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La utopía reformadora de la Segunda República: la labor de Marcelino Pascua al frente de la Dirección General de Sanidad, 1931-1933 (página 2)



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INTELECTUALES METIDOS A
POLÍTICOS

El período comprendido entre el final de la
Dictadura de
Primo de Rivera, en los últimos días de enero de
1930, y la proclamación de la Segunda República, en
abril de 1931, conoció la coincidencia de buena parte de
los intelectuales
del país en un propósito colectivo de carácter político. En abril de 1931,
afirman Javier Tusell y Genoveva Queipo de LLano en una
interesante monografía sobre Los intelectuales y la
política
(1990: 10-11): la intelectualidad
habría jugado un papel decisivo en el colapso de la
monarquía de la Restauración. El
nuevo régimen nació con un elevadísimo
número de intelectuales y profesores en las filas de su
clase política.

La postura de Ortega (1883-1956), por ejemplo (Tusell,
Queipó, 1990: 114-115), fue más allá del
pugilato casi personal que
había mantenido con Primo de Rivera. Su posición
estaba más próxima a la de un republicanismo,
estrictamente liberal, apoyado en ambientes universitarios, que
se plasmaría en la Agrupación al Servicio de la
República.

El manifiesto de la Agrupación, que debió
redactarse en la primera quincena de enero de 1931, sólo
se hizo público el 9 de febrero de ese mismo año,
tras la vuelta a las garantías constitucionales que
habían sido suspendidas, con la correspondiente
declaración del estado de
guerra, por la
sublevación de Jaca. Si el proyecto de crear
la Agrupación no había nacido originariamente de
Ortega, el manifiesto fundacional era suyo a pesar de que las
firmas del mismo (Marañón, Ortega, Pérez de
Ayala) figuraban en estricto orden alfabético. El
manifiesto comenzaba con la apelación a los sectores
intelectuales y profesionales españoles, a quien
decía estar especialmente dirigido (Tusell, Queipó,
1990: 181):

Cuando la historia de un pueblo fluye
dentro de su normalidad cotidiana, parece lícito que cada
cual viva atento sólo a su oficio y entregado a su
vocación. Pero cuando llegan tiempos de crisis
profunda, en que rota o caduca toda normalidad, van a decidirse
los nuevos destinos nacionales, es obligatorio para todos salir
de su profesión y ponerse sin reservas al servicio de la
necesidad pública

Ortega, gracias a la Agrupación al Servicio de la
República, consiguió aglutinar, aunque
tardíamente, a un grupo
intelectual de valía importantísima. Entre aquel
grupo de intelectuales destacan, entre otros, el novelista
Ramón
Pérez de Ayala (1881-1962), el catedrático de
Derecho Penal,
Luis Jiménez de Asúa (1889-1970), o el mismo
Gregorio Marañón Posadillo (1887-1960).

Frente a lo que representaba la Agrupación al
Servicio de la República, hubo un sector intelectual que
demandaba, no sólo un cambio de
régimen, sino también un cambio de sociedad
(Tusell, Queipó, 1990: 151-162). En este sentido se
explica que estuvieran mucho más cercanos a las
fórmulas socialistas que a lo que representó la
Agrupación al Servicio de la República. Esta fue la
posición de un Luis Araquistain (1886-1959), quien no
había tenido una adscripción al Partido Socialista
Obrero Español
(PSOE) a lo largo de la mayor parte de la Dictadura de Primo de
Rivera. Esta puede considerarse también, aunque en otro
plano, la posición de Julio Alvarez del Vayo
(1890-1975).

Conviene recordar la relación que existió
entre Luis Araquistain, Julio Alvarez del Vayo y el
fisiólogo Juan Negrín (1892-1956). En la primavera
de 1929, el doctor Negrín, como habían hecho
Araquistain y Alvarez del Vayo, ingresaba en el PSOE. Como
señala Juan Marichal (1990: 87-106), dado el corto
número de intelectuales que formaban parte del partido, su
incorporación fue comentada tanto por El Socialista
como por El Sol.

La entrada oficial del doctor Negrín en la
actividad política nacional (como en el caso de otros
integrantes de la generación de 1914) fue en 1931, al ser
elegido diputado a las Cortes Constituyentes por su provincia
natal, la de La Palmas. A Negrín le
acompañaría, en la consecución del acta de
diputado por Las Palmas, otro socialista, el doctor Marcelino
Pascua Martínez. De hecho, fueron Juan Negrín e
Indalecio Prieto quienes recomendaron a Miguel Maura, ministro de
la Gobernación en el primer gabinete de la
República, el nombramiento de Marcelino Pascua como
Director general de Sanidad. Maura llegó a declarar, en
más de una ocasión, que este nombramiento era
aquel del que se había sentido más satisfecho de
todos los que llevó a cabo durante su período
ministerial
(Moya, 1977).

