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Heidegger, la Empresa Científica y el Dogmatismo (página 2)




Enviado por Jorge D�vila



Partes: 1, 2

3.- RÉPLICAS
A LAS CRÍTICAS DE BUNGE

3.1. La Ambigüedad de Heidegger o la
Incomprensión de su Reflexión Sobre la
Ciencia.

Bunge intenta probar la supuesta ambigüedad de la
frase heideggeriana "…la ciencia en sí como
investigación tiene carácter de empresa",

apoyándose en los significados de la palabra
empresa que consigna el Diccionario
de la Real Academia Española. De esos significados,
Bunge escoge dos para especular sobre a cuál de esos dos
sentidos se estaría refiriendo Heidegger. En su
especulación, Bunge concluye que Heidegger decía
o bien una trivialidad (la ciencia es
una acción dificultosa), o bien una falsedad
(la ciencia es un negocio mercantil o industrial).

¿Por qué Bunge en vez de especular con el
sentido de la palabra empresa según el diccionario
más formal de nuestra lengua, no
acude más bien a la fuente, al ensayo de
Heidegger, como lo enseña el mínimo de respeto que se
acostumbra en el uso de esta clase de
referencias en la publicación científica e
intelectual en general? No sabemos responder esta pregunta; sin
embargo, la formulamos porque, si se acude a la fuente a la que
hacemos referencia en nuestro artículo se
encontrará que Heidegger se expresa con diáfana
claridad en torno al
término empresa, como intentamos demostrarlo
enseguida.

En efecto, en el ensayo
"La Epoca de la Imagen del
Mundo" (Die Zeit des Weltbildes) (Heidegger, 1960), que
originalmente fue una conferencia
dictada en

1938, Heidegger se propuso caracterizar la Ciencia
Moderna como fenómeno esencial de la Edad Moderna.
Al arribar al tercer aspecto esencial de la ciencia moderna, el
de su carácter de empresa, usa por vez primera en su
ensayo el término Betrieb (empresa), al decir: "la
ciencia moderna se determina también por un tercer
proceso
fundamental: la empresa
(der Betrieb)" (op. cit., p.75). Además de que en
la continuación del ensayo Heidegger desarrolla el sentido
en que usa el referido término, aparece en ese lugar una
nota, anexada en la versión escrita definitiva, que
comienza así: "La palabra empresa no se entiende
aquí en sentido despectivo

(abschätzigen Sinne)"(op. cit.,
p.86). Para entender esta aclaratoria de Heidegger es necesario
saber cuál es entonces el recto sentido en que entiende la
palabra Betrieb,

y cuál el sentido despectivo. Veamos.

Explicando el filósofo que una ciencia realiza
su carácter de empresa al "cultivarse en una
institución", señala –exactamente en la frase
que sigue a la que tanta indignación causó a
Mario Bunge— que "el procedimiento
mediante el cual [en la investigación científica]
se conquistan los distintos sectores de objetos, no se limita a
acumular resultados, antes bien, con la ayuda de sus resultados
se dirige en cada momento a nuevos procedimientos."(op. cit., p. 75). Este modo de
proceder, de seguir las propias posibilidades por parte de la
investigación científica, tomando
como base el aseguramiento en sus propios resultados, o, como
dice Heidegger, de

"instituirse" (Sicheinrichtenmüssen) en los
resultados propios para su progresivo proceder, es "la esencia
del carácter de empresa de la investigación
,
carácter que,

al fin y a la postre, es la razón
intrínseca de la necesidad de su carácter de
institución." (ibid, énfasis nuestro).

