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El desarrollo de la personalidad en la adolescencia



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. La crisis de la
    adolescencia
  5. Conclusiones
  6. Bibliografía

Resumen

Para lograr la formación psicológica que
requiere el profesor, no basta con conocer en sentido general las
características de cada estudiante sino considerarlo como
una personalidad en proceso de desarrollo, como un sujeto activo,
íntegro, cuyo desarrollo actual es el producto de los
logros obtenidos en etapas anteriores de su vida, en las que
sistemáticamente ha ido alcanzando una mayor
integración cognitivo-afectiva, así como el
desarrollo cualitativo de sus contenidos y niveles funcionales de
regulación del comportamiento. Es objetivo del presente
artículo el ofrecer una panorámica general del
desarrollo psíquico del niño en sus diferentes
edades o etapas, enfatizando el estudio de la adolescencia, por
ser esta la etapa que más le interesa al autor en su
investigación.

Palabras claves: Formación
psicológica, desarrollo psíquico.

Introducción

Según el criterio más extendido entre los
autores que abordan el problema de la periodización del
desarrollo ontogenético, la adolescencia constituye el
período comprendido desde los 11 o 12 hasta los 15 o 16
años, aunque en esta etapa los límites son muy
imprecisos, ya que no depende de la edad cronológica del
sujeto, sino de su propio desarrollo personal y social.
Así, en un Instituto Politécnico podemos encontrar
estudiantes de la misma edad y que difieren notablemente en su
desarrollo: uno de ellos, por su madurez, puede ser considerado
como un joven, mientras que otros continúan actuando como
adolescentes. Esto ha llevado a que muchos autores no establezcan
diferencias entre la adolescencia y la juventud.

Durante la adolescencia, "el niño deja de ser
niño, pero todavía no es adulto" por lo que
generalmente esta edad es considerada como un período de
transición entre la niñez y la juventud, ya que
constituye un eslabón, un paso de avance en el desarrollo
de la madurez. ¿Por qué entonces la adolescencia es
catalogada por muchos autores como una "edad difícil" y
"crítica"?. ¿A qué se deben los cambios tan
radicales que operan en la personalidad del niño durante
esta etapa?.

Desarrollo

Para dar respuestas a estas interrogantes es necesario
analizar las transformaciones que se producen en la
Situación del Desarrollo, en esta edad.

En el adolescente se producen profundas transformaciones
en las condiciones externas e internas de su desarrollo, que lo
diferencian cualitativamente del escolar primario.

En el tránsito de la escuela primaria a la
secundaria básica, vinculado al acelerado desarrollo
físico y sexual, que tiene lugar con estas edades trae
consigo cambios en la vida del adolescente que varían el
carácter de su actividad y de la comunicación que
establece con otras personas.

Ahora en su educación intervienen varios
profesores que explican asignaturas diversas con un contenido
cada vez más abstracto y complejo, que elevan las
exigencias del proceso docente educativo, dirigidas a garantizar
la asimilación de las bases de las ciencias. Por otra
parte, amplía el círculo de sus relaciones
sociales, al establecer nuevas amistades, incorporarse a un mayor
número de actividades extraescolares y a la
realización de actividades productivas.

Todo esto requiere del adolescente mayor
independencia.

Igualmente en el hogar se producen cambios en la
posición que ocupa el adolescente en la familia, al que se
le asignan tareas y responsabilidades más complejas, que
implican una participación más activa e
independiente de la vida familiar, aunque aún
continúa supeditado a la tutela de sus padres.

Todas estas nuevas exigencias sociales determinan que el
adolescente sea considerado un escolar con mayor
autonomía, lo que caracteriza las condiciones externas de
su desarrollo.

Ante este nuevo lugar que la sociedad le asigna, cada
adolescente asume una actitud que depende no sólo de estas
exigencias (generales y particulares) sino de todo el desarrollo
alcanzado anteriormente, es decir, de sus condiciones
internas.

Las condiciones internas reflejan tanto los cambios
anátomo-fisiológicos como psicológicos

que han venido ocurriendo desde la etapa anterior y que se
manifiestan de modo evidente en esta etapa.

Entre las transformaciones
anátomo-fisiológicas
más significativas
tenemos las inherentes a la prepubertad y pubertad. Debemos
indicar que el primer cambio o transformación se produjo
en la etapa anterior. Podemos destacar:

El segundo cambio de forma (estirón), que provoca
una desarmonía corporal (las extremidades resultan largas
con relación al cuerpo) y el aumento de la fuerza muscular
(realizan movimientos bruscos y rígidos y a la vez se
fatigan con facilidad).

En ocasiones este fenómeno lleva al adolescente a
avergonzarse de su apariencia y de sus torpezas y a una gran
necesidad de movimiento, unida a la tendencia al cansancio. En
este sentido resulta necesario no avergonzarlos, ni
reñirles constantemente por sus torpezas, que resultan
inevitables y organizarles una vida sana (ejercicios,
alimentación, sueño, etc.).

