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Mégas Aléxandros



Partes: 1, 2

  1. Nacimiento e infancia
  2. Ascenso al poder
  3. La
    conquista de Persia y Asia Menor
  4. El
    Levante mediterráneo
  5. Egipto
  6. Mesopotamia
  7. Persia
  8. Asia
    Central
  9. Invasión de la India
  10. Últimos años
  11. Muerte y posibles causas
  12. Las
    disputas sucesorias
  13. Testamento
  14. Tumba
  15. El
    Ejército de Alejandro Magno
  16. Matrimonios y sexualidad
  17. Alejandro en la posteridad
  18. Influencia en la Antigua
    Roma

Alejandro III de Macedonia,
más conocido como Alejandro Magno Monografias.comNació en Pella,
Macedonia el 20 ó 21 de julio de 356 a. C. y
murió en Babilonia el 10 ó 13 de junio, de
323 a. C.), fue el rey de Macedonia desde
336 a. C. hasta su muerte. Hijo y sucesor de Filipo II
de Macedonia. Filipo le había preparado para reinar,
proporcionándole una experiencia militar y encomendando a
Aristóteles su formación intelectual. Alejandro
Magno dedicó los primeros años de su reinado a
imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que
habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Y
enseguida –en el 334 a. C.– lanzó a
su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa,
continuando así la empresa que su padre había
iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los
griegos —bajo el liderazgo de Macedonia— contra los
persas.

En su reinado de 13 años,
cambió por completo la estructura política y
cultural de la zona al conquistar el Imperio Aqueménida y
dar inicio a una época de extraordinario intercambio
cultural, en la que lo griego se expandió por los
ámbitos mediterráneo y próximoriental. Es el
llamado Período Helenístico (323–30 a. C.)
Tanto es así, que sus hazañas le han convertido en
un mito y, en algunos momentos, en casi una figura divina,
posiblemente por la profunda religiosidad que manifestó a
lo largo de su vida.

Tras consolidar la frontera de los Balcanes
y la hegemonía macedonia sobre las ciudades-estado de la
antigua Grecia, poniendo fin a la rebelión que se produjo
tras la muerte de su padre, Alejandro cruzó el Helesponto
hacia Asia Menor (334 a. C.) y comenzó la conquista del
Imperio Persa, regido por Darío III. Victorioso en las
batallas de Gránico (334), Issos (333), Gaugamela (331) y
de la Puerta Persa (330), se hizo con un dominio que se
extendía por la Hélade, Egipto, Anatolia, Oriente
Próximo y Asia Central hasta los ríos Indo y Oxus.
Habiendo avanzado hasta la India, donde derrotó al rey
Poro en la batalla del Hidaspes (326), la negativa de sus tropas
a continuar hacia Oriente le obligó a retornar a
Babilonia, donde falleció sin completar sus planes de
conquista de la península arábiga. Con la llamada
"política de fusión", Alejandro promovió la
integración de los pueblos sometidos a la
dominación macedonia promoviendo su incorporación
al ejército y favoreciendo los matrimonios mixtos.
Él mismo se casó con dos mujeres persas de noble
cuna.

El conquistador macedonio falleció
en circunstancias oscuras, dejando un imperio sin consolidar. El
control sobre diversas regiones era débil en el mejor de
los casos, y había partes del norte de Asia Menor que
jamás se hallaron bajo dominio macedonio. Al morir sin
nombrar claramente un heredero, le sucedió su medio
hermano Filipo III Arrideo (323–17), que era deficiente, y
su hijo póstumo Alejandro IV (323–9). Meros
figurones, el verdadero poder estuvo en manos de sus generales,
los llamados diádocos (sucesores), que iniciaron una lucha
despiadada por la supremacía que conduciría al
reparto del imperio de Alejandro y su fraccionamiento en una
serie de reinos, entre los cuales acabarían
imponiéndose el Egipto Ptolemaico, el Imperio
Seléucida y la Macedonia antigónida.

Alejandro es el mayor de los iconos
culturales de la Antigüedad, ensalzado como el más
heroico de los grandes conquistadores, un segundo Aquiles, o
vilipendiado como un tirano megalómano que destruyó
la estabilidad creada por los persas. Su figura y legado ha
estado presente en la historia y la cultura tanto de Occidente
como de Oriente a lo largo de más de dos milenios, y ha
inspirado a los grandes conquistadores de todos los tiempos,
desde Julio César hasta Napoleón
Bonaparte.

Nacimiento e
infancia

Hijo de Filipo II, rey de Macedonia (dinastía de los
Argéadas), y de Olimpia, hija de Neoptólemo I de
Epiro, según Plutarco, el día de su nacimiento se
tuvo noticia en la capital de tres triunfos, el del general
Parmenión frente a los Ilirios, la victoria del sitio a
una ciudad portuaria por su padre y la victoria del carro del rey
en competición, que fueron considerados increíbles
augurios en aquel tiempo, aunque quizá fueran meras
invenciones posteriores creadas bajo la aureola de grandeza de
este personaje.