Así, pues, el recto sentido que da Heidegger al
término empresa es el del modo de proceder esencial
de la investigación científica mediante el cual
mantiene

abierto su propio "proyecto"
desplegado a partir de sus propios resultados. Nótese,
entonces, que este sentido expresa con claridad que más
que una "aventura intelectual", como dice Bunge, la ciencia como
empresa es un proyecto que coloca su recta mirada en resultados
que espera obtener, definiendo el sendero de la mirada (el
proyecto) desde los resultados propios que ya ha obtenido. En
consecuencia, el filósofo no se está refiriendo a
la investigación como actividad dificultosa. Y, ¿a
qué

se refiere Heidegger con "sentido despectivo" de la
palabra empresa?

Pues bien, dice el filósofo que en la medida en
que la investigación científica realiza con mayor
vigor su carácter esencial de empresa, más corre el
riesgo
de

transformarse en "mera empresa" (blossen
Betrieb
). La investigación científica se
transforma en mera empresa si confunde su proyecto con la pura
"laboriosidad" (Betriebsamkeit); es decir, si se conforma
únicamente con perseguir "los resultados que se acumulan y
su cálculo", si se conforma con "la tranquila
erudición" (op. cit., p.86). Si se entiende que una empresa –en
el sentido de negocio comercial o industrial– fija su objetivo en la
acumulación de sus resultados y es todo cuanto persigue,
se entiende que esa es una realización concreta de lo que
Heidegger llama una "mera empresa". Por tanto, lejos estamos de
la apreciación bungeana de que Heidegger esté
enunciando la "falsedad" de que la ciencia sea una sociedad
mercantil o industrial.

Todavía se entiende mejor la expresión
heideggeriana en torno a la ciencia como empresa si se intenta
comprender la tarea filosófica de Heidegger en
relación con la ciencia y la técnica.

Habíamos dicho que la caracterización de
la ciencia como empresa es el tercer aspecto esencial que
señala Heidegger para el fenómeno de la ciencia
moderna en el ensayo citado. Ese tercer aspecto es un elemento
más del despliegue conceptual que hace el filósofo
para mostrar que la esencia de la ciencia moderna es la
investigación
. Por tanto, dicho con rigurosidad, a
quien se adjudica el carácter de empresa es a la
investigación científica. A esta misma le
corresponden, según Heidegger, otros dos rasgos
esenciales.

Muestra Heidegger que el proceso de empresa de la
investigación científica responde a la necesaria
especialización, razón del progreso de toda
investigación. Y toda ciencia especial, en tanto
investigación científica, "se funda en el esbozo
(Entwurf) de un campo de objetos delimitado" (op. cit.,
p.74-5). Asegurar ese esbozo con la ayuda de un procedimiento que
pone a prueba al proceso cognoscitivo apropiado para dicho
esbozo, es el rigor (Strenge) de la investigación
científica. Dice el filósofo que el segundo
carácter esencial de la ciencia en sí como
investigación radica en que "esbozo y rigor sólo
gracias a su desenvolvimiento en el proceso [vale decir, en la
misma investigación científica] llegan a ser lo que
son."

(op. cit., p.72). De este aspecto esencial, deriva el
filósofo el modo en que se produce la observación de hechos, la búsqueda
de regularidades y leyes y la
experimentación que caracterizan la investigación
científica natural (op. cit., pp. 72- 4).

La determinación del rigor de la
investigación y el esbozo de un determinado plano de
objetos son los garantes del proceder científico moderno.
Mas la esencia primaria de ese proceder consiste en que en
él "el conocer se instala a si mismo como proceso
(Vorgehen) en un dominio del ente,
de la naturaleza o
de la historia".
Pero un proceso que no tiene ya un campo abierto en el cual
moverse sino que, "precisamente el abrir ese campo es el proceso
fundamental de la investigación" (op. cit., p.70). Este es
el primer aspecto esencial de la ciencia como
investigación que completa la reflexión
heideggeriana en torno a la esencia de la ciencia moderna. En
resumen, dice Heidegger, "la ciencia moderna se funda y
aísla al mismo tiempo en los
esbozos de determinados campos de objetos. Esos esbozos se
despliegan en el procedimiento correspondiente, garantizado por
el rigor. El procedimiento de cada momento se instituye en la
empresa. Esbozo y rigor, procedimiento y empresa,
fomentándose recíprocamente, constituyen la
esencia de la ciencia moderna
, la convierten en
investigación." (op. cit., p.77, énfasis
nuestro).