LA PROPUESTA ORGANIZATIVA DE PASCUA:
DE LA
BUROCRACIA A LA
GESTIÓN POLÍTICA

1. Los cambios organizativos en la Dirección general de Sanidad

El 15 de abril de 1931, Marcelino Pascua
Martínez, sustituía a José A. Palanca en el
cargo de Director general de Sanidad. En los primeros días
se vio obligado a despachar una cantidad importante y variopinta
de asuntos: desde el tráfico de estupefacientes y la
delimitación de los partidos farmacéuticos a
cuestiones relacionadas con los uniformes de las enfermeras.
Quizás por ello, el 25 de abril de 1931 el ministro de la
Gobernación, dependencia ministerial donde se encontraba
adscrita la Dirección general de Sanidad, firmaba una
orden ministerial con el siguiente contenido:

[…] a fin de que VI (Director general de Sanidad)
pueda dedicar el mayor tiempo y
atención al estudio de la multitud de
problemas que
ha encontrado planteados al hacerse cargo de esa Dirección
general […] éste Ministerio se ha servido disponer que
las Inspecciones Generales de Sanidad exterior, comunicaciones
y transporte,
Sanidad interior, Instituciones
sanitarias y Sanidad veterinaria, a
partir de esta fecha, se encarguen de tramitar y resolver los
asuntos de su peculiar competencia
[…]

Se trataba de liberar al Director general de las
obligaciones
burocráticas y los asuntos de trámite y poder dedicar,
así, más tiempo a la gestión
política. Pascua, en una de las múltiples entrevistas
que concedió con motivo de su cese ("El director de
Sanidad habla para 'Luz'", 1933:
4-5), llegó a declarar que una de las cosas que más
le sorprendió al hacerse cargo de la Dirección
general fue la inútil cantidad de legalismo y
expedientes que hay en la
administración del Estado
para añadir a
continuación ?Cuántas veces se tiene que
estampar la firma sin enterarse apenas de los
asuntos?
.

Hay que indicar, sin embargo, que los esfuerzos de
Pascua para dotar a la Dirección general de Sanidad de los
instrumentos de una administración moderna solo tuvieron su
recompensa al final de su mandato. En enero de 1933, a
través de una Orden ministerial, se creaba dentro del
organigrama de la
Dirección general de Sanidad una Secretaria General
Técnica. Marcelino Pascua justificaba su creación
con estas palabras: Instrumento que en realidad demuestra como
absolutamente imprescindible al objeto de que la Dirección
propia rinda mucho más en su aspecto técnico al
suprimirle el agobio de tanta tramitación
burocrática y social de casi nulo valor
constructivo
. Para ocupar el cargo de Secretario general de
la Dirección general de Sanidad, Marcelino Pascua
nombró a José Estellés Salarich (Orden
ministerial de 28 de febrero de 1933).

Entre las funciones que se
asignaban a la nueva dependencia administrativa figuraban las
siguientes:

1. . Coordinar las secciones de la Dirección
general

2. Ejercer la secretaria del Consejo Nacional de
Sanidad

3. Establecer relación con la prensa
política y profesional

4. Traducción de documentos
extranjeros

5. Formación de una biblioteca
especializada

6. Elaboración de memorias
periódicas generales

De acuerdo con las funciones asignadas, dentro de la
Secretaria General Técnica se contemplaban un total de
cinco secciones:

1. . Registro general,
información y reclamaciones

2. . Asuntos generales

3. Personal dependiente de la Dirección general
de Sanidad Secretaria del Consejo Nacional de Sanidad.

4. Secretaría del Consejo Nacional de
Sanidad

5. Prensa, biblioteca y publicaciones

2. Los colaboradores

El grupo de colaboradores que acompañó a
Marcelino Pascua en su gestión al frente de la sanidad
nacional, presentaba dos características fundamentales: su
vinculación a la Escuela Nacional
de Sanidad y su relación, desde la condición de
becarios, con la Fundación Rockefeller2. Este
último era el caso, por ejemplo, de Julio Bravo
Frías, nombrado por Pascua Jefe de la Sección de
Higiene Social
y Propaganda y
de Manuel Tapia Fernández, director del Hospital Nacional
de Enfermedades
Infecciosas durante el mandato de Marcelino Pascua como Director
general de Sanidad.

El primer nombramiento que llevó a cabo Marcelino
Pascua fue el de Román García Duran como Inspector
general de Sanidad interior (24-4-1931). El nuevo Inspector
general ocupaba, desde julio de 1924, la plaza de profesor de
Medicina
Social y Legislación Sanitaria de la Escuela Nacional
de Sanidad. Hay que indicar, sin embargo, que unas semanas
después, el 6 de mayo de 1931, Santiago Ruesta Marco era
nombrado nuevo Inspector general en sustitución de
García Duran.

Al nombramiento de García Durán
sucedió, el 25 de abril de 1931, el de Sadí de Buen
como Inspector general de Instituciones Sanitarias. Jefe de
Sección del Instituto Nacional de Higiene y colaborador de
Gustavo Pittaluga en la Cátedra de Parasitología de
la Facultad de Medicina de
Madrid,
Sadí de Buen sustituyó en el cargo a Víctor
María Cortezo Collantes, quien había sido cesado y
depurado por las responsabilidades políticas
que contrajo durante la Dictadura de Primo de Rivera. Sadí
de Buen se convirtió en la persona de
confianza de Pascua. De hecho durante las ausencias del mismo,
como ocurrió en septiembre de 1931, era el encargado de
asumir la Dirección general.

