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Medios y pluralismo en Venezuela


Partes: 1, 2

    1. RCTV y la pluralidad
      informativa
    2. Opiniones y
      una voz única
    3. El
      conflicto con el líder de la OEA

    El 28 de diciembre de 2006 el presidente venezolano
    Hugo
    Chávez copó los titulares informativos cuando,
    al interior de un recinto militar y vistiendo uniforme castrense,
    anunció la decisión de su gobierno de no
    renovarle la concesión a Radio Caracas
    Televisión
    (RCTV), el canal más antiguo del país con
    más de 50 años de existencia y con el más
    alto nivel de audiencia en la
    televisión abierta. No es un secreto que RCTV
    mantenía una línea editorial crítica
    al gobierno, en sus emisiones informativas y de opinión,
    aunque en líneas generales se trataba de un canal de
    entretenimiento, con importantes índices de audiencia en
    los sectores populares.

    La noticia, lógicamente, levantó
    inmediatas reacciones y pronunciamientos. A las 23h59 del domingo
    27 de mayo de 2007, el canal pionero de la televisión venezolana cesó en sus
    trasmisiones. Sin embargo, el tema del permiso de
    transmisión para RCTV no puede verse aislado, y es
    necesario ubicarlo en un contexto mediático mayor: la
    constitución de una hegemonía
    comunicacional por parte del gobierno del presidente Hugo
    Chávez, especialmente en materia de
    medios
    radioeléctricos.

    El gobierno utilizó como argumento un decreto
    presidencial de 1987, del presidente Jaime Lusinchi, el cual le
    da validez a la totalidad de concesiones de radio y
    televisión del país por un lapso de 20 años,
    hasta el 27 de mayo de 2007. Sin embargo, en medio del debate, el
    gobierno soslayó que ese decreto también
    establecía el derecho de preferencia para la
    renovación de los permisos y la causa de no
    renovación era que se hubiesen cometido actos
    ilícitos. No hubo ninguna decisión del poder judicial
    por el cometimiento de delitos por
    parte de RCTV, ni tampoco anuncio del gobierno de revisar o no
    renovar la concesión de otra planta de radio y
    televisión, por lo que la decisión se enfiló
    solo contra RCTV, evidenciándose como
    discriminatoria.

    Esto no ha sido casual. Una de las debilidades que
    detectó el gobierno, en el contexto del golpe de Estado y
    regreso de Chávez al poder, en un
    lapso de 48 horas, durante los sucesos de abril de 2002, fue
    precisamente la ausencia de una red comunicacional
    articulada. El pasado 8 de enero, en una extensa entrevista con
    el diario El Nacional, Andrés Izarra, hoy presidente de
    Telesur, corroboró la intención oficial de
    establecer una hegemonía.

    La constitución de esta hegemonía
    mediática tampoco sucede en el vacío, pues tiene
    como telón de fondo decisiones políticas
    que apuntan en la dirección de un mayor control por parte
    del presidente Chávez. Entre estas decisiones destacan la
    creación de un partido único en las filas del hasta
    ahora variopinto movimiento
    chavista, la concesión de poderes especiales por parte del
    parlamento para que el jefe de Estado legisle
    por decreto durante año y medio, y la inclusión de
    un mecanismo de reelección indefinida en la reforma que se
    debate para la Constitución Bolivariana de
    1999.

    RCTV y la pluralidad
    informativa

    La decisión presidencial de no renovar la
    concesión de RCTV tiene al menos dos aspectos, entre
    muchos tantos, que resultan preocupantes. En primer
    término, esta determinación, que desde sus inicios
    se planteó como irrevocable, significa un peligroso
    retroceso en la pluralidad informativa nacional. En la actual
    coyuntura de Venezuela, una
    bandera democrática pasa por defender la existencia de
    diferentes puntos de vista en materia informativa y de
    entretenimiento, y ello cobra especial relevancia cuando se
    apuntala la noción de hegemonía mediática
    estatal.

    En los tres últimos años, especialmente,
    ha cobrado cuerpo esta noción. El gobierno creó
    nuevos canales (Vive, Asamblea Nacional TV, Ávila TV,
    Telesur), inyectó enormes sumas de dinero para
    repotenciar a los tradicionales medios estatales como Venezolana
    de Televisión y Radio Nacional de Venezuela, mientras que
    a la par se hizo evidente el reacomodo editorial en canales
    privados como Televen y Venevisión, siendo en este
    último más indiscutible la sincronía con los
    intereses gubernamentales, pues en muchas transmisiones
    informativas su papel es encadenarse con la señal estatal
    de VTV.
    Por otro lado, en diciembre se anunció la compra por parte
    del gobierno de la estación televisiva CMT, para
    convertirla en la señal local de Telesur. En materia
    televisiva, es evidente la consolidación de la
    hegemonía a la que se refiere Izarra. Las excepciones eran
    RCTV y Globovisión, y de algunas iniciativas de alcance
    regional, del resto, la pantalla nacional está "roja,
    rojita". (En el contexto de la campaña electoral de
    diciembre de 2006 en la que resultó reelecto,
    Chávez llamó a que las entidades públicas
    fueses "rojas, rojitas", en referencia al color de su
    movimiento político. Pese a la desproporción de su
    llamado, pues implica el alineamiento político total de
    las instituciones,
    no recibió sanción alguna por parte de las
    autoridades electorales).

    Cabe acotar que Globovisión es un canal de
    noticias e
    información -claramente crítico-
    pero con cobertura limitada. Por otra parte, en esa lógica
    de consolidar un aparato gubernamental, el ejecutivo de Venezuela
    asignó a dedo a una fundación de carácter estatal, TEVES, la
    administración de la señal que manejó
    RCTV por 53 años, con una directiva nombrada por el
    gobierno, sin indicios de pluralidad.
    La decisión sobre RCTV, teniendo el anterior telón
    de fondo, terminará de ajustar el anillo mediático
    estatal, en el cual no se vislumbra que pueda presentarse una
    programación medianamente independiente.
    Para las voces regionales que aún mantienen una
    posición crítica en Venezuela, la decisión
    sobre RCTV significará una dosis amedrentadora evidente.
    Si debido a su línea editorial crítica el gobierno
    no le renovó el permiso a la empresa
    nacional más antigua del sector, con inversiones
    mil millonarias y haciendo caso omiso de las condenas
    internacionales, qué podrán esperar las
    pequeñas estaciones en ciudades como San Cristóbal,
    Barquisimeto o Puerto Ordaz.

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