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La atención integral al adulto mayor. Una propuesta de Trabajo Social



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Características de la Adultez Mayor como
    etapa de la vida humana. Algunas especificidades del contexto
    cubano
  4. El
    Trabajo Social con el adulto mayor. Una perspectiva
    transformadora
  5. Conclusiones
  6. Recomendaciones
  7. Bibliografía

Resumen

La actual investigación toma el tema de la
atención integral al adulto mayor como eje central para su
análisis. Se propondrá específicamente, en
el consejo popular Bahía Honda Este una propuesta de
proyecto de trabajo social que contribuya a la atención de
los adultos mayores que es el objetivo fundamental. La
motivación principal que propició el inicio de
dicho estudio fue el progresivo envejecimiento que se sucede
actualmente no solo en Cuba, sino en la mayoría de los
países del mundo, así como la falta de
atención del trabajo social a los adultos mayores como
grupo etario, no vista esta como la mera asistencia a personas
enfermas o discapacitadas, sino como la labor a desarrollar con
el grupo de personas que se encuentran en una etapa trascendental
de cambios y transformaciones en la vida personal y social del
individuo. Se hizo imprescindible el estudio de
bibliografía referida a la tercera edad y se
consultó material bibliográfico sobre
metodología de la investigación social. Se
realizó una detallada y exhaustiva caracterización
del consejo popular, imprescindible para contextualizar la
investigación del problema.

En cuanto a los métodos y técnicas
utilizados, la encuesta tanto oral como escrita; en el caso de la
escrita: el cuestionario individual (a los adultos mayores) y en
el caso de la oral, la entrevista estructurada-individual (a los
adultos mayores y a los representantes de las instituciones y
actores sociales del consejo popular), sin dejar de mencionar la
importancia de la observación, como técnica de uso
prácticamente obligatorio. La aplicación de dichos
instrumentos permitió una aterrizada y coherente
planificación de actividades en función de
cumplimentar los objetivos de la investigación y
fundamentalmente de crear el sistema de acciones de trabajo
social planteadas inicialmente.

Introducción

El paso del tiempo trae consigo situaciones que para el
ser humano son inevitables, un fiel ejemplo de ello es el
envejecimiento. Independientemente de las características
del individuo y del medio social en el que se desarrolla, todas
las personas envejecen. Es decir, que se experimenta como un
proceso natural de los seres vivos, pero que de manera consciente
experimentan los hombres. Este proceso no sólo ha supuesto
un cambio demográfico sino que también está
impulsando, en las sociedades desarrolladas, un cambio social de
gran magnitud.

Al respecto Bohórquez (2007) dice que:

¨los rasgos más característicos de las
sociedades actuales son el envejecimiento de su población,
la reducción de las tasas de mortalidad y el aumento de la
esperanza de vida al nacer, estos han sido responsables de que
haya un mayor número de personas con más de sesenta
años de edad¨ (pág.8).

Este hecho, junto con la progresiva caída de la
tasa de natalidad que se ha venido produciendo en los llamados
países desarrollados, han originado que ese número
creciente de longevos tenga cada día mayor peso en la
estructura poblacional de cada país.

La longevidad como capacidad de expansión de la
vida se ha incrementado en nuestro país y en el mundo.
Según datos internacionales de la Organización de
Naciones Unidas en el año 1950 habían 200 millones
de personas mayores de 60 años en el mundo, en 1975
aumentó a 350 millones, en el 2000 era de 590 millones y
se estima que para el 2025 habrán 1100 millones de
personas de edad avanzada en el planeta y constituirán el
13.7% de la población mundial (Boletín
Informativo de Gerontología y Geriatría,
2003)

Según Edith (2006) la expectativa de vida al
nacer para los cubanos está por encima de los de 75
años, tanto para hombres como para mujeres y más
del 14.5% de la población tiene 60 años o
más, y el pronóstico es que esta cifra siga
creciendo en los años venideros.

Al respecto, datos encontrados en el Anuario
Demográfico de CITED apuntan que para el año 2025
Cuba con casi un cuarto de su población de 60 años
y más será el país más envejecido de
América Latina y el Caribe. En el 2050 ya no sólo
será el más envejecido de América Latina y
el Caribe, sino uno de los más envejecidos del mundo y en
todo caso su población de 60 años y más
superará proporcionalmente con respecto a la total al
conjunto de países conceptualizados como desarrollados en
el mundo.

Como es planteado por Bazo (2006):

¨el término tercera edad hace referencia a la
población de personas mayores y jubiladas, normalmente 60
años o más. Este grupo de edad está
creciendo en la pirámide de población o
distribución por edades en la estructura de la
población. La vejez o la senectud no son más que el
estadío final del ciclo vital normal. Las definiciones de
lo que es vejez no son equivalentes en biología,
demografía, empleo, jubilación y sociología.
A efectos administrativos y estadísticos, se considera
como ancianos a las personas mayores de 60 o 65 años¨
(pág.19).

