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Movimientos sociales en la Red (página 4)




Enviado por Osvaldo Le�n



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Capítulo 3.
Exclusión y resistencia en
América
Latina

La ola neoliberal

Con el estallido de la "crisis de la
deuda externa"
en 1982, en Latinoamérica se eclipsa bruscamente el
modelo de
sustitución de importaciones que
había primado desde la posguerra, para dar paso a las
políticas neoliberales de ajuste
estructural e impulso de exportaciones,
alentadas por los organismos financieros internacionales y los
centros del poder
mundial.

La privatización, la desregulación y la
liberalización de las economías se tornan
así en los ejes claves de las políticas
económicas aplicadas en la región, que se han
traducido en la transferencia del patrimonio
nacional a la empresa
privada, la reducción del tamaño del Estado, de su
rol en la economía y de sus
responsabilidades sociales, la flexibilización de los
mercados y el
comercio, la
total apertura al capital
extranjero, el desmantelamiento de las legislaciones laborales,
la promoción de la producción exportable, la
internacionalización del mercado interno,
la aplicación de severas políticas monetaristas, el
represamiento de los salarios y la
reducción de los subsidios públicos, entre otros
aspectos.

Estas políticas, según la visión
neoliberal, debían conducir a un reestablecimiento de los
desequilibrios interno y externo y a un rápido crecimiento
económico, creando, a la vez, las condiciones -con el
cambio de las
reglas del juego
económicas- para la inserción de la región
en la economía globalizada. Sin embargo, dos
décadas después, la realidad indica que tales
medidas no sólo que han agravado los problemas que
aspiraban corregir, sino que han dado lugar a otros, como lo
muestran las nuevas formas de vulnerabilidad y el carácter crecientemente excluyente de la
base económica, la expansión e
intensificación del deterioro ecológico, el
incremento de la brecha entre pobres y ricos, el acelerado
crecimiento de la pobreza y el
deterioro generalizado de las condiciones sociales. Panorama que,
por otra parte, se ha tornado en acicate tanto de los flujos
migratorios, como de los que van en dirección del crimen
organizado.

Tal es el impacto social de estas políticas, que
los gobiernos se han visto forzados a morigerar el recetario e
implementar medidas "compensatorias" asistencialistas, para
evitar eventuales convulsiones sociales. Pero como de todas
maneras dichas "compensaciones" no consiguen impedir que se
exprese la reacción legítima de las víctimas
del modelo, es la represión la que realmente ha pasado a
cumplir el rol de "política
social".

El hecho de que en las prioridades de las agendas
gubernamentales se haya evaporado la perspectiva social, ha
conllevado a que también se produzca una
degradación de la maltrecha democracia que
se restituyó en la región en el curso de los
ochenta, tras un largo período dictatorial.

Resulta que con las políticas de ajuste cada vez
quedan menos personas en condición de hacer valer sus
derechos
ciudadanos, pues el incremento de la pobreza
intrínsicamente conlleva a tener como único
horizonte la sobrevivencia. Y es así que también se
ahonda la brecha entre el país real y el país
político, donde lo que resalta son las componendas, la
corrupción
asociada con las privatizaciones, la impunidad, el
doble discurso,
presencia del narcotráfico, por decir algo. En suma, un
panorama donde la crisis económica, social y ambiental, se
conjuga con la crisis de legitimidad del sistema
político.

Recomposición de la
organización social

En un esfuerzo desesperado por no dejarse atrapar por el
rodillo de las políticas de ajuste, los sectores populares
se vieron forzados a concentrar sus esfuerzos para atender sus
necesidades inmediatas de subsistencia a cualquier costo. En esta
pugna por sobrevivir fue calando muy hondo el individualismo (el
"sálvese quien pueda") alentado por la ideología neoliberal, según la cual
no tiene sentido buscar una salida con los otros, sino contra los
otros, generalizándose así una suerte de "marginalidad
asumida" que conduce al distanciamiento tanto de la política como de
cualquier forma de expresión reivindicativa
organizada.

Bajo estas nuevas condiciones, los procesos de
organización social resultaron seriamente
afectados. Y no sólo por los factores estructurales
adversos (desempleo,
migración, empobrecimiento,
fragmentación social, etc.), sino también por una
clara orientación en el manejo político que, para
allanar el camino a la implementación de las medidas de
ajuste, ha buscado desarticular el tejido popular organizado a
través de todos los medios a su
alcance: la represión directa, la cooptación, la
descalificación programada de sus dirigentes, el
descrédito de sus demandas, el desgaste de sus formas de
lucha, la negativa a reconocer su condición de
interlocutores sociales, etc.

Sin embargo, como anota Héctor de la Cueva,
coordinador de la Alianza Social Continental (2000:3-4), "luego
del aturdimiento de los primeros años de ofensiva
neoliberal, ha comenzado a ser notoria una reactivación
social y una intensiva búsqueda de respuestas que incluso
está permitiendo superar el retroceso ideológico y
político".

En este proceso, lo
que destaca en la región es el papel protagónico
que adquieren organizaciones
del campo. Tan es así que 1994 se presenta como un
año emblemático de la resistencia popular, por la
fuerza con que
se manifestaron las demandas indígenas y campesinas -en
términos de discurso y acciones– en
la arena de los conflictos
socio-políticos. Año que se inició con el
levantamiento armado de los indígenas chiapanecos en
México,
liderado por el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN), para luego registrar desde un nuevo
levantamiento indígena-campesino en
Ecuador, hasta
las movilizaciones de los sin tierra en
Brasil y
Paraguay,
pasando por las marchas de los cocaleros en Bolivia.

Desde entonces, la protesta social no sólo que ha
cobrado mayor brío, sino que se ha visto alimentada por la
presencia de nuevas expresiones organizadas de base para encarar
la pauperización creciente o reivindicar demandas
específicas (mujeres, indígenas, jóvenes,
derechos
humanos, ecología,
desempleados, etc.). Es más, el propio movimiento
sindical ha comenzado a dar signos de
reactivación, demostrando su capacidad para "regenerarse y
transformarse, adaptándose a nuevas situaciones, cambiando
formas y estrategias, para
sobrevivir y luchar al otro día", como señala
Ronaldo Munk (1999: 11-12).

De modo que, en Latinoamérica, asistimos a una
reconstitución del tejido organizativo, que se perfila con
nuevos rostros y planteamientos, en cuyo proceso han jugado un
rol destacado iniciativas orientadas a contrarrestar la
dispersión y el aislamiento. Entre ellas sobresale la
Campaña Continental 500 Años de Resistencia
Indígena, Negra y Popular
, tanto por las
circunstancias y el momento en que se dio, como por las pistas y
dinámicas que desencadenó.

Unidad en la Diversidad

La Campaña por los 500 Años, desarrollada
entre octubre de 1989 y octubre de 1992, con motivo del V
Centenario de la llegada española a suelo americano,
constituyó el punto de partida de un proceso de
acercamiento e interacción de fuerzas sociales que si bien
tenían un fuerte arraigo nacional, carecían de
filiación internacional. El protagonista de esta
Campaña no fue el movimiento obrero, como en el pasado,
sino un conjunto de sectores fuertemente golpeados por las
políticas neoliberales: los campesinos, los
indígenas, las comunidades negras, las mujeres, los
pobladores de los barrios populares.

La consigna "unidad en la diversidad" que adoptó
la Campaña, a sugerencia de las organizaciones
indígenas, es un indicativo del sentido renovado que
antepuso esta iniciativa con miras a contrarrestar la tendencia
hacia la fragmentación y la dispersión de los
sectores populares, tomando distancias de las concepciones
piramidales y centralizadas de organización. No se trataba
de crear una federación o una confederación ni de
nombrar una directiva que "diera línea política a
las bases" sino de principalizar la discusión sobre
agendas políticas comunes. En esta óptica
cada uno de los actores preservaba su autonomía pero se
comprometía a actuar en función de
ejes comunes para que la Campaña tenga mayor
contundencia.

El esquema organizativo de la Campaña se
construyó de abajo hacia arriba y en forma horizontal:
fueron los comités nacionales amplios los que se
articularon regionalmente y nominaron sus delegados a una
coordinación continental, la que, a su vez,
tenía una secretaría operativa como punto de enlace
y facilitadora del intercambio de información. Es a partir de iniciativas
locales que se comenzó a actuar globalmente y no al
revés, y en esta lógica
el intercambio informativo y la creación de tejidos
comunicacionales, redes, espacios de
interacción resultaron fundamentales para el trabajo de
la coordinación.

Más allá de los resultados inmediatos de
esta Campaña, que logró neutralizar el
carácter festivo que el gobierno español y
las élites de la región querían darle al V
Centenario, los procesos de acercamiento e interacción
colectiva que desató fueron tan intensos, que se
proyectaron en el tiempo y
dieron como resultado, en forma posterior, la conformación
de nucleamientos sectoriales que, por lo general, han adoptado
los parámetros organizativos implementados por tal
campaña. Esto es, modalidades de coordinación que
funcionan por consenso, respetando la autonomía y ritmo de
cada organización integrante, y que no tienen una estructura
centralizada, sino más bien una instancia de
coordinación operativa y que por lo general funciona de
manera rotativa.

