecho de cuestionar qué no es y qué es lo argentino
    es controversial de la misma forma que podría ser la
    pregunta por la existencia de una filosofía
    latinoamericana y/o de una sociología latinoamericana.
    Pero Argentina se encuentra en una situación privilegiada,
    deben de existir pocos países en el hemisferio sur que se
    arroguen la posibilidad de contar con una historia de las ideas
    que permitan identificar una sociología de producción nacional tan abundante y con una
    identidad tan
    fuerte.

    Generalmente el tipo de cuestionamientos sobre la
    existencia e identidad de pensamientos locales remiten a dos
    criterios iniciales:

    a) el objeto de estudio, es decir que aquello que se
    denomina "lo argentino" y lo latinoamericano por
    extensión y

    b) quién realiza el objeto de estudio o
    cómo se manifiesta el sujeto de la
    reflexión.

    Hubo y quizás lo siga habiendo mucho más
    hoy una devaluación con respecto al pensamiento
    sociológico argentino que esta relacionado con los cortes
    históricos en la sociedad argentina derivados del papel
    que tomó el estado, las
    instituciones
    y el desenvolvimiento de las relaciones sociales en el
    territorio, o dicho de manera general, de las ideas que se
    expusieron en distintos momentos sobre lo público y la
    búsqueda de consensos con respecto a esas ideas. Ninguna
    disciplina
    escapa a su tiempo y lugar
    y son las ideas las que perduran o las que vuelven a aparecer
    bajo otras condiciones e interpretaciones. Una sociología
    nacional simplemente expresa modalidades sociopolíticas
    situacionales –o de tiempo y lugar– sin por ello
    invalidar filosofías continentales ya que ninguna
    disciplina está aislada del mundo, pero otra
    cuestión es si las ideas predominantes se identifican con
    las que prevalecen en el mundo.

    Tanto en la búsqueda del recorte del objeto
    sociológico de estudio como en el sujeto de la acción
    sociológica se buscaron más que causas los efectos
    de la historia cultural. La historia de la sociología
    argentina puede ser groseramente descripta como la tensión
    que permanentemente hubo entre qué se entendió por
    investigación y qué se
    entendió por el método de
    investigación, en el medio continuan las búsquedas
    por las identidades y las interrelaciones fragmentadas por
    enconcontrar "el nosotros" e incluir "a los otros". ¿Puede
    entenderse la sociología argentina como un logro cultural
    de valor general
    y con alcances positivos?. En esta tensión que lleva un
    siglo hoy vuelve a aparecer el sujeto, o las subjetividades como
    objeto de reflexión con caracteres ya no territoriales
    sino continentales y volvemos como antes a plantear los marcos
    teóricos y las aplicaciones que derivan de esos marcos.
    Dicho de otra forma, la búsqueda de la racionalidad
    instrumental o los pensamientos románticos que construyen
    y deconstruyen no sólo en textos instrumentales sino en
    otro tipo de narrativas. Lo que antes se dirimía como "el
    compromiso del sociólogo" pasó a ser hoy en
    día "la existencia o no de un pensamiento crítico"
    sin saber acabadamente si ese pensamiento crítico es
    también instrumental y buscador de consensos
    públicos.

    II.

    Las discusiones sobre qué fue y qué es la
    sociología argentina vienen del siglo XIX pero fue en los
    años 60 en que se abrió el conflicto
    sobre las pertenencias y áreas de estudio, la calidad
    académica de la disciplina y la ubicación
    continental de la misma a partir de la enseñanza en la
    Universidad
    Nacional de Buenos Aires en
    la Facultad de Filosofía y Letras. Paralelamente se
    desentramaba el conflicto nacional de las producciones
    sociológicas en cuanto a interpretaciones sobre el papel
    de la política, el Estado y los
    movimientos populares nacionales. La segunda fundación de
    la carrera en su oposición al pensamiento social argentino
    y al ensayismo en cuanto a la profesionalización de sociólogos/as
    dejó –quizás sin intencionalidades
    maléficas– una brecha abierta en el desconocimiento
    y una simiente por obviar en la nacionalidad
    constitutiva de lo que puede ser una disciplina caracterizada
    como científica y paralelamente una desvinculación
    con la política como forjadora de una realidad social
    compleja.

