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La Crisis Brasilera – Efecto Samba (página 2)




Enviado por Leonardo Iannotti



Partes: 1, 2

 

CONTEXTO DE LA CRISIS
BRASILERA

Poder comprender de manera coherente la situación
de crisis por la que atraviesa la economía brasilera,
es algo que deberá estar condicionado al reconocimiento de
su dinámica reciente; en ésta no
sólo se observa la fidelidad a los objetivos
trazados dentro del plan
macroeconómica sino incluso la obtención de
resultados positivos.

En primer lugar valga mencionar que la dinámica
macroeconómica brasilera se enmarca dentro del llamado
Plan de Ajuste conocido como Plan real, el cual tiene tres
objetivos principales: la inflación vista como una
tendencia declinante, induce a la preservación del
poder de
compra de la moneda nacional; el crecimiento sostenible en el
mediano y largo plazo del PIB, de las
inversiones,
del empleo y de la
productividad;
y la reducción de los desequilibrios sociales de manera
significativa y continuada.

La característica general del Plan la constituye
el ser el resultado de combinaciones políticas,
históricas y económicas que le permitieron al
gobierno la
creación, a fínales de 1993, de unas bases de un
programa de
largo plazo. Organizado por etapas, el Plan permitiría
acabar con tres décadas de inflación y la
substitución de la antigua moneda por el Real, a partir
del primero de julio de 1995.

A partir de entonces la inflación pudo ser
dominada sin la necesidad de controlar los precios,
confiscar los depósitos bancarios u otros artificios
heterodoxos. De la mano del control de la
inflación la economía volvió a crecer
rápidamente, obligando al gobierno a implementar una
política
monetaria que restringiese la expansión monetaria y el
crédito, buscando con ello garantizar que
en la etapa siguiente, Brasil pudiese
registrar tasas decrecimiento auto-sostenibles, que permitieran
reactivar el crecimiento con la distribución de la renta.

Al respecto, se destaca el haber logrado durante cinco
años consecutivos la caída continua de la
inflación. Se estima para 1998 una tasa inferior al 4 por
ciento, lo que representa el nivel más bajo desde principios de la
década del 50. Este logro constituye la mejor prueba del
decidido compromiso del gobierno por mantener la inflación
bajo control por razones económicas y sociales. El control
de la inflación si bien no es para el gobierno un fin en
sí mismo, si constituye condición sine qua non para
los otros dos objetivos: el crecimiento sostenido y la justicia
social.

En lo que al crecimiento se refiere, 1998 ha pasado a
ser el sexto año consecutivo de crecimiento del PIB per
cápita, lo que ocurre por primera vez desde la
década de los

setenta. La media de crecimiento de la economía
en el periodo 1993-1997 ha sido cercana al 4 por ciento. Este
resultado se soporta fundamentalmente, de un lado, en el
crecimiento del PIB, que durante el periodo 1993 hasta 1998
habría crecido en cerca de un 25 por ciento en
términos reales y, de otro lado, por los aumentos en la
productividad, que para el caso de la mano de obra industrial
crece al casi el 7 por ciento al año desde
1990.

Aunque menos favorables los resultados en materia de
generación de empleo, es evidente que el Plan Real ha
logrado mantener una tasa de desempleo
relativamente baja. Durante los años 90, la tasa media de
desempleo se mantiene entre 5% y 6%, exceptuando 1998 cuyo
valor seria
ligeramente superior, lo que no es demasiado elevado en
comparación con otros países. Sin embargo, es
evidente que la creación empleos es un reto de largo
plazo, posible de alcanzar a través de los aumentos en las
tasas de crecimiento del PIB, y en la medida en que se
materialicen los resultados vinculados a la política de
flexibilización del mercado laboral y la
re-estructuración productiva.

En el frente internacional se destaca la dinámica
del comercio.
Entre 1986 y 1997, el volumen total de
comercio pasó de U$S 36.000 millones a U$S 114.000
millones. Este es el resultado en parte de un plan
económico diseñado para hacer de Brasil una
economía realmente competitiva. Se destaca igualmente el
comportamiento
de los flujos de capital, en
particular las inversiones directas, las cuales responden por las
positivas cifras obtenidas durante 1996 y 1997.