El organigrama de las Inspecciones generales se
completaría con los nombramientos de Manuel Torres Grima
como Inspector general de Sanidad Exterior, Comunicaciones y
Transporte (27-4-31) y con la confirmación de José
Niceto García Armendaritz como Inspector general de
Higiene y Sanidad Veterinaria.
En relación con esta última Inspección
general, un decreto de junio de 1931, ordenaba su
supresión y se creaba una Inspección general de las
mismas características aunque dependiente del Ministerio
de Fomento.

3. Las primeras iniciativas

El mismo mes de abril de 1931, el día 29, se
promulgaba un decreto de cese de los miembros que formaban parte
del Consejo Nacional de Sanidad y se procedía a su
renovación. Además de los consejeros natos, se
nombraban a título personal, por sus especiales
conocimientos científicos, entre otros, a Gregorio
Marañón, José Sánchez Covisa, Luis
Sayé (Director del Servicio de Asistencia Social y Lucha
Antituberculosa de Barcelona) o Manuel Martín Salazar,
exdirector general de Sanidad.

Además de trabajar en la preparación e
informe de
normativas tan relevantes como la ley
orgánica de Sanidad, el Consejo Nacional de Sanidad estaba
llamado a jugar un papel fundamental en el proceso de
transferencias sanitarias a Cataluña. Como se
recogía en el Decreto de 20 de mayo de 1931 que regulaba
dichas transferencias, el Consejo debía informar al
Ministerio sobre las diferencias que pudieran surgir y, en lo
relativo a las soluciones o
recomendaciones, se indicaba será necesariamente
oído [el
Consejo] en la aprobación definitiva del plan de
transferencias
. De hecho, a partir del problema de las
transferencias a la Generalitat de Cataluña se
generó un interesante debate
parlamentario y social sobre el modelo de
sistema sanitario
que se debía desarrollar (El debate sobre el Estatuto de
Cataluña y la Sanidad, 1932).

Entre las nuevas incorporaciones al Consejo Nacional de
Sanidad destaca la del Presidente de la Asociación de
Titulares, Inspectores Municipales de Sanidad, el doctor Ossorio.
La incorporación se producía a instancias del
propio Director general y buscaba, como manifestaría el
propio Pascua en unas declaraciones a la revista
Regeneración Médica (Declaraciones del
Director de Sanidad, 1933), atender las reivindicaciones del
colectivo de médicos y farmacéuticos titulares y
facilitar su intervención activa en la confección
de la nueva ley orgánica de Sanidad.

El presidente de la Asociación de Titulares formo
parte, a propuesta de Marcelino Pascua, de dos de las ponencias
que mas podían afectar a las funciones e intereses de los
inspectores municipales de Sanidad: la de la Higiene rural y la
de la Práctica
profesional. Sin embargo, a juicio del Director general de
Sanidad, su colaboración en las fructíferas
tareas
del Consejo fue nula: de las dieciséis o
diecisiete reuniones que dichas ponencias celebraron para
elaborar el texto de la
ley, sólo a una o dos acudió el señor
Ossorio. Los titulares dirán si ello les satisface
.
Las dificultades de entendimiento con el colectivo de titulares
fueron manifiestas desde el primer momento. Las reivindicaciones
de los médicos y farmacéuticos titulares chocaban
con el modelo de sistema sanitario que pretendía
desarrollar Pascua.

El deterioro de relaciones entre Pascua y el colectivo
de titulares sanitarios fue evidente y progresivo. Estos
últimos llegaron a organizar auténticas
campañas, como ocurrió con el envío masivo
de telegramas solicitando el cese de Pascua, además de
utilizar la prensa profesional para desprestigiar y criticar la
posición del Director general, de modo particular la
revista Vida Médica (Hechos y palabras del Director
general de Sanidad, 1932; El seguro de
enfermedad, 1932). Pascua atribuía la reacción del
colectivo de titulares a comportamientos corporativistas.
Además de denunciar la creencia, extendida entre el
colectivo de médicos y farmacéuticos, de considerar
al Director general de Sanidad como una especie de abogado
defensor de sus intereses3, situaba el origen del
conflicto en
el antagonismo que existía entre médicos,
farmacéuticos y "sanitarios": […] diremos,
resumiéndolo en una frase dura, pero real, que este
antagonismo nace de que la sanidad quita enfermos
(Palabras
del Director general de Sanidad, 1932: 1-2; Director de Sanidad
habla para Luz, 1933).

Otra de las cuestiones que para Pascua estaban en el
origen del conflicto de los titulares era él, a su juicio,
excesivo número de licenciados en medicina. Así en
unas declaraciones a la revista "Luz" que aparecen recogidas en
"Vida Médica (El director de Sanidad habla para "Luz",
1933: 4) llegaba a afirmar lo siguiente: mientras sigan
sobrando los médicos […] los titulares y los
demás médicos sufrirán terribles perjuicios,
y la ciencia
médica también, ya que el nivel ético y
técnico se relaja […] se impone con urgencia suprimir
facultades y limitar la producción de
médicos
.

