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De cómo se construye la esperanza (página 2)



Partes: 1, 2

Por supuesto que el "mandar obedeciendo" no
está entre los conceptos de la "ciencia
política",
y es despreciado por la moral de la
"eficacia" que
rige el actuar político que padecemos. Pero al final,
enfrentada al juicio de la historia, la "eficacia" de
la moral del
cinismo y del "éxito"
queda desnuda frente a sí misma. Al enfrentarse a su
imagen en el
espejo de sus "logros", el temor que inspiró a sus
enemigos (que serán siempre los más) se vuelve
contra ella misma.

Subcomandante Insurgente Marcos

El referente esencial de todos los movimientos
revolucionarios conocidos hasta hoy es el problema del poder. El
carácter de las relaciones de poder, su
naturaleza,
sus detentadores, sus víctimas. En una sociedad de
clases, como ésta no ha dejado de ser a pesar de la
transfiguración y diversificación del proletariado,
el poder se convierte en elemento cohesionador.

La tradición leninista, presente en la mayor
parte de las organizaciones de
clase hasta
ahora, puso el problema del poder en el lugar privilegiado. La
estructura de
dominación en la Rusia de los
tiempos de Lenin seguramente contribuyó a desarrollar un
pensamiento
que antes que libertario buscaba la imposición de una
nueva disciplina.
Así, la cuestión del poder fue planteada no
sólo con respecto al enemigo de clase o a su
representación colectiva sino en confrontación
también con lo que se consideró sectores atrasados
dentro de las mismas clases dominadas. La verticalidad del
desarrollo
capitalista, que privilegia la objetivación a
través de la producción industrial, no fue entendida
como estrategia de
apropiación o monopolización, sino como paradigma de
la modernidad y del
progreso, que a su vez conformaba el contexto histórico
ineludible de la dictadura del
proletariado.

La dificultad fue que el carácter excluyente
interpuesto por la competencia fue
trasladado a la esfera social. Un exacerbado determinismo
económico impidió ver los procesos
sociales y, de la misma manera como los procesos de trabajo eran
subsumidos ontológicamente a la valorización del
valor, los
matices de las relaciones sociales se resumían linealmente
en la contradicción trabajo asalariado capital. La
visión autoritaria de la sociedad impuesta y practicada
por el capital no fue subvertida. La cuestión era invertir
los términos de la relación de poder. Frente a la
dictadura de la burguesía, la dictadura del
proletariado.

El poder no tenía que ser destruido sino
conquistado. Es decir, la
organización de la sociedad en términos de
relaciones de poder no planteaba problema; el verdadero problema
eran los depositarios del poder: la burguesía o el
proletariado.

Esto llevó a reproducir, guardando las
proporciones, esquemas de dominación burgueses en las
organizaciones obreras. La toma del poder se convirtió en
el equivalente de la valorización del valor, y el conjunto
de iniciativas, inquietudes, inconformidades y relaciones
quedó subsumido en ese objetivo
primordial. La revolución
se redujo a un acontecimiento, no a un proceso, y
todas las reivindicaciones particulares o la confrontación
de ideas se convirtieron en pliego petitorio, es decir, perdieron
toda su fuerza
creativa, dejaron de ser movimiento.

Aunque no es el espacio para efectuar un balance de las
experiencias acumuladas a lo largo de este siglo, porque esto
requeriría un análisis histórico que permitiera
ubicarlas en sus justos términos, sí es posible
entender, a la luz de sus
resultados prácticos, la importancia de la
desmitificación de la toma del poder comprendida en el
planteamiento zapatista.

