Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Diálogo: Sobre la dignidad humana (página 2)



Partes: 1, 2

 

Escipión: -He leído estos tres
libros que
puedes ver aquí y me debato ahora por poder definir
la dignidad del
hombre, por
las posibilidades de salvaguardarla de la necesidad de la
interacción con los otros y de los poderes
que gobiernan hoy en día, si bien soy bastante
escéptico respecto a que se pueda lograr tal cosa. Toda
esta actividad está encaminada al fin de poner rumbo a mi
mejora individual y a una realista postura frente a la idea de
organizarnos los seres humanos del mejor modo posible, tanto
entre nosotros como con lo no humano. Seguramente tú
también has leído estas obras, así como
otras muchas y, si tienes paciencia y no tienes prisa,
quizás pudiéramos dedicar un rato a examinar esos
pensamientos en los que te digo que me debato no por mero
divertimento, ni buscando una salida profesional como intelectual
a sueldo o funcionario, sino para vivir despierto en lugar de
dormido.

Verganza: -¡Hombre, lo que me propones es
mucho mejor que ir a clase! Pues
nos toca luego el Zafián en cuya compañía
muy poco podemos aprender, mucho habremos de copiar y nada
podremos preguntar. A falta de un Sócrates
redivivo hagamos de filósofos con daimón el uno
para con el otro. Así que si te parece, según
propones, nos fumaremos tanto la clase como un cigarrito y,
alargando todo lo necesario el desayuno, hasta la cena si es
necesario, atenderemos a nuestros asuntos y no tanto al aprobar o
suspender. Pero dime entonces, ¿en qué has decidido
que consista o no pueda consistir la dignidad humana?

Escipión: -No es algo que decida yo sino
que o bien pertenece a la esencia humana poder
atribuírsele dignidad de alguna especie o tendremos que
desechar que tal asunto pueda ser tenido en consideración.
El libro de
Picco, donde se define al hombre como "cruce de la eternidad
estable con el tiempo
fluyente" «stabilis evi et fluxi temporis
interstitium», comienza refiriéndose -sin citarlo- a
ese famoso pasaje de la Antígona de Sófocles
donde se dice que el hombre es
lo más terrible, considerándose entonces que la
dignidad humana reside en su enorme plasticidad, que le
haría capaz tanto de las acciones
más nobles como de las más crueles y viles.
Sófocles emplea la palabra griega deinós
para un calificativo que significa terrible, pavoroso, espantoso,
y como también creo que Esquilo califica de ese modo a
Prometeo, benefactor de los humanos, pienso que la mejor traducción es la de terrible, por cuanto
puede mantenerse la dualidad o ambivalencia del titán,
como cuando se dice que "la guerra es
terrible" en el sentido de sanguinaria y cruenta o de alguien que
"es un jugador de ajedrez
terrible" pero en el sentido de tremendo, muy capaz, excelente y
difícil de batir. En Picco resurge el ideal clásico
de la dignidad como potencia y no el
metafísico que busca una esencia inmutable, como el
alma o la
razón, para otorgar nobleza a la estirpe de los
bípedos implumes. Ese eclecticismo renacentista que tanto
se parece al de época helenística es el que me
parece más en consonancia con el estado del
pensamiento
contemporáneo y los debates sobre humanismo,
anti-humanismo y posthumanismo.

Hay desde luego otras definiciones de "dignidad humana",
como la kantiana, que la haría residir en la conformidad
con la legalidad
moral, y
otras, más o menos fundamentadoras de la ética,
cuando no de la religión; pero como
ateo y materialista no me interesan las justificaciones que hayan
de recurrir a la necesidad de la existencia de Dios para poder
defender la dignidad humana y prefiero en eso seguir el consejo
de Nietzsche: no
inventar transmundos para no quitarle valor al
realmente existente.

Como ya sabes desde que me conoces de Platón
tampoco me fijo en su, por otra parte, constructa por la
tradición metafísica
teoría de las ideas, que nos diría
escolarmente que hay una idea de dignidad a la que las dignidades
concretas se parecen, bien por imitación (mimesis)
o bien por participación (metexis), vinculada a las
ideas de justicia y a
la del Bien, trascendentales o supratrascendentales, formas
ideales para la
organización humana y política atendiendo a
modelos
abstractos que han de exponerse en su encarnación social.
Platonismo en ese sentido es cristianismo
para el vulgo. Por eso he querido confrontar la lectura de
Platón
con la de Sloterdijk y me he acercado a sus tesis
posthumanistas y a la crítica
neonietzscheana del Platón pastor de los borregos y el
Heidegger pastor del ser. Como conoces a los autores que ando
releyendo y puedes orientarte en las topologías del pensamiento confío en
no tener que explicarte ni todos los pasos previos ni el estado de la
cuestión, pero si algo de lo que te expongo no te queda
claro no dudes en preguntar.

Verganza: -Sumamente interesante todo lo que me
dices y me parece que puedo seguir el curso de tu exposición
sin pedirte aclaraciones. Ahora bien, te rogaría que
examinásemos la cuestión sin necesidad de
referirnos meticulosa y reiteradamente a los pensadores que hemos
leído prescindiendo de ellos como argumentos de autoridad y
teniéndolos por simples interlocutores ausentes en el
coloquio que nos ocupa. Así que tratemos de sintetizar
todo lo leído y, empapados de ello, discutamos con
nuestras propias palabras y no con las de los
demás.

Escipión: -Estoy de acuerdo con lo que me
propones y a ello me pliego pues rápidamente podrás
adivinar en lo que argumente lo que pertenezca a mi pobre
entendimiento separándolo sin dificultad de lo que
pertenezca a la razón de los grandes sabios, si es que
existe alguna línea de demarcación entre las ideas
propias y ajenas. De modo que, en cualquier caso, valores en lo
que valga el granito de arena que pueda llegar a arrojar sobre la
montaña del pensamiento.

