Las materias primas abren un ciclo; si se las exporta no
lo cierran. Y si no se cierra un ciclo abierto, podrá
haber alguna transformación, pero no hay creación
de nueva riqueza (lo que ordinariamente se le llama "valor
agregado") ni reposición de la riqueza extraída en
cantidad suficiente para equilibrar la extracción
(faltará, por lo menos, la reposición indirecta y
automática del benefactor). No se alcanza a "saldar
aquella deuda" adquirida previamente con la naturaleza. Es
evidente que éste perjuicio sucede si la
exportación se realiza a un país con otra
economía, donde no es necesario el cumplimiento del ciclo
económico, y donde su población no desempeña
el papel de benefactor. Si va dirigida a un país igual al
"nuestro" el ciclo se cumple cómo si fuera un consumo
interno. Esta diferencia tan radical se debe a que todo depende
de lo que se obtiene a cambio de una exportación: entre
países con indev no existe un comercio exterior regulado
por otros dineros.
Si una mercancía de origen nacional es muy
solicitada desde el extranjero, podremos intercambiarla por
materias primas u otros insumos que hagan falta. O, en todo
caso, por mercancías elaboradas que no puedan
producirse aquí.La otra posibilidad es que el otro país
utilice también el mismo sistema económico que
el "nuestro", caso en el cual el trueque es la única
forma posible (además de ser la natural y justa), de
comercio entre ambos; debemos considerar que el uso de ambos
indevs como "medio de pago o intercambio" no es más
que otra forma de trueque, pues ellos mismos no son
más que el uso de un patrón de
medida.
El sistema que estamos proponiendo, tal como se ve, no
promueve la autarquía, esto es, aislar
económicamente al país que la utiliza de los
demás países. Lo que busca es el cumplimiento
efectivo del ciclo, de que no haya un perjuicio directo a la
economía del país, ni que ningún país
sea más favorecido que otro.
En definitiva lo que busca es que bajo sus principios se
realice todo comercio internacional, libre y beneficioso, es
decir, justo. La libertad se disfruta, se siente y se vive cuando
se cumple con justicia.
La propiedad y
otros valores
La explicación del derecho humano de propiedad
sobre la tierra no puede darse a través de la similitud
con los mamíferos y otras especies, sino consigo mismo. Ya
sabemos que todos los seres humanos, al igual que todos los
animales y vegetales, de una manera u otra obtienen su sustento
principal desde la naturaleza en general. Los hombres modernos ya
no viven de la caza y la recolección sin
destrucción, sino que dependen de lo que producen otros
hombres, quienes destruyen y reponen lo destruido.
Dentro de los sistemas económicos de clases
antagónicas que han existido, el derecho de propiedad
sobre cualquier bien tiene por base fundamental la propiedad
sobre el dinero; el derivado de aquel "sobrante" original. Esta
es la propiedad que sus poseedores utilizan como base explicativa
de sus privilegios; es más, basan todo ese "derecho de
propiedad" en la adquisición, directa o heredada, que
realizan por su intermedio. Aunque los tecnócratas no
gusten de esto, debemos decir que el concepto popular de capital
es un neto sinónimo de dinero, y es también la
definición exacta de él en el
capitalismo.
Nuestro sistema, que se basa en el ciclo de la
riqueza, reconoce totalmente el derecho de propiedad sobre
los diferentes medios de producción para toda persona
física o jurídica que cumpla con los requisitos
indispensables que él exige.En el sistema que se propone, el derecho a la
posesión de un campo o cualquier otro medio de
producción está totalmente permitido a todo ser
humano en su rol de productor, pero conlleva en sí
mismo, contiene dentro de sí, simultáneamente,
la exigencia de cumplir con la obligación de reponer
la riqueza extraída por su explotación: eso es
lo que demanda.
