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Movimientos sociales en la Red (página 6)




Enviado por Osvaldo Le�n



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

De los
medios, a los
fines

Un reto presente, pero…

La comunicación es un componente básico
de las relaciones
humanas que se moldea con los cambios sociales, y que ha
pasado a ocupar un lugar central en la vida moderna. Constituida
como campo autónomo tan sólo a fines del siglo XIX,
su importancia se ha proyectado al compás de la continua y
cada vez más acelerada expansión de los medios de
comunicación, innovaciones tecnológicas
mediante. Lo cual, a su vez, ha conllevado a que éstos
establezcan un predominio tal, que se ha tornado común
reducir la
comunicación a los medios.

Debido a este giro, es muy usual que se hable de
"política
de medios" como sinónimo de "políticas
de comunicación". Pero más allá de ello, el
hecho es que si esta preocupación ha cobrado pertinencia y
se ha generalizado, se debe a que ahora la incidencia
pública pasa por el campo de la comunicación -cuya
función
central, justamente, es dar visibilidad-, haciendo que el espacio
de los medios se constituya en un espacio de disputa
estratégica por parte de los diversos actores
sociales.

Hasta hace unos tantos años, por ejemplo, con una
buena disposición y cohesión interna, unos buenos
abogados y una causa justa, una organización sindical tenía una alta
posibilidad de salir airosa en un conflicto.
Hoy, no necesariamente, si no toma además en cuenta a la
opinión
pública.

Las organizaciones
sociales consultadas asumen que enfrentan un reto en este plano,
pues tienen presente que una de sus funciones es
afirmarse como actores sociales, portadores de propuestas de cara
a la situación del sector que representan y hacia la
sociedad, lo
cual implica poder gravitar
en las agendas públicas.

Un dirigente urbano-popular mexicano expresa
elocuentemente esta situación: "Hay una dinámica de los movimientos, que es el
resultado de la insatisfacción de las necesidades y de la
inequidad; hay sectores de la población que buscan mejorar su
situación. Esos movimientos pueden o no plantearse de modo
consciente el impactar en la escena pública, concretamente
en los sectores de poder. Sin embargo, uno de los elementos para
medir la madurez y la profundidad de los movimientos es el que
éstos tengan entre sus objetivos la
misión
de presionar, de movilizarse, de negociar, de incidir en las
decisiones del conjunto de la sociedad. Hay una
combinación que hay que tener en cuenta, aquella que se da
entre tener una causa justa, tener una razón de fondo por
la que se está movilizando, tener una propuesta de perfil
claro y definido frente a la problemática social y saberla
transmitir a la gente".

Pero si bien este señalamiento en términos
generales es compartido por las organizaciones, cuando se aborda
específicamente el tema de la comunicación se abre
un abanico respecto a su valoración y tratamiento. Hay
desde las que consideran que "es una tarea prioritaria", hasta
aquellas que reconocen que es "una tarea pendiente" debido a
otras urgencias, pasando por las que la ven como un asunto de
"especialistas" para ayudar a que los dirigentes ganen imagen.

Como sea, todas señalan tenerla presente y
tendencialmente empieza a ser considerada como eje transversal de
las actividades de la
organización, aunque bajo el peso de una
tradición que ha identificado comunicación con
instrumentos (un boletín de prensa, la
producción de un video o un
programa
radial), o, en el mejor de los casos y en la versión
moderna, con los medios de información (prensa escrita, radio, TV, sitio
web).

Empero, hay organizaciones que se encuentran
empeñadas en superar este enfoque instrumentalista para
adoptar un planteamiento político y estratégico
global de la comunicación, no restringido a los medios o
únicamente a los flujos de información. Tal el caso
de la ATC de Nicaragua, que reconoce que con el replanteamiento
estratégico procesado por la organización hace unos
años, cambió el enfoque de la comunicación
que tenía, básicamente centrado en la
agitación y propaganda, de
modo tal que ella se ha tornado en un componente de las diversas
actividades: educación,
movilizaciones, campañas, presencia en los medios,
relaciones
internacionales, etc.

El MST del Brasil, por su
parte, ve que de su capacidad de comunicar depende, en buena
medida, el haber llegado a constituirse en un movimiento a
nivel nacional y contar con el apoyo de la sociedad. "Desde que
se tuvo claridad política de que la reforma
agraria no es sólo una cuestión de los Sin
Tierra,
quedó claro que, o implicábamos a la sociedad como
un todo o íbamos al fracaso. Es por eso que existe una
comprensión de que todo lo que hacemos tiene que
comunicarse, tanto a lo interno, para fortalecer la
organización, como a lo externo, para mostrar a la
sociedad cuáles son nuestras ideas y valores, los
resultados de nuestra lucha, qué es la reforma agraria.
Así, si se hace una ocupación de tierras se
comunica a los municipios, al pueblo; si se vende un saco de
frijol producido por nuestros compañeros se comunica a
otras personas; una conquista del movimiento, un poema, una
canción es comunicación", cuenta una
dirigenta.

Los dos casos señalados no son los únicos,
pero sí los que más claramente han procesado la
necesidad de dotarse de estrategias
comunicacionales que respondan a sus objetivos políticos y
organizativos. De manera general, las organizaciones comparten el
criterio de encarar la comunicación diferenciando dos
niveles: uno hacia las bases y otro de cara a la opinión
pública, tanto nacional como internacional.

Las organizaciones con mayor desarrollo
organizativo cuentan con departamentos de comunicación
(generalmente compuestos por comunicadores rentados) con
conexión directa a Internet y al menos con
algún vehículo de comunicación propio
(periódicos, revistas, boletines, programas de
radio, etc.). Estos departamentos, en general, disponen de pocos
recursos y
comunicadores (en el mejor de los casos, tres) que se encargan de
múltiples tareas ligadas a la producción para sus
vehículos de comunicación propios, las relaciones
públicas, la generación de información
para los medios, cursos de capacitación, monitoreo de la prensa
escrita, etc. En otras, es el dirigente encargado del sector
quien se ocupa de estos menesteres, pero por lo general en
momentos críticos, como cuando hay que hacer una denuncia
frente a un atropello de los poderes públicos o con
ocasión de alguna actividad especial.

La utilización de sus medios o canales de
comunicación se presenta, obviamente, supeditada a las
definiciones establecidas por la organización en esta
materia. El
MST, por ejemplo, tiene el Jornal Sem Terra, periódico
mensual que se publica regularmente desde hace 20 años,
como un instrumento prioritariamente organizador; las radios para
comunicarse con públicos más amplios; la Revista
Sem Terra
para llegar al público urbano formador de
opinión; y las redes de computadoras para
hacer fluir ágilmente información a diversos
niveles y ofrecer una base de datos
a través de su página
Web. Además busca rescatar otros recursos: afiches,
exposiciones, conferencias, casetes, videos, venta de productos,
etc. para dirigirse al conjunto de la sociedad. Pero, igualmente,
hay organizaciones que, al no haber definido un norte, se han
quedado en la formalidad del instrumento, o incluso –crisis
económica mediante- sin ninguno. Quien no sabe a
dónde ir, no va a ningún lado, dice un
adagio.