Este es, específicamente, el marco donde se
procesa la formación de la Coordinadora Latinoamericana de
Organizaciones del Campo (CLOC), de la Red de Mujeres
Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas (RMAA) y de la
Asamblea del Pueblo de Dios (APD); la creación de espacios
de coordinación de los pueblos y mujeres indígenas,
y de organizaciones afrodescendientes; la reactivación del
Frente Continental de Organizaciones Comunales (FCOC); la
conexión entre organizaciones de mujeres, de
jóvenes y de derechos humanos.

El reto
de la comunicación

En la medida que las nuevas modalidades de
articulación entre organizaciones sociales ponen
más énfasis en los consensos, los intercambios y
flujos de información, que en las relaciones y esquemas
formales jerárquicos, prácticamente se torna
ineludible el tema de la
comunicación. También en este sentido, la
Campaña por los 500 años fue innovadora.

En efecto, el formato descentralizado de la
Campaña, expresa uno de sus animadores, "terminó
por colocar el asunto de la comunicación como una necesidad apremiante.
Al principio esto no estuvo tan claro, sino que a medida que la
campaña fue ampliándose también se fue
creando una mayor necesidad de mantener un intercambio regular al
menos entre la secretaría operativa y las regionales. Y
esto hizo que se mire por el lado del correo
electrónico, sobre todo porque resultaba más
barato que el teléfono y el fax". En el
Primer Encuentro (Bogotá, octubre 1989), acota, "se
habló del correo electrónico, y aunque de
ahí no pasó, el asunto quedó flotando en el
ambiente y
como un año y tanto después la coordinación
vio que todos sus miembros debían tener acceso a un
e-mail. Como para las propias organizaciones esto les resultaba
difícil, en muchos casos la solución fue pedir
prestado a alguna ONG amiga,
pero para fines prácticos la coordinación ya
podía intercomunicarse por este medio y, a la vez,
también difundir de manera más amplia los
comunicados, pronunciamientos, informes, etc.
Esta parte más bien tomó impulso luego del Segundo
Encuentro (Guatemala,
octubre 1991), ya que ahí se decidió impulsar la
candidatura de la compañera maya Rigoberta Menchú
Tum al Premio Nobel de la Paz (1992), lo cual hizo que las
actividades de difusión se vuelvan más
intensas".

Si bien para entonces era mínimo el número
de organizaciones con acceso a la comunicación por
computadoras,
no por ello fueron ajenas al desarrollo que
sobre la base de esta tecnología
adquirió la Campaña. En este sentido, bien se
podría hablar de un "efecto demostrativo" que se
proyectó a los procesos organizativos que se articularon a
partir de ella.

Es así que, tanto la CLOC como la RMAA reconocen
que dicha Campaña les permitió valorar la
importancia de incorporar herramientas
de comunicación a fin de garantizar un intercambio
permanente entre las organizaciones miembros, como también
para ganar presencia pública y posicionarse
políticamente en la arena internacional.

Por eso, la CLOC, desde su primer congreso constitutivo
(Lima 1994), define el tema de la comunicación como uno de
sus ejes centrales. Aún antes de constituirse formalmente,
las organizaciones promotoras de esta coordinación
habían decidido aunar esfuerzos para poder producir una
publicación conjunta, el Boletín
Campesino-Indígena de Intercambio Informativo
, cuya
primera entrega entró en circulación en junio de
1990 y que desde el primer Congreso pasó a constituirse en
órgano oficial de la CLOC. Esta publicación ha
servido no sólo como medio para la denuncia y la solidaridad sino
como elemento de cohesión interna y presencia
pública de la Coordinadora.

La utilización del correo electrónico en
la CLOC deviene de la necesidad de intercomunicar tanto entre
organizaciones como con la secretaría operativa. Hacia
1997, de las 46 organizaciones que participaron en el II Congreso
de Brasilia, 26 disponían de correo electrónico:
ésta es la base para la constitución de una lista electrónica de intercambio que se activa
sobre todo en coyunturas de mayor conflicto y
represión.

El trabajo en red
viene a reforzar en las organizaciones la pertenencia a una
entidad mayor, supranacional, a un movimiento de resistencia, que
elabora políticas y construye agendas a escala
internacional. Las organizaciones ya no se sienten
débiles, aisladas, sino que descubren el valor de la
actuación colectiva y de la solidaridad
internacional.

La preocupación por el tema de la
comunicación también ha estado presente en el
proceso de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y
Afrocaribeñas, pero es sobre todo en su II Encuentro (San
José –Costa Rica– 1997)
que se lo asume como prioritario en la agenda de trabajo, con
miras al "fortalecimiento interno y para dar visibilidad a las
propuestas de las mujeres afrodescendientes a escala
internacional y de los países". Entre las medidas
prácticas se acuerda iniciar la publicación del
boletín Cimarronas -centrado en la lucha contra el
racismo y la
discriminación de género– y
activar una lista electrónica de intercambio.

En el caso del Frente Continental de Organizaciones
Comunales tampoco han faltado las definiciones en torno a la
comunicación, mas su implementación ha sido
limitada. La razón: "el FCOC no es una organización
ni es una red, no tiene
el flujo de información y comunicación permanente,
ni tiene estructuras
que se hagan cargo de las cosas. Se llama Frente por su
diversidad política, pero es más bien un espacio de
encuentro, de intercambio de información, de
comunicación para tomar ciertos acuerdos de unidad de
acción.
Pero, obviamente, entre sus deficiencias está el no
mantener un contacto permanente entre sus organizaciones",
explica uno de sus coordinadores.

El hecho es que estas dinámicas organizativas, al
colocar sobre el tapete el tema comunicación, con mayor o
menor intensidad, terminan coincidiendo en la necesidad de ver
como sacarle mejor provecho a la comunicación por
computadoras. Y es que, justamente debido al carácter
descentralizado de estas coordinaciones, el flujo de
información se vuelve un requisito indispensable para
mantenerlas en modo activo. Cuando no fluye información,
una red pasa a un estado de inanición. Esta necesidad de
flujos de información es lo que ha dado un sentido muy
práctico a la utilización de computadoras y correo
electrónico, motivando la decisión de invertir en
esta tecnología, que de otra forma, posiblemente no
sería considerada una prioridad para organizaciones cuyo
trabajo se centra a nivel de bases.

Una vez que el correo electrónico comenzó
a ser parte de la vida cotidiana de las coordinaciones (varias de
las cuales manejan un espacio de intercambio interno mediante
lista electrónica), ellas volvieron la mirada hacia la
posibilidad de tener también presencia en la Web. Y entonces,
bajo el criterio de que a los problemas comunes hay que
encontrarles respuestas en conjunto, comienza a madurar la idea
de la Comunidad Web de Movimientos Sociales
(CWMS).

www.movimientos.org
La cara pública de la CWMS es un portal colectivo en
la Web, con su propio dominio
<www.movimientos.org> donde, bajo el lema "Unidad en la
Diversidad", las coordinaciones y redes sociales participantes
alojan su propio sitio, de manera autónoma. Al estar
juntos bajo un mismo "techo", cada uno de los componentes logra
una mayor visibilidad, evitando el aislamiento y la
dispersión de los sitios individuales; a la vez, quienes
navegan en Internet
encuentran en un solo espacio diversos aspectos y enfoques de
la problemática social de la región.

En un primer momento, se integran a la CWMS la Coordinadora
Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), el Frente
Continental de Organizaciones Comunales (FCOC) y la Red de
Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas (RMAA).
Posteriormente se incorpora otra red regional: la Red de
Mujeres Transformando la Economía -REMTE- (*) y algunos
espacios intersectoriales como el Grito de los Excluidos/as,
que desde 1999 constituye una campaña continental anual,
el Foro
Comunicación y Ciudadanía y el Foro de las
Américas por la Diversidad y la Pluralidad (espacio
conformado en el marco de la Conferencia
Mundial contra el Racismo). Pero además, varias de las
actividades han contado con la participación de otras
organizaciones (indígenas, de derechos humanos, de
mujeres) cuyo ingreso a la CWMS está en camino.

El portal fue lanzado públicamente a inicios de 2000.
Todas las instancias nombradas ya han establecido su sitio en
la CWMS, y algunas albergan a su vez sitios de sus afiliados.
También hay otros sitios anexos, con dominio propio,
como América
Latina en Movimiento (www.alainet.org), sitio de ALAI; y
Mujeres Acción (www.mujeresaccion.org), creada como
contraparte regional de la iniciativa global Women
Action.

El diseño de la iniciativa se ha ido
adaptando para optimizar ventajas y solventar problemas que
caracterizan a este medio. Así, a partir de agosto del
2000, se complementaron los sitios particulares con una
cartelera común de noticias,
alertas y boletines informativos: PasaLaVoz. Actualizada
regularmente con información de una u otra
coordinación, le da un mayor dinamismo y visibilidad al
portal en conjunto y a cada uno de los sitios que lo integran.
Ello repercutió en un aumento progresivo de las visitas,
de modo que para marzo del 2001, el sitio supera las 100.000
visitas al mes. Además, aprovechando las posibilidades
que ofrece la Internet de conjugar diferentes instrumentos de
comunicación, PasaLaVoz tiene también su lista de
distribución, que complementa el servicio en
la Web.