El propósito de esa reflexión de Heidegger
no es más que un ejercicio preparatorio para su
reflexión sobre la esencia de la edad moderna. Con ello
muestra el
filósofo una preocupación que parece ser constante
en buena parte de su obra, a saber: cómo la
reflexión sobre la esencia de la ciencia moderna puede
ayudar a comprender otros modos en que el hombre se
plantea la relación cotidiana con el mundo y la
fundamentación filosófica de esa relación.
En particular, en el ensayo citado, la reflexión sobre la
ciencia le permite mostrar cómo la ciencia, en tanto
investigación, ha sido una forma indispensable para la
"imagen del mundo" de la edad moderna; cómo la ciencia
moderna ha sido uno de los caminos por los cuales la edad moderna
"penetró en el capítulo decisivo, y es de suponer
que más duradero, de su historia."(op. cit.,
p.84).

En otra de sus obras, correspondiente a un curso dictado
tres años antes del ensayo que hemos citado, Heidegger se
preguntaba por la esencia de la ciencia natural moderna.
Responde, en Die Frage nach dem Ding ("La Pregunta por la
Cosa") (Heidegger, 1962), que el carácter fundamental de
la actitud
intelectual moderna es que la exigencia del saber moderno es
exigencia matemática. El "proyecto matemático
de la naturaleza" es la respuesta que da el filósofo a la
pregunta por la esencia de la ciencia natural y por la
visión del mundo que la ha acompañado en su larga
historia. Es, además, una radical diferenciación de
la común caracterización de la ciencia natural como
ciencia de hechos, ciencia experimental o ciencia de medición.(op. cit., PP. 56-87). Sin
embargo esta reflexión del filósofo es, de nuevo,
un ejercicio preparatorio para una reflexión mayor, en
este caso, en torno a una parte de la Crítica de la
Razón Pura
de Kant.

Años más tarde, en 1953, el
filósofo se ocupa de nuevo en dos conferencias — ahora
estrictamente– del tema de la ciencia y la técnica. En
estas conferencias, Heidegger distingue tres grandes
épocas en las que en Occidente se ha planteado de
modo distinto la relación "teoría-realidad".

Auxiliado por la investigación
etimológica, muestra, en Wissenschaft und Besinnung
("Ciencia y Meditación"), las variaciones de sentido –y
las posturas filosóficas concomitantes– de los
términos teoría y realidad desde la época
helénica hasta la moderna, pasando por la época
latina (Heidegger, 1958a). En ese ensayo se despliega con mayor
precisión la esencia de la ciencia moderna, ya no
sólo en su sentido de investigación, sino en su
caracterización de la realidad y de la búsqueda de
la verdad como "objetidad" (Gegenstandigkeit), a
diferencia de antiguos sentidos de otras cosmovisiones: la griega
clásica y la romana.

De modo similar se ocupó Heidegger de reflexionar
en torno a la técnica. En el ensayo titulado Die Frage
nach der Technik
("La pregunta por la técnica")
(Heidegger, 1958b) trata de describir fenomenológicamente
la esencia de la técnica, como característica de la
época moderna y de la sociedad industrial. Ese mal
comprendido ensayo por parte de muchos autores notables (p. ej.
Prigogine y Stengers, 1979, pp.38-9) quizá haya sido la
fuente principal de distorsión que hace ver a Heidegger
como filósofo "enemigo de la ciencia . Aunque parezca tan
simple como increíble, la confusión nace de no
entender que Heidegger no pretende crear un discurso
normativo acerca del proceder científico; sólo se
ocupa de comprender el fenómeno llamado Ciencia Moderna.
Así, el filósofo alemán desarrolla
desapasionadamente su reflexión en torno a la esencia
de la ciencia y de la técnica
; no se ocupa de dar
normas de
comportamiento
para la comunidad
científica. Actúa como el filósofo al que
basta la fuerza de su
serena reflexión, y se somete sin pasión a la sabia
discusión de los argumentos con los que trabaja el
pensamiento.
Como dice Jean Beaufret, estudioso y traductor al francés
de algunas obras de Heidegger, "No hay en Heidegger ninguna
vituperación contra la técnica y la ciencia
moderna.