Como consecuencia de estas transformaciones pueden
aparecer otros aspectos así:

-Alteraciones neurovegetativas tales como:
palpitaciones, mareos, dolores de cabeza, se eleva la
presión arterial, etc. Estas alteraciones están
condicionadas por deficiencias en el sistema cardiovascular, al
producirse un crecimiento rápido del corazón con
relación a los vasos sanguíneos.

Deficiencias endócrinas y desórdenes
funcionales del sistema nervioso
que se asocian a problemas
entre los que se destacan: el agotamiento intelectual, descenso
en la productividad del trabajo, distractibilidad, tensión
nerviosa, irritabilidad, fuertes vivencias emocionales,
hipersensibilidad, desajustes en el sueño, susceptibilidad
a contraer enfermedades, etc.

Intensificación de la actividad de la
hipófisis
, glándula de secreción interna
cuyas hormonas estimulan el crecimiento de los tejidos y el
funcionamiento de otras importantes glándulas (sexuales,
tiroides, suprarrenales, el timo, etc.)

La maduración sexual, relacionada con la
maduración de las glándulas genitales, activada por
la hormona gonadotropa de las glándulas sexuales. Se
forman los caracteres sexuales primarios y secundarios, que
constituyen la señal de madurez corporal.

En los varones las tetillas se hinchan y se destacan, el
cuerpo se cubre de vellos en zonas donde antes no los
había: pelvis, axilas, muslos, pantorrillas y aparece un
bozo oscuro sobre el labio superior.

Varían la forma y tamaño del pene y del
escroto, crecen los testículos y se inicia el cambio de
voz. El cuerpo se torna más anguloso.

En las hembras se desarrollan las mamas, surge el vello
púbico y axilar, las caderas se redondean y el
cinturón pelviano se ensancha.

Se produce en las hembras la menarquia o primera
menstruación y en los varones la primera
eyaculación.

En ambos sexos la apariencia física se parece
cada vez más a la de un adulto, lo que tiene una fuerte
repercusión en el plano psicológico y social. El
adolescente se siente más cercano a los adultos, ya no se
percibe como un niño y los que le rodean le tratan de modo
diferente, en correspondencia con sus cambios anátomo
fisiológicos. Todo esto genera el surgimiento de un
sentimiento de madurez y hace aparecer un fuerte interés
por la apariencia física y la posibilidad de ser
atractivos para los demás, especialmente para el sexo
complementario.

El interés por la sexualidad adulta es notable y
debe ser satisfecha, a partir de una orientación e
información amplia sobre esta esfera de la vida humana,
que le permita enfrentar con éxito y seguridad las
exigencias que las relaciones de pareja les plantean desde una
concepción sana y adecuada de la sexualidad. A los
profesores les corresponde un importantísimo papel en este
aspecto, toda vez que la familia no siempre tiene la
preparación necesaria para ayudar al adolescente en este
ámbito de inquietudes.

El maestro debe estar preparado para responder cualquier
pregunta del alumno sobre sexo y relaciones de la pareja, no solo
en lo relativo a la anatomía y fisiología de la
reproducción, sino en la esencia ética de las
relaciones de pareja y en las bases de una comunicación
positiva entre ambos sexos.

Desde el punto de vista psicológico las
condiciones internas en los adolescentes se caracterizan por la
necesidad de independencia y de
autoafirmación, que se expresan en el deseo de ser
tratados como adultos, ya que el adolescente es consciente del
desarrollo alcanzado, por lo que siente que ya no es un
niño, se compara con el adulto y exige sus mismos
derechos.

Simultáneamente se incrementa la necesidad de
ocupar un lugar en el grupo de sus contemporáneos, de
conquistar el reconocimiento, la aceptación de sus
compañeros. Es bueno aclarar que estas no son las
únicas necesidades de los adolescentes, pero sí las
más significativas para el desarrollo de su personalidad,
por lo que deben ser tenidas en cuenta por los adultos,
especialmente por los profesores para propiciar su
satisfacción a través del desarrollo de nuevas
formas de actividad y comunicación que estimulan el
desarrollo de la personalidad. Cuando estas necesidades no son
satisfechas, por ejemplo, cuando se continúa tratando al
estudiante, a su ingreso en el politécnico, como si fuera
un niño de primaria, pueden originarse reacciones
negativas, problemas que serán objeto de análisis
posteriormente.

Veamos entonces cuáles son las formas
fundamentales que adquieren la actividad y la comunicación
en esta etapa.

A pesar de los cambios ocurridos, el adolescente
continúa siendo un escolar por lo que el estudio conserva
su carácter de actividad esencial en esta etapa, ya que
favorece el desarrollo de la personalidad, tanto en su contenido
como en sus funciones.