Asimismo, como respuesta al carácter internacional de
la Web, varios de estos espacios tienen el home-page y las
páginas básicas en español,
portugués e inglés, y son configurados para que el o
la internauta ingrese según el idioma de su navegador.
Es más, para facilitar el rastreo y la ubicación
de información precisa, se han creado bases de datos
y sistemas de
búsqueda comunes.

(*) Red de Mujeres Transformando la Economía (REMTE):
espacio de análisis y acción que busca el
reconocimiento de las mujeres como actoras económicas,
su apropiación de la economía, la
promoción de sus derechos y la construcción de políticas
alternativas.

En el trajín va quedando claro que, más
allá de las ventajas que ofrece la Internet para acceder a
información y comunicar rápidamente, su desarrollo
como sistema de redes
autónomas y descentralizadas, con su capacidad de
comunicación multidireccional e interactiva, ha conllevado
a que desborde su carácter de instrumento y se torne un
espacio de la lucha social. Por tanto, que no cuenta solamente su
uso y la pericia de su manejo, sino también la
formulación de estrategias para gravitar en ese
espacio.

Es por eso que, cuando la CWMS cobra forma -con el apoyo
operativo de ALAI-, si bien está referida al mundo
Internet, contempla a la vez impulsar un proceso de intercambios
y reflexiones conjuntas para avanzar en la formulación de
políticas que den sostenibilidad a esta acción y a
las actividades de comunicación en general. De ahí
que su programación no se limita al portal en la
Web, sino que igualmente incluye un componente de capacitación/formación para
socializar información, potenciar las actividades de cada
cual y multiplicar el impacto de la actividad en conjunto,
tomando en cuenta los desafíos que plantea el mundo de la
comunicación en la actualidad. Como se trata de una
problemática nueva y compleja, este componente se basa en
el criterio de que el asunto es "aprender a aprender", sea en los
encuentros y talleres presenciales o a través de los
intercambios "en línea". Pero además, se vio
necesario indagar hacia lo interno de las organizaciones su
relación a la Internet. Es, precisamente, de lo que se
ocupa el estudio que relatamos a continuación.

Capítulo 4.
Internet y
organizaciones sociales:

Un
estudio exploratorio

(Sección Uno)

Las redes electrónicas, por la versatilidad de
los recursos que les
son propios, ofrecen a las organizaciones sociales una amplia
gama de oportunidades para sus procesos organizativos y su
presencia en la escena pública. Pero ese aprovechamiento
difícilmente va a llegar con el simple hecho de
"conectarse". Dependerá más bien de las
definiciones y decisiones que una organización adopte
respecto a qué es lo que busca lograr con la
utilización de tal tecnología, lo cual, a su vez,
implica sopesar sus posibilidades reales y efectivas y el tipo de
aplicación a instrumentar.

Bajo la premisa de que lo que cuenta es la
organización, no la tecnología en sí, se
realizó el estudio exploratorio que presentamos en estas
páginas; exploratorio, tanto en lo que respecta al campo
de intervención, la Internet, como a las prácticas,
sentidos y percepciones presentes en las organizaciones sociales,
particularmente entre las que participan en el proceso de la
Comunidad Web
de Movimientos Sociales.

Esto es, se trata de una indagación no
sólo respecto a cuestiones de conectividad, acceso y uso
de la Internet, sino también sobre las motivaciones y
concepciones que tienen para capitalizar y aprovechar este
recurso en función de sus objetivos y
fines, tanto en el plano socio-organizativo como a nivel de
intervención pública. Por lo mismo, no va en la
línea del reduccionismo causa-efecto que el discurso
promocional se ha empeñado en imponer, aislando
artificialmente variables y,
por tanto, dejando de lado los diversos factores que intervienen
en la realidad, donde situación y actores son elementos
claves a tomar en cuenta.

Capital informacional: una apertura
metodológica

En la literatura sobre la materia a
nuestro alcance, hemos encontrado que sigue siendo una tarea
pendiente la elaboración de instrumentos de
análisis, sobre todo para el tratamiento de
problemáticas referidas a la apropiación de las
innovaciones tecnológicas por parte de colectividades,
como es el caso presente. De hecho, el grueso de la atención aparece centrada en la
relación individuo-máquina, un tanto menos en la
relación individuo-individuo mediada por esta
tecnología y en menor proporción en la
relación individuo-colectividad también mediada por
esta tecnología.

Uno de los enfoques más difundidos para dar
cuenta de la relación NTIC y sociedad es el
que se refiere al "impacto", que ha dado lugar a una serie de
estudios, básicamente cuantitativos, referidos sobre todo
a la expansión de estas tecnologías, donde
cualquier porcentaje significativo se torna por sí en
argumento y constatación determinante. Con el "focus"
centrado en el acelerado ritmo de las innovaciones
tecnológicas y su despliegue, se suele dejar de lado el
ritmo lento con que las dinámicas sociales las procesan,
incorporan y redefinen.

A propósito, Michel Menou (1999: 1) destaca: "La
creciente preocupación con la demostración del
impacto, presumiblemente positivo, de las TICs, la Internet,
información, etc., parece estar impulsado principalmente
por la necesidad de justificar urgentes y poderosas inversiones en
esta área, o de sacar provecho de ella. Un tal abordaje
puede ser tan miope como poco productivo. La propia noción
de impacto se desplaza en un continuo de perspectivas de evaluación, que van de la mera
penetración del mercado a las permanentes transformaciones
sociales y más allá".

Para clarificar la problemática propone
diferenciar entre los cambios que de manera más apropiada
habría que considerar como "efectos" de los que realmente
expresan "impactos". Precisando que, "impacto es el choque de
cuerpos y la alteración resultante de eso. Cuando ocurre
un impacto ninguno de los cuerpos permanece el mismo. Sostenemos
entonces que el impacto debería restringirse a los cambios
sustantivos y duraderos que se producen en la base del conocimiento,
en el comportamiento, organización o eficacia de los
individuos, instituciones
o sociedad. En la medida en que la sustentabilidad es un atributo
primario de la definición anterior, podríamos
restringir todavía más el impacto a los cambios en
las habilidades de los actores en el tratamiento de sus
problemas. Lo que podría ser formulado de la siguiente
manera: impacto es el cambio en la habilidad de las personas para
satisfacer sus necesidades que resulta por el efecto del uso de
la Internet (o cualquier otro recurso de información). En
este punto, impacto es muy similar al aprendizaje."
(3)

Colocada así la problemática, optamos por
apoyarnos en la pista que abre Cees J. Hamelink (1999, 15) con la
propuesta de "capital informacional", siguiendo el
planteamiento de Pierre Bourdieu, según el cual la
posición de los actores sociales no está
determinada únicamente por el capital económico,
sino también por su capital cultural (solvencia en materia
de bellas artes,
música y
literatura, hábitos de etiqueta, y dominio de lenguas
extranjeras), social (los contactos y relaciones sociales con que
alguien cuenta) y simbólico (el prestigio y
reputación).

Habiendo contribuido Bourdieu de manera significativa a
clarificar la comprensión dialéctica de la
producción y reproducción social,
a través de la elaboración de las categorías
de capital cultural, social y simbólico, coincidimos con
Hamelink en la pertinencia de añadir la categoría
de "capital informacional" a esas formas de capital, para dar
cuenta de las nuevas realidades que se están vertebrando
con el despliegue de las NTIC.

El concepto de
capital informacional, "abarca la capacidad financiera
para pagar la utilización de redes electrónicas y
servicios de
información, la habilidad técnica para manejar las
infraestructuras de estas redes, la capacidad intelectual para
filtrar y evaluar información, como también
la
motivación activa para buscar información y la
habilidad para aplicar la información a las situaciones
sociales", precisa Hamelink.

A partir de esta caracterización, para este
estudio, hemos establecido los siguientes ejes:

a) Equipamiento y acceso a las redes
electrónicas: infraestructura computacional instalada,
conectividad a la internet y conexión de red
interna.

b) Utilización de la tecnología:
instrumentos disponibles (software) y servicios
utilizados, criterios y modalidades prevalecientes.

c) Apropiación tecnológica e informativa:
disposición organizativa para integrar recursos y usos,
recursos
humanos, formación y desarrollo de destrezas; para
procesar información, motivaciones para buscar
información y utilizarla en situaciones
concretas.

d) Funcionamiento en red: los flujos informativos y las
dinámicas organizativas tanto internas como externas
(coordinaciones).

e) Políticas y estrategias de
comunicación: capacidad para generar y difundir
información propia, presencia pública,
políticas de medios, prioridades, metas y líneas de
acción.

Sobre la base de estos ejes ordenadores, que en
ningún caso son unidades discretas, este estudio
exploratorio fue concebido ante todo para clarificar las
perspectivas de la CWMS, pues un sentido estratégico
requiere tomar el pulso de las fuerzas que lo impulsan. Y es que
tras las coordinadoras y redes sociales se encuentra una realidad
diversa y dispar marcada por las diferencias entre
organizaciones, por tamaño, capacidades, prácticas,
ritmos, estilos de trabajo, acumulados organizativos y capacidad
instalada, etc. De ahí que sus dinámicas responden
ante todo a una "negociación" de acoplamiento que condiciona
ritmos, ya que lo que importa más es el proceso, la
articulación, que los productos
inmediatos.

