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Movimientos sociales en la Red (página 3)




Enviado por Osvaldo Le�n



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

El llamado "Digital Opportunity Taskforce" (grupo de
trabajo sobre
oportunidades digitales, o Dot Force, conformado por
decisión del G8 en Okinawa en julio 2000), llegó a
conclusiones algo similares en el informe que fue
endosado por los jefes de Estado y de
gobierno de este
Grupo, en Génova (julio 2001). Este documento considera
que las TIC pueden
iniciar un círculo virtuoso de desarrollo
sustentable. Pero también reconoce que la brecha
digital es "una reflexión de desigualdades existentes
más amplias" y que la contribución de las NTIC al
desarrollo "no
es automática". (2001: 4,6,7)

Las nueve recomendaciones de acción
con que concluye el informe se refieren, por una parte, a las que
pueden ser tomadas dentro de los países concernidos para
"crear el ambiente,
movilizar consensos y fijar prioridades que darán forma al
sendero de cada nación
hacia la oportunidad digital"; y, por otra, al rol de la comunidad
internacional para "movilizar recursos,
construir relaciones de asociación, incrementar la
coordinación, extender mercados,
compartir innovaciones".(12) Recoge incluso algunas
recomendaciones de la sociedad civil,
como su participación en consultas para la
determinación de políticas,
o el apoyo al soft libre en los países en
desarrollo.

A pesar de esta apertura de horizonte, la
orientación central no ha variado: prevalecen los
tópicos que refuerzan la estructura de
poder vigente
en el plano internacional, uno de cuyos elementos clave es el
control de las
tecnologías. Es por eso que, fuera de toda
retórica, no ha variado en un ápice el criterio que
entiende la transferencia tecnológica hacia los
países del Sur como la mera transferencia de productos, mas
no de los conocimientos que permitirían que una tecnología pueda ser
producida y desarrollada autónomamente y en función de
las particularidades específicas de estos
países.

En los tiempos que corren la situación se ha
complicado aún más en razón de que, por la
importancia adquirida por la información y el
conocimiento, se han tornado mayores las regulaciones para
privatizarlos, vía las nuevas normativas de los derechos de propiedad
intelectual, que incluyen a las patentes y derechos de
autor. Y de manera particular en el área digital, pues
los bienes
digitales son demasiado fáciles de reproducir -he
ahí el punto "débil" de la economía de la
información-, lo cual obviamente afecta a los altos
márgenes de ganancia de las corporaciones del
sector.

Históricamente, la protección de la
propiedad
intelectual se estableció para favorecer la libertad de
creación, estimulando a los inventores, y para promover
los aportes para la sociedad; hoy
se ha convertido en el resguardo de los países centrales y
sus monopolios. Es a estos intereses que responde la estructura
legal que se viene montando a nivel internacional, sobre todo a
través de la OMC, con graves
consecuencias para los países del Sur. El propio PNUD
(1999: 57) reconoce que:

"- En los programas de
investigación privada el dinero
habla con voz más potente que la necesidad.

"- Los derechos de propiedad intelectual más
estrictos excluyen a los países en desarrollo del sector
del conocimiento.

"- La legislación de patentes no reconoce los
conocimientos y sistemas
tradicionales de propiedad.

"- El impulso y el ímpetu de los intereses
comerciales protegen las utilidades, no a la gente, pese a los
riesgos de las
nuevas
tecnologías".

En esta misma línea, Avinash Persaud, director
administrativo de Análisis e Investigación
de Mercados Globales del State Street Bank, reconoce que la
tendencia actual es altamente desfavorable a los países en
desarrollo. "Es de dudar -dice- que la revolución
del conocimiento permita a los países en desarrollo pasar
de repente a niveles superiores de desarrollo… es probable que
la brecha del conocimiento amplíe las disparidades entre
ricos y pobres, lo que aprisionaría a muchas de esas
naciones en la pobreza
relativa". (2001)

En esta tendencia coloca el rol que cumplen las
patentes, en tanto "no sólo miden la brecha de la innovación, sino que la ensanchan". "En
este mundo acelerado -acota-, cada vez se necesita menos tiempo para
que las ideas se conviertan en productos redituables,
razón por la cual la extensión y fortalecimiento
recientes de los derechos de propiedad intelectual por parte de
la
Organización Mundial del Comercio (OMC)
semejan más un juego de poder
que una evaluación
económica racional. No queda claro hasta dónde debe
llegar la protección a las patentes, pero sin duda ciertas
tendencias refuerzan la ventaja de las compañías y
los países que desarrollan las ideas patentadas. Este
desequilibrio inserta una cuña más entre ricos y
pobres".

Es así que, en este "juego de poder", mientras,
por un lado, se refuerza la protección sobre la propiedad
y control de la información y conocimientos que disponen
los países del Norte, por otro, se reivindica el "libre
flujo de información" o el "patrimonio
común de la humanidad" para que se mantengan abiertas las
nuevas fuentes de
información radicadas fuera de sus fronteras, como la
biodiversidad,
la medicina
tradicional indígena, etc.

En este plano, también entra en línea de
cuenta el drenaje del capital
intelectual de los países del Sur que promueven los
del Norte y sus corporaciones, con la captación de
científicos, ingenieros y especialistas, principalmente de
aquellos vinculados a sectores de tecnología de punta.
Considerando el éxodo de programadores electrónicos
desde la India hacia
Estados
Unidos, que en los próximos años podría
llegar a 100.000 personas, el PNUD (2001: 94) calcula que para el
país asiático, "la pérdida de recursos
ascendería a 2.000 millones de dólares anuales".
Para contrarrestar tales pérdidas, este organismo
internacional propone "establecer un impuesto
global".

En la medida en que para los países más
ricos del mundo la prioridad en el ámbito internacional
radica en la consolidación de un marco político y
económico basado en el libre comercio
-de ahí la importancia de la OMC y las regulaciones sobre
propiedad intelectual-, todo lo que se diga por añadidura
simplemente se torna una figura retórica, para esconder
los enormes intereses que se mueven por detrás.

En efecto, como anota el PNUD (2001: 5), "incluso en la
era de las redes, siguen siendo
importantes las políticas nacionales", propuesta que
también el DOT Force del G8 recoge, al igual que otras
agencias multilaterales. La cuestión es que con la
imposición de las políticas para achicar al Estado,
se ha hecho todo para que desaparezca la idea de
"políticas nacionales". Es más, lo mínimo
que éstas podrían reivindicar es el establecimiento
de marcos legales, administrativos e institucionales para
contrarrestar los efectos de las privatizaciones y la liberalización. Pero,
de acuerdo a la normativa internacional que se ha venido
estableciendo en el marco de la OMC, ni siquiera ese
mínimo es aceptable.

Asimismo, también se reconoce que otro elemento
importante a tomar en cuenta para ingresar en la "sociedad de la
información" es el de la educación, sin
embargo en los países del Sur el presupuesto
correspondiente se ha visto disminuido con las políticas
de "ajuste". Un estudio realizado en 1997 por la Comisión
de Naciones Unidas
sobre Ciencia y
Tecnología (UNCSTD), que explora las implicaciones de
la llamada revolución de las NTIC para los países
en desarrollo, anotaba que entre los obstáculos para que
la información digitalizada pueda ser transformada en
conocimiento pertinente para el desarrollo están: el
analfabetismo
y la dificultad que tienen las instituciones
educativas y de investigación para adaptarse a los nuevos
modos de producir e intercambiar conocimientos (Credé.
1998: 11).

