El reduccionismo se mueve en una perspectiva claramente
metamérica e intencional, como por ejemplo, la sociología fisicalista de Neurath
(1931-1932). Por ésto no debe confundirse con los
espisodios de reducción internos a un determinado teorema
gnoseológico cuyo mecanismo reductivo se mueve a un nivel
diamérico, y resulta efectivo en la medida en que logra
construir una verdad esencial por identidad
sintética material". (Las citas transcritas arriba
corresponden al libro de David
Alvargonzalez titulado Ciencia y materialismo
cultural. Edición
Aula Abierta de la Universidad
Nacional a Distancia, Madrid 1989,
págs 62,63,65 y 66. Para la distinción entre
metamérico y diamérico cfr. Diccionario de
Filosofía. En: www.filosofia.org).
El conocimiento
científico así como el filosófico son
solidarios en relación a ciertas pautas de racionalidad y
al núcleo duro de la razón en general, que no es
otro que la Lógica
(epistemología) y la Ontología.
La sociología de la ciencia acierta y es muy loable
cuando desvela las determinaciones que puede imponer, por
ejemplo, la industria
armamentística a la investigación científica (aunque
Internet
surgió de la investigación militar), pero
desvaría cuando se radicaliza hacia el constructivismo
absoluto y el relativismo cultural. Es caricaturesco el
heraclitismo extremo tanto como el parmenideismo extremo y cuando
no se ve que filosofía y racionalidad, desde Grecia a
nuestros días, no consiste sino en el esfuerzo por adoptar
un justo medio entre esos dos extremos, cosa que de un modo u
otro han hecho todos los pensadores, entonces hay que dudar que
se sea capaz de pensar o se hayan seguido con provecho las
lecciones de la vida escolar y académica.
Sobre las consecuencias perversas de la
aplicación de la razón instrumental (pleonasmo,
pues la razón instrumental no es la Razón sino la
razón aplicada) obviamente se verá que se deben a
la ignorancia sobre las consecuencias y al ánimo de lucro,
entonces hipocresía. También se confunde entre
Teoría
y aplicación al decir que las teorías
científicas deben estar caracterizadas por las propiedades
de ensayabilidad, poder
predictivo, aplicabilidad y efectividad, puesto que eso es lo
que tiene que cumplir la razón aplicada, no la
Razón, que en principio descarta los discursos que
no se ajustan a los principios
fundamentales de la racionalidad e incurren en contradicciones,
incoherencias y falacias. Por eso la ufología no suplanta
a la aeronáutica, y no sólo por su efectividad,
aunque, ciertamente, los primeros no puedan hacer volar objetos y
los segundos sí lo consigan.
En cuanto lenguaje coloquial, decir H2O
o decir agua, da igual, como da igual decir agua,
l'eau, water o Wasser, etc.; dicho en
términos platónicos: "Nada importa que sean unas u
otras las letras que expresan el mismo significado ni tampoco que
se añada o suprima una letra con tal que siga siendo
dominante la esencia de la cosa que se manifiesta en el nombre"
(Platón
Crátilo, 393d). Pero a cualquier persona
mínimamente ilustrada le será evidente que cuando
se dice H2O no se pronuncia algo arbitrario o equivalente a
cualesquiera otras designaciones (convencionales si se quiere)
del líquido en cuestión sino que se dice en un
lenguaje especializado (convencional si se quiere) algo
más que cuando se dice agua, se dice además que se
trata de una sustancia compuesta de hidrógeno y oxígeno, de acuerdo con la tabla
periódica de los elementos. Incluso en el caso de ser
convenciones (por el mero hecho de haber tenido un momento de
constitución lingüística en el tiempo
histórico) no serían convenciones equivalentes,
sino que la científica o especializada tendría un
mayor alcance y una mayor racionalidad y consistencia que la
expresión coloquial, con lo cual se impondrá
socialmente como se impone el Kalashnikov al cuchillo.
Además, las expresiones coloquiales tampoco dan igual ni
son gratuitas, toda persona que tenga unos rudimentos de
lingüística (estructura de
la gramática) y filología
(constitución y cambios de las lenguas) debería
saber que Wasser y water están relacionadas
porque pertenecen a la raíz germánica de las
lenguas indoeuropeas, que agua y l'eau están
relacionadas porque pertenecen a la raíz latina (aqua
-ae) de las lenguas indoeuropeas; que en la
transformación de una palabra a lo largo del tiempo operan
ciertas leyes y reglas
gramaticales.
No darse cuenta de que un lenguaje
especializado, el filosófico por ejemplo, no se desarrolla
por artificio gongorino de epatar al sandio (excepto en casos de
radicalismo postmoderno y de autocomplacencia progresista
moderna) sino para construir, SI, CONSTRUIR, una serie de
CONCEPTOS, con los que APROPIARSE TEÓRICAMENTE LO REAL. Es
no darse cuenta de lo que ES la Filosofía ni de lo que
implica hacer Filosofía (y lo mismo valdrá para
la
ciencia).
Defendemos la postura del racionalismo
crítico cuando planteamos la necesidad de una
constante reconstrucción racional y, sin embargo, la
permanencia de, al menos, los criterios de precisión,
coherencia, competencia,
simplicidad y, en último término o segundo
lugar, productividad, eficacia
instrumental o éxito
pragmático, a la hora de discriminar entre reflexionar
bien y reflexionar mal. Esos criterios no son reductibles a
valores, la
coherencia o el principio de no-contradicción no es un
valor, sino un
principio general de la lógica y del razonamiento
(arché gnoseológico es el ser en cuanto idea
y arché ontológico es la materia como
sustancia),
sin el cual no es posible pensar, aunque sí el
charlatanear superficialmente con un vocabulario barroco que se
usa muy a la ligera y con total imprecisión.
Hay principios elementales no sólo del pensamiento en
general, que atraviesan todas las disciplinas, sino
también de la naturaleza en
particular, que ofrecen unos parámetros de discriminación entre lo verdadero y lo
falso cuya violación sólo puede generar literatura o verborrea. El
principio de universalidad indica que las leyes que puedan
considerarse como tales funcionan de la misma manera con independencia
del sujeto y el lugar, que los mismos resultados se producen bajo
las mismas condiciones. En la relatividad general Einstein
mostraba que la velocidad de
la luz (c en la
ecuación E=mc^2) es una constante de tales
características, invariable desde cualquier punto de
vista. El principio de causalidad indica que todo efecto tiene
una causa y que ésta debe venir antes que el efecto, y si
bien en la mecánica
cuántica se producen violaciones de tal principio, no
se producen jamás a nivel macroscópico. En los
sistemas muy
complejos se utiliza la estadística y la probabilidad para
estudiar no sólo como las leyes naturales afectan a cada
partícula sino también para el análisis del estado de la
totalidad del sistema.
También a partir del dominio de la
física elemental, tenemos que ningún
discurso que
haga caso omiso del principio de conservación de la
energía es de recibo. El principio dice que la materia y/o
la energía (son equivalentes: E=mc^2) no se crean ni se
destruyen a lo largo del tiempo sino que tan sólo se
transforman, cambian de forma, y su suma total siempre resulta la
misma, como es el caso de un sistema aislado. Con el anterior
tiene que ver el principio de entropía, el incremento o decrecimiento de
entropía se produce en el orden, información o energía disponible de
todo sistema. La ley dice que en
un sistema aislado la entropía se incrementa de manera
irreversible. Por otra parte es importante también indicar
que sólo la materia/energía produce la radiación,
la gravedad y las fuerzas mecánicas que afectan a otra
materia.
En filosofía sabemos que no puede violarse el
principio de no contradicción, pese a que la llamada
lógica borrosa haya avanzado respecto a la
posición clásica: "Por consiguiente, también
es natural que el que más sabe acerca de los entes en
cuanto entes pueda enunciar los más firmes principios de
todas las cosas. Y éste es el filósofo. Y el
principio más firme de todos es aquel acerca del cual es
imposible engañarse; es necesario, en efecto, que tal
principio sea el mejor conocido (pues el error se produce siempre
en las cosas que no se conocen) y no hipotético. Pues
aquel principio que necesariamente ha de poseer el que quiera
entender cualquiera de los entes no es una hipótesis, sino algo que necesariamente ha
de conocer el que quiera conocer cualquier cosa, y cuya
posesión es previa a todo conocimiento.
Así, pues, tal principio es evidentemente el más
firme de todos. Cuál sea éste, vamos a decirlo
ahora. Es imposible, en efecto, que un mismo atributo se
dé y no se dé simultáneamente en el mismo
sujeto y en un mismo sentido" (Aristóteles Metafísica IV, 3;
1005b10-21).
