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Marx y la religión (página 2)



Partes: 1, 2

2. El fundamento de la crítica
irreligiosa es: el hombre hace
la religión;
la religión no hace
al hombre. Esta idea es
también muy importante. La religión no puede ser
concebida como algo extraño al hombre y a
la mujer, como
algo artificial, como resultado de un lavado de cerebro. Esta
concepción se la dejamos al ateísmo vulgar. Si la
religión es obra de los hombres y de las mujeres, de la
conciencia y de
los sentimientos del hombre y de la mujer, debemos
ver en ella al hombre y a la mujer. No se trata de negar la
religión, sino de conocerla y descubrir la necesidad de su
existencia. Hacemos más por la causa de la ciencia y
de la emancipación humana demostrando la necesidad de la
religión, que negándola y rechazándola. Como
pequeña disgresión diré, para que nadie se
lleve a engaño, que he encontrado en personas
profundamente religiosas una concepción del mundo
más materialista que entre muchos que se declaran
marxistas. Aunque una persona no sea
practicante de determinada religión y no crea en Dios,
esto no asegura que su concepción del mundo o de muchos
asuntos del mundo no sea religiosa. De ahí que cuando
practiquemos la crítica a la religión, debamos
extenderla a todo comportamiento
religioso. Y no es fácil desprenderse de la conciencia y
del comportamiento religiosos. No está libre la izquierda
radical, aunque se declare atea y materialista de pura cepa, de
los pecados de la concepción religiosa del
mundo.

3. La religión es la autoconciencia y
autosentimiento del hombre que no se ha adquirido a sí
mismo o se ha perdido a sí mismo
. Desde el momento en
que al hombre le sea necesario imaginar en un cielo
fantástico un superhombre, un verdadero hombre, un hombre
en el que todo es amor, el
hombre que tiene esta imaginación se ha perdido a
sí mismo. Busca en la fantasía lo que debe buscar
en sí mismo. No quiere crear en la tierra lo
que quiere y se imagina en el cielo. No quiere que Dios se haga
hombre y mujer, no quiere que Dios sea todos los hombres y todas
las mujeres. Es incapaz de imaginar que pueda existir un mundo en
la tierra donde
los hombres y las mujeres actúen por amor, que busquen el
bien y la felicidad mutua. Lo que los religiosos quieren para el
cielo, los irreligiosos lo quieren para la tierra. La igualdad entre
los hombres que los religiosos esperan que exista en un cielo
fantástico, los marxistas quieren crearlo en la tierra.
Eso es la religión: la autoconciencia y autosentimiento
del hombre que no quiere hacer de sí mismo un superhombre,
un verdadero hombre, no estas carroñas de hombres que en
la actualidad desolan el mundo y lo empobrecen hasta la muerte.
Esta conciencia y este sentimiento los marxistas debemos tomarlo
de la religión: la conciencia y el sentimiento de que el
hombre se ha perdido a sí mismo. Y el número de
personas que mueren de hambre a diario en el mundo es una
muestra
palpable de hasta qué punto el hombre se ha perdido a
sí mismo.

4. El hombre y la mujer no son seres abstractos,
agazapados fuera del mundo. El hombre y la mujer son el mundo de
los hombres y de las mujeres, el Estado, la
sociedad. Este
Estado, esta
sociedad, producen la religión, una conciencia del mundo
invertida, porque ellos son un mundo invertido
. ¿Por
qué la religión es una conciencia del mundo
invertida? Porque siendo Dios una creación de los hombres
y de las mujeres, las cosas aparecen de forma invertida: el
hombre y la mujer se presentan como una creación de Dios.
¿Y por qué la sociedad burguesa es un mundo
invertido? Porque siendo el trabajo el
creador de todas las formas de plusvalía, el beneficio, el
interés
y la renta del suelo, las cosas
se presentan de forma invertida: el capitalista aparece como el
creador de todas las formas de plusvalía. Hay
además otra razón: en la representación
religiosa la vida del hombre se concibe de forma doble: en la
tierra los hombres son diferentes por su posición, fortuna
y cultura,
mientras que en cielo todos los hombres son iguales.
Circunstancia análoga sucede en el capitalismo
democrático: en la sociedad los hombres son diferentes por
su posición, fortuna y cultura, mientras que en el Estado
todos los hombres son iguales. Por eso Marx llama al
comportamiento del miembro de la sociedad burguesa comportamiento
religioso, porque los hombres y las mujeres de la sociedad
burguesa llevan una doble vida: como miembros de la sociedad civil
son seres prácticos, profanos, ricos y pobres, cultos e
incultos, pero como miembros de la comunidad
política,
como miembros del Estado, llevan una vida ideal e imaginaria:
todo hombre y toda mujer son iguales a cualesquiera otros hombres
y mujeres. Para que se vea esta idea aún más clara
añado lo siguiente: El Estado social y democrático
de derecho se comporta de forma idealista con la sociedad civil,
desde el momento que hace abstracción de las grandes y
profundas diferencias que hay entre los hombres y las mujeres.
Así trata Dios a todos los hombres y a todas las mujeres:
como a iguales. Eso mismo hace el Estado de
derecho. Y lo que el capitalismo hace realidad en el Estado y
los creyentes en un cielo fantástico, la igualdad entre
los hombres y las mujeres, los marxistas quieren hacerlo realidad
en la sociedad civil.