Lo que busco, dice a veces, es arrojar luz sobre su
esencia, mientras que quienes hablan de la técnica a
partir de la praxis han
acumulado oscuridad y sombras en torno al tema que tratan, en vez
de esclarecerlo. Se trata, en consecuencia, de aclarar el asunto
y no de predicar contra el desarrollo de
la técnica en el mundo moderno."

(Beaufret, 1987, p.80). Ciertamente el mismo Heidegger
lo dice con claridad: "La técnica no es lo peligroso. No
hay nada demoniaco en la técnica, más bien hay el
misterio de su esencia." (Heidegger, 1958b, p.37, traducción nuestra).

Sirvan estas pocas referencias parciales a la obra
heideggeriana para que pasemos a la segunda crítica
que Bunge formula contra el filósofo
alemán.

3.2. Heidegger: Obscurantista, Nazi y
Anticientífico o Dogmatismo Bungeano

La caracterización que hace Mario Bunge del
pensamiento de Heidegger es absolutamente dogmática.
Acusar al filósofo de anticientífico
supondría una limpia argumentación en la que se
pruebe, al menos, que la reflexión de Heidegger sobre la
ciencia y la técnica imputa a la actividad
científica y tecnológica un carácter
dañino para el individuo y la
sociedad. Lastimosamente, nada de esto se consigue en las
acusaciones de Bunge. Por el contrario, sólo encontramos
epítetos despectivos, repetidos hasta el cansancio,
más característicos de una apasionada
discusión política que de la
opinión esperable de un filósofo de la
ciencia.

Por lo demás, parece habitual en los escritos de
Bunge la referencia despreciativa a la obra de Heidegger. En
algunos de los últimos trabajos de Bunge que hemos
revisado, no hemos podido encontrar un solo argumento para la
reiterada caracterización que hace de Heidegger o de su
obra. Siempre sin argumentos, dice Bunge, por ejemplo:
"..filósofos y seudofilósofos notorios
por su opacidad, tales como Husserl y Heidegger, ninguno de los
cuales tuvo simpatía por las ciencias
propiamente dichas."; "…movimiento al
que pertenecieron Martin Heidegger y otros charlatanes
precursores o militantes del nazismo." (Bunge,
1991b, p. 73-4;70); "…no debiera sorprender que la
mayoría de los enemigos de la técnica moderna sean
teólogos (p. ej. Ellul) y filósofos oscurantistas
(p. ej. Heidegger)." (Bunge, 1991c, p.175, traducción
nuestra); "…una filosofía enemiga de la ciencia y la
tecnología
contemporánea, como la de Heidegger, es un anacronismo:
sólo tiene algún interés
histórico." (Bunge, l983a, p.239, traducción
nuestra); "..obituarios de epistemología a la manera de Wittgenstein o
Heidegger" (Bunge, 1983b, p.xv, traducción
nuestra).

En estas acusaciones de Bunge lo más cercano a un
argumento –aunque extremadamente simplista e ingenuo—es su
reiterada caracterización del pensamiento de Heidegger
como "obscuro", ya sea por ser de difícil lectura:

"…obscura prosa inaccesible al pueblo e incluso a
pensadores habituados a textos difíciles" (Bunge, 199la),
o bien, por ser construido con un uso del lenguaje poco
común: "…emplea un vocabulario esotérico y
masacra la sintaxis." (Bunge, 1991b, p.74).