Verganza: -¡Venga hombre!
¡Déjate de prolegómenos de modestia, que no
te hacen falta conmigo y dime lo que tú piensas! Me dices
haber indagado acerca de la dignidad humana y que definirla
estática y universalmente como una esencia
inmutable te parece un error que no debemos volver a cometer.
Luego te sitúas en la posición de la
filosofía más reciente pero encuentras en la
tradición vestigios de que se hubiese pensado antes
así. En Picco has recogido la idea de estimación y
desestimación de lo humano con su definición de
dignidad del hombre en vinculación con la ambivalencia de
su plasticidad como el vocablo griego clásico para la
palabra que traduces por terrible te sugiere. ¿Lo he
entendido bien? El problema del Renacimiento y la
modernidad es que
al situar al Hombre como fundamento y centro de todas las cosas
los espacios para la naturaleza
(ecología)
y para lo tecnológico (arte, ciencia y
artesanía) o para lo divino (no las religiones oficiales sino la
mística o lo que Freud denominaba
sentimiento de lo oceánico) desaparecen, engullidos por un
humanismo metafísico que destruye cuando afirma progresar.
Te he escuchado criticar el humanismo y defender el
anti-humanismo en otras ocasiones, luego me extraña tu
referencia al renacentista. Pero vamos, prosigue.

Escipión: -En lugar de proseguir me
obligas a empezar de nuevo. Está bien, trataré de
omitir las referencias eruditas y pondré algunos ejemplos
mundanos que te expondré con las palabras que todo el
mundo o casi todo, pensamos que entiende y utiliza, a ver si
así logramos vencer tus aprensiones respecto a la
repetición no asimilada y digerida de lo leído o a
la abstracción vacía. Respecto a la incongruencia
que me señalas ya te he dicho que no soy ni humanista ni
antihumanista sino posthumanista, una posición
filosófica actualísima en la que no se renuncia a
la cultura
clásica como modelo de
mejoramiento del ser humano pero en la que se constata el
principio de realidad según el cual, precisamente mirando
al mundo y no a los libros, como tú parece que pides, se
demuestra que en las síntesis
culturales de nuestro tiempo en los países occidentales,
la
educación de las masas, ya no se lleva a cabo por
procedimientos
literarios sino mediáticos. Con ese reconocimiento me
parece suficiente para rebajar las pretensiones de ser el centro
del universo del
hombre y proteger a tu ecología, tus dioses y tu progreso
técnico. Sin embargo me interesa, con todo, indagar acerca
de lo humano en sus justos límites ya
que la plasticidad terrible de la que habla el renacentista no me
parece que tenga que ser considerada necesariamente como
infinita.

Verganza: -Continúa con ese modo
socrático que me has prometido y dame ejemplos de lo que
dices, hazme ese favor, pues ya sabes que no soporto la
pretensión de profundidad de la erudición
estéril con la que la Academia se retroalimenta de
palabras que nada tienen que ver con lo que esta pasando en el
mundo actualmente.

Escipión: -Está bien, si así
lo deseas procuraré proceder como me pides. ¿Te
parece que hacer teatro y mentir
engañando a quien nos cree de una manera que fingimos ser
es digno o indigno?

Verganza: -No te acepto la pregunta pues me
parece que tiene trampa sofista. Contéstame tú a
esta otra: ¿Cuál es la virtud del
teatro?

Escipión: -¡No me lo pones
fácil! Me pides ser socrático pero quieres tener
tú el papel de Sócrates y yo el de comparsa. A todo
me pliego ya que hablé de la plasticidad humana como un
bien y un mal conjuntamente en el que se resume la esencia del
hombre. La excelencia del teatro estriba en creerse al personaje,
en ser el personaje y no cambiar nunca de personaje, entender el
carácter como destino. Ser fiel al fin y al
cabo a un fondo de identidad
entre la multiplicidad que nos constituya, sea cual sea
ésta. No venderse ni por dinero ni por
fama y de ese modo que representemos lo que anida tras la
retirada de todas las caretas, conseguir salir fuera de
sí, entusiasmarse, ser loco, niño, animal,
cualquier cosa menos una máscara y una farsa, ya que esa
es contraria a la justicia, a la igualdad y a
la virtud del hombre libre que se requiere para el mantenimiento
de la dignidad y que no es otra que la autenticidad.

Verganza: -Lo ves, tu pregunta tenía
trampa. Presuponías una virtud del teatro y yo sin embargo
me temo que su excelencia es la contraria, la de poder ser
cualquier cosa en cualquier momento, una abeja, el dios, un
héroe, un payaso, un empresario,
todos los roles humanos que en el fondo todos desempeñamos
en algún momento de nuestras existencias sin
excepción. Caes en lo monolítico y estable de lo
que querías huir al principio al querer presentar al
hombre como un bloque cortado de una sola pieza, cuando por otro
lado sugeriste que pudieran superarse errores antiguos si se
aceptaba que fuese una multiplicidad.

Escipión: -Lo que intento decirte es que
para triunfar en el mundo actual y adquirir fama y gloria hay que
ser astuto, saber mentir, adoptar un camuflaje, doblarse ante los
poderes para no ser aniquilados. Tenemos que fingir ser como los
saqueadores y usureros para salvaguardar nuestras vidas y poder
continuar en el combate, puesto que atacar de frente a poderes
mucho mayores y más numerosos de aquellos con los que
contamos no es sino suicidarse. Lanzarse de frente contra un
ejército perfectamente pertrechado y armado que cubre todo
el horizonte no es sino ponerse una diana en el pecho para que
mejor puedan disparar, un suicidio.

Sin embargo, no puedo evitar ser de corte clásico
cuando pienso en el asunto, la dignidad se juega en mantener la
autenticidad, el valor y la determinación frente a las
fuerzas que pretenden doblegarla y sojuzgarla. Perdona la
referencia pero es un pensamiento que para nosotros proviene de
los debates de Sócrates con los sofistas y antes nos has
declarado a ambos socráticos.