El estudio condiciona el desarrollo cognitivo del
adolescente, ya que la asimilación de conocimientos
científicos exige el desarrollo de la percepción
que se hace cada vez más reflexiva, convirtiéndose
en una observación dirigida a determinar nexos y
relaciones entre objetos y fenómenos, la memoria adquiere
un carácter más consciente, premeditada y
lógica, vinculándose cada vez más al
pensamiento, lo que hace al adolescente más apto para
apropiarse de un cúmulo mayor de conocimientos, usando
para ello procedimientos lógicos. La imaginación se
desarrolla considerablemente, vinculada a las tareas docentes,
aunque se presenta con más fuerza la fantasía, que
hace al adolescente "soñar despierto" en relación
con el futuro y con situaciones presentes en las cuales entra en
contacto con personas especialmente admiradas.

El pensamiento en esta etapa puede alcanzar un
desarrollo elevado, apareciendo el llamado pensamiento
teórico.

Este pensamiento que S. L. Rubinstein denomina
raciocinio teórico de conceptos abstractos permite al
adolescente realizar reflexiones basadas en conceptos, elaborar
hipótesis como juicios enunciados verbalmente, los cuales
pueden comprobar y demostrar a través de un proceso
deductivo (de lo general a lo particular).

El desarrollo del pensamiento en esta etapa, se pone de
manifiesto con la posibilidad del adolescente de fundamentar sus
juicios, de exponer sus ideas de forma lógica, llegar a
generalizaciones amplias, ser crítico con relación
a determinadas teorías y a su propio pensamiento.
Además el adolescente utiliza formas
lingüísticas del pensamiento abstracto tales como
símbolos, fórmulas, etc.; lo que expresa las
características que adopta la relación pensamiento
y lenguaje, en un nuevo nivel cualitativo de
desarrollo.

El pensamiento teórico posibilita al adolescente
ir más allá de lo superficial, de lo externo o
fenoménico para penetrar en la esencia de los objetos y
fenómenos de la realidad, lo que le da la posibilidad de
conocer de modo más adecuado y profundo el mundo que le
rodea incluido en éste las personas con las que se
relaciona y su propia persona.

No obstante estos logros del desarrollo intelectual,
aún se presentan determinadas limitaciones. Las
teorías que elabora el adolescente son simples y en
ocasiones carecen de fundamentación y de elementos
creativos; al igual que las argumentaciones que dan a sus
juicios.

Cometen con frecuencia errores de juicio por generalizar
prematura y falsamente. Esto se relaciona con un caudal limitado
de experiencias, con su impulsividad, con el fuerte matiz
afectivo de su pensamiento y con cierta pereza o comodidad
intelectual propia de la edad. En ocasiones se relaciona con la
falta de concentración y con ciertos restos del
pensamiento mágico y religioso.

Jean Piaget, estudioso del pensamiento infantil,
considera que es característico en el adolescente el
pensamiento operativo formal. Este pensamiento se basa en la
lógica de las proposiciones: el adolescente deduce en el
plano mental una hipótesis de otra (pensamiento
hipotético deductivo).

Esta lógica de las proposiciones opera como una
combinatoria basada en el grupo INRC o de las dos
reversibilidades (estructura lógica del pensamiento
formal).

En esta etapa según Piaget se alcanza la
reversibilidad completa en el plano del pensamiento,
lográndose así el nivel superior en el proceso de
descentración.

Si bien esta caracterización de Piaget se ajusta
en cierta medida a la realidad, es necesario  señalar
como limitación de su teoría, considerar este nivel
del pensamiento como resultado del desarrollo espontáneo
sin tener en cuenta el papel de la enseñanza en este
proceso, en toda su dimensión.

El pensamiento teórico continúa
desarrollándose durante toda la etapa de la adolescencia,
convirtiéndose en factor que contribuye al surgimiento de
la concepción del mundo en la edad juvenil.

También la actividad de estudio condiciona el
desarrollo de intereses cognoscitivos vinculados al contenido de
las propias asignaturas. Surge un interés por los sucesos
extraordinarios, por lo personal y lo humano. La literatura de
aventuras, detectivesca y de acción atraen a los
adolescentes. También la romántica y
amorosa.

Si bien en la adolescencia existe la posibilidad de
alcanzar este desarrollo intelectual y motivacional a
través del estudio ¿cómo se explica entonces
que muchos estudiantes lleguen a la edad juvenil con un pobre
desarrollo de la capacidad de observación, con una memoria
predominantemente mecánica, con dificultades en el
desarrollo del pensamiento y falta de interés?.

Es bueno recordar que el desarrollo psíquico no
depende de la edad cronológica, sino de la
interrelación que se establece entre lo externo y lo
interno, a través de la actividad y la
comunicación, por lo que las causas de estas dificultades
habría que buscarlas en lo externo como fuente de
desarrollo, específicamente en las exigencias del proceso
docente educativo que conducen al desarrollo de la personalidad.
El profesor juega un papel esencial en este sentido, por la
influencia que puede ejercer en cada uno de sus
estudiantes.

Además del estudio, también juegan un
papel formativo esencial las actividades políticas,
deportivas, culturales, recreativas y especialmente de trabajo, a
través de las cuales surgen en los adolescentes nuevas
motivaciones, se van desarrollando actitudes y rasgos del
carácter como la laboriosidad, el colectivismo, la
perseverancia, etc.

