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Pesimismo vs. optimismo: Aprender a vivir nuestras vidas




Enviado por Felix Larocca



  1. Dos
    tipos de actitudes
  2. Hablar
    con uno mismo
  3. Ser
    optimista equivale a vivir mejor
  4. En
    resumen
  5. Bibliografía

"Reflexionar sobre la influencia que
ciertos pensamientos tienen sobre nuestras emociones y
conductas ayuda a que seamos menos pesimistas".
FEFL en
El Pesimismo.

"Muchos fracasos de la vida han sido de
hombres que no supieron darse cuenta de lo cerca que estaban del
éxito cuando se rindieron
." Thomas Alba
Edison.

La tendencia a ver el lado negativo de las
cosas y la tendencia a ver preferentemente el lado positivo, son
actitudes que no sólo influyen en nuestros estados de
ánimo sino que terminan afectando a los resultados de lo
que hacemos.

Es un tópico familiar describir a
los optimistas como pesimistas mal informados, asimismo como
ingenuos que no captan todos los aspectos de la realidad, o como
ilusos que antes o después se rendirán a la
evidencia de que la vida es un cúmulo de problemas tan
frecuentes como de difícil solución.

Pero ser optimista no equivale a ser
frívolo o inconsciente.

Optimista es quien percibe lo bueno de cada
circunstancia y quien a partir de esa percepción es capaz
de mejorar las posibilidades que cada situación
plantea.

Una de las verdades más profundas de
la psicología humana la refleja el viejo proverbio de que
"nada es verdad ni mentira, todo es según el color del
cristal con que se
mira". Una misma situación
percibida por dos personas puede adquirir una dimensión
muy diferente. No se puede afirmar categóricamente "esto
es así", es más adecuado el planteamiento "yo esto
lo percibo así", porque la forma en que hemos aprendido a
interpretar la realidad va a condicionar nuestro estado de
ánimo y éste el enfoque que daremos a nuestra
vida.

En realidad, existen casi tantos puntos de
vista como personas, en tanto que cada uno somos diferentes de
los demás.

Pero en una clasificación muy
sencilla y quizá un poco reduccionista podemos distinguir
entre optimistas y pesimistas.

Las personas pesimistas interpretan la
realidad desde su lado más negativo, y las optimistas
perciben lo mejor de cada situación, lo que no quiere
decir que ignoren lo malo.

El pesimista no sólo tiene el
sufrimiento garantizado, sino que con su actitud
difícilmente va a aportar soluciones constructivas a los
problemas.

Medio lleno o medio
vacío

En cambio, los optimistas tienden a vivir
más felices, viven vidas más largas y superan con
más facilidad las complicaciones que
encuentran.

Dos tipos de
actitudes

Las actitudes de clausura las mantienen
quienes perciben las dificultades como amenazas, quienes cierran
la puerta a las soluciones, se enclaustran en lo dramático
y ven, sobre todo, la dificultad.

Al contrario, las actitudes de apertura son
propias de quienes viven las dificultades como problemas a
resolver, buscando la salida más eficaz
posible.

Cuando se encuentran en un apuro, no
pierden mucho tiempo en lamentarse y se dedican a hallar las
salidas al problema.

Hay que elegir

Simplificando, se trata de optar, de
decidir qué tipo de pensamientos y actitudes nos resultan
más convenientes.

La vida cotidiana se empeña en
proporcionarnos a menudo situaciones difíciles de
sobrellevar y de superar.

Esto nadie lo duda.

Pero el pensamiento positivo nos ayuda a
tramitarlas, porque éste es constructivo y enfoca las
relaciones humanas de una manera más equilibrada, ya que
se basa en la convicción de que todo puede ir mejor si
nosotros suministramos de parte nuestra una actitud
positiva.

Ser pesimista amarga el carácter y
enturbia todas las relaciones humanas.

Es así, porque esta actitud
habitualmente esconde la falta de confianza en uno mismo y en los
demás.

"¿Qué más quisiera yo
que ser optimista? pero la vida me ha hecho ser
realista".

Mal agüero

Esta afirmación casi siempre oculta
una renuncia al cambio, que se basa en que las personas son como
son y en que es inútil esforzarse por cambiar el
carácter y la actitud de la gente. Nada más
falso.

Hay que reconocer que todos tenemos un
componente básico difícil de modificar, pero la
personalidad se compone también de conductas aprendidas y
sobre éstas sí se puede actuar.

