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Corrimiento a la izquierda



Partes: 1, 2

  1. Un
    poco de historia…
  2. Ideología con
    Revolución
  3. El
    Partido Socialista Popular, una teoría
    necesaria
  4. Desandando la prensa
    prerrevolucionaria
  5. El
    rostro de la prensa escrita
  6. La voz
    de la radio y los cimientos de la TV
  7. La
    Revolución en el Poder y la nueva prensa
    revolucionaria. Luces y sombras

Las transformaciones socioeconómicas
y políticas revolucionarias en Cuba revolucionaria
1959-1961.

A primeras horas de la mañana del 1ro. de enero
de 1959, comienzan a filtrarse rumores inquietantes entre los
periodistas cubanos, respecto a una precipitada convocatoria
hecha desde el cuartel de Columbia por el general Eulogio
Cantillo a los directores de los medios de comunicación
nacionales.

Sobre las 6:30 y 7:00 AM, por el canal 2,
Telemundo, el periodista Carlos Lechuga comunica la
noticia de la fuga precipitada del dictador Fulgencio Batista
hacia los Estados Unidos y la conformación de una Junta
Militar de Gobierno. De forma paralela, Radio Progreso
interrumpe su programación musical y lanza la buena
nueva.

Minutos después, otro periodista, Lisandro Otero
comunica la noticia ante las cámaras del canal 12. Otero
había estado transmitiendo ininterrumpidamente desde las
3:00 AM. Su colega norteamericano, Jules Dubois, se le
unió tres horas más tarde al enterarse por fuentes
de la embajada de su país.

Estas emisiones fueron los primeros heraldos de la gran
coyuntura político social (probablemente la mayor de toda
la historia) que envolvió a Cuba a partir de ese
día y cambió radicalmente el derrotero del
país hasta nuestros días.

El dominio sobre el país del gobierno provisional
encabezado por Carlos M. Piedra y Piedra es efímero, y las
organizaciones revolucionarias, principalmente el Directorio
Revolucionario 13 de marzo y el Movimiento 26 de
julio,
se ocupan de levantar a todo el pueblo en una Huelga
General que propina el golpe final. El pueblo no abandona las
calles hasta la entrada de la Caravana de la Victoria.

"Gracias Fidel", "Viva la Revolución", rezaban
los carteles escritos y colgados a toda velocidad en ventanas que
pertenecían, lo mismo a mansiones que a solares. La
revolución exacerbó los ánimos de todos los
cubanos por igual, que se aferraron bien a ella para que no se
fuera a "bolina", sintiendo cumplida la esperanza y la fe en el
futuro que siempre ha caracterizado a este pueblo.

"Estaba claro el valor de los medios para difundir las
nuevas ideas. De ahí que entre las primeras medidas del
gobierno revolucionario estuvo la de suprimir las "subvenciones"
que recibían confidencialmente las empresas
mediáticas. Páginas completas de periódicos
e importantes espacios de radio y televisión fueron
contratadas por el gobierno, según las tarifas regulares
de propaganda. Las agencias publicitarias fueron contratadas a su
vez para producir los nuevos anuncios. El Estado se
convertirá en cliente de estos medios e instituciones. En
medio de esta vorágine surgen todo tipo de iniciativas, se
organizan actos, maratones y comparecencias que los medios no
tienen más remedio que difundir: toda una eclosión
en pantalla, en la radio, en las planas de los diarios, de la voz
y la imagen de los "barbudos rebeldes"."
[1]

Un poco de
historia…

La Ley Fundamental de la República de Cuba,
vigente a partir de la victoria de enero del "59, mantuvo vigente
el artículo 33 de la constitución de 1940, que
establecía que "toda persona podrá, sin
sujeción a censura previa, emitir libremente su
pensamiento, de palabra, por escrito, o por cualquier otro medio
gráfico u oral de expresión, utilizando para ello
cualesquiera o todos los procedimientos de difusión
disponibles (…) sólo podrá ser recogida la
edición de libros, folletos, discos, películas,
periódicos o publicaciones de cualquier índole
cuando atenten contra la honra de personas, el orden social o la
paz pública…"[2]

Muchas transformaciones se sucedieron en el terreno
político en los primeros tres años (1959-1961) de
Revolución. Se trabajó para demoler el viejo Estado
burgués e iniciar la construcción de un
Estado-Nación Soberano y Popular. En este sentido pueden
mencionarse la aparición de nuevos ministerios y
organismos así como de instituciones que coadyuvaron en la
labor de impulsar los grandes cambios, entre ellos, el Ministerio
de Recuperación de Bienes Malversados, el Instituto
Nacional de la Reforma Agraria (INRA), el Ministerio de Bienestar
Social,  el Instituto Nacional de Ahorro y viviendas (INAV),
el Departamento Industrial del INRA, luego Ministerio de
Industrias,  el  Banco de Seguros Sociales, el
Instituto Cubano del Petróleo, la Oficina de Fomento
Marítimo, el Instituto Nacional de la Industria
Turística, el Banco de Comercio Exterior, y la Junta
Central de Planificación (JUCEPLAN), entre 1959 y 1960. En
el propio año de 1961, se fundan además, el Consejo
Nacional de Cultura, el Ministerio de Comercio Exterior, el
Ministerio de Comercio Interior, el Ministerio de Transportes, el
Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y
Recreación (INDER),  etc. Todas estas nuevas
instituciones y ministerios se complementaron y coordinaron, en
lo posible, los planes de desarrollo de la Isla. Algunos de los
viejos ministerios fueron reestructurados y otros fueron
eliminados (tal fue el caso del Ministerio de la Agricultura que
fue absorbido por el INRA), todo con el fin de lograr una
dirección económica eficiente y que respondiera a
las expectativas de bienestar económico y social que el
pueblo esperaba de la Revolución.