Ahora bien, a pesar de la tremenda importancia de estas
actividades, el desarrollo de la personalidad del adolescente
está determinado en gran medida por la comunicación
con sus compañeros, ya que el grupo satisface las
necesidades fundamentales que caracterizan sus condiciones
internas. Esto ha llevado a muchos autores a considerar la
comunicación o relación como un tipo especial de
actividad, cuyo contenido es precisamente la relación con
otros adolescentes o con el grupo de compañeros. En estas
interrelaciones, se produce un gran desarrollo de las vivencias
afectivas, fundamentalmente de sentimientos de amistad,
colectivistas, morales y amorosas, que condicionan el surgimiento
de relaciones de pareja. A la vez que aparecen sentimientos
nuevos como el amoroso, los que ya existían se hacen
más variados y profundos, adquiriendo diversas formas de
manifestación.

El adolescente se caracteriza por una elevada
sensibilidad que le hace muy susceptible y vulnerable a las
opiniones y críticas de los demás, especialmente de
sus coetáneos. Posee una gran excitabilidad y labilidad
emocional que provoca en ocasiones reacciones impulsivas. A lo
largo de la etapa y a partir de un esfuerzo consciente, va
logrando un control mayor de las expresiones emocionales, lo que
le permite una mejor interrelación con los que le rodean y
especialmente con su grupo de amigos.

Resulta interesante la tendencia que se observa en los
momentos iniciales de la etapa a la separación y las
tensiones entre los sexos. Los varones gozan molestando a las
chicas, burlándose de ellas con desprecio. Las muchachas
les hacen sentir que ellas son mayores y ellos aún son
niños inmaduros a los que no merece la pena prestar
atención.

Cuando una chica se acerca a un grupo de varones, estos
se comportan ruidosa y groseramente. Cuando ocurre a la inversa,
se escuchan "risitas bobas".

La tendencia a estas conductas cambia cuando los grupos
escolares son mixtos. En estos grupos es menos marcado que en los
grupos de los colegios para hembras y para varones
solamente.

Se ha comprobado que la coeducación suaviza las
discrepancias entre los sexos y que el juicio de cada adolescente
sobre la naturaleza del sexo a que pertenece y sobre la del
opuesto, adquieren exactitud y madurez más pronto que en
las clases "puras".

Los adolescentes gustan de fanfarronear. Presumen,
exageran lo que cuentan, tratan de darse importancia y en
ocasiones se muestran groseros, vanidosos, ásperos y
pueden perturbar la atmósfera de la comunidad.

Son frecuentes los chismes, las noticias sensacionales
para llamar la atención, las historias inventadas sobre
sí mismos.

Todo esto no es más que una expresión de
su inseguridad que trata de ocultar con modales impertinentes. El
saber que ya se dejó de ser niño, pero al mismo
tiempo, el darse cuenta de que aún se carece de la
experiencia, la capacidad y la madurez para enfrentar la vida
adulta, generan un profundo sentimiento de inseguridad y
debilidad emocional y conductual.

El adulto debe ser indulgente y benévolo,
comprensivo y paciente, ya que el adolescente no puede evitar
cometer errores, y la incorporación a la vida social
adulta resulta tan difícil como cualquier otro proceso de
aprendizaje. A esto se suma la actitud ambivalente del
adolescente hacia su madurez: a veces quiere seguir siendo
niño y otras quiere ser considerado como adulto, lo que se
refleja de modo evidente en su comportamiento. Esto se va
resolviendo en la medida en que se avanza en esta etapa del
desarrollo.

El adolescente se identifica con un grupo. En el grupo
existen intereses, valores , puntos de vista comunes, que son
propios de la edad, por lo que el adolescente se siente
comprendido por su grupo, lo que no siempre ocurre en las
relaciones de los adultos.

Es por esto que el grupo se erige en fundamental objeto
de la orientación y aprobación de su conducta,
contribuyendo a la asimilación de normas morales que se
establecen en el seno del propio grupo y que todos sus miembros
deben cumplir como: el respeto, la ayuda mutua, la confianza, la
fidelidad, etc.

Este sistema de normas se denomina "código de
camaradería
". Los adolescentes deben acogerse al
código de su grupo para obtener su aceptación, lo
que se constituye en un motivo esencial de su conducta. Esta
necesidad de ocupar un lugar en su grupo los induce en muchas
ocasiones a asumir conductas inadecuadas que incluso pueden hasta
rechazar, cometer un fraude en una prueba o encubrir una
situación deshonesta para "ayudar" a un compañero.
Igualmente para "demostrar su valor" son capaces de arriesgar su
vida tontamente, colgándose en la puerta de un
ómnibus, caminando por un alero, etc.