Verganza: -¿Acaso es indigna la prudencia
y la inteligencia
en la acción?
Bajo la moral
caballeresca de la autenticidad introduces ahora otra
definición de dignidad humana. El resultado es que todos
los héroes están muertos y si bien prefirieron
morir de pie a vivir de rodillas, sus vidas no fueron lo
suficientemente largas como para que pudieran servir bien a sus
causas. Además ¿qué otra cosa se puede hacer
cuando está en juego aquello
por lo que merece la pena vivir o morir y sin lo cual ya no
merecería la pena continuar en la batalla? Es necesario
sobrevivir para que pueda continuarse el combate, lo que ahora
planteas como dignidad de honor es la ética del kamikaze,
propones ser temerario, pero eso dista de ser el valor.
¿No utiliza cada cual las armas y
facultades que posee? La astuta usa la astucia, el fuerte la
fuerza, el
guerrillero embosca, el saboteador engaña, el espía
miente, el soldado de infantería, como los peones del
ajedrez, carga de frente. Pero has empleado una metáfora
bélica para situar un conflicto con
respecto a la dignidad, presuponiéndola algo que se posee
pero que se puede perder, lo cual es a la postre un planteamiento
esencialista a medias; la dignidad, como la inocencia o la pureza
sería un atributo que el hombre posee en usufructo y que
está llamado a defender si lo quiere conservar. Tu
argumento me parece conservador.

Escipión: -¿Y cual sería el
no conservador? ¿Decir que todos tenemos dignidad porque
somos seres racionales o porque tenemos alma inmortal? En caso de
rechazarlo habrá que reconocer que la dialéctica
entre dignidad e indignidad no tiene sentido. Atiendo a tu
petición de no mantenerme en las referencias eruditas ni
en los cielos abstractos y te pongo un ejemplo, que por cierto
podría relacionarse con lo que dice Heidegger, al hablar
de autenticidad. Pero a ti te parece que no es válido y lo
calificas de reaccionario. Entonces te pregunto yo a ti
¿en qué consiste y se cifra la dignidad
humana?

Verganza: -Yo no veo ningún inconveniente
en aceptar el carácter racional de todo ser humano como
propiedad
esencial e inalienable, como se presupone en las declaraciones de
derechos
humanos, pero teniendo en cuenta que el ser humano no
sólo es un ente racional sino que posee muchas otras
cualidades, de ahí que sea una multiplicidad.
¿Acaso no pensamos que la dignidad es lo más
valioso y que está vinculada indisolublemente a la
libertad?
¿No es eso lo más valioso?

Escipión: -Tú pretendes mantener la
idea ilustrada de dignidad humana esencialista vinculada a la
presunción de racionalidad en todos los seres humanos,
cuando hay algunos que no son más racionales que mi perro,
pero manteniendo al mismo tiempo que si bien se define lo digno
por un elemento, que doblas en dos, la razón y la
libertad, el hombre es una multiplicidad de propiedades
infinitas. Y respecto a tu pregunta por lo más valioso, no
seas progresista papanatas, para la mayoría de hoy y de
siempre lo más valioso es el
dinero.

Verganza: -¡Discrepo! ¡Fíjate
en los pobres y verás que cuando se lo han quitado todo
siempre quedan algunos con la cabeza aún alta, aquellos a
quienes no les han quitado la dignidad! En un campo de
concentración el dominio no era
total ni siquiera cuando le quitaban casi toda la humanidad al
reo, que es tanto como quitarle su libertad y su razón,
pero sostengo que mientras hay vida las propiedades fundamentales
de la dignidad se mantienen en el hombre.

Si quieres habré de reconocer, ya que me pides
que no sea ingenuo y papanatas, que en condiciones materiales de
hambre y tortura ni los más fuertes y resistentes pueden
conservar la dignidad que tú predicas, pero ese no es sino
un motivo de más para no dejarse llevar hasta semejante
extremo. En tu ética de la autenticidad se
intentaría morir antes de ser sometido a ese extremo, con
las últimas fuerzas, lanzándose a la alambrada,
pero en mi más modesta ética de la responsabilidad, si alguien pierde mucha dignidad
por injusticia de otros, se puede intentar reparar el daño y
nadie en el que aliente la vida considero que esté
desprovisto de la propiedad de la libertad y la razón. La
dignidad se puede encarcelar pero no eliminar del
hombre.

Escipión: -Vaya, veo que la
secularización del alma en la razón mantiene su
misma estructura. Lo
que has dicho es un contrafáctico, así no fueron
los hechos, los supervivientes de los famosos campos fueron esa
canalla que vendió a sus padres y dejaron matar al amigo
por un mendrugo de pan, son los fundadores del Estado de Israel, los
herederos del sionismo aplastadores de cabezas palestinas. Los
demás murieron en los campos, los mejores y de los que
quedaron pocos hicieron lo que Primo Lévi.

Verganza: -La vida es un bien preciado y todo el
mundo ha cometido errores alguna vez, menos, según dicen,
los santos canonizados, aunque cuando Jesús de Nazaret
dice que el que esté libre de culpa que tire la primera
piedra, curiosamente, podrás comprobar que él no la
tira.

Lo importante no es que en condiciones de
dominación se haya envilecido el dominado sino que la
supervivencia a semejante trato no te convierta en un verdugo
ávido de hacer sufrir lo que se ha sufrido, sino en
alguien que no admita que eso le suceda a nadie nunca más.
La rueda de la dominación está servida mediante la
dialéctica de la venganza y sólo se conjura a
través de una dialéctica del nunca más que
no sea una hipócrita pose teatral de la palabra
publicitaria y legitimante, sino una ley a la que
avalen los actos. El verdadero superviviente de Auschwitz no
podría hoy ser otro que quien se pusiese la chaqueta con
la cruz amarilla y se interpusiese en el camino de los tanques
que fuesen a aplastar las cabezas de los civiles palestinos. Es
cierto que hay una tendencia psicológica a reproducir el
daño sufrido, que se encuentran casos de hombres que
sufrieron maltrato de sus padres cuando niños y
que al hacerse mayores y tener vástagos reproducen con sus
propios hijos los daños sufridos; pero también es
cierto que hay la tendencia contraria, la de aquellos que
habiendo sufrido un mal, ese mal se convierte en lo más
aberrante y ni admiten reproducirlo ni permiten por cuanto
está en su mano verlo cometer. Así, el explotado
que se vuelve explotador no es comparable al explotado que se
conjura en no sufrir ni hacer sufrir la explotación a
nadie arbitrando unas normas para la
convivencia.