Estos resultados permiten afirmar que el manejo de la
economía de Brasil, en el marco del Plan Real, representa
una verdadera oportunidad para considerar su economía como
sólida, igualmente permite señalar que, dados los
resultados obtenidos en 1998, presenta una gran capacidad para
resistir a las presiones monetarias y de cambio
internacional.

De ahí que la factibilidad
económica que pueda presentar el país,
deberá evaluarse en el contexto del ajuste y la
ejecución de las reformas estructurales que lo
acompañan (privatización, revisión
constitucional, reformas administrativa y de la
previsión). En ambos escenarios, los éxitos y
avances fueron considerables y no existen razones para
desconocerse.

En este sentido, son los elementos asociados a la
transformación estructural y el aumento de la
productividad, los resultados en materia del Plan de Ajuste, los
cambios constitucionales, los que determinan en mayor grado la
capacidad de respuesta a la crisis y las posibilidades de
crecimiento de la economía. En esta dirección deberá interpretarse la
magnitud de la crisis en Brasil y su efecto sobre las
economías latinoamericanas. Sólo bajo estas
consideraciones se puede proceder a un análisis serio, responsable y por lo tanto
relevante del problema brasilero.

La
Crisis cambiaria en Brasil

El Panorama económico brasilero se fue
deteriorando fuertemente a medida que la crisis rusa en 1998
intensificaba las turbulencias financieras en los mercados
internacionales.

El Plan Real, antes descripto para la
estabilización de la economía, se basaba
fundamentalmente en la política cambiara adoptada por el
Banco Central
brasilero, se desgasto políticamente intentando intervenir
el estado en
el mercado financiero domestico con el fin de defender la moneda
nacional.

Durante la ola de temor causada por el llamado efecto
Tequila, y el huracán financiero que se desató a
partir de la crisis de las economías asiáticas, la
defensa del real se asemejaba más a la heroica
protección de la moneda brasilera contra las sucesivas
crisis externas del sistema
financiero mundial, que a una falla evidente en la
concepción misma del modelo
cambiario brasilero; que se mantenía intocada a pesar de
la carencia de una política
fiscal adecuada que le diera credibilidad a mediano y largo
plazo.

Se produjeron entonces una serie de medidas de
política monetaria para intentar detener la fuga de
capital masiva, para esto existieron tasas de
interés reales elevadísimas, mas del 30% anual,
con lo que la ya elevada deuda interna brasilera se incremento
aun más. Ante un creciente y peligroso déficit
fiscal, que
llegó a más de un 7% del PIB en 1998, el presidente
Fernando Enrique Cardoso no tuvo alternativa distinta a la
elaboración de un programa fiscal rigurosísimo, que
incluía cortes muy duros en el Presupuesto de la
Federación y el aumento de la carga impositiva
nacional.

Con la aprobación, por parte del FMI y de otras
instituciones
financieras internacionales entre las que se destaca el BID, de
un paquete de préstamos por cerca de 41.5 mil millones de
dólares y la implementación de una fuerte disciplina
fiscal, la economía brasilera terminó 1998 con un
mercado doméstico más estable y con la fuga de
dólares precariamente controlada, a pesar de los
más de 35 mil millones de dólares que salieron de
Brasil en menos de 4 meses, en el auge de la crisis
rusa.

A partir de la segunda semana de enero de 1999, sin
embargo, la declaración de una moratoria por parte del
Estado de
Minas Gerais4, segunda economía industrial del
país, generó nueva ola de pánico
entre los inversionistas internacionales, lo que, aliado a la
reticencia del congreso brasilero en aprobar las reformas
estructurales y de orden fiscal, llevó la sangría
de las reservas internacionales en moneda fuerte a un ritmo
insostenible. Para contener los efectos de la crisis de
credibilidad enfrentada por el país en el exterior, el
Banco Central alteró los sistemas de
bandas que regía la política cambiaria hasta
entonces, con lo que el real se devaluó de inmediato en un
8.9% (Ver Tabla 1). El alargamiento de la banda cambiaria y el
anuncio del fin de las intervenciones intra banda por la autoridad
monetaria, tenían como objetivo la
flexibilización parcial del cambio, evitando un deterioro
aún más grave de las reservas.