La puesta en práctica de este código
grupal de carácter moral genera conflictos entre el
adolescente y el adulto, lo que lleva a determinados autores a
considerar la existencia de una "moral autónoma"
que se opone a la "moral adulta" (nos referimos al llamado
conflicto generacional). Este punto de vista es inadecuado, ya
que los adolescentes no se oponen a la "moral adulta" sino a la
moral de obediencia que en ocasiones el adulto trata de
imponer, por lo que no necesariamente la relación entre
adolescentes y adultos debe adquirir carácter de conflicto
(aspecto éste al que nos referiremos posteriormente). En
este sentido se ha demostrado que a partir del cuarto grado (edad
escolar) la aprobación del maestro comienza a ser
desplazada por la  aprobación de los
coetáneos, como motivo esencial de la conducta del
niño.

En la adolescencia la opinión social del grupo
posee mayor peso que la de los padres y maestros y en este
sentido el bienestar emocional del adolescente depende si ha
logrado ocupar el lugar al que aspira dentro de su
grupo.

Investigaciones realizadas según L. I. Bozhovich,
en torno a esta problemática han demostrado aspectos tales
como:

-Que la causa fundamental de indisciplina de algunos
adolescentes en la escuela, es no haber encontrado el lugar al
que aspiran dentro de su grupo, adoptando conductas negativas
como estrategias para "ser tenidos en cuenta" por sus
compañeros y maestros. Estos problemas de conducta
requieren de una atención individualizada por parte de los
adultos (padres, maestros, etc.), y en su modificación
pueden también jugar un papel importante los
compañeros más cercanos al adolescente, como
colaboradores del maestro, en esta tarea. Esta situación
de no ser manejada adecuadamente, puede conducir a la
aparición de conductas delictivas, que son resultado de la
inadaptación social del adolescente.

-Otro fenómeno relacionado con esta
problemática es "la persecución de la nota".
Algunos adolescentes tratan de lograr a toda costa (incluso a
través del fraude académico), calificaciones
elevadas aunque estas no constituyan una expresión de
verdaderos conocimientos, como forma de alcanzar el
reconocimiento social de su grupo.

-Otra particularidad característica de los
adolescentes es su tendencia a evitar la crítica de sus
compañeros
, siendo capases de renunciar a sus propios
puntos de vista para lograr la aprobación de sus
coetáneos. En este sentido en investigaciones realizadas
con grupos de adolescentes cubanos, se ha constatado que valoran
el fraude académico como expresión de
camaradería, de ayuda al compañero y no como
conducta que implica la trasgresión de una norma moral; la
honestidad.

En esta etapa son las cualidades personales
(psicológico-morales), las que determinan la
posición del adolescente dentro del grupo. Estas
cualidades son de carácter abstracto y se diferencian de
aquellas que resultaban importantes en la edad escolar
(iniciativa en el juego, destreza física, etc.). Pueden
ser la inteligencia, la valentía, la fidelidad, el
colectivismo, la discreción, etc.

Cada grupo se orienta por normas diferentes cuyo
carácter positivo o negativo depende del desarrollo del
grupo. Así en un grupo pueden existir normas positivas
como obtener elevadas calificaciones en las materias, obtener un
lugar destacado en la emulación, mientras que en Otras se
valora como positivo el enfrentamiento a los profesores, la
indisciplina, etc. Estas normas y valores poseen solo una
relativa estabilidad en la adolescencia y pueden modificarse con
un trabajo educativo adecuado.

Las posiciones morales que adopta el adolescente
dependen en gran medida de las exigencias morales vigentes en su
grupo de coetáneos. No obstante van apareciendo en
él un conjunto de puntos de vista, juicios y opiniones
propios de carácter moral que participan en la
regulación de su comportamiento, con relativa
independencia de las influencias grupales.

Dado que aún no existe una concepción
moral del mundo, la regulación moral no alcanza su nivel
superior de desarrollo (autorregulación), al no existir un
sistema de convicciones y valores morales personales que la
posibiliten.

Algunos autores han caracterizado el desarrollo moral
del adolescente, en particular, J. Piaget y L. Kohlberg, desde
posiciones intelectuales. J. Piaget señala que en la
adolescencia, gracias a la aparición del pensamiento
operativo formal, la moral alcanza un nivel de "autonomía"
(moral autónoma), lo que significa que se produce una
regulación interna y efectiva del comportamiento moral en
el adolescente.

Por su parte, L. Kholberg considera que en la
adolescencia aún no existe un nivel de regulación
moral sobre la base de "principios autoaceptados" (moral interna
o autónoma) sino una "moral convencional", ya que el
motivo fundamental del comportamiento moral del adolescente es la
aprobación de los otros (social).

Como se observa este autor se acerca en mayor medida que
J. Piaget a los criterios de los psicólogos materialistas
sobre este aspecto; aunque ambos absolutizan el papel de los
factores intelectuales en este proceso, y en el caso de Kholberg,
los aspectos formales de los componentes morales, relegando a un
segundo plano los aspectos de contenido.

En Cuba, Otmara González investigó el
proceso de autorregulación moral, en diferentes edades;
analizando en particular, el papel de los componentes cognitivos,
afectivos y autovalorativos en el comportamiento honesto. A
través de esta investigación se pusieron de
manifiesto, entre otros, los siguientes resultados:

-En los diferentes grupos (escolares, adolescentes y
jóvenes) se presentaron dificultades con el conocimiento
de contenidos esenciales de la norma de honestidad.

