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Interculturalidad alimentario-nutricional en la etnia Wixarika de México (página 2)



Partes: 1, 2

 

Que el maíz
representa para los wixaritari una deidad de la trilogía
sagrada maíz-venado-peyote constituye una razón
para que el grano reciba el tratamiento correspondiente y una
parte de la cosecha que no se consume como alimento
«será almacenado en la Casa de Dios, utilizada para
guardar maíz en grano y avíos ceremoniales que
siempre los wixaritari guardan
juntos…»7.

Un elemento importante en la cosmovisión
alimentaria del pueblo Wixarika es el rito de ofrecimiento del
venado a los dioses, principalmente del Maíz (Tatei
Niwetzika) y la Lluvia (Tatei Witari). La cacería del
venado es una ceremonia realizada por los hombres adultos y
jóvenes del clan familiar, quienes llevan su sangre a los
sitios ceremoniales ubicados en la Sierra antes de la siembra,
durante el crecimiento, al final de la cosecha del maíz,
durante la época de lluvia y en su larga caminata de
ofrecimiento al Dios del Sol en Wiricuta, en el desierto en
el Estado de
San Luís Potosí. Estos ofrecimientos se
acompañan del consumo de
peyote, una cactácea alucinógena.

Los estudios que recuperan la cultura
alimentaria pueden permitir optimizar los recursos locales
y elevar así el estado de
nutrición
de las comunidades, en circunstancias en que factores externos a
ellas buscan la homogenización de una cultura alimentaria
global, es decir, la aculturización de las identidades
alimentarias tradicionales de los pueblos principalmente
indígenas8.

La construcción de un modelo
alimentario-nutrimental que articule modernidad y
tradiciones culturales es un puente que puede integrar a los
humanos con sus raíces generacionales, su entorno natural
y el contexto socioeconómico en que se ubica una población.

El objetivo de la
investigación fue la búsqueda de una
interpretación colectiva entre
investigadores y los miembros de la etnia Wixarika
para comprender la alta prevalencia de carencias
alimentario-nutrimentales en los niños,
en un pueblo con una tradición cultural rica, con un
entorno ecológico biodiverso conservado por siglos, y que
permita la formulación participativa de alternativas
alimentarias a la problemática nutrimental desde su
cosmovisión, lo que constituye una veta poco trabajada en
el camino de tratar de conseguir la equidad social
con respeto a las
tradiciones de los pueblos mesoamericanos.

SUJETOS Y MÉTODO

En el estudio de la cultura alimentaria se utiliza la
metodología de investigación
acción
participativa, sustentada en la Epidemiología Crítica
y en Epistemología Socio Crítica, que se
caracterizan por tres dimensiones de análisis: el rescate de la memoria
colectiva, la reconstrucción del sujeto histórico y
el fortalecimiento de un proceso
solidario de construcción de alternativas
emancipadoras9.

En los trabajos de investigación en los que se
utilizan metodologías complementarias sustentadas en
paradigmas
innovadores, los criterios para la selección
de casos son diferentes que en las metodologías
cuantitativas apoyadas en el neopositivismo. Un elemento
fundamental para realizar una investigación acción
participativa en salud y alimentación lo
constituye la
organización comunitaria. En este sentido la comunidad,
localidades y los informantes clave son miembros de la comunidad
Wixarika de Santa Caterina Cuexcomatitlán, por ser los
sujetos sociales organizados en torno al derecho
a la salud y la alimentación, donde los miembros del
Consejo de Salud Comunitaria Werika constituyen sus
representantes electos. Las otras 4 comunidades que conforman la
etnia Wixarika no están organizadas en torno a ese
derecho, por lo que no se incluyen en el estudio.

Un valor agregado
de la población de estudio lo constituye la
representatividad cultural alimentaria de la comunidad de Santa
Catarina Cuexcomatitlán, ya que es el grupo humano
con rasgos de mayor tradición de las cinco comunidades que
constituyen la etnia Wixarika, en la que están ubicados
los centros ceremoniales de todo este pueblo, por lo que en ellas
se mantienen la mayor cantidad de expresiones simbólicas
tradicionales de la cosmovisión Wixarika, un elemento
central que se rescata en la investigación para la
construcción de una propuesta intercultural.