El mercado financiero brasilero, considerando la medida
tímida e insuficiente, reaccionó en clima de
pánico. La bolsa de São Paulo, el principal mercado
bursátil de América
Latina, se desplomó, causando una nueva ola de
nerviosismo que arrastró consigo todas las demás
bolsas del mundo. Como reacción a esa coyuntura y con la
pérdida, en una sola semana, de más de 4 mil
millones de dólares, el Banco Central brasilero
decidió abandonar el 15 de febrero la defensa del real,
inaugurando el sistema de libre
fluctuación de la moneda de la octava economía del
mundo.

Evolución de la tasa de cambio en Brasil
durante el auge de la crisis cambiaria

Fecha tasa de cambio

Política cambiaria

Antes del 13 de enero

1,23 sistema de bandas con intervenciones intra
banda

13 de enero

1,32 Alargamiento de la banda
cambiaria

sin intervenciones intra banda

15 de enero

1,41 El Banco central adopta la libre

fluctuación del real

20 de enero

1,76 Fuertes oscilaciones por la

eliminación de los sistemas de
bandas

27 de enero

2,14 El dólar llega a su máximo
valor ante

el real. Auge del overshooting. Por

primera vez desde la crisis, el flujo

cambiario pasa a ser positivo.

1 de febrero

1,91 El real se recupera.

2 de febrero

1,74 El dólar empieza a caer de forma
sostenida.

 

Ahora bien, con la profusión de publicaciones y
artículos que se hicieron sobre el tema, es natural que
haya una amplia diversidad de visiones y consideraciones sobre la
adopción
del sistema de libre fluctuación de la moneda. Sólo
que abundaron las comparaciones con la moratoria de Rusia, con el
efecto Tequila, o con el desplome de las debilitadas monedas
asiáticas se establecieron, muchas veces sin el rigor que
sólo un alto nivel de información posibilita. Al fin y al cabo,
mirando desde una perspectiva menos histriónica y
más realista, Brasil no decretó moratoria, las
reservas internacionales siguen relativamente altas y cubren
todas las obligaciones
financieras internacionales del gobierno para el presente
año, cerca de 32 mil millones de dólares del
paquete de ayuda del FMI no han ingresado todavía a la
economía, y la drástica caída inicial del
real después de la adopción de la libre
fluctuación se revertió en los primeros días
de febrero, con lo que las oscilaciones de la cotización
moneda brasilera se han ido estabilizando lentamente.

El mercado brasilero ya esperaba un overshooting
inicial, es decir, una fuerte reacción de subida del
dólar en un clima de alta volatilidad, seguida de una
sensible caída de ajuste a una tasa de equilibrio,
determinada por el mercado y sin la intervención directa
de operaciones
financieras en las mesas de cambio por parte del Banco
Central, que garantizó que sólo entraría en
el mercado en caso de oscilaciones fuertes o bruscas de la
cotización de la moneda. Las altas tasas de interés
que el Banco Central brasilero mantuvo durante el período
inicial de oscilación del real, al contrario de lo que
muchos ingenuamente aseguraron, no tenían la
intención principal de detener la fuga de capitales que
persistió durante los últimos días de enero.
Dado que el Banco Central dejó de intervenir en el mercado
de cambio, cualquier nueva fuga de capitales a partir de entonces
no tendría ningún efecto sobre las reservas
internacionales del país, por lo que carece de fundamento
el argumento de que el gobierno " trataba desesperadamente" de
contener la fuga de dólares con altísimas tasas de
interés. La salida de recursos durante
ese nuevo período era resultado de operaciones
cambiarias y cambios de posiciones entre las mismas instituciones
financieras de mercado, o el pago de compromisos adquiridos en el
exterior por las empresas
brasileras. La utilización de ese instrumento de
política monetaria, la elevación temporaria de las
tasas de interés, se hizo necesaria porque, sin el apoyo
de la política cambiaria, el Plan Real pasó a
depender de dos "nuevas" bases de apoyo que deberían
salvaguardar su evidente éxito
en la lucha contra la inflación en Brasil: una
política monetaria restrictiva y una disciplina fiscal
rigurosa y austera. En lo que respecta a la política
monetaria, las razones principales para el mantenimiento
de altas tasas de interés después de la
adopción del sistema de libre fluctuación
serían:

