Demostraciones de afecto a Maximiliano de Habsburgo en Querétaro, 1864 (México)
Parte de la sociedad civil
queretana demostró su reconocimiento y apoyo al emperador
Maximiliano, deseándole parabienes en su gobierno. Al
respecto leamos la carta del
señor José I. de Anievas, presidente de la
comisión de Querétaro a favor del
Imperio.
Señor: en estos días tan grandes y de tan
nobles y magníficas esperanzas en que la patria olvida
todos sus dolores e infortunios, al verse salvada por la
prodigiosa de la Providencia y constituida bajo el glorioso cetro
de V. M. los hijos del Departamento de Querétaro,
poseídos de sentimientos que animan a todos los mexicanos,
vienen a ofrecer al pie del trono augusto de V. M. el sincero y
humilde homenaje de su sumisión, de su respeto y
amor. Ellos,
señor, que en medio de las tormentas revolucionarias, han
conservado fielmente las creencias religiosas y las costumbres de
sus padres, hoy elevan su bendición al cielo por la
restauración de los grandes principios que
constituyen el orden y felicidad social y rinden humildes gracias
al Autor Supremo de todo bien por haber concedido en V. M. I. Un
soberano tan ilustre y tan digno, y en S. M. la Emperatriz,
vuestra nobilísima consorte, una tan grandiosa y
benévola protectora. ¡Qué Dios conserve por
dilatados años la preciosa existencia de VV. MM. Para bien
y prosperidad de todos los pueblos del Imperio. Estos son los
votos, estos son los sentimientos, de los habitantes del
Departamento de Querétaro, que tenemos la honra de
presentar. Dígnese V. M. acogerlos
benditamente.
Además de las demostraciones "oficiales", como la
anterior, muchos queretanos apoyaron de manera individual el
gobierno imperial de Maximiliano. Algunos ciudadanos manifestaron
su regocijo por medio de cartas; un
ejemplo de estas cartas es la del queretano Leonardo Occhahue que
le escribió al emperador Maximiliano de Habsburgo y a su
esposa la emperatriz Carlota Amalia:
Señor: al formular esta mi felicitación,
he tenido en cuenta mi incapacidad. Sé que V. M. conoce y
se expresa en castellano; pero
en la presente; no vea V. M. la literatura de la que
sólo conozco el nombre sino mis fervientes votos y
sinceros plácemes por hallarse V. M. con su augusta
Esposa, nuestra simpática Emperatriz, entre su nueva
familia, que
aunque convaleciente de sus dolores, es amorosa, ardiente y
entusiasta hasta el delirio. Dios guarde la interesante vida de
V. M. por muchos años para que haga a mi patria poderosa y
feliz y le devuelva la alegría de que disfrutó en
1821, que por desgracia perdió con sus continuas
convulsiones políticas.
Si a V. M., como parece la sabia Providencia comete tan ardua
empresa, siete
u ocho millones de relicarios guardarán la imagen de V. M.,
que una parte verá con respeto, otra con entusiasmo, y la
tercera con ternura y gratitud. Si alguna vez hostilmente
cualquiera nación
pisase nuestras abiertas y prolongadas playas, o el águila
arrogante del Norte, osada hendiese la perfumada atmósfera de nuestro
limpio y cristalino cielo, haga V. M. que respetuosamente den una
satisfacción a la nuestra imperial, al pie y a la sombra
de su espinoso, verde y ceniciento solio.
Los grandes antecedentes que para gobernar constituyen
la esencia de V. M., como lo atestigua la Lombardía y el
Véneto, auguran para nosotros que el brotante Imperio
será tan colosal como en tiempo de
Moctezuma, con la ventaja inmensa de los adornos, la elegancia y
buen gusto de la actual civilización con que sin duda lo
revestirá V. M., porque así lo quiere Dios,
así lo deseamos nosotros, y así también lo
quiere V. M.- Entonces más de medio hemisferio
saludará con placer el pabellón de mi patria que V.