-En los adolescentes el comportamiento honesto (al igual
que en los escolares), se lleva a cabo fundamentalmente por la
necesidad de aprobación social, no obstante comienza a
aparecer de manera incipiente la necesidad interna de comportarse
moralmente, característica de los
jóvenes.

Otro aspecto característico de esta etapa, muy
vinculada al desarrollo moral es el surgimiento de un nuevo nivel
de autoconciencia. Este desarrollo está determinado en
gran medida por la necesidad del adolescente de conocerse a
sí mismo, ser independiente y lograr la aceptación
del grupo de coetáneos.

La autoconciencia adquiere un carácter
generalizado, permitiendo al adolescente una mayor objetividad en
sus juicios, así como en la valoración de sus
propias cualidades y las de otras personas; aspecto que influye
de manera significativa en el desarrollo de la
autovaloración.

En esta etapa también la autovaloración
adquiere un carácter consciente y generalizado, aunque
aún el adolescente no realiza una fundamentación
adecuada de sus características personales como sistema, y
en ocasiones, las cualidades que destaca al autovalorarse son
abstractas, no lográndose establecer un vínculo
adecuado entre estas y su comportamiento diario.

El investigador cubano Gerardo Roloff constató
que en la adolescencia (en relación a la edad escolar), la
autovaloración interviene de forma más activa en la
regulación del comportamiento, ya que comienzan a actuar
en unidad sus funciones subjetivas-valorativa y
reguladora.

Por su parte el profesor e investigador Fernando
González, en su libro "Motivación moral en
adolescentes y jóvenes", expone un conjunto de resultados
obtenidos en investigaciones realizadas con distintas muestras de
estudiantes cubanos las que caracterizan los tipos de
autovaloración existentes en estas etapas.

En este sentido distingue la autovaloración
estructurada de la no estructurada. En el primer caso la
autovaloración activa y reflexiva sobre sí mismo,
desarrolla la autocrítica y por consiguiente el
planteamiento de tareas de autoeducación. La
autovaloración no estructurada se presenta cuando el
sujeto al autovalorarse, refiere características aisladas
de su comportamiento sin un análisis causal y un pobre
desarrollo de la autocrítica, todo lo cual conduce a una
regulación poco efectiva de su comportamiento.

En general, se encuentra que la autoconciencia y la
autovaloración, en la mayoría de los sujetos, no
alcanza la adecuación y nivel de generalización
esperados.

Según el Dr. F. González Rey, en muchos de
los adolescentes se manifiesta una tendencia a la
subvaloración, sobre todo en aquellos que presentan bajos
resultados docentes, lo que se evidencia en la inseguridad y en
el planteamiento de objetivos y aspiraciones por debajo de sus
posibilidades. Igualmente se evidencia casos concretos, en los
que predomina la sobrevaloración lo que también
resulta negativo para el desarrollo de la
personalidad.

En otras investigaciones realizadas en Cuba sobre este
tema se ha encontrado:

-Que los contenidos más mencionados por los
adolescentes al autovalorarse son los referidos al estudio, la
recreación, la familia y los compañeros. En general
estos contenidos fueron expresados de manera formal, sin un
compromiso emocional que garantice su carácter regulador
en el comportamiento.

-Si bien los adolescentes, logran valorarse en cierta
medida en la esfera del estudio, aún la futura
profesión (las características necesarias para su
desempeño) no forma parte de su esquema autovalorativo
como aspecto significativo.

Muy relacionado al aspecto de la autovaloración
se producen transformaciones en los ideales, formación
motivacional compleja que también juega un papel
importante en la regulación del comportamiento.

Los ideales adquieren un carácter generalizado y
pueden estar representados por uno o varios modelos en los que el
adolescente destaca cualidades concretas y abstractas
(psicológico-morales).

Estos modelos en muchos casos son portadores de valores
morales elevados por lo que a los adolescentes les resulta
difícil imitarlos en su comportamiento
cotidiano.

L. I. Bozhovich señala que se produce una
preferencia por la elección de personajes heroicos, cuyas
cualidades sirven al adolescente de patrón de
valoración de su propia conducta y la de otras personas.
Fernando González en investigaciones realizadas con
adolescentes cubanos concluyó, que por su contenido, los
adolescentes destacan en su ideal cualidades generales, aunque no
es hasta la edad juvenil que se logra una mayor
vinculación entre estas cualidades y el comportamiento del
sujeto, apareciendo con mayor fuerza, aquellas relacionadas con
su proyección futura y necesidad de
autorregulación. En relación a la estructura,
resultan en esta etapa los más típicos los ideales
concretizados y generalizados. Estos ideales tienen poca
efectividad en la regulación del comportamiento de los
adolescentes investigados, es decir, en la mayoría de los
casos se manifiesta más la admiración hacia las
cualidades que presenta el ideal moral, que su utilización
activa en la autoeducación de la personalidad. Así,
un adolescente puede admirar mucho a una persona, expresar que
quisiera ser como ella y sin embargo, comportarse de forma
totalmente diferente. Estos resultados corroboran que los
adolescentes regulan su conducta en mayor medida por las normas y
valores del grupo, que no son el producto de su
elaboración personal.

