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La tenencia de la tierra



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Concepto de "Tierra"
  3. Tenencia de la tierra
  4. Cuba y
    su evolución en el proceso de propiedad de la
    tierra
  5. Formas
    de tenencia de la tierra
  6. Características de las principales
    formas organizativas de producción agropecuarias en
    Cuba
  7. La
    tenencia de tierra y su relación con la seguridad
    alimentaria
  8. La
    tenencia de tierra y el género
  9. Conclusiones
  10. Referencias
    bibliográficas

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Introducción

A lo largo de los milenios el hombre se ha hecho
progresivamente más experto en la explotación de
los recursos de la tierra para satisfacer sus necesidades. Sin
embargo, los límites de esos recursos son finitos mientras
que las necesidades no lo son. La creciente demanda, o sea, la
presión sobre los recursos de la tierra se asoma bajo la
forma de producción declinante, de la degradación
de los suelos en calidad, cantidad y competencia por la misma. La
atención se debería dirigir al papel de la
humanidad ahora como gestora y antes como explotadora, con la
responsabilidad de salvaguardar los derechos de las generaciones
que aun no han nacido y de conservar la tierra como base del
ecosistema global (Ponce y Balmaceda, 2003).

La tierra constituye un medio crucial para la
producción de alimentos y la generación de ingresos
en el medio rural. Casi un cuarto de la tierra está
cubierto por el suelo (López, 1992). El suelo es utilizado
para diversos usos ya sea para: construir nuestras viviendas, las
infraestructuras de transporte, las industrias e incluso para
almacenar nuestros desechos. Del suelo obtenemos todos los
productos de origen vegetal, algunos pueden directamente
servirnos de alimento y otros permiten la alimentación de
los animales, de los que no solo obtenemos nutrientes sino otra
serie de productos como vestido, calzado y diversos enseres que
facilitan nuestra vida.

En Cuba adquiere una importancia vital el uso de la
Tierra, unido al adecuado manejo del recurso suelo, pues se
trabaja por lograr la seguridad alimentaria de la
población y con ello la sostenibilidad de los
agroecosistemas; fomentando las bases para un posible desarrollo
sostenible.

Para poder planificar el manejo y uso adecuado de la
Tierra se hace necesario poseer un dominio de la tenencia de la
tierra, pues es una forma de regular los derechos, el acceso y el
control de la tierra para el beneficio mutuo de los usuarios que
la trabajan y el Estado. La tenencia de la tierra es considerada
una parte importante de las estructuras sociales,
políticas y económicas, influyendo con frecuencia
de manera decisiva en los problemas de la inseguridad alimentaria
y del desarrollo rural.

Desde el Triunfo de la Revolución se hizo
necesario el manejo de la tenencia de tierra en todo el
país, y una de las misiones que se trazó el MINAGRI
fue llevar a cabo un control estricto de los Tenedores de Tierra,
conformándose expedientes con los modelos que contienen
los datos de estos.

Desarrollo

Concepto de
"Tierra"

Se define la Tierra como "Una zona de la superficie del
planeta cuyas características abarcan todos los atributos
estables o predeciblemente cíclicos de la biosfera
incluidos la atmósfera, el suelo, la geología,
hidrología, población vegetal y animal y los
resultados de la actividad humana pasada y presente, en la
amplitud en que estos atributos ejercen una influencia
significativa sobre los usos presentes y futuros de la tierra por
el hombre" FAO (1985).

2.1.1. El suelo como recurso natural

Casi un cuarto de la tierra está cubierto por el
suelo (López, 1992). El suelo es utilizado para diversos
usos pero sin embargo no siempre el hombre le concede al un uso
adecuado, por lo que el recurso va siendo cada vez menos
productivo. Esto es evidenciado por un informe de la
Organización para la Agricultura y la Alimentación
de las Naciones Unidas (FAO), Brasil es ubicado como el primer
país del mundo en materia de deforestación, lo que
supone un aproximado de dos millones quinientas mil
hectáreas de bosques taladas. No debe extrañarnos
entonces que el 80% de la cubierta forestal original de la tierra
ha sido destruida total o parcialmente (Anónimo,
2008).