Todas esas acusaciones suponen un arduo trabajo
reflexivo sobre la obra de Heidegger –y de otros
filósofos– que luce ausente en la crítica
bungeana. Más bien acude Bunge a algunas referencias que
concentran su atención en el ciertamente opaco y
lamentable episodio de la corta militancia de Heidegger en el
partido nacional socialista de los años del fascismo
alemán, cuando fue electo como rector de la Universidad de
Friburgo (Cotten, 1974, PP. 144-5). ¿Podría este
hecho, históricamente comprobado, anular o invalidar todo
el pensamiento de Heidegger? Muchos parecen haberse hecho esta
pregunta.. .aún en vida del filósofo. Modestamente,
creemos que así como se puede citar el ya famoso libro de
Víctor Farias (Farias, 1989), también se debe poner
atención a otras observaciones que se han hecho a
propósito de la edición
de obras póstumas del filósofo, escritas entre los
años 1936 y 1938, que parecen invalidar la
caracterización de la obra total de Heidegger como una
fundamentación de la ideología fascista. Así parece
indicarlo el contenido de las Beitrage zur Philosophie
(Contribuciones a la filosofía) aparecido en 1989, de la
que dice el profesor
Alexander Schwann de la Universidad Libre de Berlín: "Las
Contribuciones son un solo gran desmentido a la
afirmación de Victor Farias, de que Heidegger ha sido en
forma continua, también en sentido ideológico, un
nacionalsocialista convencido." (Schwann, 1991,
p.53-4).

En resumen, lo que nos parece altamente cuestionable es
la falta de argumentación en la crítica que Bunge
hace al pensamiento filosófico de Heidegger y de otros
filósofos (Wittgenstein, Husserl, Nietzsche);
ciertamente, un modo de proceder nada
científico.

3.3 Lo Dañino no es Citar a Heidegger sino
Incitar a que se le Ignore.

Pareciera que Bunge quiere erigirse en el jerarca de un
tribunal supremo de la moral
científica que estaría por encima de cualquier
refutación razonada. Sólo así, creemos, se
entiende su llamado a los aprendices de investigador a hacer caso
omiso de referencias a pensamientos filosóficos como el de
Heidegger y, peor aún, su llamado a evitar que se
"invoque" esa autoridad
filosófica.

Creemos que la actitud más acorde con el
ejercicio del pensamiento científico –más
aún proviniendo de un filósofo de la ciencia–
sería la de estimular el estudio serio y la
discusión argumentada de un pensamiento filosófico,
incluso con la hipótesis de que dicho pensamiento sea
anticientífico. Actitud contraria es la que asume Bunge,
para sorpresa nuestra y, suponemos, de muchos jóvenes
investigadores que en sus cursos básicos de metodología de la investigación
científica han leído las páginas del
pequeño compendio de ensayos
titulado La ciencia, su método y
su filosofía
(Bunge, 1977).

Por lo demás, es incomprensible que un
filósofo de la ciencia sugiera una suerte de
prohibición de lecturas y citas de filósofos o
científicos por el "hecho" de que ellos hayan incurrido en
algún "error" en su vida pública o privada. Si se
aceptara esa especie de máxima entre intelectuales,
muy larga sería la lista de hombres de inmortal
pensamiento (de Sócrates a
Michel Foucault, pasando
por Newton y
Oppenheimer) cuyas obras originales no valdría la pena
estudiar. Habría que conformarse, entonces, con la mera
opinión de moralistas que sin saber si han estudiado con
serenidad esas obras, nos las resumen en un breve juicio que
incita al aborrecimiento por la lectura
directa de obras tan fundamentales del pensamiento.