5. La religión es la teoría
general de este mundo, su compendio enciclopédico, su
lógica
bajo forma popular. Vemos, por lo dicho
aquí por Marx, cuánto simplifican los marxistas las
cosas cuando hablan de la religión. La presentan como una
forma de alienación y poco más, como si los
trabajadores no estuvieran alienados y como si los marxistas, por
la gracia de Dios, estuvieran exentos de la alienación. La
alienación significa la pérdida de sí mismo,
la falta de identidad, el
sometimiento a poderes y fuerzas extrañas. Y los
marxistas, desgraciadamente, andamos por este mundo bastante
perdidos, con una gran falta de identidad, y sometidos a las
fuerzas y poderes capitalistas de forma brutal. Los marxistas no
deberíamos, en parte, ser tan simples, y en parte, pensar
que estamos libres de los pecados de la humanidad. Pensemos ahora
en lo dicho por Marx: la religión es una teoría
general del mundo. ¿Por qué las ideologías
viven un claro periodo de decadencia y la religión un
periodo de robustecimiento? Porque la religión es una
teoría general del mundo y la ideología marxista, para hablar de la que
nos ocupa, ha dejado de ser una teoría general del mundo.
También dice Marx que la religión es el compendio
enciclopédico del mundo. Qué distinta es esta
posición, que encuentra en la religión un saber
enciclopédico sobre el mundo, que la que es habitual entre
la izquierda radical: el rechazo y la negación de la
religión. Sólo se trata de darse cuenta que en la
religión también hay saber sobre el hombre y la
mujer, sobre sus padecimientos, sufrimientos, anhelos y
esperanzas. Y los marxistas necesitan asimilar este saber. Los
textos religiosos no son obras de Dios ni del Espíritu
Santo, son obras de los hombres y de las mujeres que hablan
del mundo de los hombres y de las mujeres. Por último,
dice Marx: la religión es la lógica
del mundo bajo forma popular. Qué diferente es cómo
concibe Marx la religión, como lógica del mundo, de
como la concibe el ateo vulgar: como una irracionalidad.
Así que los marxistas haremos bien en cuidarnos de
presentar la religión como fruto de la irracionalidad, y
admitir y saber que la religión es un reflejo
lógico del mundo. Se trata de comprender que en la
religión hay también lógica, y algo
más importante: la lógica del mundo.

6. La religión es el pundonor espiritualista
del mundo, su entusiasmo, su sanción moral, su
solemne complemento, su razón general de
consolación y de justificación
. Vemos que la
religión aporta muchas cosas que necesita la gente para
vivir con cierta dignidad y
para que su vida tenga sentido. La gente necesita tener un
sentimiento vivo de su dignidad personal,
entusiasmarse con lo que hace, disponer de una moral para evaluar
lo que es bueno y lo que es malo, disponer de un complemento que
le permita trascender de las limitaciones de su vida diaria, y de
una razón que la consuele ante las desgracias y que
justifique su existencia. Las personas más desgraciadas y
más limitadas hallan en la religión un alivio, un
respiradero, que da sentido y entusiasmo a su vida. Todo esto lo
aporta la religión a la gente. Mientras que los marxistas
estamos en este terreno muy atrás, vivimos ajenos a estos
aspectos de la vida, desconociendo su importancia y su valor. De
ahí que en este campo de la vida los marxistas tengan
todavía que aprender mucho de los hombres religiosos.
Qué diferente es la postura del ateo vulgar, que niega y
rechaza la religión, que la de Marx, que nos invita a
aprender de ella.