Pero, conjuntamente a estos cambios profundos en la
superestructura política, que implicaron la
creación de mecanismos para llevar adelante las
políticas socioeconómicas en curso, el Gobierno
Revolucionario se dio a la tarea de organizar, concientizar y
preparar a las masas populares en las labores de construir un
nuevo tipo de democracia y hacerlas participativas en las labores
económicas y sociales, además de incorporarlas a la
actividad la política, la cultura y la defensa del
país. Los años, desde 1959 hasta 1961, van a ser
testigos de la construcción de una gran red de
instituciones y organizaciones políticas, de masas y
sociales, incluyendo las de los profesionales, que van a
conformar la nueva sociedad civil y política cubana. Este
fenómeno de carácter original permitió el
trabajo de concientización política activa a
través del protagonismo del sujeto popular y la
ampliación de la democracia participativa y directa del
pueblo trabajador en apoyo de la Revolución Cubana en
aquellos difíciles dos años.

Por otra parte, la unidad que se había ido
forjando en el seno de las organizaciones políticas, de
masas y sociales, fue fortalecida e impulsada por el esfuerzo
unitario de las principales fuerzas revolucionarias, el MR 26 de
Julio, Partido Socialista Popular y el DR 13 de Marzo.

En específico, las direcciones políticas
de todas estas organizaciones, desde mediados de 1959, primero
los líderes del MR 26 de Julio y el PSP y, más
tarde el DR 13 de Marzo, sostuvieron una serie de reuniones con
el fin de crear una sola organización de vanguardia que
dirigiera la Revolución y su proceso de
transformación socioeconómico y
político.

Sin embargo, este proceso no puede considerarse un Paseo
de Riviera, si se tiene en cuenta, que en el seno de las tres
organizaciones existían grupos y elementos que
tenían proyecciones diferentes acerca de los espacios
políticos a ocupar, de los ritmos de los posibles 
cambios, de la posición a asumir frente a los EE.UU., e
ideas diversas sobre las propias transformaciones a
desarrollar.

Fue necesario superar estos obstáculos a
través de un trabajo persuasivo en las bases y en los
niveles de dirección altos e intermedios, esencialmente,
tratando de eliminar los recelos, los ánimos y actitudes
sectaristas, los prejuicios anticomunistas y la idea de que una
sola de esas organizaciones era capaz de asumir el papel de
vanguardia política en el proceso
revolucionario.

Las principales personalidades revolucionarias y sus
seguidores más conscientes, en el intrincado camino de
lograr la unidad acelerada del pueblo hicieron un máximo
esfuerzo de sacrificio, sentido del deber y altruismo
revolucionario patriótico y humanista.

Ello en parte debido a la aguda lucha de clases interna
y la hostilidad de los EE.UU. que permitieron, junto a la
claridad y voluntad política de los dirigentes, percatarse
que la división y la escisión podían dar al
traste con el proceso revolucionario y, por lo tanto, permitir
que las autoridades estadounidenses, con sus redes
contrarrevolucionarias interiores y exteriores, provocaran el
roll back de la Revolución Cubana.

La capacidad de dirigir, conducir, convocar, movilizar,
unida a la de organizar y concientizar al pueblo, por parte de la
vanguardia política, enriquecida con nuevas figuras y
sectores del pueblo, dio lugar que la polarización de la
población fuera radical y que separara en dos grupos -no
exentos de posibilidades de diálogos y rectificaciones-,
los que del lado de la Revolución y, por lo tanto, a favor
de una Patria libre, independiente y soberana, y con las clases,
los grupos, sectores, estratos y segmentos sociales más
explotados y oprimidos brindaron un consenso mayoritario a estas
fuerzas revolucionarias de vanguardia.