La lucha por el poder forma parte de ese mundo contra el
que los zapatistas combaten, y su concepción, por eso, no
puede restringirse a buscar la expropiación del poder de
manos de sus enemigos de clase, sino que cuestiona la existencia
de un mundo organizado sobre la base de relaciones de poder. La
democracia,
una de las demandas centrales del zapatismo, es, de acuerdo con
el contenido profundo que le asignan, la negación misma de
las relaciones de poder. Por eso la construcción del mundo nuevo del que ellos
hablan supone un nuevo proyecto
civilizatorio y no una modalidad, menos salvaje o agresiva, del
actual. Por eso también el zapatismo entra en conflicto no
solamente con las clases dominantes actuales y sus estructuras de
poder, sino con la figura de clase dominante y con la idea de
dominación.

A partir de esta manera original de plantearse el camino
para subvertir el "orden establecido", con fundamento en su
determinación de crear un mundo nuevo en vez de
transformar el actual, se plantean dos tipos de problemas. Por
un lado está toda la discusión en torno al
enfrentamiento exitoso con los grandes poderes no sólo en
el plano político o ideológico sino,
principalmente, en el económico. Por otro lado se
encuentra la complicada relación del zapatismo con un gran
espectro de organizaciones que durante años han luchado
por la toma del poder como camino para revertir la
dominación del capital.

En palabras del EZLN, en un comunicado
reciente a propósito de la lucha electoral, se vuelve a
fijar claramente su posición con respecto a estos dos
puntos:

… el "centro" nos pide, nos exige, una firma pronta de
la paz y una rápida conversión en fuerza
política "institucional", es decir, convertirnos en una
parte más de la maquinaria del Poder. A ellos nosotros les
respondemos "NO" y no lo entienden. No comprenden el
que nosotros no estemos de acuerdo con esas ideas. No entienden
que no queramos cargos o posiciones en el gobierno. No
entienden que nosotros luchamos no porque las escaleras se barran
de arriba para abajo, sino para que no haya escaleras, para que
no haya reino alguno. No entienden que no queremos una paz que
sólo significa renombrar la esclavitud y la
miseria, otra forma menos fuerte de decir "muerte". No
entienden que la paz que pregonan, la paz de los de arriba, es
sólo garantía para el poderoso y condena para los
de abajo.1

2. Sobre el enfrentamiento
con el capital

Por miles de caminos se desangra Chiapas: por
oleoductos y gasoductos, por tendidos eléctricos, por
vagones de ferrocarril, por cuentas
bancarias, por camiones y camionetas, por barcos y aviones, por
veredas clandestinas, caminos de terracería, brechas y
picadas; esta tierra sigue
pagando su tributo a los imperios: petróleo, energía
eléctrica, ganado, dinero,
café,
plátano, miel, maíz,
cacao, tabaco, azúcar,
soya, sorgo, melón, mamey, mango, tamarindo y aguacate, y
sangre
chiapaneca fluye por los mil y un colmillos del saqueo clavados
en la garganta del sureste mexicano. Materias primas, miles de
millones de toneladas que fluyen a los puertos mexicanos, a las
centrales ferroviarias, aéreas y camioneras, con caminos
diversos: Estados Unidos,
Canadá, Holanda, Alemania,
Italia, Japón;
pero con el mismo destino: el imperio.

Subcomandante Insurgente Marcos

éste es uno de los campos de más
difícil ubicación dentro del discurso
zapatista, sobre todo a partir de la confrontación entre
el estilo particular y novedoso que adoptan todos los
planteamientos del EZLN y del Subcomandante
Insurgente Marcos, y las delimitaciones conceptuales y políticas
establecidas tradicionalmente en la discusión. A lo largo
de los casi cuatro años que dura ya la rebelión
zapatista, se puede encontrar una variedad de referencias en
todos los comunicados producidos por este movimiento, sin
embargo, los documentos
más explícitos al respecto son la
Declaración de la Selva Lacandona y las leyes
revolucionarias emitidas por el CCRI-CG y contenidas
en El Despertador Mexicano,2
"Chiapas: el Sureste en dos vientos, una tormenta y una
profecía" del Subcomandante Insurgente Marcos y, de la
misma autoría, "7 piezas sueltas del rompecabezas
mundial".3

