La utopía reformadora de la Segunda República: la labor de Marcelino Pascua al frente de la Dirección General de Sanidad, 1931-1933
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- Intelectuales
metidos a políticos - La
propuesta organizativa de Pascua: de la burocracia a la
gestión política - Bases
para una reforma de la sanidad nacional - El
balance de una gestión: un proyecto
inacabado - Bibliografía
INTRODUCCIÓN
En noviembre de 1932 la Revista de Sanidad e Higiene
Pública (1932, 7/11, 1148-1149) abría su
sección de Noticias con una gacetilla en la que se
informaba del homenaje que se había ofrecido al Director
general de Sanidad, Marcelino Pascua Martínez (1897-1977).
La comida homenaje había tenido lugar en el Hotel Ritz de Madrid, y a la
misma habían asistido más de quinientos comensales.
Entre los asistentes se encontraban los ministros Fernando de los
Ríos e Indalecio Prieto.
La Comisión organizadora del homenaje, formada
entre otros por Blas Cabrera, José Ortega y Gasset,
Sebastián Recasens, decano de la Facultad de Medicina de
Madrid, Gregorio Marañón, Verdes Montenegro,
Gustavo Pittaluga y Julio Bejarano, destacaba en una nota de
prensa la
labor de reconstrucción de la Sanidad pública que
había emprendido Marcelino Pascua desde el momento en que
se hizo cargo, en abril de 1931, de la Dirección general de Sanidad. Llamaban la
atención sobre la moderna
orientación científica y la clara visión que
tenía del problema sanitario español,
así como sus dotes de organizador e intensa
preparación científica. Con la llegada de Pascua a
la Dirección general, afirmaban los organizadores del
acto, la Sanidad nacional había iniciado una nueva etapa.
La nota informativa finalizaba con estas palabras: Nada
más justo que ofrecerle en una comida el cordial
testimonio, la admiración y el agradecimiento de todos los
que nos interesamos sinceramente -técnicos y profanos- por
el progreso de la Sanidad pública en
España.
El homenaje coincidía con uno de los momentos de
mayor crispación política del primer
bienio republicano, y más concretamente con el
enfrentamiento que mantenían los socialistas (en el
gobierno
republicano-socialista de Azaña) y los republicanos
radicales de Lerroux (en la oposición) (Ruiz
Manjón, 1976: 316-321). Hay que destacar, además,
la ausencia en el acto de homenaje del ministro de la
Gobernación, dependencia de la que dependía la
Dirección general de Sanidad. La cartera de
Gobernación era ocupada por Santiago Casares Quiroga, de
la Federación Republicana Gallega, quien había
substituido a Miguel Maura en la crisis
ministerial de octubre de 1931 (Ruiz Manjón, 1976:
246-248).
La crispación política que dominaba la
escena política nacional, agudizaba el acoso a que estaba
siendo sometido Marcelino Pascua por parte de la
Asociación de Sanitarios Titulares. No hay que olvidar el
papel destacado y la influencia del colectivo de médicos
titulares en las filas del Partido Republicano Radical. Los
radicales llegaron a contar con un grupo
técnico de "clases sanitarias" que dependía de la
Secretaría del Partido (Ruiz Manjón, 1976:
644-645)1.
En cierto modo, la comida homenaje a la que hemos hecho
referencia además de testimoniar el reconocimiento a la
labor de Pascua como responsable de la Sanidad Nacional,
tenía un claro transfondo político y no era ajena
al enfrentamiento y a la polémica que se había
generado entre Pascua y el colectivo de médicos titulares
que reivindicaba su pase a funcionarios del Estado. Las
palabras pronunciadas por Gregorio Marañon en dicha comida
no dejan lugar a dudas (Homenaje al doctor Pascua,
1932):
El doctor Pascua ha sido muy combatido. No creo
impertinencia el recordarlo. Para crear las bases de un nuevo
estado de cosas hay que herir o molestar a muchos: a todos los
que representan en la
organización social la herrumbre de las máquinas
gastadas. Es difícil, acaso heroico, asumir este papel. Y
más cuando se pertenece a la misma clase
profesional de los perjudicados […] ¡Adelante, pues,
doctor Pascua! No hemos venido aquí a honrar un labor
terminada. Lo que ahora se empieza tardará decenios en
alcanzar su fin, y ésta es otra de las glorias de nuestro
tiempo […] Y
hemos venido aquí para decírselo a él y por
decírselo al Gobierno que le sostiene y empuja. Y eso es
todo
Los hechos que acabamos de resumir nos sitúan,
como ya hemos indicado, en uno de los momentos políticos
más delicados del llamando bienio transformador.
Alcalá Zamora no supo comprender que la alianza
republicana-socialista o terminaba su obra consolidando la
República recién nacida o el régimen entraba
en la vía del fracaso (Tamames, 1988: 20-24). Don Niceto
pensó que tal vez un giro al centro permitiría esa
consolidación en condiciones más idóneas. A
esa tesis se
añadió la defección (abandono de una causa
con deslealtad) de Lerroux, provocada por su recelo hacia un
Azaña que pactaba sin reserva con los socialistas. El
resultado fue, como es conocido, la disolución de las
Cortes en el otoño de 1933. Unos meses antes, el 28 de
abril de 1933, Marcelino Pascua presentaba su dimisión
como Director general de Sanidad.
Resulta difícil valorar el trabajo que
llevaron a cabo los gobernantes del primer bienio republicano.
Como ha señalado más de un autor, probablemente
podrían haberlo hecho mejor (Tamames, 1988: 115-119). En
cualquier caso, conviene recordar, que salvo raras excepciones
como las de Alcalá Zamora, Maura, y en cierto modo, Largo
Caballero, estaban faltos de experiencia en las tareas de
gobierno. Con todo, a pesar de que se iniciaban en las funciones
públicas, aquellos primeros gobernantes republicanos se
plantearon en profundidad la modernización del
país.
La sanidad, junto con la educación, se
convirtieron en elementos claves para la modernización
(Mazuecos, 1980). En esta ocasión, nos gustaría
abordar la gestión
de Pascua como Director general de Sanidad y analizar las razones
que le llevaron a presentar su dimisión. Utilizaremos como
guía de nuestro recorrido, las actividades que
generó la Dirección general y que quedaron
plasmadas en circulares, ordenes ministeriales, decretos, etc,
además de la prensa periódica y la prensa
profesional para conocer la valoración que mereció
su labor en diversos colectivos y acercarnos al contexto
socio-político del momento. Antes, sin embargo, nos
gustaría recordar, brevemente, las condiciones que
acompañaron la incorporación de Marcelino Pascua a
la actividad política.
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