- Hacia una teoría del cine
indígena - El
Estado, la ficción y los medios
indígenas - La
narrativa: el guión apolítico es
político - Romper los
estereotipos - Referencias
bibliográficas
La opresión es la suma de los barrotes de la
jaula de un pájaro. Cada uno de los barrotes de alambre es
delgado y aparenta ser frágil e inofensivo, pero en su
conjunto forman una jaula sólida que impide que el
pájaro emprenda el vuelo. Esta metáfora de la
feminista estadounidense Marilyn Frye, que siempre me ha
impresionado por su sencillez y precisión, corresponde a
la realidad cultural de los pueblos indígenas
latinoamericanos.
Las culturas indígenas, y por extensión
las culturas que conocen o han conocido la persecución,
siguen vivas pero viven enjauladas. En la mayoría de los
casos, el período de la persecución
explícita de algunas de sus manifestaciones (lengua y
religión,
entre otras) en las escuelas y en la vida pública se
terminó. Los estados latinoamericanos incluso han
reformado leyes y
constituciones para su reconocimiento. Han limpiado y ampliado la
jaula, podría parecer, incluso, que la opresión
haya terminado, pero los barrotes siguen ahí.
Los medios de
comunicación social fortalecen la jaula cuando, en el
mejor de los casos, ignoran la realidad de estos pueblos, y en el
peor, contribuyen a perpetuar una imagen negativa o
folclórica que los relega a la
marginación.
El cine
indígena lima algunos de estos barrotes y debilita la
estructura de
la jaula.
Los siguientes apuntes teóricos detallan algunos
de los argumentos por los cuales este tipo de cine se puede
considerar una estrategia de
resistencia
cultural:
1. rompe estereotipos, incluidos los forjados por el
resto del cine latinoamericano;
2. se expresa en la lengua minorizada; y,
3. usa la ficción en una forma subversiva.
Hacia una
teoría
del cine indígena
A estas alturas, el cine o vídeo indígena
latinoamericano es más que una moda al alza. A
juzgar por la cantidad de festivales que proliferan, no solo en
las Américas sino también en Europa, y por el
número de proyectos que
surgen y la fuerza que
cobran, estamos ante un movimiento con
una fuerza ya imparable.
El simple hecho de que los ojos que captan la imagen
sean los de un cineasta aymara o maya ha llamado la atención de los expertos en cine y comunicación. Como el punto de vista
indígena es el que la historia oficial se ha
encargado de ocultar, este tipo de cine supone un enfoque fresco
en un arte que necesita
regeneración permanente.
Más allá del aporte artístico, el
proceso del
cine indígena atrae por su frecuente organización comunitaria. La producción de cine o de vídeo ha
supuesto una herramienta de apropiación cultural y social.
El abaratamiento de la tecnología, sobre
todo en el caso del vídeo, ha empezado a democratizar la
producción audiovisual. Por lo tanto, el poder de crear
películas, series o documentales ha dejado de pertenecer
exclusivamente a las grandes empresas de cine
y televisión, para formar parte de la vida
comunitaria.
Como concluye la comunicóloga colombiana
Clemencia Rodríguez, en su estudio de medios
ciudadanos, la vídeoproducción comunitaria puede
contribuir al empoderamiento personal y
colectivo, a la desmitificación de los medios comerciales,
a revertir los roles de poder y a fortalecer la fuerza
colectiva.
La formación de profesionales de la
comunicación, provenientes de la comunidad, ha
sido otro efecto positivo de la producción popular. Esta
nueva generación aumenta el potencial de crear un espacio
comunicacional indígena. En ese aspecto, el cine
indígena actual es crucial porque, sumado a los beneficios
expuestos por Rodríguez, también representa la
escuela donde se
forman los futuros productores de largometrajes.
Sin embargo, como sucede con los demás medios
indígenas, se ha hablado del proceso, pero menos del
producto. El
afán académico por la participación
comunitaria en los medios de
comunicación, elemento fundamental para el desarrollo de
un pueblo, ignora a veces el análisis del contenido. Es decir, del
programa de
radio, del
documental, del reportaje, del cortometraje o de la
telenovela.
Página siguiente |