Con la lógica
imperante se ha creado un círculo vicioso, según el
cual los países más pobres en información
son también los que tienen menos posibilidades de
aprovechar la información disponible, así como
mayores limitaciones para su desarrollo. La promesa de la
Internet para el
desarrollo -en tanto se sustenta en una concepción
instrumentalista que deja por fuera los factores estructurales y
los condicionamientos internacionales que vertebran la historia de los
países-, en el fondo no deja de ser una variante de la
concepción que ha primado en las relaciones de dependencia
Norte-Sur. Esto es, que los países del Sur no aspiren a
ser más que mercados de los productos informativos y
culturales producidos en el Norte.

Desde una perspectiva de desarrollo nacional, entre
otros aspectos, para los países del Sur la
incorporación de las NTIC debería ante todo
orientarse a solventar urgencias básicas, como las
relacionadas con la salud, la educación, los
servicios
gubernamentales, etc., más que a la diversión y la
promoción del consumo que
impera en la lógica comercial. En suma, lo que se impone
es reformular la problemática, en el sentido de que el
asunto no es cómo la Internet se pone en servicio del
desarrollo, sino cómo los países en desarrollo, al
definir sus proyectos de
futuro, establecen políticas para sacar el mejor provecho
de ella y, en general, de las NTIC. Sólo entonces, se
verá si se puede pescar con un computador.

 

Notas:

En la nueva economía, sostiene
Cebrián, "las redes digitales y el conocimiento humano
están transformando casi todo aquello que producimos y
hacemos. En la vieja economía, la información, las
comunicaciones
y las transacciones eran físicas, representadas por
dinero en
efectivo, cheques,
facturas, conocimiento de embarque, informes,
reuniones cara a cara, llamadas telefónicas
analógicas o transmisiones a través de la radio o
la
televisión, recibos, proyectos, mapas,
fotografías, discos, libros,
periódicos, revistas, partituras musicales y publicidad
postal, para citar unos pocos ejemplos. En la nueva
economía, de forma creciente, la información en
todas sus formas, las transacciones y las comunicaciones humanas
se vuelven digitales, reducidas a bytes almacenados en
ordenadores que se mueven a la velocidad de
la luz a
través de redes, que en su conjunto constituyen la
red" (1998:
15).


2
En este impacto el mundo mediático ha
jugado un rol clave, pero en consonancia con los intereses del
poder mundial. Ver: Dávalos Pablo (2001).


3
"La distancia entre el país más
rico y el país más pobre era de alrededor de 3 a 1
en 1820, 11 a 1 en 1913, de 35 a 1 en 1950, de 44 a 1 en 1973 y
de 72 a 1 en 1992", señala el Informe del PNUD (1999:
38)


4
Como acertadamente da cuenta Gaëtan
Tremblay (1994: 1-2): "Desde la invención del
telégrafo eléctrico en el siglo pasado, la
innovación técnica en comunicación suscita regularmente la
expresión enfática de discursos
mesiánicos. Las mismas aspiraciones de satisfacción
cultural, de armonización social y de educación
popular cobran vuelo con cada objeto técnico que llega al
mercado y con
cada desarrollo nuevo de las infraestructuras de
telecomunicación. En fin, cada vez se repite, todo el
mundo podrá tener acceso fácilmente a la
información y al conocimiento, y una mejor
comunicación nos conducirá a la comprensión
mutua y a la fraternidad universal! Recordemos el fervor casi
revolucionario con el cual, en los años 70, fueron
recibidas las primeras cámaras de video ligeras y
los balbuceos de la TV comunitaria, acompañando la
expansión de la cabledistribución y las
experiencias de utilización de los satélites
de comunicación con fines educativos, científicos y
comunitarios. Recordemos igualmente los sueños muy locos
elaborados por personas muy serias, a inicios de los 80, respecto
a las 'promesas' de la muy joven micro-informática. El publicista y dirigente
político J.J. Servan-Schreiber incluso llegó a
pretender que '¡la computadora
salvará al Tercer Mundo!'"


5
Vale precisar que este proceso no
comienza con las computadoras,
sino que arranca con el telégrafo en el siglo XIX, que por
primera vez hizo posible que las personas puedan comunicarse a
distancia. Desde entonces, las identidades y roles sociales que
estaban estrechamente relacionados al lugar físico donde
ellos se ejercían, pasan a redefinirse paulatinamente en
respuesta a las nuevas formas de situación social que se
van estableciendo por incidencia de los medios
electrónicos, los cuales se tornan parte constitutiva
del entorno -la "geografía
situacional" de la vida social. (Croteau y Hoynes, 2000:
307)


6
Según el informe del Worldwatch
Institute "State of the World 2001", entre 1990 y 1999 la
cantidad de computadoras "hosts" conectadas a Internet se
incrementó en 19,100 por ciento. En Estados Unidos
tomó sólo 7 años para que la Internet llegue
a la cuarta parte de la población, comparada con 46 años
para la electricidad, 26
para la televisión
y 13 para la telefonía móvil. (Fuente: "Facts and
findings", Press release for State of the World 2001, 22 de
febrero 2001).


7
Si bien recientemente se ha incorporado la
posibilidad del diseño
gráfico al correo
electrónico, a diferencia de la Web, éste
tiende a ser un factor de estorbo, al hacer más pesado y
lento su manejo y crear problemas de
incompatibilidad.


8
Estableciendo una comparación con el
televisor, Giovanni Sartori sostiene que, éste "es un
instrumento monovalente que recibe imágenes
con un espectador pasivo que lo mira, mientras que el mundo
multimedia es un
mundo interactivo (y, por tanto, de usuarios activos) y
polivalente (de múltiple utilización) cuya
máquina es un ordenador que recibe y transmite mensajes
digitalizados". (1998: 53).


9
En América
Latina, precisamente, las primeras iniciativas en la Internet
se desarrollaron a partir del sector académico y de
iniciativas ciudadanas (en algunos casos en alianza de ambos), lo
cual resultó en un acumulado de experiencia y
conocimientos en instancias ciudadanas.


10
La
ilustración más clara de este fenómeno
lo constituye, indudablemente, la fusión
entre America On Line (AOL), la mayor empresa de
Internet, y Time Warner Inc., el conglomerado de medios de
comunicación más poderoso (CNN, Cartoon
Network, TBS, TNT, entre otros), que al decir de su presidente,
Steve Case, "será un laboratorio
donde buscaremos las fórmulas para transformaciones
pioneras de la industria",
según reportó el Wall Street Journal
Américas
(15-12-2000) -con el sugestivo título:
"Ahora sí, la combinación de medios y
entretenimiento no tiene más límites"-,
luego que la Comisión Federal de Comercio de los EE.UU.
decidió dar luz verde a tal fusión por US$ 110 mil
millones de dólares.


11
Un signo de esta tendencia es el
aparecimiento, en el ámbito informativo, de neologismos
muy sugerentes en el idioma que hoy domina al mundo, el inglés,
como advertorials (contracción de
advertising y editorials), infomercials
(information y commercials), infotainment
(information y entertainment), entre
otros.


12
En la actual estructura del poder mundial,
sostiene el Director de Le Monde Diplomatique, Ignacio
Ramonet (2001: 13), el poder mediático se encuentra en
segundo lugar, detrás del poder económico y
financiero.


13
Citado por Edward Herman (2000:
17).


14
El propio Banco Mundial,
que pretende ser un "banco del
conocimiento", tenía un discurso
bastante parecido a éste cuando estuvo organizando la I
Conferencia
Global Knowledge, de 1997, si bien a la postre lo ha ido
matizando.


