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El genio y el olvido



  1. El
    genio y el olvido
  2. Don
    Inés Guadalupe
  3. El
    espejismo
  4. Tú y la mar
  5. En
    honor a Claudia
  6. La
    determinación
  7. Mi
    segundo padre
  8. El
    joven honesto
  9. El
    indeseable
  10. El
    comediante
  11. El
    orgulloso
  12. Eso
    si duele
  13. Puras
    coincidencias
  14. El
    enigma
  15. Estoico
  16. Camaleón
  17. Trillizos
  18. Feto
  19. Caín
  20. El
    novelista
  21. El
    bebedor
  22. Demasiadas preguntas
  23. El
    reo
  24. Necrofilia
  25. El
    matemático

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Epígrafe

"todo se hunde en la niebla del olvido

pero cuando la niebla se despeja

el olvido está lleno de memoria"""M.B.

El genio y el
olvido

Nací en la periferia de la gran ciudad pero a
mí no me importaba eso, porque mi infancia fue feliz,
entre mis hermanos, mi madre y mi padre, allá en la vieja
Acolhuatán. Teníamos perros y caballos.
Éramos tres hermanos de mamá y tres de papá.
El mayor era hijo de papá y nos quería mucho. Yo
era el menor de mamá.

A todos nos asignaron un oficio: el barbero, el
albañil, la planeadora, el zapatero, el ordenanza y La
tortillera. Los hermanos mayores decidieron ayudarnos para que
los menores estudiáramos; por eso asistí a la
escuela Joaquín Rodezno donde salí con primeros
lugares hasta el Bachillerato, después ingresé a la
universidad y en el primer año trabajé en un
laboratorio donde encontré aquello que transformó
mi vida.

Encontré en las bodegas de aquel recinto, todos
los elementos para fabricar el vino de la eterna juventud, eche
manos del elemento etílico y otros aditivos,
fabriqué un licor que no provocaba resaca ni daba mal
aliento. Mi futuro esta asegurado, la vida me sonría, mi
genialidad aumentaba, hasta que una noche enfermé y me
incapacité prolongadamente.

Perdí mi trabajo, pero di gracias a Dios por
ello. Porque el vino de la eterna juventud fue el culpable,
había consumido todo mi tiempo, mi energía y mi
genio, poco a poco comenzó a matarme. Enfermo y sin
trabajo, regresé a la casa de mamá después
de siete años de ausencia; ella me salió a recibir
muy triste, y llorando me dijo: ¿Por que volviste? Para
nosotros hace siete años moriste intoxicado en los
laboratorios donde trabajabas y autorizamos que tu cuerpo fuera
donado a la Universidad para efectos de estudios como lo
habías pedido y tramitado previamente.

Don Inés
Guadalupe

"¡Señor, soy tu imagen y semejanza y
tú no eres basura! ¡Padre eterno, soy tu imagen y tu
no eres miserable! ¡Soy tu semejanza y tú no eres
escoria!"… Repetía don Inés Guadalupe en su
oración. Su voz no era fuerte ni era suave, sino
sollozarte, profunda e insistente. Le salía del alma, del
hígado, de los riñones. Estaba arrodillado junto a
su cama de hospital, en la Sala de los desahuciados.

Junto a don Inés Guadalupe había otro
paciente que lo observaba con el rabillo del ojo, sorprendido,
impresionado.

_ ¡Está loco! _ dije. Me sentí
molesto, don Inés me había despertado con sus
clamores, con sus gestos, con su pasión.

Lo observé y guardé silencio. A los pocos
minutos, como yo también, por mi enfermedad era otro
desahuciado, comencé a clamar junto a don Inés; me
adherí a sus suplicantes frases de moribundo;
también yo estaba desesperanzado, pero de pronto
sentí de súbito que un milagro se estaba operando y
me sentí sano; sin embargo, observé como don
Inés Guadalupe caía al piso con la serenidad del
hombre que muere con honor.

El
espejismo

Conseguí el permiso para ir a mi cita con el
dentista por la tarde. La consulta fue rápida y me
quedó tiempo para ir visitar la casa de mis padres.
Pensando en ellos iba en el autobus, cuando de pronto
reconocí un automóvil que entraba a un famoso
motel.