Con respecto al tema otros autores: Orosa (2003), citado
por Urrutia (2007) refiere que:

"Este período etario se ubica alrededor de los 60
años, asociado al evento de la jubilación laboral;
y ya hoy comienza a hablarse de una llamada cuarta edad para
referirse a las personas que pasan de los 80 años. Por
ello aparecen expresiones acerca de los ¨viejos
jóvenes¨ o adultos mayores de las primeras
décadas, y de los ¨viejos viejos¨ o ancianos
añosos para marcar diferencias entre ambos grupos. Se
asumirá y abordará este periodo como una sola
etapa: la del adulto mayor, los ancianos o la Tercera Edad¨
(pág.13).

Al decir de Muchinik (1998) no hay una edad
universalmente aceptada a la que se considere ancianidad. Sin
embargo, en la mayor parte de los países los 60 o los 65
años es la edad de la jubilación y el umbral de
acceso a los programas de atención y las prestaciones
sociales.

El autor considera luego de analizar varios de los
conceptos planteados por algunos especialistas, que según
los objetivos propuestos en el proyecto, es el concepto de Orosa
(2003) citado por Nelkys Urrutia en su trabajo de diploma, el que
más se ajusta a las necesidades iníciales, siendo
interesante en el, que asuma la adultez mayor luego de los 60
años y estrechamente vinculado con el proceso de
jubilación. Además, este concepto no distingue
entre los adultos mayores por su edad más o menos
avanzada, sino que plantea abordar la adultez mayor como una sola
etapa.

La adultez mayor, como comúnmente también
se le conoce, constituye un período de la vida en el que
se hace necesario potenciar las capacidades físicas y
emocionales, ya que tener un alto desarrollo de las mismas
redunda en el desarrollo armónico y equilibrado de la
personalidad del adulto mayor, influye grandemente y se traduce
en un buen estado de salud físico y mental pues modera o
elimina hábitos dañinos o destructivos que
previenen enfermedades producidas por desequilibrios emocionales;
favorece el entusiasmo o motivación que significa
acercarse hacia lo agradable y/o alejarse de lo desagradable,
permitiéndole un mejor desarrollo de sus relaciones con
las personas en las diferentes esferas en que se
desenvuelve.

Por tales razones se propone un proyecto que desde el
trabajo social posibilite y contribuya a la formación del
adulto mayor, logrando que sea más activo, preparado,
cooperativo y dinámico; permitiéndole dar
soluciones creativas a los problemas que se presentan y
beneficiando el matiz de sus interrelaciones con el medio que les
rodea. Estas actividades están dirigidas a capacitar al
adulto mayor para afrontar mejor los retos que se le plantean en
la vida cotidiana, además, teniendo como finalidad
aumentar su bienestar personal.

Se decidió en el marco de este proyecto utilizar
como contexto el consejo popular Bahía Honda Este, ubicado
en la cabecera del municipio con el mismo nombre, este
último, primero de la provincia Artemisa por su
extensión territorial. La decisión está
sustentada por el hecho de que es este el consejo popular que
posee el mayor número de adultos mayores del municipio, el
13.4% del total de habitantes de más de 60 años,
según refieren datos obtenidos por la Oficina Municipal de
Estadística, además por poseer una amplia red de
actores sociales y representantes de instituciones que de una u
otra manera vinculan su accionar con la prestación de
servicios a los ancianos. Se ha constatado en el
diagnóstico de la comunidad que aunque la mayoría
de los problemas y necesidades se enfocan desde el punto de vista
asistencial. Se evidencia en este consejo popular como carencia
latente y de esa manera es expresado por los líderes
comunitarios (formales e informales) e incluso por los adultos
mayores, la deficitaria atención integral a la tercera
edad.

El trabajo de campo ha dado la posibilidad de
intercambiar con algunos de los adultos mayores que residen en
este consejo popular, los cuales manifiestan inconformidad con el
hecho de que la atención del trabajo social esté
solamente focalizada en aquellos longevos que presentan
discapacidad, problemas o dificultad para satisfacer sus
necesidades básicas o aquellos que se encuentran
adscriptos a instituciones de atención social (asilos,
casas de abuelo, hospitales), que más bien ha sido el
camino por el cual se ha transitado en el ejercicio de la
profesión. Demandando, entonces, que el trabajo social y
sus ejecutores en la comunidad, promuevan y potencien la
posibilidad de su inserción en la vida social activa de la
misma y que sus posibilidades y aptitudes, así como sus
experiencias, sean tenidas en cuenta.

Válido es mencionar que se ha hecho una
evaluación de la labor del Programa de trabajo social en
el país, desde su surgimiento hasta los momentos actuales
evidenciando tanto a través de la memoria escrita, la
documentación, como en el testimonio de los trabajadores
sociales, que nunca se ha atendido como es propuesto en este
proyecto a los adultos mayores como grupo etario.