Medios masivos

La otra cara de las definiciones en materia de
comunicación tiene que ver con los medios masivos de
difusión, por el rol que juegan en la formación de
la opinión pública. Aquí vemos que prevalece
una situación de ambigüedad que va de la condena a la
fascinación, no necesariamente como posiciones fijas, sino
más bien como una actitud
fluctuante. Sin embargo, esta tendencia a enfocar el asunto desde
una política comunicacional ha dado pie para que se
introduzcan matices. Al menos en dos sentidos: el uno, relativo a
las alianzas, y, el otro, respecto a la realidad misma de los
medios masivos de difusión.

Los movimientos sociales y los medios identificados como
comunicación popular, alternativa, democrática,
ciudadana, etc. han caminado juntos durante décadas, pero
no es sino últimamente que se están encontrando
realmente. Sea porque la lógica
instrumental conducía a los primeros a "aprovecharse" de
los segundos, sea porque en éstos primaba un cierto
"paternalismo" respecto de aquellos, o por muchos factores
más, el hecho es que ese caminar juntos se dio en
paralelo, con ciertas estaciones en el camino (los momentos
mayores de la lucha social) que permitían momentos
compartidos. Lo nuevo es que en esta relación se ha
introducido el sentido de alianzas, que supone reconocimiento y
respeto mutuo,
sobre la base de agendas comunes. Y este es un dato que varias de
las organizaciones consultadas lo han integrado.

Por otra parte, entre éstas también se
está ampliando la percepción
de que la crítica
a los medios como instrumentos del poder dominante, no debe
perder de vista los matices y las contradicciones que existen
entre ellos. Hay atisbos de querer aprovechar los resquicios que
dejan los medios tradicionales y avanzar en el
conocimiento de sus políticas, organización
interna, periodistas y escritores democráticos, formas de
funcionamiento y los intereses a los que responden.

Veamos nuevamente el caso del MST: para contrarrestar la
fuerte ofensiva orquestada por el gobierno federal
y la gran prensa para descalificar moralmente y aislar
políticamente al MST, éste vio que era preciso
hacer una distinción entre medios y periodistas "cooptados
por el régimen" y aquellos que tienen una posición
ética.
Entonces, desarrolla un trabajo de
sensibilización de periodistas amigos y personalidades que
escriben en la prensa, reporteros de radio y presentadores de
televisión. El resultado es que en los
grandes medios en ciertos momentos aparecen fotografías,
reportajes y artículos con un tratamiento objetivo sobre
los Sin Tierra.

En los grandes medios de difusión se puede
apreciar que existe una ley no escrita:
ignorar a los movimientos sociales, la cual, por lo general, se
rompe cuando la lucha social alcanza niveles de conflicto que no
pueden ser pasados por alto. "Somos una 'organización
noticia' y los medios se ven obligados a abrirnos espacios, esto
realmente no es porque los medios estén a favor de
nuestras luchas, sino que se ven obligados porque somos una
organización seria que hace noticia", dice un dirigente
del Consejo Coordinador de Organizaciones Campesinas de Honduras
(COCOCH).

Este criterio es corroborado por un dirigente de la
CONIC de Guatemala,
quien relata que para hacer difundir las posiciones de la
organización: "siempre estamos dependiendo de la voluntad
que haya en los medios de
comunicación de darnos un espacio. En los días
que no hay muchas noticias,
entonces sí llegan los medios de comunicación a
nuestros llamados. Nosotros de hecho somos noticia en Guatemala,
pero únicamente cuando hay manifestaciones masivas, de lo
contrario el espacio que se nos da es mínimo".

En Brasil, igualmente, para los medios la noticia es el
conflicto, señala un dirigente del MST, precisando que se
asiste a un "bloqueo sistemático a cualquier conquista que
venga del movimiento. Hicimos el lanzamiento de una semilla
agroecológica, con una gran cantidad de actividades, pero
en la prensa no salió una sola línea". Ante los
grandes medios, acota, "siempre estamos con un pie atrás,
porque les tenemos mucha desconfianza. Hasta en el momento de
mayor énfasis, cuando la prensa estaba siempre encima y
todo era noticia,
cualquier cosa, nosotros teníamos la sensación de
estar siendo sofocados con la actuación de ellos.
Entonces, analizamos: no da para que sigamos por ese camino,
ellos nos pueden colocar en escena pero el control es de
ellos, después ellos te tiran. Internamente siempre
discutimos, no podemos hacer acciones para
simplemente tener una repercusión en los medios. Esa es
una trampa, porque crea la ilusión de que la cosa
está ahí, pero no es. No podemos dejar que la
prensa determine nuestro comportamiento, tenemos mucho cuidado con eso. En
determinados momentos, incluso consideramos que hasta es mejor no
ocupar ese espacio. Consideramos que dentro del movimiento hay
cierto marco, en el sentido de que no nos interesa ocupar ciertos
espacios, ciertos programas. Y esto ha sido importante inclusive
para nuestra base interna, en tanto permite señalar que no
cabe ilusionarse con eso".

La responsable de comunicación de una
organización campesina-indígena ecuatoriana, por su
parte, relata: "Después del levantamiento los medios nos
andan dando vueltas, pero todo el tiempo tratan
de meternos la mano, incluso de imponernos quiénes deben
ser los voceros del movimiento, aprovechando a veces las
vanidades o el despiste de los compañeros; pero eso se da
porque internamente este punto dejamos suelto. Entendemos que los
medios lo que buscan son vedettes, lo cual es radicalmente
opuesto a nuestra cosmovisión comunitaria, sin embargo hay
compañeros que caen en la trampa por disputas de
liderazgos, de falsos liderazgos, que los medios inflan para
crearnos problemas
internos".

De los testimonios recogidos, queda claro que cuando se
producen hechos que los medios de comunicación no pueden
silenciar, si la organización no ha creado sus propios
mecanismos de comunicación hacia la sociedad que le
permita dar a conocer su versión sobre los hechos, lo
único que circula es la versión elaborada por la
gran prensa, que muchas veces, más que dar
expresión a las organizaciones sociales, se orienta a
deslegitimar sus acciones. Es más, cuando se llega a
niveles de polarización, como ha sucedido en Brasil,
Ecuador y
México,
países que cuentan con fuertes movimientos sociales que
cuestionan el modelo
económico excluyente (postura que ha logrado legitimarse
en la opinión pública), los sectores en el poder,
con colaboración desde los medios, han desplegado una
estrategia que
combina represión, descalificación y hasta
criminalización de la lucha social, en un intento de
aislarlos y restarles apoyo social y político.

La situación cambia en algo cuando se trata de
los medios locales fuera de las grandes ciudades, frente a los
cuales las organizaciones -particularmente las campesinas- tienen
mayor capacidad de incidencia. Estos medios -sobre todo la radio– son
importantes para llegar a las propias bases de la
organización y a un entorno local; pero cuando se quedan
en ese nivel, se hace difícil tener impacto en la
opinión pública nacional.