En ciencia
sabemos que es imposible la cuadratura del círculo con
regla y compás[ii],
así como el móvil perpetuo. El caso del
móvil perpetuo de segunda especie es un ejemplo de algo
que ignoramos e ignoraremos[iii],
pues resulta imposible. De ahí que los principios como el
de la termodinámica excluyan una serie de cosas
del ámbito de lo posible, delimitación que se lleva
a cabo por medio de un conocimiento solidario en su núcleo
fundamental con la filosofía y que nos lleva a no
quedarnos del todo a merced de la duda y a merced de la marea
ideológica.
EDUCACIÓN Y
ESTADO: LA DIFUSIÓN DE LA IDEOLOGÍA DOMINANTE Y LOS
POSIBLES LUGARES DE LA FILOSOFÍA EN LA SOCIEDAD
ACTUAL.
Son los medios de comunicación de masas, los
sucedáneos de la filosofía hoy en día
(Gustavo Bueno, QF, p.73[iv]),
quienes ocupan su lugar y su función,
configurando la opinión o juicios del pueblo; el periodismo y
la televisión[v],
difícilmente contrarestables desde una institución
cerrada sobre sí misma y, sin embargo, sin unidad alguna,
como es la Universidad. Institución alejada y cerrada a la
ciudadanía, la cual jamás participa
en ella, dada una estructura burocrático administrativa
dirigida a la matriculación de alumnos de determinadas
edades, destinados a formarse en doxografía para concurrir
laboralmente a la enseñanza en secundaria o, en el peor de
los casos, a la publicidad o a
recursos
humanos. Es la enseñanza secundaria, en competencia
desigual con los mass media, la encargada hoy en solitario
de la conformación de la subjetividad
ciudadana.
Resulta milagroso que entre ideologías pueda
llegar a brotar la crítica, casi podría decirse que la
filosofía surge en nuestra sociedad a pesar del Estado,
que un estudiante de filosofía puede llegar a hacer
filosofía a pesar de lo difícil que se lo pone la
Universidad, que un ciudadano puede llegar a pensar a pesar de lo
difícil que se lo pone la sociedad. La fiebre
doxográfica puede ser en lugar de una ayuda
propedéutica inestimable para el quehacer
filosófico, un impedimento. Gustavo Bueno lo deja ver con
la observación del carácter de parcialmente
"contraproducentes" (QF, p.71) que pueden tener hoy las instituciones
de enseñanza reglada y su gremio de enseñantes
profesionales a los efectos del surgimiento de la
filosofía entre los ciudadanos: "Solamente en el supuesto
de que la acción
de este gremio fuera contraproducente para la educación
filosófica cabría proponer su disolución…
o la reconversión del gremio en su conjunto" (QF, p.73),
supuesto que dice Bueno "parece gratuito" (Ibid.) pero que en
fiel coherencia con su postura y desarrollando sus planteamientos
llega a no parecer tan gratuito:
"La unidad de concepto
«profesores universitarios de filosofía de finales
del siglo XX», es fundamentalmente de estirpe
administrativa, lo que, lejos de excluir, implica, sin embargo,
un mínimum de patrones culturales comunes (como puedan
serlo: haber leído un mismo conjunto -cada vez menor- de
manuales,
citar de vez en cuando a Platón o
Wittgenstein y utilizar algunos términos
característicos identificadores del gremio tales como
«óntico», «silogismo»,
«trascendental»… Pero esta unidad gremial no
autorizaría a hablar de una «comunidad de
filósofos españoles», a la
manera que suele hablarse de una «comunidad
científica». Una comunidad supone un consenso,
aunque sea polémico, en torno a ciertos
métodos,
temática, principios, por parte de las personas que,…
constituyen la comunidad… Pero el «conjunto de profesores
univer-sitarios de filosofía» no sólo no
mantienen consenso alguno sobre métodos, temática,
o principios doctrinales, sino que sus miembros ni siquiera se
conocen (intelectualmente) entre sí, puesto que se ignoran
mutuamente, no se citan, ni se leen, ni se escuchan los unos a
los otros, absorbidos como están en su mayoría, en
leer, escuchar o citar a pensadores extranjeros". (Revista El
Basilisco Nº8, segunda época, primavera 1991:
Bueno, Gustavo «Sobre la filosofía del presente en
España», pág.60).
La palabra Política viene del
griego (polis = ciudad; polités = ciudadano;
politiká = aquello que hacen los ciudadanos) y
resulta un concepto mucho más amplio que el de Estado (en
griego: Politeia); es el Estado una
parte de la Política y no al revés. La
Política engloba a todo el tejido social o entramado
comunitario de una sociedad determinada, incluyendo las formas de
Estado que se puedan suceder en ella. Por eso Gustavo Bueno
acierta al señalar que "todo ciudadano puede ser
filósofo, y no de un modo espontáneo (por mera
respiración de la atmósfera en la que
está envuelta una sociedad democrática ya dada y,
por tanto, situada de algún modo en un nivel
histórico, lingüístico, determinado), sino por
modo de disciplina que esa misma sociedad
democrática le imponga" (QF, p.100). La disciplina, es
decir, la política. Debido a que el ciudadano griego
tenía que participar en las tareas de gobierno
(asamblea ateniense) o defenderse a sí mismo y acusar en
un juicio público, la formación de su juicio en
diálogo
con sus conciudadanos era una necesidad social. Como se
advertía ya en la Apología platónica:
"El mayor bien para un hombre es
precisamente éste, tener conversaciones cada día
acerca de la virtud y de los otros temas de los que vosotros me
habéis oído
dialogar… una vida sin examen no tiene objeto vivirla"
(Sócrates, Apología platónica 38a).
En Grecia, filosofar, desde el filosofar mundano hasta el
académico, se convirtió en necesidad social,
requisito indispensable para la ciudadanía: "Mi buen
amigo, siendo ateniense, de la ciudad más grande y
más prestigiosa en sabiduría y poder, ¿no te
averguenzas de preocuparte de cómo tendrás las
mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores, y, en
cambio no te
preocupas ni interesas por la inteligencia,
por la verdad y por cómo tu ser (psyché) va
a desarrollarse hasta lo mejor posible" (Sócrates,
Apología platónica, 29d-e). Todos los ciudadanos
contaban con los medios
necesarios para adquirir, al menos, una opinión
verdadera, con la que poder juzgar en la asamblea, el
tribunal o los certámenes trágicos y
atléticos.
Pero enseñar a pensar es imposible, como
decía Sócrates, no se puede enseñar sino a
lo sumo, ayudar a aprender, favorecer el desarrollo del
pensamiento propio y ajeno; la posición de Nietzsche a
este respecto es bastante clarificadora: "No hay
educadores. Como pensador éste no debería
hablar más que de la educación de
sí mismo. La educación de la juventud
dirigida por los demás es o una experiencia emprendida
acerca de algo desconocido e incognoscible, o una
nivelación por principio, para producir el ser
nuevo, cualquiera que éste sea, conforme a las costumbres
y a los usos reinantes; en ambos casos se trata de algo que es
indigno del pensador, es la obra de los padres y de pedagogos a
quienes un hombre leal y audaz llamó nuestros enemigos
naturales. Cuando, después de mucho tiempo, hemos sido
educados según las opiniones del mundo, acabamos un
día por descubrirnos a nosotros mismos: entonces comienza
la tarea del pensador; entonces es el momento de pedir su ayuda,
no como educador, sino como alguien que se ha educado a sí
mismo y tiene experiencia" (Nietzsche Humano demasiado humano
II. El viajero y su sombra, §267).
LA FILOSOFÍA
COMO BROTE ENTRE LAS CIENCIAS, QUE
A SU VEZ SURGEN ENTRE LAS IDEOLOGÍAS.
Sócrates no debatía con grotescos
ufólogos o expertos en fenómenos para-anormales,
como ha llegado a hacer Gustavo Bueno en los medios de
comunicación con el fin de inocular su quehacer
filosófico entre las ideologías y acercar la
racionalidad crítica, no a sus obtusos interlocutores, con
quienes renunciaba a dialogar, sino a la audiencia ciudadana
televidente capaz aún de razonar. Sócrates
debatía con ciudadanos como Protágoras,
Hipías, Ión, Alcibíades, Aristófanes,
Górgias, Teeteto, Menón, e interpelaba a todos los
capaces de razón, incluyendo al esclavo del último
citado, a los artesanos, comerciantes, poetas y políticos
como se señala en la Apología
platónica, pero ningún personaje de los
diálogos platónicos se asemejaba, ni remotamente, a
la imbecilidad de una Pitita Ridruejo, y eso que llegan a
aparecer personajes tan obtusos como el Hermógenes del
Crátilo o Eutidemo y Dionisidoro, sino que la
mayoría de ellos, ya estuviesen dedicados a alguna
profesión liberal, ya fuesen terratenientes, contaban con
unos saberes previos desde los que Sócrates ejercía
su quehacer mayéutico, saberes que no eran otros que las
ciencias y las técnicas,
eminentemente la geometría. Sin siquiera esa base racional
no era posible el diálogo, pero es que en Grecia
¡hasta un esclavo sabía geometría!. Suponer que la filosofía
brota de las ideologías, como hizo el marxismo
clásico, presupone saltarse el necesario suelo
científico desde el que se puede llegar a
dialogar.