Del otro grupo, siendo minoritarios, los
grandes burgueses, los medianos y los pequeños burgueses,
no solo por su pertenencia de clase sino por su mentalidad
colonizada en el orden ideopolítico y cultural, más
algunos desclasados junto a los "sietemesinos", sin importar su
origen social, que se fueron perfilando como elementos
antipatriotas, pronorteamericanos, contrarrevolucionarios y, por
lo tanto, capaces de llegar al límite inadmisible de la
traición al propiciar y permitir la intervención de
los norteamericanos para solucionar los problemas de su patria.La
hegemonía de las fuerzas revolucionarias que representaron
los intereses de los oprimidos y los explotados y que brindaba la
gran oportunidad de una Cuba digna, libre e independiente fue
asumida y ratificada por las grandes masas de obreros,
campesinos, trabajadores manuales e intelectuales, los
estudiantes y un destacado grupo de la pequeña
burguesía radicalizada. Este respaldo a la
Revolución se debió a  los logros alcanzados
en esos años que se materializó, en todas las
esferas de la vida social y tuvo la participación
democrática activa del pueblo en la toma de decisiones,
como en la solución de muchos de los problemas en el
ámbito nacional. También esa democracia popular
participativa, informal pero de alto contenido
ideopolítico, se percibió las grandes
concentraciones populares en la Plaza Cívica (luego Plaza
de la Revolución) en la capital de la República y,
las que se realizaban en otras localidades del
país.

Ideología con
Revolución

El concepto de ideología ha sido muy manejado
entre los intelectuales y filósofos, pero lo cierto es que
a partir de estos conceptos se ha construido sociedades, modos de
vidas, en fin se establece la producción y
reproducción del ideal social.

Ideología, es para Marx y Engels falsa
conciencia; teoría no científica o no lógico
experimental para Pareto y visión del mundo de un grupo
humano para Mannheim. [3]

Jorge de la Fuente lo conceptualiza: "Cuando la
ideología forma parte del conocimiento científico
aparece como un sistema de ideas o sustrato valorativo que
garantiza la objetividad del análisis o deforma la
perspectiva teórica – "falsa conciencia"- de acuerdo
con el carácter de los intereses sociales y clasistas que
el investigador asume, consciente o inconscientemente. Pero
cuando la ideología forma parte de otros modos de
actividad social no identificables con la ciencia o la
teoría, el lugar que ocupa y la función que cumple
son diferentes en la medida en que sus determinaciones no
aparecen en forma de abstracciones o de interpretaciones
discursivas sino que se incorporan y diluyen en el proceso
práctico y en sus resultados. Y no solo se trata de que en
un caso la ideología aparece de un modo más o menos
explícito (nivel teórico ideológico) y en
otro se manifiesta implícitamente (aspectos
ideológicos de la "mentalidad social"); se trata
también de una cuestión de procedimiento, de
elaboración peculiar de lo ideológico en las
distintas formas de apropiación y transformación de
la realidad características del sujeto
social".[4]

En La ideología alemana, se analiza como
sistema de ideas, como conciencia ilusoria, a través de la
cual la sociedad se representa sus motivos reales, incluso en el
plano de las relaciones familiares.[5]

La concepción materialista de la historia asegura
que el hombre actúa a partir de su proceso de vida real
exponiéndose al desarrollo de los reflejos
ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. "La
moral, la religión, la metafísica y cualquier otra
ideología y las formas de conciencia que a ellas
corresponden pierden, así, la apariencia de su propia
sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio
desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su
producción material y su trato material cambian
también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los
productos de su pensamiento."[6]

En fin la ideología la podemos definir como la
producción y reproducción del ideal social,
apoyándonos en el concepto de Rubén Zardoya: toda
ideología constituye una forma de idealidad. La realidad
de la formación de la subjetividad humana y la
socialización de los
individuos.[7]

La subjetividad humana es heredera de la
ideología, se corresponde con los esquemas que norman o
debe normar el comportamiento social o particular de un solo
individuo. Forma parte de la realidad de la formación de
las capacidades humanas, rige la acción de una forma
determinada de organización de las relaciones de propiedad
y de poder y, en general, de las relaciones sociales, en
correspondencia con una constelación específica de
normas y valores.

Para Zardoya la ideología es poder y asume que es
el poder de configurar el universo mental de los hombres y
mujeres, modelar sus esquemas de pensamiento, organizar su
actividad psíquica con arreglo a determinados fines,
establecer los límites de la experiencia e, incluso, de la
percepción, conferir sentido a las nociones del bien y el
mal, lo bello y lo feo, lo legal y lo ilegal, lo profano y lo
sagrado. La ideología, insiste Zardoya, "es el poder de
consagrar la hegemonía de una clase o grupo social sobre
los restantes, de manera tal que la realidad de esta
hegemonía resulte incontestable, sea dada por sentada
(repárese en esto: sea dada por sentada) para la
conciencia, se presente como enraizada en el orden natural de los
acontecimientos humanos; o bien el poder de desestabilizar y
herir de muerte aquella hegemonía, subvertir los valores
que se intenta dar por sentado y encauzar la acción
contrahegemónica"[8]. No olvidar que "la
clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es,
al mismo tiempo, su poder espiritual dominante"; el poder de
regular la producción, la distribución, la
circulación y el consumo de las ideas con arreglo a sus
intereses y a su ideal de organización de la vida social,
y garantizar la hegemonía de las ideas que expresan y
sancionan las relaciones materiales
dominantes.[9]

A pesar de tantas teorías sobre la
ideología, para el hombre en sí resulta invisible e
intangible puesto que es el propio proceso de apropiación
del hombre el que la genera. Solo es más apreciable cuando
se convierte en formas más evidentes y susceptibles como
es la religión y la política.