La comunidad de Santa Catarina Cuexomatitlán,
Mezquitic, Jalisco, en el Occidente mexicano, está
integrada por 25 localidades, de las cuales se estudian las siete
mayores. De ellas, se seleccionan 2 localidades ceremoniales que
expresan la tradición Wixarika, llamados Tukipa (Pochotita
y Santa Catariana), 3 localidades aisladas y poco influidas por
la cultura occidental (Taymarita, Agua Zarca y
Soconita) y 2 localidades con mayor vinculación con
ésta, ya que están comunicadas por caminos de
terrecería o vía aérea y tienen
vínculos comerciales con los pueblos mestizos (Pueblo
Nuevo y Cajones).

Para realizar el trabajo de
campo se realizaron los siguientes procedimientos de
investigación: Después de negociar la puerta de
entrada en reuniones con los líderes de las comunidades se
hicieron 2 talleres de capacitación para los sanadores
(coinvestigadores indígenas) y el grupo de
coinvestigadores de la Universidad de
Guadalajara, cada uno de ellos con una semana de duración,
en los que se aprendió y se sistematizaron las técnicas
de observación etnográfica, entrevista en
profundidad y la guía temática para realizarlas. En
otra fase del estudio el grupo de investigadores externos
conjuntamente con los investigadores internos (los miembros del
Consejo de Salud Comunitaria Werika) se integraron a la vida
cotidiana de los clanes familiares de las 7 localidades
investigadas por períodos de 8 días cada 2 meses
durante 3 años, acompañándoles en labores de
producción, consumo y rituales que se
realizan alrededor de los alimentos, con el
objetivo de realizar registros
etnográficos y entrevistas a
profundidad que permiten comprender la cosmovisión
alimentario-nutrimental.

En total se realizaron 15 registros de observaciones
etnográficas producto de la
convivencia en los clanes familiares, en las cacerías de
venado y otros rituales en los centros ceremoniales (3 registros
por cada grupo de localidades seleccionadas), 18 entrevistas en
profundidad a informantes clave de las 7 comunidades (6
entrevistas a informantes clave por cada grupo de comunidades
seleccionadas). Entre los informantes clave están
principalmente: miembros de los consejos de ancianos de las
localidades que cuidan las costumbres wixaritari, maestros
bilingües, marakames (sacerdotes-curanderos) y algunas
mujeres que aceptaron ser entrevistadas. Las observaciones y
entrevistas se suspendieron en el momento en que no se obtuvo
información nueva sobre la cultura
alimentario-nutrimental del pueblo Wixarika (saturación de
información). Además al final del trabajo de
campo se llevó a cabo un taller de autorreflexión,
en el que los investigadores y los sanadores Wixaritari (miembros
del Consejo de Salud Comunitaria Werika) reflexionaron sobre los
datos
obtenidos en las entrevistas en profundidad, con el fin de
aclarar dudas sobre los mismos y sistematizar la
información obtenida.

Los datos cualitativos obtenidos en la
transcripción de los registros etnográficos y las
entrevistas en profundidad fueron codificados
empíricamente por los investigadores externos, para a
partir de ellos construir matrices de
análisis y realizar la autorrefexión en talleres
participativos con el equipo de investigación interno.
Posteriormente se realizaron ensayos en los
que se sistematizó la información empírica.
Y, por último, se ejecutó la interpretación
de los datos con la teoría
de otros autores que han investigado las culturas
alimentario-nutrimentales en la región
mesoamericana.

En base a las conclusiones de la fase interpretativa del
estudio se discuten las alternativas posibles de solución
a la problemática encontrada desde la perspectiva cultural
del pueblo Wixarika, que permiten al Consejo de Salud Comunitaria
Werika conjuntamente con los investigadores externos, definir las
acciones de
transformación que se llevan a cabo con la
participación de las localidades de estudio.

RESULTADOS

El consumo alimentario del pueblo Wixarika, como en la
mayoría de pueblos de Mesoamérica, tiene un sentido
religioso y no solamente biológico de satisfacer las
necesidades del cuerpo. Es comer con el espíritu y con los
dioses, por lo que los alimentos no sólo proporcionan
nutrientes sino energía que viene de ellos, por lo que
debe haber ceremonias para agradecerles lo que proporcionan a
este pueblo.

