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Movimientos sociales en la Red




Enviado por Osvaldo León


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

    1. Una aproximación al debate
      sobre las implicaciones sociales de las
      NTIC
    2. Promesas y
      realidades
    3. La brecha del
      desarrollo
    4. La sociedad
      en red. Nuevas lógicas organizativas
    5. Las redes
      sociales
    6. Cibercomunidades
    7. Alianzas
      globales en línea
    8. Exclusión
      y resistencia en América Latina
    9. El
      reto de la comunicación
    10. Internet
      y organizaciones sociales: Un estudio
      exploratorio
    11. Capital
      informacional: una apertura
      metodológica
    12. Un entorno
      poco favorable
    13. Equipamiento
      y acceso
    14. Usos y
      usufructos
    15. Apropiación
      tecnológica
    16. Procesamiento
      informativo
    17. Difusión
      en Internet
    18. Funcionamiento
      en red
    19. De
      los medios, a los fines
    20. Un
      proceso en proceso
    21. La
      apropiación social de la Red
    22. Aprender a
      aprender
    23. Construcción
      de alternativas
    24. Bibliografía
    25. Siglas
      utilizadas

    Las nuevas
    tecnologías de información y comunicación: Luces y
    sombras

    I PARTE

    Capítulo 1

    Una
    aproximación al debate sobre
    las implicaciones sociales de las NTIC

    NTIC y
    globalización

    De un tiempo a esta
    parte, la humanidad está viviendo profundas
    transformaciones en los diversos órdenes del convivir
    social. Y lo está haciendo a una velocidad
    nunca antes registrada, debido a la acelerada
    interpenetración entre el desarrollo
    técnico y tecnológico y las relaciones sociales
    prevalecientes en el mundo capitalista que actualmente rige en el
    planeta, bajo cuya dialéctica se están moldeando
    las formas hasta ahora conocidas de producir, trabajar, consumir,
    aprender, hacer política, informar,
    conocer, divertirnos, relacionarnos con el mundo y hasta
    pensar.

    Para dar cuenta de esta nueva realidad hay quienes la
    califican como "tercera revolución
    industrial", estableciendo un parangón con lo ocurrido
    en la segunda mitad del siglo XIX, cuando la segunda revolución
    industrial, a partir de Estados Unidos,
    tomó la posta de la primera, iniciada a fines del siglo
    XVIII en Inglaterra. Otros
    prefieren denominarla "revolución científica y
    tecnológica", cuando no "revolución de la
    información" o "revolución del conocimiento",
    destacando el rol adquirido sea por la ciencia y
    la tecnología, o bien -más
    específicamente- por las nuevas tecnologías de
    información y comunicación como fuerzas productivas
    centrales del actual ciclo económico. En todo caso, se ha
    tornado común utilizar indistintamente una u otra
    denominación, siendo que éstas básicamente
    expresan el reconocimiento -más que una claridad
    conceptual- de que estamos viviendo una época de cambios
    sustantivos, cuando no un cambio de
    época, como sostiene una corriente de pensamiento.

    Para enfatizar en los alcances y en la profundidad de
    estos cambios, varios autores coinciden en señalar que el
    mundo capitalista está transitando de la economía industrial,
    basada en el acero, los
    automóviles y las carreteras, a la economía
    digital, construida a partir de silicio, computadoras y
    autorutas de información1.
    Un tránsito que implica, destacan otros, pasar de una
    organización socio-económica basada
    en la relación materia/energía a una nueva sustentada en
    la información y el
    conocimiento, donde la información se presenta como
    insumo y producto a la
    vez, acentuando cada vez la dimensión artificial y
    construida de la vida social.

    Como eje articulador de estos cambios aparece el
    proceso
    llamado "globalización". En realidad, un
    término impreciso y nada novedoso -pues se remite al viejo
    proyecto
    occidental de un imperio universal-, pero, eso sí,
    impactante2.
    Como sea, en un sentido general se refiere a la mayor
    interrelación de los países del mundo por la
    erosión
    de todo tipo de fronteras y la consiguiente
    reconfiguración de los mecanismos e instancias de
    decisión. De hecho se trata de un proceso en el cual
    confluyen dinámicas diferentes y complejas -al tiempo que
    hay otras que van en sentido contrario-, pero en cuyo ritmo y
    orientación prevalece la lógica
    del nuevo ciclo de acumulación de capital,
    corporativa y transnacional, que ha encontrado en la ideología neoliberal, al menos hasta ahora,
    el discurso
    necesario para legitimarse.