En eso consiste el proceso de mejora de la
personalidad que, aunque en lo básico se construye en los
primeros años de vida, puede cambiarse.

Por mucho que creamos ser de un modo
determinado, si echamos un vistazo a nuestros cinco o diez
últimos años de vida contemplaremos cómo han
evolucionado nuestras actitudes ante los diversos acontecimientos
ocurridos.

Y si la vida nos cambia, normalmente, a
más serios y circunspectos, ¿por qué no
podemos modificar voluntariamente nuestra manera de ver las
cosas, para poder vivir más positivamente?

Hablar con uno
mismo

Viktor E. Frankl, psiquiatra famoso, cuenta
en El hombre en busca de sentido las peripecias de un
colectivo de judíos prisioneros en campos de exterminio
nazi, liderados por el propio Frankl, que cada día
buscaban (y encontraban) motivos para seguir vivos y mantener la
esperanza.

Frankl continuó investigando las
actitudes positivas como medio de supervivencia y
acuñó el término logoterapia, un
método terapéutico que utiliza como elemento de
curación la capacidad que todo individuo tiene para
pensar, hablar y hablarse a sí mismo, de modo
positivo.

La logoterapia es
una psicoterapia que propone que la voluntad de
sentido es la motivación primaria del ser humano, una
dimensión psicológica inexplorada por paradigmas
psicoterapéuticos anteriores, y que la atención
clínica a ella es esencial para la recuperación
integral del paciente. (Para leer más:
http://es.wikipedia.org/wiki/Logoterapia).

La clave es restringir los pensamientos
negativos y fomentar la fe en nosotros mismos, buscando en cada
momento la respuesta más conveniente a nuestros
problemas.

No se trata de negar las dificultades, sino
de trasmitirnos consignas que nos ayuden a superarlas.

¿Quién no ha visto a algunos
golfistas hablarse a sí mismos en pleno partido,
animándose, corrigiéndose,
estimulándose?

Han sido entrenados psicológicamente
para ello, para superar esos momentos de flaqueza o desaliento
dándose ánimos a sí mismos, apelando a su
fuerza interior, a esa actitud positiva y optimista.

Ser optimista
equivale a vivir mejor

Buscar el lado positivo de las cosas ayuda
a sentirnos mejor, hace surgir sentimientos de bienestar y
proporciona fuerza y energía para enfrentarnos a las
situaciones difíciles.

Fijarse en las cosas buenas de la vida es
una actitud, que puede ser cultivada y elaborada.

Veamos algunas
pautas:

  • Cuando percibimos algo como
    exclusivamente negativo, dudemos de ese pensamiento. Ha de
    haber algún modo de hallar algo positivo a la
    situación o, al menos, a relativizar su
    gravedad.

  • Cuando nos veamos atrapados en un
    callejón sin salida, no reaccionemos inmediatamente.
    Detengámonos, reflexionemos y busquemos
    alternativas.

  • Hagamos frecuentemente inventario de
    todo lo bueno que tenemos, que es mucho. Recordemos
    cuántas personas están peor que
    nosotros.

  • Escuchemos a quienes nos quieren y nos
    valoran tal y como somos.

  • Utilicemos pensamientos constructivos:
    "quiero", "puedo", "soy capaz". Recordemos situaciones a las
    que respondimos positivamente.

  • No aceptemos pensamientos como "a mis
    años no puedo cambiar".

  • Admitamos nuestros errores. Sólo
    quien se equivoca está vivo de verdad. Los que nunca
    se equivocan, cometen la mayor de las equivocaciones porque
    no asumen riesgos: consciente o inconscientemente, se han
    rendido, han dicho "me postro".

  • Las dificultades son oportunidades que
    nos da la vida para fortalecernos. De esas batallas podemos
    salir reforzados y con una mayor autoestima.

En
resumen

No hay que aceptar lo que la vida nos
impone. La vida tiene que aceptar lo que imponemos a ella — el
valor que tenemos para decidir lo improbable y para afianzarnos
en lo difícil.

Tengamos fe en nuestras aptitudes y en
nuestra determinación de superar.

Con esas armas, y enterrando nuestros
talones firmemente en la tierra, venceremos — a quien, o a
quienes sean.

Bibliografía

Larocca, FEF: El Pesimismo en
monografías.com

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

 

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