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La amistad enfermiza


Partes: 1, 2

    1. Dos supuestos literarios de una
      tipología
    2. El
      niño y el comienzo de la educación
      sentimental
    3. El
      adolescente en rebeldía y la amistad
      enfermiza
    4. Familia
      y enfermedad mental. Patologías asociadas a la amistad
      enfermiza
    5. Modo de
      actuar frente a la amistad enfermiza

    DOS
    SUPUESTOS LITERARIOS DE UNA TIPOLOGÍA.

    a) Primer ejemplo.

    Supongamos que un individuo
    llega y, acercándose a quien dice que es su amigo, le
    escupe en la cara; y después de escupirle en la cara le
    dice: «Yo te admiro mucho, te respecto y te aprecio, y es
    por eso que te escupo precisamente, porque me importas. A la
    gente que no es mi amiga no la escupo sino que la trato con
    amabilidad y cortesía. Pero a quien quiero y estimo me
    gusta meterle el dedo en la llaga y decirle las verdades. Ya
    sabes el refrán que dice que quien bien te quiere te
    hará llorar
    . Así que persóname si te
    hago daño,
    pero lo hago por tu bien». Seguramente el otro
    respondería, en caso de no comulgar con la amistad
    enfermiza: «¡Hombre!
    ¡Verás! No es que me haga daño, el que me
    escupan no me daña, simplemente me molesta y me da asco.
    No puedo considerar amigo a quien me escupe en la cara, aunque su
    distorsionada visión de la realidad le diga que eso hay
    que hacer con quien se aprecia.

    También existe un refrán que dice que
    la confianza da asco, porque refranes hay para todos los
    gustos, aunque es más bien el tomarse excesivas confianzas
    lo que da asco. Por tanto solo puedo decirte que no deseo
    semejantes amigos y prefiero que tales tipos de personas no me
    respeten y aprecien para que me traten con amabilidad y educación. ¿No
    te das cuenta de que te contradices al decirme que me aprecias y,
    al mismo tiempo,
    escupirme en la cara alegando precisamente tu supuesta amistad
    como justificación? No soy psiquiatra y no puedo ayudarte,
    lo mejor es que acudas a un especialista y, mientras te curas,
    preferiría no verte, porque no me agrada que me escupan y
    procuro no relacionarme con gente que lo hace».

    b) Segundo ejemplo.

    Es frecuente también entre las personas mayores,
    hastiadas de la vida y degradadas por una biografía banal el
    caer en la amistad enfermiza. Veamos a continuación a dos
    señoras sudamericanas de setenta y cinco años, que
    se dicen íntimas amigas, y cuyo trato no desmerece del
    anteriormente citado. Se encuentran tomando el té en una
    cafetería lujosa de una rica ciudad de un país
    occidental y su diálogo se
    desarrolla de la siguiente manera:

    SraA) «¡Hola querida! ¿Cómo
    está, mi amor?…
    ¿bien? Me alegro mucho mijita, ya sabe lo mucho que yo la
    quiero a usted».

    SraB) «¡Estoy estupendamente querida!
    ¿Y a usted? ¿Cómo le va todo?…
    ¿bien? ¡Fantástico! Entonces vayamos a tomar
    el té».

    Después de pedir el té y sentadas frente a
    frente la Sra A, con una encantadora sonrisa le dice a la Sra B,
    supuestamente su más íntima amiga:

    SraA) Mesándose su larga cabellera:
    «¡Ay mi amooooor! ¡Pero que peluca más
    divina lleva usted! ¡Es divina, divina, divina! ¡Si
    hasta parece de verdad! ¿Pero si le quedaba algo de pelo?
    ¿no? ¿cómo es que lleva peluca? Si quiere,
    le puedo dejar una peluca que tengo y no uso, porque yo, como ya
    sabe, sigo conservando mi pelo natural y mi peluquero me dijo
    ayer que tenía una melena de leona».

    SraB) Riendo ligeramente como si le hubieran dicho algo
    delicioso y esbozando una sonrisa aún más
    encantadora que la de su amiga: «¡Ay princesa!
    ¡Pero si las leonas no tienen melena!, mire, son los leones
    quienes la llevan, lo que pasa es que su peluquero debe ser un
    ignorante, claro, un simple peluquero sin estudios (la SraA nunca
    estudió) que puede decir sino estupideces». Se
    sonrien ambas y prosigue la Sra B tras dar unos sorbitos al
    té: «¡Huy! ¡Cariño! Pero
    ¿que le ha pasado en el ojo?».

     

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