El adulto mayor como generalidad se ha atendido, como
paciente o enfermo y no como individuo sano y capaz, que requiere
y necesita por las particularidades de esta etapa de la vida
atención integral. Razón esta que condujo al autor
de este trabajo a concebir el siguiente problema:
¿Cómo contribuir desde el trabajo social a la
atención integral del adulto mayor en el consejo popular
Bahía Honda Este? Definiendo como objetivo: diseñar
un proyecto de trabajo social que contribuya a la atención
integral del adulto mayor en el consejo popular Bahía
Honda Este. Para ello se hace necesario diagnosticar la
problemática de la deficitaria atención a los
adultos mayores en el consejo popular Bahía Honda Este. La
hipótesis propuesta es la siguiente: si se diseña
un proyecto de trabajo social se podrá contribuir a la
atención integral del adulto mayor en el consejo popular
Bahía Honda Este. De dicha hipótesis se derivan,
como variable independiente: proyecto de trabajo social y como
variable dependiente: Atención integral al adulto
mayor.

Científicamente resulta novedoso e importante
abordar este tema, pues en esencia, asume desde el punto de vista
gerontológico la relación adulto mayor- comunidad y
a su vez propone desde el trabajo social acciones que viabilicen
y potencien una mayor calidad de vida para las personas de la
tercera edad. Visto desde la práctica propone promover
desde la labor profesional del trabajador social y con el apoyo
de la comunidad una vida activa y saludable para el adulto mayor,
donde lejos de ser un objeto con necesidad de atención se
convierta en sujeto activo en la transformación de sus
situaciones problema y de aquellas que puedan surgir en el
contexto en el que se desenvuelve y posea las potencialidades
para solucionar. Además, constituirá material de
apoyo en el trabajo comunitario con este grupo de edad y en
labores de desarrollo local.

El trabajo se estructura en dos capítulos. El
primero hace un acercamiento al tema de la tercera edad y sus
características, haciendo énfasis en las
particularidades del fenómeno de la Adultez Mayor en el
contexto cubano. El segundo capítulo toca con especial
atención otro tema sumamente importante en la
investigación: El trabajo social, planteando algunas
consideraciones hechas por otros investigadores al respecto, todo
desde una óptica transformadora y revolucionadora,
acercándose finalmente a las particularidades del
territorio bahiahondense y la labor social con el adulto mayor.
Abarca además la propuesta de proyecto que desde el
trabajo social se plantea, en vistas de promover una
atención integral para el adulto mayor en el consejo
popular Bahía Honda Este.

La investigación cuenta, además, con
Conclusiones, Recomendaciones y Bibliografía.

Capítulo 1.

Características de la Adultez Mayor
como etapa de la vida humana. Algunas especificidades del
contexto cubano

Epígrafe 1.1. Características de la
adultez mayor.

Basados en los criterios de Urrutia (2007):

"la tercera edad conocida también con los
términos de vejez, adultez mayor o tardía, como
tendencia se presenta como etapa de involución,
determinada por pérdidas o trastornos de los sistemas
sensorio-motrices y no como una auténtica etapa del
desarrollo humano¨ (pág.10)

Es decir que más bien se aborda desde el punto de
vista clínico y con una concepción fundamentalmente
salubrista.

La vejez es el último estadío en el
proceso vital de un individuo, y también un grupo de edad
o generación que comprende a un segmento de los individuos
más viejos de una población. Los aspectos sociales
de la ancianidad están influidos por la relación de
los efectos psicológicos del envejecimiento, las
experiencias colectivas y los valores compartidos de una
generación con la organización específica de
la sociedad en la que vive.

Los cambios en el desarrollo cognoscitivo, emocional y
físico a lo largo de toda la vida expresan la diversidad
del carácter individual de lo psíquico y el
envejecimiento no escapa a esta condición. Cada persona
como protagonista de su historia de vida, dispone de recursos con
los cuales autodirige y participa en su propio desarrollo; pero
el envejecimiento es también un fenómeno
sociocultural, la determinación social atraviesa la
individualidad donde es reelaborada al tomar un sentido personal,
convirtiéndose en factor de desarrollo.

La sociedad mundial actual no dispone aún de una
cultura de la vejez, razón que avala que el viejo no sea
bien valorado y sea considerado como alguien que llega a su fin y
no como la persona que tiene el mérito de haber adquirido
la experiencia de los años vividos. Es incluso el
individuo que en muchos espacios estorba, sobra o que no es
tenido en cuenta. La preocupación por los adultos mayores
y su estilo de vida en la sociedad cambiante de hoy día,
es tema de interés de instituciones gubernamentales, no
gubernamentales, centros educacionales y de salud. Aunque esto no
basta, no es suficiente la intención de algunos para
lograr esta esperada y necesaria atención al adulto
mayor.

Como todo proceso, el envejecimiento tiene un
carácter biopsicosocial pues en él intervienen las
capacidades corporales físicas (los signos vitales y
procesos celulares de cada individuo), su forma de pensar, de
actuar y está influenciado en gran medida por el tipo de
sociedad, los roles y funciones que se asumen en la misma, es
decir que no está condicionado únicamente el
envejecimiento por las características propias e
individuales del sujeto, sino por las características
culturales, sociales e incluso políticas del
contexto.