En la historia de Occidente se
produjo en Grecia un paso del Mithos a la Scientia
(crecida con la techné) y de ésta a la
Filosofía, resumido por Nestle en paso del
Mithos al Lógos, esto es, de la Ideología a la Razón, con lo que se
olvida que entre ambos se sitúan las técnicas y las
ciencias, como cuñas racionales brotando dentro del
envoltorio ideológico que supura toda sociedad. Gustavo
Bueno es bastante explícito en este punto: "La
filosofía crítica, tal como la entendemos
aquí, aparece muy principalmente, como crítica a
las construcciones científicas categoriales, que son
construcciones cerradas dentro de su categoría; pero la
filosofía, por ocuparse de Ideas[vi]
que brotan a través de esas categorías, no
puede arrogarse una «categoría de
categorías» para sí misma, o una
categoría sui generis en función de la cual
pudiera definirse como ciencia. La filosofía no es una
ciencia, lo que no significa que deba dimitir {como
geometría de las Ideas} de los métodos
característicos del racionalismo.
Cuando hablamos de filosofía académica nos
referimos a este modo platónico de entender la
filosofía, más que al modo burocrático
universitario" (QF, p.37).
Con ello se pone de manifiesto que no es lo mismo
filósofo, que profesor de filosofía,
que aficionado a la filosofía, ya que el primero y
el último no tienen como condición de su
posibilidad que estar comprendido dentro del entramado estatal
burocrático universitario o pedagógico.
Pero las ciencias y la Filosofía son solidarias
en el sentido en que no se puede ejercer la segunda sin entrar en
familiaridad con las primeras. Si bien se diferencian en sus
procedimientos, en el experimentalismo y el cierre
-no clausura- de las primeras frente al teoreticismo y apertura
de la segunda; es el núcleo teorético de toda
ciencia, cerrado y particular, es decir, su estructura
Noetológica, lo que tiene en común con la
filosofía, en cuanto teoría general y abierta de
los principios de la razón material dialéctica. "4.
Las distancias que hay que establecer entre los procedimientos
científicos (tan diversos a su vez entre sí) y los
procedimientos filosóficos no impiden la sospecha, ni
excluyen el reconocimiento, de una «afinidad de
principio», fundada en la razón, entre el saber
científico y el saber filosófico" (QF, p.104). Las
ciencias y la filosofía conforman el "racionalismo
crítico" porque "piden una validez para todos los hombres
y para todas las culturas" (QF, p.36) contrarrestando tanto a las
ideologías como a esa concreta ideología que
conocemos como relativismo cultural.
Lo esencial para que haya tanto ciencias como
filosofía es su común sustrato en una
"«Lógica material dialéctica»" (QF,
p.105), que iría más allá del proyecto
gnoseológico de una teoría general de la ciencia,
al buscar "englobar tanto a las formas de proceder de la
razón científica como a las formas de proceder de
la razón filosófica. El análisis de los
procedimientos más generales de la razón
dialéctica" (Ibid.), lo que desde Platón se conoce
como Ontología (o Metafísica
dentro de la tradición filosófica), la
Lógica o principios del razonamiento en general, es
decir, la Lógica del ser (onto-lógos), tan
denostada por los seguidores de los autores llamados
postmodernos; lógica que se materializa al concretar bajo
la Idea del ser en general, cualquier ente o Ideas que las
ciencias proporcionen para la reflexión: por eso la
"filosofía es «enfrentamiento con las Ideas y con
las relaciones sistemáticas entre las mismas»" (QF,
p.38) y lo demás es opinión, cháchara
ideológica, aunque pueda haber opinión
verdadera, que no será sabiduría pero tampoco
ignorancia.
La filosofía (saber de segundo grado) surge en
todo el entramado social, a partir no ya de las
ideologías, como afirma el marxismo vulgar, sino de las
ciencias (saberes primarios), tanto de sus conmensurabilidades
como de sus inconmensurabilidades: "Y, en la medida en que todos
estos «saberes primarios» solo pueden conformarse
socialmente y, por tanto, políticamente, habrá que
reconocer que los diversos tipos de estructura política
(según el nivel histórico o social) y, por tanto,
de saber político, habrán de estar moldeando de un
modo profundo la posibilidad misma de la conciencia
filosófica. Otra cosa es determinar —desde la
heterogeneidad de las diferentes estructuras
políticas— si hay algún tipo
de estructura política que facilite, más que otras,
la constitución de la conciencia filosófica (o, lo
que es equivalente, si hay algún tipo de estructura
política que bloquee la posibilidad de una conciencia
filosófica —no ya la expresión pública
de la misma—)" (QF, p.89). "La filosofía tiende a
desbordar todo gremio. Rechazadas estas alternativas, la
única que se mantendría como alternativa plausible
sería la que se propusiera como objetivo
lograr que un conjunto «disperso» de ciudadanos, de
profesiones múltiples, no vinculados entre sí
gremial o institucionalmente, y con una «masa
crítica» (¿medio millón? para
España, ¿un millón?) suficiente, pueda
ejercer una influencia social efectiva. Este
«conjunto» o «Tribunal Supremo disperso»
podría comenzar a desempeñar, de hecho, la
función de un órgano insustituible en una sociedad
avanzada, un órgano que ejercería, entre otras
cosas, el papel de filtro de los millares de juicios individuales
gratuitos e infundados que pululan en una sociedad en la que ese
órgano no actúa, juicios venales que, sin embargo,
son compatibles con los de un publicista, un periodista, un
«intelectual libre» (no orgánico), &c.,
que ha alcanzado la función de «formador de la
opinión
pública», careciendo de toda capacidad de
formular juicios filosóficos fundados a la altura del
presente. En España, en nuestro presente, la
educación filosófica es universal a todos los
ciudadanos, a menos desde un punto de vista legal; sin embargo la
presencia de hecho de una filosofía crítica puede
considerarse como prácticamente nula. ¿No debe ser
esto uno de los principales motivos de reflexión
autocrítica para el cuerpo de funcionarios del Estado a
quienes se les ha encomendado la educación
filosófica de la Nación?" (QF, p.78; pág.71: La
filosofía estará presente en la sociedad
"según la proporción de ciudadanos (¿un 5%
un 50%?) capaces de argumentar sus juicios sobre ideas comunes
incorporando los argumentos de los rivales"; pág.77: luego
no se trata de la República de los Sócrates
ya que "no sería necesario… que «todo el
pueblo» estuviese al tanto de las obras de los
filósofos. Sería, en cambio, necesario que una
minoría suficiente del cuerpo social (¿el uno por
cien mil? ¿el uno por millón?) fuese capaz de
constituir un público disperso, pero bastante, para que la
crítica estrictamente filosófica pudiese
desempeñar, en el conjunto del saber, el papel social que
virtualmente puede corresponderle").
LOS CIUDADANOS CON
JUICIO CRÍTICO: ¡ES ENTRE LOS CIUDADANOS
CRÍTICOS QUE BROTAN NUEVOS CIUDADANOS
CRÍTICOS!
Para entender el entorno de la Filosofía y del
filósofo y poder ubicarlos en su lugar social, hay que
realizar una serie de diferenciaciones entre los siguientes
términos: 1) Filosofía y
filósofo, quien lleva a cabo la actividad
contemplativa (theorein) consistente en conocer el mundo a
través del entrelazamiento de las ideas que brotan de los
distintos campos categoriales en un sistema coherente con los
principios generales de la Lógica, ése es el
filósofo, el que hace filosofía (lo que Gustavo
Bueno denomina filosofía académica o
dialéctica y que pese a la denominación no hay
que confundir con la universitaria): "se trata de elegir
auxiliados desde luego por las ciencias históricas y
políticas, entre hacer filosofía vulgar
(mundana) casi siempre ingenua y mala, o hacer teoría
académica, no por ello necesariamente excelente (y
entendemos aquí por filosofía académica no
ya tanto la filosofía universitaria, cuanto la
filosofía dialéctica, cuyos métodos fueron
ejercitados y representados por primera vez en la Academia de
Platón)" (Gustavo Bueno, España frente a
Europa, pág.10). 2) a) Los ciudadanos
ilustrados, quienes estudian e investigan tanto en las
disciplinas científicas como en las humanísticas a
fin de formar su juicio crítico, no con el objetivo de
especializarse en una única área desdeñando
todas las demás, capaces de entrelazar ideas pero sin
preocuparse por sistematizarlas en un todo coherente o
filosofía (lo que les convertiría en
filósofos académicos o dialécticos). Y
b) Profesionales del estudio y la
investigación especializada, ya profesores de
filosofía que desempeñen tareas de
investigación (lo que Gustavo Bueno llama
filosofía universitaria), ya profesionales de
cualquier área (medicina,
física,
matemáticas, ingeniería, económicas, historia,
arte, etc,
etc), capaces de manejar las ideas de, al menos, un campo
categorial; 3) ciudadanos con juicio crítico
simple u opinión verdadera, lo que Gustavo
Bueno llama filosofía mundana o vulgar, donde
estarían los aficionados; y, por último,
4) el ciudadano alienado por las ideologías
dominantes y por la esclavitud
laboral, donde
estaría el televidente, futbolero y cervecero, lector del
As o del Hola.