Era el auto de papá que iba con otra mujer.
Papá ha regresado a sus andadas, es incorregible, me dije.
Ha reincidido, ya mamá lo había perdonado por
última vez, él había jurado no volverlo a
hacer. Se estaba portando bien, se reconcilió con
mamá, superó la petición de divorcio que
ella le propuso; parecía que todo iba bien. De la casa
salía al trabajo y del trabajo a la casa.

Para sorprender a mi padre me bajé en la
siguiente parada de buses y regresé a pie hasta aquel
motel, al llegar el portero me indicó que no podía
entrar, yo insistí, le dije que era mi padre a quien
debía darle un recado urgente, el vigilante que
acompañaba al portero me hablo con mucha amabilidad y
dijo: Joven este lugar ha estado lleno desde temprano, los
vehículos que en las últimas horas han entrado han
tenido que salir para otros moteles.

Salí del motel muy apenado y continué con
dirección a casa de mis padres. Cuando llegué
encontré a papá en la sala, tenía gripe, no
había salido a trabajar. ¿Y tú auto? le
pregunté y él me respondió: lo anda tu
mamá desde muy temprano. Ya atardece y no ha
regresado.

Tú y la
mar

Hijo, yo quise que fueras profesor, por eso te
envié a la escuela normal de maestros; como tu mamá
fue una gran maestra, pensé que ello te inspiraría
a seguir la carrera docente. También quise que fueras
médico y te matriculé en aquella Universidad
distinguida; y hasta hoy siento pena.

Tú no traías vocación para esas
grandes y abnegadas profesiones. Siempre me dijiste que
preferías ser un vago feliz a un profesional desdichado.
Hijo, no tuve el dinero suficiente para matricularte en la
escuela de aviación. Se que por eso buscaste a tu
tía, ella si podía ayudarte. Pero pasó lo
que yo más temía. Querías hacerme sufrir y
lo lograste. Siempre espere lo mejor de tu parte, pero
recibí la peor noticia, lo que temí.

Aprendiste a dirigir aquellas grandes naves, para desde
lo más alto estrellarte contra la mar. Hijo tu naciste en
las montañas de aquella tierra bendecida, tu debiste
volverá a ellas y ser enterrado junto al pinar. Pero
tuviste que marizar tu cuerpo en el océano, sus aguas me
hacían temer lo peor. La mar no era lo tuyo, siempre
trataste de ahogarte, comenzando cuando de niño te llevaba
a Apulo, al centro turístico y por milagro fuiste
rescatado por los pescadores; luego fue en el Obispo, en esa
playa los socorristas llegaron a última hora, te
rescataron y se operó otro milagro. Después fue en
Los Cóbanos y las playas de Acajutla, fueron muchas la
veces que la Providencia cuidó de ti.

Y hoy enfrente a este golfo inmenso a penas me sostengo.
He venido a dejarte flores. La mar como una madre te
recibió. Hijo no sé que hacer. He abandonado la
gran cuidad y no se como todavía estoy de pie frente a la
tarde y un sentimiento extraño empapa mi alma.

En honor a
Claudia

Claudio, fue un hijo muy deseado y querido desde que
estaba en mi vientre, porque cuando me di cuenta que estaba
embarazada, pregunté a la abuela Claudia:
"¿Mamá, qué debo hace para que mi hijo nazca
hermoso?" La abuela respondió: "Amanda, debes comer todos
los días plátano y por las noche una cerveza." Yo
seguí su consejo devotamente, cuando nació mi hijo,
en honor a su abuela le puse por nombre: Claudio, era un
niño grande y hermoso. Hoy nunca abandona a la abuela y la
acompaña en todas sus parrandas.

La
determinación

Conté 3,650 días que pasé sin poder
dormir, sin encontrar medicina que me pudiera ayudar a pernoctar.
Conté meses, días, horas, segundos; frustrado,
noctívago. Casi agónico movía mi sombra con
sus muchos kilos de ansiedad, sentí que mi cabello bobo,
entrecano se me convirtió en pelaje de coyote viejo,
triste y atemorizado. En el comercio padecí diez
años de graves descalabros económicos en los que
viví acosado por acreedores implacables. "Los bancos no
tienen corazón me repetían los amigos". Mi estado
de salud era desconcertante me miraban con un caso raro para la
medicina, la psiquiatría y la religión.
Ningún método tenía éxito.