En términos generales, se puede decir que en las
organizaciones se está estableciendo el criterio de que
ante los medios la sola crítica no basta, sino que hay que
desarrollar acciones para ocupar espacios, sin que ello
signifique perder de vista la enorme desventaja que tienen en un
contexto en el que grandes corporaciones, tras dos décadas
de ajuste neoliberal, se han fusionado y reconcentrado en
oligopolios que son propietarios de los periódicos y
revistas de mayor tiraje, de los canales de televisión, estaciones de radio,
productoras de programas.

Como relata un dirigente campesino
colombiano: "los grandes medios de comunicación
están tomados por las empresas
transnacionales y por los grupos
económicos del país: por ejemplo, el grupo Santo
Domingo, que es el propietario de las cervezas y de la
aviación, tiene la Cadena Caracol y una empresa de
televisión, lo mismo pasa con otro grupo que monopoliza
las gaseosas y el azúcar
en Colombia y es
dueño de la otra cadena nacional de radio y
televisión". Situación que se replica en los
demás países de la región.

La tendencia general es hacia el predominio de los
intereses privados sobre los procesos de
comunicación y hacia la reducción a su
mínima expresión, o, donde sea posible, hacia la
eliminación de los medios públicos y comunitarios.
Un claro ejemplo de ello es la ofensiva contra las radios
comunitarias y populares de América
Latina y las fuertes presiones de los medios comerciales para
cerrarlas, acusándolas de "piratas" y
"clandestinas".

 

NTIC para romper el cerco

En este contexto es que las organizaciones sociales
están dando particular importancia a la Internet. Si hasta
hace poco la posibilidad de comunicar hacia la sociedad pasaba
casi exclusivamente por los medios masivos de
comunicación, cuyo control escapa a las organizaciones,
con las nuevas
tecnologías se les abren nuevos canales de
comunicación, que sin suplantar la necesidad de llegar a
los medios masivos, la complementan, con la posibilidad de
alcanzar además una audiencia internacional. "Nos
permiten, hasta cierto punto, romper los cercos informativos de
los medios de información a escala nacional e
internacional", afirma un comunicador de una organización
indígena.

Es así que en algunas organizaciones este recurso
está siendo capitalizado políticamente para "sacar
la información hacia el exterior a fin de presionar hacia
adentro". Cuando hay un conflicto y la información fluye
hacia el exterior -aprovechando la ventaja de la inmediatez que
ofrecen las redes electrónicas-
hacia puntos receptivos que reaccionan y presionan, se pueden
lograr resultados al interior del país. Esto
sucedió, por ejemplo, con el caso de la
esterilización de las mujeres llevada a cabo en el
contexto de los programas sociales del gobierno peruano:
"sólo cuando hubo una fuerte presión
internacional, el régimen de Alberto Fujimori
reaccionó y tomó cartas en el
asunto", dice una integrante de la Red de Mujeres Transformando
la Economía.

En Brasil, el MST ha dado una gran importancia al
trabajo de relacionamiento internacional tanto con las redes,
organizaciones y personalidades que los apoyan, como con la
prensa internacional, que muchas veces "se muestra
más positiva que la prensa nacional". Este trabajo incluye
un flujo de información hacia los corresponsales
extranjeros, las redes de medios globales y las organizaciones
solidarias, principalmente de Europa. Numerosos
reportajes han hecho cadenas de TV globales (como la CNN),
periódicos de alta circulación como el New York
Times
de Estados Unidos y
medios de España,
Irlanda, Inglaterra y
otros países europeos. La consecuencia de esta
política es que las élites dominantes comenzaron a
admitir al MST como interlocutor legítimo, una vez que el
Movimiento logró ejercer presión a escala
internacional y la causa de la reforma agraria alcanzó
altos niveles de aceptación ciudadana en el
país.

Algunas organizaciones están combinando las
nuevas tecnologías de información y
comunicación con otras actividades comunicacionales. El
boletín impreso Cimarronas de la Red de Mujeres
Afro Latinoamericanas y Afrocaribeñas básicamente
se elabora con los materiales que
llegan por correo
electrónico. En Ecuador, una organización
indígena ha utilizado este recurso para enviar sus
informaciones a las radios indígenas y a las redes de
radios populares y alternativas.

En otras organizaciones como el MST, la
comunicación electrónica ha permitido que el
periódico circule con noticias y fotografías de
actualidad, que son enviadas el mismo día del cierre por
los reporteros y colaboradores del periódico. "Hoy es
imposible producir el Journal Sem Terra sin la Internet.
Antes, cuando queríamos cerrar la edición
teníamos que enviar las noticias con tres o cuatro
días de anticipación, hoy, si el día del
cierre de edición acontece algo, constará en el
periódico. En cuanto a las fotos, en el
pasado, teníamos que hacer copias y enviarlas por correo,
hoy las mandamos por la Internet; desde algunos estados
todavía no es posible porque no tienen el escáner.
Con las radios ha sido más difícil combinar el uso
de Internet, porque las radios están ubicadas en lugares
en donde es muy difícil la comunicación y muchas
veces no tienen ni un teléfono. En otros casos, el servicio de
teléfono rural no es compatible con Internet", dice una
comunicadora de esa organización.

Sin embargo, las organizaciones están conscientes
de que todavía falta mucho por hacer para aprovechar de
mejor manera las ventajas que aporta Internet, como el acceso a
bancos de
datos y la
consulta de fuentes, el
archivo de
información, la velocidad de
la transmisión de la información y de las fotos, el
pedido de artículos a colaboradores del país o de
cualquier parte del mundo, etc. Pero, además, para
capitalizar su uso en la difusión de sus propios
materiales y producciones.

Notas


1
Al respecto, una de las quejas que expresan
numerosas organizaciones se refiere al tipo de mensajes que
reciben, cuyo encabezamiento es un "chorizo" de direcciones que
ocupa varias pantallas de la
computadora, antes de llegar al (a menudo escueto) contenido.
Esta forma de enviar los mensajes (sin aprovechar las técnicas
que permiten esconder la lista de direcciones) es lo que se
presta, a la vez, a la reproducción ad infinitum de listas de
distribución, y, por ende, a un sin fin de
mensajes no solicitados (aún cuando algunos de ellos
pueden ser de interés).


2
La frecuente ausencia de fecha en los
materiales en la Web es otro obstáculo para el lector
externo.


3
Es conocido que el usuario tiene mayores
dificultades para leer un texto en la
pantalla que un texto impreso (las últimas investigaciones
indican que en Internet se lee un 25% más lento que un
periódico). Se sugiere que los textos diseñados
para leer en la Internet tengan diseño
sencillo, sin imágenes
sofisticadas, y un estilo de redacción sucinto, con párrafos
cortos (una idea, un párrafo), uso de intertítulos, letra
fácil de leer, y un ancho de columna que no rebase las 10
palabras. En cuanto a la impresión, ella se complica, por
ejemplo, con letras en blanco sobre fondos negros o de colores y con las
páginas con muchos recuadros.