Del análisis que se hace en estos documentos se
desprende la convicción de que la miseria en un entorno de
abundancia y riqueza es inmanente al capitalismo y
se propone al socialismo (en su
acepción más libertaria) como
alternativa.4 En México,
visto desde la perspectiva del sureste, el capitalismo se expresa
mediante la succión de recursos
perpetrada por el capital extranjero, la sumisión de la
población a una explotación salvaje
combinada con distintas formas de racismo y una
dictadura que dura ya setenta años y que en los
últimos se ha caracterizado por gobiernos
vendepatrias5 que
representarían mucho más los intereses del gran
capital, fundamentalmente extranjero, que los de la nación
o sociedad mexicana. Es decir, la propuesta zapatista parte de un
reconocimiento de la dimensión planetaria del dominio
capitalista, al tiempo que
señala sus especificidades y la manera particular como
este dominio se expresa en los distintos contextos
histórico espaciales. La polaridad del desarrollo, la
acumulación simbiótica de riqueza y miseria que
delineará la geografía y la
sociedad mundiales, es considerada como la primera pieza del
rompecabezas mundial.6

En el discurso zapatista la referencia a la
división internacional del trabajo aparece bajo la imagen
del saqueo de las riquezas naturales y la condena de una buena
parte de la población mexicana a condiciones de vida que
significan una violación de los derechos humanos
más elementales.7 La polaridad
del desarrollo capitalista, facilitada por la articulación
de intereses entre fracciones externas y locales de la clase
dominante y por la acción
de un gobierno que, desde su perspectiva, no responde a los
intereses y necesidades de la nación,
sino a los del gran capital como ya mencionábamos, ha
conducido a la pérdida de soberanía y al peligro de desmantelamiento
del territorio y la cultura
nacionales.8

Rompiendo con la linealidad con la que ha sido
tradicionalmente analizada la relación
capital-trabajo,9 que ha resultado inadecuada
para afrontar la diversificación de formas y niveles de
explotación en la complejidad capitalista y mundial
contemporáneas -pero sin desconocerla como sería el
caso del posmodernismo-, avanza hacia las expresiones de la
dominación social capitalista en el terreno inmediato y
cotidiano. Se incorporan así al análisis las
condiciones materiales y
sociales de la región, que constituyen el puente entre la
problemática local y general de la división
internacional del trabajo, construida de acuerdo con los
requerimientos y característica del proceso de
valorización en cada momento determinado. Los zapatistas
se rebelan contra ese capitalismo mundial, que identifican, al
parecer tácticamente, como neoliberalismo,10
pero lo hacen desde su realidad cotidiana que arrastra ya
una larga historia, que mira hacia un futuro de esperanza y no
acepta el presente como única posibilidad, y que no se
reduce a la relación estrictamente económica, sino
a un abigarrado complejo de relaciones sociales. Y es justamente
el reconocimiento de la dimensión general en el devenir
cotidiano y local lo que da al zapatismo esa perspectiva
universal que ha atraído a luchadores, militantes,
intelectuales
y ciudadanos de muchas partes del mundo para conocer y discutir
con los sublevados del sureste de México.

La dominación que ejerce el capital asume
diferentes modalidades a lo largo de la historia. Los
instrumentos de ese dominio se modifican con el desarrollo de las
fuerzas productivas que van abriendo nuevas posibilidades de
apropiación de la naturaleza, de sometimiento social al
proceso de valorización, de representación
simbólica, y que, aunque amplían los canales de
comunicación y acortan las distancias,
aumentan las mediaciones entre el hombre y su
realidad y polarizan las condiciones de reproducción de la totalidad
mundial.