Escipión: -La verdad es que la clase
trabajadora, el proletariado, también entraría
entre los que criticas, ya que en cuanto les han engañado
diciéndoles que ya eran de los explotadores a cambio de un
coche y un televisor, rápidamente se han lanzado a
explotar a la subclase inmigrante, sin papeles y sin derechos, de modo que quien
no explota no parece que sea el que no quiere sino el que no
puede.

Verganza: -La casuística es variada y nos
seria difícil agruparla tan sólo en dos o tres
partes sin cometer un serio reduccionismo, pero así hemos
de operar si queremos pensar el asunto que nos ha surgido, porque
la dialéctica de dos ítems o tres, luego haremos
las matizaciones que sean necesarias en otra ocasión, es
el primer paso dado el tiempo de que disponemos. Digamos que te
propongo una tipología como la siguiente. En primer lugar
tendríamos al explotado que quisiera ser explotador y que
lo único que tiene es envidia de no ser el amo y ser el
esclavo, en segundo lugar tendríamos el esclavo que
considera injusta la explotación y que bajo ningún
concepto si
saliese de ese estado se convertiría en otra cosa que en
hombre libre y no en tratante de esclavos (aunque al hombre libre
se le consintiese); y en tercer lugar tendríamos al hombre
libre que, no siendo ni explotador ni esclavo, por lo que se
afana es porque todos los demás compartan su
condición, de manera justa, noble e igualitaria. ¿A
que grupo
elegirías pertenecer si tal cosa se te diera a elegir en
lugar de serte heterodesignada por nacimiento?

Escipión: -Desde luego que
escogería ser hombre libre, ya por nacimiento ya por
romper las cadenas que me hubieren puesto en la cuna, pero si
bien en la antigüedad estaba claro lo de la
dialéctica del amo y el esclavo hoy ya no lo es tanto.
¿Porque quién es libre y quién esclavo en la
sociedad en
que vivimos? A veces me parece que el mendigo es libre, pues no
tiene que madrugar, que trabajar un horario intenso y exhaustivo,
casi sin ocio y sin descanso, para pagar una hipoteca durante 40
años y comprar lo mismo que sus iguales producen. A veces
me parece que el libre es el millonario y que los pobres y los
laboriosos son esclavos, unos de la miseria y otros de la labor,
siendo tan sólo el gran capitalista quien goza y se
regocija en este mundo. Pero luego, cuando veo a los poderosos,
sin poderse mover a ningún sitio sin guardaespaldas, con
el teléfono móvil sonándoles a
todas horas, rodeados de carroñeros que se hacen pasar por
sus amigos para lamer las migajas que se les caen cuando comen un
pastel demasiado grande para llenar su gran barriga, negociando
de la mañana a la noche y trufados de posesiones que no
pueden disfrutar, llego a otra conclusión y me inclino a
pensar que la dialéctica del amo y el esclavo está
invertida y que el amo es más esclavo aún que su
esclavo. En tales razonamientos contrarios me pierdo y no
sé hallarles resolución.

Verganza: -Sólo una unidad básica
entre lo diverso se puede establecer con seguridad. No
puede ser libre por lo general y salvo casos muy excepcionales
quien carece de lo mínimo materialmente necesario para una
existencia carente de calamidades, sin que el precio por ese
algo sea uno de esos remedios que son peores que la enfermedad,
de modo que el hambriento, el pobre, el trabajador precario y
hasta el trabajador hoy más normalizados, viven unas vidas
de esclavitud en
grado variable. El justo medio estaría en el cálculo de
los nutrientes mínimos que debe ingerir alguien para estar
bien nutrido, la casa básica y todas esas cuestiones
perfectamente universalizables en un razonamiento objetivo. Pero
eso, el cálculo objetivo de lo necesario para una vida
humana, para una existencia simple que no quedase a merced de la
necesidad y que no se expusiese como carnaza para
depredación, no sería todavía una salida de
la esclavitud sino un mínimo básico con el que
mantenerse en el estadio de la mera supervivencia animal. A
partir de ahí empezarían las variables para
poder hablar de vida buena, no sólo vida de supervivencia,
en la que han de entrar el desarrollo de
nuestras capacidades, la educación (del
cuerpo, de la inteligencia y de la sensibilidad), la asistencia
ante las dolencias físicas o psíquicas, esto es, la
medicina, y la
defensa ante el desvalimiento (asistencia en la niñez y en
la ancianidad). Podemos decir que lo que propone la socialdemocracia y no parece capaz de generalizar
no es la forja de hombres libres sino de hombres simples,
supervivientes, ya que los medios
universalizados no lo son de la educación plena y de
por vida para la vida buena
sino de la educación
básica para el mercado de
trabajo como
simple alfabetización
, pudiéndose decir de la
medicina y la asistencia otro tanto. Resulta vergonzante que la
humanidad, habiendo tanta diferencia entre lo que se dice que se
va a conseguir para todos y lo que en realidad se consigue para
todos, se muestre satisfecha y nos hable de un enorme progreso
desde la edad de las cavernas, ya que el oso de una caverna no
paga hipoteca por habitar en ella. A mi juicio sólo se
puede lograr rebasar ese estadio mediante un comunismo
inspirado por las propuestas anteriores para dicho régimen
de vida pero sin recaer en sus errores. Un comunismo
platónico de la democracia, la
excelencia y el reparto real de la riqueza.

Escipión: -¿Pero no escuchas a los
que dicen que la igualdad de los comunistas es la que quiere
hacernos a todos proletarios, eliminar el mérito y la
libertad e imponer mediante una dictadura
personal los
cambios, decretando mediante leyes todo cuanto
debe hacerse? ¿No has oído
hablar de los regímenes de Camboya, Rumanía o la
URSS?