4
En 1997, incluso la poderosísima Red O
Globo del Brasil difundió en horario estelar la telenovela
"O rei do gado" -reprisada luego en los demás
países del continente, igualmente en horario estelar- que
tenía como tema de trasfondo al MST.

Capítulo 5.

Un proceso en
proceso

La presencia de los movimientos sociales en la Red,
tanto en América
Latina como en otras partes del mundo, ya es una realidad que va
cobrando importancia. No precisamente por razones que tengan que
ver con "impactos" espectaculares —pues bajo este
barómetro no pasaría de ser una irrupción
modesta y, quien sabe, hasta insignificante—, pero
sí en términos de pertinencia
socio-política. Es decir, esa importancia, más que
al número de organizaciones y coordinadoras sociales
conectadas a la Internet, se remite al hecho de que son actores
con impacto social empeñados en apropiarse de esta
tecnología, sacar las mejores ventajas que
ofrece —volumen de
información, velocidad de transmisión, etc.—,
en función de sus objetivos.

En este sentido, no se trata de una presencia
anecdótica ni de una exquisitez de organizaciones que
pueden permitirse este "lujo", sino de una consecuencia
práctica de fuerzas que pujan por gravitar en el espacio
público, que en la dimensión contemporánea
—redes mediáticas mediante— se presenta cada
vez más como un espacio simbólico y reticular. De
ahí que al conectarse a la Internet no sólo apuntan
a colocar temas socialmente relevantes y expresar su pensamiento
propio, sino también a reforzar sus articulaciones y
ganar mayor contundencia en su accionar.

Habida cuenta del carácter interactivo que ofrece la Red, la
presencia de los movimientos sociales en ella ha conllevado a
poner sobre el tapete un asunto central: el rescate del
vínculo que históricamente existió entre
comunicación y acción.
Éste ha venido rompiéndose paulatinamente desde
hace un siglo y medio con la irrupción del
telégrafo y las posteriores tecnologías de
comunicación, que —para decirlo en palabras
redondas— establecieron el mundo de los "mass media" y la
consecuente "sociedad del espectáculo".

Sin embargo, no cabe alimentar ilusiones sobre salidas
fáciles, pues para aprovechar esas oportunidades, las
organizaciones con bases sociales que conforman tales movimientos
se ven enfrentadas a serios desafíos para sortear
obstáculos, integrar nuevas capacidades y adecuar su
funcionamiento. Es más, en un sentido general, aun
encarando tales desafíos, bien puede ser que para entonces
Internet haya dejado de ser ese espacio abierto y libre que hasta
hoy le caracteriza, pues el círculo se está
cerrando ante las presiones de los poderes fácticos para
imponerle regulaciones. Y, como suele suceder, cuando lo que
prevalece es el "todo vale", la mínima oportunidad
será aprovechada al máximo para imponer la ley del
más fuerte.

La apropiación social de la
Red

La apabullante difusión del discurso
promocional sobre las nuevas tecnologías de
información y comunicación, y su énfasis en
el aporte de éstas para el desarrollo, han influido para
que sean conocidas y tomadas en cuenta por las organizaciones
sociales, pero limitando el panorama al uso de aplicaciones.
Desde la lógica social de apropiación
tecnológica, tratándose de un área tan nueva
y desconocida, un mejor entendimiento de las oportunidades, retos
y obstáculos y de sus implicaciones en un marco
socio-organizativo, se torna una exigencia para que las
organizaciones alcancen mejores posibilidades de optimizar el
aprovechamiento de esos recursos, para sus fines y
aspiraciones.

Bajo esta perspectiva, la propuesta de capital
informacional
se presenta como una categoría
analítica interesante para avanzar en la
comprensión de los procesos de apropiación de las
nuevas tecnologías de información y
comunicación por parte de actores sociales colectivos, en
general. En este viaje exploratorio, precisamente, esa pista ha
permitido desentrañar aspectos relevantes para el quehacer
de las organizaciones sociales en el mundo de las redes
electrónicas y de las comunicaciones.

En el plano práctico del acceso a la Internet,
las condiciones de la infraestructura instalada en
América Latina registran todavía un gran desfase en
comparación con los países desarrollados, pero en
la mayoría de países son lo suficientemente
accesibles como para permitir la conectividad en condiciones
regulares, por lo menos en las ciudades.

El estudio realizado ha permitido constatar que,
respecto al equipamiento y acceso, el afán de poder
comunicarse mejor constituye la principal motivación
inicial para que las organizaciones se conecten a Internet. En
muchas casos, esta motivación surge de su participación
en dinámicas de redes o coordinaciones regionales, que han
incorporado el correo electrónico como uno de sus
principales soportes para la intercomunicación.

La precaridad de dotación en infraestructura
constituye, sin embargo, uno de los principales obstáculos
para ello. Aun en los casos que han logrado un nivel aceptable de
equipamiento, las necesidades siguen creciendo más
rápidamente que las respuestas, sobre todo cuando se trata
de organizaciones con amplias bases sociales que buscan
incorporar la comunicación electrónica para
dinamizar la comunicación interna.

No obstante, los ejemplos demuestran que cuando una
organización ha identificado con claridad sus necesidades
de comunicación, encuentra soluciones a
las carencias, al menos para lo más esencial. En todo
caso, si bien la infraestructura es un requisito, el nivel de
equipamiento y conectividad no es un indicador del grado de
aprovechamiento de los recursos de la Internet, pues éste
implica además conocimientos, lenguaje,
formación y destrezas en el manejo. Es por eso que, aun
contando con los equipos más modernos, cuando no existe un
proceso de apropiación de la tecnología y de los
flujos de información, los resultados aparecen
mínimos.

En lo que se refiere a la utilización de la
tecnología
, si bien por lo general la
incorporación de la computación, y por ende del correo
electrónico, se ha manejado primero con un criterio
principalmente administrativo, ahora, entre las organizaciones se
ha generalizado el criterio de que las nuevas tecnologías
de información y comunicación permiten dinamizar y
fortalecer su quehacer, principalmente en dos áreas: por
una parte, en el funcionamiento en red o "networking", y por
otra, en las actividades de información y
comunicación.

El correo electrónico es el primer y principal
servicio de Internet utilizado, reflejo del hecho que, para las
organizaciones sociales, la Internet es ante todo un instrumento
de interrelación y enlace. Con el correo
electrónico y las listas de intercambio, por primera vez
tienen a su disposición un recurso para comunicarse entre
ellas en red, en forma horizontal y descentralizada. De hecho,
mientras mayor inserción tienen en dinámicas de
redes, más indispensable encuentran el uso del correo
electrónico. El uso de la Web, si bien tiende a
incrementarse, sigue ocupando un lugar secundario.

Una limitación que ha reducido la posibilidad de
adaptar la tecnología a las necesidades propias es el
hecho que el acercamiento a la computación ha estado pautado
por un sentido de aplicación de programas preestablecidos,
alentado por los proveedores de
equipos y programas.