Particularmente en nuestro país la superficie
agrícola es de 6 629 634 ha, lo que representa el 62,09%
de sus tierras firmes. A su vez la superficie cultivada
constituye 47,13% de la superficie agrícola. Los cultivos
permanentes representan un área significativa (1,9
millones ha); por el área que ocupan y por su importancia
económica, las mayores extensiones le corresponden a la
caña de azúcar (1,2 millones ha), el café,
los pastos artificiales y otros. Entre los cultivos temporales,
el arroz y los cultivos varios constituyen la base alimentaria de
nuestra población. En la tabla 1 aparece de forma
detallada la superficie de los suelos de Cuba según sus
conceptos de uso, así como la superficie que ocupan los
principales cultivos (ONE, 2006).

Tabla 1 Distribución de la
superficie total de Cuba.

Concepto

Área (Ha)

Superficie total del
país

10 988 619

Superficie de cayos

312 641

Superficie de tierra firme

10 675 993

Superficie agrícola

6 629 634

Superficie cultivada

3 124 354

Superficie de cultivos
permanentes

1 924 330

Caña de
azúcar

1 260 097

Café

136 285

Cacao

8 552

Henequén

4 215

Pastos y forrajes

237 500

Plátano

104 161

Cítricos

74 303

Frutales

94 890

Otros permanentes

4 326

Superficie de cultivos
temporales

1 195 213

Arroz

180 457

Cultivos varios

806 268

Tabaco

65 192

Kenaf

14

Forrajes

11 682

Otros temporales

131 601

Viveros y semilleros

4 811

Superficie no cultivada

3 505 280

Pastos naturales

2 331 673

Tierras ociosas

1 173 606

Superficie no
agrícola

435 898 5.38

Forestales

303 202 8.78

Superficie no apta para Agric. Y
Silv.

473 210

Superficie acuosa

345 117

Superficie poblacional
constructiva

508 629

Fuente ONE, 2006

Los resultados de las actividades humanas han generado
cambios en la cobertura vegetativa o en las estructuras, las que
son vistas también como características de la
tierra; cambiando uno de los factores, el uso de la tierra. Lo
anterior genera un impacto sobre otros factores como la flora y
la fauna, los suelos, la distribución superficial del agua
y el clima. Por lo que el hombre ha tenido que diseñar
alternativas para atenuar este ascenso de la
desertificación, el cual ha sido desencadenado por los
factores antes mencionados; entre ellas encontramos: aumentar la
cobertura de los suelos, a partir de la siembra de cultivos,
brindando beneficios asociados al incremento de la materia
orgánica del suelo, la disminución de la
germinación de arvenses y la conservación de la
humedad (Pino, 2001).

Tenencia de la
tierra

La tenencia de la tierra surge con el objetivo entonces
de darle un uso adecuado al recurso natural (suelo). Esta es
considerada una forma de regular los derechos, el acceso y el
control de la tierra para el beneficio mutuo de los usuarios de
esta y del estado.

Otros estudios realizados por la FAO 3, 2012,
señalan que la tenencia de la tierra no es más que
la relación, definida en términos legales o
consuetudinarios, entre personas, sean individuos o grupos, con
respecto a la tierra y los recursos naturales asociados (agua,
árboles, minerales, fauna y flora silvestres, etc.). Las
normas sobre la tenencia definen de qué manera deben
asignarse dentro de las sociedades los derechos de propiedad de
la tierra. Es considerada una parte importante de las estructuras
sociales, políticas y económicas. Es de
carácter multidimensional, ya que hace entrar en juego
aspectos sociales, técnicos, económicos,
institucionales, jurídicos y políticos que muchas
veces son pasados por alto pero que deben tenerse en
cuenta.

La tenencia de la tierra implica un conjunto de derechos
que, sobre ésta, posee una persona o una
organización. Si el titular cuenta con la seguridad de la
tenencia, podrá usar la tierra del mejor modo posible,
obtener el rendimiento más adecuado y ejercer su derecho
frente a los no titulares. Podrá decidir cómo
emplear los recursos de la tierra para atender las necesidades
inmediatas del hogar y también las inversiones a largo
plazo (FAO, 2011).

Una buena administración de la tenencia de
tierras no sólo puede garantizar la viabilidad
económica sino también políticas
territoriales sostenibles para el medio ambiente. Sin una
tenencia segura de la tierra, las agricultoras y agricultores
tienen poco o ningún acceso al crédito, las
organizaciones rurales y otros insumos y servicios
agrícolas.

