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Tecnologías de la información y fidelización de clientes en redes turísticas de segundo nivel


    Abstract

    La estrategia de
    integración reticular en plataformas
    comunes de promoción, gestión
    y comercialización turística, viene a
    representar un vector de competitividad
    de primera magnitud para este tipo de destinos turísticos
    fragmentados en regiones tangenciales respecto a los grandes
    flujos turísticos. Sin embargo, la fidelización de los turistas respecto a
    una red
    turística de primer nivel resulta una tarea
    difícil, especialmente si hablamos de redes culturales o
    de turismo activo,
    en las que las tasas de repetición son especialmente
    bajas. Pero, la integración de las redes turísticas
    de primer nivel en redes de segundo nivel, proporciona una
    oportunidad estratégica para la implementación de
    políticas de fidelización, en el
    sentido en el que la fidelización se consigue respecto al
    concepto que
    aglutina a las redes de segundo nivel bajo una estrategia
    común.

    Palabras clave:
    comunicación
    comunicación mediada por ordenador
    economía
    estudios cienciatecnología-sociedad
    internet

    Introducción

    El sector de la distribución turística, a nivel
    mundial, se enfrenta a dos tendencias extremadamente marcadas:
    por una parte la
    globalización de los mercados, y por
    otra, la concentración de las empresas del
    sector de intermediación turística, transporte
    aéreo y hoteleras.

    En ese sentido, y como consecuencia del proceso de
    globalización, se produce una
    centrifugación empresarial hacia los grandes grupos, mediante
    procesos de
    fusión,
    colaboración o compra. Motivo por el cual, nunca como
    hasta ahora las economías de escala han
    estado en el
    centro de la actualidad turística.

    Por tanto, y como consecuencia del acelerado proceso de
    integración vertical surgido en el seno de estos grandes
    grupos touroperadores, en el que se incluyen todos los escalones
    del canal de comercialización, algunos analistas apuntan a
    que el sector se encuentra en transición desde una
    posición de dominio de los
    touroperadores sobre los destinos turísticos receptores, a
    una situación de oligopolio.

    Sin embargo, frente a los primeros análisis del impacto de los flujos
    globalizadores, en las que se vaticinaba una influencia de las
    grandes empresas sobre cualquier ámbito de la actividad
    empresarial, la realidad muestra la
    revalorización de aquellas realidades reducidas o locales
    que reclaman cada vez más autonomía y que quedan
    alejadas del alcance e interés de
    los grandes grupos, basándose en estrategias de
    nicho.

    Asistimos, por tanto, al vaciamiento del núcleo
    central del mercado
    turístico, que ocupaban hasta ahora las empresas de
    mediano tamaño, y al surgimiento de una realidad bipolar
    de grandes grupos, por una parte, y de identidades fragmentadas
    por la otra, cuyos intereses son divergentes y por tanto no
    entran en conflicto.

    En ese sentido, la lógica
    glocal significa la compatibilidad entre las lógicas
    global y local.

    De esta forma, mientras que las empresas
    turísticas de tamaño medio serán absorbidas
    por otras o se fusionarán, o se enfrentarán a
    grandes problemas de
    competitividad, las pequeñas empresas turísticas,
    así como los destinos turísticos de reducidas
    capacidades o fragmentados, frente a lo que se esperaba, son
    altamente viables, siempre que acometan estrategias de
    competitividad fundamentadas en el aprovechamiento de las
    potencialidades ofrecidas por las tecnologías de la
    información, especialmente a través de estrategias
    reticulares de cooperación. Así:

    "Las empresas que prosperen serán, o bien grandes
    compañías de alcance mundial con economías
    de escala, o bien organizaciones
    pequeñas con un producto
    especializado" (OMT, 1999)[NOTA]1)

    Sin embargo, la esperanza inicial de este tipo de
    productos y
    destinos de carácter minoritario, de poder
    comercializarse a través de Internet, llegando
    directamente al cliente, se ha
    visto malogrado en gran medida por las dificultades
    encontradas.

    El principal problema al que se enfrentan, es el de la
    falta de notoriedad, en un mercado cada vez más saturado y
    en el que se ha multiplicado exponencialmente la presencia en
    Internet de las empresas y destinos turísticos, como pone
    de manifiesto el dato de la existencia de 250.000 páginas
    web dedicadas al turismo (Yahoo, 2000), así como por
    la creciente incorporación de nuevos destinos
    turísticos en todo el mundo.