El estudio del adulto mayor necesita de un marco
teórico que permita la cabal comprensión de esta
edad en toda su dimensión y ofrezca las vías para
contribuir a su desarrollo. Desde esta perspectiva, los eventos
vitales del período se expresan en una nueva
situación social del desarrollo, como relación
única y especial del adulto con su medio, relación
o sistema de relaciones (de comunicación y actividad) que
es el contexto en que se da el punto de partida para todos los
cambios dinámicos en la subjetividad de esta
edad.

Un acercamiento a la adultez mayor exige la
comprensión del desarrollo emocional y físico que
acompaña el proceso de envejecimiento y la vejez,
apreciando al adulto mayor como individuo en proceso de cambios y
de surgimiento de nuevas formaciones, es decir, como sujeto en
desarrollo. Por lo tanto, a continuación se pueden
mencionar algunas características de este
período.

Textos como el ¨Manual de Educación
Gerontológica para el personal de atención primaria
de salud¨, ¨La atención a los ancianos: un
desafío para los años noventa¨ y ¨La vejez.
Conceptos básicos y aproximaciones prácticas¨,
recogen un elevado número de enfermedades y padecimientos
que suelen iniciar o agudizarse en la ancianidad. Aunque no
quiere decir esto que no sea posible diferenciar el
envejecimiento "normal" o "sano" del envejecimiento
"patológico" o envejecimiento con "deterioro o
enfermedad
". Si bien es cierto que el envejecimiento se
refiere a diversos cambios que se dan en el transcurso de la vida
individual y que implican declives estructurales y funcionales, o
sea, disminución de la vitalidad; ello no significa que
tal disminución o declive equivalga forzosamente a
alteraciones patológicas.

La tercera edad no tiene necesariamente que ser un
período de la vida en el que predomine o se haga
inevitable un deterioro fatal de las capacidades físicas e
intelectuales, ya que si los sujetos muestran la necesaria
"motivación" y la intención de mantener un "estilo
de vida activo y productivo", y se les propician las condiciones
para desenvolverse en un entorno rico y estimulante, en el cual
se favorezcan "experiencias de aprendizajes" y se reconozcan y
estimulen los esfuerzos por alcanzar determinados logros, en
cuanto a participación en actividades de diversa
índole, la senectud puede ser vivenciada en toda su
plenitud.

Desde el punto de vista psicológico, en la
tercera edad se aprecian cambios en las distintas esferas de la
personalidad del adulto mayor que la distinguen de otras etapas
del desarrollo. Sin la intención de abarcar todas las
aristas de esta etapa de la vida, ni pretender agotar las
posibles condiciones que la caracterizan, se señalan
algunos elementos que permitan comprender cuáles recursos
se demandan en función de los retos a enfrentar en este
período.

Según el concepto de autoestima planteado por
Bonet (1999):

¨Una de las primeras necesidades de todo ser humano
es la de sentirse aceptado, querido, acogido, perteneciente a
algo y a alguien, sentimientos éstos en los que se basa la
autoestima. Consiste en saberse capaz, sentirse útil,
considerarse digno ¨ (pág.41).

Llegar a la ancianidad, en ocasiones es motivo de
preocupación, de desaliento, de desmotivación; esta
dado esto por el hecho de que en esta etapa se pierde
autonomía, se necesita de otras personas para cumplir
funciones higiénicas básicas, se evidencia
pérdida económica y de autosuficiencia material,
pérdida de funciones sensoriales (vista y oído) y
locomotoras; pérdidas afectivas y de
compañía (esposo/a, hijos, amigos), pérdida
de capacidad física (menos energía) y sexual,
pérdida de capacidad mental: menos reflejos y memoria,
pérdidas en el desenvolvimiento social y laboral:
jubilación, pérdida o limitación en las
posibilidades de comunicación.

Esas pérdidas están engarzadas en el
imaginario social con la dependencia de unos o de otros,
familiares o ajenos, privados o institucionales, lo cual
significa que no hay autonomía total porque ya no se es en
su totalidad (como individuo). Porque esta totalidad depende de
los servicios familiares, sociales o de ambos en su conjunto; y
entonces, el bienestar es dependiente de la buena voluntad de los
otros, que no siempre se manifiesta en tal sentido, como se puede
desprender de las denuncias por abandono, malos tratos, incluso
violencia y muerte, señalada en ocasiones por los medios
de comunicación.

Por ello, coincide plenamente el autor de este trabajo,
que hoy toca a los grupos (familia, amigos), a la comunidad y a
los diferentes actores de manera general, asumir la
posición de ayudar, apoyar, asistir, socorrer al adulto
mayor; pero todo esto sin hacerlo ver dependiente o incapaz, sin
afectar su ego y/o su autoestima.