Con relación a la motivación profesional
(también denominada como intereses profesionales), la
elección de la futura profesión aún no
constituye un problema para el adolescente. Comienzan a
desarrollarse motivos o intereses cognoscitivos,
inclinándose a las profesiones que están más
vinculadas a las asignaturas preferidas o que poseen un mayor
reconocimiento social.

En las investigaciones realizadas por Fernando
González en Cuba, expuestas en su libro "Motivación
Profesional en Adolescentes y Jóvenes", agrupa a los
adolescentes estudiados de acuerdo a las características
de esta formación de la manera siguiente:

-Un nivel de intenciones profesionales precisas y bien
fundamentadas que se expresan en el conocimiento adecuado del
contenido de la futura profesión con la que los sujetos
establecen un vínculo afectivo positivo e incipiente
desarrollo de su elaboración personal.

-Un nivel inferior de desarrollo de las intenciones
profesionales representado por aquellos sujetos  que poseen
un pobre conocimiento del contenido de la profesión
futura, hacia el que no manifiestan una relación
emocional.

-Un tercer nivel en el que se agrupa a aquellos
estudiantes que presentan una orientación general 
hacia diferentes ramas del saber (ciencia, técnica, arte,
etc.) o refieren diferentes profesiones que pueden o no
encontrarse relacionadas entre sí de acuerdo a su objeto
de estudio.

En sentido general es característico en los
adolescentes orientarse hacia diferentes profesiones en  los
marcos de la actividad docente sin lograr una precisión
y/o fundamentación de sus propósitos en esta esfera
ni una participación activa y consciente en actividades
extraclase, relacionadas con su futura
profesión.

Es fundamental que el profesor conozca estas
características de los adolescentes para que pueda
atenderlas, propiciando al máximo la posibilidad de que
éste haga una valoración más adecuada de sus
capacidades y se plantee por lo tanto un nivel de
aspiración apropiado que  favorezca el desarrollo de
la personalidad, por medio de la autoeducación, rasgo de
vital importancia en esta edad.

Hasta aquí se ha analizado el papel que juegan la
actividad y la comunicación, fundamentalmente con el
grupo, en el desarrollo del contenido de la personalidad. Sin
embargo, es necesario analizar cómo este contenido se
manifiesta en la regulación del comportamiento, lo 
que depende de las características específicas de
cada personalidad y se expresa en una serie de indicadores
funcionales.

En sentido general, la mayoría de los
adolescentes presentan un desarrollo pobre de la
proyección futura, viven el momento actual, sin pensar
mucho en el futuro, en su inserción en la vida adulta, que
aún resulta muy lejana para ellos. Esto hace que cuando en
esta etapa es necesario realizar la selección de la
profesión, se haga sin una reflexión profunda, sin
una valoración objetiva de sus capacidades y necesidades y
sin una orientación profesional adecuada.

En muchas ocasiones los adolescentes seleccionan una
carrera técnica sin conocer su contenido, por lo que
después se sienten desmotivados o frustrados durante su
desarrollo. Esto evidencia poca utilización de las
operaciones cognitivas, así como dificultades para
estructurar su campo de acción, lo que a su vez dificulta
la posibilidad de realizar esfuerzos volitivos conscientes y
estables para alcanzar objetivos que no siempre están
claramente definidos.

El pobre desarrollo de los aspectos funcionales de la
personalidad se manifiesta también en el análisis y
valoración que el adolescente hace de las situaciones y de
las demás personas. En estas cosas tiende a ser
unilateral, rígido y poco objetivo, analizando la
situación desde su punto de vista o exagerando el peso de
aspectos específicos y particulares que no le permiten ver
de modo global e integral la misma. Así, desaprovecha sus
experiencias y nivel de información y no es capaz de
utilizarlo eficientemente en la comprensión de los hechos
y por tanto en su adecuado enfrentamiento y
solución.

En sus intereses es bastante precario y rara vez logra
mantener sus esfuerzos volitivos por largo tiempo en el logro de
metas u objetivos planteados. Por ejemplo, puede comenzar a
practicar un deporte: Karate, lucha, judo, etc., y al poco tiempo
lo abandona. En este sentido requiere de fuertes motivaciones
para lograrlo.

Las metas y propósitos que se plantea por lo
general son a corto plazo y cualquier obstáculo se
convierte en una barrera infranqueable que no se decide a saltar.
Así mismo, los fracasos generan frustraciones fuertes y
vivencias emocionales internas que influyen en su
conducta.