15
Ver Gómez y Martínez (2001:
9).


16
Linux
posiblemente sea la expresión más destacada de las
comunidades colaborativas que han nacido en la cuna de la
Internet. Impulsada inicialmente por un estudiante universitario
finlandés llamado Linus Torvalds, se convirtió en
un espacio donde confluyeron programadores de software voluntarios de todo
el mundo, para desarrollar tal programa, a
disposición de quien lo quiera y con la posibilidad de que
cualquiera pueda modificarlo para lograr un funcionamiento mejor,
a condición de que las modificaciones sean compartidas al
resto de la comunidad. Según la encuestadora IDC, Linux
fue el sistema operativo
que más creció en el 2000.


17
Tal es el caso de "Internet Rights Charter"
de APC, (2001).


18
De los varios antecedentes que existen en la
relación tecnología y desarrollo, recordemos la
"revolución verde" que, con una lógica basada en la
primera benefició enormemente a la agroindustria, casi
aniquiló al campesinado, contaminó a diestra y
siniestra, bajo el supuesto que eliminaría el hambre. Las
cifras indican que hoy el número de personas que padecen
este flagelo en el mundo ha crecido, no por falta de alimentos, sino
por la forma cómo se los distribuye.


19
De acuerdo con este índice, los
países de América
Latina y El Caribe mejor ubicados en la escala mundial
son México,
Argentina, Costa Rica y
Chile, situados en el grupo de "líderes potenciales".
Otros 13 países de la región están ubicados
como "seguidores dinámicos". (PNUD. 2001: 47)

Movimientos sociales en la
Red

Osvaldo León,
Sally Burch, Eduardo Tamayo
ALAI, septiembre 2001
http://alainet.org/publica/msred/

Capítulo 2
La sociedad en
red

Nuevas lógicas
organizativas

Con su trilogía La Era de la
Información: Economía, Sociedad y Cultura
,
Manuel Castells (1999) nos ha presentado uno de los más
originales y ambiciosos proyectos -y desde luego polémico-
para conceptualizar la sociedad contemporánea, cuyo
postulado central es que la nueva morfología
social se expresa bajo la modalidad de redes. No por acaso su
primer volumen,
precisamente, lleva como subtítulo "La sociedad
red".

Según el autor catalán, el soporte
material de esta nueva configuración está dado por
las nuevas tecnologías de información que
constituyen la base del nuevo paradigma
tecnológico, entre cuyos atributos destaca la
"interconexión" y la "flexibilidad". "Esta
configuración topológica, la red, ahora puede
materializarse en todo tipo de procesos y
organizaciones
mediante tecnologías de la información de reciente
disposición. Sin ellas, sería demasiado engorroso
poner en práctica la lógica de
interconexión. No obstante, esta es necesaria para
estructurar lo no estructurado mientras se preserva su
flexibilidad, ya que lo no estructurado es la fuerza
impulsora de la innovación en la actividad humana",
sostiene. (1999: Vol. I, 88)

Aunque relacionada con la interacción, acota Castells, la
flexibilidad tiene su particularidad en tanto remite al hecho de
que: "No sólo los procesos son reversibles, sino que
pueden modificarse las organizaciones y las instituciones e
incluso alterarse de forma fundamental mediante el reordenamiento
de sus componentes… Cambiar de arriba abajo las reglas sin
destruir la organización se ha convertido en una
posibilidad debido a que la base material de la
organización puede reprogramarse y reequiparse. Sin
embargo, debemos evitar un juicio de valor unido a
este rasgo tecnológico. Porque la flexibilidad puede ser
una fuerza liberadora, pero también una tendencia
represiva si quienes reescriben las leyes son siempre
los mismos poderes." (1999: Vol. I, 89).

Asumiendo que la forma en red de la organización
social ha existido en otros tiempos y espacios, para Castells lo
nuevo sería su expansión a toda la estructura
social, al punto que hoy "el poder de los flujos tiene
prioridad sobre los flujos del poder. La presencia o ausencia en
la red y la dinámica de cada una frente al resto son
fuentes
cruciales de dominio y
cambio en
nuestra sociedad: una sociedad que, por lo tanto, puede llamarse
con propiedad la sociedad red, caracterizada por la preeminencia
de la morfología social sobre la acción social."
(1999: Vol. I, 505).

El concepto de
red1
que utiliza, lo define así: "Una red es un conjunto de
nodos interconectados. Un nodo es el punto en el que una curva se
intersecta a sí misma. Lo que un nodo es concretamente,
depende del tipo de redes a que nos refiramos… La
tipología definida por las redes determina que la
distancia (o intensidad o frecuencia de interacción) entre
dos puntos (o posiciones sociales) sea más corta (o
más frecuente, o más intensa) si ambos son nodos de
una red que si no pertenecen a la misma… dentro de una red
determinada, los flujos no tienen distancia, o es la misma, entre
los nodos.

"… La inclusión/exclusión de las redes y
la arquitectura
de las relaciones entre sí, facilitada por las
tecnologías de la información que operan a la
velocidad de la luz, configuran los procesos y funciones
dominantes en nuestras sociedades."
(1999: Vol. I, 506).

Más allá de que se acepte o no el alcance
paradigmático que Castells da a la red2,
sí es evidente que con la expansión de las nuevas
tecnologías de información y comunicación,
se ha venido también anclando la lógica de red como
elemento estructurante de las relaciones sociales, en tanto,
además de abrir nuevas posibilidades en el plano de
la
comunicación, se han constituido en un factor que
desplaza la preponderancia del trabajo humano en los procesos
productivos, estableciendo a la par nuevas lógicas
organizativas en el ámbito de la producción, que se han extendido a la
sociedad en su conjunto. Después de todo, como es conocido
sociológicamente, las sociedades se organizan de acuerdo a
las pautas de cómo lo hacen para producir.

Es así que bajo estos nuevos parámetros se
están gestando nuevas formas de producción y de
organización empresarial, donde el funcionamiento
piramidal ha dado paso al funcionamiento en red, descentralizado
y horizontal, sin que ello implique un debilitamiento de la
concentración del poder. Por el contrario, a lo que se
asiste es a una mayor concentración del poder, vía
fusiones de
las megacorporaciones, cada vez menos numerosas y más
poderosas, a la par que se impone una flexibilización de
la gestión
dentro de las empresas y fuera
de ellas.

Ahora, las grandes empresas compiten entre sí
para producir con el máximo de calidad en el
mínimo de tiempo, utilizando para ello a las redes
globales de información, que les permiten operar las 24
horas al día, los siete días de la semana, como una
cadena de
valor global y continua. El "lugar de trabajo" ya no es
obstáculo, pues este puede ser trasladado entre zonas
horarias distintas para responder a la demanda. Por
tanto, algunas empresas del Norte trasladan sus actividades a
países del Sur con bajos salarios,
estableciendo plantas
maquiladoras o aprovechando el "tele-trabajo".

En el mundo laboral, el
paradigma informacional está repercutiendo en el lugar, el
tipo y la jornada de trabajo, así como en las relaciones
con las empresas y los centros de producción. Ahora,
señala un informe de la OIT (2000b: 1) "se ha hecho menos
precisa la separación entre el tiempo de trabajo y el
tiempo de ocio; también es menos clara la
distinción entre el lugar de trabajo y el hogar; el aprendizaje y
el trabajo se
están convirtiendo en actividades cada vez más
imbricadas; se han hecho más flexibles las fronteras
dentro de las empresas y entre estas, y también ha cobrado
mayor elasticidad entre
empleo
dependiente y empleo independiente".

