Toxicidad Oral de Seis Insecticidas en Larvas de Vespula germanica (F.) en Laboratorio
Publicación original: ISSN 0365-2807 – Reproducción autorizada por: |
ABSTRACT: Nests of yellowjacket wasp,
Vespula germanica F., were collected, from which comb
pieces were selected with last stage larvae (n ≥ 35), that
were later maintained at 25°C and ~50% RH in absence of
light. Laboratory assays were conducted to determine the
LC50 of commercial formulations of abamectin (applied
in a range from 6.8 to 0.84 mg L-1), Bacillus
thuringiensis (640–5.1 mg L-1), fipronil
(1,000–1 mg L-1), methoxyfenozide
(9,600–60 mg L-1), spinosad (106–0.11 mg
L-1), and triflumuron (24,000–2.4 mg
L-1). Each larva was fed 1,5 mL of
insecticide solution (30% honey solution mixed with the
commercial formulations, and a control was fed
with only 30% honey solution). The symptoms of the
neurotoxic insecticides previous to death were body paralysis and
cuticle darkening within the first 72 h; triflumuron was
effective, but because of its form of action its symptoms took
longer to appear (incomplete ecdysis, and/or partial rupture of
the cuticle). The LC50 were determined by Probit
analyses, were: spinosad, 0.29 mg L-1; abamectin, 1.40
mg L-1; fipronil, 3.34 mg L-1, and
triflumuron, 11.83 mg L-1. Bacillus
thuringiensis had no lethal effect on larvae in the range of
concentrations evaluated. With methoxyfenozide, mortality
was obtained only when using the highest concentration (9,600 mg
L-1).
Key words: abamectin, Bacillus
thuringiensis, German yellow jacket wasp, fipronil,
methoxyfenozide, spinosad, triflumuron.
RESUMEN: Se colectaron nidos de la avispa
chaqueta amarilla, Vespula germanica F., de los cuales se
seleccionaron pisos con larvas de último estado (n ≥
35), que se mantuvieron posteriormente a 25°C y ~50% HR en
oscuridad. Se hicieron ensayos en
laboratorio
para determinar la CL50 de formulaciones comerciales
de abamectina (aplicada en un rango de 6,8 a 0,84 mg
L-1), Bacillus thuringiensis (640–5,1 mg
L-1), fipronil (1.000–1 mg L-1),
metoxifenocide (9.600–60 mg L-1), spinosad
(106–0,11 mg L-1) y triflumuron (24.000-2,4 mg
L-1). Cada larva se alimentó con
1,5 mL de solución insecticida (solución de 30% de
miel mezclada con las formulaciones comerciales), más un
piso control alimentado sólo con la solución de 30%
de miel. Los síntomas de los insecticidas
neurotóxicos previos a la muerte
fueron parálisis corporal y pardeamiento de la
cutícula dentro de las 72 h; el triflumuron fue efectivo,
pero por su forma de acción
demoró más en causar síntomas (ecdisis
incompleta y/o ruptura parcial de la cutícula). Las
CL50, estimadas por análisis Probit, fueron: spinosad, 0,29 mg
L-1; abamectina, 1,40 mg L-1; fipronil,
3,34 mg L-1 y triflumuron, 11,83 mg
L-1. Bacillus thuringiensis no tuvo
efecto letal sobre las larvas en el rango de concentraciones
evaluado. Con metoxifenocide se obtuvo mortalidad
sólo al utilizar la concentración mayor (9.600 mg
L-1).
Palabras clave: abamectina, avispa chaqueta
amarilla, Bacillus thuringiensis, fipronil,
metoxifenocide, spinosad, triflumuron.
INTRODUCCIÓN
La avispa chaqueta amarilla, Vespula germanica
(F.), es una especie originaria de Europa que
actualmente se encuentra en casi todo el mundo. En Chile se
observó por primera vez en 1974 en el Área
Metropolitana (Peña et al., 1975) y actualmente se
encuentra distribuida entre la III y XII Regiones (Chiappa et
al., 1986; Estay y Aguilar, 2004). El éxito
invasor de esta especie está determinado por su gran
adaptación a ambientes distintos y por no tener enemigos
naturales eficientes (Rizzuto, 2003). Se desconoce su
impacto sobre ecosistemas
nativos, pero los daños en la apicultura,
fruticultura, ganadería
y turismo son
importantes (Curkovic et al., 2004).
El período de incubación de los huevos en
general dura de 5 a 18 días según la temperatura. Presenta cinco estados
larvarios, durante aproximadamente 13 a 20 días; el
último tiene un tamaño de 12 a 15 mm. Una vez
que deja de comer, la larva completamente desarrollada teje un
capullo de seda que sella la celda (operculada), el cual le
servirá de protección durante el estado
pupal, que ocurre tres días después. El
estado de pupa dura entre 10 y 21 días. La muda a
adulto tiene lugar 2 ó 3 días antes de la
emergencia desde las celdillas (Akre y Davis,
1978).
Las larvas son alimentadas por las obreras con insectos
y arácnidos previamente malaxados. También
las alimentan con carne de otros animales,
especialmente muertos (Ripa, 2004). Otra fuente alimenticia
es el néctar de las flores y la mielecilla producida por
hemípteros que atacan cultivos y vegetación silvestre. Las obreras
también succionan líquidos de fruta y recolectan
trozos de frutillas, manzanas, peras, uva, entre otras especies
(Estay y Aguilar, 2004; Curkovic et al., 2004). Los
alimentos
proteicos son proporcionados por las obreras a las larvas por
trofalaxia, una práctica exclusiva de insectos sociales,
que consiste en el intercambio mutuo de alimento entre adultos, y
entre éstos y sus larvas o ninfas. Montagner (1964)
y Maschwitz (1966), ambos citados por Wilson (1971), consideran
que las secreciones larvarias representan la reserva alimenticia
de la colonia, y las glándulas salivales de las larvas son
el análogo funcional del buche de las obreras.
Las larvas, a través de un proceso
enzimático complejo, transforman proteínas
en carbohidratos
que proporcionan a los adultos. Sólo las larvas
poseen quimotripsina, la enzima que cataliza la hidrólisis
de péptidos, y carboxipeptidasa A y B. No existe
evidencia que los adultos puedan participar en la
digestión proteica. Las larvas producen y/o elaboran
glucosa,
fructosa y sacarosa, como también tri- y
tetrasacáridos no identificados, y en retribución
alimentan a las obreras con esta sustancia rica en azúcar
(Montagner (1964) y Maschwitz (1966), ambos citados por Wilson
(1971). Así, la larva utiliza trofalaxia para
intercambiar azúcar (la cual requiere poco) por
proteínas, y la avispa adulta puede nutrirse con la
sustancia azucarada. La trofalaxia también sirve en
la excreción, regula la humedad, temperatura y transfiere
químicos dentro de la colonia (Wilson, 1971).
Esta característica ha llevado a buscar formas de
manejo de esta especie con cebos tóxicos orientados al
control de colonias, con productos
inocuos para las personas y que no afecten a otros insectos, en
particular la abeja melífera. Una estrategia como
ésta requiere además el uso de insecticidas no
repelentes, de baja toxicidad para las obreras, -de modo que
transporten el ingrediente activo al interior del nido-, de bajo
perfil ecotoxicológico, y económicos (Curkovic
et al., 2004).
El objetivo de
esta investigación fue determinar la toxicidad
aguda oral de seis insecticidas incorporados en solución
de miel sobre larvas de último estadío de V.
germanica y estimar las respectivas concentraciones letales
medias (CL50).
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