Esta analítica de la tipología ciudadana,
a los efectos de su situación respecto a la racionalidad,
de nuestras sociedades
contemporáneas, no supone ningún idealismo,
sino más bien un cuidadoso materialismo, perfectamente
adscribible al de Gustavo Bueno. Cierto que el camino real del
aprendizaje y
del conocimiento tanto ontogenética como
filogenéticamente, va de la experiencia a la
filosofía (progresus), para luego retornar desde la
filosofía hasta la experiencia (regresus), en un ciclo de
feedback o retroalimentación constante. Pero
aquí no estamos haciendo un análisis
diacrónico o historiográfico sino analizando por
separado y de forma sincrónica la tipología
ciudadana, de manera que obviamos el hecho de que todo
filósofo fue en algún momento de su existencia un
bebé que sólo sabía balbucear.
1) Respecto a la Filosofía y los
filósofos téngase en cuenta lo ya dicho en el
apartado anterior. Los que hacen filosofía, (esos son los
filósofos), son en realidad muy pocos, aquellos que, desde
cualquier área, sin necesidad de que hayan estudiado nunca
la Historia de la
Filosofía, despliegan un pensamiento teórico y
sistemático propio, omniabarcante:
"Mencionaré en primer lugar la tarea general que
tengo que resolver para mí mismo, si pretendo llamarme
filósofo. Me refiero a una crítica de la
razón. Una crítica de la razón
lógica, y de la razón práctica, y de la
razón estimativa. Sin dilucidar, en rasgos generales, el
sentido, la esencia, los métodos, los puntos de vista
capitales de una crítica de la razón; sin haber
pensado, esbozado, averiguado y demostrado un bosquejo general de
ella, yo en verdad no puedo vivir sinceramente. Bastante he
probado los suplicios de la oscuridad, de la duda que vacila de
acá para allá. Tengo que llegar a íntima
firmeza. Sé que se trata de algo grande, inmenso;
sé que grandes genios han fracasado en la empresa. Y si
quisiera compararme con ellos, tendría que desesperar de
antemano" (Apunte de un diario de Husserl correspondiente al
25 de septiembre de 1906).
No abundan los casos de grandes filósofos con muy
poca formación historiográfica como Wittgenstein
("No aduzco fuentes: me es
indiferente si lo que he pensado ha sido o no pensado antes por
otro" Tractatus Logico-Philosophicus,
Prólogo), que la tenía científica, o
Althusser y Kierkegaard, que la tenían política y
teológica respectivamente, aunque son posibles. Y si bien
el
conocimiento de los textos de los grandes filósofos
puede favorecer y ayudar a la actividad filosófica
(indispensables en la erudita o doxográfica), -así
como el que quiere pintar intenta emular a Velázquez- no
parecen indispensables para que se produzca: ¿con
qué historiografía filosófica contaban los
presocráticos? ¡Con ninguna! ¿Y
Platón? ¡Con muy poca! Con lo que sí contaban
es con una serie de técnicas, con ciencias y con un
determinado entramado político y social que, secularizado,
ofreció un entorno indiscutiblemente favorable a la
filosofía, la polis, tan apropiada para ésta
como dotada de ciudadanos críticos.
También era Nietzsche consciente del destino
funesto que podían recibir sus escritos. Demasiado
familiarizado estaba con las tergiversaciones y utilizaciones
interesadas de las obras de los grandes pensadores de la
humanidad gracias a su formación como filólogo,
como se refleja en una Carta a su hermana (Venecia,
mediados de junio de 1884): "¡Quién sabe
cuántas generaciones habrán de pasar para producir
algunos hombres que puedan sentir en toda su profundidad lo que
he hecho! E incluso así, me causa espanto la idea de que
gentes, sin título para ello y totalmente inadecuadas, se
apoyarán en mi autoridad.
Éste es, sin embargo, el tormento de todo gran maestro de
la humanidad: saber que, en determinadas circunstancias y por
ciertos accidentes,
puede convertirse tanto en fatalidad como en bendición
para ella".
Por eso Heidegger se tomaba muy en serio el pasaje de
El Crepúsculo de los Idolos que se encuentra en la
sección titulada: «Cómo el "mundo verdadero"
se convirtió finalmente en fábula. Historia de un
error», (donde Nietzsche concentra y divide la historia de
la filosofía en seis etapas fundamentales);
remitiéndonos a confrontar lo que nos dice al
respecto con otros pasajes, los de La voluntad de poder
§567 y §568[vii]
de 1888, junto a Más allá del bien y del
mal §213, afín de contextualizar el primer pasaje
en la obra de Nietzsche y para que podamos captar y hacernos
cargo de "lo que está en juego"
(Heidegger Nietzsche I. «La inversión del platonismo», p.192.
Cfr. p.433ss y p.493ss. Editorial Destino. Barcelona
2000).
"Nietzsche, a pesar de su voluntad de cambio, conservaba
un saber lúcido de lo acontecido previamente. Cuanto
más preciso y simple sea el modo en el que se reconduce la
historia del pensamiento occidental a sus pocos pasos esenciales
desde un preguntar decisivo, tanto más crece su fuerza
anticipadora y vinculante, especialmente si se trata de
superarla. Quien cree que el pensar filosófico puede
deshacerse de esa historia con una simple decisión, se
encontrará sin advertirlo golpeado por ella misma, con un
golpe del que nunca podrá recuperarse, porque es el golpe
de la ceguera. Ésta cree ser original cuando no hace
más que repetir lo recibido y mezclar interpretaciones
heredadas para formar algo pretendidamente nuevo. Cuanto mayor
tenga que ser un cambio, tanto más profundamente
partirá de su historia".
(Heidegger Nietzsche I. «La
inversión del platonismo», p.191-192. Editorial
Destino. Barcelona 2000).
Y yendo al §213 de Más allá del
bien y del mal nos encontramos que comienza con las
siguientes palabras: "Lo que un filósofo es, eso resulta
difícil de aprender, pues no se puede enseñar: hay
que saberlo, por experiencia, o se debe tener el orgullo de no
saberlo". Pertenece a la sección sexta del libro
mencionado, la titulada: "Nosotros los doctos" y lo que esta
en juego no es nada más y nada menos que la existencia
de filosofía y del filósofo mismos en el mundo
moderno.
2) Aquí distinguimos entre los
ciudadanos ilustrados y los profesionales de un área
de investigación. Los primeros serán ciudadanos
críticos ya que eso es algo que viene incluido con la
ilustración, pero los segundos, aunque puedan ser
auténticos genios en un área determinada, pueden
estar tan ideologizados en todas las demás (e incluso en
la que representa su especialidad) que no se les pueda considerar
como críticos en absoluto.
Entre los miembros del tipo que planteamos en este punto
destacan, a juicio de Gustavo Bueno, los dedicados a las Ciencias
Positivas, mientras que a juicio del marxismo vulgar, destacan
los dedicados a las Humanidades. Y nosotros estamos de acuerdo
con el marxismo vulgar clásico en la tesis de que
las humanidades pueden ayudar a proporcionar a quien las cultiva
capacidad crítica, así como estamos de
acuerdo con Bueno en que dicha capacidad puede adquirirse a
partir de las ciencias positivas, pero discrepamos de ambos al
identificar la filosofía con la crítica y el ser
filósofo con el ser ciudadano crítico o profesional
de las humanidades. Ciertamente las obras filosóficas o el
contacto discursivo con un filósofo pueden ayudar al
desarrollo de la conciencia crítica, pero si bien
necesaria, ésta no es suficiente para lograr llegar a
hacer Filosofía y ser, por tanto, filosofo en el sentido
sistemático de la palabra.
El problema reside en que hoy en día se admite
sin discusión la escisión decimonónica entre
ciencias del espíritu o humanidades y ciencias
naturales o positivas, así como la división del
trabajo en
intelectual y manual. Pero
dicha distinción no es más que institucional y
aunque admitamos, con Bueno, que las primeras no han llegado a
ser cierres categoriales y las segundas sí, para tener un
criterio de discriminación; dicho criterio no explica
suficientemente la escisión institucional, cuyas
determinaciones no vienen comandadas por la naturaleza de los
materiales de
estudio sino por la naturaleza de las necesidades del mercado. De
manera que una de las maneras en que la educación puede
hacer frente al mercado es proporcionando una formación
integral o humanística, siguiendo la tradición
renacentista que se remonta a su vez a la Grecia
clásica.