Alejandro tenía el hábito de
inclinar ligeramente la cabeza sobre el hombro derecho, era
físicamente de hermosa presencia, de baja estatura con
cutis blanco, cabello ondulado de color castaño claro y
ojos heterócromos (uno marrón —el
izquierdo— y otro gris—el derecho), que no se sabe si
eran así de nacimiento o como consecuencia de un
traumatismo craneal.

Su educación fue inicialmente
dirigida por Leónidas, un austero y estricto maestro
macedonio que daba clases a los hijos de la más alta
nobleza que lo inició en la ejercitación corporal
pero también se encargó de su educación.
Lisímaco, un profesor de letras bastante más amable
y que se ganó el cariño del Magno llamándole
Aquiles y a su padre, Peleo. Sin embargo, a los 13 años
fue puesto bajo la tutela de Aristóteles, que sería
su maestro en un retiro de la ciudad macedonia de Mieza y le
daría lecciones sobre política, elocuencia y la
historia natural. Sabía de memoria los poemas
homéricos y todas las noches colocaba la
Ilíada debajo de su cama.

Muy pronto (340 a. C.) su padre
lo asoció a tareas del gobierno nombrándolo
regente, a pesar de su juventud. En el 338 a. C.
dirigió la caballería macedónica en la
batalla de Queronea, siendo nombrado gobernador de Tracia ese
mismo año. Desde pequeño, Alejandro demostró
las características más destacadas de su
personalidad: activo, enérgico, sensible y ambicioso. Se
cuentan numerosas anécdotas de su niñez, siendo la
más referida aquella que narra Plutarco: Filipo II
había comprado un gran caballo al que nadie
conseguía montar ni domar. Alejandro, aún siendo un
niño, se dio cuenta de que el caballo se asustaba de su
propia sombra y lo montó dirigiendo su vista hacia el Sol.
Tras domar a Bucéfalo, su caballo, su padre le dijo:
«Búscate otro reino, hijo, pues Macedonia no es lo
suficientemente grande para ti». Así fue, pues a los
20 años Alejandro comenzó la expedición de
conquista del Imperio Persa.

Un nuevo matrimonio de su padre, que
podría llegar a poner en peligro su derecho al trono (no
conviene olvidar que el mismo Filipo fue regente de su sobrino
hasta la mayoría de edad, pero se adueñó del
trono), hizo que Alejandro se enemistara con Filipo. Es famosa la
anécdota de cómo, en la celebración de la
boda, el nuevo suegro de Filipo (un poderoso noble macedonio
llamado Átalo) rogó porque el matrimonio diera un
heredero legítimo al rey, en alusión a que la madre
de Alejandro era una princesa de Epiro y que la nueva esposa de
Filipo, siendo macedonia, daría a luz a un heredero
totalmente macedonio y no mitad macedonio y mitad epirota como
Alejandro, con lo cual sería posible que se relegara a
este último de la sucesión. Alejandro se
enfureció y le lanzó una copa, espetándole:
«Y yo ¿qué soy? ¿un bastardo?»
En ese momento Filipo, se acercó a poner orden, pero
debido a su estado de embriaguez, se tropezó y cayó
al suelo, lo que le granjeó una burla de Alejandro:
«Quiere cruzar Asia, pero ni siquiera es capaz de pasar de
un lecho a otro sin caerse.» La historia le valió la
ira de su padre, por lo que Alejandro tuvo que irse a Epiro junto
con su madre. Sin embargo, Filipo terminaría por
perdonarle.

Ascenso al
poder

Después del asesinato de Filipo en el año
336 a. C. por Pausanias, un capitán de su
guardia, Alejandro tomaría las riendas de Macedonia a la
edad de 20 años como resultado de una conspiración
que es atribuida generalmente a una historia amorosa de Filipo
pero que se sospecha pudo ser planeada por Olimpia, madre de
Alejandro, o por los persas.

Tras suceder a su padre, Alejandro se
encontró con que debía gobernar un país
radicalmente distinto de aquel que heredó Filipo II 23
años antes, ya que Macedonia había pasado de ser un
reino fronterizo pobre y desdeñado por los griegos a un
territorio que tras el reinado de Filipo se consideraba como
parte de la Hélade y un poderoso Estado militar de
fronteras consolidadas con un ejército experimentado. La
muerte del gran Filipo supuso que algunas polis griegas sometidas
por él se alzasen en armas contra Alejandro ante la
aparente debilidad de la monarquía macedonia. No obstante,
Alejandro demostró rápidamente su destreza militar
atravesando Tesalia para someterla nuevamente (ya había
sido conquistada por Filipo su padre), y acto seguido
venció a los griegos tomando y destruyendo Tebas, y
obligando a Atenas a reconocer su supremacía
haciéndose nombrar Hegemon, título que ya
había ostentado su padre y que lo situaba como gobernante
de toda Grecia consolidando así la hegemonía
macedónica, tras lo cual Alejandro se dispuso a cumplir su
siguiente proyecto: conquistar el Imperio Persa.