La imagen social de la vejez y la interpretación
que cada cual haga de ella determinará en gran medida la
valoración y la posibilidad de inclusión de los
ancianos en la vida social activa, el respeto de sus derechos y
espacios, y la eliminación de estereotipos negativos que
afectan fundamentalmente al adulto mayor, pero que también
van en detrimento del ser humano y de los valores
sociales.

Físicamente es evidente que el envejecer trae
consigo un grupo de cambios a nivel biológico, los mismos
que atentan contra el adecuado desempeño y las
posibilidades del individuo para desarrollar disimiles
tareas.

Hay enfermedades crónicas responsables de la
mayoría de las muertes y discapacidades, como son la
arterosclerosis, la artritis, la diabetes, el enfisema pulmonar,
el cáncer y la cirrosis, que representan en sí
limitaciones fundamentales por la pérdida acelerada de las
reservas del organismo. Además, existen factores
científicamente probados que aceleran el envejecimiento de
una persona como son la hipertensión arterial, el
colesterol elevado, dieta y nutrición inadecuada,
capacidad vital disminuida, el sedentarismo, la obesidad, el
tabaquismo, el alcoholismo, y diversos factores adversos
(personales, psicológicos, sociales y
culturales).

Entre los cambios funcionales del organismo relacionados
con la edad (aunque no ocurren al mismo tiempo) se destacan
aquellos que ocurren al nivel del sistema nervioso central, el
sistema cardiovascular, tracto gastrointestinal, en el aparato
osteo-articular y en el metabolismo. No obstante, los avances
científicos, en materia de terapias y medicamentos, han
permitido el control y la progresión de padecimientos de
este tipo, la promoción de salud y la prevención de
los factores de riesgo y de las enfermedades
crónicas.

El proceso de envejecimiento y el cúmulo de
pérdidas psicosociales que acontecen durante la vejez
parecen determinar en algunos ancianos cierta incapacidad para
percibir sus habilidades y desde luego los aspectos positivos del
entorno que les rodea y de la vida en general. Sin lugar a dudas,
las personas mayores necesitan estar preparadas para defender sus
espacios, para ello han de saber enfrentar nuevas y diversas
situaciones. En esta tarea no sólo los rasgos
personológicos juegan un papel primordial, sino
también las capacidades físicas y sobre todo
emocionales del anciano, que le permitan resolver diversos
problemas cotidianos más allá de aquellos
identificados por la lógica y la razón.

El envejecimiento poblacional requiere una nueva
posición psicológica, sociológica y
actitudinal ante la vida. Los cambios irreversibles que sufre el
organismo exigen comprender y aceptar los nuevos límites
de las posibilidades físicas y dedicar el tiempo necesario
al cuidado de la salud, con la intención no solo de
extender el periodo que se vive, sino de aumentar en el los
niveles de bienestar físico y mental.

A raíz del análisis anterior surge la
alarma y la interrogante siguiente: ¿constituye el
envejecimiento un triunfo, un reto o una crisis? La respuesta es
afirmativa en las tres posibilidades, puesto que en realidad se
considera un triunfo la prolongación de la vida hasta
edades avanzadas, como a su vez constituye un reto enfrentar el
desarrollo en las sociedades contemporáneas cuyos
habitantes son en gran parte adultos mayores. Y así mismo
esta situación podrá generar una crisis de mayor o
menor envergadura, si no se prevén las consecuencias y se
toman a tiempo las medidas pertinentes, preparando las
condiciones necesarias para un envejecer sano y
activo.

Epígrafe 1.2. Un acercamiento al
fenómeno desde las especificidades del contexto cubano.
Elementos gerontológicos que dan un nuevo
matiz.

En Cuba la adultez mayor, posee sus
características propias, las mismas que la diferencian del
resto de los países del mundo y del área, esto
está sustentado por disímiles cuestiones, tanto de
índole cultural, político, como histórico.
Influye en esto la manera particular que por lo general poseen
los cubanos que los hace asumir y concebir la familia más
allá del marco de los miembros que conforman el
núcleo familiar, en ocasiones incluso familiares lejanos.
El sistema social que rige la gobernabilidad cubana estipula y
legitima las condiciones y atenciones para favorecer el
desarrollo social de cada individuo, entre estos los adultos
mayores, ejemplo de ello son la creación de las casas de
abuelos en cada municipio del país, la existencia de un
programa nacional para la atención al adulto mayor y la
materialización de proyectos sociales en hogares de
ancianos. Solo que en la práctica estas condiciones y
atenciones no son ejecutadas según los principios bajo los
cuales surge. Las trabas, la sectorialidad y el burocratismo son
algunos de los elementos que dificultan la ejecución de
políticas y disposiciones legales que pretenden favorecer
y facilitar la actividad social del adulto mayor.