Dejé de tomar café que me gustaba mucho,
lo tomaba amargo, caliente y negro. Traté de sosegarme
tomando leche o té, y nada. Hice ejercicio,
meditación trascendental, retiros espirituales, terapias
de hipnotismo, regresiones sin resultados positivos.

Hasta que mi cuñado, me recomendó Casa
Esmeralda, una clínica de recuperación para adictos
y enfermos mentales; donde él se recuperó de la
terrible adicción del juego con la colaboración de
su familia.

Desde que inicié mis terapias, de la Doctora
Esmeralda, encontró las primeras de muchas repuestas para
rescatar mi sueño, recuperar mis negocios, obtener
refinanciamientos, condonaciones de mis deudas. Recobrar la fe en
mi vocación de comerciante nato, emprendedor y profesional
de éxito.

Después de varias terapias intensivas con la
doctora, empezó a operarse la curación.
Comencé de buena gana por llenar hojas y hojas escribiendo
con lápices de muchos colores, sendas listas sobre lo que
no me gustaba de mu vida y lo que si me gustaba. Lo que deseaba
hacer y lo que me haría verdaderamente feliz.

Pasé a escribir cartas de amor a mi ex esposa, a
una amiga y a mis hijos. Así comencé a auto
reconciliarme. Así llegó a mi rostro una
alegría creciente y una pizca de sueño me
invadió.

Cuando llegó el último día de
terapias, mi optimismo se derrumbó. Recibí el
diagnóstico de la doctora, que me describió como
infantil, hipersensible, egoísta, manipulador, ambicioso y
delirante; mi caso y remedio estaba más allá de la
medicina, la psiquiatría o la religión.
Además me dijo que las listas que escribí, estaban
llenas de mentiras, seguía engañándome y la
solución a mis problemas estaba en mis manos. Sólo
tenía que admitir la verdad que solo yo, Dios y el diablo
conocíamos.

Me sentí derrotado, comencé a llorar por
dentro, mientras salía de la sala. De pronto solté
una carcajada envuelta en llanto y así continué
hasta que me cansé de reír y llorar a
unísono. Experimenté una nueva emoción y
sentí que ese día podría dormir.

Era el día 3,650, salí de la
clínica, culminé mi programa de curación. Yo
Omar Mejía, llevaba en mi pecho una firme
determinación. "Me casaré con mi querida y me
olvidaré definitivamente de mi primera esposa, por
quién después del divorcio, me hundí en esta
depresión tan destructiva durante los últimos diez
años."

Mi segundo
padre

Vivía en las tumbas del Cementerio del pueblo
debido su severa enfermedad que lo llevó a un terrible
estado de demencia.

Años antes, su familiar le cerró las
puertas y decidió buscar la casa de su abuelo
Moisés, y éste, al principio lo dejó dormir
en le patio donde había un viejo sillón de sala.
Pero como empezó a orinarse en el lugar donde
dormía, le botaron el mueble en un basurero cerca del
cementerio y jamás volvió por la casa del abuelo.
Entonces trasladó su sillón bajo unos
árboles de bambú en el cementerio municipal, su
nueva casa.

Cuando llegaron los días de lluvia uno de sus
amigos y compañero de tragedia le enseñó
donde había nichos vacíos para dormir con
tranquilidad. Ya no dormía al aire libre y un nicho se
convirtió en su cama, hasta que un trabajador lo
descubrió. Entonces llegaba a escondidas de los vigilantes
a su dormitorio, hasta que una madrugada tempestiva llegó
Sergio a despertarlo, deseando conversar un poco. Luís le
dijo que se durmiera y que guardara la botella para el amanecer.
Sergio, empezó a hablarle de su familia, de sus hijos,
queriendo convencerlo que regrese a su casa. Luís le
pidió hacer silencio y siguió durmiendo. Cuando
amaneció Sergio era un cadáver que amanecía
junto a su media vida. Desde aquel día Luís ya no
fue el mismo.