La propiedad de uno de ellos hace que su titular,
individual o colectivo, sea definido como productor y no como
benefactor: no tiene sentido económico poseer un medio de
producción para contemplarlo. Lo que otorga el derecho de
propiedad sobre cualquier medio de producción no es el
hecho de adquirirlo, sino el cumplimiento estricto de la
obligación de usarlo como medio de producción de
bienes y como medio de reposición de la destrucción
que inevitablemente se genera por su explotación. Ha de
cerrarse todo ciclo que se inicie.
De aquí se desprende que la explotación de
riquezas no reponibles, o de muy difícil
reposición, hacen que su explotación y el derecho a
ella sólo puedan cumplirlo y aceptarlo la sociedad en su
conjunto. El ciclo económico obliga a toda la sociedad,
por intermedio de sus directos responsables que son los
usufructuarte de esos medios, a cumplir necesariamente con la
reposición de la riqueza extraída. De allí
que si un medio de producción no es explotado como tal, es
un perjuicio absoluto para esa economía y por ende para
esa sociedad. Un medio de producción ha de ser un medio de
producción, no un paisaje telúrico.
El rol de productor existe cuando un hombre realiza
un trabajo, mediante el uso de un medio de producción,
que produce y repone riqueza, la que implica un esfuerzo
especial para lograr la necesaria reposición, y ese
rol lo hace de una manera directa pero nunca
automática.En cambio, en el papel de benefactor lo logra
automática e indirectamente: no necesita de un
esfuerzo especial más que el de adquirirla. Es
indispensable que todo benefactor merezca un buen poder
adquisitivo por el simple hecho de que éste es el que
le permite concluir el ciclo de cualquier bien, al adquirirlo
y consumirlo o usarlo.
Todo bien que cumpla con la condición de no ser
un medio de producción social único medio que no
puede ser accedido por el hombre en su rol de benefactor sino
únicamente en su rol de productor pasa a ser
posesión privada sin restricciones del benefactor que lo
adquiere. Cualquier objeto (que no sea un medio de
producción) cumple con esas condiciones, puesto que plasma
su parte correspondiente del cierre del ciclo que le
atañe.
El hombre no posee ni tiene derecho alguno sobre
aquellos bienes no producidos por su propia mano. Solamente
puede tomarlo prestado y reponerlo, debe cumplir con el ciclo
económico que se realiza con ellos y a través
de ellos.Ningún derecho, ni el de propiedad ni el de
comercio, está por encima del derecho humano natural a
una vida digna, que se alcanza, entre otras cosas, teniendo,
disfrutando y poseyendo lo socialmente producido.
Un medio de producción debe producir, si no deja
de ser lo que es. Y lo que no es lo que debe ser, no tiene
sentido económico, ni ningún otro.
El
Estado
Para el indev el Estado tiene que cumplir un rol que es
exactamente el opuesto al que proponen los
neoliberales:
Su papel fundamental consiste en el control, tanto
de los precios como de los índices de crecimiento en
los que se basa el valor de esa moneda, para evitar la
posibilidad de que exista la apropiación indebida de
riqueza, la irreparabilidad y la especulación, en fin,
para eliminar la indignidad.Mientras los neoliberales propugnan debilitar en lo
máximo la posibilidad del control estatal, con el
objeto de beneficiar a una minoría, esta
economía exige el control del Estado para beneficio de
todos, incluso de esa misma minoría. El Estado debe
controlar que se cumpla fehacientemente el proceso, el orden
y las etapas del ciclo económico. Pero, si la sociedad
así lo quiere, no mucho más.
Cada sociedad, soberanamente y sería lo deseable
que democráticamente, podrá dar otras posibilidades
a su forma de Estado elegida.
Este podrá, o no, seguir cumpliendo las
tareas que hoy mantiene en los diferentes sistemas
económicos que hoy existen, y los electorales o
políticos que de ellos se derivan.Cada sociedad es, por fin, realmente libre. Como
dijimos al comienzo, hoy en el mundo hay sólo dos
sistemas económicos.No obstante ello, dentro de cada uno existen
innumerables formas diferentes de Estados.