El adulto mayor pasa por una etapa de la vida que se
considera como la última, en la que los proyectos de vida
ya se han consumado, siendo posible poder disfrutar de lo que
queda de vida con mayor tranquilidad. Usualmente las personas de
la tercera edad han dejado de trabajar, por lo que su nivel de
ingresos decrece en forma considerable, lo que junto con los
problemas de salud asociados a la edad pueden traer consecuencias
en todos los ámbitos de su vida. Esta situación
hace que las personas de la tercera edad muchas veces sean
consideradas como un estorbo para sus familias, por lo que un
problema creciente en la sociedad actual es el abandono. Otra
opción muchas veces tomada consiste en los asilos y casas
de descanso que se especializan en sus cuidados. Aunque,
según las funciones están estipuladas para el
funcionamiento de las casas de abuelos, la atención de
estos centros más bien está orientada a aquellos
adultos mayores que viven solos, que por cuestiones familiares
permanecen durante extensos periodos de tiempo sin
compañía en el hogar o carecen de lugares con las
condiciones mínimas e indispensables para
vivir.

Como se ve a diario, se trata de un grupo de personas
que son en ocasiones fuertemente discriminados, ya que se comete
el error de considerarlos como inoperantes o incapaces, enfermos
o simplemente viejos que no pueden cumplir con las tareas
más básicas. Esta concepción de la tercera
edad en la mayoría de los casos se encuentra bastante
alejada de la realidad que estas personas viven. En disimiles
ocasiones siguen siendo personas perfectamente sanas y activas,
llenas de vitalidad que disfrutan de la tranquilidad de haber
cumplido con todos sus proyectos de vida, pudiendo disfrutar de
la familia, los nietos y los triunfos acumulados durante la
vida.

Según los datos obtenidos en la ¨Encuesta
nacional de envejecimiento poblacional 2010¨ Cuba ha
transitado desde un 11,3 % de personas de 60 años y
más en 1985 hasta un 17,8% en el 2010, lo que indica
según investigaciones de la Oficina Nacional de
Estadística e Información (ONEI), su
ubicación en el Grupo III de Envejecimiento (mayor del 15
% la población de 60 años y más, respecto al
total). Así, en el término de 25 años el
envejecimiento se ha incrementado en 6,5 puntos
porcentuales.

Como perspectiva de la dinámica
demográfica entre el año 2011 y el 2025 la
población de Cuba habrá disminuido en valores
absolutos, en algo más de 203 111 personas. El promedio de
edad pasará de 38 a 44 años. Casi el 26 % de su
población tendrá 60 años y más, con
un elevado crecimiento absoluto de 80 años y más,
si hoy existen 2 millones de personas de 60 años y
más, para el 2030 serán 3,3 millones.

Como se manifiesta en la mayoría de los
países que presentan signos de envejecimiento o que
enfrentan este proceso, en la población femenina se
observa un mayor porcentaje de personas en edades avanzadas. En
Cuba, según se evidencia en el mapa de envejecimiento
poblacional, la población femenina presenta un 18.3% de
adultas mayores y la masculina un 16.4% de adultos mayores. De
igual forma, del total de personas de 60 años y
más, el 52.7% corresponde al sexo femenino frente a un
47.3% del sexo masculino que en cifras absolutas significa que
las féminas superan a los varones en algo más de
ciento seis mil.

¨Según lo planteado por el Centro
Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE)
en su ¨BOLETÍN ENVEJECIMIENTO Y DESARROLLO
NÚMERO 6. II Conferencia Regional sobre
envejecimiento
¨. Ante el descenso continuado de la
fecundidad y el aumento de la esperanza de vida fundamentalmente
en los grupos de edades intermedios y mayores, el proceso debe
continuar avanzando con mayor fuerza. En todos los países
de la región de América Latina y el Caribe, la
proporción y el número absoluto de personas de 60
años y más se incrementarán sostenidamente
en los próximos decenios En términos absolutos,
entre los años 2000 y 2025, 57 millones de personas
mayores se sumarán a los 41 millones existentes y entre
2025 y 2050 ese incremento será de 86 millones de
personas. Se trata de una población que crece
rápidamente (3,5%) y con un ímpetu mayor que el que
muestra la población de edades más jóvenes.
En efecto, la velocidad de cambio de esta población
será entre tres y cinco veces mayor que la de la
población total en los períodos 2000-2025 y
2025-2050, respectivamente¨[1].

Se prevé en el caso de Cuba un aumento continuo e
irreversible del envejecimiento poblacional. El incremento del
número de adultos mayores exige la búsqueda de
opciones adecuadas para este sector. El trabajo social es una
disciplina que asume como condición fundamental la
transformación consciente de una situación
carencial en determinado espacio tomando en consideración
las potencialidades existentes en el mismo para dicho
proceso.

En Cuba, el Centro Iberoamericano de la Tercera Edad
(CITED), radicado en el Hospital General Calixto García,
lidera la mayoría de los estudios que se llevan a cabo
sobre la adultez mayor. Este centro ha sido el promotor de
diversas investigaciones, de formación de recursos
humanos, en fin, de la política más general de
atención a los ancianos.