La ideología no la podemos separar de manera
independiente de la conciencia social, ni constituye una forma
específica de producción de ideas, que pueda ser
clasificada y dispuesta en una misma serie de conjunto con la
ciencia, el arte, la filosofía, la política o la
mitología. "Constituye, antes bien, una
determinación sustancial de todos los modos de
producción espiritual existentes en los marcos de las
formaciones sociales antagónicas: globalmente hablando,
estos modos de producción de ideas y las correspondientes
formas de conciencia son esencialmente ideológicos,
apuntan implícita o explícitamente y con
independencia de toda intencionalidad, a la fundamentación
o descalificación de uno u otro ideal, capacitan o
incapacitan a los sujetos sociales para la acción
socialmente significativa en correspondencia con los imperativos
que dimanan de aquél. En virtud de esta omnipresencia, la
ideología constituye un factor determinante de todas las
formas de la actividad humana, de todas las instituciones
sociales y todas las modalidades de la cultura, un medio poderoso
del proceso de producción
social."[10]

El Partido Socialista
Popular, una teoría necesaria

Desde los oscuros días del cuartelazo del 10 de
marzo de 1952 el Partido Socialista Popular (PSP) fue un partido
político cubano. Fundado el 16 de agosto de 1925 como el
Partido Comunista Cubano por Carlos Baliño, José
Miguel Pérez y Julio Antonio Mella

El 22 de enero de 1944 toma el nombre definitivo de
Partido Socialista Popular (PSP). En gran parte de su historia su
Secretario General fue Blas Roca (desde 1934 hasta el
1962).

En 1953 el PSP es ilegalizado por la dictadura de
Fulgencio Batista, aunque su prensa continúa circulando
libremente, excepto el órgano partidario Noticias de
Hoy
. En ese mismo año, el PSP condena como
"actividades golpistas y aventureras de la oposición
burguesa"[11] el asalto al cuartel Moncada
realizado por Fidel Castro y sus seguidores.

El primer partido, que ante la lucha contra Batista
definió sus objetivos tácticos fue el PSP que como
línea estratégica, se planteo la lucha por la
instauración de un gobierno transitorio de amplia
coalición que restableciera la Constitución del
1940 y todas las libertades y derechos democráticos y
realizara elecciones inmediatas en las que el pueblo pudiera
elegir un gobierno de liberación nacional capaz de aplicar
el programa de transformaciones que el país
exigía.

Forjar la unidad de acción de la clase obrera,
del campesinado trabajador y de todos los sectores populares, era
el objetivo del PSP, quien pretendía construir un frente
único de partidos, sociedades y organizaciones capaz de
desencadenar la acción de las masas a un grado tal que
obligara a la tiranía a dar marcha
atrás.

La dirección del PSP mostrará en 1957 una
actitud ambigua hacia el Movimiento 26 de Julio, ya que en varias
reuniones clandestinas previas se destacaban las diferencias de
criterios de cómo se debía llegar al poder (para
llevar a cabo los programas sociales que ambas organizaciones
pretendían), mediante las elecciones o la lucha armada en
la cual, el PSP no consideraba alcanzaría la
victoria.

Es a finales de 1957 cuando el Comandante Fidel Castro
se entrevista de madrugada en la Comandancia General en la Sierra
Maestra con Ursinio Rojas, uno de los dirigentes del PSP y
miembro de su Buro Político, acordándose mutuamente
planes conjuntos para continuar la lucha.

El PSP introdujo las modificaciones necesarias para
conjugar las formas de lucha, autorizando a sus militantes a
integrar las filas del Ejército Rebelde. Así, a su
regreso a la Sierra Maestra, cumpliendo orientaciones del Jefe de
la Revolución Comandante Fidel Castro, Ursinio, a finales
del 1957 e inicios de 1958, da los primeros pasos para la
creación del Frente Obrero Nacional del Movimiento 26 de
Julio.

Muchos miembros del PSP se integran a las filas del
Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, y a la lucha
revolucionaria y el apoyo logístico y clandestino de este,
desde las ciudades. Surge también uno de los frentes
guerrilleros integrados por militantes del PSP, en las
montañas del Escambray.

Con el triunfo de la revolución cubana en enero
del 1959 algunos de los miembros del PSP asumen actitudes
'sectaristas' hacia la nueva estrategia y dirección del
partido, y hacia las primeras medidas que toma la
dirección de la Revolución.

El PSP se integra a las Organizaciones Revolucionarias
Integradas (ORI) en 1961 y en 1962 se fusiona con el Movimiento
26 de Julio y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo para
formar el posteriormente denominado Partido Unido de la
Revolución Socialista de Cuba (PURS), declarado como
partido único.