Es indudable que este curso de los acontecimientos no
habría podido darse sin los nuevos dispositivos de
información y comunicación: habría sido
técnicamente imposible. Mas la problemática no se
reduce a esa relación, tiene que ver también con el
reordenamiento geopolítico que registró el mundo a
finales de la década de los 80 y comienzos de la del 90, a
raíz de la caída del socialismo real
en Europa del Este y
la implosión de la Unión Soviética, lo cual,
precisamente, permitió que la economía-mundo pase
de lleno bajo el comando de las corporaciones transnacionales y
que se acelere la
globalización.

Hemos llegado así, como anota Castells, a un
mundo donde "hay ricos y cada vez más pobres, porque las
redes favorecen estructuralmente a una minoría", pues se
ha conformado "un poder metarreal, hecho de circuitos
electrónicos automáticos en los mercados
financieros globales que responden a turbulencias de
información impredecibles. Hemos creado un
autómata, el mercado financiero internacional". (Reinoso:
2001)

Pero si bien el entrelazamiento de las NTIC con la
"nueva economía" ha establecido una lógica
particular al funcionamiento en red, no es menos cierto que hay
una tercera vertiente que, desde perspectivas distintas, ha
encontrado en ésta un soporte clave para su accionar: los
llamados nuevos movimientos sociales cuya particularidad, como
indica Melucci (1996), nada tiene que ver con la novedad de
rasgos respecto a los "viejos movimientos sociales", sino con el
hecho de que están referidos -desde una posición
crítica– a problemas globales, de lo cual
se derivan consideraciones organizativas3.

Se trata de movimientos socioculturales, como los
feministas, ambientalistas, de derechos humanos,
de pueblos originarios, de orientación sexual, etc., que
desde los años 60-70, con una visión
holística del mundo, vienen cuestionando las premisas
mismas de la modernidad y la
civilización occidental, basadas en la tríada
ciencia-razón-progreso.

En tal sentido, son movimientos críticos a la
globalización neoliberal que, por lo mismo,
establecen tendencias en sentido contrario -sin por ello
desconocer las transformaciones estructurales registradas con tal
fenómeno-, como es el caso de la afirmación de
identidades -basadas en el sexo, la edad,
la etnia, las
nacionalidades, la religión, etc.-, de
la reconfiguración de los Estados nacionales y de la
ampliación del concepto de ciudadanía con la incorporación de
nuevos derechos que se refieren tanto a los individuos como a las
colectividades -los llamados derechos de tercera
generación, como son el medio
ambiente, el género,
las comunicaciones, el espacio local y supranacional, la identidad
étnica-.

En el plano organizativo, estos movimientos se presentan
asimismo como una respuesta que rescata la solidaridad ante
el efecto disgregador del tejido social que el mencionado
reordenamiento económico ha traído consigo, en la
medida que produce "la dispersión y la
fragmentación de los grupos y clases
sociales, con la consiguiente destrucción de sus
antiguos referenciales de identidad y de acción, tornando
altamente complicada la creación de nuevos referentes, por
lo que la fragmentación y la dispersión tienden a
aparecer como naturales y a presentarse como valores
positivos" (Chaui: 1998, 34). Naturalización y
valorización positiva alentadas por el discurso
neoliberal, con el estímulo al individualismo competitivo
y el éxito a
cualquier precio, bajo
la propuesta del "sálvese quien pueda".

Es en este contexto que el movimiento
obrero pierde terreno y se desvanece como una fuente importante
de cohesión social y entidad dirigente de las clases
oprimidas, papel que se le atribuyó durante un buen
período del siglo XX. El panorama social se vuelve
más complejo, fragmentado y diverso, pues mientras los
movimientos sociales tradicionales decaen, otros actores
colectivos emergen movidos por el deterioro de las formas de vida
en el planeta (ecologistas), por las relaciones desiguales entre
los géneros (mujeres), ante la exclusión
social y la discriminación racial (indígenas,
negros, migrantes), ante la injusticia internacional (derechos
humanos, solidaridad), la militarización y la
extensión de la violencia
(movimientos por la paz), por la calidad de los productos y las
condiciones sociales en los que son producidos (consumidores),
ante la liberación de los mercados y la imposición
de un modelo de
agricultura
transnacionalizada (campesinos pobres).

Estos movimientos no sólo proponen nuevos
discursos y valores -en tanto a la histórica
reivindicación por la igualdad
socioeconómica añaden la que rescata la diversidad
sociocultural- sino también nuevas formas de
organización y actuación, reivindicando la
autonomía e identidad, la descentralización y participación,
las relaciones horizontales y respeto a las
diferencias, en oposición a la manipulación, al
control, la dependencia, las jerarquías, la
regulación y la burocratización. Es en el marco de
estos replanteamientos que comienza a permear la lógica de
redes.

Las
redes sociales

La dinámica social de articulación
reticular en Latinoamérica comienza a insinuarse en los
años 70, con los movimientos de derechos humanos, de
educación y comunicación popular, de la
teología de la liberación, de desarrollo rural, de
vivienda, entre otros. Cobra fuerza en la década siguiente
con movimientos de carácter cada vez más universal,
sobre todo los de mujeres y ecologistas. Y en los '90 adquiere
"carta de
ciudadanía" en todos los planos, cuando el escenario de la
globalización se torna incuestionable.

En este proceso, la Cumbre de la Tierra
(1992), convocada por las Naciones Unidas en Río de
Janeiro, Brasil, por la
forma como fue organizada, abre una brecha para la
irrupción de organismos de la sociedad civil en las
instancias mundiales, hasta entonces un espacio
prácticamente reservado para los gobiernos. Este nuevo
espacio de acción, al colocar en la mesa el desafío
de encontrar fórmulas de consenso para incidir con
propuestas propias en las agendas y decisiones oficiales, es un
factor que contribuye a estimular y potenciar dinámicas
convergentes entre los diversos actores involucrados, las cuales
se han traducido en la conformación de numerosas redes
regionales y mundiales, sobre todo de ONGs.

La presencia de estos nuevos actores está
relacionada con la redefinición del papel del Estado que
ocurre en la región. En efecto, el Estado, por
obra y gracia de las políticas neoliberales, deja bajo el
dominio y el arbitrio del mercado casi todas las actividades
humanas, y los partidos
políticos entran en una profunda crisis, en
mucho a causa de la corrupción; el espacio social se fragmenta,
pero no desaparece. Esto es, se crea un vacío que pasa a
ser ocupado por una amplia gama de organizaciones de la sociedad
civil que se articulan a través de redes y elaboran
proyectos y propuestas económicos, políticos y
democráticos que desafían al pensamiento
dominante.

De hecho, cuando se habla de red en los
colectivos sociales, se lo hace de la manera más diversa,
que va desde aquellos que la adoptan como un mero nombre -acaso
porque la moda impone-,
hasta quienes la asumen como un nuevo paradigma organizativo -sin
necesariamente rebautizarse con tal nombre-, pasando por otros
que se reconocen en ella bajo consideraciones
metodológicas de trabajo. Si se tratara de establecer un
denominador común, lo que resalta en esta amplia gama de
acepciones es un rechazo a posiciones hegemonistas y el
reconocimiento de los límites del accionar
específico de cada organización o entidad y, por lo
tanto, la necesidad de asociarse con otras afines, bajo valores
compartidos, para potenciar su incidencia y alcance.