    Las argumentaciones contra lo que se denominó "el
    pensamiento social argentino" y el "ensayismo" fueron las
    respuestas que dio Gino Germani no en relación a la
    creación e institucionalización de la carrera de
    Sociología en 1958 y a sus derivaciones críticas,
    sino a la intervención en la UNBA por la dictadura de
    1966. El famoso episodio de "los bastones largos" motivó
    su autoexilio de la Argentina y el de numerosos
    científicos que dejaron el país, pero la dictadura
    de 1966 no fue un hecho menor ya que engrosó los límites
    del aguante con respecto a las continuas controversias que
    ocurrían en la carrera de sociología por esas
    épocas. A casi diez años de la re
    inauguración de la carrera y de un Instituto de
    Investigación que hubo de jactarse por la calidad y
    transversalidad de investigaciones y
    prácticas como fueron los de la Isla Maciel, Germani
    veía frustrados sus empeños en la formación
    disciplinada de jóvenes que no respondían como
    él deseaba a los postulados de un desarrollismo
    modernizador y ese Instituto de Investigaciones ya no
    recibía fondos para investigar. No fue por tanto
    exclusivamente la crítica sobre la "falta de contenidos
    latinoamericanos en los estudios de la carrera" sino un caos que
    se trasladó al Instituto de Investigaciones Torcuato Di
    Tella, en el que Germani intentó permanecer un tiempo
    más en la Argentina sin éxito.
    No nos olvidemos que el sociólogo italiano deseaba para la
    Argentina una "democracia con
    participación ampliada", una propuesta de democracia
    liberal que ahora vuelve a estar en el centro de las aspiraciones
    modernizadoras de las intenciones de las políticas
    nacionales.

    Las críticas al modelo
    teórico de Germani en su aplicación nacional
    venían de varias aristas ideológico
    políticas que él respondió unos años
    más tarde. En un artículo que apareció en la
    Revista Latinoamericana de Sociología, publicada
    por el Centro de Investigaciones Sociales del Instituto Torcuato
    Di Tella, La sociología en Argentina, la nº 3
    del año 1968, Germani volvía a erigir los logros
    continentales de su creación institucional a la vez que
    respondía al avance de las Cátedras
    Nacionales
    en la Facultad de Filosofía y Letras y al
    cuestionamiento que desde años antes venían
    sucediéndose en el ámbito de la enseñanza y
    en la investigación. Las críticas sobre la
    enseñanza de la disciplina social con ribetes
    funcionalistas comenzaron en los años 1962/63 a los pocos
    de publicarse su famoso libro
    Política y Sociedad en una época en
    transición,
    por los grupos marxistas
    y socialistas de las corrientes políticas universitarias
    como en los diferentes grupos que formaron en los años 60
    la industria
    cultural argentina. La más fuerte apareció en la
    Revista Fichas en el volúmen I, nº 2 de julio
    de 1964, firmado por Alfredo Parera Dennis, –el
    pseudónimo de Milcíades
    Peña–.