No es hasta el 3 de octubre de 1965 cuando toma el
nombre definitivo de Partido Comunista de Cuba (PCC), momento en
que muchos de los militantes del antiguo Partido Socialista
Popular (PSP) integran la nueva organización,
convirtiéndose muchos de ellos en figuras claves de la
nueva dirección del país, como Blas Roca Calderio,
Carlos Rafael Rodríguez, Lázaro Peña, Juan
Marinello, Flabio Grobat, Ursinio Rojas, Juan Taquechel, Severo
Aguirre, Agapito Fiqueroa, y muchos otros.

Desandando la prensa
prerrevolucionaria

Quienes desconocen la extensa trayectoria del periodismo
cubano, quizás piensen que las características de
nuestra prensa socialista, se asentaron desde el mismísimo
surgimiento de los medios de comunicación en las filas de
la escuadra especializada en informar y orientar al pueblo. Sin
embargo, antes del triunfo de enero de 1959, era otra la
historia.

El siglo XX deviene momento exclusivo para el desarrollo
de la profesión periodística en Cuba. El
advenimiento de una serie de hechos, aparejados a la marcha de la
República Neocolonial (1902-1958) otorga a la prensa
cubana características excepcionales en su historia.
Ofrecemos, pues, un paneo por la situación del periodismo
en tan singular etapa.

Dentro del progreso al cual nos referimos, no podemos
dejar de citar algunos acontecimientos que menciona Juan Marrero
en Dos siglos de periodismo en Cuba como son la irrupción
de las nuevas tecnologías de impresión y la
inserción de la fotografía como elemento
fundamental en revistas y periódicos. Además, el
nacimiento de un servicio que las empresas periodísticas
más solventes incorporan a las redacciones: las agencias
cablegráficas.[12]

Irrumpe la segunda década de la centuria y la
perla de las Antillas se anticipa a sus vecinos de América
Latina para ser la primera en establecer la radio en 1922, aunque
la inauguración oficial no ocurre hasta un año
después por Luis Casas Romero. Luego, a mediados de siglo
se incorpora a los medios ya existentes, uno más completo
y aglutinador: la Televisión.
[13]

Todos estos acontecimientos repercuten considerablemente
en la agilidad, actualidad y dinamismo del ejercicio
periodístico; sin apartar el espacio cada vez mayor que
ocupan la propaganda y la publicidad dentro del sistema de los
medios de prensa. Precisamente el desarrollo de este
fenómeno, garantiza en extraordinaria medida el
sostenimiento y avance indiscutible de tantos periódicos,
emisoras y canales de TV en esa época.
[14]

A la par de ese oportuno desarrollo, la sombra
capitalista resguarda sus intereses en cada sector de la
nación cubana. Según Ernesto Vera y Elio
Constantín en El periodismo y la lucha ideológica,
durante los años de la república mediatizada la
prensa dominante en Cuba tuvo un carácter netamente
imperialista, reaccionario como consecuencia de la
situación semicolonial.[15]

Ambos autores resumen en El Periodismo y la lucha
ideológica, las características de esta prensa del
modo siguiente:

  • Fue un medio utilizado para negar y ocultar las
    mejores tradiciones de las luchas independentistas de nuestro
    pueblo.

  • Fue un permanente difamador de la ideología
    de la clase obrera, el marxismo-leninismo, y su más
    firme exponente: la Unión de Repúblicas
    Socialistas Soviéticas (URSS) primero y,
    posteriormente, también los demás estados
    socialistas.

  • Apoyada en falsos valores, trató de sembrar
    en la conciencia de nuestro pueblo la frustración, el
    conformismo, el fatalismo geográfico y político
    y, muy especialmente, el
    anticomunismo.[16]

Resulta preciso añadir que durante los
años de la Segunda Guerra Mundial la campaña
antifascista que se llevaba mundialmente también tuvo ecos
en Cuba. Durante ese período gubernamental Fulgencio
Batista —el hombre fuerte de Cuba— "que era muy
hábil, muy sagaz en la politiquería, le dio apoyo a
los periodistas para fundar el Primer Colegio de Periodistas de
América Latina (1943) y para hacer antes el Primer
Congreso de Periodistas cubanos en el año
1941".

De esta manera, con todo el apoyo propiciado por Batista
y las subvenciones del gobierno, la prensa dominante se imbricaba
a los intereses del gobierno. Sin embargo, como expresión
del auge de las luchas revolucionarias "se dan determinadas
condiciones[17]que permiten la circulación
legal de alguna prensa
revolucionaria".[18]

Añaden además, Ernesto Vera y Elio
Constantín, que algunos años después, la
agudización de la campaña anticomunista patrocinada
por Estados Unidos contra el campo socialista obstaculiza esta
"apertura informativa".

Durante el período de los gobiernos
auténticos y principalmente en el que correspondió
a Carlos Prío la embestida contra las ideas
revolucionarias, principalmente las marxistas y leninistas
alcanzó niveles sangrientos. Más, presumimos que
debido a su conformidad con una buena suma de billetes al
retirarse del gabinete presidencial, Prío optaba por
mantenerse indiferente ante los severos asomos críticos
que denunciaban sus fechorías.