Teniendo en cuenta la manera específica como se
han desarrollado las fuerzas productivas, los nuevos campos de
investigación abiertos por la tecnología
electroinformática, la dimensión de los procesos
productivos y la velocidad con
la cual consumen las riquezas naturales, y considerando la
contradictoriedad y desigualdad en la relación entre
México y Estados Unidos cualquier reflexión sobre
el capitalismo mundial formulada desde el territorio mexicano
está obligada a partir de la polaridad mundial como una de
las explicaciones esenciales de la construcción de la
materialidad específica del proceso general de
reproducción y de los espacios hegemónicos del
poder y de la dominación del capital.

La competencia por la hegemonía económica
se juega, una vez más, sobre la base del control y
disponibilidad de los recursos mundiales, particularmente de
aquellos que resultan estratégicos para garantizar y
determinar el proceso general de reproducción. Es decir,
depende, entre otras cosas, de la capacidad para apropiarse o
acaparar recursos en todos los territorios del mundo,
especialmente cuando se trata de no renovables y esenciales como
el
petróleo, los minerales
metálicos y la biodiversidad.11
Como respuesta a la intensificación de la
competencia en el campo tecnológico, el capital
estadounidense, sea que asuma su forma directa de
representación (la empresa) o su
representatividad socialmente mediada (el estado o
incluso algunos organismos internacionales), ha emprendido una
gigantesca y avasalladora cruzada de reconstrucción de sus
condiciones materiales y de los mecanismos de su gestión, de destrucción u
omisión de las de los competidores, y de
readecuación de sus relaciones de dominación sobre
los territorios y los pueblos a los que ya ni siquiera se les da
la oportunidad de competir.

Ningún análisis del capitalismo
contemporáneo y de sus relaciones de dominación y
competencia puede desconocer la conformación
contradictoria, polarizada, de la totalidad mundial organizada en
torno a la producción del valor ni, por supuesto, la
heterogeneidad estructural, la concentración de fuerzas
militares12 y económicas
y la capacidad desestructuradora del gran capital sobre las
formas organizativas o el modo de utilización de los
recursos mundiales que no responde a sus designios. Ni siquiera
los análisis que privilegian sus niveles de
representación más abstractos siguiendo su devenir
en las esferas monetaria y financiera. Si a esto se le llama
relaciones de dependencia,13
subdesarrollo
o de alguna otra manera, no se modifica el lugar privilegiado que
juegan estas relaciones en la determinación de las
condiciones y alcances de la competencia y, lo que está
más allá, de la naturaleza intrínseca y la
capacidad del capital para mantener y desarrollar la sociedad
sobre estas bases.14

La recomposición de la hegemonía
estadounidense, que de múltiples maneras se sustenta en la
capacidad para utilizar el territorio mexicano y sus recursos, es
recogida por el zapatismo como punto de partida de su proyecto en
contra del capitalismo en virtud de que es el espacio que
marca los
contenidos y formas de la apropiación y
articulación del proceso general de
reproducción.15 Y cuando
los zapatistas privilegian el espacio hegemónico del
capital en sus relaciones con el resto del mundo están
también privilegiando el espacio más radical o
revolucionario de la resistencia.
Están buscando los niveles de definición esencial
para iniciar su proceso de deconstrucción desde la
raíz, desde el núcleo esencial en que se sustenta
la sociedad actual y que se manifiesta en una construcción
social compleja y diversa, que aunque contradictoria y cambiante,
contiene una lógica
interna que es necesario desmontar.

La memoria
histórica de los zapatistas es la base de su radicalidad.
Las referencias a formas de organización social distintas a la que ha
impuesto el
capital les da la posibilidad de pensar en la historicidad de los
procesos y, consecuentemente, en su perennidad. Es ésta
una de las grandes aportaciones que provienen de la cultura
ancestral de las comunidades indígenas y es lo que les da
la determinación de construir un mundo nuevo
deconstruyendo el mundo del capital.

Es decir, es la construcción de la utopía
lo que, simultáneamente, corroe los fundamentos y la
lógica de la polaridad, la explotación, el
sometimiento y las relaciones de poder vigentes. Es la
clase,16 el pueblo o la sociedad civil
convertida en sujeto la que irá poniendo límites y
la que irá desarticulando las bases del poder
capitalista.

