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Conflictos y sociedad red: mapeando lógicas del poder contemporáneo


Partes: 1, 2

    Idioma original:
      · castellano

    Palabras clave:
     · desigualdad/exclusión
     · identidad
     · movimientos sociales
     · relaciones sociales
     · sociedad de la
    información

    ABSTRACT: Cada vez más nuestras sociedades
    utilizan, como medio y forma de expresión, recursos
    tecnológicos completamente distintos a los que hasta ahora
    han caracterizado a otras formas de convivencia. La información y la
    comunicación constituyen las materias primas
    básicas de nuestras relaciones actuales, y el elemento
    básico con el que explicar nuestras relaciones y formas de
    intercambio. A través de Internet y todo un acervo de
    tecnologías de la información y de la comunicación, se erigen formas de
    sociabilidad y convivencia que son radicalmente diferentes de
    formas sociales anteriores. En este artículo nos
    proponemos algo muy concreto:
    lejos de dar cuenta de estos procesos de un
    modo global e integral, intentaremos abordar los efectos y
    expresiones de estos cambios en el campo de las relaciones de
    poder. Y lo
    haremos a partir de algo muy concreto: los conflictos
    emergentes en la sociedad red. Afirmaremos que los
    conflictos sociales constituyen inestimables indicadores
    que nos permiten reflexionar en torno a las
    formas de poder actuales. En este sentido, afirmaremos que el
    control y la
    lucha sobre sobre la identidad y la
    producción de sentido devienen formas de
    conflicto
    social privilegiadas en la sociedad red y constituyen puntos de
    partida inestimables desde los que abordar las lógicas y
    relacions de poder contemporáneas. Con la ayuda de las
    propuestas de Manuel Castells y de Alberto Melucci intentaremos
    mapear algunas de las transformaciones y peculiaridades que sigue
    el poder en la sociedad red. Intentaremos, pues, contribuir al
    debate con
    elementos de discusión sobre las lógicas de poder
    que le son propias a una sociedad basada en el signo y la
    información. Confiamos que dicha reflexión abra
    nuevos campos de estudio para las ciencias
    sociales, así como acuciantes preguntas sobre la
    naturaleza y
    consecuencias, tanto sociales como individuales, de los
    conflictos propios de nuestras sociedades.

    1. Preliminares

    En una de las últimas películas de las
    aventuras de James Bond, la decimoctava, El mañana
    nunca muere
    , el malvado, típico y tópico de la
    serie de películas del espacio más famoso ya no es
    un tirano sin escrúpulos resguardado al otro lado del
    telón de acero, ni un jefe
    sanguinario terrorista, ni ningún otro astuto dirigente de
    la internacional del crimen. Se trata de alguien distinto, pero
    más peligroso. Carver, que es como se llama este "malo",
    es el propietario de la cadena más poderosa de medios de
    comunicación. Escudado en satélites,
    canales de televisión
    y cabeceras de prensa, este
    ciudadano Kane contemporáneo se considera
    legitimado para arbitrar el curso de la historia, y si es necesario
    "corregirlo" cuando falte un poco de espectáculo, o su
    potente industria
    amenace detenerse. La caricatura de este personaje,
    megalomaníaco, ambicioso hasta límites
    insospechados, traduce la necesidad de los guionistas de acercar
    a 007 a las realidades de un calendario marcado por esta nueva
    tipología de ángeles y demonios, de buenos y malos,
    que circulan en torno a comunicaciones
    y relaciones planetarias y que tienen su poder en la
    información. En un pasaje de la película, Carver se
    mofa de los agentes secretos "tradicionales" y califica de
    "patéticos" sus métodos
    "arcaicos" basados en el golpe de artes marciales y de pistola de
    oro. Es todo
    un orden, ya antiguo, lo que se pone en duda: la fuerza
    física,
    las armas
    convencionales, las persecuciones, los trucos, etc. Carver nos
    dice que el poder está en las ondas. Que la
    información es poder.