Para Pascua, aceptar la principal reivindicación
que planteaba el colectivo de titulares, es decir su pase a
funcionarios del Estado (Asociación Nacional del Cuerpo de
Médicos Titulares…, 1932), suponía hipotecar el
futuro del modelo de asistencia médica que intentaba
implantar (Problemas que plantean los médicos titulares,
1933: 81-82):

El comité de titulares actuará como
estime conveniente. Por lo que a mí respecta […] he de
seguir fielmente mi ruta prosiguiendo en mi tarea de organizar
sólidamente sobre bases científicas la sanidad en
el medio rural […] hasta que la higiene pública y la
medicina preventiva en el campo español sea una novedad
tangible sobre una base de nacionalización. Y tras ella, y
a veces conjuntamente, irá surgiendo, asimismo, la
socialización [sic] de la medicina curativa
y de la asistencia. Y sólo dentro de estos términos
netos, de absoluto y eficaz servicio público, concibo yo
la incorporación de los actuales titulares a los
escalafones del Estado

Otro organismo que se vio afectado por las
remodelaciones fue el Consejo de Protección a la Infancia. Como
se indicaba en el Decreto de 14 de agosto de 1931: se precisa
ya de una renovación, poniendo dicha legislación de
acuerdo con las orientaciones más modernas […]
.
Entre las novedades que introducía el Decreto,
además de declarar el Consejo Superior de
Protección a la Infancia una Institución de
Beneficencia del Estado, hay que destacar la creación de
una Comisión Permanente que debía mantener
reuniones semanales. Para garantizar el funcionamiento de la
Comisión se dotó una partida presupuestaria
destinada a cubrir las dietas de asistencia de sus miembros. Se
trataba de otorgar dinamismo a la Institución y avanzar en
la formulación de los proyectos que
debían desarrollar y supervisar las diferentes secciones
(Puericultura y Primera infancia, asistencia social,
jurídica y legislativa, Vagancia y delincuencia).

BASES PARA UNA REFORMA DE LA SANIDAD
NACIONAL

Habría que esperar el paréntesis veraniego
de 1931 para que se pusieran en marcha algunas de las iniciativas
más importantes impulsadas por Marcelino Pascua durante su
mandato. El 13 de octubre de 1931 se promulgaba el Decreto de
creación de una Comisión Permanente de Investigaciones
Sanitarias. Dos meses después, el 13 de diciembre, sendos
Decretos creaban las Secciones de Ingeniería y Arquitectura
Sanitaria, de Higiene Infantil e Higiene Social y Propaganda. En
medio, a través de un Decreto de 12 de noviembre de 1931,
se creaba un Consejo Superior Psiquiátrico.

Dicho Consejo, dependiente de la Dirección
general de Sanidad, tenía el encargo de asesorar a la
Sección de Psiquiatría e Higiene Mental. Las
reformas relativas a salud mental se
completaron con la creación, en abril de 1932, de un
Patronato de Asistencia Social Psiquiátrica y con la
puesta en marcha, a través de la Orden ministerial de 16
de mayo de 1932, de un programa de
formación de personal sanitario subalterno para
establecimientos psiquiátricos.3 Como
responsable médico de la Sección de
Psiquiatría e Higiene Mental se nombró a
José Germain Cebrián (Orden ministerial de 31 de
marzo de 1933). Germain impartía docencia en la
Escuela Nacional de Sanidad como profesor agregado de Higiene del
trabajo,
industrial i profesional, formaba parte del Comité
Internacional de Higiene Mental en la Industria, era
miembro de la Asociación Internacional de Psicotecnia,
además de vocal del Comité Internacional de tests
(Bernabeu, 1994: 76).

1. La Comisión Permanente de Investigaciones
Sanitarias

Hay que indicar que el nuevo organismo pasaba a
depender, de forma directa, de la Dirección general de
Sanidad. La Comisión debía sugerir los grandes
temas de investigación que las circunstancias
epidemiológicas y sanitarias del país
aconsejasen
. El Decreto destacaba la importancia de conseguir
una adecuada formación profesional del personal sanitario
y médico a través del fomento de la investigación científica.

Otro aspecto que se quería desarrollar con la
creación de la Comisión Permanente de
Investigaciones Sanitarias guardaba relación con el deseo
de aumentar las relaciones con los organismos sanitarios
internacionales y con los pensionados en el extranjero. De forma
particular se destacaba la necesidad de incrementar las
relaciones con los países iberoamericanos:

Se pondrá asimismo en relación con las
Administraciones sanitarias y con los Centros de estudios de las
naciones hispanoamericanas […] posible intercambio de personas
y temas de estudios médico-científicos […] lazos
espirituales e intelectuales con los países de lengua
española en América

La Comisión estaba formada por Francisco Tello,
como Presidente. Como vocales fueron nombrados Gregorio
Marañón, Gustavo Pittaluga, Manuel Tapia y
Sadí de Buen. Como Secretario fue nombrado José
Hernández Guerra, quien falleció el 5 de noviembre
de 1932, y fue sustituido por Francisco Martínez Nevot. En
la tabla adjunta se pueden comprobar los temas de
investigación que se subvencionaron en 1932
(Martínez Nevot, 1933: 645-652):

1. Estudio bacteriológico y epidemiológico
de las relaciones entre la fiebre de Malta y
el aborto
epidémico

2. Estudio de un foco endémico de
lepra

3. Estudio sobre la transmisión de la
peste

4. Ubicación del estiércol y contagio por
medio de las moscas

5. Estudio de la evolución de las larvas de anquilostomas en
el ambiente rural
y estudio de la evolución y transmisión de la
hymenolepis