En respuesta a nuevas necesidades y exigencias que van
surgiendo, algunas organizaciones han emprendido un proceso de
apropiación de la tecnología, buscando sacar
mejor provecho de ella, sea para su funcionamiento interno, para
el relacionamiento externo o para el trabajo de
información y comunicación. Ello desencadena
readecuaciones internas —unas planificadas, otras
más intuitivas— que consisten, según el caso,
en un nuevo reparto de tareas y responsabilidades, la
asignación de infraestructura y servicios de
conexión, o la asignación y formación de los
recursos
humanos.

Tener una computadora
conectada a Internet acelera el ritmo de las comunicaciones y de
allí surgen nuevas necesidades de comunicar, lo cual, si
bien a veces genera roces con la cadencia acostumbrada en las
organizaciones, paulatinamente provoca cambios en los tiempos y
formas de organización. Ello no es problema cuando se
canalizan estos cambios en un sentido constructivo; pero dejarse
arrastrar por el movimiento inercial sí puede traducirse
en situaciones conflictivas.

A menudo, las organizaciones comienzan a implementar un
reordenamiento interno a partir del momento en el que se percibe
que es necesario ocuparse de la gestión
de información, para no dejarse apabullar por la
sobrecarga que viene aparejada con el acceso a esta
tecnología.

Es decir, se busca respuestas en el plano de la
organización interna a partir de la constatación,
en la práctica, de que este tipo de tecnología es
más que un accesorio técnico-administrativo. De
hecho, cuando una organización entra a Internet, no
sólo se está conectando con una red de computadoras
para recibir y enviar mensajes, sino que se incorpora a un tejido
de flujos y redes ligadas a dinámicas sociales. Es este
entorno de dinámicas lo que termina incidiendo sobre la
organización y paulatinamente conlleva a desplazamientos
organizativos.

A medida que más personas de la
organización comienzan a utilizar directamente Internet,
se incrementan las necesidades de formación. La
capacitación y formación son subrayadas como
necesidad apremiante, tanto en lo específicamente
técnico, como para el manejo de los flujos de
información, y respecto a los criterios para definir
políticas.

En el plano de la apropiación informativa,
las organizaciones se encuentran ante la necesidad de desarrollar
nuevas destrezas para el manejo de información, para que
sea un insumo útil y oportuno para las distintas
áreas de trabajo. La sobreinformación, justamente,
es considerada como el principal problema nuevo que encuentran
con el uso de Internet.

La experiencia demuestra que si no se adoptan las
medidas del caso para gerenciar la información, el hecho
de conectarse a Internet puede incluso acarrear más
problemas que soluciones. Como se sabe, una información,
cualquiera sea, sólo se torna pertinente en
relación a un actor dotado de proyecto. Para
muchas organizaciones, sin embargo, desarrollar los criterios y
mecanismos que permitan diferenciar con agilidad la
información útil de la que no lo es, sigue siendo
una materia pendiente que buscan resolver.

En cuanto a la difusión de información
propia, la mayoría estima que produce muy poca
información y reconoce que uno de los principales
obstáculos es la carencia de políticas al respecto.
En la práctica, la producción de información
fluctúa con las coyunturas. Un cambio
significativo es que, con la introducción del correo electrónico,
ellas han encontrado un mecanismo para apelar rápidamente
a la solidaridad
nacional e internacional en momentos de emergencia. Por lo menos
en estas coyunturas la información tiende a fluir, lo que
no sucedía pocos años atrás.

Existe una gran expectativa entre las organizaciones
respecto a poder iniciar o ampliar su difusión en la Web,
con miras a tener una mayor proyección pública,
pero se lo sigue percibiendo como un paso más elevado y
complejo que la difusión por correo electrónico y
listas. Aun cuando logran cruzar el umbral, la sostenibilidad y
regularidad de actualización plantea dificultades.
Aquí también, ellas reconocen que el problema de
fondo reside en la carencia de políticas, como
también en la falta de mecanismos para convertir la propia
experiencia y accionar de la organización en
información. No faltan, desde luego, notables casos de
sitios web que han logrado establecer una regularidad de
actualización y una audiencia apreciable.

Las ventajas de la Internet para el funcionamiento en
red
son percibidas tempranamente por las organizaciones,
gracias a su participación en coordinaciones
internacionales. Muchas tienen presente que cuando fluye
información, se facilitan los procesos de consulta,
formación de opiniones, construcción de consensos y toma de
decisiones colectivas. Es en este sentido que aspiran
extender su uso a nivel interno, cuestión que no
necesariamente resulta fácil por los obstáculos que
se interponen: no sólo por los costos y los
problemas de infraestructura entre las afiliadas, sino
también por las carencias de formación y el poco
hábito del uso de Internet entre la dirigencia.

En la práctica, se constata que el funcionamiento
en red es más fluido a nivel de las coordinaciones
internacionales que a lo interno de las organizaciones
nacionales. Aun allí, el hecho de estar interconectadas en
red no basta en sí para asegurar la participación y
las decisiones tienden a ser asumidas por las organizaciones
más dinámicas.

Un número creciente de organizaciones sociales
asume que un reto pendiente es el desarrollo de
políticas y estrategias de comunicación,
como condición para poder afirmar su visibilidad e incidir
con mayor fuerza en el
debate
público, como también para fortalecer internamente
a la organización. De hecho, es en razón de esta
doble preocupación que las actividades de
comunicación son encaradas básicamente en dos
niveles: las que se dirigen hacia las bases y las que se orientan
hacia la opinión pública, nacional o
internacional.

Entendiendo que la comunicación no se limita al
ámbito de la producción mediática, sino que
es consustantiva a las relaciones humanas, algunas organizaciones
lo han asumido como un eje transversal del conjunto de sus
actividades, de manera que cada acción integra un
componente comunicacional.

Con relación a los medios masivos de
difusión, el criterio general es que en éstos
prevalece una concepción elitista que
sistemáticamente ignora a las expresiones sociales
organizadas. Cuando se rompe esta regla, suele ser en momentos de
conflicto, mas no para hacerse eco de los logros y propuestas que
ellas anteponen. La novedad, en todo caso, radica en el hecho de
que varias organizaciones han asumido que no basta con la queja
ni la condena, sino que el desafío pasa por definir
políticas para gravitar en los espacios mediáticos, sin perder de vista la enorme
desventaja que tienen en este plano.

Es en este marco que se viene procesando una
valoración de Internet, en tanto ofrece posibilidades para
comunicar hacia la sociedad, sin depender únicamente de la
buena voluntad de los medios masivos de difusión. Es
más, que la Red permite llegar a una audiencia
internacional, cuyo eco, en determinadas circunstancias, como los
casos de represión o las luchas sociales, ayuda a ejercer
presiones hacia las instancias nacionales. Incluso cuando una
organización o lucha se vuelve noticia internacional, los
propios medios nacionales a veces se sienten presionados a
tomarla en cuenta.