De una forma más simplificada los sistemas de
tenencia de la tierra determinan quién puede utilizar
qué recursos, durante cuánto tiempo y bajo
qué circunstancias.

Los problemas de tenencia de la tierra contribuyen con
frecuencia de manera decisiva a la inseguridad alimentaria, a la
limitación de oportunidades de subsistencia y por lo
tanto, a la pobreza. Por ello, el acceso seguro a la tierra debe
tenerse presente al formular soluciones para situaciones
específicas de desarrollo rural o de inseguridad
alimentaria (FAO 3,2012).

Cuba y su
evolución en el proceso de propiedad de la
tierra

El interés por las cuestiones relacionadas con la
propiedad de la tierra tuvo a principios del siglo XX cierto
auge, quizás relacionado con la necesidad de su
esclarecimiento en la nueva coyuntura económica de la isla
a partir de la dependencia económica y política
hacia los Estados Unidos.

En los años antes del Triunfo de la
Revolución la economía cubana giraba en torno a la
agricultura, pero el país estaba de espalda al drama
campesino y del trabajador agrícola. Se era indiferente
ante la tragedia que vivían los agricultores
cubanos.

El 85 % de los pequeños agricultores cubanos
pagaban renta y vivían bajo la perenne amenaza del
desalojo de sus parcelas. Más de la mitad de las mejores
tierras de producción cultivadas estaban en manos
extranjeras. Existían 200 000 familias campesinas que no
tenían ni una porción de tierra para sembrar y, en
cambio permanecían sin cultivar, en manos de grandes
latifundistas, 300 000 caballerías de tierras productivas.
La más despiadada miseria caracterizaba la vida de los
hombres y mujeres de nuestros campos (MINAGRI, 2011).

A partir del 1ro. de enero de 1959 la Revolución
triunfante comenzó a tomar medidas en pos de lograr el
bienestar material y cultural de nuestros trabajadores
agrícolas y campesinos. En la tabla 2 se evidencia la
situación de la tenencia de la tierra en el año
1959.

Tabla 2 Tenencia de la tierra en el año
1959 (Acosta, 1972; citado por Funes, et al,
2001)

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Con la promulgación de la primera Ley de Reforma
Agraria, el 17 de mayo de 1959 se hizo realidad la entrega de
tierra a quien la trabajaba. Esta ley proscribió el
latifundio y situó la tenencia máxima de tierra en
30 caballerías (402,60 Ha). A partir de este momento los
campesinos se convirtieron en un dinámico sector de la
economía nacional, disminuyendo así el desempleo y
la erradicación del hambre.

Dos años después se constituyó en
el país la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP) organización que integró a
los campesinos y orientó su dirección hacia la
transformación económica, política y social
del país (Trujillo, 2006).

La segunda y definitiva ley de Reforma Agraria el 3 de
octubre de 1963 consolidó el proceso, pues la tenencia
máxima de tierra por propietario no podía ascender
de 5 caballerías (67,10 Ha). Para consolidar y ejecutar
esta política fue creado el Instituto Nacional de Reforma
Agraria (INRA).

Como resultado de las Leyes de Reforma
Agraria se beneficiaron más de 200 000 familias campesinas
y el 70% de las tierras que pertenecían a los grandes
latifundios pasaron al Estado en forma de granjas (La O, 1997).
Los campesinos beneficiados con estas leyes constituyen ser los
que actualmente se conocen como los tenedores individuales de las
tierras.

En el periodo que media desde la promulgación de
la Primera Ley de Reforma Agraria hasta 1975, el fomento de la
organización colectiva de la producción en el
sector de los propietarios individuales agrícolas no tuvo
un desarrollo significativo, no hasta que se comenzó a
organizar el proceso agrícola desde la creación del
Ministerio de la Agricultura (MINAG), en 1976; órgano
nacional encargado de dirigir y controlar la producción
agropecuaria y forestal para satisfacer la alimentación de
la población, las demandas de la industria y el turismo,
así como sustituir importaciones y fomentar las
exportaciones con máxima eficiencia (MINAGRI, 1999)
.