    ¿De qué se le acusaba a Germani?. De
    varias falencias y quizás la principal que la dirección sobre "la promesa de la
    sociología"
    iba a dejar de serlo en poco tiempo
    más. Se le recriminaba de haber prologado el famoso libro
    de Wright Mills La imaginación sociológica
    dejando de lado "los vicios de la profesionalización de la
    sociología", que no era un fenómeno exclusivamente
    norteamericano sino parte de la estructura
    intelectual y social de la sociología, un fenómeno
    burocrático que coincidía con una "estructura de
    poder de las
    camarillas que administraban los medios de
    subsistencia, los instrumentos de avance y los símbolos de prestigio que interesaba a los
    sociólogos" y que se habían instalado en el famoso
    Instituto de Investigaciones Sociales dependiente de la Facultad
    de Filosofía y Letras. Germani era acusado de ser un
    empirista abstracto por aquella revista, de
    proponer el cambio de la
    sociedad tradicional a la moderna sin el recuerdo de los sucesos
    históricos nacionales, sin poner el énfasis en el
    papel de los obreros, de los sectores subalternos; de pasar
    revista a los movimientos políticos y caracterizarlos como
    autoritarios y en ellos caían tanto el peronismo
    –lo más semejante al fascismo
    como el socialismo y el
    marxismo; de
    poseer una conceptualización fetichista con respecto a la
    racionalidad del capital; de no
    relacionar a la burguesía industrial con la
    oligarquía terrateniente y de no haber visualizado que el
    "ensayismo" era consustancial a las miradas de los procesos
    nacionales que Germani criticaba por ser renuentes al virtuosismo
    metodológico.

    Más tarde con las Cátedras Nacionales se
    insistió con los métodos y
    la reapropiación de los sujetos del objeto de estudio,
    pero para ello era condición necesaria entender la
    contradicción y controversia fundamental que hoy vuelve a
    carcomer a los países latinoamericanos: la relación
    de dependencia cultural, política y económica entre
    centro y periferia. Las Cátedras Nacionales pusieron en el
    debate del
    pensamiento sociológico la búsqueda de la
    originalidad del ser social argentino, que no era otra que la de
    la autorealización de los sujetos, una búsqueda del
    modelo ideal de autenticidad que debía corresponder no
    solo a los sujetos sino al "pueblo", el Volk, que
    intentaba reconocer sus propias formas de ser y de originalidad.
    En este sentido ese corto período generó teorías
    continentales basadas en los lenguajes dialógicos de los
    seres que se habían mantenido en silencio.

    III.

    Esa relación que dio lugar a la "teoría
    de la dependencia" una creación vernácula
    económica, social y política vuelve a remplantearse
    –deconstruida– mediante la uniformización y la
    homogeinización que paradójicamente trajo la
    globalización y vuelve a estar en el caldero de las
    disputas ideológicas las nociones de centro y periferia
    bajo otras condiciones que las que fueron en los años 70.
    Preguntarse por el
    conocimiento es incluir que todo saber remite a un saber
    filosófico, pero inevitablemente la validez universal de
    los saberes restan importancia a las adscripciones locales o
    territoriales, rescatados hoy en día por los conocimientos
    culturales que pusieron otra impronta a aquello que fue en sus
    orígenes la sociología argentina. El desarrollo de
    una sociología nacional no solo supone expresiones de
    modalidades locales sino que también expresa posiciones
    universales de conocimiento y de clase ya que
    ninguna localidad está aislada del mundo y esto vale
    incluso para los orígenes de lo que fue la
    sociología argentina.