Verganza: -Sí, ya me conozco la cantinela.
Por eso propongo la extensión de una democracia parecida a
la de la Atenas de Pericles a todas las naciones actuales, si es
que no a la república universal cuando llegue, declarando
que todo hombre, por naturaleza, tiene igual derecho a la riqueza
común que hay en la tierra. No
se equivocaba entonces Proudhon al declarar que la propiedad es
un robo. La igualdad de mi comunismo y de mi democracia no
será la falsa igualación de la supervivencia, ni
siquiera cumplida, sino la igualdad real de la excelencia en los
resultados. Lo cierto es que como la historia la escriben los
vencedores y cayó la URSS no podemos confiar en todos los
relatos que se nos hacen de los antecedentes de mi propuesta, el
ejemplo es que la educación musical generalizada en muchos
de los países del comunismo anterior no era como la de
nuestro sistema
público, soplar un rato una flauta, sino que todo el
pueblo tenía un nivel por escuela
pública de cuarto de instrumento y tercero de solfeo.
Eso ha de estar generalizado, con independencia
de que luego, de ahí en adelante, los más
aventajados fuesen promovidos a gozar de todos los medios para
convertirse en músicos profesionales y los que estuviesen
aventajados en otras áreas promovidos hacia el desarrollo
de su mejor talento, sin que a nadie le acabase faltando el
sustento. Cuando se habla de la Rumanía de Ceaucescu no se
cuentan estas cosas, sino sólo atrocidades, pues bien,
reniego de todas las atrocidades, pero no la promoción pública e igualitaria (no
obligatoria) de una excelencia elevada y común para el
conjunto de los conciudadanos y de la humanidad en su conjunto.
En Cuba se tiene
tal sistema público y si algo le falta no es no llevar lo
escrito en esta materia a la
praxis real,
sino el tener más riquezas que repartir de ese
modo.

Escipión: -¡Pero eso es
imposible!

Verganza: -¿Por qué? ¿Acaso
me tengo que creer que no hay recursos para que
todos tuviéramos esa educación, casa, medicina y
asistencia en un grado aceptable? Si eso fuese imposible,
entonces, no valdría la pena preocuparse por la mejora de
la humanidad, ya que ésta también sería
imposible. Cierto que los recursos no son infinitos, pero tampoco
son escasos, lo que son es limitados, motivo de más para
que se redistribuyan adecuadamente y no se admita un
acaparamiento ilimitado.

Escipión: -Muy elevada pones la
realización de la dignidad humana en el mundo.

Verganza: -¿Y qué hacer?
¿Tendríamos que aceptar la indignidad humana?
¿Volvernos cínicos nihilistas ávidos de
poder, sexo y dinero?
¿Pedir caridad y comer las migajas cuando tenemos tanto
derecho a crecer hasta un límite equitativo como cualquier
otro? El crecimiento material -limitado pero no infame- para
todos, esa es la puerta de entrada al crecimiento espiritual
ilimitado. El primero es de extensión, ocupa un lugar en
el espacio, pero el segundo es de intensidad, y mientras el
espacio extenso es limitado, llegando a chocar con el de los
demás, el espacio del alma humana en profundidad es
ilimitado. Luego a diferencia de lo que piensan algunos, limitar
la propiedad de unos pocos no implicaría de ningún
modo limitar la inteligencia y la sensibilidad de
todos.

Escipión: -A mí me suelen decir que
el hombre es un lobo para el hombre, como dijo Hobbes, que
las utopías no parten de la realidad, que son producto de
una visión angelical del ser humano y que cualquier
intento de llevarlas a la práctica acaba por corroborar
ese aserto, siendo peor en sus consecuencias el bondadoso
amor al
prójimo del Inquisidor católico que todos los
realistas del universo. Según los detentadores de la
mencionada opinión cada hombre sólo busca su
beneficio y no le importan los demás. La dignidad humana
no es sino una convención con la que se condecoran a
sí mismos quienes en cada momento se han apoderado del
dinero y del poder, declarando vil a todo lo vencido y virtuoso a
todo lo triunfante. ¿La dignidad inalienable de los
derechos humanos? La decretó universalmente el ciudadano
europeo de la revolución
francesa, pero pronto se vio que lo neutro y universal
sólo era para los suyos, al tiempo que se colonizaba,
sojuzgaba, asesinaba y dominaba al resto del planeta.

Verganza: -Son ellos, querido Escipión,
los que te persuaden de que el mundo es hobbesiano, quienes te
confunden con sofismas y quienes no miran a la realidad, ya que
si fuese como ellos dicen, la humanidad hubiese desaparecido hace
ya mucho tiempo. Si miramos bien a la realidad veremos tendencias
tanto a la sociabilidad como a la insociabilidad, de modo que no
cabe unilateralmente abrazar el pesimismo pleno en que ellos
viven ni el optimismo pleno en el que casi nadie tropieza. Caben
tres posiciones respecto a las tendencias del ser humano, la
hobbesiana, la rousseauniana o una combinación de ambas.
Dicho más filosóficamente sería la primera
la nihilista, la que identifica mal y ser, la que sospecha que en
lo más profundo del ser humano sólo anida el
afán de dominar y el exterminio de todo lo otro
sobreponiéndose a lo demás, un curioso narcisismo
nihilista en el que la extensión absoluta del yo se funde
con la nada al querer aniquilar todo lo que no sea el yo. La
segunda sería la optimista, la que indica que el mal no
pertenece al ser y que todo lo malo no es sino ausencia en la
plenitud del ser, lo cual implicaría que no existe
sustantivamente el mal, sino que éste sólo aparece
por accidente. Y la tercera sería el medio entre las dos
anteriores, esto es, la que indica que existen dos tendencias,
como la del amor-odio en Empédocles o la del Eros y el
instinto de muerte en
Freud. Luego la dignidad humana estaría en nuestra parte
sociable y la indignidad en nuestra parte insociable. ¿No
deberíamos entonces ponernos del lado de lo mejor y
más noble? ¿No detectamos así, sea cual
fuere nuestro posicionamiento
entre los tres anteriores, con sólo pensarlos, qué
es lo que merece ser promovido y defendido y qué lo que
merece rechazo tanto en nosotros como en la
colectividad?

Escipión: -Aun cabe otra postura frente a
las que has mencionado y de la que te hablé con
antelación. Supongamos que no medimos el bien y el mal
como cantidades discretas sino que nos planteamos, como sugeriste
antes, el asunto de las intensidades. Pensemos entonces, como
Maquiavelo,
que la virtud es potencia y que la potencia es la misma ya se
actualice en el bien del que hablabas antes ya se actualice en el
mal del que hablabas antes, consistiendo en ello la libertad.
¿No sería entonces bueno lo fuerte y malo lo
débil?

