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La ley del valor de Marx. Dinero, moneda y finanzas (página 2)



Partes: 1, 2

Funciones
del dinero

La primera función
del dinero es la
de ser medida del valor de las
mercancías. Con el dinero
podemos medir, por ejemplo, el patrimonio que
tiene cada ciudadano. Y también podemos medir el precio de cada
hora de trabajo social
medio. De manera que si expresamos el valor del patrimonio
personal en
dinero, después debemos expresar este dinero en horas de
trabajo.
Así sabremos de cuánta cantidad de horas de trabajo
social medio se apropia cada ciudadano. Repetimos: la primera
función del dinero es medir el valor de las
mercancías, esto es, la cantidad de trabajo que le ha
costado a la sociedad
producirlas. Aunque la economía convencional
admite que con el dinero se mide el valor de las
mercancías, niega que la sustancia del valor sea el trabajo
humano abstracto.

Para la economía convencional la función
central y primordial del dinero es la de medio de cambio.
Alguien que produce zapatos necesita trigo. Vende a un sastre sus
zapatos y recibe a cambio una determinada suma de dinero. Y con
este dinero el zapatero compra al agricultor el trigo que
necesita. En este proceso el
dinero desaparece sin dejar huellas; y el zapatero en lugar de
zapatos tiene trigo. El zapatero adquiere dinero por medio de sus
zapatos, pero al momento se desprende del dinero para adquirir
trigo. Su movimiento
económico empieza en los zapatos y termina en el trigo. El
dinero, como mediador, desaparece al finalizar el proceso. Este
hecho Samuelson y Nordhaus, en la página 465 de la obra
citada, lo expresan así: "La era del
dinero-mercancía dejó paso a la del dinero-papel.
Hoy la esencia del dinero está al descubierto. El dinero
no se busca por sí mismo, sino por las cosas que pueden
comprarse con él". La economía convencional
está más cómoda con el
dinero-papel, porque en éste se han borrado las huellas de
la sustancia del valor, porque la función de valor se ha
separado de la sustancia del valor. De ahí que afirme que
la esencia del dinero se pone al descubierto cuando se transforma
en dinero-papel.

En un tiempo el
dinero era monedas de oro y plata.
Hasta que fueron retiradas del mercado y su
lugar fue ocupado por el dinero-papel, que actuaba en
representación del dinero-oro. Y a este respecto Marx dice lo
siguiente: el dinero-oro circula porque tiene valor, mientras que
el dinero-papel tiene valor porque circula. El dinero-oro es
valor por sí mismo, mientras que el dinero-papel es signo
del valor. El dinero- papel no contiene el valor en sí
mismo, sino que sólo lo representa. La economía
convencional quiere romper, oscurecer, hacer desaparecer, la
relación evolutiva que existe entre el dinero-papel y el
dinero-oro. No quiere ver un proceso de evolución entre esas dos fases del valor.
Pero cuando sobrevienen las guerras
civiles, nadie confía en el dinero papel y en su lugar
requiere dinero real: joyas y valores de uso
con valor intrínseco. Aquí se ve como el
dinero-papel retorna a su origen, al dinero real. Del dinero como
signo del valor al dinero como sustancia del valor. Resumamos: la
economía convencional quiere que el dinero desaparezca de
nuestra vista, de ahí que lo capte fundamentalmente como
medio de cambio, como momento llamado a desaparecer. Y lo dice
así: "No queremos consumir el dinero directamente sino,
más bien, utilizarlo, desprendiéndonos de
él".

El dinero
como medio de circulación y el dinero como
capital

Marx nos habla de que el dinero tiene dos formas de
circular, como medio para la circulación de las
mercancías y como capital. Y
representa estas dos formas de circular el dinero mediante las
dos siguientes fórmulas: M-D-M y D-M-D’. De la
fórmula M-D-M participa todo el mundo, y los trabajadores
lo hacen en exclusividad. El obrero vende su fuerza de
trabajo, la primera M de la fórmula, a cambio de dinero, y
con este dinero compra los medios de
subsistencia, la segunda M de la fórmula. Representado
mediante aquella fórmula queda como sigue: Fuerza de
trabajo–Dinero–Medios de subsistencia.