Si analizamos el capitalismo, podemos decir sin temor a
cometer errores gruesos, que existe una forma de Estado por cada
país. Si llegáramos a analizar las formas
electorales que estos tienen y que conforman la definición
más utilizada aunque no es la mejor ni mucho menos del
nivel de democracia de cada país, aseguramos que hay una
por cada Estado.
Es más, hay estados capitalistas con diferentes
sistemas políticos: hay republicanos y monárquicos,
presidentes designados y dictaduras, presidentes electos que
ejercen durante distinta cantidad de años, con
reelección y sin ella, etc. Nadie, hasta ahora, puede
asegurar que cualquiera de esas diferencias, tomándolas
por separado, sea mejor que la otra, sin olvidamos de la obviedad
de que sí existen algunas que no son las mejores.
Nosotros, al agregar una nueva forma económica, no podemos
más que confirmarlo.
Así, de esa misma manera, cada sociedad se
dará la forma de Estado, y sus funciones, más
apropiada a sus propios requerimientos. La recaudación
para el mantenimiento del Estado se realiza, vaya novedad, a
través del cobro de impuestos. Pero no puede existir, bajo
ningún concepto, un impuesto al consumo, esto es, un
impuesto al benefactor, cuyo ingreso es definido socialmente y
distribuido en forma estatal.
El ingreso principal del Estado ha de ser obtenido a
través del impuesto a las ganancias, a las rentas, en fin,
a los beneficios que todo productor define para sí mismo,
según su criterio individual, y otra u otras formas
fiscales que se consideren oportunas, siempre sin afectar al
benefactor.
El Estado para esta economía es un mal necesario.
Debe tender a desaparecer, cuando el avance de la humanidad sea
tal que permita lograrlo sin menoscabo de la igualdad, la
libertad, la independencia y la seguridad de todos los
hombres.
Pensamos, mejor dicho aventuramos, que la
aplicación de esta propuesta, por sí misma, permite
acelerar ese avance y aumentar enormemente la amplitud de
horizontes, incluida la posibilidad antedicha de hacer del
mantenimiento del Estado un costo social menor.
Conclusión
El estudio de la relación del hombre con la
naturaleza es decir, consigo mismo se ha basado en la
economía. Y ésta ha sido el soporte de toda
ideología. Sus conclusiones, las de la economía,
nos afectan a todos en todo sentido, porque ha sido la
herramienta que creamos para "ver" tal relación, la cual
engloba un sin fin de disciplinas científicas, como la
sociología o la ecología, por dar sólo dos
ejemplos. Si negamos de antemano como lo hacen ellos la
existencia e incluso la forma de esa relación, no podremos
estudiarla científicamente, esto es, por encima de la
voluntad, las creencias o los intereses del hombre, sino que
justamente estaremos viendo al hombre desde un punto de vista
místico, "veremos" lo que queremos que se "vea", lo que
necesitamos que se "vea", no lo que salta a la vista. Así
ellos tratan de explicar, por ejemplo, que la naturaleza
está al servicio del hombre, y no como lo indica la
realidad, que él forma parte de ella y es, en sí,
ella misma. En vez de hacer de la economía una ciencia la
han convertido en una teología. Que se empiece a llamar
ciencia es una de nuestras tareas: mostrar cuán de
relacionado está el hombre, a través de su
actividad vital el trabajo y el consumo con la "pachamama",
consigo mismo. Esto mismo es la economía, la cierta, la
verificable, la que la humanidad implora.
Bibliografía
Alberto C. Sigales. (Septiembre de 2003). La Naturaleza
de la Riqueza. Teoría Económicamente
Complementaria. Montevideo.
Autor:
Evans María
José
Reyes Henirse
Salazar Vanessa
Soto Eilyn
Tablante Génesis
Enviado por:
Profesor:
MSc. Ing. Iván
Turmero
Universidad Nacional Experimental
Politécnica
"Antonio José de Sucre"
Vice-rectorado Puerto Ordaz
Departamento de Ingeniería
Industrial
Ingeniería
Financiera
Puerto Ordaz, 01 de Febrero de
2012
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