3.4. El "Cinismo" de la Nueva Sociología de la Ciencia o Cómo
Ubicarse en una Clasificación Confusa.

A Bunge le parece que nuestro artículo se
emparenta con la nueva sociología

de la ciencia, alarmándole que adoptemos su
cinismo. Como quiera que Bunge nos remite a una de sus recientes
publicaciones (Bunge, 1991b), intentamos en ella descifrar lo que
quiere decir con cinismo.

Entendemos que, por una parte, Bunge se refiere al
aspecto más general de todo cinismo, a saber: el
desprecio por lo convencional. En efecto, Bunge atribuye, a
modo de hipótesis, el
surgimiento y sostén de la nueva sociología de la
ciencia a la rebelión juvenil que en los años
sesenta se desató en varios países del Occidente.
Como este planteamiento hipotético no parece ser
fundamental para la caracterización que Bunge hace de la
nueva sociología de la ciencia, suponemos que no es a
este sentido del término cinismo al que se refiere Bunge
en la crítica que nos hace.

Por otra parte, también está presente el
sentido despectivo del término cinismo. En efecto, asevera
Bunge, y ya no a modo de hipótesis, que la nueva
sociología de la ciencia como "movimiento no
homogéneo" ha recibido su vitalidad de las
filosofías "irracionalistas y anticientíficas",
entre las cuales destaca la fenomenología, la hermenéutica y el existencialismo ejemplificadas por Heidegger.
Apoyada en esta aseveración, la crítica de Bunge a
la novísima sociología de la ciencia es un
apasionado ataque a diversos pensamientos filosóficos
enjuiciados desde la óptica
bungeana de su llamado "realismo
científico" (Bunge, 1983a, cap. 15). Ataque que, de nuevo,
va acompañado de epítetos despectivos por dichos
pensamientos filosóficos, sin entrar en ellos con la
profundidad que ameritan y merecen
. Siendo así,
nuestro cinismo radicaría –de nuevo– en haber citado a
Heidegger y, en consecuencia, nuestra réplica seria la que
ya argumentamos en las secciones anteriores de este
artículo.

Hemos intentado entender, sin embargo, la especie de
clasificación que Bunge hace de lo que llama "tesis
compartidas" por los miembros del movimiento no homogéneo
de la nueva sociología de la ciencia, con la esperanza de
obtener más precisión en lo que llama cinismo. En
ninguna de las seis secciones dedicadas a examinar esas tesis se
encuentra sentido distinto al cinismo, que no sea el despectivo.
En cada una de las descripciones de esas tesis la
preocupación se dirige siempre al mismo blanco: mostrar
que a cada tesis le es subyacente alguna "filosofía
oscurantista". Es decir, toda la nueva sociología de la
ciencia no sería más que una desvergonzada defensa
de doctrinas vituperables. Lo lamentable es que en cada una de
las seis secciones, al hacer referencia a distintos
filósofos, Bunge se limita a calificarlos, tanto a ellos
como a su pensamiento, con epítetos despectivos que en
nada ayudan a aclarar sus aseveraciones relativas al
obscurantismo de esas filosofías.

En suma, nos parece muy confuso el tratamiento que Bunge
hace de la nueva sociología de la ciencia y, más
importante en nuestro caso, no entendemos cómo se puede
ubicar nuestro articulo en su clasificación de las
corrientes de ese movimiento. Parece ser que por el solo hecho de
haber citado a Heidegger, nuestro artículo se pueda
adscribir al "externalismo", o al "constructivismo",
o al "relativismo", o al "pragmatismo",
o a la pseudociencia", etc., etc. Si esa fuese la razón,
sería un argumento más que ridículo para
suponer que nuestro artículo se ubica en alguna de las
"malas caricaturas de la ciencia.

4.- ¿POR
QUÉ CITAMOS A HEIDEGGER EN NUESTRO
ARTÍCULO?

Cuando decidimos que nuestro articulo comenzara con
una referencia parcial

al planteamiento de Heidegger en torno a la esencia de
la ciencia, lo hicimos con el convencimiento de la originalidad,
tanto conceptual como cronológica, de ese
planteamiento.