En esta fórmula el dinero está llamado a
desaparecer y la esencia de esta fórmula mercantil estriba
en intercambiar mercancía por mercancía. El fin
último de este movimiento es obtener los valores de
uso que se necesitan. La economía convencional sólo
capta el dinero en este movimiento, en la circulación de
mercancías, como medio de circulación o de cambio.
Pero deja de lado totalmente la segunda forma de circular el
dinero: como capital. Analicemos, pues, la circulación del
dinero como capital, que viene representado mediante la
fórmula: D–M–D’, donde D’ es D
más incremento de D. Aquí el punto de partida y de
llegada es el dinero. Se trata del capitalista comercial que con
dinero compra mercancías y después las vende para
obtener más dinero. El fin último del capitalista
es obtener más dinero del que invirtió. Y no hay
capitalista que no busque dinero por medio del dinero. Así
que cuando Samuelson y Nordhaus dicen que "el dinero no se busca
por sí mismo, sino por las cosas que se pueden comprar con
él", sencillamente mienten o tratan de ocultar la esencia
del capital: la búsqueda del dinero por el dinero, la
multiplicación del valor. Los capitalistas, toda suerte de
capitalistas, buscan el dinero por sí mismo y buscan
multiplicarlo de modo ininterrumpido. Esta es una de las grandes
diferencias entre la economía convencional y Marx,
mientras la primera sólo capta el dinero como medio de
circulación de las mercancías, el segundo lo capta
además como capital.

La
transformación del dinero en capital

El dinero se transforma en capital cuando con él
compramos los factores objetivos y
los factores subjetivos para producir riqueza. Los factores
objetivos son los medios de producción, y los factores subjetivos son
la fuerza de trabajo. Por lo tanto, el dinero como capital se
diferencia del dinero como simple dinero por la clase peculiar
de mercancías que compra: medios de producción y
fuerza de trabajo. La economía convencional sólo
capta el dinero como medio de cambio, y el dinero que funciona
como capital igualmente lo capta como medio de cambio. Y es
cierto que el dinero que circula como capital funciona como medio
de cambio. La diferencia no estriba, por lo tanto, en la
función que desempeña en el mercado, sino en la
clase de mercancías que se compra con él. El dinero
como simple dinero se emplea como medio de cambio de medios de
consumo
personal, mientras que el dinero como capital se emplea como
medio de cambio de medios de producción y de fuerza de
trabajo.

Habíamos dicho que la circulación del
dinero como capital venía representado mediante la
fórmula: D-M-D’. Y habíamos dicho
también que D’ = D + incremento de D. La pregunta
que debemos hacernos ahora es la siguiente: ¿de
dónde proviene el incremento de D?. Y Marx responde en los
siguientes términos: del cambio de valor que se produce en
el dinero invertido en salarios. Dicho
de forma práctica: a los obreros se les paga, por ejemplo,
un millón de euros, pero ellos producen un millón y
medio de euros. El medio millón de euros es la ganancia,
la diferencia entre el precio que costó producir la
mercancía y el precio al que se vendió. Y sus
creadores fueron los obreros.

El capital productor
de interés

El dinero puede convertirse en capital a base de la
producción capitalista. Y gracias a esta
transformación de un valor dado se transforma en un valor
que se valoriza, que se incrementa a sí mismo. En tanto
capital produce ganancia, esto es, faculta al capitalista para
extraer de los obreros trabajo no retribuido y apropiarse de
él. Dicho de forma práctica: en las sociedades
capitalistas todo suma de dinero invertida como capital produce
una ganancia. De este modo el dinero adquiere, además de
su valor de uso como dinero, un valor de uso adicional, la de
funcionar como capital. Su valor de uso consiste precisamente en
producir una ganancia.

Supongamos que la cuota media anual de ganancia sea del
20 por ciento. Una persona que
disponga de 100 millones de euro, tiene en sus manos el poder de hacer
120 millones de euros o de producir una ganancia de 20 millones
de euros. Si esta persona cede a otra por un año los 100
millones de euros, le dará el poder de producir una
ganancia anual de 20 millones de euros. Si al final del
año esta persona le paga a su propietario 5 millones de
euros, es decir, una porción de la ganancia producida, le
pagará el valor de uso de los 100 millones de euro en su
función de capital. Esta porción de la ganancia que
paga el prestatario al propietario del capital se llama interés,
que no es más que un nombre especial para llamar a una
parte de la ganancia. Dicho de forma conclusiva: los 100 millones
de euros le permite a quien lo usa, a base de la
producción capitalista, extraer de los obreros un
plustrabajo equivalente a 20 millones de euros. Y de estos 20
millones de euros el capitalista en funciones
descuenta 5 millones de euros para entregárselo al
propietario del capital en concepto de
beneficio.

