Evaluación de distintos métodos de prevención de daño causado por lagomorfos en plantaciones de tagasaste (Chamaecytisus proliferus ssp. palmensis)
Publicación original: Agric. Téc.. [online]. jul. |
ABSTRACT: One of the main problems in the
establishment of a tagasaste (Chamaecytisus proliferus ssp. palmensis)
plantation is damage produced by lagomorphs (hares and rabbits). The objective
of this research was to evaluate simple, non-toxic methods of preventing damage
to new plantations of tagasaste. The methods evaluated were physical and
chemical. The former were two kinds of plastic mesh cylinders and an especially
designed electric wire fence; the latter were two commercial repellents,
Tetramethyl tiuram disulfur and Denatonium benzoate and timol, as well as
bovine blood treated with anticoagulant. The results showed that the electric
fence reduced the hare attacks by 100% and the thick hexagonal cylinder was of
average effectiveness. The thin hexagonal cylinder, chemical repellent and
blood were ineffective.
Key words: hares, rabbits, vegetal
protection, wild animals damage.
RESUMEN: Uno de los principales problemas en
el establecimiento de una plantación de tagasaste (Chamaecytisus proliferus ssp.
palmensis) es el ataque que las plantas sufren por parte de los lagomorfos
(liebres y conejos). La presente investigación tuvo por objetivo evaluar
métodos sencillos y no contaminantes del medio ambiente, que eviten el daño
causado por lagomorfos en el establecimiento de plantaciones de tagasaste. Se
evaluaron métodos físicos y químicos. Los primeros fueron dos tipos de
cilindros de mallas plásticas y un cerco eléctrico especialmente diseñado para
el efecto; los segundos, fueron dos repelentes comerciales, Tetrametil tiuram
disulfuro y Denatonium benzoato y timol, además de sangre de bovino tratada con
anticoagulante. Los resultados obtenidos muestran que el cerco eléctrico reduce
el ataque de las liebres en un 100%, de mediana efectividad resultó la malla
tipo bizcocho, siendo la malla tipo hexagonal, los repelentes y la sangre
ineficaces en cuanto a protección.
Palabras claves: liebres, conejos, protección
vegetal, daño por animales silvestres.
INTRODUCCIÓN
El tagasaste (Chamaecytisus
proliferus ssp. palmensis) fue introducido a Chile en el año 1988
por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), como parte de un
proyecto de búsqueda y selección de arbustos y árboles forrajeros que
contribuyan al mejoramiento de la producción ganadera en las zonas de secano.
Esta planta, dadas sus características de especie leguminosa, es fijadora de
nitrógeno (Ovalle et al., 1993, 1998), presenta un buen valor nutritivo (Arredondo
et al., 1997), contribuye al mejoramiento de la fertilidad del suelo; además,
puede ser utilizada en conservación de suelos con pendientes fuertes al ser
plantada en franjas de protección.
En los secanos interior y
costero de la VII y VIII regiones de Chile, los rendimientos de materia seca de
la porción comestible de esta forrajera en plantas de 5 años fueron de 1,71 (+
0,96) y 2,51 (+ 0,55) kg MS árbol-1, en Cauquenes y Lebu,
respectivamente (Ovalle et al., 1996).
Una de las limitantes de
mayor importancia en el establecimiento del tagasaste es el daño provocado por
lagomorfos (conejos y liebres), en el período comprendido entre la plantación y
el primer año de vida de la planta (Ojeda, 1998). El orden Lagomorpha en Chile
está representado por dos especies, el conejo silvestre (Oryctolagus
cuniculus) originario del Mediterráneo Occidental (Cattan y Valderas,
1987), y la liebre europea (Lepus europaeus), originaria de las estepas
abiertas de Europa central y del Medio Oriente (Rodríguez, 1988; Wray y Harris,
1994). Ambas son especies introducidas y en la actualidad se distribuyen
prácticamente en todo el territorio continental (Gajardo, 1985).
En su hábitat natural, la
liebre europea puede ser encontrada tanto en campo abierto, cerca o dentro de
tierras cultivadas, como en bosques explotados. Esta especie es de hábito
nocturno, mientras que algunas otras especies son activas durante las horas del
crepúsculo, y en ciertas regiones durante las horas frías del día. Son animales
de costumbres solitarias, tímidas y errantes, que sólo se juntan en la época de
apareamiento. Consumen preferentemente hierbas y arbustos, pero durante el
invierno en el Hemisferio Norte, cuando el suelo está cubierto de nieve, la
liebre consume ramas pequeñas y corteza de árboles jóvenes (Lincoln, 1974).
Desde el punto de vista de
sus necesidades nutritivas y los alimentos que consumen, los lagomorfos se
caracterizan por destruir y estropear mucho más de lo que necesitan para
alimentarse (Donoso, 1997). El daño que producen en sectores forestales se
refiere principalmente al corte de plantas nuevas, ya sean brotes de vegetación
nativa o plantas de especies exóticas. En plantaciones de tagasaste, los
lagomorfos reconocen a esta especie como un agente extraño a su territorio,
procediendo a su marcación que ejecutan cortando la planta y frotando las
glándulas mentonianas sobre el tallo en pie. En verano las plantas aún pequeñas
son consumidas por estos animales, ya que son prácticamente el único recurso
verde en esta época. Cabe destacar que la ausencia de bosques debido a la
deforestación ha facilitado la instalación de lagormorfos, por el alejamiento
de aves depredadoras y animales carnívoros.
Los lagomorfos cumplen dos
roles importantes: por un lado son especies silvestres que proporcionan
proteínas de excelente calidad a la población humana, y por otro lado compiten
con el hombre al transformarse en plaga, destruyendo siembras, praderas y
plantaciones forestales (Donoso, 1997).
Existen dos estrategias de
control de lagomorfos (Ojeda, 1998): a) reducción del número de animales por
superficie, para lo cual se utilizan trampas, lazadas de alambre, armas de
fuego, cebos tóxicos, etc., que por si solos no son métodos efectivos de
control (Cooke y Hunt, 1987); y b) protección del recurso o prevención del
daño, utilizando barreras físicas o químicas. Entre estos últimos se encuentran
mallas plásticas o metálicas que protegen individualmente la planta, el
"corrumet" (subproducto de la fabricación de corcholatas), los cercos
eléctricos, equipos de ultrasonido, barreras químicas y otros (CEMAGREF, 1981).
Los sistemas de esta categoría no tienen como finalidad matar al animal, sino
que alejarlo, o evitar que tome contacto con el recurso, o que penetre al área
que se desea proteger, siendo su impacto sobre el medio ambiente mucho menor
que los sistemas anteriormente citados.
No hay estudios sobre la
efectividad de mallas individuales o de cercos periféricos fijos en el control
de ataques de lagomorfos, ni sobre su mejor diseño. El cerco eléctrico, tiene
una eficacia de alrededor de 80% (MacKillop and Wilson, 1987).
El presente estudio fue
diseñado para probar la efectividad de seis métodos físicos y químicos de
protección, que permitan en forma eficiente el establecimiento de plantaciones
de tagasaste, y que a la vez, no sean contaminantes, tóxicos o letales para
la fauna silvestre o doméstica.
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