- Antecedentes
internacionales - Barbaridades en
nombre de la IPO - El
poder sin el saber - Piratas por
doquier - A
modo de conclusión …
Los avances del sector tecnológico, gracias al
chip, han revolucionado la
comunicación entre los seres humanos y las nuevas
tecnologías. Muchas de las ciencias
formales y fácticas han confluido y han encontrado un
territorio de intersección gracias al computador. El
resultado de todo ello es la interacción persona-computador u ordenador (según donde
se encuentre el lector hispano parlante), lo que en inglés
se conoce como human computer-interaction. Por
consiguiente, utilizaremos indistintamente en el texto las
siglas IPC, IPO o HCI.
Sin embargo y al igual que el fatídico
triángulo de las Bermudas en el mar Caribe, existen
individuos con gran poder de
decisión distribuidos a lo largo y ancho de la geografía
española, para acabar con la buena voluntad de aquellas
personas honradas pertenecientes al sector universitario y
localizadas en ambas márgenes del Atlántico. En una
serie de entregas iremos descubriendo y describiendo cada uno de
esos tres vértices que tanto daño le
hacen a un sector del conocimiento,
que tiene grandes perspectivas de éxito
si es conducido de manera honesta. Uno de los extremos de ese
triángulo está localizado en la ciudad catalana de
Lérida.
Antecedentes
internacionales
A finales de 1960 ya se preveía que en el futuro
no se necesitarían personas orientadas al computador, sino
más bien, el computador orientado a las personas. Con el
transcurso de los años se ha afirmado dicha visión.
Fue así como Ivan Sutherland (inventor de la primera
interfaz basada en ventanas) y Douglas Engelbart (inventor del
ratón) empezaron a diseñar en los años 60
sistemas
especiales para las pantallas de los computadores, emulando la
complejidad gráfica de los documentos
impresos. Es decir, había un ajuste dinámico de los
caracteres en las pantallas de rayos catódicos, con lo
cual el computador superaba los límites
del papel.
Con la difusión del PC de IBM, los usuarios se
multiplicaron por millones, en menos de lo que canta un gallo.
Obviamente, algunas disciplinas de las ciencias
sociales fueron inmersas en grandes proyectos para
hacer que esos nuevos instrumentos de trabajo se
adaptasen a las personas, en el menor tiempo y con
costos
contenidos.
La medicina, la
psicología, la sociología, la comunicación
social, entre otras áreas del saber, permitieron una
mejor adaptación e interacción del computador al
ser humano, dentro de los más variados ambientes de
trabajo. Al respecto, el amplio espectro de los potenciales
usuarios hizo que la industria del
software y del
hardware
invirtiese fuertes sumas de dinero en la
creación de laboratorios para examinar en un primer
momento el uso de los computadores, por parte de una gama
variopinta de usuarios.
La informática continuaba evolucionando a
pasos agigantados con los sistemas hipertextuales, multimediales,
hipermediales (on-line y off-line), eclosión de Internet, introducción de la realidad
virtual, etc. Muchos estudiosos empezaron a colaborar en este
contexto: Carroll, Campbell, Collins, Laurel, Landow, Marcus,
Marshall, Minsky, Moles, Myers, Negroponte, Nelson, Norman,
Searle, Shneiderman, Tognazzini, Vicente, entre tantos otros.
Nacía en 1990 la ingeniería de la usabilidad de Jakob
Nielsen (www.useit.com). Una vez superada la etapa de aprendizaje del
uso (usabilidad) del PC y con la llegada del nuevo milenio, se
entra de lleno en la comunicación cualitativa entre usuarios,
donde el comunicador social tiene un rol prioritario, pero que
matemáticamente es excluido por ciertos grupos de
presión que desafortunadamente están cruzando
el Atlántico hacia el nuevo mundo.
Desde esos laboratorios de IPC se planteaba la necesidad
del trabajo interdisciplinario entre sus integrantes. Obviamente
un hecho muy positivo para la difusión de la
informática a nivel planetario. Empero, en algunos casos
de la interacción se ponderó más el aspecto
gráfico, o sea, las interfaces. Automáticamente, en
numerosos centros de informática gráfica de la
costa mediterránea vieron un nuevo campo para hacer
negocios,
camuflándose en estructuras
universitarias y actuando con las mismas técnicas
del Ku Klux Klan, hacia todos aquellos que no eran
oriundos de esa región. Otros han sabido disfrazar esa
xenofobia y
bajo el slogan de hacedor o fabricante de ideas, ahora
están viajando constantemente a Chile y otros
países latinoamericanos, a expensas de los impuestos de los
latinoamericanos o españoles, eso sí, llevando una
maleta llena de plagios o refritos. Pobres aquellos
alumnos que asistan a tales talleres o seminarios, porque son
víctimas, en su propia casa, de un asalto con trabuco por
parte de los flamantes piratas del siglo XXI.
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