Funes et al (2001) se refiere a que en esta
misma década se crean las Cooperativas de
Producción Agropecuaria (CPA) y las Cooperativas de
Créditos y Servicios (CCS). En particular las CPA
constituyeron desde su creación en 1977, el modelo que
sirvió de guía para formar las Unidades
Básicas de Producción Cooperativa (UBPC). Muchos de
los miembros de estas fueron pequeños productores
independientes antes de entregar voluntariamente sus tierras a la
CPA. Estas formas organizativas de producción agropecuaria
se encuentran agrupadas en los dos Ministerios; el de la
Agricultura y el del Azúcar.

Jiménez (2008 a) afirma que las cooperativas
aportan beneficios sociales, económicos y culturales a la
comunidad, contribuye al rescate de costumbres y tradiciones de
la región, refuerza el arraigo local y el amor a la
tierra, facilitan la elevación de las condiciones de vida
de sus miembros y son fuente generadora de empleo
local.

En este sentido, el investigador Armando Nova expresa
que la creación de las Cooperativas de Créditos y
Servicios, las Cooperativas de Producción Agropecuaria y
las Unidades Básicas de Producción Cooperativa
muestran una importante expresión de la política
agrícola del país, confirmando al movimiento
cooperativo como la base fundamental sobre la cual se erige el
sistema económico empresarial agrícola (Nova,
2004).

El derrumbe del Campo Socialista, la desaparición
del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), el
recrudecimiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos, dan al
traste en los primeros años de la década de los 90
a que el Estado Cubano tuviera que diseñar estrategias
rápidas y seguras para asegurar la alimentación a
millones de personas y con ello darle un uso y manejo adecuado al
recurso suelo, dando lugar a una reforma económica
caracterizada por profundos cambios estructurales y organizativos
en el sector agropecuario donde el eslabón central lo
constituyera la tenencia de la tierra. Es por ello que en
septiembre de 1993 se realizan transformaciones de las
estructuras de tenencia de la tierra en anteriores Empresas y
Granjas Estatales, gran parte de las cuales se convirtieron en
UBPC (Funes et al, 2001).

La creación de las UBPC unido a las CPA y CCS ha
significado que más del 72,6% de las tierras que estaban
en entidades estatales pasaran a esta nueva forma de
producción privada y cooperativizada (Rodríguez,
2004).

Además en aquellos lugares donde no existen las
condiciones para la constitución de las UBPC se han
constituido las denominadas Granjas Estatales de Nuevo Tipo
(GENT), las que cuentan con una mayor autonomía de
gestión respecto a las granjas estatales
tradicionales.

Otro cambio importante en materia de estructura agraria
lo constituyen las Resoluciones del MINAGRI 356/93 y 419/94 las
que amparan la entrega de tierras o fincas estatales en usufructo
a solicitud de los beneficiarios para el propio consumo de la
familia o destinando sus excedentes al Mercado Agropecuario
(Funes et al, 2001).

Formas de tenencia de
la tierra

El término de tenencia de la tierra, se subdivide
en categorías, formas. Con frecuencia, la tenencia de la
tierra se clasifica en las siguientes categorías: (FAO 4,
2012)

  • Privada: asignación de derechos a una
    parte privada que puede ser un individuo, un matrimonio, un
    grupo de personas o una persona jurídica, como una
    entidad comercial o una organización sin ánimo
    de lucro. Por ejemplo, en una comunidad, las familias pueden
    tener derechos exclusivos sobre parcelas residenciales,
    parcelas agrícolas y determinados recursos
    arbóreos. Otros miembros de la comunidad pueden quedar
    excluidos de la utilización de esos recursos si no
    cuentan con la autorización de los titulares de dichos
    derechos.

  • Comunal: en una comunidad pueden existir
    derechos sobre bienes comunes. Cada uno de los miembros tiene
    derecho a utilizar de manera independiente las propiedades de
    la comunidad. Por ejemplo, los miembros de una comunidad
    pueden tener derecho a apacentar el ganado en los pastizales
    comunitarios.

  • De libre acceso: no se asignan derechos
    específicos a nadie y nadie puede quedar excluido. En
    este contexto se suelen incluir las actividades marinas, en
    que el acceso a alta mar está generalmente abierto a
    todos; pueden incluirse también los pastizales,
    bosques, etc., donde puede existir acceso libre a los
    recursos para todos.