De acuerdo a la información obtenida en las
entrevistas en profundidad, la base de la producción y el
consumo alimentario Wixarika está formada por la
tríada: maíz, frijol y calabaza, con agregados de
jitomate y chile, tradición que se ha mantenido desde
tiempos ancestrales. Los alimentos son consumidos por clanes
familiares en 2 a 3 tiempos, dependiendo de las posibilidades de
la cosecha, la época del año, de ingresos
extraordinarios por venta de sus
productos a
las comunidades mestizas, por trueque en la comunidad o por
recursos obtenidos como asalariados estacionales en el corte de
tabaco en el
Estado de Nayarit.

El análisis de la cultura de consumo alimentario
del pueblo Wixarika queda inconcluso si no se tiene en cuenta el
aporte que tienen los bosques y el entorno ecológico en la
alimentación de este pueblo. Los datos proporcionados por
los sujetos entrevistados señalan que la
recolección de alimentos en los bosques y cañadas
de la Sierra Wixarika se realiza de acuerdo a las
características estacionales durante todo el año.
Tiene importancia la recolección de guajes, hongos, quelites
y nopales.

Informan que existen guajes silvestres y guajes que son
cultivados en las huertas familiares, que son leguminosas
recolectadas en septiembre, enero y mayo, dependiendo de la
variedad. Las vainas de los guajes se cortan cuando están
maduras y se les extraen las semillas, que se pueden preparar de
dos formas: una consumiéndolas cuando salen de las vainas
y guisándolas en manteca o aceite con
huevo, agregándoles cebolla y jitomate,
acompañándolas de frijoles. La otra forma consiste
en tostar las semillas en el comal (fogón tradicional para
cocinar los alimentos) y poniéndolas después a
secar se muelen en el metate (piedra de moler
prehispánica) agregándoles chile y se guarda para
consumirlas en otras épocas del año, con frijoles o
agregándoles aceite, agua y cebolla.

Existen distintas variedades de hongos que son
recolectados por este pueblo para consumo alimentario en la
época de lluvias que va de junio a septiembre. La variedad
más ampliamente recolectada son los champiñones
silvestres y los anacates, los cuales son preparados guisados en
aceite para su consumo.

Los quelites (vegetal de hojas verdes) crecen de manera
silvestre en las áreas de producción de maíz
y frijol en la época de lluvias y son consumidos
principalmente como caldos combinados con jitomate, cebolla y
chile.

Existen dos formas de producción y
recolección de nopales. Una es la variedad silvestre y
otras son cultivadas en algunos huertos familiares ubicados en
los alrededores de las viviendas en las diversas comunidades de
este pueblo. El consumo de nopales y tunas se realiza en los
meses de marzo, abril y mayo. Los nopales se preparan para su
consumo en forma de ensaladas combinadas con jitomate o asados y
las tunas se consumen como frutas crudas.

Uno de los cultivos que tiene una trascendencia
nutrimental para los pueblos indígenas de la meseta
central mexicana es el de amaranto10. De acuerdo a
conversaciones con uno de los sanadores wixaritari, sus abuelas
sembraban tres variedades de amaranto (wabe en lengua
wixarika) que servía para complementar la
alimentación a base de maíz, frijol y calabaza,
pero se ha perdido buena parte de esta cultura de
producción, por lo que han venido realizando intentos de
recuperar esta tradición pero con poco éxito.

Un elemento diferencial entre las localidades
estudiadas, obtenido en los registros etnográficos, es el
abandono de algunos alimentos en las localidades que tienen una
mayor vinculación con el mundo mestizo, como el
maíz «nishtamalizado», que es preparado con
cal, y contiene todos sus nutrientes; así, en Pueblo Nuevo
y Cajones se consume harina de maíz industrializado con
bajo contenido en fibra, aceites vegetales y calcio. Se ha
abandonado el consumo de vegetales tradicionales, como los
nopales, quelites, hongos y guajes y se ha aumentado el consumo
de alimentos refinados, como harinas, refrescos embotellados,
etc. lo que está impactando en el estado nutricional de
los adultos principalmente. En la evaluación
nutrimental inicial el 24% de las mujeres en edad fértil
que viven las localidades con mayor vinculación al mundo
occidental tienen obesidad
combinada con baja talla, un tipo de obesidad desnutrida de los
pueblos marginados de América
Latina incorporados al mundo global11.