    Volviendo a los enfoques que imprimieron el sello a la
    profesionalización sociológica en la segunda
    fundación, –ya que la primera como se sabe fue la
    que construyeron José
    Ingenieros en el
    periódico La Montaña junto a Leopoldo
    Lugones y los aportes que realizó Ernesto Quesada con sus
    clases de sociología en la Facultad de Filosofía y
    Letras, Dellepiane y Juan Agustín García en la
    Universidad Nacional de La Plata–, se focalizaron sobre
    todo en los métodos y las herramientas
    más que en la comprensión del devenir
    histórico social argentino. La atribución de usar
    enfoques no científicos así como la
    caracterización de románticos e ilusorios a las
    abundantes y prolíferas preguntas que se hicieron las
    generaciones del siglo XIX tuvieron un desenlace retardatario
    para la evolución de la sociología
    argentina. Germani pero también las generaciones
    posteriores a él, en su afán por la
    modernización y la universalidad desvalorizaron los
    aportes y conocimientos de los movimientos sociales de principios de
    siglo que se preguntaban tanto cómo construir una
    democracia liberal, el Estado-Nación
    y un socialismo acorde a las condiciones de país. Aquello
    que Germani denominó una "supersimplificación" en
    los métodos y en los procedimientos de
    los hurgadores de la realidad sociohistórica se
    debió a lo que ahora es un denominador común en los
    estudios de la disciplina, el acento en "el pensamiento social".
    En el análisis de la "ruptura con la sociedad
    tradicional" ignoró las preguntas que se hiciera Esteban
    Echeverría sobre: el punto de arranque para el deslinde
    de lo que deben ser nuestras leyes, nuestras
    costumbres, nuestro estado social
    y lo que Juan
    Agustín Gracía en su estudio Las Ciencias
    Sociales. Introducción al estudio de las Ciencias
    Sociales Argentinas
    (Editorial Claridad, Buenos Aires, 1938),
    dice acerca de la sociología que debe ser una ciencia
    nacional y su primer problema es determinar las fuerzas sociales
    que en diversas épocas han presedido la evolución
    argentina.

    Las preocupaciones por las formas de mejorar el Estado,
    las instituciones y llegar a poseer un régimen
    político autónomo fueron las cavilantes lecturas
    sobre la
    Ilustración que estuvieron presentes entre los
    ensayístas de la primera ola, después de Caseros,
    con el preperonismo y el pos peronismo. En aquella necesidad fija
    por definir el objeto y el método o por construir
    "la ciencia"
    por variados exponentes de la sociología se dejó de
    lado las construcciones más descollantes que tuvo el
    país en la búsqueda por su identidad, porque se
    perdieron los cuestionamientos sobre la instrumentalidad
    subjetiva o las ideas de comunidad con
    fuertes acentos morales tal como marcaba la Ilustración romántica. Aquella falta
    de reconocimiento quiso ser rescatada años más
    tarde por las Cátedras Nacionales sin lograrlo y hubo de
    esperarse 25 años para volver a introducir los temas del
    reconocimiento cultural en la enseñanza y
    profesionalización sociológica.

    En cuanto al desarrollo científico también
    estuvo presente antes y después de Caseros con Florentino
    Ameghino, un inmigrante italiano que con métodos simples y
    rudimentarios de exploración a orillas del río
    Luján dijo encontrar al primer hombre
    latinoamericano y también el origen del
    hombre; con Eduardo Ladislao Holmberg el que legitimó
    el primer manifiesto darwinista; con los hermanos Ramos
    Mejía y con otros ensayístas, narradores y poetas
    que engrosan las filas del denominado "positivismo
    argentino". Un positivismo que tampoco fue revalorado en los
    años 70 por su ligazón al linaje argentino. Mucho
    más estuvo presente el desarrollo científico unido
    al de la
    educación entre la comunidad científica
    argentina, el tema del progreso y la técnica convino en
    ser una de las fuentes del
    desarrollo del país, de la formación del Estado a
    la que no quedaron relegadas las preocupaciones sobre la estructura
    social en las distintas épocas. Fueron esas
    confluencias, esas mezclas las
    que dieron origen a la existencia de lo "argentino", que
    Ernesto Quesada iniciara con el debate sobre el lenguaje
    nacional a comienzos del siglo XX, también como
    búsqueda de un espacio político y como
    característica de la hibridación recurrente que
    poseemos.