Luis llegó a la puerta de mi hospital; y lo
recibí porque que le quedaban horas de vida, por su
apariencia. Doctor, me dijo. Si usted no me ayuda nadie
podrá ayudarme. Yo le dije: Sólo usted puede
ayudarse.

Fue un loco suicida, maniático depresivo, pero
fue de los primeros casos imposibles que se atendieron en nuestra
clínica, donde obtuvo tranquilidad. Después le
conseguí trabajo de jardinero, agricultor, albañil
y ordenanza en este mismo lugar.

Se entregó al cien por ciento a ayudar a los que
como él llegaban pidiendo ayuda. Su servicio se
volvió una misión muy personal. Su deceso no me
pesa pues a muchos nos enseño a seguir su
ejemplo.

Su verdadero nombre de Luis era Orlando Merino, fue como
un segundo padre, me dio mucha fortaleza cuando el mío
falleció. Fue muy útil a mi familia y se
convirtió en mi padre espiritual.

Aconsejándome, en su último día me
dijo: "cuando comienzo a resolver el problema de los
demás, se empiezan a resolver mis propios problemas; y hay
cosas de las que no me puedo cansar, por eso no me canso de
sentirme bien ayudando a otros.

El joven
honesto

El joven llegó a pedir empleo a la cantina
internacional de un famoso hotel y por su catadura se lo dieron.
Todo apuntaba que era el indicado para el puesto, debido a su
experiencia en restaurantes de fondas de cinco estrellas, pero a
la noche siguiente lo despidieron de su trabajo porque se dieron
cuenta que era demasiado honesto.

El
indeseable

"Su conducta deja mucho que desear", dijo Roció
la madre de Manuel a doña Lorena, su cuñada. "Hoy
supe que ha convertido a su esposa en amante y a su amante en
esposa. Ayer me di cuenta que se disfrazó de empleado para
ocultar su pereza. ¡Hay!, el hijo que Dios me dio, es igual
que su padre, un verdadero indeseable." Sentenció aquella
mujer.

El
comediante

Era una persona problema. Dijo alguien del
público. Era un ser enfermo. Comentó su amigo
médico. Su plato del día era hacer males. Dijo una
actriz ofendida. Era un actor de comedias que se disfrazaba de
perezoso, vividor, pícaro, corrupto e hipócrita.
Dijo su mujer. El forense dijo que fue victima de su
adición a la sobreactuación.

El
orgulloso

Al llegar la noche, Teresita, a su esposa le
sirvió la cena. Él supo aguantar el hambre con
honor; por orgullo se durmió en silencio. "Por prepotente,
soberbio, vanidoso, prefiere dormirse sin cenar." Dijo para
sí, su esposa. "Es incapaz de reconocer su infidelidad; si
yo que lo conozco, lo he aceptado tal como él es, y ya lo
he disculpado." Se dijo su conjuge.

Eso si
duele

Padrino Víctor: me decomisaron la mujer, me
dijiste. Ayúdeme por favor. Claudio, a usted no lo
podrá ayudar ni Dios ni el diablo. Porque usted, es un
soberbio, usted fue el que abandonó a su mujer,
primeramente. Siendo irresponsable y deshonesto. ¡Pero yo
la amo! "Mentiras." Claudio usted es un mentiroso profesional.
Este es el tercer matrimonio que destruye, usted esta programando
siempre su fracaso. Tengo que hacer algo para que vuelva. "Ella
no va ha volver." Ella sigue a los ganadores. Usted es un
perdedor compulsivo. Un mentiroso, nadie ama aun mentiroso.
Víctor, yo estoy dispuesto hacer cualquier cosa, con tal
que ella vuelva. Eso dijiste cuando terminó tu primer
matrimonio. Éramos tan tiernos como unos niños. Muy
jóvenes nos casamos. Pero cuando te casaste, sólo
ella se casó, tú seguiste soltero. Después
estabas dispuesto a todo con tal que volviera y muy pronto la
olvidaste. Era tu orgullo, el herido, el que hablaba, tú
nunca quisiste a tu primera esposa, ni a tu segunda y hoy ni a tu
tercera esposa. Eso también le dolía a ella.
Padrino, ayer le dije que me dolía, hoy me duele
más. ¿Por qué? Porque ella no me contesta
ningún teléfono; la última vez que le
llamé me respondió una voz femenina, era su amiga,
una tal Carlita. Entonces ya supiste con quién se fue
ella. Sí, pero de la nueva pareja de ella no quiero
hablar. Habla saca todo, no te quedes con nada,
cuéntamelo. No se fue con un hombre, se fue con una mujer,
una mujer me decomisó a mi esposa. Claudio, eso si duele.
Entre algunos papeles que dejó encontré una
fotografía de la amiga de mi esposa, que en el reverso le
escribía, Carmencita, te amo con todo. Eso si duele
Claudio.