    Esto es, un nuevo ciclo que se apuntala con la
    mutación tecnológica, en tanto esta permite que se
    expanda el espacio geográfico subordinado a la
    acumulación capitalista, incorporando nuevos territorios y
    poblaciones, y que se acorte el tiempo de acumulación o
    ciclo del capital, acelerando el circuito producción, circulación y
    realización de bienes y
    servicios.
    Expansión del espacio y reducción del tiempo que
    llevan al sistema a sus
    límites, con la integración plena del planeta en una
    economía-mundo y la realización de una
    acumulación a la velocidad de la luz. Un espacio
    único y planetario donde la interdependencia se torna
    inevitable, al punto que los problemas
    surgidos en un punto específico, por minúsculo que
    sea, afectan al conjunto del sistema. Un tiempo que igualmente
    articula y compromete al conjunto del sistema, pues en el viaje
    al futuro la humanidad toda ya está embarcada en una misma
    cápsula espacial, que bien puede estallar en cualquier
    momento si, por ejemplo, no se toma en serio que la
    catástrofe ecológica puede estar a la vuelta de la
    esquina.

    Con el globalismo, sostiene Ianni (1996: 26), "el
    planeta Tierra no es
    más tan sólo un ente astronómico, sino
    también histórico. Lo que parecía, o era,
    una abstracción, luego se impone a muchos como realidad
    nueva, poco conocida, con la cual hay que convivir. El planeta
    Tierra se torna el territorio de la humanidad". Y añade:
    "la sociedad
    global no es solamente una realidad en constitución, que apenas comienza a moverse
    como tal… Se revela visible e incógnita, presente y
    presumible, real e imaginaria. De hecho está en
    constitución, apenas embozada aquí y acullá,
    aunque en otros lugares aparezca incuestionable,
    evidente".(30)

    Para el autor brasileño, el problema se complica
    un poco más cuando se constata que la sociedad global "se
    constituye en la época electrónica, dinamizada por la informática", la cual es "articulada por
    emisiones, ondas, mensajes,
    signos,
    símbolos, redes y alianzas que tejen
    los lugares y las actividades, los campos y las ciudades, las
    diferencias y las identidades, las naciones y nacionalidades.
    Esos son los medios por los
    cuales se desterritorializan mercados,
    tecnologías, capitales, mercancías, ideas,
    decisiones, prácticas, expectativas e ilusiones". (1996:
    31)

    La globalización, por tanto, es un hecho objetivo, mas
    no así el sentido único e inevitable que a este
    fenómeno pretende imponerle la ideología del libre
    mercado
    predominante. De ahí que no deja de ser un proceso
    ambiguo, cuando no contradictorio, y, en todo caso, parcial. Tan
    es así que mientras las tendencias de estos cambios se
    refieren a interconexiones, convergencias, distancias que se
    acortan, abriendo posibilidades de aproximación entre
    pueblos y culturas, la cruda realidad nos dice que las distancias
    y desigualdades sociales y geográficas no dejan de
    acentuarse a lo largo y ancho del mundo3.

    Sucede que el mercado –motor de este
    proceso- no se mueve precisamente con criterios de
    cooperación, sino de competencia,
    donde lo que cuenta para sus respectivos actores es ampliar y
    articular sus nichos de consumidores, excluyendo a quienes no
    califican como tales, en una dinámica que disgrega y fragmenta
    socialmente. Aunque se pregonen las virtudes de la "mano
    invisible del mercado" como paradigma del
    ordenamiento del mundo contemporáneo, no ha dejado de
    prevalecer la dialéctica que existe entre riqueza y
    poder. De
    ahí que, mientras a los países periféricos -a los que se globaliza- se les
    impone "achicar el Estado",
    los países centrales -que globalizan- lo hacen reforzando
    el rol del Estado.
    Allá que abran mercados, so pena de sanciones, acá
    la protección es la regla. Libre flujo para los capitales,
    las mercancías y servicios, severas restricciones para el
    movimiento de
    mano de obra, particularmente la procedente de los países
    periféricos. Para decirlo en pocas palabras: una inaudita
    concentración del poder, de la riqueza y del saber,
    aparejada también de una inaudita exclusión
    social. De ahí que la
    globalización, aunque suene a paradoja, es un proceso
    parcial.

    En todo caso, lo que en suma aquí importa
    destacar es que, mutación tecnológica de por medio,
    está en curso una dinámica que ha permitido que el
    capitalismo se
    reestructure, se renueve y se globalice, abarcando, por primera
    vez, las relaciones sociales en todo el planeta. O, si se quiere,
    un tránsito de las formas intensivas de acumulación
    de capital en el marco de los Estados nacionales hacia un mercado
    único planetario. Tal es, precisamente, lo que se ha dado
    en llamar la "sociedad mundial de la información" que, al
    decir de la OIT, (2000a: 4), "ha logrado que los países
    tengan una mayor interdependencia, y ha combinado la
    rápida difusión de las tecnologías de la
    información y de la
    comunicación (satélite, cable,
    radiodifusión, telecomunicación, Internet) con la
    integración global y la liberación del comercio". De
    esa combinación el elemento que más se suele
    resaltar es la Internet; acaso porque sea la que mejores
    "ventajas comparativas" ofrece para legitimar la
    globalización.

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