    Por otra parte, el incremento del fraude
    electrónico ha puesto de relieve la
    falta de confianza del consumidor en las
    transacciones electrónicas, a lo que se ha venido a sumar
    la creciente desconfianza en la información ofrecida en
    Internet, especialmente para los destinos y empresas menos
    conocidos, debido a la facilidad de estar presente en la red y a la dificultad de
    identificar con plenas garantías al proveedor de
    información que se oculta detrás de cada página
    web.

    En ese sentido, lo que estamos observando en el proceso
    de comercialización turística es un acortamiento
    del canal de distribución, y el surgimiento de nuevos
    intermediarios, en medio de la incertidumbre impuesta por la
    revolución
    que las tecnologías de la información (TI) han
    traído al sector de comercialización de productos y
    destinos turísticos.

    En ese sentido, las redes de comercialización de
    destinos turísticos están pasando a formar parte de
    una nueva generación de intermediarios turísticos
    basados en la flexibilidad que proporcionan las
    tecnologías de la información.

    Consecuentemente, es en los destinos turísticos
    menos implantados donde se sienten, de manera más
    acentuada, los impactos negativos de la desaparición
    progresiva de empresas medianas en su territorio y la ausencia de
    las grandes, y donde más se corre peligro de acabar
    deslizándose hacia una estructura
    localista que, debido a una tradicional desvertebración de
    las pymes y a su
    incapacidad de articularse, realimente el bucle de la
    pérdida de competitividad, puesto que el sector
    turístico en este tipo de regiones muestra empresas de
    pequeño tamaño y escasa innovación, con una oferta
    turística de baja notoriedad y frecuentemente dispersa en
    el territorio, sin una imagen
    común de "marca".

    En este sentido, la estrategia de integración
    reticular en plataformas comunes de promoción,
    gestión y comercialización turística, viene
    a representar un vector de competitividad de primera magnitud
    para este tipo de destinos turísticos fragmentados en
    regiones tangenciales respecto a los grandes flujos
    turísticos.

    Así, la "coopetición", definida de forma
    genérica como la cooperación entre competidores, se
    muestra como un elemento fundamental de competitividad en un
    mercado globalizado para destinos con una oferta fragmentada y
    dispersa. En ese sentido, "los destinos turísticos
    están desarrollando sistemas
    regionales para mejorar su representatividad, elevar su imagen y
    atraer reservas directas" (Buhalis, 1998)[NOTA]2).

    De esta manera, nos encontramos frente a una nueva
    realidad en que "el ambiente es
    considerado como enormemente complejo y el sistema ha de
    ajustar su propia complejidad con el ambiente
    " (Luhmann,
    1971[NOTA]3)).

    De esta forma, lo que se propone para los destinos
    turísticos de carácter fragmentado es el paso en el
    desarrollo de
    la complejidad, explicitado en la teoría de
    sistemas por Spencer, desde la "incoherent homogeneity" hasta
    la "coherent heterogeneity" mediante redes inclusivas gestionadas
    merced a las TI.

    Es decir, en este entorno complejo y volátil
    dentro de un mercado turístico saturado, el gran reto que
    se presenta es el de comercializar un destino de 10.000
    habitantes, un pequeño hotel rural o un centro de actividades
    recreativas de reducidas dimensiones en un destino poco conocido.
    Es decir, la gestión y comercialización de lo
    "local" dentro de la denominada lógica glocal, en los
    destinos turísticos que generalmente se encuentran en
    zonas de tangencia respecto a los grandes flujos
    turísticos.

    Para ello, el gran reto pasa por la cooperación
    para la integración de las ofertas fragmentadas dentro de
    una lógica reticular que permita conseguir un
    tamaño que aporte las imprescindibles economías de
    escala, sin pasar por procesos de integración o de
    homogeneización entre las empresas, para lograr su
    comercialización en los mercados tanto nacionales como
    internacionales.

    De esta forma, si consideramos a un destino como un
    sistema multiagente de carácter complejo, en el que el
    turista percibe sus vacaciones como una experiencia global, no
    sólo es necesario integrar la oferta turística
    fragmentada, sino introducir estrategias de gestión
    conjunta del destino, al tiempo que se
    reducen las apropiaciones asimétricas de los beneficios
    reportados por el esfuerzo de gestión y
    comercialización conjunta. Evidentemente, este esfuerzo
    conjunto es posible realizarlo dentro de los destinos
    turísticos locales.