Puras
coincidencias

Como jefe ganaré más, casi doblaré
mi salario inicial. Pero necesito tener un vehículo
adecuado y no cualquier vehículo; el que actualmente tengo
desde hace quince años, debo cambiarlo por un todo terreno
de modelo reciente. Me dije a mí, Javier júnior, en
mi recién adquirido puesto en el Ministerio. Durante mis
primeros seis meses demostré una gran capacidad y pronto
fui promovido a coordinador de mi propio departamento.

Es necesario adquirir aquel preciado vehículo
para mi nuevo puesto. Pero mi situación delante del
Sistema no es buena, debido a que tengo reportes de moroso de
diversas instituciones bancarias.

El señor ministro quien es mi padrino, no me hizo
el préstamo que le solicité; mis amigos no me
sirvieron como fiadores para comprar el preciado cuatro por
cuatro. Solamente me quedaba un recurso: "El loco Javi" mi padre,
pues supe, tenía algunos ahorros para los gastos de sus
dos finquitas. Y hacia él me dirigí. Llegué
con mi esposa a la casa de papá. Saludé con un beso
a mis viejitos y después del almuerzo, pedí tiempo
al "loco Javi", para poder platicar de negocios.

Papá, me felicitó por mi ascenso, por la
proyección de adquirir un nuevo auto. Pero su
economía en ese momento no era bonancible, había
invertido el dinero en abonos y había logrado pagar
recientemente sus préstamos de Avío a la
cooperativa de cafetaleros. Sin embargo, me llevo a una sala
pequeña y me dijo: hijo yo no tengo el dinero que
necesitas pero conozco a alguien que te lo puede proporcionar.
Pensé que si papá no tenía el dinero a la
mano haría algún préstamo a sus amigos
agricultores. A don René, a don Julio; al profesor
jubilado que prestada al 40% mensual. Pero no, papá
sólo agregó: Hijo, por favor, hinquémonos
que vamos a hacer una pequeña oración.
Recordé que papá no era un hombre muy devoto; y lo
obedecí.

Sabía que papá tenía ahorros, era
muy prevenido, no tenía la menor duda; pero, ¿para
qué me invitaba a hacer una oración ridícula
como cuando era niño? De pronto pensé: Papá
está cada día más loco, ha enloquecido
más con los años, se ha vuelto últimamente:
"un fanático.

No obstante, frente a los sillones viejos, papá
impuso su mano sobre mi cabeza y dijo: Padre Eterno, este es mi
hijo, tú y yo lo conocemos; y sabemos que no es merecedor
de ningún préstamo, porque no sabe manejar el
crédito; ni siquiera es la sombra de lo que tú y yo
esperábamos que fuera como persona adulta; no es el buen
hombre que quisimos que fuera, pero puedes ayudarlo si tu
quieres. Que así sea. Dijo con voz suave y firme aquel
iluminado. Eso fue todo.

Cada día papá se pone peor, me dije.
Volví a casa, frustrado, amargado, sin conversar con mi
esposa. Estuve todo el fin de semana pensando en la locura de
papá. ¡Ahora que hacemos! Le dije a mi esposa y ella
contestó: esperar, amor, esperar.