Por lo tanto, es esta misma lógica de proceso la
que ha primado en la implementación de la CWMS y, como no
podía ser de otra manera, la que se ha privilegiado en
esta indagación. Es así que la atención no
se centra en la forma cómo las organizaciones responden al
ritmo acelerado de la innovación
tecnológica, sino en el procesamiento pausado de estas
innovaciones, que van haciendo al compás de sus propios
ritmos. Si se quiere, no es un estudio para la Internet, sino con
la Internet en procesos socio-organizativos.

Para la realización de este diagnóstico exploratorio no sólo se
trabajó con las organizaciones en tanto tales, por
separado, sino que se propiciaron tres encuentros de intercambio,
donde se problematizaron los ejes antes señalados, como
también las perspectivas para el sostenimiento de la
CWMS2,
constituyéndose en un espacio muy rico en
información para los propósitos del estudio. Los
talleres fueron concebidos para aprender a aprender de las
experiencias, reflexiones y propuestas de los demás,
teniendo como hilo conductor el aprovechamiento de la Internet en
las políticas y estrategias comunicacionales, y las
consecuentes implicaciones para la CWMS.

Para la operativización de este
diagnóstico se recurrió a la aplicación de
una encuesta
dirigida, a las entrevistas en
profundidad y a la sistematización de los intercambios
registrados en dichos encuentros. Las entrevistas se aplicaron a
dos grupos de
interlocutores: a personas encargadas de los departamentos o
áreas de comunicación, y a dirigentes, priorizando
a los movimientos que tienen un nivel más alto de
desarrollo en el uso de la Internet, pues en ellas hay más
elementos que indagar y pueden dar pistas para trabajar
más adelante con otras organizaciones.

En total, en el estudio participaron 27 organizaciones
de 14 países del continente, con la siguiente
distribución sectorial: 15 organizaciones campesinas e
indígenas (incluyendo 2 organizaciones de mujeres del
campo), 4 organizaciones urbano-comunales; 4 organizaciones/redes
de mujeres; 2 secretarías de campañas
internacionales; y una organización nacional de derechos
humanos. De estas organizaciones, 24 representantes fueron
mujeres y 23, hombres. La presencia de un mayor número de
organizaciones del campo que de otros sectores responde al hecho
que la CLOC es la coordinación más grande y
articulada de las que participan en la CWMS, y es la que
más se ha apropiado de las NTIC.

El estudio indagatorio buscaba identificar, en su
primera fase, con qué infraestructura tecnológica
de Internet cuentan las organizaciones consultadas y el "rango"
de utilización que están haciendo de ellas. En una
segunda fase, conocer cómo se percibe esta
tecnología (tanto en sus potencialidades como en los
riesgos,
amenazas e incertidumbres que plantea) y qué se piensa que
se puede hacer con ella, qué derivaciones prácticas
se han dado, cuál es su relación con las
dinámicas organizativas, y en qué medida todo ello
se traduce en líneas de acción, políticas y
estrategias comunicacionales. Esto es, determinar el nivel de
aprovechamiento de esas tecnologías en función de
las propuestas políticas y estratégicas de las
organizaciones sociales participantes.

En términos prácticos, y de cara a la
aplicación de sus resultados, el estudio buscó: (a)
ubicar en detalle las necesidades de capacitación, (b)
identificar los elementos de una estrategia de
construcción de la Comunidad Web de Movimientos Sociales y
(c) facilitar el diseño de parámetros
metodológicos para continuar en el
conocimiento y la práctica del tema en
cuestión.

Conocer el nivel de aprovechamiento de las nuevas
tecnologías en función de las propuestas
políticas y estratégicas de las organizaciones
sociales involucradas, se percibió siempre como el
objetivo
más ambicioso y complejo del estudio indagatorio, pues
significaba sobrepasar el nivel del "inventario" de
infraestructura comunicacional de las organizaciones, así
como el reconocimiento de las dificultades estructurales de
acceso, para arribar a una comprensión de la
dialéctica que permite convertir cualitativamente la suma
de datos, en
conocimientos de utilidad social
que impliquen los criterios de las organizaciones.

El contexto de las indagaciones estuvo caracterizado por
las dinámicas sociales y políticas en las que se
hallan involucradas las organizaciones participantes -entre las
que se encuentran varias de las más activas del
continente-, las cuales fueron cotejadas en las reuniones de
grupo.

Los resultados muestran que el carácter de la
metodología aplicada fue apropiado y
eficiente para el caso de un estudio indagatorio;
metodología que, por lo demás, suele ser utilizada
y recomendada en los estudios de actores sociales y situaciones
de cambio. Para los propósitos de la CWMS los resultados
ofrecen una gran riqueza, pues más allá de
verificar y precisar "sospechas" han puesto sobre el tapete,
tanto matices como problemáticas no consideradas, que
exigen respuestas de calidad para el
sostenimiento y potenciación de la propia iniciativa.
Dicho esto, pasemos a mirar los resultados.

Un
entorno poco favorable

Un entendimiento del proceso de adopción
de las nuevas tecnologías por parte de las organizaciones
sociales, requiere tener presentes los factores condicionantes e
influencias externas que inciden en él. En América
Latina, y sobre todo para los sectores marginados, estos factores
se encuentran estrechamente relacionadas con la brecha digital,
tanto en su dimensión geográfica, como en sus
aspectos sociales y culturales. Ello incide, no sólo en
las posibilidades de conectividad, sino también en las
facilidades de uso y aprovechamiento de las NTIC.

El entorno de infraestructura disponible, su grado de
ubicuidad y la accesibilidad en términos de costos,
constituyen condiciones básicas para el acceso y uso de
las NTIC. Fundamentalmente se trata de tres factores: electricidad,
líneas telefónicas y provisión de servicios
Internet; a lo cual se añade la disponibilidad y capacidad
de compra de los equipos de computación.

El primero de estos cuatro elementos -la electricidad-
podría parecer un problema superado en las ciudades
(aunque no siempre en las áreas urbano-marginales y
aún menos en las rurales); pero no lo es, debido a los
frecuentes "cortes de luz". En
República Dominicana, por ejemplo, en el año 2001,
éstos han llegado hasta 15 horas diarias. En el propio
Brasil, pese al potencial energético que tiene, los
apagones se están tornando cada vez más frecuentes,
hecho atribuido a la forma como se realizaron las
privatizaciones, que priorizaron los negocios sobre
la calidad del servicio, con precios
más altos pero sin las inversiones necesarias para mejorar
la infraestructura. Claro que este problema no es exclusivo de
América Latina, como lo demuestra la crisis
energética del Estado de California en Estados
Unidos.

Si bien existen varias opciones para conectarse, la
más utilizada y accesible en la región es la que se
realiza vía módem y teléfonos de
línea fija. A pesar del desarrollo de la telefonía registrado en los últimos
años, en la mayoría de países las redes
telefónicas siguen siendo deficitarias, especialmente en
el campo y en las zonas urbano-populares. Si se compara con
países desarrollados, la diferencia es abismal: en 1999,
el número de teléfonos estacionarios por cada 1000
habitantes era de 682 en Estados Unidos, de sólo 9 en
Haití y 271 en Uruguay, la
cifra más alta de América Latina cuyo promedio es
de 131. (PNUD, 2001: 62-64)

La privatización de los servicios
telefónicos, contrariamente a lo que anticipaban sus
mentores, no ha resuelto los déficits de cobertura y
calidad del servicio. En el caso del Brasil, por ejemplo, las
operadoras que manejan la red de telefonía fija, desde su
privatización en 1998, aumentaron su cobertura, pero no
cumplieron los compromisos de mejorar la calidad del servicio,
sobre todo en lo que se refiere a la ampliación hacia
ciudades pequeñas y áreas rurales. El costo de la
suscripción básica y de las llamadas
telefónicas subió en un 344% desde 1994 hasta el
2001, en comparación con una alza de 97% en la
inflación oficial y un aumento mucho menor de los salarios
(Betto, 2001b:10). Algo parecido ha ocurrido en Argentina, donde
con la privatización también se amplió la
cobertura, pero mucha gente tuvo que desconectar su línea
por no poder pagar las elevadas cuentas.

La situación es particularmente crítica
en el sector rural. Bolivia y Guatemala, dos países con
población mayoritariamente indígena,
coinciden entre los que tienen la infraestructura menos
desarrollada en el campo. El comentario de una dirigenta
campesina boliviana ilustra cómo los atrasos
tecnológicos se combinan incluso con factores de discriminación: "la red de telefonía
está recientemente entrando en las áreas rurales,
pero nos da miedo del cobro del consumo
telefónico, porque aunque en algunas partes ya empiezan a
computarizar legalmente el cobro, en otras partes no hay ese
control y cobran
'viendo la cara'".

Los servicios de conectividad a la Internet tuvieron un
crecimiento rápido en la región a partir de 1994,
con la expansión de proveedores
comerciales y conexiones satelitales. En la actualidad,
América Latina es la región con el más alto
crecimiento de uso de la Internet: en 1999 la cantidad de
anfitriones creció 136%, seguido de Norteamérica
con 74% (Hilbert, 2001: 32). Pero queda por ver si, una vez
creados enclaves con buenos niveles de conectividad en las
ciudades principales, el crecimiento seguirá al mismo
ritmo.

