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- Prevalencia
del consumo de tabaco en España - Efectos
del tabaco sobre la salud - Costes
sanitarios y sociales del consumo de tabaco - Marco
internacional - Conclusiones
- Bibliografía
- Principios
del plan nacional de prevención y control del
tabaquismo - Objetivos
del plan nacional de prevención y control del
tabaquismo - Estructura,
funciones y recursos - Evaluación
INTRODUCCIÓN
El consumo de
tabaco,
fundamentalmente en forma de cigarrillos, se encuentra
incorporado en los hábitos de conducta de
nuestra sociedad de
forma extensa desde los años treinta, coincidiendo con la
expansión de la fabricación industrial del
cigarrillo y su transformación en una rentable industria.
En España,
según los datos de la
última Encuesta
Nacional de Salud de 2001 (ENSE 2001) la prevalencia del consumo
de tabaco en la población de 16 y más años es
del 34,4%, lo que representa un ligero descenso respecto a la
prevalencia de 1987 (ENSE 1987) que fue del 38,4%. Sin embargo,
España es uno de los países de la Unión
Europea que presenta una mayor prevalencia de consumo, tanto
en hombres como en mujeres. (figura 1).
Paralelamente a la generalización del consumo de
tabaco empezaron a aparecer las primeras pruebas sobre
su nocividad. El estudio epidemiológico de Doll y Hill en
los años cincuenta, en el que se evidenció la
relación entre el consumo de tabaco y el exceso de
mortalidad, marcó el principio de una extensa lista de
nuevos informes en
los que se ha relacionado al tabaco como factor de riesgo de un gran
número de problemas de
salud.
En los países industrializados, el tabaquismo se ha
convertido en la primera causa de morbi-mortalidad
evitable.
En España, en el año 1998, la mortalidad
atribuible al tabaco se estimó en un 16% de la mortalidad
total. Esto, junto al alto coste sanitario y social, unido al
hecho de que el tabaquismo es un factor de riesgo susceptible de
prevención, ha convertido a «la reducción de
la prevalencia de consumo del tabaco» en uno de los
objetivos
prioritarios de las políticas
de salud de cualquier país de nuestro entorno
socioeconómico.
El tabaquismo, considerado durante años un
hábito, es en realidad una dependencia. La nicotina, el
principio activo del tabaco es una droga adictiva
y como tal tiene las características de otras drogas:
tolerancia,
dependencia física y
psicológica.
La dependencia del tabaco está reconocida como un
trastorno mental y del comportamiento
tanto en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la
Organización Mundial de la Salud (ICD-10) como en el
Manual de
Diagnóstico y Estadísticas de la Asociación
Americana de Psiquiatría (DSM- IV).
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