Según Larrañaga (1996: 151-152), "Una red
es algo tan sencillo como un agrupamiento de personas que se
mantienen en contacto y que hacen circular entre ellas ideas,
datos,
información, herramientas,
consejos, recomendaciones, sugerencias, críticas,
alabanzas. Y, no lo menos importante, cordialidad, afecto,
aliento, solidaridad. Aunque haya gente a la que la parezca una
bobada, sucede que una de las funciones más importantes
que cumple una red es, sencillamente, recordar a sus miembros que
no están solos en el mundo, que hay en el mundo gente como
ellos".

El brasileño Mance, por su parte, considera que
es necesario comprender a las redes como fenómenos
complejos y no sólo mecánicos o dialécticos,
a fin de hacer comprensible "su potencial carácter
revolucionario", en tanto las redes de colaboración
solidaria pueden permitir la construcción democrática de una
alternativa post-capitalista viable a la globalización en
curso. En esta perspectiva, sostiene: "La idea elemental de
red es bastante simple. Se trata de una
articulación entre diversas unidades que, a través
de ciertas ligazones, intercambian elementos entre sí,
fortaleciéndose recíprocamente, y que se pueden
multiplicar en nuevas unidades, las cuales, a su vez, fortalecen
todo el conjunto en la medida en que son fortalecidas por
él, permitiéndole expandirse a nuevas unidades o
mantenerse en equilibrio
sustentable. Cada nódulo de la red representa una unidad y
cada hilo un canal por donde esas unidades se articulan a
través de diversos flujos" (2000: 24).

Por lo general, señala Fernando Mires, las redes
son tejidas por los actores sociales que las constituyen, esto
quiere decir que en la "construcción de una red no hay
ningún plan
pre-concebido, o una lógica que la preceda, sino que son
los actores, al relacionarse, que las van constituyendo", (1999:
5).

Este autor establece la siguiente clasificación
de las redes sociales:

a) Redes de identificación: las organizaciones,
durante su exploración y expansión, "descubren" que
en otros lugares del planeta existen organizaciones que tienen
los mismos valores y objetivos,
estableciendo relaciones bajo el signo de una identidad
común o de semejanza.

b) Redes de correspondencia: las organizaciones
también "descubren" que existen otros actores, con los
cuales no es posible una identificación mutua, pero
sí una coincidencia sobre objetivos puntuales y
concretos.

Es más, al interior mismo de espacios organizados
se ha recurrido a la lógica de las redes para encontrar
pistas de reformulaciones orgánicas de cara a las nuevas
realidades. Un caso muy ilustrativo nos presenta la Unión
de Trabajadores de Prensa de
Buenos Aires
(UTPBA) de Argentina, que, ante el agotamiento de las viejas
estructuras
federativas, se asume y articula como un proceso de
"construcción en red", destacando las siguientes
premisas:

"Una construcción en red implica desarrollar una
idea para organizarse y organizarse para desarrollar una
idea.

"Una construcción en red es la búsqueda de
una organización ágil, dinámica, no
burocrática, de respeto a todas las ideas y de apuesta a
la síntesis y
no a las diferencias.

"Una construcción en red se hace en base a
principios
comunes y organiza respuestas comunes, para problemas que nos son
comunes.

"Una construcción en red no se entiende solamente
con los problemas de la corporación, va al encuentro de
otras redes, de otras organizaciones sociales, culturales,
gremiales, de derechos humanos, y coloca a la Comunicación
como un derecho de toda la sociedad." (1999: 3)

El carácter de sistema abierto
con que se asume la organización en red, ha conllevado
también a que el sentido tradicional de las relaciones y
alianzas, como expresiones de acuerdos entre entes cerrados, se
reformule. Es así que ha cobrado vigencia la
formulación de "red de redes", que al decir de Santana
(1992: 7), "tiene la ventaja de no ser una federación de
agrupaciones, con una directiva que represente a todos o que
concentre a los líderes-motores de cada
agrupación hasta tal punto de frenar la dinámica de
cada una, en pos de un 'interés
superior'. La red facilita y potencia la
acción de cada sector, multiplica sus efectos sobre la
sociedad y sobre el ambiente de opinión. Se constituye en
fuerza visible por parcialidades y como totalidad, pero no tan
sólida como para que genere roces o que reciba impactos".
Además, sostiene, "Este esquema permite compartir recursos
humanos o materiales;
acepta la participación individual en varias agrupaciones
simultáneamente, como parte, no de un todo compacto, sino
de una dinámica y un proceso de metas claras globales y
parciales, pero plurales".

Las redes sociales, en suma, básicamente expresan
una rehabilitación de la acción política desde la
sociedad. En rigor, antes que un concepto claramente definido,
constituye una metáfora -como la mayoría de
conceptos que hoy se manejan en las ciencias
sociales-, cuyos atributos y características
principales los recogemos en cuadro anexo. En todo caso, expresa
una complejidad que va mucho más allá de los
recursos que hacen que pueda concretarse, como es el caso de la
Internet. Es decir, las redes sociales no dependen ni son
producto de
las nuevas tecnologías de información cuya
arquitectura está basada en la noción de red, pero
es indudable que aquellas pueden potencializarse
considerablemente con ésta, por las posibilidades que
ofrecen.

Redes
sociales

Atributos

Características

Flexibilidad

Tejidas por actores que las constituyen
Construcción-deconstrucción
permanentes

Horizontalidad

Descentralizadas, sin
jerarquía

Interconexión

Flujos multidireccionales de
información

Articulación

Posibilitan acciones colectivas

Multiplicación

Potencian a fuerzas aisladas y
dispersas

Intercambio

Se fundamentan en valores
compartidos

Cibercomunidades

Con Internet y su estructura descentralizada y flexible,
que permite establecer interacciones sociales por encima de las
distancias y las fronteras, y en tiempo real, se ha abierto un
potencial enorme para que puedan dinamizarse las más
variadas e inimaginables iniciativas, con todo tipo de
contenidos. De manera particular, destacan las que propician la
conformación de foros o comunidades de interés, que
por el hecho de establecerse "on-line" han pasado a ser conocidos
como "comunidades virtuales, digitales o
cibercomunidades".

Como estas denominaciones responden ante todo a
criterios de impacto manejados por el mercadeo, poco
propicios a la clarificación conceptual de los
términos, bien cabe una digresión para despejar una
confusión muy generalizada: la que se da entre la
desmaterialización, resultante de la "revolución
digital", y lo virtual, que es una nueva dimensión
facilitada por aquella. Esto es, lo virtual no expresa una
realidad inmaterial, sino un estado potencial que puede
concretarse en determinadas condiciones. Tal el caso de una
transacción financiera -muy común en el e-comercio-
que se establece considerando las ganancias posibles, pero que
sólo se realiza al momento de la venta de los
títulos respectivos. En tal sentido, para retomar el punto
que nos ocupa, la Internet no es un sitio virtual, es muy real,
aunque inmaterial.

Entonces, al margen de como se denomine a las
"comunidades" que se configuran con la utilización del
Internet, el hecho es que se trata de un fenómeno nuevo
que se expresa a través de las modalidades más
variadas, pero, de acuerdo a Colle, se las puede agrupar en dos
tipos: a) "la seudo-comunidad (permanente o transitoria): formada
por todas las personas que usan con cierta frecuencia un mismo
'canal'… En su nivel mínimo de interacción, puede
ser comparada con la "comunidad" de los suscriptores de una
revista lo
cual, evidentemente, cumple muy poco con lo que implica el
concepto de 'comunidad' en términos sociales", y b) "la
comunidad digital formal: En este caso encontramos muchos de los
componentes que caracterizan una verdadera comunidad social:
objetivos, valores, lenguaje y
experiencias comunes, así como un cierto espacio, aunque
éste es la red y no un espacio físico limitado."
(2000: 1-2).