En este accionar también se destacan diversas
instituciones cubanas de salud, educación, etc., las
cuales despliegan servicios a favor de los adultos mayores. Por
ejemplo, el Ministerio de Salud Pública incluye la
atención a los mayores dentro de sus programas priorizados
a cumplir por los médicos de familia, quienes a su vez
promueven la existencia de los llamados "círculo de
abuelos" junto al Instituto de Deportes, Cultura Física y
Recreación (INDER). Estos círculos de abuelos dan
la posibilidad a los jubilados de mantener relaciones sociales
dentro de su misma generación y de mejorar su salud
física y mental.

Se cuenta además, con un Programa Nacional de
Educación para mayores que recibe el nombre de
Cátedras Universitarias del Adulto Mayor (CUAM), cuyo
objeto social lo constituye la investigación del proceso
de envejecimiento poblacional en Cuba y el desarrollo de una
estrategia de educación para las personas mayores que
contribuya a la reinserción social de las
mismas.

Al considerar la etapa del envejecimiento se plantea un
problema social de primer orden en cuanto las personas mayores
como grupo social diferente e importante en el ámbito
demográfico, con rasgos culturales específicos,
intereses propios, están exigiendo a la sociedad que se
garantice el incremento de su bienestar, el desempeñar
roles que den sentido a sus vidas, el desarrollar actitudes
distintas a las actuales con las que se dé fin a la
marginalidad y al desarraigo, a la inseguridad, a la falta de
calidad de vida y a todos los prejuicios, mitos y estereotipos,
que forman parte del imaginario social que envuelven al proceso
de envejecer.

Sumamente importante es en esta visión social del
adulto mayor es el papel de la Gerontología, a decir de
Piña (2009):

¨es el área del conocimiento que analiza el
proceso de envejecimiento en sus dimensiones biológica,
psíquica, económica, política, educativa y
social, es el estudio de la vejez a partir de un enfoque
interdisciplinario y su propósito es conocer el proceso de
envejecimiento y establecer una práctica profesional que
permita mejorar la calidad de vida de los adultos mayores.
[…] A diferencia de la Geriatría rama de la
medicina que se centra en las patologías asociadas a la
vejez, y el tratamiento de las mismas, la gerontología se
ocupa, en el área de salud, estrictamente de aspectos de
promoción de salud. Por lo demás, aborda aspectos
psicológicos, sociales, económicos,
demográficos y otros relacionados con el adulto mayor¨
(pág. 10).

Dentro de los diversos campos que estudia y aborda la
gerontología hacer hincapié fundamentalmente en la
Gerontología Social: estudia el lugar y la
participación del adulto mayor en sociedad y cómo
esta afecta el proceso de envejecimiento.

Al referenciar lo planteado por Rubies (1989) se asume
que:

¨la Gerontología Social es la rama de la
Gerontología que se encarga de desarrollar investigaciones
sobre las diversas problemáticas sociales relacionadas con
la vejez, así como del diseño y aplicación
de acciones tendentes a lograr el bienestar del anciano en su
contexto social, incidiendo sobre aspectos económicos,
protección social, vivienda, educación para la
vejez, interacción anciano-familia-comunidad e
institucionalización¨ (pág.387).

Y agrega el autor que:

¨la Gerontología Social tiene dos componentes
esenciales: investigación y trabajo comunitario, con
acentuado énfasis en el área preventiva. La
investigación es teórica y diagnóstica,
aporta elementos a la práctica gerontológica
social, que se canaliza a través del diseño y la
aplicación de políticas y programas. Los resultados
obtenidos en la evaluación y seguimiento a la
práctica vuelven a nutrir al cuerpo de
investigación, que obtiene así nuevos elementos de
estudio. Se forma así un circuito de conocimiento que
enlaza en forma permanente la teoría y la práctica
gerontológica¨ (pág.389).

El autor considera necesario y fundamental abordar la
problemática desde una perspectiva gerontológica
dado el hecho de que se impone como reto y desafío de
estos tiempos que se valore socialmente al adulto mayor, no solo
como individuo, sino como parte de un proceso social,
además de verlo como un sujeto activo en el mismo que al
igual que el resto de los implicados tiene el deber y la
posibilidad de aportar sus experiencias, opiniones, así
como poner en función de la colectividad sus propias
potencialidades.

Al respecto, el profesional del trabajo social que
estudie e intervenga en problemáticas de esta
índole y que asuma esta área del conocimiento
(gerontología social) debe tener en su haber
académico nociones de sociología del
envejecimiento, trabajo social, estadística,
psicogerontología. Este profesional enfatiza su
práctica en aspectos de recreación,
evaluación de las actividades diarias del adulto mayor,
políticas de inserción en los diversos espacios
sociales.