Con el golpe de estado de Batista, otra bien distinta
sería la situación del periodismo. No obstante,
podemos resumir que la seudorrepública resultó
fecunda en publicaciones de todo tipo. El periodismo militante
pudo desenvolverse en la en la legalidad y semilegalidad salvo en
regímenes dictatoriales como los de Gerardo Machado y el
ya mencionado Fulgencio Batista.

El rostro de la prensa
escrita

Hemos hecho referencia a dos tendencias dentro de la
prensa cubana antes del triunfo revolucionario de 1959; una dada
por el servilismo a los intereses del régimen (prensa
dominante) y otra que repudia la injusticia y abraza las
transformaciones políticas profundas.

Dentro de la primera no podemos dejar de mencionar a las
grandes empresas periodísticas de Cuba: Diario de la
Marina
(1844), El Mundo (1901) y El
País
(1941).

Diario de la Marina, durante los años de gobierno
auténtico, no denunció los robos ni el gangsterismo
aunque sí aprobó la práctica del
divisionismo en la clase obrera y la imposición del
mujalismo. Tampoco lo hizo el diario nacido en los albores del
siglo. "Sus intereses «serios» estuvieron muy por
encima del pueblo. Pero se las arreglaba para mantener una
aparente equidistancia entre el poder y sus
adversarios."[19] (Pueden incluirse también
en esta tendencia reaccionaria, a otros tantos cuya
política dependía de los intereses del gobierno de
turno. Pero consideramos que no pueden faltar en este recuento
algunos como Alerta (1936), Avance y El
Crisol
, que son considerados "hijos" de los grandes diarios
mencionados anteriormente.

Contrarios a estos periódicos subordinados a la
burguesía nacional surgieron otros preocupados por la
defensa de de los intereses del proletariado y de los sectores
más humildes del pueblo.
Justicia[20]Bandera Roja[21]La
Palabra
y Línea, fueron antecedentes
sobresalientes de la publicación Noticias de Hoy
(1938) y que desempeñó un extraordinario papel como
servidor de la causa antiimperialista del pueblo cubano, de la
lucha contra la explotación, por el socialismo y la
paz"[22]

La década del 30 devino momento propicio para la
circulación de la prensa comunista y revolucionaria.
Además, incluimos en esta secuencia de voceros de las
ideas justas a El centinela,[23]
Mella[24]La Palabra, la revista
Masas y Mediodía. A diferencia de la
corta duración de estas publicaciones, Noticias de
Hoy
disfrutó de una existencia legal en etapas
semidemocráticas. Sufrió después el asalto,
la persecución y la censura hasta ser clausurado
definitivamente a raíz del asalto al Cuartel
Moncada.

El período posterior al cuartelazo del 10 de
marzo suscitó la concurrencia de una prensa llamada por
Vera como "prensa masiva", al referirse a la nacida de la
clandestinidad y que figura como clave dentro de los momentos de
la historia del periodismo progresista en cuba antes del triunfo
de la Revolución. No adentraremos nuestro análisis
y en esta etapa pues no se circunscribe al marco de nuestra
investigación y sí la consideraremos para futuras
investigaciones.

La voz de la radio y los
cimientos de la TV

La radio en Cuba se fundó a principios de la
década del veinte. Este medio alcanzó un
sorprendente arraigo popular en nuestro país y fuera de
él. Diez años después de su
inauguración, en la isla había sesenta y dos
emisoras, lo que la situaba en el cuarto lugar del
mundo.

Sin embargo, no es hasta la década del cuarenta
que este medio adquiere un impetuoso desarrollo. Cifras ofrecidas
en Dos siglos de periodismo en Cuba, refieren 156
instalaciones radiales en el país hacia finales del
decenio. Surgen dentro de este período, la CMQ (1942) y
Radio Reloj (1947).

Los micrófonos de la CMQ estuvieron a
disposición de las nuevas generaciones, —estudiantes
y profesores de la Universidad— para pronunciarse y
constituyó la trinchera combativa de Eduardo Chibás
en su lucha contra la corrupción administrativa y otros
males sociales.

En esta apretada síntesis del impacto logrado por
el medio radial en Cuba, no podemos olvidar a dos figuras: Guido
García Inclán con "El periódico del aire" en
la emisora COCO, y José Pardo Llada en Unión Radio
con un timbre de voz exclusivo y un mensaje populista.

Hacia la mitad del siglo XX, Gaspar Pumarejo inaugura
Unión Radio Televisión, Canal 4 (1950). Los
hermanos Goar y Abel Mestre, abren más de un año
después el canas6, CMQ. "Luego Amadeo Barletta pone en
funcionamiento el canal 2. Y con posterioridad se crearon los
canales 7, 11 y 12, este último en colores"

El medio de comunicación televisivo tuvo poco
alcance en sus primeros años de fundado. Como dato
interesante sobre las posibilidades que abría a la
publicidad la llegada de la imagen, el 75% de su
programación iba encaminada al entretenimiento y los
anuncios publicitarios. Los espacios noticiosos eran
mínimos y los acontecimientos que reflejaban
prescindían —como lo hacía la prensa
escrita— de temas relacionados con la crisis social y los
atropellos de las fuerzas represoras del gobierno.