7. La religión es la fantástica
realización de la esencia humana, porque la esencia humana
carece de verdadera realidad. La lucha contra la religión
es, por tanto, indirectamente, la lucha contra aquel mundo que
tiene en la religión su aroma espiritual
. La
mayoría de la población es religiosa. La gente tiene
necesidad de pensar que existe un mundo donde hay paz y no
guerra,
felicidad y no dolor, armonía y no desequilibrio, amor y
no odio. Y si la gente tiene la necesidad de realizar
fantásticamente la esencia humana, será porque la
esencia humana carece de verdadera realidad, esto es, porque en
el mundo de los hombres y de las mujeres hay dolor, penurias,
sufrimientos, guerra y odio. De ahí que la lucha contra la
religión sea indirectamente la lucha contra la necesidad
de la religión, que la lucha contra la necesidad de la
religión sea la lucha contra el mundo que necesita de la
religión, y que la lucha contra el mundo que necesita de
la religión sea la lucha contra la guerra, la
opresión, el dolor y la pobreza.
Vemos, por tanto, el fondo materialista, el fondo real, que hay
en la representación fantástica de la esencia
humana.

8. La religión es el suspiro de la criatura
agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón,
porque es el espíritu del estado de cosas carentes de
espíritu. La religión es el opio
del
pueblo
. Es obvio que vivimos en mundo sin corazón o al
que le falta muchísimo corazón. En lugar de
corazón lo que hay en el mundo es un infinito
egoísmo. Y el pueblo trabajador, a quien el dinero
sólo de da para escapar, vive agobiado por los problemas que
no cesan de lloverle del cielo. De ahí la tristeza y la
resignación que rodea la vida del pobre, del
desafortunado, del desgraciado. Y la religión es su
suspiro, su aliviadero, su esperanza. Y al igual que la gente se
da a la bebida para olvidar las penas o para hacerlas más
llevaderas, también se da a la religión por los
mismos motivos.

9. La superación de la religión como la
dicha ilusoria del pueblo es la exigencia de su dicha real.
Exigir sobreponerse a las ilusiones acerca de un estado de cosas
vale tanto como exigir que se abandone un estado de cosas que
necesita de ilusiones
. El ateo vulgar lucha contra las
ilusiones religiosas de la gente y la invita a abandonarlas para
abrazar la ciencia.
Pierde de vista que la existencia de un pueblo con ilusiones
religiosas supone la existencia de unas condiciones de vida que
hace que ese pueblo necesite de esas ilusiones. Por lo tanto, si
exigimos al pueblo que supere la dicha ilusoria que supone la
religión, debemos exigir la dicha real de ese pueblo. Y
para lograr la dicha real, es necesario liquidar el estado de
cosas inhumanas que hace de la religión una
necesidad.

10. La crítica no arranca de las cadenas las
flores imaginarias para que el hombre soporte las sombrías
y escuetas cadenas, sino para que se las sacuda y puedan brotar
las flores vivas
. Muchos hombres y mujeres del mundo viven
encadenados a la miseria, a la necesidad y al sufrimiento. La
religión les aporta unas flores imaginarias que hacen que
esas cadenas no sean tan dolorosas. El ateo vulgar no puede
pretender arrancar esas flores imaginarias para que dichos
hombres y mujeres soporten las sombrías y escuetas cadenas
de la necesidad y del sufrimiento. La verdadera tarea humana
sería arrancar esas flores imaginarias con el fin de que
se liberen de dichas cadenas. De manera que habría que
pensar el modo en que se puede liberar a esos hombres y mujeres
de ellas.