    Por tanto, lo que se pretende mediante este tipo de
    estrategias, es realizar de forma auto coordinada, por parte de
    las empresas proveedoras de productos turísticos en un
    destino, la potenciación de líneas de
    gestión común sin necesidad de homogeneizar las
    ofertas de las diversas empresas, ya que "una pluralidad de
    componentes verdaderamente divergentes sólo pueden guardar
    coherencia en una red" (Nelly, 1995)[NOTA]4)

    Redes turísticas de
    segundo nivel

    La oportunidad ofrecida por las tecnologías de la
    información para la coordinación de estrategias compartidas,
    así como la necesidad de lograr economías de escala
    por parte de las pymes turísticas en un mercado que se
    globaliza, han sido estudiadas Miles y Snow (1986), (Poon, 1993),
    Schmid(1994), Darr et al. (1995), Ingram y Baum (1997), Barry y
    Elmes (1997), Sheldon (1997), Wildeman (1998), Buhalis
    (1998).

    En ese sentido, las posibilidades ofrecidas por la
    sociedad de la
    información, fueron aprovechadas inicialmente para
    implantar redes de comercialización y promoción de
    carácter horizontal, puesto que el hecho de compartir el
    mismo producto facilitaba el proceso de integración en
    plataformas comunes de comercialización y
    promoción.

    Sin embargo, la necesidad creciente de conseguir
    economías de escala en el mercado turístico
    globalizado por parte de los clusters
    turísticos, ha llevado en los últimos años a
    la aparición de redes de promoción y
    comercialización verticales, integradas por las diversas
    empresas de un destino.

    Este tipo de redes han surgido principalmente en
    destinos con una posición consolidada en el mercado
    turístico, lo que ha favorecido su establecimiento, y han
    sido implantadas con la aportación principal de las
    administraciones públicas con competencias en
    turismo.

    En ese sentido, el carácter central que las
    autoridades turísticas están teniendo en la
    creación y desarrollo de estas redes, tiene como
    consecuencia que se estén creando atendiendo a los
    ámbitos territoriales sobre los que tienen competencia,
    siendo básicamente redes nacionales o
    regionales.

    Sin embargo, este hecho fundamental pone de relieve un
    significativo "trade off" entre redes turísticas asociadas
    a geografías amplias, con la consiguiente
    consecución de economías de escala en la
    promoción pero con una escasa cooperación
    interempresarial, o redes turísticas de carácter
    local con una fuerte "coopetición" entre las pymes del
    destino, pero con economías de escala
    limitadas.

    Sin embargo, dentro del sector turístico, ha sido
    en los últimos años en los que se ha empezado a
    explotar la necesidad de buscar la competitividad en lo que han
    venido a denominarse clusters turísticos, en los
    que las economías de aglomeración en los procesos
    de intercambio, coordinación, formación y
    difusión tecnológica entre las distintas empresas,
    representan un añadido de viabilidad de las
    mismas.

    Es en ese sentido en el que cabe entender la
    conclusión del informe de la OMT
    (2000), cuando remarcaba que la competitividad turística
    se crea en los clusters locales y no a nivel nacional.

    Consecuentemente, la transición hacia una
    estrategia reticular estratificada, integrada por redes de primer
    y segundo nivel, posibilitaría una estrategia de
    cooperación interempresarial en el primer nivel y una
    estrategia de consecución de economías de escala en
    cuanto a promoción y notoriedad en el segundo
    nivel.

    En ese sentido, podemos establecer un proceso secuencial
    bietápico:

    • Un primer paso, con la formación de redes
      turísticas en destinos turísticos
      locales.
    • Un segundo paso, con la constitución de redes de redes
      (temáticas, de producto, históricas, etc), que
      aglutinen a las redes de primer nivel que comparten un mismo
      posicionamiento
      en el mercado turístico.

    Las ventajas que se derivan de esta doble línea
    de actuación son evidentes, en el sentido en el que
    permiten hacer compatibles la intensificación de las
    estrategias de competitividad en los clusters de primer nivel,
    junto a la obtención de notoriedad y de economías
    de escala en las redes de segundo nivel, estableciendo así
    una complementariedad virtuosa que vendría a deconstruir
    las actuales redes turísticas de carácter
    nacional.