¿Podrá, a partir del zapatismo, ser
construida una utopía lo bastante vigorosa como para
romper o desmontar las redes de dominación
del capital?

3. Sobre la
construcción de la utopía
colectiva

  ..no queremos ni podemos ocupar el lugar que
algunos esperan que ocupemos, el lugar del que emanen todas las
opiniones, todas las rutas, todas las respuestas, todas las
verdades, no lo vamos a hacer
.

Subcomandante Insurgente Marcos

En el discurso y la práctica zapatistas, la lucha
contra el neoliberalismo sólo es posible mediante una
acción mundial, compartida por todos los excluidos,
discriminados o explotados, puesto que nos encontramos ante el
fenómeno de "explotación total de la totalidad del
mundo".17 Es decir, la
explotación abarca no sólo todo el espacio mundial
sino también todos sus ámbitos.

La explotación, que es la base de la
insubordinación contra el neoliberalismo, está
planteada en un nivel de generalidad que permite comprender en la
categoría de explotados lo mismo al "negro en
Sudáfrica, al homosexual en San Francisco, al
asiático en Europa, al
chicano en California, al anarquista en España, al
palestino en Israel, al
judío en Alemania, al ombudsman en el Ministerio de
la Defensa, a la feminista en un partido político, al
pacifista en Bosnia, al Mapuche en los Andes, al artista sin
galería de arte, al ama de
casa un sábado por la noche, al huelguista de un sindicato
oficial, a la mujer sola en
el metro a las diez de la noche, al jubilado, al campesino sin
tierra, al editor marginal, al obrero desempleado, al disidente
del neoliberalismo, al escritor sin libros ni
lectores, [que] al zapatista en las montañas del Sureste
mexicano". Los explotados, en este nivel de generalidad,
abarcarían tanto al trabajo, es decir, al directamente
involucrado en las actividades productivas desde el punto de
vista capitalista por supuesto, a su familia y a todos
los que, siendo prescindibles o imprescindibles para garantizar
la reproducción global, no son considerados productivos
(el ejército industrial de reserva marxiano adquiere
aquí su verdadera dimensión).

Asimismo, esta explotación total de la totalidad
hace referencia a la manera como se establecen las prioridades y
jerarquías o como se expresan la hegemonía y la
dominación económicas en el resto de las esferas de
la vida social: la organización de la familia, de
la comunidad, del
pensamiento, de las relaciones políticas, de la alimentación,
etcétera, tratando por todos los medios de
someterlas o adecuarlas a sus necesidades y ritmos.

La diversificación de los procesos productivos es
observada aquí a través del espectro de
aquéllos a quienes en ocasiones se aludirá como
excluidos y en otras como explotados, pero que son
la expresión viva de una polaridad que, en la medida en
que concentra crecientemente el poder, deja fuera de él a
una porción cada vez más amplia y diversa de la
población, al tiempo que, mediante la
multiplicación de instrumentos y espacios de
mediación social provoca un desdibujamiento de las
relaciones de explotación.

No obstante, esta convocatoria a los explotados como
excluidos no es casual. Siguiendo la línea de
deconstrucción de las relaciones de poder para así
generar una nueva modalidad de relación entre los seres
humanos en la que ellos mismos tengan cabida, su
invocación a los excluidos hace referencia también
a las estructuras organizativas gremiales, de clase, o lo que se
ha entendido como tales hasta hace poco tiempo. Desde esta
perspectiva, la voz de los zapatistas está considerando a
los excluidos de las estructuras de poder de las
organizaciones de izquierda, es decir, incorpora un
cuestionamiento profundo al autoritarismo en todas sus
modalidades18 y propone como
alternativa la democracia participativa, tal y como está
siendo reconquistada por las comunidades indígenas que
abrazan el proyecto zapatista.