  • Estatal: los derechos de propiedad se asignan
    a algún organismo del sector público. Por
    ejemplo, en algunos países, las tierras forestales
    pueden estar bajo el mandato del Estado, ya sea un nivel
    central o descentralizado de gobierno.

Pero sin embargo en Cuba existen otras formas de
tenencia. Esto viene dado por las características que
presente cada uno de los países en su proceso
agrícola. En la Tabla 3 se comparan diferentes
estructuras o formas de tenencia de la tierra en cuanto a origen;
tierra y medios; beneficios económicos (Funes et
al,
2001).

Tabla 3 Comparación de
diferentes estructuras de tenencia de la tierra en cuanto a
origen; tierra y medios; beneficios económicos (Funes
et al, 2001).

Estructura

Origen

Tierras y medios

Beneficios
económicos

CPA

Propietarios de tierras

Entrega voluntaria y
asociación

Directos según
participación personal

CCS

Arrendatarios, obreros
agrícolas, partidarios, aparceros,
propietarios

Tierras privadas y en
usufructo

Créditos banco, beneficios
personales en utilidades

UBPC

Trabajadores de anteriores Empresas
estatales

Usufructo colectivo de tierras.
Compraron medios de trabajo, animales, etc.

Beneficio según
participación

Tierras en usufructo, sector rural

Áreas estatales. Cultivos
café, cacao y tabaco principalmente

Usufructo tierras del
Estado

Venta al Estado del cultivo
principal, libre abastecimiento familiar y venta libre de
excedentes de otros cultivos

Agricultura urbana

Patios, techos, balcones, parcelas
urbanas o periurbanas

Privadas o en usufructo. Uso de
métodos orgánicos. Usufructo hasta 0.25
Ha

Autoabastecimiento familiar, venta al
vecindario, principalmente vegetales, flores, condimentos y
animales de corral

Granjas de nuevo tipo

Granjas Estatales sin condiciones
para formar UBPC

Tierras, medios y herramientas
estatales. Mayor autonomía administrativa que las
Granjas Estatales

Acordes con el trabajo realizado y
los resultados productivos

Empresas estatales

Tierras pertenecientes al Estado
cubano

Todos los medios son del
estado

Abastecimiento a la población
y para la exportación, trabajadores
asalariados

Según el MINAGRI (2006) a mediados de este
año, existían en el país: 1 567 UBPC, 120
Granjas Estatales, 759 CPA, 2 123 CCS, 155 570 productores
individuales, 217 243 usufructuarios.

La figura 1 se representa de forma simplificada
el área en por ciento de las formas de tenencia de la
tierra en el año 2007 (ONE, 2010).

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Figura 1 Tenencia de la tierra
(%)

En la Tabla 4 aparece la distribución de
las tierras del país y su utilización según
formas de tenencia y tipos de empresas o entidades
económicas (ONE, 2010).

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A partir de la creación de cada una de las formas
de organización de producción agropecuarias surge
la necesidad de establecer en el país un sistema de
registro del fondo de tierra agropecuaria y forestal de propiedad
estatal, colectiva e individual, que permitiera tener el control
de la tenencia legal de la tierra mediante la inscripción
de los tenedores de las mismas en las oficinas que se destinan
para estos efectos. El registro se estructura en oficinas
municipales, oficinas territoriales y la Oficina
Central.

Los tenedores legales de tierra se clasifican de la
forma siguiente: (Resoluciones MINAGRI, 1990)

  • 1. Tenedores estatales: los organismos
    de la Administración Central del Estado, los
    órganos locales del Poder Popular, las empresas y
    uniones de empresas, los institutos de investigaciones, las
    unidades presupuestadas independientes y cualquier otra
    entidad del Estado que posea tierras;

  • 2. Tenedores cooperativos: las
    cooperativas de producción agropecuaria;

  • 3. Agricultores pequeños:
    tenedores individuales de tierra; y

  • 4. Entidades no estatales: las
    organizaciones políticas, sociales y de masas que
    posean tierras, y cualquier otra entidad reconocida por las
    leyes vigentes, no incluida en las clasificaciones
    anteriores, que posea tierras.

Grandes retos tiene el sector agrícola cubano,
uno de ellos es asegurar la continuidad de un desarrollo
agrícola que logre satisfacer las necesidades de alimentos
de la población y garantice un cuidado del medio ambiente
para las futuras generaciones (Jiménez, 2008
b).