    En los controvertidos años sesenta en que se
    asentó la disciplina sociológica ligada a las
    universidades más prestigiosas de América
    Latina y de otros continentes y se delimitaban los campos de
    la intelectualidad una investigación nacional marcó
    el hito de un cambio, fue la de Miguel Murmis y Juan Carlos
    Portantiero acerca de los orígenes del peronismo y su
    vinculación con la estructura económica del
    país. Esta publicación deconstruía el temor
    al fantasma –el peronismo–, que había
    recorrido aulas e investigaciones hasta mediados de los
    años sesenta. Ya no era la estructura social para
    demostrar cuantas personas estaban por arriba o por debajo de una
    construcción, el NES (nivel
    económico social), sino una combinación entre
    búsquedas de causas y efectos de decisiones
    políticas, institucionales y entrelazamientos
    económicos los que marcaban una posición
    estructural argentina en la que se ponía el acento en el
    papel de la burguesía industrial argentina. Paralelamente
    en las aulas de una universidad intervenida se gestaban los
    recorridos históricos sobre el sindicalismo
    nacional, los movimientos regionales que acompañaban la
    resistencia a la
    dictadura y aparecieron otras instituciones que con miradas
    marxistas daban cuenta de la dinámica política y revolucionaria
    de sectores obreros, me estoy refiriendo al CICSO y las
    publicaciones de La Rosa Blindada, institución que
    mantuvo hasta nuestros días Beba Balbé con la
    especificidad del marxismo y el socialismo. También es
    preciso recordar que los vaticinios sobre la caída del
    marxismo fueron realizados por Eliseo Verón el introductor
    del estructuralismo en la Argentina ya a comienzos de
    los años 70.

    El socialismo nacional, las concentraciones
    monopólicas, las ideas sobre el nuevo imperialismo
    recorrían los escritos de la frondosa industria cultural
    argentina en la que no dejaban de nombrarse las derivaciones del
    conflicto chino-soviético y "las perspectivas para un
    análisis revolucionario del mundo ya que el centro de la
    revolución
    mundial se producía como un progresivo ensanchamiento de
    las áreas de conflicto entre dominadores y dominados y
    pasaba por los países coloniales y dependientes" en
    palabras de Juan Carlos Portantiero sobre el Socialismo y
    Nación
    , en la Revista Nueva Política,
    año 1, nº 1, diciembre 1965, dirigida por Susana
    Fiorito, Juan Vazeilles e Ismael Viñas. Unos pocos
    años más tarde aparecía la primera
    investigación sobre el voto argentino y los partidos
    políticos que realizara Darío Cantón con
    Pepe Moreno en el Instituto Torcuato Di Tella en el CIS, el
    primer archivo de
    datos al que
    contribuyó M. Mora y Araujo para procesar
    técnicamente la producción sociológica
    latinoamericana junto a Oscar Corenblit, sin olvidar las
    complejas y acaloradas reuniones que se hacían por separar
    el campo sociológico de la historia social que
    había previsto Tulio Halperín Donghi y que Leandro
    Gutiérrez propiciaba pero enfocando esa historia sobre el
    movimiento
    obrero. El "Tercer Mundo" era una categoría social no
    depreciada como ahora sino que valoraba sus construcciones
    lingüísticas y producía polémicas como
    las que mantuvo Roberto Carri con Francisco José Dellich
    acerca de "la sociología de medio pelo" sobre la obra de
    Arturo Jauretche El medio pelo en la sociedad argentina en
    la que ridiculizaba esa sociología preexistente con una
    perspectiva ideológica de mentalidad colonizada y producto de la
    Ilustración subdesarrollada. Carri apuntaba los dardos
    sobre el "conocimiento sistematizado de las leyes que rigen los
    procesos sociales y que producen un empirísmo
    acrítico sin intervención de la actividad humana en
    la historia" mientras que el actual director de la Biblioteca
    Nacional, Francisco Dellich acusaba a Roberto Carri de terrorista
    intelectual y redefinía al libro de Jauretche no como una
    sociología argentina sino como poco académico por
    el contenido, porque sólo eran unas notas y apuntes para
    la sociología nacional reiterando aquellas expresiones de
    Germani sobre los usos del sentido común como realismo
    idealista.