La conquista de
Persia y Asia Menor

Alejandro cruzó el Helesponto hacia
Asia Menor, pretendiendo seguir los planes de su padre de liberar
a los 10.000 griegos que se encontraban bajo dominio persa. Hizo
una breve, quien supiera deshacerlo conquistaría Asia
parada en Troya, donde honró la tumba de su héroe
Aquiles. En la primera contienda que se libró en
territorio asiático, la batalla del Gránico, a
orillas del riachuelo Gránico, los sátrapas le
hicieron frente con un ejército de 40.000 hombres
comandado por el astuto Memnón de Rodas y compuesto en su
mayor parte por griegos mercenarios, pero el ejército
persa ofreció una débil resistencia y fue vencido.
En este combate Alejandro estuvo cerca de la muerte, pues un
persa trató de asesinarlo por la espalda. Finalmente
salvó la vida gracias a Clito, uno de los hombres de
confianza de Filipo, que de un sablazo le amputó la mano
al agresor.

A finales de 334 a. C.
decidió pasar el invierno en Gordión, antigua
capital de Frigia. Allí se encontraba un famoso carro
real, sujeto a un nudo muy complicado de deshacer. Según
el oráculo de Gordión, quien supiera deshacerlo
conquistaría Asia. No se sabe si Alejandro desató
el nudo pacientemente o si lo partió con su espada. En
cualquier caso, la tormenta que siguió al hecho se
interpretó como un claro signo de que Zeus daba su
aprobación.

El Levante
mediterráneo

Una contraofensiva marítima de los
persas en el Egeo, al mando de Memnón de Rodas y su flota,
puso en peligro a la Grecia continental, pero esta amenaza se
detuvo después de la victoria de Alejandro sobre
Darío III en la batalla de Issos (pequeña llanura
situada entre las montañas y el mar cerca de Siria) en el
333 a. C., en la cual, el rey Darío huyó
amparado en la oscuridad de la noche dejando en el campo de
batalla sus armas y su manto púrpura. Sin embargo, la
familia de Darío III fue capturada en el interior de una
lujosa tienda. Alejandro trató a todos con gran
cortesía y les manifestó que no tenía
ninguna cuestión personal contra Darío, sino que
luchaba contra él para conquistar Asia.

Alejandro conquistó
fácilmente Fenicia, con excepción de la isla de
Tiro, debiendo mantener un largo asedio para capturarla (de enero
a agosto de 332 a. C.), conocido como el Sitio de Tiro.
Tras someter Gaza durante otro arduo sitio, Alejandro se
dirigió a la satrapía de Egipto.

Egipto

Alejandro fue bien recibido por los
egipcios, quienes le apoyaban por su lucha contra los persas,
cuyos reyes habían dominado Egipto en dos ocasiones: de
523 a 404 a. C. (Dinastía XXVII) y de 343 a
332 a. C. (Dinastía XXXI). Como su salvador y
libertador, por decisión popular se le concedió a
Alejandro la corona de los dos reinos, siendo nombrado
faraón en noviembre de 332 a. C. en Menfis.

En enero del 331 a. C. Alejandro
fundó la ciudad de Alejandría en una parte muy
fértil del delta del Nilo. Los motivos de la
fundación eran tanto económicos (la apertura de una
ruta comercial en el mar Egeo) como culturales (la
creación de una ciudad al estilo griego en Egipto, cuya
planificación se dejó en manos del arquitecto
Dinócrates). Posteriormente, tras un dificultoso viaje por
el desierto, llegó al oasis de Siwa, donde el profeta del
dios Amón le anunció que le saludaba tanto de parte
del dios como de su padre. También se dice que Alejandro,
en una carta enviada a su madre, le comunicó haberle sido
hechos ciertos vaticinios arcanos, que sólo a ella
revelaría. Algunos han escrito que queriendo el profeta
saludarle en idioma griego con cierto cariño le dijo "hijo
mío", equivocándose en una letra; y que a Alejandro
le agradó este error, por dar motivo a que pareciera le
había llamado hijo de Zeus.

La cultura del antiguo Egipto
impresionó a Alejandro desde los primeros días de
su estancia en este país. Los egipcios nos han dejado
testimonio, grabado en piedra, de estos hechos y apetencias. En
Karnak existe un bajorrelieve donde se representa a Alejandro
haciendo ofrendas al dios Amón en calidad de converso. En
él, viste la indumentaria de faraón:

  • Nemes (el paño que cubre la
    cabeza y va por detrás de las orejas, clásico
    del antiguo Egipto), o la Corona Doble, roja y
    blanca.

  • Cola litúrgica de chacal, que
    con el tiempo se transformó en «cola de
    toro».

  • Ofrenda en cuatro vasos, como
    símbolo que indica «cantidad»,
    «repetición», «abundancia» y
    «multiplicación».