Constituye este, un breve acercamiento a la historia de
la prensa en las décadas que nos atañen —1940
y 1950— fundamentalmente.

La Revolución en
el Poder y la nueva prensa revolucionaria. Luces y
sombras

El esperado triunfo revolucionario del 1ro de enero de
1959, con Fidel Castro a la cabeza del movimiento, no solo trajo
consigo cambios sociales relevantes. Significó el comienzo
de una nueva etapa, para la población, para la
nación y por supuesto para los medios de prensa. Por esa
época muchos empresarios de la prensa capitalista ya
habían abandonado el territorio nacional para hacer causa
mercenaria con el imperialismo yanqui. Solo unos pocos de estos
periódicos fueron intervenidos por el nuevo mandato, y
otros, fueron sustituidos por una nueva vertiente discursiva que
dejaba ya entrever, cuál era el verdadero objetivo de la
revolución cubana. La nacionalización de la gran
prensa en Cuba fue resultado de un proceso, al tiempo que se
reanudaron o nacieron medios de comunicación al servicio
de la Revolución.

El papel de la prensa alternativa que se creó con
el triunfo de la Revolución fue construir una muralla
contra la manipulación de la realidad. Se trataba de Cuba,
que constituye un caso único visto la diferencia enorme
entre la representación ideológica transmitida por
los medios occidentales y la realidad del país.

La estrategia del estado en esos años fue
convertir a los medios de prensa en un arma poderosa con el
objetivo de dar la información objetiva a los ciudadanos,
además de defender el orden político,
económico y social establecido, por diversos medios
eficaces, tales como la propaganda política a
través de los discursos y sobre todo, los editoriales en
primera plana.

"Los medios de comunicación son en una amplia
medida, (…) los transmisores más que no los
creadores de las causas y de los efectos de los que por lo
general se ocupan los historiadores", comenta Michael Schudson, a
propósito de las lagunas metodológicas y
teóricas que en la actualidad dificultan el camino a
quienes se proponen hacer la historia de los medios de
comunicación, los cuales "se desarrollan en el
telón de fondo, no en primer plano ocupado por el
acontecimiento de las principales líneas de los temas
históricos."[25]

Serrano establece que "para que el Sistema de
Comunicación Pública pueda verse modificado por un
cambio del Sistema Social, sólo se requiere que le sea
dependiente. Pero si además sucede que a veces el Sistema
Social resulta afectado por la transformación del Sistema
Comunicativo, esa interdependencia supone, por definición,
la independencia suficiente para que el Sistema de
Comunicación llegue a tomar la iniciativa del
intercambio."[26]

El desarrollo de un Sistema Comunicativo con cierto
grado de autonomía discurre paralelo al desenvolvimiento
del Sistema Social, si bien no siempre existe sincronía.
Ambos sistemas "están organizados de modo diverso y sus
componentes satisfacen en cada caso funciones específicas
que nunca hasta ahora han aparecido completamente reguladas por
el control del otro."[27]

Cada uno cuenta entonces con procesos internos e
independientes de ajuste, eso sí, provocados por la
afectación del otro, y que se resuelven "según las
leyes que regulan el funcionamiento del propio Sistema afectado y
no según las que rigen el funcionamiento del
afectante…

Los primeros tres años de la Revolución
Cubana; época pletórica de cambios políticos
y sociales subvirtieron todo el régimen imperante,
encauzando al país por un nuevo derrotero de igualdad
social. Objetivo que recabó en el imprescindible concurso
de los medios de comunicación como vehículos
difusores de la nueva realidad, solo posible de lograr con el
esfuerzo aunado de toda la sociedad.

Los medios de comunicación participan junto a
otras instituciones sociales (la familia, la escuela, la iglesia)
en la tarea de control sobre las representaciones sociales de
cada individuo. Por la capacidad educadora y formadora del ser
humano, estas instancias controlan y conducen los rumbos de la
producción y la oferta de información. Desde esta
perspectiva, son modalidades de control social por el recurso a
la información todas las acciones que inciden en la
enculturización de las personas: estudios reglados;
manifestaciones culturales, artísticas, rituales o
recreativas; oferta de noticias que circulan por sistemas
informales o por los MCM (Medios de Comunicación de
Masas)

Con la nueva situación que se creaba en Cuba con
el triunfo de la insurrección armada encabezada por el
Comandante en Jefe Fidel Castro, se abrían a la prensa
revolucionaria nuevos horizontes de una amplitud sin precedentes
en nuestro país, pero al mismo tiempo se planteaban nuevas
tareas de una magnitud también sin precedentes en
Cuba.

La prensa en general sufría de inmediato las
transformaciones irreversibles, pero a la prensa revolucionaria
en particular le correspondía la extraordinaria tarea de
transformaciones, no solo en el contexto de los profundos cambios
que comenzaban a operarse en toda la sociedad cubana, sino
también, y sobre todo, a contribuir a ser vehículo
de esos profundos cambios políticos, económicos y
sociales.