    IV.

    Las discusiones sobre el objeto sociológico
    aún continúan atenuadas por las derivaciones de lo
    que fue la tercera fundación sociológica nacional
    después de la última dictadura militar
    que renegó de la existencia de una sociología
    argentina ubicándola nuevamente en las aulas de la
    Facultad de Derecho que aún poseía la
    adjetivación de Ciencias Sociales. Hubo que
    remontar nuevamente la posición sociológica, una
    primavera que duró muy poco tiempo ya que la
    separación y la nueva ubicación de comunicación
    social y ciencias políticas en una facultad que ya no
    tenía como referencia a Filosofía y Letras hicieron
    sumergirse a lo que fue el pensar sociológico en
    tecnocracias de variadas índoles. A un pensar devaluado se
    le une un Estado devaluado, una universidad devaluada, una
    educación
    devaluada y un profesionalismo devaluado. La hibridación
    recorre lo que puede denominarse realidades sociales y ya se sabe
    que hibridación implica multiplicidad de identidades o
    fragmentaciones sociales. Lo social sufrió en los
    últimos años varias mutaciones a tal punto que
    puede decirse que "lo social" aislado ya no existe. Necesitamos
    ponerle un adjetivo a cada compartimento sociológico: de
    las religiones, del
    delito, de la
    violencia, de
    la memoria,
    del género, de
    la infancia, de
    las vidas privadas, etc. La renovación del sujeto aparece
    como nueva fórmula reflexiva semejante a las
    fórmulas de las de-construciones, de las diferencias y
    paralelamente "las políticas sociales" parecen haberse
    quedado con el virtuoso y a la vez decadente paquete
    sociológico. Toda la reflexión social remite a las
    interminables definiciones sobre la pobreza y las
    categorías creadas ad-hoc y también
    paradójicamente nunca hubo tanto interés
    por América
    Latina como en estas épocas afectada por la globalización y el
    multiculturalismo.

    Desde 1976 nos seguimos corriendo hacia la derecha en el
    arco de las fuerzas políticas paralelamente al
    debilitamiento de lo que fueron las identidades tradicionales. El
    liberalismo
    institucional de fines del siglo XIX hoy puede ser catalogado
    como socialdemócrata porque ese liberalismo se ha hecho
    neoliberal, es decir conservador y la socialdemocracia que supo ser anticapitalista se
    ha hecho social-liberal; el comunismo se ha
    hecho social demócrata, el ecologismo pragmático y
    el feminismo
    institucionalizado es cada vez más social
    –liberalismo. En esta rueda de movimiento hacia la derecha
    hay un debate de ideas entre intelectuales
    que puede ser denominado "socialista libertario" que puede girar
    en el mismo movimiento con que han aparecido algunos contrastes
    como en Porto Alegre, en Chiapas, en
    Seattle, en Praga, que es un ángulo de cambio de
    dirección de la mirada y que probablemente de él
    surjan análisis y teorías diferentes con nuevas
    formaciones lingüísticas, revalorización del
    "yo", de la autenticidad, de los derechos civiles y
    especialmente de los morales. Este debate no posee su centro
    sobre "lo sociológico" sino sobre la voluntad del pensar,
    en la formación de ideas para la acción, en lo
    político, en la desesperanza, en arenas de controversias
    de tiempos y de velocidades.

    Hay otros escenarios que se apropiaron y que discuten lo
    social en la actualidad, son los de la denominada "opinión
    pública hipermediática" a la vez que se
    instalaron otros lenguajes para calificar lo que antes eran
    simples discusiones entre el centro y la periferia y/o entre
    cipayos y nacionales –populares, ahora los términos
    pasan por las comunicaciones
    en lo posible interactivas. Así como el debate
    político perdió relevancia a causa de la pantalla
    televisiva, el debate sobre lo social aparece como nunca en los
    medios ligado a otros parámetros: los de la justicia
    especialmente; derechos civiles, ciudadanos, y los derechos
    sociales. La palabra pueblo perdió su
    significación, las argumentaciones políticas los
    denominan: "los populismos"; a lo nacional se lo confunde como
    "nacionalismo";
    al Estado-Nación se le dice autoritarismo
    anti-democrático; a los viejos ideales sociales ahora se
    los denomina "movimientos por los derechos
    humanos". El debate por la profundización de la
    democracia vuelve a aparecer a semejanza de cómo lo
    planteaba Gino Germani quizás con ribetes más
    románticos que los que él tuvo, por eso la
    devaluación de la palabra "pueblo" que remite a
    jerarquía y no a igualdades y en su reemplazo la palabra
    ciudadanía que remite a atomizaciones,
    fragmentaciones, identidades sociales lábiles y no
    permanentes.

    Paralelamente surgieron otras variantes sobre las
    sociedades:
    "sociedad
    civil" una complicación que argumenta sobre lo social,
    pretende en el discurso no
    ser política, sin embargo lo es y presiona como un factor
    de poder. Hacia allí se deriva el asociacionismo, las
    comunidades, las interacciones, los derechos y se articula con la
    ciudadanía en esas identidades fragmentadas y no
    permanentes. La otra denominación es mucho más
    poderosa: "la sociedad de la información", la sociedad digitalizada en
    la que aún no aparecen todos los vicios de la sociedad de
    los átomos, una sociedad a la que también se le
    atribuyen fines instrumentales y racionales pero que en poco
    tiempo reproducirá las semejanzas de derechos, igualdades,
    democracia, ciudadanía al igual que las sociedades
    incompletas de hoy.

    Por último, pienso que el desinterés
    sociológico por lo nacional parte hoy en día de
    varios hechos:

    1) un manejo político de técnicas, información y
    conocimientos que en el quehacer científico de las
    posibilidades argentinas suelen quedar relegadas en los
    últimos tiempos por la escasez de
    recursos
    monetarios para la investigación y por la "escasa
    difusión" de actividades que alguna vez fueron
    privativas de los/ las sociólogos/as y hoy apropiadas
    por lo hipermediático;

    2) la inexistencia de un discurso propio y la
    indiferencia hacia los discursos
    históricos que rescataron una "sociología
    nacional" por la comunidad científica;

    3) las expresiones que han sido denominadas como parte
    de una "inteligencia" y como expresiones de clase,
    motivando a su vez otro discurso polarizado, el no ser
    representativo de los sectores populares;

    4) la subsumsión de la política por la
    economía
    y el avance de los criterios neoliberales para los
    análisis sociales en los que el mercado
    tiñe cualquier otro tipo de análisis;

    5) una revalorización de la "opinión
    pública" como forma de expresión de la masas, de
    la ciudadanía o de pueblo como desee denominarse y las
    investigaciones realizadas por consultoras (muchas de ellas a
    cargo de prestigiosos sociólogos/as) que dan
    expresión a los movimientos de la estructura social, los
    vínculos entre economía y política, los
    malestares y las demandas de las poblaciones;

    6) el desplazamiento de la escena pública hacia
    la sobreabundancia de información noticiosa y televisiva
    que se apropia de análisis banales para anoticiar que
    ésa "es" la realidad.

    Noviembre 2000

    Nota

    * Ponencia en la IV Jornadas realizadas en la Facultad
    de Ciencias Sociales el 9 de noviembre del 2000, en la Mesa: "La
    Sociología Argentina: vocación o profesión".
    Buenos Aires, Argentina.

    Lic. Bibiana Apolonia Del Brutto

    Publicado originalment en: http://www.kult.lu.se/latinam/Virtual/geografia/SOC_ARGEN.HTM
    SEMINARIO
    LATINOAMERICANO DE FILOSOFÍA E HISTORIA DE LAS
    IDEAS

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