De modo que, en la mayoría de países, las
posibilidades de conexión en las principales ciudades son
relativamente buenas. Es más, el costo ha ido bajando
paulatinamente, por lo que las organizaciones con un
mínimo de presupuesto para
comunicaciones
lo pueden costear. No obstante, aun cuando hay conectividad, el
uso sigue siendo limitado en términos de tiempo (sobre
todo para navegar en la Web) por el costo de las llamadas
locales, que en solo unos pocos países de la región
contemplan tarifas reducidas para la conexión de datos.
Fuera de las grandes ciudades, las posibilidades de
conexión son menores en muchos lugares, aunque la
situación varía de un país y de un lugar a
otro, pues a menudo implica una llamada de larga distancia
nacional, o líneas con mucha interferencia; factores que
limitan las posibilidades de uso3.

Pero las tasas de conectividad son muy diferentes de un
país a otro, como lo demuestra el indicador de
"anfitriones"
4
por 1000 habitantes: mientras
EE.UU. tenía, en el año 2000, 179,1 anfitriones,
América Latina en promedio tenía 5,6. Uruguay
tenía 19,6, Argentina 8,7 y Bolivia 0,3 (PNUD, 2001:
62-64).

Uno de los factores que inciden en el desigual reparto
de estos recursos en la región es la carencia (en la
mayoría de casos) de políticas estatales en la
materia, con cierta excepción de Brasil y Costa Rica, y en
menor medida de países como Argentina y Perú. Por
lo general, los gobiernos han dejado el desarrollo de los
servicios de
Internet (y en muchos casos también de la
telefonía) en manos de la empresa privada,
sin establecer un marco legal y normativo para asegurar los
servicios en las zonas más apartadas y, por lo general,
menos rentables.

Pero también hay factores novedosos que inciden
de manera inesperada en la dotación de infraestructura. En
Ecuador, por ejemplo, a raíz de la reciente ola migratoria
-mayoritariamente desde el campo- hacia España y
otros países, los migrantes han encontrado que Internet es
el recurso más barato para comunicarse con los familiares
que quedaron en el país. Con ello, la
implementación de cafés Internet, incluso en
pequeñas ciudades de provincia, se ha ido extendiendo muy
rápidamente, abriendo nuevas posibilidades de acceso para
quienes viven en estos lugares e incorporando al uso, al menos
ocasional, de las NTIC a un nuevo estrato social. Algo similar se
está produciendo en otros países de fuerte
emigración.

Los problemas de dotación de computadoras y
acceso a la red están directamente ligados a la capacidad
adquisitiva de la gente. Una computadora
cuesta lo mismo en Estados Unidos que en Ecuador. Pero para
adquirir una computadora, un trabajador ecuatoriano que gana el
salario
mínimo debe trabajar 6 meses en tanto que uno de Estados
Unidos debe laborar dos semanas. En los países
desarrollados, un mes de acceso a Internet equivale a una hora de
salario medio, mientras un profesor de
primaria ecuatoriano debería destinar diez días de
salario para cubrirlo.

Otro problema es que las conexiones intrarregionales de
América Latina transitan por Estados Unidos, donde un
reducido grupo de empresas ocupan
una posición de oligopolio que
les permite imponer sus tarifas5.
Más del 90% del tráfico de la región
transita, se origina o termina en Estados Unidos, lo cual,
combinado con la insuficiente infraestructura, repercute en los
niveles de eficiencia.
(Hilbert, 2001: 29)

Factores sociales y culturales

Los problemas de conectividad, sin embargo, son
sólo un componente de la brecha digital. Muchos otros
factores entran en juego para poder hacer un uso provechoso de
estas tecnologías, entre ellos, cuestiones educativas, de
idioma e incluso culturales.

En efecto, el uso de Internet requiere de un cierto
nivel de preparación, como saber leer y escribir,
además de destrezas técnicas y
conocimiento del funcionamiento de los programas. El
analfabetismo
funcional y los bajos niveles de escolaridad que prevalecen en el
campo y en zonas urbano marginales actúan como
verdaderos obstáculos que dificultan el acceso a la
Internet. Pese a las campañas, los índices de
analfabetismo continúan siendo altos. En Guatemala, por
ejemplo, cuatro de cada diez personas son analfabetas. En
Bolivia, lo son dos de cada diez. El analfabetismo afecta a la
población indígena y a las mujeres
especialmente.

Si bien el multimedia
introduce en la Internet otras formas de comunicación que
la escrita, en este medio -sobre todo en el correo
electrónico- sigue siendo predominante la
comunicación escrita. Mientras tanto, en muchas partes de
la región (como los países andinos y
Centroamérica) y sobre todo entre los sectores populares,
prevalece la tradición oral antes que la escrita, lo cual
presenta un obstáculo para incorporar este medio a las
actividades cotidianas.

Otro factor presente es el idioma6.
América Latina y El Caribe tienen una gran riqueza
lingüística: además del
español se habla el portugués, el inglés, el
francés, decenas de lenguas indígenas y varios
dialectos de creole, con la particularidad de que la gran
mayoría de su población entiende un mismo idioma,
el español -relativamente entendible incluso por la
población brasileña y el Caribe francófono-,
lo cual no es el caso de otros continentes como Europa, Asia o
África. Si bien ello facilita la comunicación
intrarregional, el predominio del inglés en los contenidos
de la Red se convierte en un obstáculo para el uso de la
Internet, pues esta lengua es
entendida sólo por una minoría de la
población de la región. Y, en general, para la
comunicación de la región con el resto del mundo,
donde domina el inglés como lengua franca.

La cantidad de información en Internet en
español y portugués -los dos principales idiomas de
la región- también sigue siendo pequeña en
comparación a la que está en inglés. Sin
embargo, hay signos de que esta situación está
cambiando. De acuerdo con un estudio de Funredes y Unión
Latina (2001), de 1998 a 2001, las páginas
Web en español habrían aumentado del 2,53 al
5,69%, y las de portugués del 0,82 al 2,81% del total
disponible7.
En el mismo período, las páginas en inglés
habrían disminuido en proporción al total, del 75
al 52%. Esta cifra sigue siendo alta, si se toma en cuenta que
solo una décima parte de la población mundial es de
habla inglesa.

En un contexto más amplio, es motivo de
preocupación el hecho de que, en paralelo a la
predominancia del idioma inglés, venga aparejada la
pretensión de imponer, a través de las nuevas
tecnologías de comunicación, una industria
cultural uniformizadora y hegemonizante que desconoce la
diversidad lingüística y cultural.

Por último, sigue existiendo una brecha social y
de género en el acceso a las nuevas tecnologías en
América Latina. En 1998-99, el 90% de los usuarios de
Internet en esta parte del mundo provenía de grupos de
ingresos
superiores. Como ilustra el PNUD (1999: 62), en México, el
67% de usuarios tenía título universitario,
mientras que en Brasil, sólo el 25% de usuarios de
Internet eran mujeres. A finales del año 2000, sólo
el 5% de la población disponía de una computadora,
y si bien entre el 50 y el 70% de empresas tenía acceso a
Internet, apenas el 9,4% de trabajadores individuales
podía beneficiarse de tal servicio. (Hilbert, 2001:
102).

Equipamiento y acceso

Las organizaciones sociales, a lo largo de la
década del 90, han ido percibiendo la necesidad de
incorporar progresivamente los sistemas
digitales a las diversas tareas de su quehacer cotidiano.
Inicialmente lo hacían con miras a mejorar actividades
administrativas y de gestión. Más recientemente, se ha
generalizado entre ellas la decisión de incorporar la
Internet, en el entendido de que les dará la posibilidad
de estar mejor relacionadas e informadas internacionalmente. Pero
al dar este paso, no necesariamente han considerado las
transformaciones internas que puede desencadenar esta
renovación tecnológica. Estos cambios no se
producen de un momento a otro ni de manera espectacular,
más bien se van fraguando de manera progresiva. El hecho
de instalar equipos no induce automáticamente a
modificaciones en la organización del trabajo, ni resuelve
problemas que no se habían planteado.

Justamente, una de las secuelas del discurso promocional
que, entre otras cosas, proyecta a las NTIC como "soluciones" en
búsqueda de "problemas", es que se ha tornado común
pensar que se puede incorporar una tecnología innovadora
como estrategia -por lo general con resultados lamentables para
quienes así proceden-, cuando de lo que se trata es de
establecer una estrategia innovadora, para luego buscar la
tecnología conveniente. Sin estrategia, la tecnología
de información se queda en el aire, porque
ésta es esclava de aquella.

O sea, una organización que se limita a instalar
equipos e incorporar funciones de la
computación a sus actividades puede, en el mejor de los
casos, ganar en eficiencia, pero difícilmente
sacará pleno beneficio del potencial de la
tecnología, mientras no se dé un proceso de
apropiación de ésta. Cuando esto sucede -unas veces
a partir de la definición explícita de criterios,
otras veces de manera más intuitiva, a menudo impulsado
por una iniciativa personal-, se
traduce en un reacomodo de la disposición organizativa, a
fin de poder aprovechar mejor las ventajas de la
tecnología en función de los objetivos
organizacionales.

