"Podemos (y debemos) comenzar a construir el socialismo no con
un material humano abstracto o con un material humano
especialmente creado por nosotros, sino con el material humano
que nos ha legado el capitalismo."
INTRODUCCIÓN
El proyecto de las
Organizaciones
Armadas Peronistas de 1971 es sustentado, entre otros, por un
caudaloso grupo de
militantes de izquierda.
La izquierda peronista de los años setenta tuvo
la extraordinaria virtud de aglomerar bajo una inmensa estructura,
tanto a militantes peronistas, como nacionalistas,
católicos o socialistas. Pues bien, de todas las
corrientes que irrigaron las formaciones especiales de Perón, no
deja de sorprender especialmente, aquella ligada al marxismo.
EL PERONISMO DESDE
LA IZQUIERDA
Históricamente, el comunismo y el
peronismo mantuvieron un enfrentamiento singular, si se tiene en
cuenta que en su representación convergían
intereses similares. A su vez, dicha enemistad no resulta tan
extraña si se entiende desde el aspecto competitivo. No
sólo con frecuencia se disputaban la atención del mismo sector, sino que a
éste lo llamaban de manera diferente. La distancia entre
<<proletariado>> y <<descamisados>> o
entre <<camaradas>> y <compañeros>>
no es trivial, pues denota la desigualdad en el lenguaje
con el que se dirigían a la clase
trabajadora, desde dos ideologías totalmente
disímiles. Estas diferencias parecen pulirse en la
década del sesenta, en un proceso
protagonizado por la Nueva Izquierda que, por cierto, no deja de
estar influenciada por lo que previamente se había llamado
izquierda nacional.
Ahora bien, para comprender la evolución de sectores de la izquierda hacia
el peronismo revolucionario, me siento obligada a ocuparme antes
que nada del pensamiento
marxista-nacional, cuyo origen es previo al derrocamiento de
Perón.
Aquellos pensadores marxistas que se vincularon
estrechamente con el nacionalismo y
dieron a luz un
pensamiento particular, fueron denominados por Mario Amadeo como
izquierda antiliberal, y por el sacerdote ultraderechista
Julio Meinvielle, como nacionalismo marxista.
Durante la Revolución
Libertadora, esta corriente se ocupó de reivindicar el rol
del peronismo como expresión del proletariado. Entre sus
máximos exponentes se hallan Rodolfo Puiggrós
(había sido expulsado de PC en 1946 por sostener una
posición contraria al partido frente al peronismo) y Jorge
Abelardo Ramos (proveniente del ala trotskista que había
apoyado a Perón desde el Partido Socialista de la
Revolución Nacional).
Así como en el década del setenta, el
Ejército Revolucionario del Pueblo (trotskista-guevarista)
consideraba al peronismo como un "dique de contención" de
la revolución; previamente, la izquierda nacional
había entendido a la Revolución Libertadora como un
obstáculo que frenaba el proceso de liberación
nacional, emprendido por el peronismo. En su esquema de
país dependiente, los militares "libertadores" encarnaban
al imperialismo
propiamente dicho y a la dominación colonial. Ramos ya
criticaba al PSA y PC porque no habían podido conformar un
verdadero partido del proletariado, falencia que había
posibilitado el ascenso de Perón. Así, se trazaba
un paralelo entre la época de la Libertadora y la
década infame.
Mientras, los sectores liberales experimentaban cierta
desilusión con respecto al gobierno de
Aramburu, la producción literaria de la izquierda
nacional buscaba su lugar entre las aulas de la Universidad. Los
trabajadores dejaban de ser los únicos receptores del
pensamiento pro peronista. Historia crítica
de los partidos
políticos argentinos (1956) de Rodolfo
Puiggrós y Revolución y contrarrevolución
en la Argentina (1957) de Jorge Abelardo Ramos empezaban a
ganar terreno en un espacio antes desconocido para el peronismo:
las clases medias universitarias. En lo que concierne al sector,
Silvia Sigal clasifica al período comprendido entre los
años 1955 y 1966 como <<universidad
reformista>>.
Como se explica más adelante, el estudiantado
sufre un doble proceso de socialización y peronización, que se
inicia a fines de los sesenta. No sólo buscaron acercarse
al mundo obrero sino que además, en los primeros
años de la década siguiente, especialmente en 1972
(con el auge de la campaña de Cámpora), los
universitarios se afiliaron masivamente a las juventudes
peronistas.
Si bien la Revolución Argentina representó
un retroceso en materia de
autonomía universitaria, el estudiantado respondió
activamente y protagonizó un intenso proceso de
politización. La intervención de 1966 y las medidas
represivas del gobierno de Onganía no impidieron que sobre
el filo de la década del setenta, se incorporaran
profesores de las filas progresistas o incluso peronistas. Por
entonces, en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires, se
fundaron las llamadas "cátedras nacionales" de impronta
antiimperialista y tercermundista. A su vez, en algunas
facultades se crearon cátedras específicas sobre la
problemática latinoamericana.
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