Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La Pobreza de Nuestro Estado y el Estado de la Pobreza




Enviado por Jorge Dávila


Partes: 1, 2

    1. El problema del estado venezolano
      no es si tuvo o tiene muchos o pocos recursos; el problema es
      que nunca ha sido un estado de bienestar
    2. Cambios
      en el rostro y en el alma de la pobreza
    3. ¿Cuál
      nueva riqueza invocar para que no haya más
      pobreza?

    La tesis que
    propongo es muy sencilla. Se trata de la proposición
    relativa a que el Estado
    venezolano ha sido extremadamente "pobre" en la
    realización de su propósito; a saber, la
    instauración de un Estado de
    Bienestar. Y en ese estado de "pobreza" de
    Estado la otra pobreza, la que propiamente puede llamarse tal, la
    de la mayor parte de la población, se ha mantenido a un ritmo
    cambiante en el que no sólo empeoran las condiciones de
    vida sino que, además, aparecen nuevos elementos
    constitutivos de la propia situación de
    pobreza.

    Si esta tesis es relevante, tal vez lo sea, en primer
    lugar, porque se opone a la tesis de la riqueza del Estado
    venezolano en la que, implícitamente, se reconoce la
    instauración de una especie de Estado desarrollado en
    exceso. En otras palabras, cuando se dice que el Estado
    venezolano ha sido y es rico (por lo demás, en exceso) se
    supone que ha existido y que existe un Estado en Venezuela. La
    fuerza
    imponente de esta tesis del Estado-rico, de un Estado muy rico,
    en boga desde mediados de los años 80, sugiere que ese
    Estado hipertrofiado es como un Estado de Bienestar; un Estado
    que, por lo demás, pretendiendo resolver todos los
    problemas de
    la población y teniendo para eso recursos en
    exceso, ahogó conflictos
    sociales erigiendo programas e
    instituciones
    manejados con absoluta ineficiencia.

    Este razonamiento está en la raíz tanto de
    los intentos frustrados de una reforma o transformación
    del Estado como del inmenso impulso que lleva el desarrollo de
    programas e instituciones definidos, costeados y realizados por
    la misma población. La tesis que propongo pone en duda ese
    razonamiento acudiendo, como se verá más adelante,
    a las características histórico-políticas
    de la gestación del Estado de Bienestar. Tal duda no
    conduce a caracterizar al Estado (rico) venezolano como un pobre
    Estado- rico sino más bien como un pobre Estado de
    Bienestar. Tal duda, además, da pie para una
    comprensión del fenómeno de nuestra pobreza ligada
    a la "pobreza" de nuestro Estado.

    En segundo lugar, esta tesis que propongo tal vez sea
    relevante porque exige pensar el "problema" de la pobreza
    más allá de las consideraciones referidas al
    núcleo conceptual de la mejora de las condiciones de vida
    de la población. Si, como sostengo, y haré
    explícito más adelante, el "problema" de la pobreza
    ha sufrido una mutación, un cambio en sus
    dimensiones constitutivas, entonces no sólo hay que
    comprender el propio fenómeno de manera distinta a como lo
    hace la tesis del Estado-rico sino que también hay que
    remover las lentes con las que hacemos los ejercicios
    prácticos e imaginativos de querer tender hacia un futuro
    donde ya no exista más pobreza, o mejor, donde en absoluto
    no exista pobreza.

    I. EL PROBLEMA DEL
    ESTADO VENEZOLANO NO ES SI TUVO O TIENE MUCHOS O POCOS RECURSOS;
    EL PROBLEMA ES QUE NUNCA HA SIDO UN ESTADO DE
    BIENESTAR

    Si se me permite hacer un corte un tanto arbitrario en
    nuestra historia, se
    puede decir que el fenómeno de la pobreza (ese del que con
    tanta insistencia hablamos desde hace menos de diez años)
    es, en Venezuela, un fenómeno de este siglo que termina.
    Eso no quiere decir que antes no hayan existido masas de gentes
    viviendo en condiciones de inmensa dificultad. Lo que quiere
    decir es que sólo en este siglo el asunto de la pobreza
    aparece indisolublemente ligado con la función de
    gobierno, con el
    intento de gobernar la República y con ella "gobernar la
    pobreza".