En los jeroglíficos del muro se
distinguen además los títulos de
Alejandro-faraón que se representan dentro de un serej y
un cartucho egipcio:

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Mesopotamia

En esa época controló la
situación de rebeldía en Anatolia y el Egeo, de tal
modo que en la primavera del 331 a. C., desde Tiro,
organizó los territorios conquistados. Darío, con
un ejército más numeroso, decidió hacerle
frente en Gaugamela a orillas del Tigris, pero apenas
logró salvar su vida, ya que pese a la superioridad
numérica se vio derrotado por el genio militar del joven
rey macedonio. Así Alejandro con su ejército
logró entrar en Babilonia quedando a las puertas del
propio territorio persa.

Persia

En el año 331 a. C., el
ejército macedonio invadió Persia entrando
fácilmente a Susa, la vieja capital de Darío I,
mientras que el derrotado Darío III huía hacia el
interior del territorio persa en busca de fuerzas leales para
enfrentar nuevamente a Alejandro.

Alejandro procedió cuidadosamente
ocupando las ciudades, apoderándose de los caudales persas
y asegurando las líneas de abastecimiento. Después
se dirigieron hacia Ecbatana para perseguir a Darío. Lo
encontraron asesinado por sus nobles, que ahora obedecían
a Bessos(nuevo comandante). Alejandro honró a su otrora
rival y enemigo y prometió perseguir a sus asesinos. Los
extranjeros que vivían en Persia se sintieron
identificados con Alejandro y se comprometieron con él
para venerarle como nuevo gobernante. En su idea de conquista
también estaba la de querer globalizar su Imperio
mezclando distintas razas y culturas. Los sátrapas en su
mayoría conservaron sus puestos, aunque supervisados por
un oficial macedonio que controlaba las fuerzas
armadas.

En el 330 a. C. Filotas, hijo de
Parmenión, fue acusado de conspirar contra Alejandro y
asesinado junto con su padre (por temor a que éste se
rebelara al enterarse de la noticia). Asimismo, el primo de
Alejandro, Amintas, fue ejecutado por intentar pactar con los
persas para convertirse en el nuevo rey (de hecho, era el
legítimo sucesor al trono macedonio). Tiempo
después hubo una nueva conjura contra Alejandro, ideada
por sus pajes, la cual tampoco logró su objetivo. Tras
esto, Calístenes (quien hasta ese momento había
sido el encargado de redactar la historia de las travesías
de Alejandro) fue considerado como impulsor de este complot, por
lo que fue condenado a muerte. Sin embargo, él se
quitó antes la vida.

Uno de sus generales más queridos
del último ejército legado por su padre fue Clito,
apodado «El Negro», al que Alejandro nombraría
antes de este incidente sátrapa de Bactriana. Alejandro,
adoptando la costumbre persa de la proskynesis,
pretendió ser adorado como un dios. En un banquete, su
amigo Clito, cansado de tantas lisonjas y de oír
cómo Alejandro se proclamaba mejor que su padre Filipo, le
dijo indignado: «Toda la gloria que posees es gracias a tu
padre»; incorporándose volvió a gritarle:
«Sin mí, hubieras perecido en el
Gránico.» Alejandro, que estaba ebrio, buscó
su espada, pero uno de los guardias la ocultó. Clito fue
sacado del lugar por varios amigos, pero regresó por otra
puerta, y mirando fijamente al conquistador, repitió un
verso de Eurípides: «Qué perversa costumbre
han introducido los griegos.» Alejandro arrebató una
lanza a uno de los guardias y mató a Clito, que se
desplomó en medio del estupor de los presentes.
Arrepentido del crimen, pasó 3 días encerrado en su
tienda y algunos afirman que hasta trató de suicidarse a
consecuencia de la muerte de su amigo.

Asia
Central

Tras muchas peripecias y conquistas,
Alejandro había invadido la Sogdiana y la Bactriana, se
había casado con la princesa Roxana, y llevaría a
su ejército a atravesar el Hindu Kush y a dominar el valle
del Indo, con la única resistencia del rey indio Poros en
el río Hidaspes.

A sus 32 años, su Imperio se
extendía hasta el valle del Indo por el Este y hasta
Egipto por el Oeste, donde fundó la famosa ciudad de
Alejandría47 (hoy Al-Iskandría,
??????????). Fundador prolífico de ciudades, esta ciudad
egipcia habría de ser con mucho la más famosa de
todas las Alejandrías fundadas por el también
faraón Alejandro. De las 70 ciudades que fundó, 50
de ellas llevaban su nombre… Además, también fue
un gran amante de las artes. Alejandro era consciente del poder
de propaganda que puede tener el arte y supo muy bien controlar
la reproducción de su efigie, cuya realización
sólo autorizó a tres artistas: un escultor, Lisipo,
un orfebre y un pintor, Apeles.48 Los biógrafos de
Alejandro cuentan que éste tenía en gran aprecio al
pintor y que visitaba con frecuencia su taller y que incluso se
sometía a sus exigencias.