Veamos como trata este tema la economía
convencional. Recurramos de nuevo al libro de
Samuelson y Nordhaus, a las páginas 256, 257 y 258.
Primero definen el capital en los siguientes términos: "El
capital (o los bienes de
capital) está formado por los bienes duraderos producidos
que se utilizan, a su vez, como factores productivos para
producir más". Como podrá observar el lector estos
autores definen como capital a los medios de producción.
Pero en la sociedad esclavista y en la sociedad feudal se
utilizaban también medios de producción, y no eran
capital. Esto es propio de la economía convencional, no
definen el capital como una determinada relación social de
producción sino como un elemento natural de la
producción.

A la hora de hablar de los activos
financieros y del tipo de interés Samuelson y Nordhaus se
expresan en estos otros términos. Se preguntan primero de
dónde proceden los recursos
necesarios para producir capital. Y esta es la respuesta que
ofrecen: "Alguien debe estar ahorrando o absteniéndose de
consumir hoy para comprar los bienes de capital. En una
economía de mercado moderna, como las occidentales, los
hogares y las empresas
canalizan fondos hacia los bienes de capital ahorrando dinero en
diferentes activos financieros. El público compra bonos y acciones;
coloca dinero en cuentas de
ahorro; lo
invierte en fondos de pensiones con vistas a la
jubilación. Todos estos vehículos transfieren
fondos de los ahorradores a los inversores o a los individuos que
compran, de hecho, bienes de capital". A este respecto les
transcribo también la definición del papel de los
mercados
financieros llevada a cabo por www.5campus.com, en el marco
general sobre el estudio del Sistema
Financiero Español:
"Los mercados
financieros consiguen un equilibrio
entre consumo presente y futuro, ya que, por ejemplo, los
empresarios con buenos proyectos de
inversión pueden necesitar recursos financieros y
quienes desean asegurar su jubilación pueden invertir sus
ahorros. Los mercados ponen en contacto a los ahorradores con los
inversores, logrando que ambos se beneficien". Por último,
veamos como Samuelson y Nordhaus definen el interés:
"Cuando los individuos ahorran, esperan obtener un rendimiento.
Este es el tipo de interés, o sea, el rendimiento
financiero de los fondos, es decir, el rendimiento anual de los
fondos prestados".

Comparemos las ideas de Marx con las de la
economía convencional. Marx define el capital como una
suma de dinero que a base de la producción capitalista se
convierte en un valor que se valoriza. Produce ganancia, es
decir, faculta al capitalista para apropiarse de trabajo ajeno.
Mientras que la economía convencional, permaneciendo
neutral respecto del tipo de sociedad predominante, llama capital
a los bienes de equipo o medios de producción en general.
Marx, al hablar del mercado financiero, nos dice que el
propietario del capital se lo presta al capitalista en funciones
por un tiempo determinado. Y al finalizar dicho periodo el
capitalista en funciones le paga al propietario del capital una
parte de la ganancia en concepto de interés. Es decir, el
mercado financiero es el medio por el cual el capitalista en
funciones y el propietario del capital se reparten la ganancia,
esto es, el trabajo no retribuido a los trabajadores.

Mientras que la economía convencional nos dice
que el mercado financiero es el medio por el cual los ahorradores
e inversores se ponen en contacto para beneficiarse
mútuamente. Y cierto es que se benefician
mútuamente, pero a costa del trabajo no retribuido a los
obreros. Marx define el interés como una parte de la
ganancia que el capitalista en funciones le paga al propietario
del capital. Mientras que la economía convencional nos
dice que cuando los individuos ahorran, esperan obtener
rendimientos. Y a este rendimiento se le llama tipo de
interés. Es decir, presentan como un hecho natural que
quien sea propietario de capital tiene derecho a un
interés, esto es, a apropiarse de una parte del trabajo no
retribuido a los obreros. Esta es la diferencia entre la
economía marxista y la economía convencional, no se
trata de si una es científica y la otra no lo es, sino que
la economía marxista explica las categorías
económicas como la expresión de las relaciones
económicas entre los hombres, mientras que la
economía convencional la explica como hechos naturales
económicos que nada tienen que ver con las relaciones
sociales de los hombres en la producción.