Por tanto a esa prensa le urge la tarea de contribuir
eficazmente, como medio masivo de comunicación, a
impulsar, esclarecer y acelerar las profundas transformaciones
que comienzan a operarse en nuestra sociedad, y por supuesto,
transformarse ella misma simultáneamente con las
transformaciones dirigidas por las fuerzas revolucionarias que
van asumiendo el poder.

En este fenómeno, surgido al calor de la lucha
insurreccional nacional liberadora y revolucionaria, encontramos
en la prensa consecuente con esa lucha los elementos de
síntesis más completos que expresan la riqueza
política e ideológica de la revolución
cubana.

No solo vemos un Ejército Rebelde, sino que
está presente también la contrapartida
antagónica una prensa de una prensa de riesgo y
heroísmo que llega al pueblo y comprueba que nuestro
país

Hasta ahora se ha comprobado cómo los medios de
comunicación, entre ellos la prensa, son dirigidos
(reformados cuando es necesario) hacia el establecimiento y
permanencia de instituciones integradoras de determinado sistema
social. Son acoplados a dicho sistema para actuar en consonancia
y facilitar que estos se establezcan en las categorías
mentales de los elementos de la sociedad.

Gracias a estos acoples y mediaciones, se logra la
hegemonía social (duradera o no) de determinado orden,
condicionando a las personas desde la propia idiosincrasia, la
cultura popular, que legitima entonces los puntos de vista
ofrecidos como propios. Se puede comprobar que de esta manera
funcionan en la actualidad las sociedades del mundo, con mayor o
menor éxito por parte de las instituciones detentadoras
del poder.

"Los sesenta" han sido codificados en la memoria, con
razón de sobra, como la época heroica, por la
Reforma Agraria y las que le siguieron en corto tiempo, por la
rápida victoria sobre la invasión de Playa
Girón, y la menos rápida pero igualmente
contundente sobre la contrarrevolución interna. Por la
crisis de octubre, que tensó al máximo la cuerda de
la confrontación mundial, y permitió a Fidel Castro
desplegar sus cualidades de líder y de estadista. La
humanidad tendría que reconocerlo desde entonces como una
figura de talla mundial y no sólo como el jefe de la
revolución que había triunfado en la isla
más grande del Caribe. No fue el alineamiento el signo de
su grandeza sino la singularidad y la justeza de sus posiciones y
la capacidad, la coherencia y la valentía para
defenderlas.

En los dos primeros años el debate giró
esencialmente sobre el rumbo de la revolución, y esto se
reflejaba en una prensa que conservaba la configuración
del espectro mediático precedente a la victoria de enero
de 1959. Hago la salvedad del diario Revolución,
creado como órgano del Movimiento 26 de Julio, y el diario
del Partido Socialista Popular, Noticias de Hoy, que
volvía a ver la luz después de muchos años
de prohibición. Tal vez el puntal de mayor prestigio en la
prensa de entonces era el semanario Bohemia, con medio
siglo de presencia en la vida nacional. Y con un papel
crítico reconocido en el manejo de los vaivenes de la
política.

El debate sobre el marxismo y la cuestión de la
opción por el socialismo, se convertiría en una de
las prioridades en la agenda a medida que avanzaban los sesenta.
Sobre la divulgación del marxismo y también sobre
el marxismo mismo como teoría. El rumbo revolucionario se
había definido ya como socialista; se introducía,
desde posturas autóctonas (en términos de legado
independentista y de soberanía actual) al contorno del
socialismo existente, y asumía el marxismo y el leninismo
como matriz teórica. El debate público cubano se ha
desarrollado, profundizado y expandido durante las dos
últimas décadas. El ejercicio del debate constituye
un medio para el compromiso y la cooperación sociales. La
mezcla de los discursos políticos y los culturales ha
caracterizado a la esfera pública cubana.

A decir de la Dra.C. Alina Bárbara López
Hernández, "El sector que representó la
visión más ortodoxa de la cultura, que fue de hecho
un grupo decisor en la etapa y por tanto sus concepciones dejaban
de ser simples opiniones personales para convertirse en
políticas culturales, estuvo compuesto en su
mayoría por intelectuales que provenían del Partido
Socialista Popular (PSP), entre los que podemos mencionar a Mirta
Aguirre, Edith García Buchaca,[28]
José Antonio Portuondo y Blas Roca como los más
activos y que, desde el periódico Hoy,
órgano del PSP, estuvieron entre los artífices de
las posturas dogmáticas que conducirían más
adelante al período conocido como Quinquenio
Gris
."

El rumbo tomado por la Revolución, para avanzar y
defenderse, también fue de diversas maneras
ideológica y políticamente polémico al
interior de las fuerzas actuantes dentro del proceso
revolucionario.

En los primeros meses existía un alto
espíritu de lucha, pero existían desiguales niveles
de compromiso con la opción socialista y las alianzas
establecidas internacionalmente. La mayoría se
había identificado plenamente, pero también
convivían sectores con preocupaciones, dudas y desacuerdos
explícitos o implícitos en su quehacer.

Partes: 1, 2

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