En la cultura Wixarika el consumo del maíz tiene
connotaciones religiosas y se acompaña de rituales de
ofrecimiento y autorización de los dioses para su
consumo.

Un elemento fundamental en la cosmovisión
alimentaria del pueblo Wixarika, obtenido a través de
observaciones etnográficas, es el rito de ofrecimiento del
venado a los dioses, principalmente del Maíz (Tatei
Niwetzika) y la Lluvia (Tatei Witari) durante la época de
cosecha y a los dioses principales, el Padre Sol (Tayau Tau) el
Padre Fuego, (Tatewari) durante todo el año. La
cacería del venado es una ceremonia realizada por los
hombres adultos y los jóvenes del clan
familiar.

En las localidades el primer ofrecimiento del venado a
los dioses se realiza en el mes de agosto y tiene como objetivo
principal ofrecerlo al Dios de la Lluvia y al Dios del
Maíz, para que ésta no falte en el momento en que
la milpa la necesita para que los elotes se llenen de
granos.

La segunda cacería del venado se realiza en el
momento de la cosecha del maíz, la calabaza y el frijol.
Tiene como objetivo llevar los granos cortados al templo sagrado,
para que se conserven sanos, para poder
sembrarlos en el siguiente temporal y para el consumo
familiar.

En los Kaligüey de los Tukipa hay dos
cacerías de venado en momentos diferentes. Uno en el mes
de agosto para la Fiesta de la Lluvia y el segundo en el mes de
diciembre, cuando los «jicareros» (cuidadores de la
tradición) regresan a Wiricuta, en San Luis Potosí
para ofrecerlo en la Fiesta del Sol (Tayau Tatata).

Si embargo, las comunidades que tienen mayor contacto
con el mundo mestizo, han abandonado paulatinamente la
cacería del venado y lo han sustituido por el sacrificio
de toros y cerdos para ofrecerlo a los dioses.

La información obtenida de una de las comunidades
mas aisladas del lugar de estudio indican que también se
puede comer carne de res o de animales
domésticos en ceremonias de cualquier época, pero
la cacería de venado tiene un ritual especial.

Otros platillos que se consumen durante las ceremonias
son los tamales de maíz blanco con carne de venado o
frijoles y el Tejuino, bebida fermentada elaborada de maíz
amarillo, que junto a la carne de venado o de res, el peyote, el
cacao y las velas, constituyen elementos fundamentales en las
celebraciones y fiestas importantes.

En lo que se refiere al consumo alimentario en la
ceremonia del peyote y otras fiestas de la vida cotidiana, el
papel de esta planta se rescató en la vida de los
Wixaritari. El peyote es una planta de la familia de
las cactáceas que crece en las zonas desérticas de
San Luís Potosí, tiene efectos estimulantes y
alucinógenos. Par la cultura Wixaritari tiene utilidad para
aumentar la resistencia en
las largas caminatas realizadas para cazar el venado, para
comunicarse con los dioses, así como para aumentar la
creatividad
artística en la elaboración de tejidos y
artesanías.

El viaje a Real de Catorce (Wiricuta) o lugar donde
habita el Padre Sol en San Luis Potosí (uno de los templos
ceremoniales en la cosmovisión Wixarika) se realiza en el
mes de diciembre y es una fiesta considerada una de las
principales para este pueblo. La ceremonia del peyote es
presidida por los Marak+ame, y se ha venido perdiendo debido los
procesos de
trasculturación. El significado del peyote en la caza del
venado y en la producción artística del pueblo
Wixarika es fundamental.

DISCUSIÓN

Los datos que aporta el estudio de la cultura de consumo
alimentario del pueblo Wixarika muestran la existencia de un
sustrato prehispánico que reconoce el valor de la
relación armónica hombre-dioses-naturaleza. El
alimento no sólo tiene la función de
satisfacer necesidades biológicas sino que tiene un alto
contenido religioso por el que es necesario pedir permiso a los
dioses para su producción, almacenamiento y
consumo.