Aprender a aprender

De manera apretada, estos son algunos puntos relevantes
que este estudio logró recoger y que han servido de
insumos para dilucidar colectivamente sobre las posibles pistas
de salida a los obstáculos y carencias identificados, en
la perspectiva de capitalizar de la mejor manera las "virtudes"
de Internet en función del sentido de cambio que mueve a
las organizaciones sociales. De hecho, este estudio, pautado por
diálogos e intercambios, ha sido parte de un proceso de
aprendizaje
continuo, de compartir experiencias, conocimientos, aciertos y
errores, que básicamente ha buscado colocar interrogantes,
asumiendo esa máxima que dice: "nadie busca respuestas a
preguntas que no se plantea"

Es decir, no ha pretendido encontrar "buenas
prácticas" ni identificar modelos a
seguir, pues con la velocidad de los cambios que se registra en
el ámbito de esta tecnología y la complejidad
creciente del mundo de la comunicación, cualquier modelo
queda rápidamente desfasado, y pretender aplicarlo en otro
contexto cuando más puede ser una operación de
buenas intenciones, pero, de seguro,
inútil. Y es que el reto pasa por descifrar las
lógicas e identificar las grandes tendencias, para
elaborar estrategias acertadas.

En efecto, en la actualidad, el espacio público
se ha transformado en un espacio donde los diversos actores que
aspiran gravitar en él, precisamente, tratan de hacerlo al
amparo de
estrategias comunicacionales, para lo cual buscan dotarse de
mecanismos y estructuras
propias: departamentos de relaciones públicas o
comunicación, sondeos, campañas, materiales
informativos o publicitarios… y, por supuesto, espacios en la
Internet, la cual ha multiplicado las voces que pugnan por
hacerse oír en el ágora pública. La
cuestión es saber quién escucha.

Ante esta situación, las organizaciones se
encuentran en una encrucijada: sienten la necesidad de comunicar
sus puntos de vista y propuestas, pero a la vez encuentran que
invertir tiempo y recursos en una serie de intervenciones
puntuales y operativas conlleva fácilmente al desgaste,
con un impacto a veces apenas mayor que el mismo silencio. Es por
ello que hay un reconocimiento cada vez mayor de la importancia
de definir políticas y estrategias, destinadas a lograr un
efecto mayor con el mínimo de desgaste y permitir que
puedan moverse con solvencia y de manera sostenible en este mundo
complejo.

Otro aspecto, concomitante, tiene que ver con los
acelerados cambios que se vienen operando en diversos
ámbitos del convivir social, de modo que los conocimientos
de ayer ya no son necesariamente suficientes para responder a las
nuevas realidades. Actuar en un mundo cada vez más
interconectado requiere de nuevos conocimientos que
difícilmente se los puede adquirir sólo a partir de
la experiencia local. La presión para mantenerse al
corriente de lo que acontece más allá de los
círculos inmediatos se torna, por tanto, mucho mayor que
en épocas anteriores. Y es en este sentido que Internet
aparece como un recurso excepcional por su capacidad para ampliar
y acelerar los intercambios y flujos de información. Pero
una cosa es la abundancia de información y otra, la
capacidad de recuperar aquella que es pertinente, lo cual implica
no sólo destrezas de búsqueda en esa masa
informativa que crece exponencialmente, sino también
claridad de propósitos. Esto es, estrategias para lograr
el aprovechamiento óptimo del potencial que ofrece tal
recurso.

Estas problemáticas están presentes en
muchas organizaciones sociales de la región, pero se dan
cuenta que las respuestas no pueden ser instantáneas, sino
que exigen de un proceso que, entre otras, incluye una
revalorización de la comunicación dentro de su
quehacer. Las que han avanzado más en este proceso
también han entendido que la creatividad es
fundamental, pues saben que una acción exitosa,
reproducida ad infinitum, termina desgastándose con
el uso.

En esta línea, los actores sociales que
están empeñados en encontrar pistas de más
largo aliento frente a la complejidad de esta nueva realidad
comunicacional, encuentran que el hecho de abordarlas en el marco
de las coordinaciones y redes en las que ellos participan
favorece el refuerzo mutuo, el aprendizaje de
experiencias afines, ahorro de
recursos y esfuerzos y una proyección mayor. Es el caso,
por ejemplo, de la CLOC, para la cual la comunicación ha
sido un elemento presente en sus definiciones y programas de
formación, con un enfoque hacia las estrategias, desde sus
inicios.

La participación en dinámicas colectivas
se presenta como uno de los factores más importantes para
la asimilación y el desarrollo conjunto de nuevos
conocimientos, que están permitiendo a las organizaciones
sociales actuar con mayor solvencia en el mundo actual. Los
intercambios que se implementan en las redes de organizaciones
afines no solo propician la apertura a enfoques y
problemáticas nuevas, sino que también contribuyen
a consolidar la comprensión que cada integrante
había elaborado a partir de su propia realidad.

Es así como, temas que una organización
inicialmente no había contemplado o no les había
asignado la debida importancia desde su propia dinámica
interna, con su participación en espacios de coordinación terminan siendo asumidos en
razón de la valoración que les otorga el conjunto.
En el marco de la CLOC, por ejemplo, es lo que ha pasado respecto
a los peligros de los plaguicidas y de las semillas
transgénicas. Pero asimismo, en estos procesos de
intercambio cada organización encuentra que sus
problemáticas son comunes a las demás, se enriquece
con otros abordamientos y experiencias, de modo tal que esos
conocimientos extraídos a partir de su realidad inmediata
se consolidan con una visión más universal. Lo
cual, a la postre, coadyuva a que sus actuaciones en la esfera
pública adquieran mayor contundencia.

A los intercambios vivenciales entre organizaciones,
cuya frecuencia es más bien esporádica, se
añaden ahora flujos de información más
frecuentes entre ellas a través de Internet,
complementados por otros aportes, por ejemplo de listas
temáticas donde participan otros actores. De esta manera
se ha venido consolidando un proceso de enriquecimiento mutuo,
tanto en aspectos teóricos como
prácticos.

Para tales organizaciones, no cuenta tanto la existencia
de una masa de información de fuentes desconocidas e
indistinguibles, accesible por Internet, cuanto que la confianza
en fuentes conocidas. Por ello son claves los espacios de
intercambio en línea que se crean en el marco de las
coordinaciones. En algunas coordinaciones se está
buscando, justamente, la manera de dar mayor consistencia y
regularidad a los flujos de intercambio interno. Una
opción que ha demostrado su efectividad es asignar a una
instancia la responsabilidad de facilitar las listas y
alimentarlas con insumos pertinentes. Esta solución
ofrece, además, la posibilidad de ahorrar esfuerzos, pues
buena parte del trabajo de rastreo y selección
de información se hace de manera compartida.

A nivel de cada organización, para que estos
flujos de información puedan efectivamente convertirse en
conocimientos útiles para el desarrollo de la
organización, se ha visto que, más que conseguir
expertos, lo que cuenta es capacitar a personas que tienen claro
los propósitos de ésta, para que monitoreen e
identifiquen la información útil y la canalicen
oportunamente hacia quienes corresponde.