En todo caso, más allá de las modalidades
y medios empleados, lo que queda en claro es que prevalece la
relación humana en tanto las personas no han dejado de ser
un animal social. De ahí que respecto a esta realidad
desterritorializada -donde la geografía circunscrita al
mundo físico ha dado paso a una "geografía social",
que tiene como referente al "ciberespacio"-, se ha entablado un
debate muy
intenso que va a la par de las serias interrogantes que ella
coloca, particularmente en lo que tiene que ver con sus
implicaciones sociales y culturales4.

Desde una perspectiva proactiva, se ha venido
configurando una corriente que relativiza la relevancia del tema
"comunidades virtuales" al hablar de la relación sociedad
y nuevas tecnologías de comunicación e
información, en tanto considera que éstas tan
sólo constituyen la infraestructura de lo que puede ser la
"sociedad de la información" y, por lo tanto, lo que
importa es ocuparse de la transición.

"Una infraestructura no forma por sí sola una
sociedad. Es la condición sine qua non, pero no
suficiente. Cada vez más comienza a plantearse en
Internet Society, la sociedad que agrupa a los
diseñadores de la red, que el problema no está ya
tanto en Internet sino en la Society. El peso
comienza a variar de la tecnología computacional a la
tecnología social, económica y cultural.",
señala Artur Serra (1999), Coordinador del Centro de
Aplicaciones de Internet de la Universidad
Politécnica de Cataluña. Para luego añadir:
"El reto en las próximas décadas será saber
qué ponemos en esta infraestructura. Qué sociedad
diseñamos y construimos sobre esta nueva plataforma." Y,
como una pista de respuesta, señala a las redes
ciudadanas, siendo que él mismo confiesa estar implicado
en el proyecto Epitelio
(redes ciudadanas contra la exclusión social) sostenido
por la Unión
Europea.

Redes
ciudadanas

No existe un
modelo único de redes ciudadanas, sostiene Manuel
Sanromá (1999), quien tras "un viaje temporal y espacial
por las diversas experiencias" establece los siguientes trazos
comunes:

"Un reconocimiento
de unos derechos básicos a la información y la
Comunicación para todos los ciudadanos. La red ciudadana
garantiza estos derechos que van desde el acceso a
informaciones locales hasta el acceso completo a Internet
pasando por la posibilidad de tener una dirección de correo electrónico
gratuito (que al estar ligada a la red ciudadana le confiere a
esta dirección una referencia
local).

"El establecimiento
de fórums de discusión de interés para la
comunidad a la que sirve; estos fórums están a
veces organizados y/o moderados por
voluntarios.

"El fomento de
la participación de los ciudadanos en la
organización y gestión de la Red; en muchas
ocasiones las redes ciudadanas se sostienen en gran medida
sobre el trabajo y la colaboración
voluntaria.

"Promover la
facilidad de uso: la tecnología no es un fin, sino un
medio.

"Relaciones con
la
administración local: las redes ciudadanas no son
simples entidades virtuales sino que por el mismo hecho de sus
raíces geográficas en sociedades
democráticas, reconocen las entidades tradicionales de
gestión social como privilegiados interlocutores y
actores en la vida
local".

Acotando que
también se puede identificar cinco compromisos, comunes
a cualquier red
ciudadana:

"Compromiso de
acceso: se entiende la red ciudadana como un servicio
público y por tanto un derecho de todos los
ciudadanos.

"Compromiso de
servicio: los servicios proporcionados por una red ciudadana
deben tener una calidad comparable a otros servicios
proporcionados por entidades
privadas.

"Compromiso de
democracia:
una red ciudadana no debe estar ligada a una opción
política o a una visión social concreta y debe
fomentar la libre participación de todos los
ciudadanos.

"Compromiso de
globalidad: el énfasis de las redes ciudadanas en los
servicios y en los contenidos locales no les hace olvidar su
inclusión en una realidad nacional e internacional. Una
constante de las iniciativas ligadas a las redes ciudadanas es
la coordinación inmediata desde su nacimiento con otras
iniciativas similares en su región, en su país y
a nivel internacional. En este sentido es también una
constante el espíritu de copyfree (libertad e incluso
promoción de la copia de experiencias) frente a un
copyright que nunca pretenden
detentar.

"Compromiso de
futuro: si bien en ocasiones las redes ciudadanas nacen como
experimentos,
su objetivo es
la sostenibilidad del modelo, la adaptación a las nuevas
tecnologías que puedan ir surgiendo e
implantándose y el espíritu de evolucionar
manteniendo siempre el objetivo básico con el que
nacen."

Alianzas globales en
línea

Por el curso particular seguido por la Internet, en cuya
fase inicial gravitaron iniciativas académicas y
ciudadanas, que dejaron su impronta al proyectarle como un
sistema descentralizado, horizontal y abierto, es la primera
vez5
que sectores sociales subalternos han podido acceder a una
tecnología de punta en pleno desarrollo y, por tanto,
incluso incidir en éste.

En esta línea, por ejemplo, se inscribe la
Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC),
conformada en 1990 con el propósito de articular una red
mundial de nodos electrónicos preocupados por poner esta
tecnología al servicio de organizaciones y entidades de la
sociedad civil, ofreciendo respuestas innovadoras a los
países del Sur con dificultades de conectividad.
Además, en la primera mitad de los años 90, APC se
destacó internacionalmente por sus iniciativas de
facilitación y promoción del uso de la Internet, en
el marco de las conferencias mundiales de la ONU: Eco92,
Derechos Humanos 93, Población 94, Cumbre Social 95,
Beijing 95.

Al igual que APC, en el escenario apareció una
variedad de iniciativas militantes locales y regionales,
colectivas e incluso individuales, muchas conocidas y otras no,
que en términos prácticos conllevó a que
diversas organizaciones y dinámicas sociales se metan en
el mundo de Internet. Por lo general bajo consideraciones muy
pragmáticas: ver cómo sacarle el jugo a estos
nuevos dispositivos tecnológicos que ofrecían
posibilidades hasta entonces inéditas.

Con el apoyo técnico de tales iniciativas, en el
ámbito social se multiplican las dinámicas
orientadas a generar interconexiones entre organizaciones y
entidades con intereses afines, particularmente, vía
intercambio de información y foros electrónicos de
discusión. Entre otras modalidades, se puede
señalar las listas de interés -principalmente para
compartir información sobre temas específicos entre
actores que no necesariamente mantenían otro nivel de
relación entre sí-; grupos de trabajo más
estructurados en torno a un tema o
programa común; o las dinámicas de organizaciones y
redes ya constituidas que incorporaron actividades de intercambio
y trabajo en línea. Como sea, lo que prevalece en esos
momentos son las articulaciones de
carácter sectorial o monotemático.

Los movimientos que se colocaron en la delantera para
sacar provecho de estas posibilidades, fueron aquellos que ya se
manejaban con una lógica de articulación en redes.
Entre ellos, destacan los movimientos de mujeres, los ecologistas
y, en menor medida, los de derechos humanos. Es más,
tratándose de movimientos referidos a una
problemática universal, fueron los más sensibles en
asumir que los nuevos escenarios globalizados traen consigo
exigencias también nuevas, como por ejemplo, la que tiene
que ver con una mayor agilidad, fluidez, amplitud y velocidad en
las reacciones y propuestas, para lo cual entra en línea
de cuenta las oportunidades de comunicación que ofrece la
Internet.