Características de las principales formas
organizativas de producción agropecuarias en
Cuba

En Cuba la agricultura, como ya antes abordado, ha
transitado por varias etapas para alcanzar una
consolidación en las líneas de trabajo, logrando la
transformación del campo cubano. Para ello desde los
primeros años de la Revolución triunfante, se
requirió de cambios organizativos en la forma de
producción de los pequeños agricultores que
contribuyeran a la consolidación de la alianza
obrero-campesina, permitiendo el desarrollo
científico-técnico de su producción y el
aprovechamiento óptimo de la tierra, así como
nuevas condiciones de vida para la familia campesina.

Las Cooperativas de Producción Agropecuarias
(CPA), se crearon a mediados de la década de los
años 70. Integraba a campesinos que unían sus
tierras y demás activos, eliminando la propiedad privada e
instaurando una nueva forma de administración cooperativa
con el propósito de trabajar y recibir los beneficios
colectivamente Trujillo (2006). Es una organización
económica y social y en su gestión goza de
autonomía con respecto al Estado.

Las CPA tienen como fines fundamentales: desarrollar la
producción agropecuaria atendiendo a los intereses de la
sociedad y de la propia cooperativa, dentro de los límites
de su competencia; consolidar e incrementar la explotación
social de los bienes de la cooperativa; elevar la productividad
del trabajo y la eficiencia de la producción social;
incrementar la producción y la venta al Estado de los
productos agropecuarios; propiciar la mejor aplicación de
la técnica y la ciencia en las formas socialistas de
producción; coadyuvar a la satisfacción de las
crecientes necesidades materiales y culturales de los
cooperativistas y sus familiares, estimular su
participación en las diversas manifestaciones de la vida
social y contribuir a la elevación del nivel de vida y al
establecimiento de relaciones socialistas de convivencia entre
sus miembros (Resoluciones MINAGRI, 1982).

Las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS),
surgieron según lo planteado por Trujillo (2006); con el
propósito de darle uso colectivo a la técnica y los
recursos que en el orden de insumos materiales y los
créditos el Estado les otorgara.

Según la definición que contempla la
Gaceta Oficial de la República de Cuba en el
artículo 5, 2002, una CCS: "es la asociación
voluntaria de agricultores pequeños que tienen la
propiedad o el usufructo de sus respectivas tierras y
demás medios de producción, así como sobre
la producción que obtienen…"

Jiménez (2003) alude que son asociaciones de
pequeños campesinos, dueños de parcelas de tierras
individuales, pero que obtienen servicios, a través de sus
cooperativas. Los ayudan con sus solicitudes de créditos,
poseen equipos y maquinarias (sobre todo en las CCS
fortalecidas); cada uno de estos bienes pueden transmitirse en
herencia a sus hijos, padres, hermanos y el cónyuge
sobreviviente siempre y cuando hayan trabajado la tierra en forma
permanente.

Los fines de esta cooperativa según Resoluciones
MINAGRI (1982) son: planificar, contratar, recibir y utilizar en
forma organizada los recursos materiales y financieros y la
asistencia técnica que el Estado le proporciona para
lograr mayor eficiencia en los resultados de su producción
y contribuir a elevar el nivel económico y social de sus
integrantes, y fomentar la ayuda mutua y otras formas de
cooperación entre los agricultores y sus
familias.

Las cooperativas están basadas en los valores de
la autoayuda, la auto responsabilidad, la democracia, la
igualdad, la equidad y la solidaridad. Siguiendo la
tradición de sus fundadores, los socios cooperativos hacen
suyos los valores éticos de la honestidad, la
transparencia, la responsabilidad y la vocación social
(Munro, 2006)

Las Unidades Básicas de Producción
Cooperativas (UBPC), se conformaron a partir de tierras que se
otorgaron en carácter de usufructo gratuito por tiempo
indefinido (no pagan renta) para los antiguos trabajadores
estatales, que compraron los medios de producción. Son
áreas generalmente mucho mayores que las CPA,
autoadministradas y financieramente independientes. El objetivo
central de las UBPC se plantea como "el incremento sostenido en
cantidad y calidad de la producción agropecuaria, el
empleo racional de los recursos de que dispone y el mejoramiento
de las condiciones de vida" (MINAGRI, 1997).