Verganza: -¿Volvemos al Gorgias?
¡Fascista y pesimista razonamiento es ese, mi amigo! Lo que
se deriva de él no es sino la ley de la fuerza y la
reducción de todos los vínculos a relaciones de
voluntad de poder y a mezquinos intereses. Cuando se argumenta a
tu manera se acaba en el nihilismo
porque quienes se muestran agnósticos respecto a si las
inclinaciones humanas como potencias se actualizan hacia el bien
o hacia el mal, implícitamente, han decidido ya por la
peor opción y están convencidos de que bajo
cualquier acto libre, noble, bueno y gratuito se esconde la
maldad puritanamente camuflada, como ciertamente ha ocurrido
muchas veces. Se trata de una apuesta como punto de partida o
principio no justificado, hay quienes apuestan porque la
existencia es un mal, la vida pesadumbre y la muerte la
liberación. Esos son los nihilistas, quienes rinden culto
a la muerte y pasan sus días lamentando el haber nacido.
Dicen que lo mejor es no ser y que lo mejor en segundo lugar es
morir pronto, pero en lugar de suicidarse permanecen en el mundo,
mostrándole al creador que son erratas y que por lo tanto
sólo perseveran en el ser para poner de manifiesto que El
es un autor mediocre. Pero al contrario de quienes apuestan por
la muerte hay quienes apuestan por la vida, para los cuales la
existencia es un bien precioso, la naturaleza y el cosmos una
maravilla, el bien y el amor las
mayores potencias y el mal y el dolor sólo ausencia en la
plenitud del ser.

Las políticas
que se derivan del sentimiento Romántico de la inanidad de
lo finito ante lo infinito o del Existencialismo del absurdo fueron las que
alimentaron ideológicamente al monstruo del fascismo que
barrió Europa durante el
siglo XX, así lo explica Lukács en su obra "El
Asalto a la Razón". Los irracionalismos son el germen del
nihilismo y su cultivo actualmente supone un planteamiento
reaccionario.

Escipión: -Evitemos los calificativos como
"fascista" o "reaccionario" que sólo nublan la
argumentación con soflamas ad hominem
contraproducentes a la hora de realizar análisis como los que estamos haciendo y de
someter al juicio de la razón y la inteligencia nuestras
posiciones. Lo de Lukács es inaceptable, diré por
no usar los calificativos que digo que nublan la inteligencia y
nos arrastran a la estupidez. Y es inaceptable porque peca de lo
que condeno al declarar poco menos que fascistas a toda una
pléyade de pensadores de gran calado e importancia en la
historia del pensamiento. Nos gusten más o menos no los
podemos despachar de manera tan arbitraria. Partamos por tanto,
más bien, del principio de caridad y tengámonos, el
uno al otro, como dignos contertulios y a nuestras
argumentaciones, en cuanto partes de nuestro ser, como dignas de
respeto. No
vayamos a parecernos a esos políticos demagogos
contemporáneos que se insultan sin cesar a falta de poder
razonar convenciendo a las inteligencias y que no hacen
más que movilizar las bajas pasiones. Hablemos con
vehemencia pero procurando no faltar, aunque seamos conscientes
de que en el terreno de la política es en el que
más difícil resulta guardar las formas y cuidar de
ese modo de que los argumentos no desciendan hasta el grito del
mono, la mordedura de la serpiente, la coz del burro o la baba
del basilisco.

Y ya que pasamos a la política -o continuamos en
ella- te confesaré que me parece una estafa la
Ilustración y los derechos humanos, confío que
esa palabra me la aceptes como no excesivamente descalificadora.
Lo digo porque cifrar la dignidad del hombre en una serie de
bonitas declaraciones esgrimidas con tanta obstinación
como se incumplen me parece el colmo de la hipocresía.
¿Para eso se realizó la Revolución
francesa? Una horda de sans-culottes desarrapados
guillotinaron a quienes no tenían que trabajar para vivir
y lograron con el tiempo convertirnos a todos en esclavos
asalariados. Eric Rohmer lo dejó bien consignado
cinematográficamente en su película La inglesa y
el Duque
. La Revolución francesa y sus resultados no
son tan buena cosa como se cuenta.

Hay que mirar un poco a la realidad y no sólo a
los libros. Cuarenta años de trabajos forzados cuesta hoy
en España
el poder adquirir una guarida y la existencia humana de la
mayoría no sobrepasa la animalidad, ya que en obtener una
cueva, la alimentación y los aparatitos
tecnológicos que nos rodean, se empeña la vida
entera y se hipoteca la existencia. Y no me vengas con monsergas
humanistas porque tú y yo sabemos que quien no tiene las
tres cuartas partes de su jornada para sí mismo es un
esclavo, sea lo que sea, banquero, funcionario, peón o
erudito. Podría decir que la ideología más perniciosa de nuestro
tiempo y el verdadero germen del nihilismo y totalitarismo
contemporáneos no es sino la dichosa fe en el progreso de
la sociedad moderna. ¿Dónde está el
progreso? ¿En la medicina? Ahí puede que sí.
¿En las ciencias,
técnicas y artes? Desde luego que no de
manera categórica, porque las ciencias y la tecnología si bien
han contribuido a que gocemos un veinte por ciento del planeta de
luz
eléctrica y agua
corriente, de medicina y de alfabetización primaria (pues
a eso llaman educación), han contribuido a que se explote
y haga vivir en la miseria al ochenta por ciento restante.
¿Dónde están los logros del universalismo?
En Occidente el trabajo
asalariado ha convertido a todos los supuestos ciudadanos en
esclavos de un banco, al que
deben la vida entera en trabajos forzados, sus labores no son tan
físicamente extenuantes como las de los habitantes del
tercer mundo, pero son psíquicamente más
extenuantes y de mayor intensidad si es que no de mayor
duración.