    Ahora bien, esta idea de "gobernar la pobreza"2 no es
    nada nuevo en este siglo si miramos más allá del
    Caribe. Y es que en este asunto también pusimos nuestro
    norte en el Norte; más precisamente, en lo que Europa ya
    había fabricado quisimos emprender otra fagocitosis
    frustrada. Muy resumidamente, Europa supo encontrar el camino por
    el cual se podía neutralizar (y quizás mucho
    más que eso) el fantasma acechante de las masas
    paupérrimas. Hasta la revolución
    industrial, gobernar la pobreza, intentar mantenerla a raya,
    fue un asunto de gobierno que se resolvía, estrictamente,
    por mecanismos propiamente policiales. Y era asunto de
    policía, entiéndase bien, no sólo en la
    dimensión represiva, sino que implicaba primariamente un
    asunto de manejo administrativo del espacio, de la ciudad. Pero,
    después de la revolución
    industrial el crecimiento de las masas paupérrimas plantea
    el problema de "gobernar la miseria". Muy pocos dudan ya que esta
    miseria no sea engendrada por la misma dinámica de las dimensiones
    políticas y económicas del proceso que
    vive Europa (o los dominios semi-monárquicos,
    semi-republicanos que la componen). Cerrando el siglo XVIII, hace
    doscientos años, el reverendo Malthus publicaba su
    Ensayo sobre
    el principio de población3; su parte final (el libro cuarto)
    es un ensayo de
    economía
    política de la pobreza. Malthus arremetía
    contra una forma de protección propia de la Inglaterra del
    siglo XVI: las poor laws que establecían la
    obligación de trabajar a "todo hombre y
    mujer sano de
    cuerpo y capaz de trabajar, que no tenga tierra, no
    esté empleado por nadie, no practique profesiones
    comerciales o artesanales reconocidas"4 y una "caridad legal"
    para los indingentes con base en su propia parroquia. Para
    Malthus, en el amanecer del siglo XIX, el asunto no es el de
    obligar a trabajar, lo que sobra es fuerza de trabajo:
    precisamente, la que, en exceso, conforman los miserables que
    engendra los nuevos modos de la producción. Malthus concluía su
    ensayo señalando "dos verdades importantes que se
    desprenden del principio de la población"; ellas son:
    primero, "la causa principal y más permanente de la
    pobreza tiene poca o ninguna relación directa con las
    formas de
    gobierno, o con la desigualdad en el reparto de la propiedad", y
    segundo, "puesto que los ricos no disponen en realidad de la
    facultad de encontrar empleo y
    sustento para todos los pobres, éstos no pueden,
    según las leyes naturales,
    poseer el derecho de exigírselo."

    Por supuesto que no fue precisamente Malthus, entre
    muchos más que pensaron y actuaron como él, quien
    representó la modalidad propia que Europa, unos
    años después de publicado el ensayo
    malthusiano, encontró para gobernar la pobreza. A despecho
    de lo que pensó Malthus, los europeos crearon, al menos en
    el ámbito de su territorio, un espacio donde los "sin
    trabajo" tenían todos cabida bajo la cobertura de ya no
    unas leyes para pobres que amortiguan con la caridad obligada la
    sobrevivencia de muchos. Dicho en pocas palabras, Europa fue
    capaz de engendrar una sociedad
    basada en el salario.
    Ciertamente puede decirse que uno de los más grandes
    inventos de la
    Europa del siglo XIX fue la construcción de la sociedad salarial:
    invento, digo, porque la realización plena de él se
    desarrolló en este siglo; pero, es el invento el que tiene
    la mayor fuerza impulsiva, creadora, y hasta seductora, al menos,
    políticamente hablando. ¿En qué consiste,
    esencialmente, tal sociedad salarial? o, mejor aún,
    ¿cuáles fueron sus condiciones de posibilidad?
    Robert Castel, en su última obra titulada Las metamorfosis
    de la cuestión social5, las identifica así:
    primero, una separación firme entre quienes trabajan
    efectiva y regularmente y los inactivos o semi-activos a quienes
    hay que o bien excluir del mercado de
    trabajo o bien integrarlos bajo formas reguladas; segundo, la
    fijación del trabajador a su puesto de trabajo y la
    racionalización del proceso del trabajo en el marco de una
    gestión
    del tiempo
    preciso, dividido y reglamentado; tercero, el acceso, por
    intermedio del salario, a nuevas normas de
    consumo por
    parte de los obreros y a través de las cuales el obrero
    llega a ser usuario de la producción masiva; cuarto, el
    acceso a la propiedad social y a los servicios
    públicos

    y quinto, la inscripción
    en un derecho del
    trabajo que reconoce al trabajador en cuanto miembro de un
    colectivo dotado de un status social más allá de la
    dimensión puramente individual del contrato de
    trabajo. Bajo estas cinco condiciones la gran mutación
    en el gobierno de la pobreza puede resumirse del siguiente modo:
    en el transcurso del siglo XIX, cuando todo indicaba que el
    único modo seguro de estar
    adscrito a una relación de existencia social estable era
    la propiedad (es decir, que el único modo de sentirse
    seguro o protegido en sociedad es poseyendo algo material
    concreto), se
    elabora algo inédito que permite desconectar, al menos
    parcialmente, la noción de seguridad de la
    de propiedad conectando estrechamente la seguridad con el trabajo.
    Nótese, entonces, que es como decir que, a partir de fines
    del siglo XIX, la condición de posibilidad del bienestar
    —y hasta de la felicidad— descansa ya no en la
    propiedad sino en el trabajo, en el salario. Y en realizar este
    invento, repito, será muy exitosa la sociedad
    europea.

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter