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Legislación y publicidad sexista




Enviado por Elena Blanco Castilla


Partes: 1, 2

    1. Normativa europea
    2. La
      televisión

    Junto con los medios de
    comunicación, la publicidad juega
    un papel, cada día más importante, como un
    instrumento capaz de estimular el consumo, pero
    también como una vía de transmisión de
    conceptos, valores y
    actitudes
    sociales. Por ello, la reiteración de determinadas
    representaciones de la mujer unida a
    la saturación publicitaria actual está, poco a
    poco, configurando una visión estereotipada de la mujer, una
    imagen que no
    es coherente con la realidad de nuestra sociedad.
    Mientras luchamos y ponemos medidas legales para conseguir la
    igualdad
    total, desde la publicidad estamos potenciando la desigualdad:
    La  publicidad atribuye roles que mantienen al hombre como
    ser creador, imaginativo, con poder de
    decisión y a la mujer como simple objeto de consumo.
     Es decir, la publicidad, hoy por hoy, discrimina a la
    mujer. Y lo hace en todos los segmentos, encontramos anuncios
    sexistas en la publicidad infantil (niñas que juegan con
    muñecas y a las casitas frente a niños
    que construyen mecanos) o en la imagen del ama de casa servil,
    dócil, frente al espíritu creativo y
    dinámico que se le atribuye al hombre. Y esto sucede a
    pesar de la incidencia que la publicidad tiene en la
    formación.

    La representación de la mujer en la publicidad es
    importantísima porque los roles más significativos
    y frecuentes que se le atribuyen son sexistas y contribuyen a
    potenciar una imagen estereotipada. De ahí que en las
    últimas décadas algunos colectivos hayan
    desarrollado un importante movimiento
    para frenar este fenómeno, consiguiendo avances
    importantes. En este sentido, la responsabilidad que los medios de
    comunicación, y con ellos la publicidad, tienen en la no
    transmisión de estereotipos sexistas está recogida
    en todas las Conferencias Mundiales sobre las Mujeres y asumida
    por la
    organización de Naciones Unidas y
    la Unión
    Europea. Todos ellos instan a los países miembros a
    colaborar con los medios de comunicación para equilibrar
    la imagen de hombres y mujeres en sus contenidos.

    Este equilibrio en
    los contenidos se ha reconocido también mundialmente como
    uno de los factores que contribuye a erradicar la desigualdad y,
    por tanto, a frenar la violencia de
    género.
    No olvidemos que el origen de la violencia contra las mujeres
    está precisamente en la creencia de que tienen un papel
    subordinado con respecto al hombre, lo que las convierte en un
    mero objeto de consumo para éste.

    Es obvio que la publicidad prima esta imagen de la mujer
    como objeto de consumo frente a su representación
    publicitaria en actividades profesionales o directivas,
    representación que sería lógica
    y reflejo de la realidad social ya que actualmente la mujer
    supone más del 43% de la población ocupada, el 40% de la
    población activa y el 30% en la dirección de empresas y de la
    administración
    pública. No obstante, su vinculación
    casi exclusiva a valores o cualidades de carácter físico y/o su
    utilización como un objeto de consumo más, son
    premisas que vienen repitiéndose año tras
    año en el análisis de la publicidad española
    y, sin duda, esta realidad supone un freno para la
    consecución del derecho a la igualdad.

    Pero por qué este empeño de los
    publicistas en representar a la mujer en estos roles. Sin duda el
    país ha cambiado enormemente desde los años 70 y lo
    ha hecho también en muchos aspectos relacionados con la
    mujer. Fijémonos en el empleo: La
    tasa de mujeres ocupadas en 1978, por ejemplo, rondaba el 28 por
    ciento de las personas ocupadas, mientras en la actualidad nos
    situamos en torno al 40 por
    ciento. El porcentaje de mujeres en las universidades es otro
    dato importante, en muchas facultades supera ya al de hombres,
    etcétera.

    Pero hay algo que no ha cambiado desde los años
    70 y que convierte a la mujer en el blanco de las estrategias de
    marketing: la
    mujer sigue siendo la conservadora de valores y, además,
    el principal agente de consumo. Es decir, las mujeres son el
    principal objetivo de
    las campañas publicitarias, dada su doble condición
    de compradoras de artículos para su uso y para uso de
    otros.

    El anacronismo de la imagen de la mujer en el discurso
    publicitario se debe a la defensa de unos modelos de
    organización y relación social que
    hasta el momento son los que mejor garantizan un nivel de consumo
    satisfactorio para los intereses de los anunciantes. Los
    publicistas se resisten a los cambios sociales porque les
    interesa más un modelo social
    que es rentable para sus intereses, desde el convencimiento de
    que las personas son más proclives a consumir cuando
    están organizadas en torno a modelos sociales
    convencionales.

    Los publicistas no cejaran hasta que esta
    situación, que es difícil de cambiar, desaparezca.
    De manera que la única solución para forzar que la
    imagen de la mujer en la publicidad se adecué a su
    verdadero papel en la sociedad actual radica en un profundo
    cambio de
    valores y actitudes sociales, que se tiene obligatoriamente que
    alentar y potenciar mediante una normativa adecuada, ya que,
    parece obvio después de lo dicho, que la que ha estado en
    vigor hasta ahora no ha sido suficiente.

    Normativa
    europea

    Las numerosas declaraciones de Instancias
    internacionales dejan claro que el desarrollo de
    la igualdad de género pasa por replantear en profundidad
    la regulación jurídica de los medios de
    comunicación, aunque dicha medida se ve con recelo en
    la normativa europea, de forma que la regulación se limita
    a dos directivas comunitarias, al margen de las propias de los
    diferentes estados: la del Consejo de Europa de 1984
    modificada en 1997, sobre Publicidad Engañosa y Publicidad
    Comparativa y la de 1989, modificada también en 1997,
    conocida como la directiva de la
    Televisión Sin Fronteras, que es, de las dos citadas,
    la que tiene cierta relación con la publicidad y la
    mujer.

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