La participación en redes de intercambio es para
muchas organizaciones lo que las motiva a compartir su
información y experiencia con otras. Asimismo, cuando
deciden establecer un área específica de
comunicación, en el marco de la búsqueda de una
mayor incidencia social, se registra una nueva valoración
del conocimiento
propio en tanto motivo e insumo para las actividades
comunicacionales hacia la sociedad.

Este proceso de revalorización es particularmente
evidente entre las organizaciones indígenas, quienes, ante
el gran interés que ha suscitado mundialmente la
cosmovisión indígena como respuesta a la
depredación ambiental, se plantean sistematizar y difundir
la esencia de sus culturas, y contribuir así al
enriquecimiento del conocimiento global con su propio valor
agregado.

No obstante, desbloquear y dar sostenibilidad a su
capacidad de sistematizar y compartir sus propuestas, logros,
conocimientos y experiencias es uno de los pasos que las
organizaciones sociales han encontrado más
difíciles de franquear. Los obstáculos son varios:
carencias de tiempo, personal o
recursos, falta de definición de objetivos y de mecanismos
adecuados, o incluso la insuficiente valoración de la
riqueza de la experiencia propia y de su posible aporte para
otros.

A menudo, producir información exige un esfuerzo
especial que luego no se puede sostener. Por ello es frecuente,
por ejemplo, que si se llega a crear un sitio web, éste no
se actualiza. Por lo general, las organizaciones que han logrado
niveles de superación en este plano son las que han
asumido que la comunicación es un elemento
programático de todo el quehacer de la
organización.

En los últimos años se ha registrado un
cambio significativo entre las organizaciones sociales de la
región, en cuanto a su percepción de la
comunicación y de la importancia que se le da al interior
de ellas. De una visión inicialmente instrumental (o sea,
restringida al aspecto de los medios, en tanto instrumentos), no
pocas organizaciones han comenzado a visualizar las
múltiples dimensiones de la comunicación: entre
ellas, su papel en las relaciones humanas, en las
dinámicas organizativas internas y externas, los nuevos
espacios comunicacionales.

Sin embargo, para que esta sensibilidad se traduzca en
la concreción de condiciones y recursos reales para la
implementación de políticas y estrategias, hay
todavía un camino por recorrer. Por ello, una de las
enseñanzas que deja esta experiencia es que será un
proceso largo y gradual. Por lo general, lo que más demora
es la fase de arranque, pues también queda en evidencia
que una vez que las organizaciones tienen un cierto camino
recorrido, mejores son las condiciones para asimilar nuevos
aprendizajes e implementarlos.

Por supuesto, la elaboración de una
política de comunicación tendrá en cuenta
otros aspectos, dependiendo del carácter de la
organización, su trayectoria, sus propósitos y
agenda, la situación de su entorno, y muchos más.
Después de todo, a cada cual, desde su realidad
específica, le compete articular debidamente estrategia,
proceso y recursos humanos y técnicos, para que la
política trazada pueda alcanzar los objetivos
propuestos.

Políticas de comunicación y las
NTIC

En los
intercambios realizados en el marco de este estudio, se han
podido identificar ciertos aspectos a tener en cuenta en el
momento de elaborar políticas de comunicación,
con el apoyo de las NTIC. Ellos incluyen entre
otros:

La identificación de las
distintas necesidades de comunicación de la
organización, tanto a lo interno, como hacia fuera;
fijación de prioridades; asignación de
responsabilidades y búsqueda de soluciones a las
necesidades de equipamiento de las diferentes áreas de
trabajo.

La definición de
criterios y mecanismos para el monitoreo, selección y
redistribución de información dentro de la
organización; la definición de políticas y
mecanismos para compartir información entre
departamentos.

La identificación de los
destinatarios estratégicos en la sociedad, tanto a nivel
nacional como internacional; de medios, periodistas y
formadores de opinión democráticos; la
definición de la información a ser enviada a los
diversos destinatarios.

El fortalecimiento de los
vehículos y productos para la difusión
informativa; la regularización de los medios internos en
respuesta a las necesidades de fortalecimiento organizativo; la
integración o complementaridad de los
recursos de Internet con los otros medios de difusión.
En este marco, está la producción y
renovación de los sitios web, y la integración de
esta actividad al funcionamiento cotidiano, a fin de darle
sostenibilidad.

La capacitación y
formación permanente de recursos humanos, a todos los
niveles, como parte de la programación regular, que contempla desde
las destrezas y manejo de los recursos técnicos, hasta
una formación específica para quienes administran
la información, comunicadores y dirigencias. Aspectos
prioritarios identificados para la capacitación
incluyen: criterios, mecanismos y técnicas para
responder a la sobreabundancia de información; criterios
de manejo para tener una presencia en los espacios
electrónicos, conservando la credibilidad como fuente;
criterios para elaborar políticas y estrategias de
comunicación, incluyendo una comprensión
más a fondo de las NTIC.

En el marco de las
coordinaciones y redes, la definición de
políticas y mecanismos para la dinamización y la
facilitación de las listas de intercambio, el
establecimiento de mecanismos de consulta y toma de
decisión colectiva, y el perfil que proyectará la
coordinación en Internet.

Construcción de
alternativas

Una de las motivaciones que ha animado los procesos de
articulación social en la región, es la posibilidad
de buscar respuestas conjuntas a problemas comunes, como
alternativa para congregar y multiplicar —más
allá de la simple suma— las energías
dispersas. La comunicación y las nuevas
tecnologías, por sus cualidades particulares
(interactividad, redes, proyección pública, etc.),
conforman una área especialmente apta para tender puentes,
compartir, cooperar, intercambiar y desarrollar nuevos
conocimientos, propuestas y perspectivas.

La Comunidad Web de
Movimientos Sociales constituye una respuesta práctica en
este sentido. Con el portal en la Web, las coordinadoras
participantes y sus integrantes cuentan con un espacio para la
difusión internacional de sus problemáticas,
trayectorias, acciones y propuestas.

En el desarrollo concreto, ha
sido una oportunidad para explorar respuestas prácticas a
muchos de los retos y problemas que surgen al ingresar a este
nuevo medio: establecimiento de espacios comunes para afirmar el
sentido colectivo e incrementar la visibilidad; creación
de bases de datos e
interfaces para facilitar el manejo técnico;
combinación de web con listas de correo
electrónico, para ampliar la difusión; diseño de
sistemas de clasificación y búsqueda;
complementación de los ritmos diferenciados de
producción de las organizaciones; difusión de
información de aquellas que aún no tienen sitio
propio; superación de problemas de las listas de
intercambio, entre otros.

Pero además, esta vitrina pública
está sustentada en un espacio colectivo de intercambio,
reflexión, formación y construcción, cuyo
propósito es el fortalecimiento de la capacidad de las
diversas organizaciones para intervenir en Internet —y en
el mundo de la comunicación en general—, en
función de sus propias metas. Es así que, en esta
primera fase, ha permitido aprender a aprender mutuamente de las
experiencias de cada una, reforzar las respectivas fortalezas y
suplir las debilidades, alentar la superación de la
lógica instrumental de la comunicación, y, en
general, entender mejor la problemática reflexionando
colectivamente sobre las implicaciones de la comunicación
y las nuevas tecnologías en la sociedad actual. En suma,
una iniciativa de actores sociales que se enmarca en la
afirmación del derecho a la comunicación,
propiciando la construcción de propuestas y alianzas para
el recambio social.