Invasión de la
India

Tras la muerte de Espitámenes y su boda con Roxana
(Roshanak en bactriano) para consolidar sus relaciones
con las nuevas satrapías de Asia Central, en el
326 a. C. Alejandro puso toda su atención en el
subcontinente indio e invitó a todos los jefes tribales de
la anterior satrapía de Gandhara, al norte de lo que ahora
es Pakistán para que vinieran a él y se sometieran
a su autoridad. Ambhi, rey de Taxila, cuyo reino se
extendía desde el Indo hasta el Hidaspes, aceptó
someterse pero los rajás de algunos clanes de las
montañas, incluyendo los aspasioi y los
assakenoi de la tribu de los kambojas,
conocidos en los textos indios como ashvayanas y
ashvakayanas (nombres que se refieren a la naturaleza
ecuestre de su sociedad, de la raíz sánscrita
ashva, que significa "caballo"), se negaron a ello.

Alejandro se enzarzó en una feroz
contienda contra los aspasioi en la que le hirieron en
el hombro con un dardo, pero en la que los aspasioi
perdieron la batalla y 40.000 de sus hombres cayeron prisioneros.
Los assakenoi fueron al encuentro de Alejandro con un
ejército de 30.000 soldados de caballería, 38.000
de infantería y 30 elefantes, lucharon valientemente y
opusieron una tenaz resistencia al invasor en las batallas de las
ciudades de Ora, Bazira y Masaga, ciudad esta última cuyo
fuerte fue reducido sólo tras varios días de una
sangrienta lucha en la que hirieron a Alejandro de gravedad en el
tobillo.

Cuando el rajá de Masaga
murió durante la batalla, el comandante supremo del
ejército acudió a la vieja madre de éste,
Cleofis, la cual también parecía dispuesta a
defender su tierra hasta el final y asumió el control
total del ejército, lo que empujó también a
otras mujeres del lugar a luchar por lo que Alejandro sólo
pudo controlar Masaga recurriendo a estratagemas políticas
y actos de traición. Según Quinto Curcio Rufo,
«Alejandro no sólo mató a toda la
población de Masaga, sino que redujo sus edificios a
escombros». Una matanza similar ocurrió en Ora, otro
bastión de los assakenoi.

Mientras todas estas matanzas
ocurrían en Masaga y Ora, varios assakenoi
huyeron a una alta fortaleza llamada Aornos donde Alejandro los
siguió de cerca y capturó la roca tras 4
días de sangrienta lucha. La historia de Masaga se
repitió en Aornos, y la tribu de los assakenoi
fue masacrada. Tras la batalla, Alejandro quedó tan
impresionado por la valentía de Poros que hizo una alianza
con él y le nombró sátrapa de su propio
reino al que añadió incluso algunas tierras que
éste no poseía antes. Alejandro llamó
Bucéfala a una de las dos ciudades que había
fundado, en honor a su caballo que le había traído
a la India, y que habría muerto durante la contienda del
Hidaspes. Temiendo la perspectiva de tener que enfrentarse con
otro gran ejército indio y cansado por una larga
campaña, el ejército macedonio se amotinó en
el río Hífasis (actual río Beas),
negándose a seguir hacia el Este.

Alejandro, tras reunirse con su oficial
Coeno, se convenció de que era mejor regresar. Alejandro
no tuvo más remedio que dirigirse al sur. Por el camino su
ejército se topó con los malios. Los malios eran
las tribus más aguerridas del sur de Asia por aquellos
tiempos. El ejército de Alejandro desafió a los
malios, y la batalla los condujo hasta la ciudadela malia.
Durante el asalto, el propio Alejandro fue herido gravemente por
una flecha malia en el pulmón. Sus soldados, creyendo que
el rey estaba muerto, tomaron la ciudadela y descargaron su furia
contra los malios que se habían refugiado en ella,
llevando a cabo una masacre, y no perdonaron la vida a
ningún hombre, mujer o niño. A pesar de ello y
gracias al esfuerzo de su cirujano, Critodemo de Cos, Alejandro
sobrevivió a esa herida. Después de esto, los
malios supervivientes se rindieron ante las fuerzas
macedónicas, y éstas pudieron continuar su marcha.
Alejandro envió a la mayor parte de sus efectivos a
Carmania (al sur del actual Irán) bajo el mando del
general Crátero, y ordenó montar una flota para
explorar el Golfo Pérsico bajo el mando de su almirante
Nearco, mientras que él conduciría al resto del
ejército de vuelta a Persia por la ruta del sur a
través del desierto de Gedrosia (ahora parte del sur de
Irán y de Makrán, en Pakistán).