El hecho de dotarse de equipos e instalar la
conectividad a la Internet es un primer paso importante. Pero en
sí no es suficiente, ni tampoco, de lo que se ha podido
constatar, el aspecto más problemático para las
organizaciones, como sí lo es implantarla, pues plantea
reformulaciones internas que son más complicadas de
implementar.

Dar el salto

La dotación de equipos y servicios de
conexión implica la decisión de invertir o
solicitar recursos. Es cierto que algunas organizaciones sociales
se apoyan inicialmente (o complementariamente) en servicios
externos, como instituciones amigas, dirigentes con
conexión personal, o cafés Internet. Pero tarde o
temprano reconocen la necesidad de contar con conexión
propia. A medida que el uso aumenta, crecen las necesidades de
infraestructura. Y de hecho, las organizaciones que, por su
experiencia o comprensión, han alcanzado una mayor
valoración de las posibilidades que les ofrecen las NTIC,
también buscan dotarse del equipamiento más
adecuado a sus necesidades.

Ello no significa, sin embargo, que el volumen de
infraestructura que posee una organización sea
necesariamente una medida del nivel de aprovechamiento de los
recursos de la Internet. En concreto,
encontramos por un lado, organizaciones con un equipamiento muy
precario, pero con cierta claridad de objetivos, que sacan mejor
provecho de los flujos de información, que otras, mejor
equipadas, pero sin definiciones claras para sacar ventaja de
tales recursos.

Como comenta un dirigente de una organización
campesina mexicana: "La principal dificultad que hemos tenido es
que no hemos creado la cultura
suficiente para hacer nuestra la idea de Internet. Tenemos las
condiciones, ni siquiera es un problema económico. No son
inalcanzables los recursos para la instalación. Pero lo
más difícil es que como cultura no hemos podido
inculcarlo".

En todo caso, la mayoría de organizaciones con
base social en la región enfrenta un sin fin de demandas y
necesidades apremiantes, que les obliga a asignar con cuenta
gotas sus escasos recursos financieros. De modo que nunca es una
decisión fácil invertir en
tecnología.

Frecuentemente, lo que motiva la decisión es la
posibilidad de rebajar costos de comunicación por fax y
teléfono, que comienzan a ser considerables cuando las
organizaciones incrementan sus relaciones
internacionales. Por tanto, la inversión es ahorro.

Otro factor de motivación, para las organizaciones que
participan en coordinaciones regionales, es el ejemplo y aliento
de las organizaciones fraternas que ya utilizan el correo
electrónico. Desde el momento en que algunas
organizaciones de la misma red regional comienzan a
intercomunicarse regularmente entre sí, se ejerce una
presión
sobre las demás para que se incorporen,
acelerándose, a partir de allí, el ritmo de
adopción del correo electrónico entre los miembros
de la red. Aunque también cabe tener presente el papel
cumplido por agentes externos, como ONGs, agencias de
cooperación, voluntarios y otros que han influenciado para
que las organizaciones adoptaran las NTIC.

Mas hay también organizaciones en las cuales han
primado consideraciones políticas, como es caso del
Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) del
Brasil. Al decir de uno de sus dirigentes: "Es un mérito
del movimiento haberse mantenido muy atento a la cuestión
del desarrollo tecnológico en la comunicación. En
Brasil, fue la primera organización que logró
colocar una red de telex en todos los estados, de manera conjunta
con la Comisión Pastoral de la Tierra
(CPT), con la intención de facilitar la información
y de darle unidad a nivel nacional. El criterio era que si el
movimiento no lograba nacionalizar la lucha, iba a ser un
fracaso. Entonces, con la misma lógica, después del
telex vino el fax y luego, casi de manera natural, las
computadoras y la Internet. Esto en un primer momento asombra,
pero cada vez más nos vamos dando cuenta de que se trata
de un recurso para una comunicación ágil,
eficiente, que siempre te está exigiendo cosas
nuevas".

Asimismo, un comunicador de la Asociación de
Trabajadores del Campo (ATC) de Nicaragua señala: "Las
nuevas tecnologías de la información y la
comunicación han sido incorporadas a consecuencia del
crecimiento de la organización y de haberse planteado una
estrategia de relaciones internacionales. Entonces se creó
una infraestructura de informática (más de 20
computadoras), se capacitó a más de 15
compañeros en las técnicas operativas, a más
de 5 compañeros en el manejo de Web, pero a la vez se fue
creando un espacio de decisión sobre políticas de
comunicación".

En el caso de las coordinaciones regionales que
aún no han establecido una dinámica permanente de intercambio en
línea, en cambio, se ha podido observar que la motivación de conexión a la Internet
entre sus organizaciones nacionales integrantes es menor, a pesar
de tener, en varios casos, la infraestructura básica
(computadoras y línea telefónica).

Se puede inferir entonces que, al menos en lo que
concierne a las organizaciones sociales, las dinámicas de
intercambio y difusión no surgen como resultado de la
conectividad, sino que al contrario, es la existencia de
dinámicas y la necesidad de regularizarlas con una
comunicación más ágil, lo que motiva a
conectarse.

Carencias básicas

El uso de la computadora
en las oficinas centrales de las organizaciones sociales
nacionales, está casi generalizado en la región.
Algunas cuentan con equipos modernos y relativamente potentes. No
obstante, en relación a sus actividades y necesidades de
equipamiento, existen carencias.

Si bien una sola computadora con módem basta para
tener el servicio de correo electrónico, en la
práctica, cuando hay mucha demanda de la
misma computadora para otros usos, la comunicación se
vuelve poco fluida. La exigencia de equipos es mayor -en tiempo y
capacidad instalada- cuando se trata de navegar en la
Web.

Cuando se hizo la primera consulta a las organizaciones,
a mediados de 2000, poquísimas contaban con más de
cinco computadoras para todo el trabajo de su oficina central,
y muchas tenían sólo una o dos. Sin embargo, estas
cifras se han desactualizado rápidamente, en vista de que
varias organizaciones han incrementado el número de
equipos en los meses subsiguientes.

Aun así, tratándose de organizaciones
nacionales o secretarías regionales (donde trabajan no
sólo el personal de planta, sino también los
dirigentes, que generalmente comparten su tiempo entre la oficina
central y las organizaciones filiales, además de la
presencia de voluntarios o pasantes) la cantidad de personas por
cada computadora es generalmente bastante alta -a veces 5, 10
ó más personas por computadora. Si se compara con
ONGs profesionalizadas, en las que, por lo general, cada persona dispone
de una computadora como instrumento cotidiano de trabajo, la
diferencia es bastante notoria.

De modo que, si bien varias organizaciones han
conformado un equipo a cargo de la comunicación, su
trabajo se ha visto limitado por la poca disponibilidad de
computadoras. Así por ejemplo, un departamento de
comunicación tiene asignado sólo 10 horas por
semana de acceso a la computadora. Y es que, mientras menos
computadoras dispone una organización, mayores son los
usos que debe cumplir cada unidad, (contabilidad,
comunicación, secretaría, etc.), que debe ser
compartida entre varios departamentos.

Un dilema que enfrentan las organizaciones nacionales
federadas, cuando se trata de comprar equipos, es que, aunque
hayan recursos disponibles para ello, no sólo deben
considerar los requisitos de ampliación de la
infraestructura de la oficina central, sino que aspiran
también a estirarlos para dotar de recursos
técnicos a sus afiliadas, por lo general carentes de
infraestructura.

A ello se añade la desventaja de las computadoras
vetustas y, por lo tanto, sin posibilidades para incorporar
programas actualizados, lo cual genera una presión para
renovarlas, implicando nuevos desembolsos. Pero la
situación es muy desigual de una organización a
otra, y a veces las que entraron más recientemente al uso
de la computación lo hacen en mejores condiciones que las
que tienen mayor tiempo de uso.

La conexión en red interna entre las computadoras
de un mismo local, que multiplica las posibilidades de compartir
recursos, programas, archivos e
impresoras y
tener más equipos conectados a la Internet, se encuentra
instalada en muy pocas organizaciones. Un impedimento es el costo
del personal técnico que se requiere para el mantenimiento
de una red interna.

En suma, la situación general constatada es que
las organizaciones sociales incorporan la computación con
una infraestructura precaria. No obstante, también ellas
demuestran que con pocos recursos se puede hacer mucho, siempre y
cuando las metas sean claras.

En palabras de un dirigente barrial mexicano: "No
tenemos por qué tener computadoras de lujo, o por
qué estar pensando en programas sofisticados e
inútiles, nos basta saber hacer un uso de acuerdo a
nuestra conveniencia, de los medios y los instrumentos. No se
necesita estar dotado de un capital muy grande o de una fuerza de
relaciones internacionales tal, para tener acceso diario al mundo
y que el mundo sepa de nosotros, solamente hay que aprender a
hacerlo".