6. Estudio sobre micología
española

7. Constitución química de los
alimentos
españoles

8. Estudio geográfico del bocio y sus relaciones
con la composición química de aguas, terrenos y
alimentación

9. Estudio de los focos de bilharziosis de Lorca y
Moguer

10. Aspecto sanitario de la pneumoconiosis

11. Estudio bacteriológico de las aguas
residuales de Madrid, en sus relaciones con la difusión de
la fiebre tifoidea y grupo de enfermedades afines y estudio de
portadores de gérmenes en el hombre y en
animales

12. Anofelismo sin paludismo en la
zona de Aranjuez

13. Poder fitotóxico de los sueros

14. Relaciones entre la constitución
(biotipología y endocrinología) y el tracoma, y
confección de un fichero de tracomatosos

15. Aspecto sanitario del problema de las
vitaminas

Para poder obtener las subvenciones, los responsables de
cada proyecto de
investigación debían presentar una memoria.
Además de realizar un estado de la cuestión sobre
el tema que se proponía, se tenía que indicar el
modo en el que estaba previsto proseguir las investigaciones,

el personal que se consideraba imprescindible y el avance
aproximado de gastos. Los
investigadores se comprometían a enviar unos
resúmenes mensuales informando de la marcha de las
investigaciones.

La Comisión, por su parte, se comprometía
a proporcionar el material científico necesario para
llevar adelante las investigaciones, además de los
libros,
monografías y revistas que fuese necesario adquirir para
poder documentarse. La cuantía de las bolsas de trabajo
oscilaban entre las 300 y las 500 pesetas mensuales, según
las circunstancias económicas de los becarios. Las dietas
diarias, cuando los becarios abandonaban la residencia habitual,
oscilaba entre las 15, 20 y 35 pesetas, según los
casos.

2. La creación de nuevas secciones
técnicas

Otra de las iniciativas que se pusieron en marcha en el
otoño de 1931 fue, tal como hemos indicado, la
creación de nuevas Secciones técnicas
de la Dirección general (Decretos de 13 de diciembre de
1931) que se unían a la de Psiquiatría e Higiene
Mental (Decreto de 12 de noviembre de 1931): Ingeniería y
Arquitectura Sanitaria, Higiene Infantil, Higiene Social y
Propaganda. A todas estas secciones se sumaría, en los
primeros meses de 1933, la de Higiene de la Alimentación.

Con la Sección de Ingeniería y
Arquitectura Sanitaria, dependiente de la Inspección
general de Instituciones Sanitarias, se quería acometer la
solución de los problemas de ingeniería ligados con
la higiene y la sanidad de las ciudades, como también los
trabajos de saneamiento del medio rural.

El tema de la sanidad y la higiene rural
provocaría un conflicto de competencias
entre la Dirección general de Sanidad, dirigida por
Pascua, y el Ministerio de Agricultura,
Industria y Comercio de
Marcelino Domingo. El incidente que vamos a relatar resulta un
buen ejemplo del celo y el interés
que mostraba Pascua para conseguir una acción
sanitaria coordinada y eficaz. En enero de 1933 Pascua
dirigía un escrito al ministro Marcelino Domingo donde se
manifestaba en los términos siguientes (PS. Madrid,
240):

Informaciones llegadas a este Ministerio, denuncian
que el Instituto de Reforma
Agraria, ha creado una sección de Higiene de la
Vivienda Rural y encargado de su jefatura a persona
extraña al Cuerpo de Sanidad Nacional […] justamente
ocurre ello cuando la Dirección general de Sanidad ha
puesto en marcha en un año 16 Centros de Higiene
Rural

En efecto, a través de una Orden ministerial de
22 de abril de 1932, se creaban 15 Centros secundarios de Higiene
rural. Estaba previsto crear un total de 180 Centros rurales de
Higiene (El presupuesto de
Sanidad, 1933: 63-64). Para formar al personal sanitario de todos
estos centros se contaba con el Centro de Higiene de Vallecas.
Este último proyecto estaba cofinanciado por la
Fundación Rockefeller y tenía la condición
de institución docente asociada a la Escuela Nacional de
Sanidad y a la futura Escuela Nacional de Enfermeras Visitadoras,
otra de las iniciativas que contó con la ayuda financiera
de la Fundación Rockefeller (Bernabeu, Gascón,
1995; Rodríguez Ocaña, Bernabeu, Barona,
1997).

Una Sección que alcanzó gran importancia
fue la de Higiene Infantil. Dependiente de la Inspección
general de Instituciones Sanitarias, el objetivo de la
Sección no era otro que el de luchar contra la
mortalidad infantil y aspectos con ella
relacionado
.5 Contaba con los departamentos de
mortalidad materna, de morti-natalidad, e higiene prenatal y
pre-escolar. Además, a través de una Orden
ministerial de 30 de marzo de 1932, se creaban en todos los
Institutos provinciales de Higiene, Servicios de
Higiene Infantil que debían contar con consultas de
higiene prenatal, de lactantes y de higiene escolar. Una Orden
ministerial, de 11 de agosto de 1932, permitía crear, a
través de la correspondiente dotación
presupuestaria, Dispensarios móviles de Higiene Infantil.
De hecho, por medio de una Orden de 31 de marzo de 1933, se
creaban, entre otros, los dispensarios móviles de Burgos,
Avila, Segovia y Teruel. A través de la Orden ministerial
de 29 de marzo de 1933 se nombró a Juan Bravo Frías
responsable médico de la Sección de Higiene
Infantil.