En su primer sentido, humanismo es la
atmósfera intelectual emanada del interés
renacentista por las investigaciones
terrenales. Así, el humanismo
renacentista vendría a rescatar la opción
socrática del quehacer filosófico centrado en la
polis. El humanista del Renacimiento es
aquel que se ocupa de las cosas humanas (ciencias y letras)
frente al teólogo medieval, ocupado con las cosas
sobrenaturales (teología escolástica). No hay que
confundir el sentido que la acepción humanidades tuvo para
los humanistas del Renacimiento, tan científicos como
letrados, con la doctrina filosófico-ideológica
humanista del siglo XX, a la que se enfrentó el
antihumanismo de Althusser o Foucault. La
acepción original de humanista es la que remite a aquellos
que ya han recibido la propedéutica indispensable para el
cultivo de la filosofía, lo que no significa que lleguen
necesariamente a dar ese salto; el humanista es quien
está formado tanto en las ciencias como en las letras,
apelativo que aún llegó a identificarse con
ilustrado en los siglos XVII y XVIII, ya que la
mayoría de los máximos representantes de la
Ilustración, como Voltaire por
ejemplo, estaban tan versados en las ciencias como en las
letras.
3) El ciudadano con juicio crítico
simple no se identifica con los antedichos y bien puede
surgir con independencia de ellos.
Las ciencias surgen entre las ideologías y la
filosofía entre las ciencias, pues si nos fijamos en el
proceso del
conocimiento en Platón, no puede pasarse desde el grado
ínfimo (la eikasía o primer grado de la
dóxa) hasta la dianoia y la noesis o
grados supremos y propiamente filosóficos
(episteme), sin pasar por los momentos
intermedios[viii].
Nadie diría que la eikasía (ver el
televisor) es filosofar, aunque sea ya un primer grado
ínfimo de movimiento
neuronal en el cerebro.
TEORÍA DE LAS IDEAS DE
PLATÓN:
-Idea del Bien-
Ideas | Conocimiento Inteligencia (nóesis, | ||
Mundo Inteligible | Números | Conocimiento discursivo (dianoia) Matemáticas | Ciencia (episteme) |
——————————— | ——————————– | ——————————– | ——————————— |
Mundo sensible (lo visible) | Objetos físicos (naturales y | Opinión (pistis) | Opinión (doxa) |
simple apariencia (imágenes) | imaginación o conjetura (eikasía) |
Realidad
Conocimiento
La opinión verdadera (alethés
dóxa) es el grado mínimo que tiene que alcanzar
el ciudadano crítico de una sociedad democrática
para que ésta pueda llevar tal nombre, el nivel que
Platón denominaba "opinión verdadera" (Cfr.
Menón 97e-98a; Teeteto 187b-201c;
Timeo 51d-52a; Político 278a-c; y
Aristóteles Política 1277b, y cfr.1282a,
pues: "la virtud del buen ciudadano ha de estar al alcance de
todos" 1277a) será el justo medio entre dos extremos.
Entre la ignorancia y la sabiduría habrá un punto
medio y aunque los grados entre ambas sean en principio
infinitos, se podrá demostrar el que Aquiles sea alcanzado
por la tortuga mediante un calculo de límites.
De los teóricos (filósofos) beben tanto
los ciudadanos ilustrados como los profesionales, pero el
ciudadano con juicio crítico puede beber o no beber
de los teóricos, estaría en ese nivel que
Platón denominaba "opinión verdadera", para
el cual no es de ninguna manera indispensable el contacto con la
filosofía teorética, aunque sí suelen haber
tenido contacto con los profesionales o ilustrados durante
algún período de su vida. Médicos, abogados,
conductores de autobús, parados, fontaneros, albañiles, terroristas, políticos o
cualesquiera otros profesionales o ciudadanos, no sólo en
el ámbito profesional sino en todo el espacio
público, pueden haber adquirido un juicio
crítico simple y pertenecer a esta categoría,
ya que no por el hecho de tener una licenciatura en algo se
dominan las ideas de su campo categorial. Muchos ciudadanos,
incluso habrán podido llegar a desarrollar un juicio
crítico sin necesidad de pasar por ninguna
institución de enseñanza, sino aprendiendo de la
experiencia en la vida y de los demás ciudadanos que le
rodean, dedicando su ocio al aprendizaje a través del
diálogo y mediante el intercambio con sus
conciudadanos.
"El hombre no
es un ser que pueda vivir exclusivamente para comer, beber y
dormir. Satisfechas las necesidades materiales, se
presentarán con más ardor las necesidades a las
cuales puede atribuírseles un carácter
artístico (…). Vemos que el trabajador, obligado a
luchar penosamente para vivir, se ve reducido a no conocer nunca
esos altos goces de la ciencia, sobre todo del descubrimiento
científico y de la creación artística. Para
asegurar a todo el mundo esos goces, reservados hoy al menor
número, para dejarle tiempo y posibilidad de desarrollar
sus capacidades intelectuales,
la revolución tiene que garantizar a cada uno
el pan cotidiano. Tiempo libre después del pan: he
aquí el supremo propósito que constituye nuestro
objetivo" (Kropotkin La conquista del pan. Editorial
Zero-Zyx. Madrid 1973. Las necesidades de lujo I,
p.80).
En principio, alcanzar este grado no parece muy
difícil, pero si planteamos algunas de las dificultades
que lo impiden su consecución o que la pervierten ya no
nos parecerá tan clara. Todos los elementos ideologizantes
de la sociedad laboran contra la ciudadanía
crítica, las deficiencias en las necesidades materiales
básicas de la existencia (higiene, comida,
vivienda, formación y ocio), así como el trabajo
intensivo y extenuante, y el consumo
conspicuo u ocio adictivo también laboran en su contra.
Por eso el porcentaje de ciudadanos críticos en los
diversos Estados es tan pequeño, porque determinados
requisitos mínimos indispensables se incumplen
flagrantemente o son simplemente inexistentes y porque demasiadas
fuerzas e individuos laboran intencionadamente en su
contra.
4) El ciudadano alienado por las
ideologías dominantes, incapaz de una crítica
racional, es hoy la especie más abundante del planeta. Ya
no importa el lugar social en el que se encuentra el individuo,
proporcionalmente hay tantos alienados entre los ricos como entre
los pobres, si bien los primeros son del tipo de los que se creen
libres sin serlo y merecen mayor reprobación, ya que no
sólo desaprovechan las oportunidades del bienestar
material sino que acumulan con tal exceso que acaparan lo que le
falta a los otros, impulsados por lo que Platón
llamó alma apetitiva
que domina en ellos por encima del alma racional. El debate actual
entre neoliberales y socialdemócratas parte de la
concesión de la premisa anterior a los primeros por parte
de los segundos y resulta urgente replantear y repensar las
alternativas a la idea de que lo que llamó Platón
el alma apetitiva (epithymia), (junto a la
irascible (thymos) puesta a su servicio en
lugar de al de la razón), alternativas a la idea de que
las pasiones son lo que domina y gobierna esencialmente en el ser
humano. El alma racional (lógos
psyché), lo racional del alma (tó logistikon
tês psychés; Rep.IV, 439d), la Razón,
yace hoy sumida en el olvido, desprestigiada cuando no condenada
como el mayor de los males: "Y estas dos especies, criadas de ese
modo y tras haber aprendido lo suyo y haber sido educadas
verdaderamente, gobernarán sobre lo apetitivo
(epithymia), que es lo que más abunda en cada alma
y que es, por naturaleza insaciable y ávido de riquezas. Y
debe vigilarse esta especie apetitiva, para que no suceda que,
por colmarse de los denominados placeres relativos al cuerpo,
crezca y se fortalezca, dejando de hacer lo suyo e intentando,
antes bien, esclavizar y gobernar aquellas cosas que no
corresponden a su clase y
trastorne por completo la vida de todos"
(Rep.IV,442a-b).
En los llamados países del Tercer Mundo la
ciudadanía crítica no se alcanza debido
principalemente a la pobreza, la
violencia, la
carestía de lo más mínimo, la
televisión y la explotación, en los llamados
países desarrollados a causa de la riqueza, la avaricia,
la abundancia consumista, la televisión
y la explotación. En ambos mundos a causa, también,
de la desposesión del poder político por parte de
los ciudadanos, que siempre son gobernados, ya por una
oligarquía burguesa, por profesionales de la
explotación (banqueros y empresarios) y profesionales de
la demagogia (políticos electos), dirigentes de una
sociedad a la que nos empeñamos en llamar democracia
representativa; ya por una dictadura o
teocracia.
LA
EDUCACIÓN GRIEGA: LA PAIDEIA EN UN PUEBLO DONDE
ABUNDABAN LOS FILÓSOFOS.