En el caso de los movimientos ecologistas -que en
América Latina se han caracterizado por su capacidad para
vincularse a causas y sectores sociales diversos (grupos de
derechos humanos, comunidades locales, movimientos de mujeres,
indígenas y campesinos), bajo la bandera general de la
justicia
medioambiental-, su fuerza, precisamente, reside, antes que en su
número, en su capacidad de interconectarse, establecer
redes temáticas y fundamentar científica, ética y
holísticamente sus propuestas.

Los ecologistas se destacan, además, por las
estrategias
novedosas de comunicación que han desarrollado, y que les
han permitido ganar apoyo en la opinión
pública, difundir sus mensajes a amplias capas
sociales y presionar a autoridades, gobiernos, organismos
internacionales y empresas transnacionales.

Muchos movimientos ecologistas son, sobre todo,
movimientos de opinión pública: buscan llamar la
atención general creando imágenes y
acontecimientos para los medios y sobre todo para la televisión. En este sentido se enmarcan las
tácticas de acción directa no violenta y los actos
espectaculares de organizaciones como Greenpeace, con 6 millones
de miembros y sedes en 30 países, que impresionan,
provocan el debate y se convierten en su principal medio de
presión. Más allá de lo
acertado o no de sus prácticas, no cabe duda que
Greenpeace es de las organizaciones que mejor han ententido y
aprovechado la lógica mediática y las nuevas
tecnologías de comunicación.

En cuanto al movimiento de mujeres, desde su
resurgimiento en la segunda mitad del siglo XX, se ha articulado
principalmente bajo la modalidad de red. Diverso y
descentralizado, se cohesiona bajo un eje común: la
interpelación a la sociedad patriarcal, que va de la mano
con un cuestionamiento político del poder en sus formas
actuales. Consecuente con esta postura, el movimiento, y
particularmente la vertiente feminista, se ha multiplicado a
partir de instancias organizativas autónomas,
no-jerárquicas, interrelacionadas horizontalmente, lo que
en buena medida da cuenta de su dinamismo, a diferencia de
aquellos movimientos que se construyen a partir de estructuras, y
que tienden a ser más rígidos en sus articulaciones
y funcionamiento.

En América Latina, donde el movimiento
emergió entre los años 1970 y 80, éste
tomó auge sobre todo en los 90, período en el que
surgió una gran cantidad de redes, nacionales y
continentales. Estas últimas se articularon sobre todo en
torno a ejes temáticos (violencia, derechos reproductivos,
educación) y más recientemente sectoriales
(campesinas, indígenas, afrodescendientes). Unas estaban
formalmente constituidas, otras, en cambio, representaban
confluencias coyunturales.

Hasta inicios de los años 90, muchas de estas
redes eran poco dinámicas, con una actividad
esporádica en unos casos, más formales que reales
en otros, al no contar con mecanismos que aseguraran el flujo de
información. Esta situación cambió
rápidamente para las que, a partir de los 90, incorporaron
el uso regular de las NTIC. En las circunstancias, la
realización de la Conferencia Mundial de la Mujer
organizada por la ONU (Beijing, septiembre 1995) se
constituyó en un factor catalizador de
importancia.

Mujeres en el
ciberespacio

La
capacidad del movimiento de mujeres de tejer nexos y puentes
más allá de las fronteras nacionales se ha
destacado en torno a algunas coyunturas internacionales. Una de
las principales fue el proceso preparatorio, en 1993-95, de la
IV Conferencia Mundial de la Mujer de la
ONU, escenario que coincidió con el momento de
expansión de la Internet, y generó un terreno
fértil para que las organizaciones de mujeres se
interesen en conectarse a ésta. En América Latina
este contexto despertó el interés de una amplia
gama de organizaciones involucradas en la defensa de los
derechos de las mujeres, por buscar formas de
intercomunicación que permitan tener una presencia
más contundente, coordinarse y concertar propuestas de
cara (o para algunas, en oposición) a ese
evento.

El impulso, en esta
oportunidad, vino de una iniciativa mundial desarrollada en el
seno de la Asociación para el Progreso de las
Comunicaciones (APC): el "Programa de Apoyo a las Redes de
Mujeres", cuyo propósito fue promover un mayor
entendimiento de las NTIC y el uso oportuno de la Internet,
entre las organizaciones de mujeres. Este programa
priorizó, dentro del proceso preparatorio de la
Conferencia, la facilitación de flujos de
información, la formación y la vinculación
e interpelación a las organizaciones del movimiento, a
partir de una propuesta política sobre género,
nuevas tecnologías y
empoderamiento.

La
iniciativa se construyó a partir de puntos
multiplicadores: entidades proveedoras de información y
medios alternativos, organizaciones con redes de
difusión propias, puntos focales del proceso hacia
Beijing y secretarías de redes temáticas. De esta
forma, el interés por utilizar las redes
electrónicas se expandió rápidamente y en
el marco de esta iniciativa numerosas organizaciones de mujeres
se conectaron por primera vez a Internet, motivadas para poder
recibir información oportuna y compartir
información entre
ellas.

Desde su
concepción, el Programa priorizó particularmente
el trabajo con los países del Sur, sin descuidar otras
latitudes, e identificó a América Latina como
potencial punto dinamizador, que podía tener un efecto
demostrativo para el resto del mundo. Esto, debido a la
existencia de un movimiento dinámico en la región
y una relativa accesibilidad de servicios de
Internet.

Para la
difusión desde Beijing, se articuló previamente
un pool de información y un mecanismo de distribución que permitió que la
información fluya directamente a las organizaciones en
sus países y de ellas, a rincones más remotos a
través de mecanismos de comunicación más
ampliamente accesibles, como el fax;
también en varios casos, se la retransmitió a los
medios masivos. Así, por primera vez un evento
geográficamente distante era noticia diaria para las
organizaciones concernidas pero ausentes. Ello significó
el acceso a un contenido alternativo, afín a las
preocupaciones locales y los enfoques del movimiento, en
contraste con la tónica dominante (más
sensacionalista) de lo difundido por las grandes agencias de
prensa. Permitió, además, que por primera vez en
torno a un evento de esta naturaleza
fluya abundante información en español y portugués a
través de
Internet.

Esta experiencia
constituyó un estímulo para que muchas
organizaciones de mujeres de la región integren el uso
del Internet a su quehacer cotidiano, con lo cual la actividad
de las redes se multiplicó y muchas de estas se
dinamizaron. Hoy, en la región, se encuentran conectadas
a la Internet la casi totalidad de las redes y coordinadoras de
mujeres de carácter continental, una mayoría de
las organizaciones nacionales y, en menor proporción,
las locales. Se ha creado un sin fin de listas
electrónicas en torno a temas precisos, o como mecanismo
de enlace de dinámicas específicas, muchas de
ellas con flujos diarios. De este modo se ha venido conformando
un tejido permanente de intercambios de información,
interrelaciones y solidariad, que ha generado lazos de traajo
más estrechos, aunque con altibajos. En muchos casos
estos enlaces se extienden a otras partes del
mundo.