  1. Frenar aún más la economía
    brasilera, provocando una fuerte retracción de la
    demanda
    que contribuiría a detener la espiral inflacionaria
    que la devaluación del real
    desencadenaría en un primer momento, evitando el
    regreso de la indexación y de altas tasas de
    inflación en Brasil. A nivel de precios, la
    devaluación significa un ajuste de los precios
    relativos y el aumento de los precios de los bienes
    importados, por lo que su impacto sobre la tasa de
    inflación de 1999, considerando una devaluación
    acumulada en el año de 50%, llegaría a cerca de
    8% anual.
  2. Contener o limitar la acción de los especuladores en el
    mercado cambiario interno, volviendo más costosa la
    captación de recursos que pudieran ser utilizados en
    movimientos especulativos de capital en las operaciones de
    cambio, con lo que las oscilaciones de cotización de
    la moneda serían menos drásticas. Oportunas
    intervenciones del Banco Central en los mercados de futuros,
    estimulando proyecciones de caída del dólar,
    también colaboraron con ese objetivo de neutralizar el
    efecto de apuestas especulativas contra el real. Considerando
    el nivel de sobrevaluación del real que el mercado
    financiero brasilero calculaba existir antes de la
    eliminación del sistema de bandas cambiarias, de cerca
    de un 20 por ciento, podemos estimar que, pasada la
    volatilidad inicial característica del overshooting,
    la nueva tasa de equilibrio de la relación
    real-dólar se mantendrá en una
    cotización entre 1,50 y 1,55 reales por dólar,
    con la paulatina disminución de las presiones sobre la
    moneda brasilera.

EFECTOS DE LA POLÍTICA CAMBIARIA
BRASILERA

Es usual que las crisis monetarias en las
economías de mayor dinamismo generen desconfianza en sus
socios comerciales; las orientaciones en la política
monetaria y cambiaria es claro que tienen efectos en la
dinámica de los precios así como en el flujo de las
mercancías y de los capitales, hasta tal punto que frenan
o niegan las expectativas que en materia de comercio
internacional presenten las economías. Sin embargo
tales connotaciones deberán estar asociadas a un
análisis serio que consulte las perspectivas de mediano y
largo plazo, quienes finalmente determinan o condicionan la
dinámica de los negocios. Es
evidente que las medidas de corto plazo tienen múltiples
escenarios para ser combatidos, tal como ocurre con la
aplicación de cláusulas de salvaguardia ante las
distorsiones en los precios resultantes de la variación en
la tasa de cambio.

Actualmente el comportamiento del mercado monetario
brasilero parece estar sembrando la desconfianza en los mercados.
No obstante este no es más que el resultado, por un lado,
de estar en presencia de una economía que durante los
últimos cuatro años había garantizado a sus
socios y en general a la comunidad
internacional, una confianza en términos de estabilidad
macroeconómica y regularidad de las operaciones
comerciales; de otro lado, no es más que el resultado de
la interacción de histéricos analistas
y de oportunistas especuladores, que encuentran en la
definición de pánico la justificación de sus
actos.

De esto una cosa resulta ser cierta, Brasil ha vuelto a
convertirse en foco de incertidumbre para los mercados
financieros a raíz del giro en su política
cambiaria, que ha desatado los temores de una oleada de
devaluaciones en cadena en el resto de las divisas de la
región. De donde se deduce que Argentina y Venezuela
serían los principales candidatos a devaluar sus monedas,
ya que su vinculación comercial con Brasil es muy elevada;
estas decisiones serían la que podrían conducir a
Colombia a
desarrollar políticas monetarias y cambiarias que corrijan
las distorsiones del llamado efecto Samba.