"Platón aprendió rápidamente lo que
formaba la instrucción de un niño ateniense de
buena familia. No se
sintió en modo alguno constreñido por ella. En
República (II,376e) nos dice que es difícil
mejorar la educación que hemos heredado tradicionalmente
en sus dos aspectos de música para el alma y
gimnasia para
el cuerpo. La música para los griegos tenía,
además de su sentido propio, otro más extenso, en
el que se engloban no sólo el arte del canto y los
instrumentos, sino toda la educación artística, y
aún literaria y científica en general, presidida
como estaba, por las Musas" (Tovar, Antonio Un libro sobre
Platón. 2ª ed. Madrid : Espasa-Calpe, 1973.
Colección Austral. Cap.III, p.24). Las nueve Musas
según la lista más extendida eran: Urania (la
astronomía); Clio (la historia); Talia (la
comedia); Melpómene (la tragedia); Terpsícore (la
danza);
Euterpe (la flauta); Erato (la lírica coral); Polimnia (la
pantomima) y Calíope (la épica). Resumen dichas
nueve disciplinas las áreas de investigación en
Grecia y en Heródoto se antepone el nombre de cada una de
ellas a cada uno de sus Nueve Libros de la
Historia.
El caso de la práctica de la gimnasia y de la
música tiene una clara separación entre su
ejercicio con ánimo de lucro, con vistas a la profesionalización (epi
téchne) propia del atleta o de quien quiera
convertirse en maestro de gimnasia o en músico profesional
y el ejercicio sin ánimo de lucro y con vistas a la
formación (epi paideia) propia del hombre libre que
quiera desarrollarse física y armónicamente con
salud y vigor.
Por eso el joven Hipócrates ansioso de acudir a las
enseñanzas de Protágoras se averguenza cuando
Sócrates le pregunta si su intención de aprender
del sofista tiene como finalidad la de convertirse él
mismo en sofista. "SOC: ¿no te avergonzarías de
presentarte a los griegos como sofista?"
(Protágoras 312a). Ante lo cual responde el
muchacho: "HIP: Sí, ¡por Zeus!, Sócrates, si
tengo que decir lo que pienso" (Ibid. 312a). Porque un muchacho
noble y libre de Atenas no acude a un sofista para
profesionalizarse como sofista y desempeñar en el futuro
tan modesta ocupación, sino para formarse como hombre y
ciudadano, cosa que promete Protágoras al decir que en su
compañía se hará mejor cada
día.
"SOC: Pero tal vez, Hipócrates, opinas que tu
aprendizaje de Protágoras no será de ese tipo, sino
más bien como el recibido del maestro de letras, o del
citarista, o del profesor de
gimnasia, de quienes tu aprendiste lo relativo a su arte, no para
hacerte profesional (epi téchne), sino con vistas a
tu educación (epi paideia), como conviene a un
particular y a un hombre libre" (Protágoras
312a-b). Hipócrates asiente, Sócrates ha sabido
definir perfectamente lo que el muchacho va buscando de
Protágoras, aliviando la inquietud que le había
provocado con anterioridad, al dar la respuesta que el joven,
confuso, no acertaba a expresar. Protágoras ante las
insistentes preguntas de Sócrates sobre los beneficios que
recibirá Hipócrates al seguir sus
enseñanzas, responderá que progresará hacia
lo mejor (tò Béltion épididomai) y
que se hará mejor (Protágoras 318a-c). Y
cuando se le preguntá en qué se hará mejor
la respuesta de Protágoras queda sintetizada en
éstas palabras de su interlocutor: "SOC: hablas del arte
de la política (tén politikén
téchnen) y te ofreces a hacer a los hombres buenos
ciudadanos (poiein ándras ágathous politas)"
(Ibid.319a). Pretensión de la que Sócrates
considera incapaz al sofista, lo que lleva a este a admitir que
los ciudadanos se enseñan los unos a los otros y lo que
llevará a Platón a plantearla desde la
filosofía.
Frente a la educación que se considera que se
obtiene del médico o el escultor en la Grecia
clásica, contrasta la que se obtiene a través del
maestro de letras, el citarista o el profesor de gimnasia. El
aprendiz de zapatero pretende adquirir una enseñanza
profesional, mientras que los ciudadanos libres y con recursos, al
acudir a los maestros, no lo hacen con vistas a aprender una
profesión que les reporte un salario del cual
vivir sino a adquirir una formación variada e integral.
Para esto último, con vistas a la formación
integral del ciudadano, Platón recomendará el
cultivo general no profesionalizado de algunos de los relatos
tradicionales (mythos) especialmente seleccionados
(Rep.II,377a-c), de la gimnasia y de la música (Rep.III,
410b), luego de la filosofía (Rep.VI, 497a); y para
los que destaquen en ésta, propone el estudio, ya con
mayor detenimiento, pero no con vistas a la
profesionalización sino a la realización de las
tareas de gobierno y enseñanza, de la matemática
(Rep.VII, 522c-530d) y de la dialéctica (Rep.VII,
531d).
En la Grecia clásica, donde los jóvenes
selectos filosofaban en la juventud, también estuvo mal
visto el continuar con la reflexión posteriormente a la
adolescencia,
como le indica Calicles a Sócrates: "Ciertamente,
Sócrates, la filosofía tiene su encanto si se toma
moderadamente en la juventud; pero si se insiste en ella
más de lo conveniente es la perdición de los
hombres. Por bien dotada que esté una persona, si sigue
filosofando después de la juventud, necesariamente se hace
inexperta en todo lo que es preciso que conozca el que tiene el
propósito de ser un hombre esclarecido y bien considerado
(Gorgias 484c-d)… Está muy bien ocuparse de la
filosofía en la medida en que sirve para la
educación, y no es desdoro filosofar mientras se es joven;
pero, si cuando uno es ya hombre de edad aún filosofa, el
hecho resulta ridículo, Sócrates (Ibid.485a)". El
joven griego cultivaba la filosofía para luego pasar a la
política y valerse como gestor de la ciudad, el milagro
griego está constituido de un amor al saber
y al desarrollo de todas las capacidades humanas para lograr ser
mejor, que se confunde a menudo con un medio de medrar en la
sociedad y especializarse en la división del trabajo. El
sofista que piensa que el mejor es el que consigue el
éxito social no entiende a los personajes como
Sócrates, estudiantes eternos de filosofía, que le
resultan ridículos al no emplear el aprendizaje en
la adquisición de riquezas, gloria y poder. Pero lo que
resultan tales sujetos es una amenaza para el demagogo y una
denuncia constante de las hipocresías de las que se
alimenta lo más ruin de la ciudad. Por eso se les acaba
matando.
No obstante, dada la actuación socrática
con los jóvenes atenienses, o debido a los resultados de
la misma (como es el caso de Alcibíades), su
discípulo Platón (Rep.VII, 537a ss),
recomendará no empezar a filosofar hasta los 30
años por quienes tengan ya bases sólidas en otras
disciplinas de estudio y muestren aptitudes para la
reflexión. La gimnasia, la música, determinada
poesía
y las matemáticas, se recomiendan como la base educativa
general, que, cultivadas de por vida, proporcionarían
orden y armonía al estudiante; a partir de los 30
años empezaría el camino de la filosofía
cuando, se dedicarían 5 años a la
dialéctica, después, 15 años de
práxis dedicados a la política, para finalizar a
los 50 años acometiendo la labor de gobernar, educar y
filosofar, excluido de la posesión de la propiedad
privada (comunismo
platónico).
Veamos ahora, sucintamente, la formación de
Stuart Mill cuya comparación con la de cualquiera de
nosotros provoca sonrojo. Su educación hasta la
adolescencia estuvo a cargo de su padre, James Mill, quien le
sometió a un rígido programa de
estudio, ya que pensaba que todo lo que pudiera ser un hombre se
debía a la educación. Se pasaban el día en
el despacho paterno, el niño estudiando a su lado y con la
licencia de preguntar cuantas cosas no comprendiese. John Stuart
nos cuenta en su Autobiografía como se
desarrolló su educación primaria y secundaria, bajo
la supervisión y la dirección paterna: empezó a estudiar
griego a los tres años aprendiéndome de memoria lo que mi
padre llamaba vocablos, que eran una lista de palabras griegas
con su significado en inglés
y las cuales él me escribía en tarjetas. El
estudio del latín no lo comenzó hasta los siete
años, edad a la que leyó seis diálogos de
Platón, aunque afirma que no comprendió bien el
Teeteto; al mismo tiempo, aprendía
aritmética y una gran cantidad de historia. Pocas veces se
le consentía la lectura de
libros de entretenimiento, como Robinson Crusoe, del que
dice que le deleitó toda la infancia.