Sabemos bien que el tipo de trabajo que presentamos, si
se ubica en los estudios sociales de la ciencia, corresponde a
los análisis cienciométricos. En este
sentido, nos parece más adecuado, si quiere clasificarse
nuestro artículo dentro de las corrientes de la
sociología de la ciencia, recurrir al ensayo de Vessuri
(Vessuri, 1991), publicado simultáneamente con el de Bunge
(Bunge, 1991b) donde aquella autora destaca la creciente
influencia de esos análisis en la política
científica (p. 66).

En nuestro artículo, sin embargo, advertimos con
claridad sobre la especificidad del caso estudiado (el de la
Física) y
sobre los peligros de generalizar el uso de mediciones a partir
de los indicadores
del Science Citation Index a otras especialidades
científicas, máxime en el caso de países
como el nuestro.

Pensamos que la referencia al planteamiento de Heidegger
era una manera clara de advertir contra la obnubilación
que en algunos miembros de la comunidad científica genera
el uso de los índices de productividad
científica, en el sentido de que debe entenderse con
claridad que ese tipo de medidas indican más el aporte que
las instituciones
dan a la empresa investigadora que el avance del proyecto
especifico de la ciencia.

Por lo demás, seria una injusticia intelectual no
reconocer que la reflexión filosófica de Heidegger
en torno a la ciencia y a la técnica sea, cuando menos, un
semillero de hipótesis para la investigación
sociológica sobre la investigación
científica.

REFERENCIAS

Beaufret, J. (1987): Al encuentro de
Heidegger,
Monte Avila-Caracas.

Bunge, M. (1977): La ciencia, su método y su
filosofía. Siglo Veinte-Buenos
Aires.

Bunge, M. (1983a): Treatise on Basic Philosophy. Vol
6: Understanding the World. Reidel. Bunge, M. (1983b):
Treatise on Basic Philosophy. Vol. 5: Exploring the World.
Reidel. Bunge, M. (1991a): La investigación
científica como empresa, Interciencia 16;
297.

Bunge, M. (1991b): Una caricatura de la ciencia: La
novísima sociología de la ciencia, Interciencia
16; 69-77.

Bunge, M. (1991c): Le système
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fécond, Revue Intemationale de Systémique 5;
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Cotten, J.P. (1974): Heidegger,
Seuil-París.

Dávila, J., Mendoza, C., Núñez,
L. (1991): Productividad de la investigación
científica venezolana en el área de física
según el Science Citation Index (1979-1988),
Interciencia 16, 182-186.

Farias, V. (1989): Heidegger y el nazismo,
Muchnick-Madrid.

Heidegger, M. (1958a): Science et méditation,
Essais et conférences, Gallimard-París,
49-79.

Heidegger, M. (1958b): La question de la technique,
Essais et conférences, Gallimard
París,

9-48.

Heidegger, M. (1960): La época de la imagen del
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des Weltbildes, Holzwege, Gesamtausgabe 1. Abteilung Band 5,
Klostermann-Frankfurt, 75-113).

Heidegger, M. (1962): Die Frage nach dem Ding,
Niemeyer Verlag. (La pregunta por la cosa, Alfa-Buenos
Aires)

Prigogine, 1., Stengers, 1. (1979): La nouvelle
alliance, Gallimard-Paris.

Schwann, A. (1991): Enamorado del naufragio y lo
insondable (sobre las "Contribuciones a

la Filosofía" de M. Heidegger), Revista del
postgrado de Filosofía de la Universidad de Los Andes,
N° 2, Mérida-Venezuela,
49-58.

Vessuri, H. (1991): Perspectivas recientes en el
estudio social de la ciencia, Interciencia,16,

60-68.

 

Jorge Dávila

Luis A. Núñez

INTERCIENCIA, Vol. 17, No. 4, 1992

Partes: 1, 2
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