Conectividad con Internet

A comienzos de la década del 90, muy pocas
organizaciones sociales de la región contaban con correo
electrónico. El proceso de incorporación de este
recurso ha sido paulatino, y se da sobre todo a partir de
mediados de la década, casi siempre cuando ya hay cierta
experiencia en el uso de las computadoras. Para las
organizaciones que se han incorporado más recientemente a
la computación la probabilidad de
que utilicen de entrada la Internet es mayor, puesto que hoy
viene como parte del paquete instalado, e incluso las empresas
vendedoras la promueven como la atracción principal y a
veces hasta con un tiempo de conexión gratis.

Frecuentemente, inician con una sola computadora con
módem -que la mayor parte del día sirve para otros
fines- y una casilla de correo para toda la organización.
Mas el solo hecho de tener una computadora con conexión a
la Internet puede cambiar enormemente las posibilidades de
comunicación de una organización.

A medida que se intensifica el flujo de comunicaciones,
suele aumentar la presión desde los diversos departamentos
y responsables para poder conectarse directamente a la Internet,
lo cual repercute en la necesidad de ampliar la infraestructura.
Para que ello sea posible, aparte del costo financiero, se deben
superar diversos obstáculos, como la escasez de
líneas telefónicas o la vetustez de los equipos
existentes.

No obstante, cuando la dirigencia tiene clara su
necesidad de comunicación, busca soluciones para superar
estas carencias de infraestructura. Por ejemplo, las
comunicaciones desde la sede central se complementan con otros
mecanismos, como el uso por parte de los dirigentes de sus
casillas personales y las conexiones desde sus casas, lugares de
trabajo u otros sitios públicos. Por lo mismo, resulta
difícil medir la capacidad de comunicación de una
organización, solamente a partir de la infraestructura
instalada en la sede y sus estructuras formales de
comunicación. Este hecho, ni los propios dirigentes lo
tienen necesariamente presente al momento de hacer un balance del
quehacer comunicativo de la organización.

Las líneas telefónicas son también
un problema para muchas organizaciones. Aunque estén
ubicadas en las ciudades capitales, donde por lo general el
servicio telefónico es aceptable, muchas organizaciones
cuentan con pocas líneas (sea por costo, o simplemente
porque no hay disponibles en el sector) que deben servir no
sólo para la conexión a la Internet, sino
también para todas las demás necesidades de la
organización.

Esta limitación obliga a racionalizar los
recursos, a veces al extremo, como sucede en una
organización campesina ecuatoriana: "En la oficina somos
30 personas con una línea de teléfono. Me conecto a
la Internet 5 minutos al día", relata la responsable de
comunicación, añadiendo que: "Los dirigentes tienen
claro qué es lo más importante. Sin embargo, faltan
mecanismos para viabilizar".

Los problemas tienden a ser mayores cuando se trata de
conectar a las filiales de las organizaciones nacionales, meta
que todas las organizaciones anhelan, a fin de poder agilizar la
coordinación interna, pero que en la práctica
enfrenta varias dificultades. Para un gran número de
organizaciones del interior las carencias son múltiples,
no sólo en materia de servicios de teléfonos y luz
eléctrica -sobre todo en zonas alejadas de las ciudades
grandes y medianas-, sino incluso con relación a oficinas
y computadoras. De todas las organizaciones nacionales
consultadas, sólo una tenía más del 90% de
sus filiales conectadas al correo electrónico. En las
demás, la cifra era menor al 25%.

Se registran, sin embargo, algunas experiencias
innovadoras para sortear estas limitaciones. En la Amazonia
ecuatoriana, en zonas donde no existen líneas
telefónicas, hay organizaciones que se comunican entre
ellas y con la central por la Internet, mediante una
conexión radial. En otros países las organizaciones
del interior utilizan los cibercafés o recurren a
instituciones amigas para recibir comunicaciones de la
central.

Al enumerar los problemas que enfrentan las
organizaciones para la incorporación de la Internet a su
quehacer, varias de las personas consultadas colocan, en los
primeros lugares, la falta de recursos económicos y de
infraestructura básica; pero también destacan otros
factores, -a veces asignándoles mayor importancia-, como
las deficiencias de capacitación o una insuficiente
priorización por parte de la dirigencia.

El intercambio sobre estos temas en el marco de las
actividades de la CWMS, para las organizaciones ha constituido
una motivación para que ponderen de mejor manera las
actividades comunicacionales, y, por tanto, las posibilidades de
capitalizar la utilización de Internet. De hecho, cuando
se llega a una decisión política en este sentido,
se acelera la búsqueda de soluciones para ampliar los
niveles de conectividad8.

Usos y
usufructos

La computación pone en manos de las
organizaciones una herramienta poderosa y versátil que
abre la posibilidad de mejorar y agilizar la organización
administrativa, además de tener una capacidad de
ordenamiento y manejo de datos, información, documentación, publicaciones, directorios,
gráficos, entre otros, casi imposible con
sistemas manuales. Con una
computadora conectada a Internet se multiplica exponencialmente
este potencial, por las posibilidades de interconexión,
intercomunicación y flujos de información, desde la
esfera local hasta la mundial.

Cuando las organizaciones sociales incorporan
inicialmente las computadoras a sus procesos (influenciadas por
el contexto general de sus sociedades en
las que tomaba auge la adopción de paquetes de
computación e informática en función de un
desempeño más eficiente de las
actividades en general), las introducen principalmente como
herramientas para operaciones
administrativas: la contabilidad, el levantamiento de actas de
reuniones, la ejecución de la correspondencia, la redacción de boletines de prensa. O sea, se
remplaza y mejora funciones ya existentes, sin introducir mayores
cambios en ellas. Así, la modernización
tecnológica se maneja esencialmente con un criterio
administrativo y secretarial. En las propias organizaciones, es
común escuchar: "No aprovechamos la computadora, apenas la
usamos como máquina de escribir".

En el plano de la utilización de programas
(software), ello se traduce en la implementación de
aplicaciones preestablecidas, pero con poco aprovechamiento de la
flexibilidad de adaptación que, en principio, permite la
computación.

En todo caso, la innovación tecnológica ha sido
importante: representó el salto de formas
mecanográficas y manuales de procesar datos e
información a formas digitales. Lo que antes se
hacía con la máquina de escribir o la mano, ahora
se lo hace con la computadora, reduciendo considerablemente el
trabajo repetitivo.

Algo parecido ocurre, al menos inicialmente, con la
incorporación del correo electrónico: éste
viene a remplazar las funciones del fax y del correo postal, pero
su manejo se hace esencialmente con un criterio administrativo y
secretarial. Al respecto, destaca el hecho de que ninguna de las
organizaciones que participaron en este estudio ha tenido
presente, en la fase de incorporación inicial de Internet,
la apropiación del uso de las redes electrónicas
con un sentido informativo/comunicacional. Éste más
bien se ha ido desarrollando -en diversos grados según la
organización- a partir de la experiencia práctica,
y en respuesta a situaciones que plantean otros niveles de
necesidad.

Aplicaciones Vs. Apropiación

Una de las condiciones que determinan las formas de uso
son justamente los paquetes de software y programas
instalados, y los servicios de comunicación a los que se
consigue tener acceso. Si bien la computación proporciona
una flexibilidad enorme en cuanto a las modalidades y
aplicaciones posibles, las opciones que se presentan a las
organizaciones son generalmente muy estrechas. En consecuencia,
ellas tienen que acomodar sus necesidades a los programas
disponibles, y no al revés. El resultado es que el
acercamiento a la computación está de entrada
condicionado por un sentido de aplicación de
programas, lo cual limita las opciones para una real
apropiación de la tecnología.

Para ilustrar el punto, las computadoras -desde su
definición de "PC" (computadora personal, por sus siglas
en inglés)- y por ende la mayoría de paquetes de
software disponibles, son diseñados para el uso
individual, o en el caso de los programas multiusuarios, para
varios individuos. No obstante, por razones prácticas,
pero también por su propia visión cultural y
organizativa, es usual que las organizaciones sociales de
América Latina hagan un uso más bien
colectivo-organizacional que personal de la computadora, para lo
cual no se dispone de software adecuado9;
o en los disponibles no se encuentran con facilidad las funciones
que permiten adaptarlo.

Es más, la lógica predominante de
actualización constante de programas y equipos, los
primeros requiriendo cada vez de mayores recursos instalados, los
segundos incitando al uso de programas más actuales,
conduce hacia una espiral de inversión permanente
(impulsada por los intereses de un mercado muy lucrativo), y
además crea problemas de incompatibilidad para compartir
archivos entre equipos que usan diferentes versiones. Para la
mayoría de organizaciones sociales, esta espiral se vuelve
insostenible.

Como comentó un dirigente centroamericano:
"muchas veces uno en materia de computación está
sujeto al vaivén de los tecnócratas que le meten a
uno programas, le están desfasando las computadoras
constantemente, y uno también tiene que verse sometido a
esa propaganda de
la informática; y llega un momento en que eso genera
costos".

Cuando una organización compra una computadora
nueva o instala el servicio Internet, usualmente quienes venden
el equipo o servicio instalan paquetes tecnológicos sin
ofrecer ni explicar ninguna opción que permitiría
adaptar los recursos a sus necesidades particulares. Lo
más común es que viene instalada la última
versión del paquete ofrecido por Microsoft.