Después de los ocho años John no solo tenía
que aprender sino que enseñar también a sus
hermanos menores. En esa época se dedicaba ya a la
lectura de la
Ilíada y la Odisea, de tragedias de Esquilo,
Sófocles y Eurípides, de los mejores autores
latinos, de una gran cantidad de historia y del estudio minucioso
del gobierno romano. Antes de los doce años llegó a
dominar el álgebra,
la geometría, el cálculo
diferencial y algunas otras ramas de las matemáticas
superiores. Su mayor entretenimiento por entonces era leer libros
donde se relataban ejercicios de ciencia experimental. A los doce
años comenzó a estudiar lógica. Leyó
todo lo que Aristóteles había escrito sobre el
tema, a varios escolásticos y a Hobbes. Todo
ello con un único profesor, su padre, y en contacto con
los eminentes amigos de éste, como era J.Bentham. En las
horas de descanso paseaba con su padre y discutían. Al
cumplir los catorce años se juzgó que el muchacho
había llegado al momento de ver algo del mundo y se le
envió al extranjero durante un año. A su regreso
comenzaría sus estudios fuera de casa. En su
Autobiografía, se nos cuenta por tanto el proceso
de educación al que el filósofo fue sometido por su
padre y también al que se autosometió él
después a sí mismo, por eso el capítulo III
se titula: Última etapa de educación y primera
de autoeducación, la cual, se nos dice, que
consistía en: 1) "escribir más y leer menos" y 2)
en "diálogos con otros hombres instruidos".
Y si alguien indica que es imposible otorgar esa
formación a todos los hombres entonces que no sea
hipócrita y que reconozca que sigue vigente la esclavitud,
y que no nos reproche el negarnos a colaborar con ella. Nosotros
pensamos que el primer Estado de Platón
sería viable, sin necesidad de suprimir las artes, la
ciencia y la literatura convirtiéndolo en un Estado de
cerdos (cfr.Rep.II,372d). Bastaría con que trabajase
cada ser humano tres horas al día para proveer a las
necesidades con tal de que se eliminase la producción y el consumo superfluos y se
mantuviese tan sólo lo nutritivo para el cuerpo y lo
nutritivo para el espíritu, repartiendo por igual entre
todos los hombres los enormes dividendos de los productos de
la naturaleza, de la ciencia y de la tecnología que hoy
han alcanzado cotas impresionantes.
La formación más el ocio es lo
necesario para una filosofía crítica potente
dispersa entre la ciudadanía, para que la Ley surja de la
democracia real representada por un Tribunal popular disperso en
todo el tejido social. Sin formación, el ocio se torna
consumo conspicuo, televisión, fútbol y alcoholemia,
opio del pueblo; más para quien alcanza formación
política, violando todos los programas
estatales destinados a impedirlo (y para eso no basta hoy por hoy
con una licenciatura en filosofía) el ocio es fundamental
para desempeñar el papel de ciudadano
crítico.
La igualdad económica colectiva (no otra)
es conditio sine qua non de la libertad
colectiva. Para conseguir la libertad colectiva
habría que reducir la jornada laboral a tres horas al
día (15 semanales), o menos, dependiendo de la
función a desempeñar, y proporcionar a todo ser
humano la renta que le corresponde por el mero hecho de nacer, el
porcentaje que le corresponde de la riqueza que produce la
ciencia, la tecnología o la tierra.
Así sería compatible el trabajo forzado y el
trabajo libre, no tendrían que inmolarse muchos para que
pudieran vivir unos pocos, y la verdadera democracia, la
participación directa de todos los ciudadanos en la
asamblea ejecutiva y en la asamblea judicial, como la hubo en la
Atenas de Pericles, podría realizarse también
generalizadamente.
Quien, como Aristóteles hiciera con las de la
antigüedad, se moleste en hacer un estudio comparado de las
diversas Constituciones de nuestro presente actual, quizá
se sorprenda al encontrar que es en la Constitución de
la República Islámica de Irán donde se
contempla la necesidad de ocio para toda la población: "Artículo 43.3: La
planificación de la economía nacional,
deberá estructurarse de tal manera que la forma, contenido
y horas de trabajo de todo individuo le deje suficiente ocio y
energía como para comprometerse, más allá de
su responsabilidad profesional, en actividades
intelectuales, políticas y sociales, que le permitan un
desarrollo integral; tomar parte activa en los asuntos del
país, desarrollar sus habilidades y hacer pleno uso de su
creatividad[ix]".
En la actualidad los estudios institucionales (como
todo) tienden a plegarse a las necesidades del mercado, sus
investigaciones, al aumento del control social
(baste como ejemplo la relación de la psicología,
sociología y filosofía con la selección de
personal o recursos humanos) y por ello, para burlar el
cerco, sigue vigente la consigna que Agustín García
Calvo hiciera a los jóvenes del 68, tendente a impedir que
acabasen ocupando los puestos de la burguesía que les
estaban destinados (traición a la propia clase,
§18), sin que le secundaran, como históricamente
hemos visto: "seguir siendo estudiantes indefinidamente…
perpetuos retrasados mentales[x]…
de tal modo que, bien que importe para la continuación del
pronunciamiento que las nuevas oleadas de estudiantes más
recientes sigan viniendo (como siguen viniendo de hecho, sin que
haga falta molestarse para ello demasiado) con el deseo y la
conciencia de que a lo que de veras vienen a entrar no tanto en
la Universidad (que cada vez se sabe menos lo que sería)
sino en el pronunciamiento, más importante todavía
es seguramente el hecho de que de año en año vayan
siendo más numerosos los viejos estudiantes que se quedan,
que no terminan, que siguen con ello indefinidamente"
(Anónimo De los modos de integración del pronunciamiento
estudiantil. Atribuible a A.G.Calvo. Editorial Lucina. Madrid
3ª edición 1987; 1ª edición París
1973. §10, pág.25; cfr. §32: "durar en la
subversión" y §36: "sigamos siendo estudiantes por
maneras y períodos indefinidos… que las carreras no
lleguen a terminarse nunca… indagar, preguntarse, experimentar
y discutir interminablemente"). (Respecto al ocio
cfr.ibid.§16).
Pocos de los que acaban la carrera de Filosofía y
se dan cuenta de la interminable tarea que han empezado y de la
tremenda ignorancia con la que aún cuentan. Lo que hacen
quienes llegan a ser conscientes de que apenas han empezado
cuando se les dice que ya tienen que acabar es empezar a estudiar
Matemáticas, Física, Biología,
Filología, Idiomas, Historia, Economía y
Política, a parte de empezar a leer todas las obras
filosóficas que llevaban citando y oyendo durante cinco
años sin nunca llegar a leerlas y estudiarlas en su
integridad y sin haberse acercado ni lejanamente a los
originales. Los que hace tiempo se licenciaron actúan
así porque ya saben que no saben, principio
socrático elemental del comienzo del filosofar, pero la
Academia y los profesores ya los miran con desconfianza, al igual
que la sociedad capitalista, que los reclama para la
producción y el consumo. Ya sabemos entonces los motivos
por los cuales no abundan hoy los filósofos y es escasa la
población con juicio crítico que pueblan nuestras
sociedades contemporáneas.
Referencias
[i] VVAA Fundamentos
de física cuántica. Edición de
Fernández Rañada. Editorial Complutense.
Artículo: Miguel Ferrero (Departamento de Física
Universidad de Oviedo) y Emilio Santos (Departamento de
Física Moderna Universidad de Cantabria) «Realismo local
y mecánica cuántica». «I.
El papel de los principios filosóficos en la
física». Págs. 9-10: "El principio
filosófico de que el
espaci
o y el tiempo son propiedades de la
materia, y en modo alguno entes absolutos en los
que se supone inmersa a la materia, está en la base de la
relatividad, tanto especial como general" (Cursiva y subrayado
míos).
[ii] VVAA Fotografiando las
matemáticas. Carroggio Ediciones. Barcelona 2000.
El número pi (3,1415926…), pág.39:
Claudi Alsina Catalá (Departament d’Estructures a
l’Arquitectura
Universitat Politècnica de Catalunya). Cfr. El
número phi (1,618033…).
Ibid. Pág.8: "El formato perfecto: El
número de oro o
razón áurea, usualmente representado por
(Phi), nos sorprende con sus irrepetibles propiedades
numéricas. Por ejemplo: tanto el cuadrado de como
su inverso tienen las mismas cifras decimales que el mismo
( = 1,618033…; 1/ =
0,618033…; ^2 = 2,618033…). El
Partenón de Atenas muestra varias
relaciones áureas o relaciones en que interviene el
número irracional phi. Fue tenida ya por los
pitagóricos como la divina proporción
representativa de la armonía del cosmos y la encontramos
no sólo en el Partenón sino también en las
tarjetas de
crédito, en Nôtre Dame de
París o en el edificio de la ONU de Le
Corbusier. La encontramos también en la obra de Leonardo da
Vinci, en la de Durero, Stradivari la utilizaría para
construir sus famosos violines y Mozart, Bartok y
Debussy para sus composiciones. En la naturaleza también
está presente en la distribución de las semillas de las
plantas, en
las espirales logarítmicas de los cuernos de los corderos
salvajes, en los caracoles, en las piñas de las
coníferas, en el crecimiento de la población de
algunos roedores y en la distribución de las escamas de
las piñas tropicales".
[iii] Cfr. El libro de V.M.
