Los imaginarios de Internet: una aproximación crítica a los discursos hegemónicos en el ciberespacio
- 1.
Abstract - 2.
Introducción - 3.
Planteamiento teórico y
metodológico - 4.
Análisis de los discursos de
hackers/Universidad - 6. El
análisis de los Novísimos Movimientos
Sociales - 7. El
discurso de la democracia formal: El Estado - 8.
Conclusiones - 9.
Bibliografía
1. Abstract
En el presente trabajo se
pretende indagar sobre los diversos imaginarios sociales que han
inundado Internet desde sus
comienzos. Especialmente nos centraremos en los diversos
imaginarios acerca del concepto de
democracia,
analizando el significado y su plasmación en la
práctica político social de las diversas
dimensiones de la democracia que hemos considerado como
relevantes, tales como la igualdad, la
libertad o la
participación. Los diversos imaginarios se han delimitado
a partir de la existencia de distintos discursos que
pueden diferenciarse entre sí tanto en su teoría
como en su práctica social, así distinguiremos el
imaginario de los Hackers/universidad, el
mercado, los
novísimos movimientos sociales y el Estado.
Finalmente estableceremos una comparativa entre las dimensiones
de los diferentes discursos para concluir con una serie de ideas
para posteriores investigaciones
en esta línea.
Palabras
clave: · ciberespacio · democratización · hacker · historia social de
internet · internet
2. Introducción
Los discursos en torno a Internet,
en su condición de avance tecnológico capaz de
superar barreras espacio-temporales en el plano del intercambio
de la información, suelen centrar su atención en las potencialidades
comunicativas de la nueva herramienta al servicio de
ser humano, la más espectacular puesta, a día de
hoy, a disposición del ciudadano de a pie.
Se enfatizan sus desarrollos en el área que lo
universalizó, la esfera económico-financiera, en
torno a la posibilidad de efectuar transacciones en tiempo real en
cualquier punto del globo y con aplicaciones que inciden
certeramente en la propia organización del mundo económico,
hasta el punto de llegar a generar nuevos modelos de
gestión
de la producción y de articulación del
ámbito laboral: la
New Economy. Asimismo, se destacan sus efectos en la arena
de las relaciones
interpersonales –sin necesaria mediación
afectiva o profesional previa-, con usos que rondan el 90% de las
intervenciones sobre Internet centrados en el ocio y el
intercambio: chats, correo
electrónico, weblogs. Por
parte del Estado, los
desarrollos criptográficos, unidos a las constatadas
reducciones de costes para la ciudadanía que supone la posibilidad de
realizar desde casa determinadas gestiones ante lo
público, abren la puerta a experimentos,
destinados a facilitar la interacción entre la ciudadanía y
los poderes públicos, como el voto
electrónico o la ventanilla única
digital.
Finalmente, los usos políticos de las Nuevas
Tecnologías por parte de los movimientos sociales de
última generación suponen la entrada en escena de
nuevas formas de usos políticos de las NTIC[NOTA]1), en
los que las posibilidades de coordinar eventos y
contrastar informes entre
grupos en un
amplio espectro geográfico contribuyen decisivamente a la
articulación política de
discursos, estructuras
organizativas, modelos de tomas de decisiones y estrategias de
acción
colectiva, entre otros.
Sin embargo, la consideración de que, como
herramienta que es, Internet pasa por un soporte
ideológicamente neutro que facilita pulsiones
comunicativas, nos conduce a un engaño levemente
soportable en usos domésticos de las NTIC, pero fuera de
cuestión en un análisis
politológico-sociológico del área que
abordamos.
Ninguna creación humana, en cuanto tal,
está desprovista de connotaciones y denotaciones con
implicación política, con sentido ideológico
(sea éste de permanencia, de continuidad, de
transformación absoluta o parcial); el mero hecho de
plantearlo supondría mantenerla esterilizada y fuera del
control del
hombre, lejos
del mundo social. Cuando, como es el caso, una herramienta muta
en sus imaginarios enmarcadores, en los que encuentra nuevas
aplicaciones y desarrollos.
Sin embargo, las valoraciones de estas aplicaciones
concretas de tecnologías a diferentes esferas de la vida
cotidiana (occidental) justifican la forma y el fondo de la
Red como si se
tratara de un simple dispositivo técnico, un conjunto de
cables. Internet, horizontal, descentralizado,
desterritorializado, parece las plasmación
técnico-política de una utopía, de un
falansterio. Desdibuja sus centros de poder y los
dispersa. Una tecnología amable,
políticamente correcta.
Pero nada debería hacernos pensar que
éstos desaparecen. Como ha dicho algún autor, la
Red es el panóptico: un sistema de
control visible, aparentemente transparente, sin que lleguemos a
saber quién vigila desde la torre.
Tres son las grandes instituciones
que centralizan parte de la estructura de
poder en Internet: la ICANN[NOTA]2), la ISOC[NOTA]3) 3y la
IETF[NOTA]4). Los servidores de
algunas de ellas son cruciales para el mantenimiento
físico de la Red; si se apagaran, caería. Internet
no es, por tanto, un ente inmaterial que carece de estructura
física y
de decisores claves; es, en gran medida, lo que alguien ha
decidido que sea. Por ello, el sentido último del que se
dota a la Red aparece ineludiblemente mediado por lo que es, y,
además, por lo que se hace con ella y en qué
contexto, sin que podamos decir que los usos concretos de cada
fase neutralicen los rasgos previos e iniciales.
En concreto,
Internet es un producto del
mercado y por ende, funcional al sistema que lo sustenta. Cuatro
son los grandes imaginarios correspondientes a las cuatro esferas
de la realidad en las que la Red ha llegado a convertirse en lo
que es:
-el mundo militar, donde se gesta, en torno a la
década de los sesenta y con aplicaciones destinadas a
conectar nodos investigadores del Ejército americano, y a
descentralizar el archivo de fondos
militares, convirtiéndolos a la vez n reductos seguros frente a
un ataque nuclear. Un escenario de Guerra
Fría, donde la seguridad y la
privacidad son las prioridades técnicas.
Desde el punto de vista político, la eficiencia en la
gestión de la información y la búsqueda de
garantías en lo que compete al orden público
(seguridad nacional en el exterior), ponen el énfasis en
los deberes de los poderes públicos y en la distancia
silenciosa de la ciudadanía. Un mundo elitista y secreto,
que exporta sólo cierta obsesión por protocolos
seguros.
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