Las características de las UBPC son: vender su
producción al Estado, pagar el aseguramiento
técnico-material, operar cuentas bancarias, comprar a
crédito los medios fundamentales de producción,
eligen en colectivo su dirección y rendir cuenta
periódicamente y cumplir las obligaciones fiscales como
contribución a los gastos de la nación.

Pampín y Trujillo (2000) señalan que la
creación de las UBPC se considera la transformación
más revolucionaria que se ha producido en el agro cubano
después de la promulgación de las Leyes de Reforma
Agraria y constituyen una nueva forma de organización de
la producción donde se integran obreros agrícolas
para el trabajo colectivo, recibiendo en usufructo la tierra y
siendo propietarios de los restantes medios y de la
producción.

Otra de las formas organizativas es la Resolución
356/93 que a partir del año 2004 se denomina
Resolución 852/04; permite la entrega en usufructo
gratuito de tierras estatales (pequeñas parcelas ociosas
en extensión no mayor de 0,5 Ha) que por ser aisladas no
puedan integrarse ni a CPA, CCS, ni a UBPC. Estas tierras se
entregaron a jubilados o personas que por causas plenamente
justificadas no pueden trabajar sistemáticamente en la
agricultura, para ser cultivadas con ayuda del núcleo con
vistas al consumo familiar (Resoluciones MINAGRI,
1993).

La tenencia de tierra
y su relación con la seguridad alimentaria

La seguridad de acceso a la tierra para la
población rural pobre representa uno de los factores clave
para lograr tanto la seguridad alimentaria como el desarrollo
agrícola sostenible. La inseguridad alimentaria por su
parte; conduce muchas veces a los agricultores pobres a tomar
decisiones que pueden poner en peligro su posibilidad de mantener
el control de sus tierras.

Según la FAO 3 (2012), los derechos de propiedad
sobre la tierra, junto con la mano de obra, forman el activo
más común utilizado para producir alimentos
destinados al consumo familiar, así como cultivos
comerciales que permiten a la familia o a los individuos sufragar
otras necesidades.

En América Latina, el deficiente desempeño
del sector agrícola es una de las causas principales del
aumento de la pobreza y del déficit alimentario. Cada
día aumenta la importación de alimentos, la tierra
improductiva y la producción de materias primas para la
exportación en detrimento de la producción de
alimentos para el consumo interno (B. I. D., 2005).

Esta problemática solamente no ocurre en los
países de América Latina, sino, en la mayor parte
del mundo, es por ello que todos los investigadores,
agricultores, deben desarrollar líneas de trabajo que
minimicen los problemas alimentarios que se evidencian. Llevar a
cabo el desarrollo local en cada uno de los países,
constituye una de las estrategias más precisas a
desarrollar.

Es por ello que muchos países se trazan
estrategias para aumentar la seguridad alimentaria, tal es el
caso de Cuba. Funes et al (2001) alude que una de las
alternativas para aumentar la alimentación de toda la
población consiste en lograr la consolidación de
las Unidades Básicas de Producción Cooperativa
estas ejecutan un conjunto de medidas como la construcción
de viviendas, fomento del autoconsumo campesino, uso de la
tracción animal, capacitación técnica en
economía, gerencia y otras relacionadas con la
producción, como por ejemplo, el incremento de la
producción de arroz; a partir de la utilización de
las mejores variedades, establecimiento de las nuevas
tecnologías de laboreo, recuperación y mejoramiento
de suelos de baja calidad y modernización de los sistemas
de riego y drenaje. Al igual ocurre con las producciones de
hortalizas, viandas y tubérculos a partir de la
introducción de nuevas variedades, la reproducción
acelerada de semillas y promoción de mejores atenciones
culturales.

Otro ejemplo lo constituye el aumento de la
producción de leche y carne vacuna, los que se encuentran
en correspondencia con la prioridad que se le ha brindado, al
mejorar la utilización de los pastos y la siembra de
caña, king-grass y leguminosas para la
alimentación, la adecuación genética de los
animales y la mejora de la reproducción de los
rebaños (Funes et al, 2001).

