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La familia en la era del vacío y la droga-dependencia en la era del vacío


Partes: 1, 2

    1. La familia en la era del
      vacío
    2. La
      droga-dependencia en la era del
      vacío

    La familia en la era
    del vacío

    La caracterización de la época actual como
    una "era del vacío" surge a partir del análisis del sociólogo Gilles
    Lipovetsky, que plantea un problema general de nuestros tiempos:
    la conmoción de la sociedad, de
    las costumbres, y del individuo de
    hoy en la sociedad del consumo.
    (Libro con el
    mismo nombre).

    Nuestra idea es, entonces, describir y repensar desde
    estas nociones los nuevos modos de socialización y creación de
    subjetividad que se instalan en la era del consumo, y que
    atraviesan a toda la sociedad, poniendo un especial
    énfasis en la familia,
    como la célula
    de la misma, que es cotidianamente afectada por este imaginario
    social que la determina en silencio.

    Comenzaremos tratando de analizar cuales son los nuevos
    modos de socialización que nos atraviesan, para luego
    pensar el rol de la droga-dependencia en este marco
    general.

    A medida que se desarrollan las sociedades
    democráticas contemporáneas, avanza un nuevo
    proceso de
    "personalización" que modifica profundamente la vida
    social. Esta "personalización", que se opone a las
    características rígidas de las antiguas sociedades
    autoritarias, corresponde a la elaboración de una sociedad
    mas flexible, basada en la información y en la estimulación de
    las necesidades, el sexo, y el
    reconocimiento de los factores naturalmente humanos.

    Así, este proceso de "personalización"
    propone una nueva manera de organizarse y orientarse socialmente,
    a partir de un mínimo de coacciones y un máximo de
    elecciones individuales, con el mínimo de austeridad y el
    máximo de deseo, con la menor represión y la mayor
    comprensión posible.

    Este proceso ha surgido, en sus orígenes, como
    una reacción ante el exceso de disciplina que
    caracterizaba a las democracias autoritarias, en función de
    la afirmación personal y la
    defensa de las singularidades individuales. En este contexto, la
    "personalización" constituía un necesario grito de
    libertad.

    Ahora bien, el contexto ha cambiado. Nos encontramos hoy
    en lo que diversos autores han dado en llamar la sociedad
    posmoderna, la era de la
    globalización, o bien la sociedad del consumo. Esto
    implica un cambio de
    rumbo histórico de los objetivos y
    modalidades de la socialización.

    La sociedad moderna era conquistadora, creía en
    el futuro, la ciencia, la
    razón y hasta la revolución. Pero numerosas razones
    históricas nos han hecho desconfiar de sus principios:
    El hombre de
    hoy desconfía de su propio poder para
    conducir racionalmente su destino social.

    Como resultado de esta gran decepción, en la
    sociedad posmoderna reina la indiferencia de masas, donde domina
    el sentimiento de reiteración o estancamiento, donde la
    autonomía individual no se discute, donde lo social ha
    perdido peso, y cualquier nueva ideología se banaliza y pierde importancia,
    porque el futuro ya no se asimila a un progreso
    indiscutible.

    La sociedad contemporánea presencia el
    agotamiento del impulso hacia el futuro que caracterizó a
    la modernidad: hay
    un gran desencanto y monotonía de lo nuevo, que no es otra
    cosa que el cansancio de una sociedad que se muestra
    apática. Quizás por el cambio constante en que esta
    inmersa.

    Así en este marco, ninguna ideología
    política
    es capaz de entusiasmar a las masas, no hay ídolos ni
    tabúes, ni tampoco una imagen gloriosa
    de sí misma. Ya no hay interés
    político, no hay ideología, y por consecuencia no
    se instala en el sujeto la idea de ciudadanía:

    Hay desinterés social generalizado, no existe ya
    la idea de un hombre
    vico: el
    sujeto es un individuo retraído a su propia imagen y
    conveniencia. Ningún heroísmo, ningún
    proyecto
    histórico movilizador. Estamos regidos por el
    vacío, un vacío que no implica ni siquiera tragedia
    o Apocalipsis. Un vacío sin más. Desaparecen los
    objetivos y no hay idea de sacrificio. Se quiere todo ya, todo
    ahora. Se vive en un presente inmediato e
    individualista.

    Como consecuencia de este panorama general, el proceso
    de "personalización" que en sus orígenes era un
    reclamo de mayor libertad social, es hoy un mero individualismo
    que podríamos calificar como narcisista. (Cuando uno lee
    el libro al principio genera empatía, luego
    desilusión)

    A cada generación le gusta reconocerse y
    encontrar su identidad en
    una gran figura mitológica o legendaria que la ayude a
    interpretarse y entenderse en función de los problemas del
    momento: hoy Don Juan ha muerto y aparece una figura más
    inquietante Narciso, subyugado por sí mismo en su
    cápsula de cristal.

    Observamos a diario que, en la actualidad, son
    más fuertes los deseos individuales que los antiguos
    "intereses de clase". El
    narcisismo conduce a que los individuos inviertan cada vez menos
    energía en el espacio público, social, y aumenten
    su interés en las esferas privadas,
    individualistas.

    Quizás el mejor ejemplo de la aparición de
    Narciso en la era posmoderna es la sumatoria de cuidados que hoy
    rodean al cuerpo, que se ha transformado en un objeto de culto.
    El miedo a envejecer y morir es constitutivo del narcisismo y se
    escapa de esta sensación. Hay una necesidad permanente de
    ser valorado y admirado por la propia belleza, el encanto, la
    juventud y la
    celebridad. La vejez se ha
    vuelto intolerable y esto genera desinterés por
    generaciones futuras.

    Hoy el mercado hasta se
    apodera del aburrimiento…..el óseo es lucrativo. No
    se soporta no hacer nada….estamos obligados a hacer
    múltiples actividades y en el menor tiempo
    posible, para luego tener stress. No vemos
    que el tiempo libre esta determinado por modas y estilos y se
    busca crear en ello necesidades nuevas que sean lucrativas para
    la era del consumo.

    De esta manera, el culto al consumo, al propio cuerpo, a
    la imagen, el desinterés generalizado por el otro, y las
    transformaciones que esto genera en la familia, ha dado lugar a
    una estructura de
    personalidad
    narcisista, que genera relaciones
    humanas cada vez más crueles y conflictivas. Cada uno
    explota cínicamente los sentimientos de los otros y busca
    su propio interés sin la menor preocupación por las
    generaciones futuras.

    Lo que el narcisismo genera es un olvido de los
    objetivos universales, sociales, de la militancia
    ideológica o política, en pos de una
    creación de grupos y
    asociaciones con intereses mínimos, específicos,
    hiper-especializados: grupos de padres de hijos homosexuales,
    asociaciones de divorciadas, de tartamudos, de madres lesbianas,
    etc.

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