    Este nuevo orden, pues, gira en torno a unos cambios a
    escala mundial,
    que tienen en las nuevas
    tecnologías de la información y de la
    comunicación su motor y factor de
    cambio
    principal. Como en esta película, nosotros también
    nos planteamos empezar una reflexión sobre la magnitud de
    estos cambios y la forma en que se verán transformadas,
    algo que ya sucede en muchas de nuestras prácticas
    cotidianas.

    Como el magnate Carver vislumbra, nuestras sociedades
    están sometidas a profundas transformaciones que hacen
    emerger un nuevo orden social y cultural. Las ciencias
    sociales también se han preocupado por este cambio, por
    comprender su naturaleza, su alcance y sus consecuencias.
    Distintos autores ya llevan años anunciando e intentando
    analizar los cambios que acontecen en nuestras sociedades. Muchos
    son los teóricos que argumentan que estamos experimentando
    una situación de cambio acelerado sin precedentes
    históricos. Brzezinski (1970) hablaba ya hace años
    de la sociedad tecnotrónica, McLuhan (1990), de la era de
    la electrónica o de la aldea global.
    Toffler (1981), habló de la sociedad postindustrial o de
    la tercera ola. Torres (1994), hablaba de la sociedad global y de
    las repercusiones a gran escala que tenían los nuevos
    dispositivos comunicativos. Castells (1994), nos habla de la
    sociedad informacional o de la sociedad red para caracterizar la
    naturaleza de este cambio. Todos estos autores, y muchos otros,
    con mayor o menor cierto, intentan caracterizar un cambio que
    entrevén en nuestras sociedades y que está
    relacionado con un profundo cambio tecnológico y social de
    alcance planetario.

    Nuestras sociedades utilizan, como medio y forma de
    expresión, recursos tecnológicos completamente
    distintos a los que hasta ahora han caracterizado a otras formas
    de convivencia. La información y la comunicación
    constituyen las materias primas básicas de nuestras
    relaciones actuales, y el elemento básico con el que
    explicar nuestras relaciones y formas de intercambio. A
    través de Internet y todo un acerbo de tecnologías
    de la información y de la comunicación, se erigen
    formas de sociabilidad y convivencia que son radicalmente
    diferentes de formas sociales anteriores.

    En este sentido, no es extraño que Castells
    (2001) califique Internet como "la infraestructura
    tecnológica y el medio organizativo que permite el
    desarrollo de
    una serie de nuevas formas de relación social" (1).
    Así buena parte de nuestras relaciones, formas de
    convivencia, incluso la constitución y mantenimiento
    de grupos y
    colectivos se sustentan directa o indirectamente sobre estos
    medios
    tecnológicos. Por ejemplo, las relaciones
    laborales se articulan ya a partir de tecnologías como
    el correo
    electrónico o los grupos virtuales de trabajo
    colaborativo; en el campo de la asistencia sanitaria, las
    relaciones entre médico y paciente se establecen de forma
    creciente a través de nuevas posibilidades de
    comunicación a distancia: como la videoconferencia. Pero
    estas transformaciones no sólo guardan relación con
    el instrumental técnico que utilizamos sino
    fundamentalmente con la naturaleza y condición de gran
    parte de los procesos sociales. No es extraño, pues, que
    desde multitud de puntos de vista se intente abordar y dar
    sentido a tales cambios y a sus efectos y consecuencias para la
    comprensión misma de lo social.

    En esta ponencia, sin embargo, nos proponemos algo muy
    concreto: lejos de dar cuenta de estos procesos de un modo global
    e integral, intentaremos abordar los efectos y expresiones de
    estos cambios en el campo de las relaciones de poder. Y lo
    haremos a partir de algo muy concreto: los conflictos emergentes
    en la sociedad red. Sin duda alguna uno de los indicadores que
    puede permitirnos reflexionar en torno a las formas de poder
    actuales tiene que ver con el análisis directo de los conflictos sociales
    contemporáneos. Sin prestar atención a los conflictos, podemos afirmar,
    difícilmente podremos conseguir mapear las relaciones de
    poder. Sin conflictos, difícilmente podremos acuñar
    una noción dinámica, productiva y relacional del
    poder. Difícilmente, a su vez, podremos utilizar la
    teoría
    como herramienta de resistencia y de
    disidencia que nos permita entender y transformar las relaciones
    de hegemonía y dominación.

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