11. La crítica de la religión
desengaña al hombre y a la mujer para que piensen, para
que actúen y organicen su realidad como un hombre y una
mujer desengañados y que han entrado en razón, para
que giren en torno a sí
mismos y a su sol real. La religión es solamente el sol ilusorio
que gira en torno al hombre y la mujer mientras éstos no
giran en torno a sí mismos.
Observemos, antes que
nada, el gran contenido humanista que tienen las ideas de Marx.
Las ideas de la izquierda radical están tan llenas de
política que el resto de los aspectos de la vida humana
apenas tienen reflejo en dichas ideas. No se cae en la cuenta que
el contenido de la religión, no su teología sobre
la existencia de Dios y sus misterios, tiene que ser adquirida y
asimilada por la izquierda radical, para que así su
ideología se llene de un contenido humanista que la haga
atractiva para la gente. Los hombres y las mujeres vivían
engañados: creían que existía un cielo donde
habitaba un superhombre y donde todos después de la
muerte
irían a vivir con él. Pero han sabido que era un
sueño ilusorio y viven el desengaño. Se trata
ahora, después de vivir el desengaño, que entren en
razón y actúen y organicen su vida en torno a
sí mismos, pero que lo hagan del modo en que se lo
imaginaban en el cielo. ¿No imaginaron un cielo donde los
hombres y las mujeres eran todos iguales y vivían en paz?
Pues bien, que actúen y organicen la vida en la tierra del
modo en que lo habían imaginado en el cielo. Se trata de
que el hombre y la mujer giren en torno a su sol real y no
alrededor de un sol imaginario.

12. La misión de
la historia
consiste, pues, una vez que ha desaparecido el más
allá de la verdad, en averiguar la verdad del más
acá. Y, en primer término, la misión de la
filosofía, que se halla al servicio de la
historia, consiste, una vez que se ha desenmascarado la forma de
santidad de la autoenajenación humana, en desenmascarar la
autoenajenación en sus formas no santas. La crítica
del cielo se convierte con ello en la crítica de la
tierra, la crítica de la religión en la
crítica del derecho, la crítica de la
teología en la crítica de la política.

Por autoenajenación entendemos el hecho de que el hombre y
la mujer terminan dominados por sus propias creaciones. Han
creado la religión y terminan dominados por la
religión. Esta es la forma santa o religiosa de
autoenajenación. Han creado el capital, una
relación de producción determinada, y terminan
dominados por el capital. Esta es una forma no santa de
autoenajenación. Pero la forma de autoenajenación
humana que representa el capital, como dice Marx, hay que
desenmascararla. Y para esto se necesita mucha ciencia. Y esa
ciencia se encuentra en El Capital. ¿Por qué
es necesario la crítica al derecho? Porque también
es una forma de autoenajenación humana. Al igual que en el
cielo fantástico todos los hombres son iguales, el Estado
de derecho declara que todos los hombres y las mujeres son
iguales, a pesar de las abismales diferencias que existen entre
ellos. ¿Y porque es necesario la crítica a la
política? Porque la política es el modo en que se
encubre y se perpetúa la dominación y
explotación del hombre por el hombre. Por lo tanto, de
acuerdo con todo lo dicho hasta aquí, la crítica
del cielo se convierte en la crítica de la tierra,
desenmascarada la verdad del más allá hay que
desenmascarar la verdad del más acá.

13. A modo de conclusión. Es una verdad
histórica que los marxistas y los cristianos han
compartido intereses políticos comunes. También es
cierto que los marxistas y los cristianos podrían hacer un
frente común contra la degradación moral que vive
el ser humano a manos de la
televisión basura y otras
formas bárbaras de educación de masas.
También podrían hacer un frente común en la
denuncia de las injusticias sociales más indignas, como la
que se produce cuando vemos que ciertos deportistas, periodistas,
artistas y ejecutivos perciben unos ingresos
monetarios claramente desorbitados. En este terreno
todavía los marxistas y los cristianos tienen que crear un
espacio común, con capacidad política para
transformar ciertas parcelas de la vida humana. Pero lo que deben
hacer especialmente los marxistas es aprender del contenido
humanista de la religión. Bajo esta dimensión han
sido y son muy pobres, y han estudiado y analizado la
religión, con toda la historia, cultura y saber que
representa, de un modo simplista y vulgar. Así que
sí lo marxistas quieren crecer, fortalecerse y conquistar
la hegemonía ideológica, entonces deben cambiar la
actitud hacia
la religión, deben ser más profundos y más
autocríticos. Piensan que la autoenajenación y el
comportamiento religioso no les alcanza. Pero esto es un error
que deben con urgencia enmendar.

 

Francisco Umpiérrez
Sánchez

Partes: 1, 2
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