La tenencia de tierra
y el género

El acceso a la tierra es indispensable para la
producción de alimentos y la generación de
ingresos. Asimismo, constituye un bien social y económico
decisivo, que reviste una importancia crucial para la identidad
cultural, el poder político y la participación en
el proceso de la toma de decisiones. En América Latina,
como en el resto de mundo son varios los protagonistas del
trabajo en la tierra, entre ellos encontramos: la mujer, los
campesinos y los indígenas.

Pero sin embargo, las creencias sociales y culturales
suelen dar lugar a discriminación contra las personas por
motivos de género, clase social o grupo étnico. Con
el fin de reducir el hambre y la pobreza y de fomentar el
desarrollo sostenible, deben delegarse esfuerzos para hacer
frente a estas desigualdades. Garantizar la igualdad de los
derechos sobre la tierra para hombres y mujeres aumenta las
oportunidades económicas, favorece las inversiones en
tierras y la producción de alimentos, aumenta la seguridad
familiar durante las transiciones económicas y sociales, y
da lugar a una mejor administración de la
tierra.

A lo largo de la Historia, el acceso de la mujer a la
tierra se basó en su estatus en el seno de la familia e
implicó el derecho a su uso no a su propiedad. En Asia, la
barrera más común para adquirir una propiedad la
forman las leyes de herencia que privilegian al hombre respecto
de la mujer. Por su parte, en África, más que las
prácticas religiosas, son los usos y costumbres los que
excluyen a la mujer del derecho de propiedad; ésta se
tiene a nombre del hombre y, a su vez, sigue la rama masculina
(FAO, 2011).

En América Latina el acceso de los campesinos a
la tierra está estrechamente vinculado con el tema de la
reforma agraria. Aunque en la mayor parte de los países de
la región se efectuó algún tipo de reforma
agraria, tan sólo en Bolivia, Cuba, Chile, México,
Nicaragua y el Perú se produjeron cambios profundos en la
estructura de la propiedad de la tierra (Deininger,
2003).

En los países de América Latina existen
alrededor de 60 millones de mujeres rurales para asegurar la
subsistencia de sus familias. Ellas representan más del 40
% de la mano de obra agrícola, tendencia que se observa en
todas las regiones del mundo y que está aumentando.
Algunas estadísticas indican que ellas contribuyen a
generar alrededor del 48 % del ingreso familiar en la
región. Las causas son evidentes y están
relacionadas con la falta de inversiones y oportunidades
suficientes para la población que vive en las zonas
rurales (Robles et al; 2000).

A pesar de que las mujeres son actualmente las
principales productoras agrícolas a nivel familiar, sus
derechos y conocimientos apenas son reconocidos y respetados
debido a los sesgos de género existentes en los usos y
costumbres, la división sexual del trabajo e incluso el
derecho formal. De hecho, las mujeres producen entre el 60 y el
80 por ciento de los alimentos de los países en desarrollo
y la mitad de los de todo el mundo (FAO, 2010). Sin embargo, no
ha sido hasta hace poco que se ha empezado a reconocer su papel
clave como productoras y suministradoras de alimentos y su
decisiva contribución a la seguridad alimentaria del
hogar.

Hasta hace poco, se había prestado poca
atención a las diferentes formas en que se obtiene la
tierra y cómo varía de acuerdo con el
género, pero en la actualidad cada día se hace
más evidente (De Janvry et al; 2001).

Las principales formas por las cuales las mujeres llegan
a ser tenedoras de pequeñas, medianas o extensas
áreas de tierras son:

  • El crecimiento demográfico, el cual ha
    generado que las mujeres se sientan obligadas a ejercer su
    trabajo en el sector de la agricultura, para así
    asegurar la alimentación de su familia y a su vez
    contar con una fuente de empleo, las que escasean cada
    día con mayor frecuencia. Además de que la
    mayoría de las mujeres que trabajan las tierras se
    caracterizan por poseer bajo nivel de escolaridad,
    dificultándole el acceso a otras fuentes de
    trabajo.

  • El divorcio, donde el hombre en muchos casos es el
    que abandona la continuidad de atender a la
    tierra.

  • Al enviudar la mujer, viéndose obligada a
    continuar con la tarea para poder subsistir.

  • Esposas de trabajadores migratorios, es decir, que
    los hombres se vinculan a trabajos en las zonas urbanas,
    debido a mejores ofertas, mejores condiciones, mayores
    ganancias.

  • Partes: 1, 2

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