La tercera de la secciones que se pusieron en marcha, en
el otoño de 1931, fue la de Higiene Social y Propaganda.
La nueva Sección debía asumir las funciones de
asesoramiento […] y ejecución en materias que tanto
afectan a la salud
pública, como las comprendidas en la higiene social,
alcoholismo,
enfermedades sociales, cáncer, etc. […] y propaganda de
higiene personal y pública
.

Entre las actividades que llegó a iniciar la
Sección de Higiene Social y Propaganda podemos citar el
concurso de carteles de abril de 1933 (Orden ministerial de 4 de
abril). Se proponía desarrollar dos proyectos: uno en
favor de la lactancia
materna (lo mejor para evitar la muerte de
los niños
de pecho es la leche de la
madre
) y otro para destacar la vigilancia médica en la
lactancia (si no puedes criar a tu hijo de pecho, consulta al
médico antes de darle biberón
).

La última de las secciones incorporadas por
Pascua al organigrama de la Dirección general de Sanidad
fue la Sección de Higiene de la Alimentación. En
febrero de 1933, Cesar Nistal Martínez era nombrado Jefe
técnico de la Sección. El 24 de marzo del mismo
año, a través de una Orden ministerial, se
ponía en marcha la Comisión encargada de estudiar
el régimen de funcionamiento de los servicios que
tenía que desarrollar la nueva Sección.

3. Otras actuaciones

Durante el período en el que Pascua estuvo al
frente de la Dirección general de Sanidad, además
de los aspectos que acabamos de exponer (salud mental, higiene
infantil, propaganda sanitaria, higiene de los alimentos o
ingeniería sanitaria) se intensificó la lucha
antituberculosa a través de la construcción de nuevos dispensarios, de
preventorios infantiles y de sanatorios. Lo mismo ocurrió
con la lucha antivenérea, donde tan importante servicio
sanitario pasó a depender presupuestariamente del Estado y
dejo de ser mantenido mediante irregulares exacciones a las
prostitutas.

En relación con la lucha antituberculosa,
conviene señalar las dificultades que le planteó a
Pascua la decisión de sacar a concurso público
todas las plazas antituberculosas que se habían obtenido
por simple nombramiento. Hay que indicar, sin embargo, como
reconocía el propio Pascua, que la medida fue aplicada sin
contemplaciones: Por anticipado tenían el pleito
perdido, pues mi idea, que lleve a efecto, y que tenía
forzosamente buena acogida en la opinión
pública y el asenso de acuerdos del Colegio y del
Sindicato
Médico, era sacar a oposiciones públicas […]
todas las plazas que se habían obtenido por nombramiento
directo y personal
(El director de Sanidad habla para "Luz",
1933).

La gestión sanitaria se completo con una
importante política de restricción de
estupefacientes y el refuerzo de la lucha antitracomatosa.
Además de avanzar en proyectos como la creación de
una Escuela Nacional de Enfermeras Visitadoras, se mejoró
la situación presupuestaria y organizativa de todo un
conjunto de instituciones que dependían de la
Dirección general de Sanidad: Instituto Nacional de
Higiene, Hospital Nacional de Enfermedades Infecciosas, Escuela
Nacional de Sanidad (Bernabeu, 1994), Escuela Nacional de
Puericultura, o el Instituto de Farmacobiología. Ocuparon
la dirección de todas estas instituciones,
respectivamente: Jorge Francisco Tello Muñoz, Manuel Tapia
Martínez, Gustavo Pittaluga, José García
Diestro y Teófilo Hernando Ortega. En mayo de 1932 se
adscribía a la Dirección general de Sanidad el
Instituto Nacional del Cáncer y se procedía a la
incautación de la Leprosería de Fontilles
(Bernabeu, Ballester, 1991).

EL BALANCE DE UNA GESTIÓN: UN
PROYECTO INACABADO

El 28 de abril de 1933 se publicaba un Decreto
aceptando, a propuesta del ministro de la Gobernación,
Casares Quiroga, la dimisión que, como Director general de
Sanidad, había presentado Marcelino Pascua
Martínez.

Unos meses antes, en enero de ese mismo año, en
un artículo publicado en la Revista de Sanidad e
Higiene Pública
(1933; 8/1: 59-61) con el
título de Presupuesto de Sanidad, Pascua
justificaba las iniciativas que se habían llevado a cabo
en la Dirección general de Sanidad desde abril de 1931 y
establecía las líneas directrices que debían
guiar la política sanitaria de la Segunda
República.