Brodianski, de la editorial Mir, que se titula Móvil
perpetuo antes y ahora. El original ruso es del año
1989 y se publicó en Moscú, la traducción al español la
hizo un ingeniero que se llama B. Zapatero en el año
1990.
[iv] Citamos bajo las siglas QF
la obra de Gustavo Bueno: ¿Qué es la
filosofía? El lugar de la filosofía en la
educación. El papel de la filosofía en el conjunto
del saber constituido por el saber político, el saber
científico y el saber religioso de nuestra
época (2ª edición aumentada) (25-XI-1995 /
Pentalfa Ediciones, Oviedo). Edición electrónica: http://www.uniovi.es/~filesp.
[v] Gustavo Bueno explicaba con
las siguientes palabras sus apariciones en la televisión y
sus intervenciones en la prensa:
"Ante los medios de
comunicación de masas caben dos opciones: a) retirarse
a la vida privada, al Jardín. Resguardarse como
élites que se han liberado, o b) Utilizar el medio, dada
su inmensa proyección (un libro de filosofía lo
leen 200 personas, pero un programa de televisión tiene
audiencias de millones) para fines culturalmente positivos".
Conferencia de
Gustavo Bueno «Sobre la televisión», Paraninfo
de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense
de Madrid del 9 de mayo de 1995.
En febrero de año 2000 la Sociedad General de
Autores y Editores de España, preocupados por la
"cultura", es
decir, por sus beneficios empresariales y su nivel de ventas,
realizaron una macroencuesta de 24.000 entrevistas
para analizar los hábitos culturales de los
españoles. Los resultados eran ilustradores: el 75% de los
españoles no va nunca al teatro y el 50%
jamás lee un libro ni va al cine, la
prensa apenas la lee el 30% de la población. Junto a
dormir y trabajar, las clases medias y bajas lo que
más hacen es ver la televisión, a pesar de que
dicen sentirse insatisfechos con los programas que ponen, a
excepción del fútbol, claro. Lo más curioso
es que toda esa población ha sido escolarizada,
habría que preguntarse para qué.
Según una encuesta
realizada durante el año 1999, ese año, los
españoles pasamos una media de 213 minutos diarios viendo
la televisión, casi cuatro horas diarias. Considerando
nuestra esperanza media de vida resulta que, a lo largo de ella
se acumulan 12 años ininterrumpidos de sometimiento
voluntario a la pantalla del televisor, un tiempo vital que
excede con creces el que la gran mayoría de los ciudadanos
pasa en la escuela o en la
universidad. (Cfr.Revista En Cartel, nº 6, febrero
2.000, pág.37).
En vista de las estadísticas precedentes podríamos
concluir, con Freud, en que la
mayoría de los ciudadanos jamás se alzarán
sobre las concepciones ideológicas adquiriendo una
conciencia crítica: "Mi estudio sobre –El porvenir de
una ilusión-, lejos de estar dedicado principalmente a
las fuentes más profundas del sentido religioso, se
refería más bien a lo que el hombre común
concibe como su religión, al sistema
de doctrinas y promisiones que, por un lado, le explican con
envidiable integridad los enigmas de este mundo, y por otro, le
aseguran que una solícita Providencia guardará su
vida y recompensará en una existencia ultraterrena las
eventuales privaciones que sufra en ésta. El hombre
común no puede representarse esta Providencia sino bajo la
forma de un padre grandiosamente exaltado, pues sólo un
padre semejante sería capaz de comprender las necesidades
de la criatura humana, conmoverse ante sus ruegos, ser aplacado
por las manifestaciones de su arrepentimiento. Todo esto es a tal
punto infantil, tan incongruente con la realidad, que el
más mínimo sentido humanitario nos tornará
dolorosa, la idea de que la gran mayoría de los mortales
jamás podrá elevarse sobre semejante
concepción de la vida" (Sigmund Freud
El Malestar en la Cultura (1930). Alianza editorial.
Madrid 1970, p.17).
Y contra la amenaza de acriticismo ideológico la
formación universitaria no constituye ningún
antídoto infalible: "Todas las
mañanas iba a clases a la Sorbona y aplaudía al
profesor. Aplaudía fuerte, más fuerte que los
demás alumnos, aplaudía por Merceditas y
aplaudía por mí. Uno tras otro los profesores
abandonaban los anfiteatros aplaudidamente, vestidos de azul
marino, y después entraba un viejito que limpiaba la
pizarra para que entrara otro señor azul. Debían
ser unos sabios esos profesores, porque los anfiteatros estaban
siempre repletos, a pesar del calor
tropical, repletos hasta el punto de que si uno no llegaba una
hora antes de la clase, tenía que quedarse parado toda la
hora, y apoyando papel y lápiz sobre la espalda del de
delante, si quería tomar notas. Y ahí todo el mundo
quería tomar notas. O sea que unos sentados, sacando
manteca, y otros parados, con un lápiz medio incrustado en
la espalda, tomábamos y tomábamos notas mientras
los profesores hablaban y hablaban y yo no entendía nada,
pero, en fin, poco a poco. En todo caso el asunto era tomar bien
las notas porque a fin de año el que mejor las memorizaba
y las pasaba a la hoja de examen obtenía la mejor nota.
Era un mundo circular y perfecto, en el que los profesores
recibían lo mismo que daban, y daban lo mismo que pensaban
recibir". (Alfredo Bryce Echenique La vida exagerada de
Martín Romaña. Editorial
Plaza&Janés, Barcelona 1989, pág.38-39).
(Merceditas era su profesora en Perú). Aunque mejor que
dedicarse a la cerveza, el
fútbol y la televisión como sublimaciones frente al
trabajo a destajo siempre serán las instituciones de
enseñanza, por muy deficientes que las veamos.
[vi] "Utilizamos el
término Idea en el sentido preciso de las Ideas
objetivas que brotan de la confluencia de conceptos que se
conforman en el terreno de las categorías
(matemáticas, biológicas, &c.) o de las
tecnologías (políticas, industriales,
&c.). El análisis de las Ideas, orientado a establecer
un sistema entre las mismas, desborda los métodos de las
ciencias particulares y constituye el objetivo positivo de la
filosofía. La Idea de Libertad, por ejemplo, no se reduce
al terreno de la política, del derecho, de la
sociología, de la moral o de
la psicología; también está presente en la
estadística o en la mecánica («grados de
libertad»), en la física o en la etología:
cada una de estas disciplinas puede ofrecer conceptos
categoriales precisos de libertad, pero la confrontación
de todos estos conceptos, desde la perspectiva de la Idea de
Libertad, rebasa obviamente cada una de esas disciplinas y su
consideración corresponde a la filosofía". (QF,
pág.37, nota 4).
[vii] También es
importante el §573 de VP1.
[viii] Sólo muy
extraordinariamente se pueden producir saltos. Cfr. Friedrich
Nietzsche KGW IV 2: Menschliches, Allzumenschliches I
[1878]: 5. Anzeichen höherer und niederer Cultur.
«Fases cíclicas de la cultura
individual», §272. Pero contrastándolo con:
Friedrich Nietzsche Fragmentos póstumos, 1873, 29
53. Comentados en mi trabajo: Revista de
Filosofía A Parte Rei.
http://aparterei.com/index.htm
A Parte Rei 19, Enero 2002
http://aparterei.com/page29.html
Simón Royo Hernández: Del Materialismo
Histórico a la Ontología Hermenéutica:
Anomalías de la Dialéctica
Ser-Devenir: http://aparterei.com/ap197.htm
[ix] Constitución de
la República Islámica de Irán. Adoptada
en: 24, oct. 1979. Efectiva desde: 3, dic. 1979. Enmendada en:
28, jul. 1989. Capítulo IV: Economía y
Finanzas (Artículos: 43-55). El texto
completo, en inglés, es accesible a través de
Internet, en la dirección:
<http://www.netiran.com/Htdocs/Laws/000000LAGG01.html>.
(Traducción nuestra).
[x] Raymond Chandler
Chandler por sí mismo. Editorial Debate,
edición a cargo de Dorothy Gardiner y Kathrine Sorley
Walker, Madrid 1990. Pág.239: "No creo que a mi amigo
Philip Marlowe le preocupe mucho si posee o no una mentalidad
madura. Estoy dispuesto a reconocer idéntica falta de
preocupación por mi parte… Si rebelarse contra una
sociedad corrupta equivale a ser inmaduro, entonces Philip
Marlowe es sumamente inmaduro. Si ver basura donde
hay basura constituye
un desajuste social, entonces Philip Marlowe es un inadaptado
social. Por supuesto, Marlowe es un fracasado y él lo
sabe. Es un fracasado porque no tiene dinero (…).
Pero muchos hombres excelentes han sido fracasados porque sus
talentos particulares no encajaban con la época y el
lugar. A la larga, yo creo que todos somos unos fracasados,
porque de lo contrario no tendríamos la clase de mundo que
tenemos" (Carta al
Sr.Inglis, Octubre de 1951).
Simón Royo Hernández
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