Esta interacción anciano-familia-comunidad, antes
mencionada, está marcada en ocasiones de manera negativa
puesto que el trato que se da a los adultos mayores dista mucho
del que realmente necesitan y demandan. No es que se les abandone
a su suerte (lo que al menos les obliga a valerse por sí
mismos), sino que se traten como a menores, convirtiéndose
en ocasiones la persona con la que viven en una especie de
supervisor, controlador y/o tutor. Colocándolos bajo su
poder autoritario y arbitrario y expropiándoles de su
propia responsabilidad personal como sujetos.

En esta construcción social, hay algo que en la
actualidad se asocia inequívocamente a la vejez,
definiendo el estatus social de las personas: la
disminución de las posibilidades monetarias, criterio
económico que notablemente inciden en las relaciones
sociales del adulto mayor con el medio y viceversa.

Debe producirse entonces un cambio básico en la
percepción que tiene la sociedad sobre las personas de
edad. Con mucha frecuencia se les considera erróneamente
como personas que necesitan ayuda, en lugar de verlas como una
fuente potencial de solución de problemas, propios y de la
comunidad. A menudo no se les proporcionan recursos, ni se
financian las iniciativas que promueven. Sería muy
ventajoso si se les diera recursos materiales y financieros para
acciones que les permitieran, planificar actividades
conjuntamente con otras generaciones y relacionarse con
organismos externos, incluida la búsqueda de
empleo.

Sin embargo, en la actualidad la imagen que se construye
en torno al proceso de envejecimiento es una imagen dotada de
connotaciones negativas, asociándose a pasividad,
enfermedad, deterioro y carga social. Es cierto que con el
proceso de envejecimiento se concluyen las etapas vitales de una
persona, y que esto es del todo inevitable, pero no debe
equivaler a enajenación y mucho menos
invisibilidad.

Capítulo 2.

El Trabajo Social
con el adulto mayor. Una perspectiva
transformadora

Epígrafe 2.1. El trabajo social en la
comunidad, algunas consideraciones al
respecto.

El trabajo social debe constituir en estos tiempos un
elemento que permita potenciar desde la comunidad y desde la
participación activa de sus miembros las propias
transformaciones que desde el punto de vista social demanda la
misma, además está dentro de sus funciones ser ese
puente de gestión entre usuarios e instituciones, entre
recursos y necesidades.

Existen disimiles definiciones por varios autores, de
¿Qué es trabajo social? A continuación se
mencionan dos de las cuales fueron revisadas durante la
investigación teórica.

Malagón (1999) define que:

"[…] el trabajo social consiste en ayudar a la
gente a conseguir relaciones que le conduzca a la
satisfacción de necesidades personales, tanto en los casos
en que las relaciones han sido rotas, como en los que hay
posibilidades de que esto ocurra. Esto se entiende de dos maneras
enseñando a los individuos a desarrollar sus capacidades y
creando recursos o encauzándolos a los existentes"
(pág.11)

Se considera por parte del autor que el concepto antes
mencionado aunque hace alusión a la necesidad de que el
individuo resuelva sus situaciones carenciales y
problemáticas desde el punto de vista de sus propios
recursos y potencialidades, no es totalmente explicito en cuanto
al hecho de que se deben atender las causas del fenómeno
que dan origen al problema, logrando de esta manera no una
solución paliativa al mismo sino un verdadero
antídoto contra la proliferación de dichas
situaciones. También falta en este concepto, un mayor
acercamiento al protagonismo de los actores sociales en cada uno
de los contextos en que se desarrollan.

Otra de las definiciones a las que se hace
alusión es la creada por Kisnerman (1998) que asume el
trabajo social como:

"[…] la disciplina que se ocupa de conocer las
causas y efectos de los problemas sociales y lograr que los
hombres asuman una acción organizada, tanto preventiva
como transformadora que los supere. No es simplemente ejecutora
de lo que otras disciplinas elaboran. Interviene en situaciones
concretas que muestran determinadas carencias, investigando y
coparticipando con los actores en un proceso de cambio"
(pág. 153).

Es este concepto de Kisnerman el que definitivamente se
ajusta a los intereses del proyecto y los propios de autor para
definir el trabajo social, puesto que no solo aborda la necesidad
del estudio de las causas del problema, para lograr un cambio o
variación en sus efectos; sino que plantea la importancia
de la contextualización del problema para su tratamiento y
su significación en el proceso de capacitación y
educación de los actores sociales.

Es decir que según los criterios especializados
antes mencionados, puede asumirse como la actividad profesional
mediante la cual se orienta, organiza y moviliza desde ella
misma, la fuerza endógena comunitaria. Su objeto de
estudio lo constituyen las irregularidades que se encuentran en
el espacio de interrelación entre las necesidades, los
servicios y las políticas sociales y, su objeto de
intervención está en la orientación,
movilización y organización de los sujetos
implicados en esta relación para acompañarlos en la
búsqueda de soluciones y en la determinación de sus
potencialidades para resolver dicho conflicto o situación
problema.

Existen un grupo de limitaciones que se han de vencer
que hoy constituyen desafíos para el ejercicio de la
profesión, a continuación se relacionan algunas de
las comentadas en Yordi (2010).

Partes: 1, 2

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