Justamente una de
las recientes acciones de mayor envergadura del movimiento fue
la Marcha Mundial de las Mujeres, en octubre del año
2000, en la cual participaron 6000 organizaciones de base de
150 países, articuladas bajo dos ejes centrales: la
lucha contra la violencia y la pobreza. Una
marcha de tal magnitud no hubiera sido posible sin este
entramado de redes de comunicación e información
que han ido creando las mujeres en la última
década.

Otra
iniciativa mundial de comunicación, en el mismo
año, se articuló en torno a la sesión
especial de revisión de los acuerdos de Beijing, cinco
años después, que organizó Naciones Unidas
en Nueva York, en junio. Bajo el nombre de Women Action 2000,
esta red involucró a más de 40 medios y
organismos de comunicación que trabajan con perspectiva
de género, tanto de América Latina y el Caribe,
como de otros continentes. Preparada casi enteramente a
través del correo electrónico, esta iniciativa
logró una amplia cobertura informativa multilingüe,
previo a y durante la sesión especial, combinando
páginas
web, listas electrónicas, un periódico, radio por
Internet y Web-tv, entre otros
medios.(*)

(*) Ver http://www.womenaction.org (sitio global) y
http://www.mujeresaccion.org (sitio
latinoamericano).

Así como la Conferencia de Beijing
contribuyó a potenciar la utilización de la
Internet entre las organizaciones de mujeres, urgidas de
intercambiar y concertar posiciones, también las otras
conferencias temáticas promovidas por el organismo mundial
repercutieron de manera algo similar respecto a los actores
involucrados en cada una de ellas. Es más, a partir de
estos espacios se van estableciendo puentes entre los diversos
sectores sociales, que dan paso al impulso de acciones
coordinadas, sobre todo de cara a las políticas y eventos
protagonizados por organismos multilaterales.

En este trajín, en 1998 se produce un hecho
inusitado, cuando, con la utilización de Internet, se
articula un movimiento de opinión ciudadano que logra
parar las negociaciones gubernamentales en torno al Acuerdo
Multilateral de Inversiones
(AMI), que se venían manejando bajo un secretismo
absoluto. Si se quiere, ésta fue la revelación de
Internet en relación a las dinámicas ciudadanas a
nivel global, en tanto recurso que permite compartir
información, sincronizar energías, armonizar
agendas, coordinar acciones, etc.

Sobre la base de esta experiencia, esto es, reconociendo
que "el combate contra el AMI ha demostrado la importancia de las
redes electrónicas en las luchas sociales", se constituye
en Francia el
movimiento ATTAC (Acción por la Tasa Tobin de Ayuda a los
Ciudadanos), como una organización en red que "se
beneficia ampliamente del aporte de los medios
electrónicos en su trabajo y en su vida interna", y que
luego se extiende a otros países "bajo un modelo no
jerárquico, y con una lógica de coordinación
y mutualista. Método que
es a la vez nacido del 'aire de los
tiempos' y de la existencia de redes electrónicas en ATTAC
desde su creación" (Cassen, 2000: 19).

El trabajo en red y los flujos de información se
tornan así en un ingrediente clave de varios procesos: la
organización de las masivas protestas de Seattle, Ginebra,
Praga, Washington, Génova, etc. contra la
globalización neoliberal, comandada por la Organización Mundial de Comercio, el
Fondo Monetario
Internacional, Banco Mundial, el Grupo de los 8, las
transnacionales, el Foro Económico Mundial de
Davos; el impulso de procesos mundiales de gran impacto como la
campaña de anulación de la deuda externa
(Jubileo 2000), la ratificación del Convenio de minas
anti-personas; la Marcha Mundial de las Mujeres; el Grito de los
Excluidos/as; el Foro Social Mundial, etc.; y para asegurar la
presencia de la sociedad civil en las cumbres y conferencias
mundiales organizadas por Naciones Unidas.

Y es así como se han abierto las puertas a la
construcción de convergencias sociales internacionales
hasta hace poco impensables, que van más allá del
hecho de coincidir o no en un momento de protesta. Para dar
cuenta de esta realidad, los medios de
comunicación han acuñado el término de
"globalifóbicos". Sea por despiste o flagrante mala
intención, que a la postre da lo mismo, el hecho es con
esa imagen se
pretende desfigurar, cuando no descalificar, a una
expresión social que es mucho más
compleja.

En efecto, lo que desde hace un par de años se
viene articulando desde los movimientos sociales son
dinámicas que coinciden en la necesidad de conjugar la
protesta con la propuesta, asumiendo que a la
globalización neoliberal que se impone de encima y desde
afuera, bajo la conducción de las transnacionales, hay que
anteponerle un proyecto desde los pueblos, con una lógica
solidaria que contemple lo local, lo nacional y lo global. De
ahí la acogida que ha tenido el lema lanzado por la
Vía Campesina que dice: Globalicemos la Lucha.
Globalicemos la Esperanza.

De modo que, estamos frente a movimientos sociales
reales que, en su caminar, han incoporado creativamente la
utilización de la Internet. Pero cabe advertir que la
Internet no es monopolio de
los movimientos críticos a la globalización
neoliberal, sino un espacio de disputa de los movimientos de
diverso signo. Tan es así que ha permitido la
reactivación de la extrema derecha racista y
xenófoba en Estados Unidos y Europa, extendiendo sus
tentáculos a América Latina.

Hasta mediados de julio de 1999, expertos de Naciones
Unidas habían identificado 2100 sitios de "web racista",
en donde los promotores de la supremacía blanca
exponían sus artículos, fotos y
caricaturas. A través de las redes de computadores en
línea ofrecen música ("rock del odio"),
libros y objetos recordatorios nazis, y abren espacios
específicos para convencer a los niños y
reclutar a las mujeres.

Notas:


1
El concepto de red, palabra latina que
inicialmente designaba al objeto, la malla para pescar, en el
curso de los tiempos ha sido incorporado en diferentes
disciplinas: ingeniería, hidrología, geología,
medicina, arquitectura, electrónica, ciencias
sociales, etc., para dar cuenta de configuraciones reticulares
formadas por diversos nudos que se enlazan entre ellos a
través de diversos segmentos.


2
En Megatrends, el bestseller de la
década de los ochenta en EE.UU. que se refiere a "las diez
nuevas direcciones que están transformando la sociedad",
John Naisbitt (1984) había señalado ya que una de
ellas tiene que ver con la creciente preeminencia de las redes en
la organización social, debido a la "emergencia de la
economía de información", que pone en jaque al
esquema organizativo y administrativo basado en el modelo
piramidal hasta entonces vigente. Mas, como en toda su obra, se
limita a señalar que se trata de una tendencia, sin por
tanto pretender formulación conceptual alguna.


3
Para valorar el alcance de tales movimientos
bien vale señalar que sus críticas, coincidiendo
con las de otras vertientes, han sido un factor importante para
el tránsito del paradigma de la "mecánica", al de los "flujos". Esto es, la
contraposición de categorías que, como dice
Mattelart (1991: 73), hace que "a la fuerza, responda el flujo; a
la rigidez, la flexibilidad; a la verticalidad, la
horizontalidad; a la casualidad lineal, la casualidad circular; a
la cerradura, la apertura; a la suma y yuxtaposición, la
transversalidad".


4
Ver Robins y Webster (1999), Lévy
(1997), entre otros.


5
La constante histórica en el mundo de
la comunicación ha sido que como máximo los
sectores sociales subalternos lleguen a disponer de recursos
tecnológicos "abandonados" por las
élites.

Movimientos sociales en la
Red

Osvaldo León,
Sally Burch, Eduardo Tamayo
ALAI, septiembre 2001
http://alainet.org/publica/msred/

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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