Últimos
años

Tras enterarse de que muchos de sus
sátrapas y delegados militares habían abusado de
sus poderes en su ausencia, Alejandro ejecutó a varios de
ellos como ejemplo mientras se dirigía a Susa. Como gesto
de agradecimiento, Alejandro pagó las deudas de sus
soldados, y anunció que enviaría a los veteranos
más mayores a Macedonia bajo el mando de Crátero,
pero sus tropas malinterpretaron sus intenciones y se amotinaron
en la ciudad de Opis, negándose a partir y criticando con
amargura su adopción de las costumbres y forma de vestir
de los persas, así como la introducción de
oficiales y soldados persas en las unidades macedonias. Alejandro
ejecutó a los cabecillas del motín, pero
perdonó a las tropas. En un intento de crear una
atmósfera de armonía entre sus súbditos
persas y macedonios, casó en una ceremonia masiva a sus
oficiales más importantes con persas y otras nobles de
Susa, pero pocas de esas parejas duraron más de un
año. Mientras tanto, en su regreso, Alejandro
descubrió que algunos hombres habían saqueado la
tumba de Ciro II el Grande, y los ejecutó sin
dilación, ya que se trataba de los hombres que
debían vigilar la tumba que Alejandro honraba. En su
intento de mezclar la cultura persa y la griega entrenó a
un regimiento de muchachos persas para combatir a la manera
macedonia. La mayoría de los historiadores creen que
Alejandro adoptó el título real persa de
Shahanshah (Rey de Reyes).Tras viajar a
Ecbatana para recuperar lo que quedaba del tesoro persa, su amigo
más íntimo y posiblemente también su amante,
Hefestión, murió a causa de una enfermedad o
envenenado, muerte que afectó mucho a
Alejandro.

Muerte y posibles
causas

El 13 de junio del 323 a. C. (10,
según otros autores), Alejandro murió en el palacio
de Nabucodonosor II de Babilonia. Le faltaba poco más de
un mes para cumplir los 33. Existen varias teorías sobre
la causa de su muerte, que incluyen envenenamiento por parte de
los hijos de Antípatro (Casandro y Yolas, siendo
éste último copero de Alejandro) u otros,
enfermedad (se sugiere que pudo ser la fiebre del Nilo), o una
recaída de la malaria que contrajo en el
336 a. C. Se sabe que el 2 de junio Alejandro
participó en un banquete organizado por su amigo Medio de
Larisa. Tras beber copiosamente, inmediatamente antes o
después de su baño, le metieron en la cama por
encontrarse gravemente enfermo. Los rumores de su enfermedad
circulaban entre las tropas, que se pusieron cada vez más
nerviosas. El 12 de junio, los generales decidieron dejar pasar a
los soldados para que vieran a su rey vivo por última vez,
de uno en uno. Ya que el rey estaba demasiado enfermo como para
hablar, les hacía gestos de reconocimiento con la mirada y
las manos. El día después, Alejandro ya estaba
muerto. Al morir solo dijo esto: "preveo un gran funeral en mi
honor". Y respondió a su última pregunta unos
minutos antes de morir ¿Cuál es tu testamento?
¿A quién se lo dejas? solo respondió "al
más digno y fuerte".

La teoría del envenenamiento deriva
de la historia que sostenían en la antigüedad Justino
y Curcio. Según ellos, Casandro, hijo de Antípatro,
regente de Grecia, transportó el veneno a Babilonia con
una mula, y el copero real de Alejandro, Yolas, hermano de
Casandro y amante de Medio de Larisa, se lo administró.
Muchos tenían razones de peso para deshacerse de
Alejandro. Las sustancias mortales que podrían haber
matado a Alejandro en una o más dosis incluyen el
heléboro y la estricnina. Según la opinión
del historiador Robin Lane Fox, el argumento más fuerte
contra la teoría del envenenamiento es el hecho de que
pasaron 12 días entre el comienzo de la enfermedad y su
muerte y en el mundo antiguo no había, con casi toda
probabilidad, venenos que tuvieran efectos de tan larga
duración.

Las disputas
sucesorias

Alejandro no tenía ningún
heredero legítimo y obvio. Su medio hermano Filipo Arrideo
era deficiente, y su hijo Alejandro nacería tras su
muerte, y su otro hijo Heracles, cuya paternidad está
cuestionada, era de una concubina. Debido a ello la
cuestión sucesoria era de vital importancia. En su lecho
de muerte, sus generales le preguntaron a quién
legaría su reino. Se debate mucho lo que Alejandro
respondió: algunos creen que dijo Krat'eroi ("al
más fuerte") y otros que dijo Krater'oi ("a
Crátero"). Esto es posible porque la pronunciación
griega de "el más fuerte" y "Crátero" difieren
sólo por la posición de la sílaba acentuada.
La mayoría de los historiadores creen que si Alejandro
hubiera tenido la intención de elegir a uno de sus
generales obviamente hubiera elegido a Crátero porque era
el comandante de la parte más grande del ejército,
la infantería, porque había demostrado ser un
excelente estratega, y porque tenía las cualidades del
macedonio ideal. Pero Crátero no estaba presente, y los
otros pudieron haber elegido oír Krat'eroi, "el
más fuerte". Fuera cual fuese su respuesta, Crátero
no parecía ansiar el cargo. Entonces, el imperio se
dividió entre sus sucesores (los
diádocos).