Es evidente que no todos los adolescentes presentan
tales características, por ejemplo en los casos en que
existe una orientación vocacional adecuada, el adolescente
puede manifestar intereses desarrollados que garanticen un nivel
de reflexión mayor, así como una proyección
futura a largo plazo, lo que sirve de base para el planteamiento
de objetivos precisos y para la realización de esfuerzos
volitivos encaminados a lograrlos. En este aspecto al igual que
en los analizados anteriormente se destaca el papel del profesor
en la conducción del desarrollo psíquico. Sin
embargo, en esta etapa se manifiesta una contradicción
importante; los adolescentes son más susceptibles a la
influencia del grupo que a la del profesor, con el que son
sumamente exigentes y críticos. ¿Cómo
resolver esta contradicción?.

En la adolescencia el maestro debe continuar organizando
la opinión grupal pero en forma indirecta:
apoyándose en los adolescentes, y no tratar de lograr la
asimilación por parte de estos de determinadas exigencias
bajo "presión" externa, ya que esta situación
conduce a un formalismo moral, más peligroso y
dañino para el desarrollo de la personalidad que el
formalismo en la enseñanza.

El maestro constituye un elemento central en el sistema
de comunicación del adolescente. La relación entre
estos adquiere características diferentes a las
presentadas en la edad escolar por cuanto:

-El maestro deja de representar una autoridad
"sagrada"
y sólo puede ejercer su condición de
modelo de conducta, si es aceptado como tal en función de
sus características personales. En este sentido no basta
que los adolescentes reconozcan la preparación
técnica del maestro y su "superioridad" con
relación al volumen de conocimientos que posee, sino que
resulta esencial la conducta social y moral del maestro,
así como su capacidad de establecer una relación
afectiva adecuada con los estudiantes, basada en el respeto y
ayuda mutua y en la comprensión e implicación
personal en las problemáticas que estos
presentan.

-El adolescente interactúa con diferentes
maestros, los cuales son portadores de diferentes valoraciones de
la realidad y de la propia personalidad del adolescente. Esta
variedad de juicios juega un importante papel en el desarrollo de
la autovaloración y permiten al adolescente ganar mayor
independencia en sus propias valoraciones. Esta experiencia con
diversos maestros le permite formarse una imagen del maestro
ideal.

Compara siempre la conducta de sus maestros con esta
imagen y no siempre el comportamiento de sus maestros se
corresponde con sus expectativas. El adolescente exige de sus
maestros cualidades como la justeza, la paciencia y el buen
humor. El maestro debe tratar a todos por igual y en
relación con el cumplimiento de esta norma son muy
susceptibles. Deben ser alegres, hacer chistes y bromear de vez
en cuando. Debe ser paciente y tolerante con los alumnos y
permitir que algunas veces se rían y diviertan en la
clase, que demoren en dar una respuesta, que puedan dar una
opinión. Debe volver a explicar lo que ellos no han
entendido y no molestarse cuando alguien se equivoca. Se exige al
maestro control emocional, no alterarse, no mostrarse nervioso,
no pelear ni faltar el respeto a los alumnos.

Si la actitud del maestro responde a las exigencias del
alumno y si además, tiene la habilidad de dar una
enseñanza estimulante, variada y activa, sus relaciones
con sus alumnos adolescentes pueden ser magníficas. En
estos casos los estudiantes son capases de cualquier sacrificio
por su maestro y establecer una marcada colaboración con
él.

Este tipo de maestro puede convertirse en un ideal para
el adolescente. Desea parecerse a él, ser como él,
relacionarse con él. Se constituye en un modelo a imitar y
puede ejercer una influencia educativa con el sólo ejemplo
de su personalidad, sin necesidad de realizar acciones formativas
especiales para educar.

Pero aun este tipo de educador debe enfrentar
situaciones difíciles en la clase que son
características en esta edad. Por ejemplo, malos modales,
travesuras, groserías, rebeldía y enfrentamiento al
educador. Estas conductas son más frecuentes en los
varones y tienen su explicación en la inseguridad y
necesidad de autoafirmación. Pueden mostrarse arrogantes y
enfrentarse al maestro, sólo para mostrarse así
mismo hasta donde puede llegar, y mostrarle a los demás
que tiene arrojo, seguridad y valentía.

El aula es también un lugar para conversar e
interactuar con los amigos, por lo que comúnmente los
adolescentes se distraen y se advierte un murmullo molesto y
entorpecedor.

En ocasiones pueden producirse conflictos entre
algún alumno y el grupo o entre subgrupos dentro del aula.
Las causas son por lo general el no cumplimiento del
"código de camaradería", llevarse casi siempre con
alumnos o con subgrupos que se muestran arrogantes, pretenciosos,
altaneros o insolentes con los demás compañeros.
También con los aduladores del maestro o los que delatan a
sus condiscípulos. En todos los casos han faltado al
código de compañerismo del grupo y son rechazados
por los demás.

El profesor con experiencia maneja esta situación
sin dificultad y no permite que las mismas afecten al desarrollo
de la actividad docente.

También la familia representa un importante
factor en el sistema de comunicación del adolescente. En
la vida familiar el adolescente debe responder a un conjunto de
exigencias, en función de su desarrollo como
personalidad.

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