Así, su profunda convicción de que la
alternativa no es barrer las escaleras de arriba para abajo,
sino que no haya escaleras
, es lo que los convierte en una
alternativa atractiva para esa enorme masa de explotados que,
simultáneamente, son condenados a la marginalidad por
el ímpetu depredador del capital y por lo que
podría llamarse la izquierda
establecida
.19

Los zapatistas no reconocen liderazgos en abstracto,
sino sólo aquellos que quedan bajo la figura de mandar
obedeciendo
. No hay vanguardias sino comunitarismo, no
hay partido sino movimiento, la organización no es
formal sino real, surgida de las necesidades y vivencias,
de lo cotidiano y su relación con la concepción
general del mundo y de la utopía.

Los principios
zapatistas expresados en sus frases mandar obedeciendo y
preguntando caminamos los diferencian de muchas de las
organizaciones existentes. No tienen un programa
preconcebido, sino que ofrecen construirlo en la práctica
democrática junto con todos los otros. Caminando al
paso del más lento
no hay riesgo de excluir
ni de imponer verdades.

Un movimiento capaz de regirse por tales criterios no
puede aspirar a convertirse en vanguardia20
porque esto sería un contrasentido. Tampoco puede
sacrificar el proceso de construcción en aras de la
consecución de las grandes metas. La concepción de
un mundo democrático donde la representatividad se rija
por el principio de mandar obedeciendo y las funciones de
representación no se constituyan en herramientas
del poder parte de la resignificación de los valores
sociales y constituye en sí la creación de una
nueva utopía. Esto es, un movimiento de esta naturaleza
tiene que sustentarse en la democracia, base sobre la cual puede
sobrevivir frente a este capitalismo fragmentador y atomizador
que hace del mercado el
único validador social. La democracia participativa,
deconstructora del autoritarismo y de las relaciones de poder, es
la única posibilidad de establecer un comunitarismo
universal capaz de derrotar al capitalismo neoliberal en el
único espacio que no puede conquistar a través de
la legalidad del
mercado que constituye el espacio del sujeto
colectivo21 y, por tanto, la negación
del individuo
objetivado.

*************************

1 Comunicado al pueblo de México y a
los pueblos y gobiernos del mundo del 8 de agosto de 1998, La
Jornada
, 11-13 de agosto de 1997.

2 EZLN. Documentos y
comunicados
, Era, México, 1994, pp. 33-48.

3 El primero está publicado en
ibid., pp. 49-66, y el segundo en Chiapas, n. 5, Era,
México, 1997.

4 "Pero cuando hay un momento de reposo,
que los hay todavía, escuchan otra voz, no la que viene de
arriba, sino la que trae el viento de abajo y que nace del
corazón
indígena de las montañas, la que les habla de
justicia y
libertad, la
que les habla de socialismo, la que les habla de esperanza… la
única esperanza de ese mundo terrenal." Subcomandante
Insurgente Marcos, "Chiapas: el Sureste…", cit., p.
62.

5 En la Declaración de la Selva
Lacandona
, su primer documento público, se dice:
"llamamos a todos nuestros hermanos a que se sumen a este llamado
como el único camino para no morir de hambre ante la
ambición insaciable de una dictadura de más de
setenta años encabezada por una camarilla de traidores que
representan a los grupos más
conservadores y vendepatrias". EZLN. Documentos y
comunicados
, cit., p. 33.

6 "La una es la doble acumulación,
de riqueza y de pobreza, en los
dos polos de la sociedad mundial." Subcomandante Insurgente
Marcos, "7 piezas sueltas del rompecabezas mundial (El
neoliberalismo como rompecabezas: la inútil unidad mundial
que fragmenta y destruye naciones)", cit.