Todos sus familiares y herederos, tanto su
madre Olimpia, su esposa Roxana, su hijo Alejandro, su amante
Barsine y su hijo Heracles, fueron mandados asesinar por
Casandro, lo que llevó a la extinción de la
dinastía Argéada.

A pesar de los intentos de mantener
unificado el Imperio macedónico, éste
acabaría por dividirse en varios reinos independientes que
fundaron sus dinastías.

  • Dinastía Tolemaica:
    Tolomeo se convirtió desde un primer momento en
    gobernante de Egipto y se mantuvo aislado y estable desde el
    principio.

  • Dinastía
    Antigónida
    : con centro en Macedonia y con el hijo
    de Antígono Monoftalmos, Demetrio como rey; esta
    dinastía conquistó su reino a Casandro y
    ocupó también Grecia.

  • Dinastía
    Seléucida
    : Con base en Mesopotamia y Siria,
    Seleuco dominó después un territorio más
    amplio, ya que se adueñó de Asia que estaba en
    poder de Antígono.

Lisímaco obtuvo Tracia y Asia Menor
pero no logró fundar una dinastía ni consolidar sus
dominios.

Testamento

Algunos autores clásicos, como
Diodoro, relatan que Alejandro dio detalladas instrucciones por
escrito a Crátero poco antes de su muerte. Aunque
Crátero ya había empezado a cumplir órdenes
de Alejandro, como la construcción de una flota en Cilicia
para realizar una expedición contra Cartago, los sucesores
de Alejandro decidieron no llevarlas a cabo, basándose en
que eran poco prácticas y extravagantes. El testamento,
descrito en el libro XVIII de Diodoro, pedía expandir el
imperio por el sur y el oeste del Mediterráneo, hacer
construcciones monumentales y mezclar las razas occidentales y
orientales. Sus puntos más interesantes fueron:

  • Completar la pira funeraria de
    Hefestión;

  • Construir «mil barcos de guerra,
    más grandes que los trirremes, en Fenicia, Siria,
    Cilicia y Chipre para la campaña contra los
    cartagineses y aquellos que viven por la costa de Libia e
    Iberia y las regiones costeras que se extienden hasta
    Sicilia»;

  • Construir una carretera desde el norte
    de África hasta las columnas de Heracles, con puertos
    y astilleros alrededor;

  • Erigir grandes templos en Delos,
    Delfos, Dodona, Dión, Anfípolis, Cirno e
    Ilión;

  • Construir una tumba monumental
    «que rivalice con las pirámides de Egipto»
    para su padre Filipo;

  • Establecer ciudades y «llevar
    poblaciones de Asia a Europa y también en la
    dirección opuesta de Europa a Asia, para traer unidad
    y amistad al continente más extenso a través de
    enlaces matrimoniales y la unión
    familiar».

Tumba

El cuerpo de Alejandro se colocó en
un sarcófago antropomorfo de oro, que se puso a su vez en
otro ataúd de oro y se cubrió con una capa
púrpura. Pusieron este ataúd junto con su armadura
en un carruaje dorado que tenía un techo abovedado
soportado por peristilos jónicos. La decoración del
carruaje era muy lujosa y fue descrita por Diodoro con gran
detalle: El féretro era de oro y el cuerpo que
contenía estaba cubierto de especias preciosas. Los
cubría un paño mortuorio púrpura bordado en
oro, sobre el cual se exponía la panoplia de Alejandro.
Encima, se construyó un templo dorado. Columnas
jónicas de oro, entrelazadas con acanto, sustentaban un
techo abovedado de escamas de oro incrustadas de joyas y coronado
por una relumbrante corona de olivo en oro que bajo el sol
llameaba como los relámpagos. En cada esquina se alzaba
una Victoria, también en noble metal, que sostenía
un trofeo. La cornisa de oro de abajo estaba grabada en relieve
con testas de íbice de las que pendían anillas
doradas que sustentaban una guirnalda brillante y policroma. En
los extremos tenía borlas y de éstas pendían
grandes campanas de timbre diáfano y resonante. Bajo la
cornisa habían pintado un friso. En el primer panel,
Alejandro aparecía en un carro de gala, «con un
cetro realmente espléndido en las manos»,
acompañado de guardaespaldas macedonios y persas. El
segundo representaba un desfile de elefantes indios de guerra; el
tercero, a la caballería en orden de combate, y el
último, a la flota. Los espacios entre las columnas
estaban cubiertos por una malla dorada que protegía del
sol y de la lluvia el sarcófago tapizado, pero no
obstruía la mirada de los visitantes. Disponía de
una entrada guardada por leones de oro. Los ejes de las ruedas
doradas acababan en cabezas de león cuyos dientes
sostenían lanzas. Algo habían inventado para
proteger la carga de los golpes. La estructura era acarreada por
sesenta y cuatro mulas que, en tiros de cuatro, estaban uncidas a
cuatro yugos; cada mula contaba con una corona dorada, un
cascabel de oro colgado de cada quijada y un collar incrustado de
gemas.