No obstante, la posibilidad de que Argentina abandone el
tipo de cambio fijo de su moneda, el peso, con el dólar
establecido en 1991- el llamado currency boar, por lo que el peso
vale un dólar – tendría repercusiones
dramáticas que llevarían a perder la credibilidad
externa que ha representado para el país y la Comunidad
Financiera Internacional, el establecimiento de un sistema de
cambios fijo.

De otra parte, los relatos alrededor del infundado
riesgo de que
la caída del Real pueda provocar una devaluación
del peso argentino, se afirman en algunos reportes, ha conducido
al Banco Central de Argentina ha plantearse la posibilidad de
dolarizar su economía, es decir, adoptar un tratado de
asociación monetaria bilateral con Estados Unidos
que tenga como referencia el dólar. Tal planteamiento
pierde validez en cuanto que dicha medida podría ser
implementada en dos o tres años, constituyéndose en
una medida de planeación
cambiaria7 y no una respuesta a la situación
brasilera.

En lo que al incremento de la pérdida de competitividad
que pueda registrar la economía
Argentina, es claro que la misma tendrá que
demostrarse pues es evidente como en los últimos
años se amplía la brecha en términos
productividad con respecto a Brasil, y ésta puede ser la
causa fundamental del desbalance comercial. De otra parte, la
posibilidad dada en los acuerdos de Mercosur,
permitiría en cualquier momento la aplicación de
políticas compensatorias frente al efecto
Samba.

CONCLUSIONES

Ahora bien, estos argumentos no pretenden desconocer los
significativos efectos que en materia financiera puedan generar
la dinámica de la economía brasilera. La creciente
dependencia de los países latinoamericanos frente al
comercio intraregional, hace que las medidas recesivas que
enfrenta Brasil puedan transmitirse de alguna medida a la
región. Igualmente, la siempre mirada de conjunto que
realizan los agentes financieros internacionales sobre América, hace que las economías
adictas al endeudamiento, encuentren limitaciones en el flujo de
capitales; lo que traería grandes retos frentes a las
necesidades de financiamiento
externo.

Por otro lado, para efectos de los flujos de inversión extranjera y recuperación
de la credibilidad de los mercados emergentes en el sistema
financiero internacional, la rápida recuperación de
la economía brasilera es condición indispensable
para el regreso de los inversionistas extranjeros a
América Latina.

En este sentido, las lecciones de la crisis Brasilera no
podrían ser otras que la importancia de matizar las
percepciones de la política externa brasilera, no como un
ejercicio aleatorio de especulaciones, sino por tenemos la
oportunidad de extraer lecciones de dicha crisis para ponerlas al
servicio de
las iniciativas de desarrollo
presentes en América Latina. De otra parte, resulta
importante reconocer que los contenidos de la crisis no
están determinados por la influencia la economía
globalizada, por el contrario, bien pueden generarse a partir de
las orientaciones de política doméstica, las cuales
no resultan ajenas a las turbulentas crisis
internacionales.

En lo que a la política macroeconómica se
refiere se destaca el énfasis atribuido al control de la
inflación en Brasil, pilar frente a los objetivos de
competitividad y aumento del bienestar social; y la oportuna y
coherente medida orientada a flexibilizar el mercado cambiario,
en tanto refuerza la aplicación de esta política en
la gran mayoría de las economías de la
región.

Fuentes

Para realizar este trabajo fueron
tomados como fuentes varios
artículos del diario La Nación
de estos últimos seis meses, donde aparecieron reportajes
a Joseph
Stiglitz relacionados con la
globalización, tema de su ultimo libro; "El
malestar en la globalización", el cual también fue
utilizado como fuente.

Otra fuente importante fue el Bank Boston de los Estados
Unidos, por medio de su página de Internet.

 

Leonardo Iannotti

Partes: 1, 2
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