Las sociedades
anónimas y las acciones

En un tiempo, en los inicios del capitalismo,
la función de empresario y
la función de capitalista se mezclaban y se
confundían. El propietario de la empresa era al
mismo tiempo el empresario o gestor de la misma. De ahí
que lo que ganaba como capitalista se confundía con lo que
ganaba como empresario o gestor. Y de ahí también
que el capitalista dijera que todo lo que poseía se lo
había ganado trabajando. Esta circunstancia se da
igualmente en la mayoría de las pequeñas empresas
de la actualidad, donde la función de empresario y la
función de capitalista la ejerce la misma persona. Pero
cuando surgieron las sociedades anónimas, la propiedad
quedó separada de la gestión. Unas personas eran los
propietarios de la empresa, los
accionistas, que tienen derecho a cobrar los dividendos, y otra
persona era el gestor o el empresario, que cobra un salario. Se vio
claramente que ser capitalista es una función de la
propiedad y ser empresario o gestor es una función del
trabajo. De esta manera quedaba claro que los propietarios del
capital se enriquecen por su condición de propietarios, no
por su función de trabajo. Desde ese entonces los
accionistas no pueden justificar su enriquecimiento como fruto de
su trabajo. E igualmente desde ese entonces la teoría
del valor de Marx se volvió incómoda para la
economía convencional. Puesto que si lo que el accionista
cobra en concepto de dividendo no es obra de su propio trabajo,
lo será del trabajo ajeno. Por lo tanto, el cobro de
dividendos es un modo más de apropiación de trabajo
ajeno. De manera que cuando en la Bolsa vemos que se venden y se
compran acciones, debemos ver que se venden y se compran derechos de
apropiación sobre trabajo no retribuido.

A modo de
conclusión

 Hay que tener en cuenta que el capitalismo tiene
más de cuatro siglos de existencia y las relaciones
capitalistas y su justificación están grabadas en
el corazón y
la cabeza de la gente de un modo profundo. De ahí que se
considere natural y justo que si una persona tiene dinero y lo
pone en el banco a plazo
fijo, debe cobrar un interés. De esta idea participan no
sólo los capitalistas, sino también los
trabajadores. Es decir, está instalado en la conciencia de la
gente el derecho a apropiarse de trabajo ajeno. Nadie lo expresa
así, sino al contrario, como dicen Samuelson y Nordhaus:
"quien ahorra dinero y lo presta, espera obtener un rendimiento".
Esto es, si se quiere que la gente ahorre dinero y lo preste,
debe reconocérsele el derecho a recibir a cambio un
rendimiento o interés. No se presenta el interés
como modo de apropiación de trabajo ajeno, sino como pago
justo y natural del dinero que se presta. Esta posibilidad de que
cualquier persona que tenga unos ahorros pueda depositarlo en un
banco a plazo fijo y cobrar a cambio un interés, se
presenta como la posibilidad de que cualquier persona puede ser
un capitalista. Este es el modo real mediante el cual los
trabajadores se ha enganchado a los conceptos capitalistas, a su
necesidad y a su legitimidad. Hay que saber también que la
forma del capital productor de interés se ha generalizado
tanto, que un trabajador para comprar una casa o un coche pide un
crédito. El interés que paga este
trabajador no es plusvalía, sino directamente una parte de
su salario. Si fuera un capitalista, los intereses pagados
sí serían plusvalía.

Cuando se habla de que la clase obrera ya no constituye
el sujeto revolucionario, no se examina aquel hecho, que en las
familias obreras predominan los conceptos económicos
burgueses, heredados a través de varias generaciones.
Consideran las relaciones capitalistas, como por ejemplo la del
capital productor de interés, como relaciones
económicas naturales y justas. No ven en ellas el modo en
que unos hombres se apropian del trabajo de otros hombres. Todo
lo contrario: ven los grandes y desproporcionados
enriquecimientos de modo natural, como fruto de la suerte, de la
oportunidad y de la inteligencia.
No ven que es el sistema de las
relaciones económicas quienes permiten que una parte de la
población se enriquezca hasta la
desproporción y otra parte muera de inanición. Por
eso es tan importante la teoría del valor de Marx, porque
hace del trabajo y el derecho de
propiedad basado en el trabajo propio el centro de gravedad
respecto al cual gira toda la economía. No hace como la
economía convencional, que siguiendo a Jevons se preocupa
de presentar el trabajo, tanto en la producción del valor
de uso como en la creación del valor, como un factor
secundario o un factor más junto a otros factores. Hoy
más que nunca, si se quiere defender los derechos de los
pobres, debe defenderse la teoría del valor de Marx, que
no es más que la defensa de que la riqueza es obra del
trabajo, que lo que tienen de común todos los bienes y
servicios es
que en ellos se ha gastado fuerza de trabajo humana. La ley del valor es
una ley humanista, una ley que hace del hombre y de su
trabajo el centro de la economía, la sustancia social que
le da unidad a todo ese mundo.

Francisco Umpiérrez Sánchez

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