Según una leyenda, se
conservó el cadáver de Alejandro en un recipiente
de arcilla lleno de miel (que puede actuar como conservante) e
introducido en un ataúd de cristal. Claudio Eliano cuenta
que Ptolomeo robó el cuerpo mientras lo llevaban a
Macedonia y lo trajo a Alejandría, donde se mostró
hasta la Antigüedad Tardía (es el periodo de
transición entre Edad Antigua y la Edad Media). Ptolomeo
IX, uno de los últimos sucesores de Ptolomeo I,
reemplazó el sarcófago de Alejandro por uno de
cristal, y fundió el oro del original para acuñar
monedas y saldar deudas que surgieron durante su reinado. Los
ciudadanos de Alejandría se mostraron horrorizados por
esto y poco después Ptolomeo IX fue asesinado.

Se dice que el emperador romano
Calígula saqueó la tumba, robando la coraza de
Alejandro para ponérsela. Alrededor del
200 d. C., el emperador Septimio Severo cerró la
tumba de Alejandro al público. Su hijo y sucesor,
Caracalla, admiraba mucho a Alejandro y visitó la tumba
durante su reinado. Tras esto, los detalles sobre el destino de
la tumba son confusos.

Ahora se piensa que el llamado
«Sarcófago de Alejandro», descubierto cerca de
Sidón y ahora situado en el Museo Arqueológico de
Estambul, pertenecía en realidad a Abdalónimo, a
quien Hefestión nombró rey de Sidón por
orden de Alejandro. El sarcófago muestra a Alejandro y a
sus compañeros cazando y luchando contra los
persas.

El Ejército de
Alejandro Magno

El ejército macedonio bajo Filipo II
y Alejandro Magno consistía de diferentes cuerpos que se
complementaban entre sí: caballería pesada y
caballería ligera; infantería pesada e
infantería ligera.

La caballería pesada la
constituían los hetairoi o compañeros
formados en escuadrones ilai de 256 jinetes con casco
beocio, coraza de bronce o linotorax, equipados con
xyston o lanza de 3,80 m y una espada. Los
compañeros formaban la unidad de élite de
caballería aristocrática macedonia, siendo el
principal elemento ofensivo de Alejandro. En batalla, los
compañeros se formaban a la derecha de los
hypspistas: los 9 escuadrones en el orden del día
con el escuadrón real de 300 jinetes tomando el lugar de
honor en la línea bajo el mando de Clito, cuyo deber era
el de proteger al rey en batalla; a su izquierda se formaban los
otros compañeros en 8 escuadrones de 256
compañeros, subdivididos en 4 unidades de 64 jinetes bajo
el mando de Filotas. La infantería macedonia actuaba de
«yunque», mientras que la caballería era el
«martillo» que azotaba al enemigo.

Frente a los compañeros se formaban
los arqueros y agrianos y protegiendo su flanco derecho los
prodromoi y demás caballería
ligera.

La caballería aliada tesaliana
servía también como caballería pesada,
armada y equipada como los compañeros, presuntamente la
mejor caballería de toda Grecia y cuya misión era
proteger el flanco izquierdo de la falange macedonia. El
escuadrón de Farsalia le servía de guardia a
Parmenio. Al principio de la campaña había 1.800
jinetes tesalios.

Éstos a su vez eran suplementados
por el resto de la caballería pesada griega. Este
contingente aliado era parte de la fuerza con que
contribuyó la Liga Helénica al ejército
macedonio y que además servían de rehenes para el
buen comportamiento de sus respectivas ciudades.

La caballería ligera
consistía de los prodromoi o exploradores con
casco beocio y sin más armadura, cuyo deber era el de
reconocer el territorio enemigo que el ejército
atravesaría, y en batalla se formaban a la derecha de los
compañeros. Usaban la sarissa o pica de los
falangistas, pero podían ser rearmados con jabalinas para
reconocimiento y exploración.

Los prodromoi a su vez eran
suplementados por la caballería tracia, odrisios y
paionios en su mayoría, armados y equipados con casco
tracio o, en el caso de los paionios, con casco ático sin
más armadura y blandiendo lanza y espada.

Su ejército se componía de
treinta mil hombres de infantería y cinco mil de
caballería, según los que dicen menos. Los que
más, le dan hasta treinta y cuatro mil infantes y cuatro
mil caballos.

Matrimonios y
sexualidad

Generalmente se considera que el mayor
objeto de los afectos de Alejandro fue su compañero,
comandante de caballería y posible amante,
Hefestión, al que probablemente se hallaba unido desde la
niñez, dado que ambos se educaron en la corte de Pella.
Hefestión hace su aparición en la Historia en el
momento en que el conquistador alcanza Troya. Allí ambos
amigos realizaron sacrificios en los altares de los héroes
de la Ilíada, Alejandro honrando a Aquiles y
Hefestión a Patroclo, lo que es indicativo de cómo
concebían su relación: Claudio Eliano afirmaba que
«de esa manera Alejandro implicó que él
(Hefestión) era su objeto de amor, como Patroclo lo fue de
Aquiles».'

Partes: 1, 2

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