7 De aquí que sus demandas empiecen
por reivindicar el derecho a la vida: alimentación, techo,
salud, trabajo,
tierra, y que entre las primeras órdenes que se dan a las
fuerzas que conforman el EZLN en la Declaración de la
Selva Lacandona
está: "suspender el saqueo de nuestras
riquezas naturales en los lugares controlados por el EZLN".
EZLN. Documentos y comunicados, cit., p. 35.

8 Con respecto a la concepción
zapatista de la nación o lo nacional, John
Holloway contribuye a despejar algunas de las inquietudes
provocadas: "En el contexto del levantamiento, el término
"liberación nacional" implica más bien un
movimiento hacia afuera y no un movimiento hacia adentro:
"nacional" en el sentido de "no sólo chiapaneco" o "no
sólo indígena", más que en el sentido de "no
extranjero". "La nación" se usa también en los
comunicados zapatistas en el sentido menos definido de "patria":
el lugar donde nos tocó vivir, un lugar que hay que
defender no solamente en contra de los imperialistas, sino
también (y más directamente) en contra del estado.
"Nación" se contrapone a "estado", de tal forma que la
liberación nacional se puede entender incluso como la
liberación de México del estado mexicano, o la
defensa de México (u otro) contra el estado". "La revuelta
de la dignidad",
Chiapas, n. 5, cit.

9 Un ejemplo puede encontrarse en el
reciente artículo de Rossana Rossanda, "Le tesis del
subcomandante", publicado en Il Manifiesto del 15 de
agosto de 1997.

10 Sobre el estatuto teórico del
neoliberalismo hay una amplia bibliografía que refiere
las posiciones de los distintos enfoques y disciplinas. El punto
es importante para el análisis del movimiento zapatista en
virtud del lugar que ocupa dentro de su justificación
histórico política y en el diseño
mismo de sus estrategias de
lucha. A pesar del recurso a la palabra y a la resistencia como
principales armas de lucha, a
la construcción de los nuevos horizontes como objetivo
superior al de destrucción o cambio de los
actuales, y al énfasis en el proceso revolucionario
más que en La Revolución, el discurso y
práctica zapatistas han demostrado una radicalidad muy
profunda que nada tiene que ver con el uso de las armas y
sí mucho con la construcción de un nuevo proyecto
civilizatorio que lleva a un cuestionamiento total del proyecto
civilizatorio burgués. Así, es evidente su
comprensión del neoliberalismo como modalidad vigente,
sumamente salvaje y depredatoria, de un mundo organizado bajo la
lógica de las relaciones capitalistas que no comienzan ni
se agotan con ella. Para no extenderme innecesariamente sobre el
punto, remito a mis artículos "Universalidad de la lucha
zapatista. Algunas hipótesis", publicado en Chiapas, n.
2, México, Era, 1996, pp. 7-20, y "Neoliberalismo e
insubordinación", publicado en Chiapas, n. 4,
México, Era, 1997, pp. 33-42.

11 Para una argumentación más
detenida sobre la importancia de estos recursos, su
relación con las capacidades tecnológicas y con las
características concretas del proceso de
acumulación y su lugar en la construcción de la
hegemonía económica mundial véase Ana Esther
Ceceña y Andrés Barreda (coords.),
Producción estratégica y hegemonía
mundial
, Siglo XXI, México, 1995. En lo que concierne
al sureste mexicano se puede revisar nuestro artículo
"Chiapas y sus recursos estratégicos", Chiapas, n.
1, Era, México, 1995.

12 "Para Estados Unidos y sus aliados
locales el proyecto de integración nunca ha sido concebido
sólo en términos comerciales. Según el
Pentágono, "democracia, desarrollo y seguridad
regional van mano con mano", porque es inconcebible que la
expansión de capitales no sea acompañada con
garantías militares". Francisco Pineda, "Vaciar el mar",
p. 122 de este volumen.