Para la cultura Wixarika, al igual que para todas las
culturas indígenas mesoamericanas que habitan en México y
Centro América, el maíz es el articulador y
forjador de la identidad
cultural, es el que enlaza no sólo las celebraciones
religiosas durante todo el año, sino que es la pieza
central para la construcción de la identidad étnica
dentro de la cultura mesoamericana del maíz. Es la vida,
la organización social,
etc.12,13.

Todos estos elementos conforman «el costumbre
Wixarika». Se trata de un concepto que
habla «del nosotros» y es hablar en plural de un
conjunto de personas que actúan bajo cierta
cosmovisión, es decir, la forma ritualizada de
vinculación entre los humanos, con la naturaleza y con lo
sagrado. En palabras del pueblo Wixárika «el
costumbre» de comer con el Dios del Maíz es un
elemento a tomar en cuenta para el éxito de cualquier
programa
alimentario nutricional, tanto para mejorar la producción
como la suplementación, complementación y
fortificación alimentaria, tal como se ha experimentado en
programas de
combinación del maíz con otros alimentos
vernáculos, desarrollados por el Instituto de
Nutrición de Centro América y Panamá
(INCAP)14.

Al analizar la información alimentaria
recolectada empíricamente y su contenido
bromatológico valorado en tablas de alimentos se puede
deducir que el elemento central en la alimentación
Wixarika es el maíz, un cereal que proporciona grandes
cantidades de hidratos de carbono y en
menor proporción proteínas,
grasas,
vitaminas y
calcio. Este alimento es consumido diariamente durante todo el
año en combinación con frijoles, que contienen
altas concentraciones de proteínas y hierro. Estos
dos alimentos se condimentan con chile (un vegetal rico en
vitamina C), semillas de calabaza (una oleaginosa rica en
proteínas, grasas vegetales y vitaminas) y jitomate (una
verdura rica en vitamina C). A esta alimentación se
agregan alimentos de temporal, como los gaujes, una leguminosa
rica en proteínas; quelites, un vegetal verde rico en
vitaminas del complejo B y nopales, ricos en fibra vegetal,
hidratos de carbono y vitaminas del Complejo
B15.

Estos alimentos combinados adecuadamente pueden aportar
los nutrientes básicos para una buena salud, pero debido
al abandono gradual de técnicas de cultivo tradicionales,
sustituidos por métodos
modernos, al deterioro del entorno ecológico, a la falta
de agua en la época seca y a la escasa
incorporación de abonos orgánicos para enriquecer
los suelos, su
producción no es suficiente para todo el año. Si a
ello se agrega la incorporación de alimentos ajenos a la
cultura en los programas de suplementación y
complementación alimentaria, es fácil explicar el
hambre crónica que padecen los habitantes de esta
etnia16, 17.

Aguirre Beltrán18 comenta que las
cantidades excepcionales de proteínas, minerales y
vitaminas que se encuentran en los alimentos nativos ofrecen la
posibilidad de nutrir a los indígenas mexicanos sin
recurrir necesariamente a la carne, al huevo, ni a los productos
de lechería. Agrega, que la dieta indígena es
completamente diferente a la dieta occidental y no es racional
basar modificaciones dietéticas apoyadas en valores
nutricios extraños.

Los datos aportados por el estudio y los recuperados de
otros investigadores aportan elementos para concluir que las
instituciones
de salud, nutrición y desarrollo que
operan programas de la Sierra Wixarika han construido propuestas
alimentario-nutricionales sin tomar en cuenta estos elementos
culturales, sin beneficios en los indicadores de
calidad de
vida y la seguridad
alimentario nutricional para esta etnia y frecuentemente
agrediendo «el costumbre Wixarika».

Al respecto Inmink19 señala que la
inseguridad
alimentaria y nutricional que padecen los pueblos
indígenas de América Latina representa una
violación básica de los derechos humanos
de las etnias. Gobiernos de muchos países han
contraído compromisos internacionales para garantizar la
seguridad alimentaria y nutrimental basados en los derechos humanos, pero las
políticas, programas y normas que deben
implementar esos compromisos raras veces son formuladas e
implementadas con un enfoque de derechos humanos que respete su
cultura ancestral.