Aunque el discurso celebratorio se empeñe en
hacernos creer que con el espectacular desarrollo
tecnológico registrado en el campo de las comunicaciones,
la humanidad ha entrado en una fase promisoria de futuro feliz,
cualquier observación atenta de lo que está
pasando en el mundo no puede dejar escapar que los desequilibrios
y desigualdades se han incrementado, a medida que se intensifica
la concentración del control y propiedad de
tales recursos en pocas manos. Contando para ello con el respaldo
de reformas políticas y legales que los centros de poder
tratan, por todos los medios, de imponer al conjunto de
países del planeta.

Lo que la realidad nos muestra es que, como
señala la Carta de Cuscatlán, emitida al
término del Foro Internacional
"Comunicación y Ciudadanía" (1998), "las tendencias
dominantes en curso subordinan el carácter social de la
comunicación al poder económico y avanzan en
contrasentido a una de las conquistas más importantes de
la humanidad: el derecho a la información y a la libertad de
expresión cuyo ejercicio pleno requiere una pluralidad
de fuentes, una pluralidad de medios de información y su
gestión democrática y transparente".

Como no se trata de tendencias inexorables, aunque
sí muy poderosas, de a poco, desde los movimientos
sociales y ciudadanos se ha venido conformando una corriente que
busca revitalizar la lucha por la democratización de la
comunicación de cara a las nuevas realidades. Ya no es
cuestión de solamente buscar formas alternativas para "dar
voz a los sin voz", en contraposición a la lógica
excluyente de los sistemas
comunicacionales del establecimiento, sino de disputar sentidos y
proyectos con
propuestas alternativas respecto al marco de normas legales,
las condiciones y reglamentos en la esfera económica, los
derechos y
garantías ciudadanas, los programas de desarrollo, los
códigos de ética de los medios, entre otros
aspectos.

Asistimos, pues, a una búsqueda para elaborar una
agenda social en materia de comunicación, que en las
circunstancias implica abordar de manera crítica a las
nuevas tecnologías de información y
comunicación, no sólo en el sentido de
desmistificar la retórica seductora del discurso
promocional que se ha ocupado de ellas, sino para profundizar en
la comprensión de su naturaleza y
de las implicaciones de la llamada sociedad de
información.

Es una corriente que se encadena críticamente con
iniciativas pasadas que enarbolaron esta causa, por tanto,
estableciendo rupturas y reformulaciones. La novedad mayor, sin
duda, radica en que busca articularse como parte de un movimiento
social que pugna por reconstituir el espacio público
—rescatando su autonomía ante el tradicional
tutelaje del Estado—, sobre la base del reconocimiento de
los diversos y diferentes actores sociales, sin exclusión
alguna, y, por tanto, del ejercicio pleno de ciudadanía.
Lo cual implica rescatar el sentido de la comunicación
como un proceso interactivo abierto, —reiterando— sin
exclusiones, para la construcción de los consensos
sociales.

Como telón de fondo de este movimiento social
emergente se encuentra un cambio importante en el seno de un
creciente número de organizaciones con base social: la
incorporación de las demandas en torno a la
comunicación en sus plataformas de lucha, cuando hasta no
hace mucho era visto como un problema ajeno, reservado a los
especialistas y actores vinculados directamente al sector.
Enfoque, por lo demás, reforzado por el énfasis en
el carácter de grupo de presión que éstos
habían imprimido a su accionar.

Debido a estas circunstancias, importantes esfuerzos
propositivos de cara a la democratización de la
comunicación, impulsados por una variedad de instancias
—desde los medios de comunicación alternativos y
comunitarios, pasando por las preocupadas por la
apropiación social de las NTIC, hasta las asociaciones y
gremios del sector—, difícilmente habían
logrado trascender sus círculos inmediatos.

La convergencia que ha comenzado a gestarse entre
organizaciones sociales y las instancias vinculadas directamente
al quehacer de la comunicación, sin embargo, abre nuevas
perspectivas en la defensa del derecho a la comunicación.
No sólo en el sentido de que para las primeras significa
la posibilidad de enriquecer su quehacer y planteamientos en este
ámbito, y para las segundas, ampliar su radio de
interlocución, sino que establece una dinámica para
avanzar en la formulación de una agenda social de la
comunicación, volcada a construir otro mundo
posible.

Puntos de
agenda

Entre los puntos
de agenda señalados en dos eventos sobre
comunicación y ciudadanía realizados en la
región
1,
que constituyeron un punto de encuentro y diálogo entre ambos sectores, podemos
destacar:

el reconocimiento del derecho a
la comunicación como elemento fundamental de la vigencia
democrática y necesario al ejercicio de los demás
derechos
humanos;

la necesidad de abrir un debate
público sobre el impacto y consecuencia de la
concentración monopólica en el campo de la
comunicación y las prioridades del desarrollo de las
NTIC;

el desarrollo de acciones para
frenar el proceso de monopolización de los medios y
sistemas de comunicación y la mercantilización de
la información;

el desarrollo de una
información diversa, plural y con perspectiva de
género;

el apoyo a la creación de
medios de comunicación públicos de
carácter ciudadano: bajo control de la sociedad civil
y financiados según el principio de la economía
solidaria.

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Información

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ANAMURI – Asociación Nacional de Mujeres Rurales
e Indígenas (Chile)

APC – Asociación para el Progreso de las
Comunicaciones

ATC – Asociación de Trabajadores del Campo
(Nicaragua)

CLOC – Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones
del Campo

CEPAL – Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (de Naciones Unidas)

COCOCH – Consejo Coordinador de Organizaciones
Campesinas de Honduras

CONAIE – Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador

CONIC – Coordinadora Nacional Indígena y
Campesina (Guatemala)

CWMS – Comunidad Web de Movimientos Sociales

FCOC – Frente Continental de Organizaciones
Comunales

FMI – Fondo Monetario Internacional

MST – Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra
(Brasil)

NTIC – Nuevas tecnologías de información y
comunicación

OIT – Organización Internacional del
Trabajo

OMC – Organización Mundial del
Comercio

ONU – Organización de las Naciones
Unidas

PNUD – Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo

REMTE – Red de Mujeres Transformando la
Economía

RMAA – Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y
Afrocaribeñas

TIC – Tecnologías de información y
comunicación

UIT – Unión Internacional de
Telecomunicaciones

Notas:


1
Se trata del Foro Internacional
Comunicación y Ciudadanía
(San Salvador,
septiembre de 1998) y del Taller Comunicación y
Ciudadanía
(en el marco del Foro Social Mundial, Porto
Alegre, enero 2001). En ambos eventos participaron tanto
representantes de organizaciones sociales como del sector de la
comunicación, principalmente de América
Latina.

 

Osvaldo León,

Sally Burch,

Eduardo Tamayo
ALAI, septiembre
2001
http://alainet.org/publica/msred/

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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