13 No es necesario recordar las
sustanciales contribuciones de la teoría
de la dependencia al estudio de las especificaciones del
desarrollo del capitalismo en América
Latina y la construcción de una totalidad
contradictoria pero articulada a partir del mercado mundial.
Destaca en este punto, por su rigor y creatividad,
el trabajo de
Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la dependencia,
Era, México, varias ediciones.

14 Por eso discrepamos profundamente con el
análisis de Guillermo Almeyra en su artículo
"Mundialización, democracia, socialismo" (Le Monde
Diplomatique
, edición
mexicana, México, septiembre-octubre de 1997, p. 3). El
empeño que pone Almeyra en convencernos de que la
mundialización es progresista y que el problema es "la
forma en que todo esto se hace bajo la férula del capital
financiero internacional" nos remite a la contradicción
entre quienes piensan que el problema no son las estructuras de
poder sino sus detentadores y quienes piensan que para avanzar en
la construcción de un mundo nuevo es necesario abrir
espacios de participación y creación colectivas en
que las estructuras de poder no sean disputadas o arrebatadas
sino abolidas. La posición zapatista parece estar ubicada
justamente en esta línea y nos propone romper con esa otra
visión "maquiavélica" que remite a la toma del
poder y, con ello, a la inversión de la imagen en el espejo.
Véase carta del
Subcomandante Insurgente Marcos a Carlos
Monsiváis.

15 La discusión acerca de la
capacidad para determinar los rasgos esenciales del paradigma
tecnológico, societal y de organización territorial
desviaría la línea argumental de este trabajo.
Remito a dos publicaciones sobre el punto: Producción
estratégica y hegemonía mundial
, cit., y La
tecnología como instrumento de poder
, El Caballito,
México, 1998.

16 Así se asentó en la
Declaración de la Selva Lacandona, cit. En
posteriores documentos se fue hablando del pueblo o de la
sociedad civil sin efectuar ninguna precisión al respecto.
Sin embargo, las alusiones a esta última parecen estarse
refiriendo al nuevo contenido de la proletización. Los
zapatistas abandonarían así los esquemas del pasado
para recoger en su concepto de clase
todas las modalidades a las que ha llevado el desarrollo
tecnológico combinado con las condiciones generales y
específicas de su conflictualidad social.

17 Así es como se define la segunda
pieza del rompecabezas mundial. Subcomandante Insurgente Marcos,
"7 piezas sueltas…", cit.

18 Uno de los aspectos sustanciales de este
cuestionamiento es el referente a las relaciones de género,
que ha sido recogido por Guiomar Rovira en Mujeres de
maíz
, Era, México, 1996.

19 Véanse los artículos de
Octavio Rodríguez Araujo, "Mi experiencia en
Berlín", y de Guillermo Almeyra, "Zapatismo ornitorrinco",
en La Jornada del 7 de agosto y del 7 de septiembre de
1997, respectivamente.

20 "Nosotros no pretendemos ser la vanguardia
histórica, una, única y verdadera. Nosotros no
pretendemos aglutinar bajo nuestra bandera zapatista a todos los
mexicanos honestos. Nosotros ofrecemos nuestra bandera. Pero hay
una bandera más grande y poderosa bajo la cual podemos
cobijarnos todos. La bandera de un movimiento nacional
revolucionario donde cupieran las más diversas tendencias,
los más diferentes pensamientos, las distintas formas de
lucha, pero sólo existiera un anhelo y una meta: la
libertad, la democracia y la justicia". EZLN. Documentos y
comunicados,
cit., p. 103.

21 "Esta red intercontinental de
resistencia no es una estructura organizativa, no tiene centro
rector ni decisorio, no tiene mando central ni jerarquías.
La red somos los todos que resistimos". Segunda
Declaración de La Realidad por la humanidad y contra el
neoliberalismo
.

 

 

 

 

Autor:

Ana Esther Ceceña

Economista.

Investigadora en el Instituto de Investigaciones
Económicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México.

Miembro del Grupo de
Trabajo Economía Internacional
(CLACSO)

Partes: 1, 2
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