Los datos recuperados en la investigación
permiten deducir que la alimentación forma parte de la
identidad cultural del pueblo Wixarika y es un elemento central
de la etnia que opera en todos los renglones de la vida, o sea,
alcanza el ser en sus actuaciones más profundas como
persona20, por lo que los derechos culturales son
también derechos humanos fundamentales que deben ser
tomados en cuenta en la construcción de una propuesta
intercultural y participativa para los pueblos indígenas
del continente, tal como lo señaló la UNESCO en
1968 cuando declaró: Una de las características
de nuestro mundo contemporáneo es el dominio que sobre
los hombres ejercen los estados-nación
fuertes y centralizados, que tienen el poder necesario para
incrementar la uniformidad y la homogeneidad cultural dentro y
fuera de sus fronteras
…21.

A partir de los datos recuperados y las deducciones de
la fase interpretativa de la investigación, realizadas por
los investigadores y el Consejo de Salud Comunitaria Werika, se
discutió las posibles alternativas para formular un modelo
alimentario nutricional sustentable que recupere la cultura
alimentario-nutrimental del pueblo Wixarika y que resuelva parte
de los problemas de
desnutrición infantil. El modelo se basa en
las siguientes estrategias
centrales:

Se crea «El Lugar de los Estudios en Salud y
Nutrición Wixarika» como un espacio de
formación de Sanadores Wixaritari (recursos primarios para
la atención a la salud y la nutrición
local) para realizar la vigilancia y atención de grupos en
riesgo
nutrimental, así como la formación de promotores de
agroecología para la Sierra Wixarika, que aprenden
técnicas para producir composta y otros abonos,
fertilizantes e insecticidas orgánicos y técnicas
para el cultivo de árboles
frutales, hortalizas y otros cereales que habían sido
abandonados por el pueblo Wixarika, como el amaranto.

Se desarrolla tecnología apropiada
para el enriquecimiento de alimentos que constituyen la base de
la alimentación y cosmovisión del pueblo Wixarika.
Tal es el caso del maíz, que se enriquece con amaranto y
semillas de calabaza en la elaboración de atoles para
suplementar a los niños después de los seis meses y
a las madres embarazadas y lactantes.

Los resultados de la investigación aportan
elementos teórico-metodológicos para recuperar las
culturas alimentarias de los pueblos indígenas
mesoamericanos y formular programas de salud en nutrición
con pertinencia intercultural. La limitante del estudio es que
sólo es factible aplicar esta metodología y
extrapolar los datos a comunidades organizadas. Las dificultades
mayores son las barreras idiomáticas y el rechazo que
tienen los pueblos indígenas al mundo
occidental.

AGRADECIMIENTOS

Los autores agradecen al Consejo de Salud Comunitaria
Werika, a los miembros del Programa Mesoamericano de Ecología, Salud y
Alimentación Sustentable (PROMESAS), a las autoridades del
Centro Universitario de Ciencia de la
Salud de la Universidad de Guadalajara, al Consejo Nacional de
Ciencia y
Tecnología de México, a la empresa
privada Omnilife y al Organismo no gubernamental Concern
América el apoyo brindado para la realización de
este estudio.

BIBLIOGRAFÍA

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Fundamentación epistemológica de los grupos
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Calderón. Universidad de San Carlos de Guatemala/
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París, 1970. En: Stavenhagen, R. La Cuestión
étnica. El Colegio de México, México; 2001.
p 238.

René Crocker Sagastume (1) Antonio (Tunuri)
Cosío González (2) Martina (Haulima) López
López,  (2) Liah Ruiz Domínguez (1) Diana
Andrade Ureña (1) y Yareni Gutiérrez Gómez
(1)
(1) Instituto Regional de Investigación en
Salud Pública, Departamento de Salud Pública,
Centro Universitario 
de Ciencias de la
Salud, Universidad de Guadalajara
(2) Lugar de los Estudios en Salud y Nutrición
Wixarika.

Correspondencia: Dr. René Crocker Sagastume, Isla
Madeira 2877. Jardines de la Cruz, Guadalajara, Jalisco,
México.
(*) Este trabajo ha sido financiado por el Programa de apoyo a la
Investigación 2000. Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología de México (CONACYT). Referencia: 0005.
Título del proyecto:
Nutrición y Cultura Alimentaria con el Pueblo
Wixarika. Premio CONACYT/Omnilife «Alimentar con Ciencia
2000».

Partes: 1, 2
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