Marcelino Pascua denunciaba el vergonzoso atraso en
que tradicionalmente se había tenido al aparato sanitario
del Estado
, y, para poner de manifiesto el interés de
la Segunda República por el cuidado de la salud
pública y la reorganización de los servicios
sanitarios del país, acompañaba un cuadro con los
presupuestos
ordinarios de la Dirección general de Sanidad desde
1920-1921 hasta el mismo año de 1933 (Presupuesto, 1933:
58):

AÑOS

PRESUPUESTOS ORDINARIOS
(en millones de pesetas)

1920-21

6.619.300

1921-22

6.619.300

1922-23

8.250.450

1923-24

7.050.450

1924-25

7.721.600

1925-26

7.440.600

1927

8.605.650

1928

8.235.550

1929

10.326.740

1930

10.290.982

1931

9.990.082

1932

15.582.807

1933

31.432.690

Tras resumir los logros más importantes
conseguidos en 1931 y 1932, exponía las actividades que en
su opinión se debían desarrollar en el futuro.
Destacaba su propuesta de presentar ante las Cortes una ley
orgánica de Sanidad. Por último, además de
proponer la abolición de la prostitución reglamentada, citaba, entre
otras, las líneas de trabajo sobre las que se debía
profundizar:

1. La higiene de la alimentación, particularmente
el abastecimiento de la leche

2. La modernización, humanización
más bien, de hospitales, manicomios, etc.

3. El fomento de la lucha anticancerosa en su aspecto
público, esto es, el tratamiento y diagnóstico precoz de tumores
malignos

4. El gran problema de la asistencia y prevención
de la ceguera y otras incapacidades

5. La higiene industrial

6. La insostenible situación del profesionalismo
médico y farmacéutico

7. La preparación del ambiente y estudios de
rigurosidad científica y moral sobre el
problema del control de la
natalidad

8. La
organización del Instituto de Investigaciones
hidrominerales

Las palabras finales, que Marcelino Pascua
incluía en el citado artículo, son reveladoras del
proyecto de reforma sanitaria que defendía y al que hemos
aludido a lo largo del trabajo: España no
entrará en una reorganización sanitaria, muy
particularmente en su aspecto de medicina curativa de gran fuste
y escala, hasta que
no se implante el seguro de enfermedad, aplicable a grandes masas
de población. Este será el momento
cumbre y la vía de progreso por donde se llegue a la
nacionalización de la medicina curativa y se refuerce y
consolide la estatificación de la preventiva
. Como ya
se ha señalado, el futuro de la salud pública y la
medicina preventiva pasaban, a juicio de Pascua, por implantar un
modelo de asistencia médica colectivizada.

A Marcelino Pascua le sustituyó, en mayo de 1933,
Julio Bejarano. quien presentó su dimisión el 15 de
septiembre de ese mismo año, cuando ocupó el
ministerio de Gobernación Diego Martínez Barrios.
El último Director general de Sanidad del bienio
transformador fue José Verdes Montenegro. Nombrado el 20
de septiembre de 1933, Verdes fue cesado el 12 de octubre de ese
mismo año, cuando ocupo la cartera de Gobernación
Manuel Rico Avelló. A Verdes Montenegro le
sustituyó José María Gutiérrez
Barreal.

Entre las primeras medidas que puso en marcha la nueva
administración sanitaria fue la de
reintegrar, "una vez desaparecidas las causas que motivaron su
cese"
, a Victor María Cortezo Collantes en el cargo de
Inspector general de Instituciones Sanitarias. Así mismo,
a través de la Orden ministerial de 25 de octubre, se
anulaba la convocatoria para proveer la plaza de médico
jefe de estadística de la Dirección general
de Sanidad que había ocupado, de forma interina, Marcelino
Pascua, y se retrotraía al 22 de septiembre de 1933, dando
así la posibilidad de que pudieran presentarse nuevas
solicitudes. El 11 de septiembre de 1933, días antes de
presentar su dimisión, Julio Bejarano, en su calidad de
Director general de Sanidad, había hecho publica una
circular donde convocaba el concurso-oposición para
proveer dicha Jefatura. Finalmente, el 15 de noviembre de 1933,
tras obtener el número uno en el
concurso-oposición, Marcelino Pascua recibía el
nombramiento de Jefe de Estadística Sanitaria de la
Dirección general de Sanidad.

Hasta aquí el somero análisis de la gestión de Marcelino
Pascua al frente de la Dirección general de Sanidad. A
modo de conclusión podríamos destacar las
principales líneas de trabajo que desarrolló o
diseñó en su etapa de responsable de la
Dirección general de Sanidad: el impulso de la
investigación sanitaria y la institucionalización
de la salud pública; la aplicación de una
política de salud que incorporaba los supuestos
conceptuales y metodológicos de la estadística
sanitaria, la epidemiología y la higiene pública; o
la necesidad de coordinar la acción preventiva, curativa y
rehabilitadora en el marco de un sistema nacional de salud.
Además de recordar el coste político que le supuso
el conflicto y el enfrentamiento con el importante colectivo de
médicos y farmacéuticos titulares y los apoyos
partidistas que estos despertaban.