El día lunes, recibí una llamada de mi
antiguo jefe de trabajo, para avisarme que desde que dejó
de ser mi jefe, que no necesitaba de su antiguo vehículo.
Me encargó su oficina y puso a mi disposición su
vehículo, me recordó que cuidara de mi familia.
Mientras tanto, él tenía que salir del país,
era urgente; ya que el señor Ministro lo enviaba al
extranjero. Lo felicité y fu reciproco.

El día martes mi cuñado me llamó
por teléfono y me preguntó por la familia.
Sabía que estaba necesitando un nuevo vehículo y
él tenía tres. Me llamó para decirme que
pasara a recoger un vehículo. Cuando recibí las
llaves, de manos de mi cuñado, me puse a reír y me
dije: Papá esta loco; hoy tengo dos vehículos y es
pura coincidencia, no tiene nada que ver con mi suerte, la locura
de papá.

El
enigma

Me volvió a suceder, tal como en meses pasados;
por la tarde salí del trabajo con mis amigos a disfrutar
un partido de fútbol sala. A la hora de los refrigerios
repartieron gaseosas frías, cervezas, cigarrillos y otros
aditivos. ¡Una, me dije no es ninguna! Y tres no fueron
suficientes.

Pedí otra y otra cerveza, aún contra la
voluntad de mis amigos, los cuales al terminarse el partido se
fueron a sus casas. Solo, triste y asustado desperté a las
seis de la mañana, en el cementerio de los ilustres sobre
la tumba de mi mamá, tenía los ojos hinchados de
tanto llorar. Aún más asustado, me pregunté.
¿Cómo llegué hasta aquí, por
enésima vez?

Estoico

Se hizo gigante cuando venció su propia
rebeldía. Celebró callado un amor inmenso pero una
piedra en su zapato le trajo una inmensa tristeza.

Camaleón

Se esforzó para comprender que adaptarse a una
vida verdaderamente feliz cuesta. Porque entendió cambiar
requería de esforzarse.

Trillizos

"uno: drogadicto; ella: ludópata y el otro,
demente." Nos amamos y nos aceptamos porque fuimos hermanos
trillizos de un parto único.

Feto

La clínica no tenía
rótulo y registro, y cosas insólitas suceden
adentro:

_He ganado la Maratón venciendo a más de
trece millones de competidores. ¿Y este idiota que me
persigue con un cuchillo, me piensa alcanzar?

Caín

Cuando cayó su hermano y él
miró hacia el cielo y no vio a nadie; cuando miró
hacia abajo Dios estaba en el suelo.

El
novelista

Crecen mundos desde sus manos pero al ver
su rostro no ha podido evita que le crezcan las orejas, la nariz
y las ojeras.

El
bebedor

Su casa era un hogar ardiente. Su enemigo
blandió una estada de dos filos en medio del incendio.
Cayó calcinado junto a su cama. Cuando despertó no
soportaba la sed.

Demasiadas
preguntas

¿Por qué afirmó que era su Dios en
su cómplice? ¿Por qué creyó que el
padre eterno le defendería de oficio? ¿Por
qué afirmó que podía hacer tratos con Dios y
vivir en la normalidad impunemente? ¿Por qué dice
esto que le sucede sólo es un incidente cualquiera? Hay
demasiadas preguntas y tendrá muchos años para
poder responderlas. Todo eso dijo mi esposa cuando me
visitó en la presión federal.

El reo

Cuando despertó estaba en prisión,
recordó que enfurecido de celos golpeó a su esposa
y a su hijo la noche anterior. Cuando terminó de despertar
se preguntó si la cárcel era otra de sus
alucinaciones

Necrofilia

Era precoz y cada vez se enamoraba de
mujeres de mayor edad; en esa obsesión buscaba mujeres
cada vez más ancianas hasta que se enamoró
verdaderamente de un cadáver.

El
matemático

Era el docente por excelencia en su especialidad, hacia
restas con los días de tristeza, multiplicaba su
alegría, sumaba sentencias a sus refranes y un día
dividió a su familia en dos hogares, y el calculo de su
salario no alcanzaba para sus hijos, cuando reflexionó su
corazón estaba partido.

 

 

Autor:

Edgar Iván
Hernández.

Poeta y Cuentista.

(El Salvador, Cojutepeque 1965)

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