En 1975, 119 opositores a la dictadura militar
chilena murieron indefensos y pasaron a engrosar la lista de los
detenidos desaparecidos. Los diarios oficialistas de la
época fueron cómplices de una burda campaña
de desinformación y manipulación de los
hechos.
Pocos periodistas de izquierda que ejercieron en Chile,
en la prensa de derecha
durante la dictadura de
Augusto Pinochet, han tenido el valor de
reconocer que sintieron miedo o no quisieron saber de los
horrores que cometía la policía política en las
década de los setenta y ochenta. Uno de estos
profesionales fue la periodista María Angélica de
Luigi, que durante varios años escribió en la
sección política del Cuerpo D de El Mercurio, el
decano de la prensa nacional y uno de los principales
instigadores del golpe militar de 1973, y nunca se atrevió
a escribir y menos a sugerir, en las reuniones de pauta, temas
vinculados a los derechos humanos.
El mea culpa de la periodista puso sobre la mirada de la
opinión
pública a todos aquellos profesionales que por
diversos motivos tuvieron que trabajar en la prensa adicta al
régimen de Pinochet, sobre todo a quienes cumplieron roles
directivos o cubrieron frentes sensibles como política,
tribunales o policía. El testimonio de María
Angélica de Luigi dejó al descubierto a muchos
otros periodistas que olvidaron su deber con la verdad y bien
común, y que pudiendo nunca escribieron o investigaron
sobre las violaciones a la vida que se cometían a diario
en el país.
Lo que sigue es un extracto de su carta
pública aparecida en el
periódico The Clinic, en su edición
del 9 de diciembre de 2004, uno de los pocos medios
alternativos que hoy circulan en Chile: "Lo siento. Mientras
Mónica González, Patricia Verdugo, la Camus, la
Monckeberg, la dulce y angustiada Elena Gaete, del Apsi,
arriesgaban la vida, yo me daba gustos de perra fina bajo los
aleros de El Mercurio.
Gustitos: escribir bien, forzar preguntas inteligentes,
poner en aprietos, colar entrelíneas sofisticadas.
¿Alguien planteó en alguna pauta en El Mercurio que
había que hacer un reportaje a los cuarteles de la Dina?
Yo tampoco. No puedo culpar a nadie. Nunca se me censuró.
Perra. Mientras a otras chilenas les rompían la vagina con
animales,
botellas, electricidad, les
daban puñetazos y mataban a sus hijos y padres, yo le
leía cuentos a mi
hijo, pololeaba, iba a las cabañas de los periodistas en
El Tabo, usaba suecos y minifalda, carreteaba, ¿era feliz?
Lo siento… Pedir perdón a todos, a nadie…
Fui una perra. Güevona."
El caso de la periodista María Angélica de
Luigi resume el rol que cumplió la prensa de derecha en
los oscuros días de la dictadura militar.
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