No faltan, sin embargo, ejemplos de una mayor
apropiación de los programas: ATC de Nicaragua, por
ejemplo, ha desarrollado una base de datos
pensada en sus necesidades propias. La base almacena
información sobre los líderes y cuadros de la
organización, sus niveles de formación
técnica y pedagógica, etc., que sirve, entre otras,
para la planificación de los cursos de
formación.

Por desconocimiento o falta de destrezas
técnicas, muy pocas organizaciones llegan a escoger o
adaptar programas en función de necesidades que ellas han
definido. Lo común es que se limiten a la
aplicación de funciones predeterminadas. Pero bien o mal,
acostumbradas a usar la imaginación para superar las
carencias, y combinando las facilidades de la computadora con
operaciones manuales, las organizaciones se acomodan a las
limitaciones del instrumento para lograr los fines
buscados.

Un problema serio son las percances que causan la
pérdida de datos. Varias organizaciones han perdido los
archivos de su computadora, sea por virus, por mala
operación de los programas o por daño de
equipos, con la grave consecuencia (si no han tenido la
precaución de crear archivos de respaldo, o cuando
éstos están incompletos o también
contaminados) de que prácticamente la organización
se queda "sin memoria". Frente
a ello, la desconfianza motiva a veces la opción de llevar
en forma paralela archivos en papel de toda la información
que llega. Esto puede funcionar en organizaciones que
envían y reciben volúmenes relativamente
pequeños de información, pero se vuelve poco
práctico en aquellas cuyos intercambios son
voluminosos.

Los virus, justamente, son señalados como uno de
los mayores problemas de computación de las
organizaciones. El riesgo de los
virus se incrementa rápidamente con el uso del correo
electrónico y de las listas, pues muchos llegan por esa
vía, sea en archivos que provienen de computadoras
infectadas, sea los "autopropagables", de los cuales los
más perniciosos son los que aparentemente provienen de
direcciones conocidas. Se ha dado al menos un caso de un
"contagio epidémico" entre varias organizaciones de una
misma red, que resultó en la pérdida de sus
respectivos discos
duros.

En cierta medida, parece que las organizaciones sociales
están entre las más vulnerables a tales contagios.
La instalación de programas antivirus
actualizados es problemática para quienes tienen una
conexión lenta, pues, si bien se los puede obtener
gratuitamente por Internet, con un módem lento puede
demorar varias horas de conexión, lo cual podría
resultar más caro que comprar el programa. El
hecho de que diversas personas compartan la misma computadora a
veces hace que no todas estén debidamente instruidas en
las precauciones contra los virus. El uso casi generalizado de
los programas más susceptibles a los virus (Microsoft
Outlook, Word), y el
uso y abuso de los archivos anexos, aumenta la
vulnerabilidad.

El tema de los archivos anexos nos lleva a otra de las
dificultades destacadas por las organizaciones: la
incompatibilidad entre generaciones de un mismo programa, que
obstaculiza el intercambio de información entre
organizaciones. Hay muchas quejas sobre los archivos que llegan
por correo, grabados en versiones demasiado avanzadas para los
programas que se tienen.

Por ejemplo, cada vez más se reciben archivos en
Word 2000, programa que la mayoría no tiene instalado.
Antes pasaba lo mismo con Word97. Este problema crea ruido e
incomunicación en las coordinaciones, obstaculizando una
comunicación fluida.

La utilización misma de archivos anexos en los
mensajes de correo, a menudo indicada por quienes instalan los
programas como la forma normal de enviar correo, causa muchos
problemas, que, además de la incompatibilidad mencionada,
van desde la pérdida de tiempo y costos innecesarios en
las conexiones telefónicas para bajar mensajes grandes por
módem, hasta la mayor vulnerabilidad a la
transmisión de virus. Entre los casos frecuentes
están los mensajes con contenido relativamente escaso,
pero con diagramación y gráficos pesados, o los que
vienen acompañados por listados de anexos gráficos
(archivos ".gif"), o en formato Powerpoint con
animación (estos últimos llegan facilmente a 1
megabyte, o sea, precisan de 10 a 30 minutos de conexión
telefónica para bajarlos). El uso de estos formatos crea
también una presión para quienes prefieren utilizar
otro tipo de software, pues se ven obligados a instalar los
programas de mayor uso para poder abrir los archivos que
reciben.

El hecho de haber abordado estos temas en el marco de
las reuniones de las coordinaciones continentales y de la propia
Comunidad Web, ha permitido abrir ventanas hacia una
comprensión de las posibilidades de apropiación del
software, en función de las necesidades propias,
comenzando por el compromiso de utilizar sólo texto (lo cual
no siempre se cumple) para las comunicaciones vía correo
electrónico10.

Servicios de Internet utilizados

En todas las organizaciones consultadas, el primer
servicio de Internet al cual se tiene acceso y el que más
se utiliza, es el correo electrónico. Esto encaja con la
norma mundial (varios estudios indican que el correo
electrónico se utiliza más que la Web), pero
además expresa el hecho que la Internet es ante todo vista
como un instrumento de interrelación y enlace.

Con el correo electrónico, y su correlativo, las
listas electrónicas, por primera vez las organizaciones
sociales cuentan con un instrumento de comunicación que
permite realmente comunicarse en red, en forma horizontal, sin
pasar por el cuello de botella y las demoras que significa una
"red" cuyos flujos de información deben ser canalizados a
través de un punto centralizado.

Para muchas organizaciones, sea por razones de
costo11,
sea por tener equipos más antiguos, o simplemente por
factores de tiempo del personal o de las líneas
telefónicas, les basta con el acceso al correo.

Las organizaciones consultadas informan que el correo
electrónico se emplea principalmente para la
correspondencia particular, para relaciones externas, con
organizaciones fraternas o solidarias, como también para
participar en espacios colectivos de coordinación y para
la difusión de denuncias. Es decir, es ante todo un
instrumento de coordinación internacional.

También sirve para la difusión de
información sobre las actividades de la
organización y sus problemáticas, así como
para el intercambio de información operativa interna y con
organizaciones afiliadas y para otras comunicaciones
nacionales.

Entre las principales ventajas que las organizaciones
afirman haber obtenido con la introducción del correo electrónico,
figuran la mayor rapidez en la comunicación interna y
externa, así como la agilización del trabajo y
disminución de costos. Ellas constatan que el correo
electrónico les permite contactos más directos y
oportunos; propicia la comunicación con organizaciones
fraternas y las relaciones con otras fuerzas sociales; facilita
una mayor articulación y la participación directa
en campañas a nivel internacional; y permite romper el
aislamiento. También encuentran que hace posible obtener
información reciente y de primera fuente, y aportes para
las discusiones internas y la toma de
decisiones. Permite, además, hacer conocer mejor la
organización, divulgar rápidamente sus
orientaciones, denuncias y actividades.

El correo electrónico tiene para las
organizaciones una dimensión organizativa, una
dimensión de relaciones externas y de articulación
de redes, una dimensión informativa, y una
dimensión comunicacional.

En los intercambios sostenidos en torno al tema,
quedó claro que las organizaciones se apropian del correo
electrónico en la medida en que responde a necesidades
sentidas, sobre todo en el marco de su entorno de relaciones.
Entre más están insertadas en dinámicas de
redes, en unos casos internacionales, en otros nacionales,
más indispensable se vuelve la comunicación
electrónica. Pero también trascendió que no
es el acceso a la Internet lo que crea la necesidad de comunicar,
sino al revés.

Tal el caso de un programa barrial de mujeres en
México que, en el marco de un proyecto
financiado, tuvo una computadora conectada a la Internet, pero
cuando terminó tal financiamiento, se cortó la conexión
y la computadora quedó como máquina de escribir. No
se sintió la necesidad apremiante de buscar una
solución para reconectarse.

La facilidad de comunicación que permite el
correo electrónico también tiene sus bemoles, como
relata una dirigenta campesina. "Antes, dice, cuando las
organizaciones enviaban cartas de
solidaridad internacional a sus contrapartes, las 'afichaban' en
un mural, sacaban copias para que todo el mundo lo sepa". Ahora,
en cambio, "se manda al gobierno, se manda a todos los que
están en la lista de correos, pero entonces no lo sabemos;
además, nunca hay respuesta si llegó o no
llegó, si tuvo algún efecto. Nadie te dice: lo
recibimos. Por eso, de repente resulta tan impersonal la
solidaridad por e-mail… supiste que llegó porque no te
rebotó el mensaje pero nunca supiste si la abrieron. No
hay un seguimiento".

Como ha quedado dicho, el uso del correo
electrónico es mucho más extendido que el referido
a la Web. En las organizaciones consultadas se confirma este
parámetro, si bien un buen número ha optado por
lanzarse a surfear en la Red, sobre todo para buscar nuevas
fuentes de
información. Sin embargo, esta intencionalidad se ve
limitada por diversos factores, como los costos del servicio
telefónico, la lentitud del acceso, las fallas
técnicas de los servidores,
problemas con las conexiones telefónicas o porque las
páginas son "muy pesadas", especialmente cuando vienen
cargadas con demasiadas fotos y
gráficos, y cuando la organización no cuenta con
equipos veloces.

En suma, sin desconocer que la Web es usada cada vez
más como fuente de información, sigue siendo
más bien un recurso adjetivo, mientras que el correo
electrónico es lo sustantivo en el uso de Internet por
parte de las organizaciones.

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