Cuando el progresista Voltaire
respondía al pre-romántico Rousseau no
había bomba atómica y el grandioso ser humano, tan
digno como nos lo quieres pintar, no había destrozado
ecológicamente el planeta, como ha conseguido realizar tan
sólo en los últimos cincuenta años. Lo mismo
nos advertía el filósofo Heidegger, a quien tu
amigo Lukács y otros muchos memos califica de reaccionario
irracionalismo proclive a alimentar el nazismo. El mundo
moderno ha destruido todos los lazos comunitarios que
unían a unos hombres con otros así como los
vínculos que unían a los hombres con la naturaleza
y con los dioses. De modo que tienes razón, al menos, al
señalar cuál de entre las candidatas ha sido la
totalización triunfante, pues ya sólo queda como
relación social la transacción monetaria, el
interés, el dinero, el poder y la muerte.
El que me respondas que no sea pesimista puesto que vivimos en un
Estado de derecho
y bajo democracias libres no se lo cree hoy nadie aunque siga
siendo un discurso
legitimante de los poderes establecidos. Eso no es algo que los
movimientos románticos y existencialistas, como hoy la
postmodernidad
y la hermenéutica, alienten o alimenten, sino
todo lo contrario, a cada paso de tu famosa Ilustración, que progresa como el
Ángel de la Historia pintado por Klee y descrito por
Walter Benjamin, sólo han quedado ruinas, muertos y
destrucción. Los supervivientes han sido reducidos a
esclavitud. Las corrientes y movimientos intelectuales
que tanto menosprecias se han dedicado a advertir el desastre en
el que nos encontramos y las irreparables pérdidas de un
desarrollo ciego en los fines y loco en los medios al que no se
puede llamar progreso ni civilización, sino
barbarie.

Verganza: -Estoy de acuerdo contigo en que
debemos tenernos en buena consideración por opuestos que
sean nuestros argumentos si no queremos degenerar en la
vulgaridad del insulto y la pelea. ¡Disculpa si en la
vehemencia de la erística se me ha escapado algún
improperio! Podríamos ver en tales sucesos que al menos,
nosotros, tendríamos una noción de grados de
interlocución desde el más bajo y zafio hasta el
más elevado y fructífero, desde la
zoquetería de los asnos disputando hasta la belleza de los
sabios dialogando. Busquemos el término medio que creo que
es el que nos corresponde entre esos dos extremos y sigamos
debatiendo, lo cual requiere una mínima
philía.

También estoy de acuerdo en que el mal actual es
el capitalismo o
dicho con el eufemismo al uso "la sociedad de mercado". Como ves
busco los acuerdos que podamos tener y no sólo los
desacuerdos, como exige esa mínima amistad de la que
te acabo de hablar antes. Sin embargo, para distinguirnos, veo
que el desacuerdo mayor que en este terreno puedo tener contigo
es que pareces diagnosticar que vivimos en un totalitarismo, peor
que el del fascismo y el stalinismo, siendo la sociedad de
mercado la tercera candidata a la
globalización y la que habría triunfado sobre
las otras dos. Veo aquí también una divergencia
derivada de ciertas posiciones de principio.

La Revolución francesa no puede ser consignada
como un proceso tan
poco productivo como lo has descrito, en realidad, no vivimos en
una sociedad capitalista pura, eso no existe, sino en sociedades
mixtas, donde el sector
público y el sector privado han buscado equilibrar en
un justo medio la tradición socialista y la
tradición liberal. Ciertamente con el llamado proceso de
globalización los Estados han perdido algo
de soberanía y se ha desequilibrado y
resentido el modelo keynesiano y kelseniano de Estado de Derecho,
pero no hay que olvidar que Europa no es Estados Unidos y
que, aunque la experiencia del socialismo real
haya acabado en desastre, la pretensión de una
resocialización de la sociedad no es un proyecto que
pueda llegar a descartarse de la Historia de Occidente, por
más que viva en estos momentos sus horas más bajas.
Si en 1948 cuando se fundan las Naciones Unidas,
había 50 Estados en el mundo, ahora hay alrededor de 200,
luego la tesis de que el mercado ha acabado con el Estado y lo
privado absorbido a lo público no es empíricamente
cierta. Siendo entonces realistas pero no pesimistas el diagnóstico de nuestro presente actual no
puede catalogarse como de estado de excepción permanente
bajo un Imperio hegemónico que sólo atiende a la
fuerza, al dinero y al poder. En eso sigo siendo ilustrado y
no  me parecen acertados los diagnósticos de
filósofos como Tony Negri o Giorgio Agamben, para los que
toda determinación, sea la del Estado o la del Mercado,
supone esclavitud y totalitarismo. Ese es un diagnóstico
neoanarquista que entiende la idea de libertad como
indeterminación y que se olvida de la idea de igualdad y,
lo que es más grave, de la de colectividad.
¿Uniones de multitudes de singularidades que ponen todo en
común y subvierten desde cualquier micropunto el sistema?
¿Dónde están? Si alguien me encuentra eso
que me diga dónde está y me voy a vivir
allí. Pero me temo que tal cosa, si se encuentra en alguna
parte, se localiza en Internet y todavía no
puede uno meterse a vivir virtualmente en la red, como le ocurre al
personaje principal del famoso manga: Ghost in the Shell.
De modo que nos queda rescatar el proyecto ilustrado de la estafa
a la que ha sido sometido por el mercado, un movimiento
para que la política pueda legislar sobre la economía y que no sea
la economía la que dicta la política.

Escipión: -Veo hace tiempo que incumples
tu exigencia de no emplear referencias eruditas ni apelar a lo
pensado por otros, luego a mí también se me ha
estado olvidando. No importa. ¿Propones entonces el
Castillo y el Proceso de Kafka como instituciones
salvíficas frente a la máquina de las
mercancías? Pero la burocratización del Estado y la
numeración y cuantificación de los individuos van
de la mano con la mercantilización de lo existente y el
control alienante
de las masas.