Pero quizás proceda concluir también con
la valoración política que hacía de su
gestión el propio Pascua en abril de 1933 (El director de
Sanidad habla para "Luz", 1933: 5):

Antes de despedirnos hablamos un poco de
política en general, y Pascua se lamentaba de que la
renovación de la estructura
monárquica del Estado sea demasiado lenta, -falta audacia-
nos dice- en la mayoría de los departamentos del Estado, y
eso cohibe, en cierto grado, a otros donde pudiera haberla y
donde se anhela que la haya […] Pascua terminaba con estas
frases: Al marcharme de este puesto deseo fervientemente que
algún día me llamen de nuevo en circunstancias
más favorables, donde pueda desarrollar más amplios
planes y pueda hacerse una renovación profunda de ideas y
personas.

Todavía confío en que la
situación política se oriente y defina mejor y yo
pueda estar diez o quince años al frente de la Sanidad
española, laborando por ella con entusiasmo

Las circunstancias políticas y los
acontecimientos de julio de 1936 se encargaron de hacer
imposibles los deseos de Pascua. Aunque volvió a prestar
servicios políticos a la Segunda República, a
través de su labor como embajador en Moscú y
París, sería la recién creada Organización Mundial de la Salud (1948) la
que se beneficiaría de los servicios profesionales de
Marcelino Pascua a través de la dirección del nuevo
Departamento de Estadística Sanitarias (Bernabeu,
1992).

Notas a pié de página

(1) La publicación Vida Médica
(1933; XII (383): 5) al recoger la noticia del cese de Marcelino
Pascua, afirmaba que se había producido como
consecuencia de la ley de incompatibilidades y del acuerdo
adoptado por la comisión ejecutiva del partido
socialista
, para añadir a continuación:
suponemos el efecto que la lectura de
esta noticia habrá de causar en el ánimo de los
médicos titulares, tan esperanzados un día por las
promesas del doctor Pascua como desilusionados hoy ante la
realidad del Reglamento, la última desdichada obra del
hombre que no
supo corresponder al crédito
de confianza que durante muchos meses le hubieron de conceder sus
compañeros […] la Asociación de Titulares se
puede afirmar que ha muerto a manos del doctor Pascua, al menos
con su carácter de oficial, ya que al ser privada del
Escalafón [sic] y de la expedición de documentos
para la ficha de méritos se le han cegado sus fuentes de
ingresos
más saneadas y seguras
.

Sobre el modelo sanitario que se defendía desde
las filas del Partido Republicano Radical, pueden consultarse
diversos trabajos publicados en la revista Vida Médica: El
Partido Radical, la sanidad y los técnicos (Muñoz
Antuñano, 1932), El ministerio de Sanidad (1933) y La
Sanidad pública (Estadella Arnó, 1933).
Además, la relación entre los republicanos
radicales y algunos medios de la
prensa profesional resultaba más que evidente
(Domínguez, 1932). En otoño de 1933, con motivo de
la convocatoria de elecciones generales, la revista Vida
Médica, bajo el título de Política sanitaria
(1933: 3), afirmaba, refiriéndose al Partido Republicano
Radical: El ideal sería que en las elecciones pudieran
actuar verdaderos candidatos sanitarios; sin ninguna otra
significación política; ya que eso no puede ser,
cuidemos de otorgar nuestra confianza y nuestros votos a los
candidatos políticos que se comprometan, por sí o
por sus partidos, a la defensa de la causa
sanitaria
.

(2) Para contextualizar la importancia de la
Fundación Rockefeller en el desarrollo
científico y sanitario en la España de
los años veinte y treinta, se puede consultar el trabajo "La
Fundación Rockefeller y España, 1914-1939. Un
acuerdo para la modernización científica y
sanitaria" (Rodríguez Ocaña, Bernabeu Mestre,
Barona, 1996).

(3) En unas declaraciones al semanario "Luz" (Director
de Sanidad habla para Luz, 1933), afirmaba: el Director
general de Sanidad deber estar ocupado en el bienestar
común, incluso, a veces, en contra de los médicos,
cuando éstos entren en conflicto con los intereses de la
colectividad
.

(4) El Decreto de 12 de noviembre de 1931 recogía
en su preámbulo las siguientes palabras: Es preciso que
de aquí en adelante, desaparezca el estado de
cosas que entregaba a los enfermos psíquicos al cuidado de
personas sin preparación alguna previa, ni
psiquiátrica, ni médica. Consecuencia de esto ha
sido el tratamiento inadecuado e incluso perjudicial a que han
estado sometidos los enfermos mentales. Los progresos de la
ciencia
psiquiátrica y las modernas ideas de la higiene mental
exigen la solución
.

(5) En la Orden ministerial de 30 de marzo de 1932 se
afirmaba: Las causas de la elevada mortalidad infantil son en
cierto modo evitables, puesto que muchas de ellas responden a
falta de higiene durante el embarazo y la
crianza del niño y de la incultura y la falta de
orientación sanitaria, existiendo no pocas provincias que
carecen de los más elementales servicios de higiene
infantil y otras en las cuales los esfuerzos particulares y
oficiales, los fallos de la coordinación y orientación
sanitaria, no surten la eficacia
[…]
.

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Josep Bernabeu Mestre
Departament de Salut Pública [Història de la
Ciència]. Universitat d'Alacant.
Correspondencia:
Josep Bernabeu Mestre. Departament de Salut Pública
[Història de la Ciència]. Universitat d'Alacant.
Apartado de correos 99. 03080 Alicante.

Partes: 1, 2
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