M. tremola con robusta mano, y la memoria de
V. M., prevalecerá entre nosotros lo muy preciso para
acabarse el tiempo. Que así lo quiere Dios, se demuestra
con la protección que ha dispensado a las cortantes
armas de la
intervención y el Imperio. Que así lo deseamos, lo
prueba que la mayoría del país ha secundado el voto
de la Asamblea de Notables. Que así lo quiere V. M. es
inconcuso, al aceptar un trono que tiene que fundar y construir
para el que v. M. cuando era Archiduque de Austria no
conspiró, porque no lo deseaba, sino que se resignó
V. M. a aceptarlo para llenar la sagrada misión de
salvar al espirante pueblo mexicano.
Aquí es donde V. M. aparece más grande a
la faz de todas las naciones y tan elevado, que apenas se le
puede ver con telescopio. Justo es consignar un recuerdo de
gratitud a mis ilustres compatriotas, que unos con su saber e
influencia, y otros con su sangre han
contribuido eficazmente a la regeneración de mi patria.-
Saludemos con entusiasmo a los que viven, y pongamos una flor en
las tumbas de los que existieron. Evocaré un recuerdo de
ese genio fenómeno continuado que rige los destinos la
Francia, que
con noble audacia abrió la gran representación
comenzada en Orizaba el 9 de Abril del 62, y terminada con
asombro del mundo y de los que la creyeron extravagancia, el 10
del mismo, del año 64 en el Palacio de Miramar.
¡Cuán admirable aparece un monarca que en sus tantas
empresas,
siempre atrevidas, humanitarias y civilizadoras, se hace temer,
respetar y querer.
En ese libro que se
llama historia, en
el que el Supremo Autor del universo
marcó indeleble su primera página y será el
único que pondrá la última, siglos tras
siglos estarán leyendo esa gran representación que
otros ya hubieran pintado con sus verdaderos colores, pero que
yo no puedo más que consignarlo como una prueba de mi
admiración y respeto a tan magnánimo Emperador.-
Salud al
respetable Monarca de la Francia.- Salud a sus distinguidos
generales, jefes y oficiales.- Salud a sus bravos soldados y a
los inquietos y valientes suavos, que por donde quiera que van
acrecientan su gloria y las páginas de oro de su
patria. Salud a nuestro humilde y sufrido ejército, que
con sus pundonorosos generales jefes y oficiales han conquistado
gloria, al lado de sus poderosos aliados. Salud eterna a V. M.
Emperador. Salud eterna a S. M. nuestra augusta Emperatriz. Que
la gran Señora y única que vela con tanto
desinterés por el bien de los pueblos, conceda a VV. MM.,
la sucesión que desea, para perpetuidad de V. I.
Dinastía salud del pueblo mexicano y satisfacción
de la Francia. Para concluir, permítame V. M. que en su
nombre hoy salude a la patria independiente, con aquellas
tiernísimas palabras que usó el nunca olvidado
poeta mexicano, el Dr. Carpio: Es mi voto ferviente, patria
mía, / Pedirle al cielo que dichosa seas, / Pedirle al
cielo que otra vez te veas / Como en un tiempo cuando Dios
quería. Querétaro, Mayo 31 de 1864.- Leonardo
Occhahue.
La admiración que muchos queretanos profesaban a
favor del gobierno de Maximiliano era tal, que llegaba hasta los
terrenos poéticos. De hecho, escribir poesías
a los que eran considerados héroes o personajes ilustres
fue práctica común durante el siglo XIX. Leamos al
respecto el siguiente poema:
A TRIESTE
Hondo pesar en Miramar existe,
Y está de luto la ciudad de
Trieste;
Su población está llorosa y
triste,
De Norte a Sur y desde el Este a
Oeste;
Pero si ves al hombre
que tuviste,
Aunque abundante lágrimas te
cueste,
Con el manto imperial que aquí se
viste
Tu llanto enjugarás…. sensible
Trieste.
Querétaro, Mayo 31 de 1864.- Leonardo
Occhahue.
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