- El píxel en las aguas
turbulentas de la corrupción - Un ejemplo
desde el ojo del huracán - Vademécum
para salvarse de tifones - El
triángulo Baldinger y la ambigüedad del
término doctor - A modo de
conclusión
En las pirámides de las culturas precolombinas o
del antiguo Egipto, en el
vértice superior, el mundo terrenal entraba en contacto
con el más allá. Dentro del triángulo de las
Bermudas de la interacción persona–computador u
ordenador, en las próximas páginas desvelaremos
cómo, a través de la cúspide de turbulentos
entresijos del bit y del píxel, radicada en Barcelona, se
difunden bochornosas realidades hacia los cuatros puntos
cardinales del planeta. Además, se presentan las primeras
bases de un vademécum, para evitar caer ingenuamente en
los vientos huracanados de la corrupción.
Cuando hablamos de interacción persona-computador
(IPC, otras siglas análogas son IPO o HCI), la pantalla
del computador es considerada como el vehículo
privilegiado para transmitir contenidos. En cierta medida, es una
consecuencia lógica
de la fruición de la
televisión, ya que el ser humano capta el 70 por
ciento del contenido de los mensajes a través del audio y
la visión. Es decir, que somos audiovisuales por
excelencia.
Obviamente, en el contexto digital entran en juego los
píxeles, es decir, cada uno de los puntos que componen la
pantalla. He aquí un auténtico epicentro de
conocimientos científicos, con un potencial enorme en los
próximos años, especialmente para la
comunicación interactiva, para la telefonía móvil y la televisión. Empero, dicho poder en manos
impúdicas se extiende como un tumor maligno hacia el resto
de los contenidos de la IPO.
El píxel en
las aguas turbulentas de la corrupción
Una vez más, se constata cómo todo aquello
que está en torno al
píxel es prioritario en el contexto informático. No
en vano, Microsoft,
para su nuevo sistema operativo
Windows Vista,
ha invertido millones de dólares para mejorar la interfaz
y orientarla hacia el público internacional. Otros, en
cambio, como
Linux, no
gastan ese dineral, y tienen una interfaz muy
aceptable.
En el mundo de la comunicación
social se suele decir que: "una imagen vale
más que mil palabras". No obstante, con la
democratización de los píxeles a través de
Internet, hay
quienes sostienen que la imagen ha muerto y que el poder de la
veracidad vuelve a la palabra, tal como opina Régis Debray
en su libro Vida y
muerte de la
imagen. Al respecto, basta contrastar la pujanza de los programas de
autoedición, tales como: Photoshop,
CorelDraw, Illustrator, etc., para modificar velozmente imágenes,
independientemente de si tienen un formato bitmap o
vectorial.
En el caso de las animaciones creadas con el computador,
los límites
cinematográficos están en la imaginación de
los autores. Hay películas realizadas 100 por ciento con
el computador: La hormiga "Z", La era glaciar, Robots, entre
tantas otras; o bien, insertar actores actuales con un ex
presidente fallecido de los Estados Unidos,
como es aquella escena del film, Forrest Gump, cuando el actor
Tom Hanks hablaba con el presidente John F. Kennedy.
También, es factible efectuar simulaciones virtuales,
previas a las operaciones
quirúrgicas (visualización científica),
reconstrucciones arqueológicas, y un extenso
etcétera.
Unos excelentes ejemplos de la majestuosidad del
píxel se pueden encontrar en festivales internacionales,
tales como: Siggraph, Eurographics, Imagina y Future Film
Festival. En la base de todas estas imágenes hay una serie
de logaritmos tendientes a resolver problemas de
modelado, animación, iluminación, texturas, acabado o rendering,
etc.
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