    En ese sentido, las empresas no tienen que modificar
    apenas su forma de trabajar ni su filosofía empresarial,
    ya que no estamos ante un proceso de integración, sino
    ante un esquema de coordinación reticular, lo que facilita
    la incorporación de las pequeñas empresas,
    tradicionalmente renuentes a los cambios, ya que "una pluralidad
    de componentes verdaderamente divergentes sólo pueden
    guardar coherencia en una red" (Nelly,1995)[NOTA]5)

    Entre otras sinergias facilitadas por las
    tecnologías de la información, la
    integración de todas las empresas de la red en una
    plataforma común, permite que cualquier nodo de la red
    pase a constituirse en un punto de información sobre la
    oferta global de la red, al mismo tiempo que se consigue una
    mayor flexibilidad en la gestión de la cartera de clientes que la
    de los grandes grupos, lo que facilita la continua
    adaptación de la oferta frente a un mercado cada vez
    más volátil, como es el
    turístico.

    Tecnologías de la
    información y
    fidelización de clientes en redes de
    segundo nivel

    Una de las grandes ventajas que presentan las redes de
    gestión y comercialización turística, es que
    no se interrumpe la comercialización tradicional de cada
    una de las empresas que conforman estas redes turísticas,
    ya que lo que se busca es una comercialización
    complementaria a la existente.

    Es en ese sentido, en el que la gestión conjunta
    de los clientes potencia la
    efectividad de la acciones de
    marketing que
    se realizan de forma coordinada, sin entrar en
    contradicción con las políticas de
    comercialización y fidelización seguidas con los
    canales tradicionales.

    Así, entendiendo que las redes turísticas
    de carácter local, surgen especialmente en aquellos
    destinos turísticos situados tangencialmente respecto a
    los grandes flujos turísticos, la fidelización de
    los turistas respecto a una red turística de primer nivel
    resulta una tarea difícil, especialmente si hablamos de
    redes culturales o de turismo activo, en las que las tasas de
    repetición son especialmente bajas.

    Es en este punto, en el que la integración de las
    redes turísticas de primer nivel en redes de segundo
    nivel, proporcionan una oportunidad estratégica para la
    implementación de políticas de fidelización,
    en el sentido en el que la fidelización se consige
    respecto al concepto que aglutina a las redes de segundo nivel
    bajo una estrategia común. De esta forma, la
    satisfacción del turista en cualquiera de las redes de
    primer nivel, se configura como un elemento facilitador de la
    repetición dentro de ese mismo concepto y gestión,
    que se han mostrado satisfactorias, pero en un destino diferente
    dentro de la red de segundo nivel.

    En ese sentido, surge la necesidad de establecer la
    integración de la información contenida en una base
    de clientes conjunta para la red de segundo nivel, mediante la
    cual se pueda implementar un sistema de CRM efectivo,
    en el que las tecnologías de la información
    facilitan la gestión de la complejidad
    dispersa.

    Al mismo tiempo, esta estrategia de gestión de la
    información sobre clientes en las redes de segundo nivel,
    supera en gran parte uno de los principales obstáculos
    surgidos a la hora de comercializar este tipo de destinos, como
    es el de la falta de notoriedad en un mercado saturado, en el
    sentido, en el que, dado que la fidelización se logra
    fundamentalmente en base a un concepto y a una estrategia de
    gestión conjunta del destino, el cliente satisfecho
    repetirá muchas veces dentro de la red de segundo nivel,
    sin conocer en detalle los pormenores del nuevo destino elegido,
    puesto que la pertenencia a esa red es la que garantiza la futura
    satisfacción de su experiencia turística.
    Consecuentemente, las expectativas favorables respecto a un
    destino, se consiguen no tanto en función de
    una promoción del destino, que muchas veces resulta
    inalcanzable presupuestariamente, sino en base a su pertenencia a
    un concepto gestionado de forma compartida por una multiplicidad
    de destinos en una red de segundo nivel.

    Asimismo, al mismo tiempo que las tecnologías de
    la información han ocasionado la implosión de la
    transnacionalización de las grandes empresas
    turísticas, deberían facilitar, asimismo, la
    internacionalización de las redes de
    comercialización y gestión de los destinos
    turísticos locales que se unen en redes de segundo nivel,
    consiguiendo la gestión conjunta de los clientes en redes
    transnacionales de segundo nivel.

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    Notas

    ·
    [1] –
    Citado en Del Alcázar, 2002

    ·
    [2] –
    Citado en del Alcázar, 2002

    ·
    [3] –
    Citado por Almaraz (1996)

    ·
    [4] –
    Citado en Castells, 2000; 104.

    ·
    [5] –
    Citado en Castells, 2000; 104.

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    Miguel Vidal González

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