¡Pues sí! Afirmo que vivimos bajo el
más férreo totalitarismo que ha existido nunca y
que sólo el terrorismo
constituye una opción política real, no ingenua, no
ilusa, a menos que consideres la pantomima de votar cada cuatro
años a uno de los candidatos de un bipartidismo permanente
que se reparte el poder hablando de una pluralidad parlamentaria
de hecho inoperante que es dueño de esos medios de
comunicación con los que dirigen a sus manadas de
borregos, a esas huestes de cenutrios alienadas por el trabajo,
el consumo y
la
televisión. En este punto te podría recordar
algún pasaje de Mil Mesetas de Deleuze o el
reciente Normas para el parque humano de Sloterdijk,
textos en los que el diagnóstico es poco más o
menos como el mío. Podrías limitarte a descalificar
lo que te digo por emplear la palabra "terrorismo" volviendo a
llamarme fascista, en tu caso de posición bienpensante y
progresista no sería tan paradójico como cuando me
califican de ese modo los herederos de Franco. Pero puesto que
hemos convenido en tratar de que no degenere nuestro diálogo y
que no caigamos en las frases hechas y los tópicos
mediáticos con los que la COPE insulta a la SER y la SER
insulta a la COPE -tópicos de los que se nutren esas masas
de las que te hablo- te conmino a cumplir el pacto y a procurar
argumentar sin escarnio mutuo.

Verganza: -En Deleuze sí puede sacarse una
posición de terrorismo frente a una máquina de
guerra total que sería la sociedad moderna de mercado,
pero Sloterdijk si bien diagnostica que el proyecto del humanismo
ilustrado ha quedado obsoleto, no por ello sugiere la
rebelión violenta, sino algo mucho más
irónico y epatante, la ingeniería
genética, la eugenesia, si bien eso es una
provocación y lo que realmente indica es que lo
único que se puede hacer es surfing sobre las
espumas
, ya que hoy no hay ni burbujas ni esferas. Como
emplea la ironía no se sabe hasta que punto es serio en lo
que dice o bromea. Por tanto, me parece que el diagnóstico
apocalíptico puede llevarse a cabo, pero entonces, los
médicos sociales que de ese modo diagnostican se quedan
sin poder proponer alguna alternativa seria, lo cual
también incumbe al trabajo en que se meten. ¡No es
de extrañar! Debieran darse cuenta de que entraña
paradoja su tesis y el que puedan manifestarla. ¿Si todo
está totalizado por la máquina del mercado, hasta
nuestras conciencias, cómo es que nos damos cuenta y lo
denunciamos? Creo que eso prueba que el supuesto neototalitarismo
no es para tanto.

Escipión: -Son ciertas minorías
cultas y burguesas del planeta quienes diagnostican de esa manera
los males sociales que nos aquejan. La inmensa mayoría no
entendería ni una palabra de todo lo que te estoy
diciendo.

Verganza: -Es que no tienen tiempo pues no
cuentan con un trabajo vitalicio bajo el cobijo del Estado, no
son funcionarios públicos. Aunque te sorprendería
lo que llegan a entender las personas más
sencillas.

Escipión: -Entonces son como nosotros.
¿Y cómo es que nosotros sacamos tiempo para la
funesta manía de pensar? Supongo que porque son las ocho
de la tarde y se nos ha olvidado comer, no tenemos hijos y
nuestro trabajo, sin ser de funcionarios, nos permite venir a
habitar estas aulas y disponer de este ocio fructífero que
no es tiempo de consumo. Pero esto se nos acabará con los
estudios y engrosaremos las filas de la carne de
cañón del mundo productivo.

En fin, veo que terminamos exhaustos y el cansancio no
es bueno para razonar. Al final, después de nuestra
charla, considero que no vale la pena indagar sobre si existe
algo así como la dignidad humana, pues resulta con
ella como me decía un amigo respecto del amor y la
doctrina de la media naranja que se expone por boca de
Aristófanes en el Banquete de Platón. Le
contaba yo lo de la media naranja y éste me dijo, pues
seguro que con
la mía ya alguien debe de haberse hecho un zumo
.
Así, amigo mío, respecto a las dignidades humanas,
la inalienable que permanece y las que vienen y se van o que no
vuelven, retornan, nomadean, acontecen o nos dejan huella,
espectro o ausencia, me temo que ya se han hecho un buen zumo y
se lo han tragado enterito. Luego creo en definitiva que he
enfocado mal el estudio y elegido mal el tema. Quizás lo
más importante sea detectar aquello a lo que merece la
pena aplicar el estudio y la reflexión, no vayamos a estar
perdiendo el tiempo.

Verganza: -Pues fíjate que al contrario de
lo que a ti te ocurre, a mí, al final, después de
toda la conversación que hemos tenido, me parece que
resulta de gran importancia conseguir definir la dignidad
humana
y creo que dejaré mis otras investigaciones y
me centraré en la que te inquietaba al principio. Ya veo
que tú acabas por declarar, simplemente, que no existe tal
cosa y que no merece la pena indagar en esa dirección; puesto que estas convencido de
que el mundo actual está completamente deshumanizado,
totalizado o globalizado, aunque antes mantuviste una postura
ambigua que llamaste posthumanismo.

Yo creo que sí que existe lo humano y que merece
la pena definirlo bien, marcarle sus límites, establecer
el tipo de relaciones que ha de tener con lo otro y
además, que en caso de que ya no fuese así
habría que reinventar de nuevo el asunto. Repensarlo sin
caer en esos errores metafísicos y modernos que tan
continuamente señalas tú y los postmodernos, de
acuerdo, pero evitando también, a mi juicio, el nihilismo
del sentimiento derrotista que parece aquejar al pensamiento
contemporáneo, demasiado crítico y muy poco
constructivo. Luego quizás al final acabemos
encontrándonos en ese posthumanismo todavía por
rumiar bien que tan certeramente detectaste y que ahora amenazas
con abandonar.

Escipión: -Ya veremos. Dejémoslo
aquí, te lo ruego, que ya no me concentro bien.

Verganza: -De acuerdo. ¡Adiós
Escipión! Ha sido una buena disputa y me ha dado
qué pensar, luego confío en que la
conversación no haya terminado sino que acabe de comenzar
y la podamos proseguir en cualquier otro momento.

Escipión: -¡Hasta pronto Verganza,
gusto en charlar contigo! De seguro seguiremos
hablando.

 

Simón Royo Hernández

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter