Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La teoría de la Crisis en el Nuevo Debate Brenner (página 2)




Enviado por Claudio Katz



Partes: 1, 2

Se mantienen en el mercado
soportando menores tasas de ganancias y provocando el
incontrolable aumento de la sobreproducción. A escala
internacional, las economías más afectadas por esta
dificultad para financiar la amortización adelantada de los equipos
tienden a perder posiciones frente a los países que
producen con menores costos.

Brenner señala que la competencia
mundial entraña serias desventajas para el imperialismo
que "llegó primero", porque sus seguidores aprovechan la
imitación tecnológica, el menor costo salarial y
la ausencia de los gastos militares.
Las potencias que emergen afianzan su especialización
exportadora y refuerzan la protección de sus mercados internos
para desafiar al líder.
Siguiendo este patrón de desarrollo
desigual entre países avanzados, Brenner explica los
cambios de hegemonía en las dos etapas en que divide al
capitalismo
contemporáneo: el boom de posguerra y el estancamiento
posterior. Estima que entre 1945 y 1965, Estados Unidos
encabezó el crecimiento pero perdiendo su preponderancia
absoluta frente a Japón y
Alemania.
Entre 1965 y 1979 estos países socavaron el liderazgo
norteamericano, pero la rivalidad derivó en
sobreproducción general y la posterior irrupción de
las economías del sudeste asiático sólo ha
multiplicado el excedente de mercancías.

Brenner estima que en las últimas dos
décadas la política
monetaria se ha convertido en el principal instrumento de la
batalla comercial. A través de una drástica
devaluación del dólar (40% frente al
marco, 60 % frente al yen) y una reducción de los costos
salariales (suba del 0,5 % anual frente al 3% de Alemania y 2,9 %
de Japón), Estados Unidos recuperó terreno entre y
1985 y 1995 mejoró su rentabilidad.
En su análisis más reciente considera que
el repunte norteamericano se apoya en el aumento de la productividad y
en el saneamiento del sistema
financiero que acompañó al gran atropello
contra las conquistas sociales. Pero Brenner interpreta que esta
reactivación es frágil, ya que ningún
indicador de esta recuperación alcanza los promedios de
posguerra. La recuperación se sostuvo primero en el
desplazamiento de competidores (dólar barato entre
1995-98) y posteriormente en la afluencia de capitales externos
para financiar el consumo y la
especulación bursátil (dólar alto
entre1998-2000).

Aunque Brenner abandonó su tesis inicial
de una declinación industrial norteamericana en favor del
sector financiero sugiere que el endeudamiento comercial y la
burbuja financiera norteamericanos desembocarán en un
largo estancamiento, semejante al padecido por Japón desde
principios del
90 . Considera que la crisis
asiática desencadenó una recesión
generalizada, equivalente fuera de Estados Unidos y Europa a la
situación de los años 30 y que será muy
difícil de contrarrestar. Afirma que la intensidad de esta
crisis es paralela al extraordinario nivel alcanzado por la
sobreproducción.

COMPETENCIA,
SOBREPRODUCCIÓN Y OBSOLESCENCIA

Brenner desarrolla su enfoque de la "crisis por
sobre-competencia" en oposición a la teoría
del capital
monopolista, que postula la atenuación de la concurrencia
en el capitalismo contemporáneo. Por eso un defensor de
esta tesis le cuestiona su omisión del control
oligopólico que ejercen las corporaciones sobre el
proceso
productivo. Pero Brenner subraya correctamente él carácter temporario de esta
manipulación y brinda evidencias
empíricas de la transitoriedad que tuvo la "administración de los precios" en la
economía norteamericana durante los
años 50. Demuestra que el manejo discrecional de los
mercados y productos fue
severamente erosionado por la concurrencia japonesa y alemana,
pero además, destaca que la vigencia de la concurrencia es
una condición del funcionamiento del capital y una causa
de su crisis. Prueba que si la expansión de la producción tiende a desbordar los límites
del mercado es porque la compulsión competitiva erosiona
las concertaciones oligopólicas.

Pero la vinculación directa entre competencia y
caída de la tasa de ganancia que establece Brenner es
insuficiente, porque si bien a través de la concurrencia
se consuman todos los procesos del
capital (especialmente la redistribución del beneficio
entre los distintos sectores empresarios), esta competencia no es
la causa de la declinación general del lucro. Adam Smith
postuló esta explicación y Marx la que
refutó, demostrando que la concurrencia provoca
sólo recesiones temporales y sectoriales .

Los desajustes derivados de la ausencia de coordinación se denominan que analiza
Brenner fueron estudiados por varios marxistas a principios del
siglo XX (Tugan, Hilferding, Bujarin) bajo la denominación
de crisis de desproporcionalidad. Estos desequilibrios obedecen a
la falta de correspondencia entre la oferta y la
demanda
sectoriales (por ejemplo, entre el sector de bienes de
producción y bienes de consumo) y no desembocan en la
depresión de largo plazo, que se indaga en
la "Turbulencia de la economía global". La anarquía
de la producción expresa una contradicción que
explica las razones últimas de todos los desajustes del
mercado o los desequilibrios sectoriales específicos, pero
no es la causa concreta de las crisis generales.

Brenner remarca acertadamente que la subsistencia de
capitales fijos obsoletos potencia la
sobreproducción y al mencionar esta perdurabilidad resalta
un rasgo del capitalismo contemporáneo: el rescate estatal
de las empresas en
quiebra y la
socialización de sus pérdidas. Sin
embargo este salvataje no elimina la "depreciación moral" de las
plantas y los
equipos envejecidos que impone la competencia, porque como
ningún capitalista espera renovar la maquinaria al final
de su vida útil y por eso la amortización
anticipada es considerada un dato previo de la inversión. Además, el stock de
capital nunca es homogéneo, sino que contiene variadas
"cosechas" que se renuevan en distintos tiempos y de manera
parcial. Este proceso -tradicionalmente conceptualizado como
fundamento de la teoría del el ciclo- no ha desaparecido
.

Brenner exagera el efecto de la obsolescencia del
capital fijo al omitir que la competencia mantiene en pie el
proceso depurador de los capitales. Mientras que por un lado
considera que la concurrencia es el motor central de
la crisis, por otra parte relativiza su impacto desvalorizador de
los capitales envejecidos. Rechaza el estancacionismo de los
teóricos del capital monopolista, pero acepta su diagnóstico de un límite estructural
a los efectos de la competencia, por lo menos en el plano del
capital fijo.

SALARIOS, TASA DE
GANANCIA Y VALOR

Varios autores destacan correctamente que Brenner se
desliza hacia una teoría que rechaza: la caída de
la tasa de ganancia por efecto del aumento salarial. En su
modelo el
comportamiento
del salario determina
efectivamente el impacto que tiene la competencia sobre el
beneficio, porque este último declina sólo
cuándo la concurrencia genera -en cierto país o
sector- mayores costos salariales. Por ejemplo, para explicar la
recuperación de la tasa de ganancia norteamericana en
1985-95 asigna un papel central al retraso de los aumentos
salariales en ese país frente a Alemania y Japón.
Pero Brenner mismo indica varias veces porqué la
explicación salarial es incorrecta. Esta interpretación sólo esclarece los
vaivenes de la rentabilidad en el corto plazo o en los sectores
empresarios "mano de obra intensivos", pero no es la causa de una
declinación de la tasa de ganancias de varias
décadas.

Para comprender este proceso hay que recurrir a un
principio que Brenner considera "fundamentalista" y
"malthussiano": la ley de la
tendencia decreciente de la tasa de ganancia (TDTG). Sus
calificativos críticos podrían quizás
aplicarse a las versiones más burdas de esta
teoría, pero no a sus formulaciones contemporáneas.
En estas visiones (Dumenil-Levy, Mandel) la declinación de
la tasa de ganancia nunca es derivada automáticamente del
aumento de la composición orgánica del capital,
sino de la convergencia de este proceso con el conjunto de las
fuerzas que inciden sobre el proceso de valorización. Esta
teoría es indispensable para conectar las tendencias de la
acumulación en el largo plazo con la acción
concreta de la competencia y para evitar explicaciones circulares
de la sobreproducción por la propia
sobreproducción.

Lo sorprendente es que Brenner no se opone a la ley de
Marx defendiendo la teoría de la crisis tradicionalmente
opuesta y basada en la contracción del consumo y
además, coloca la caída de la tasa de ganancia en
el centro de su análisis. Por eso, en realidad describe
esta declinación de forma bastante análoga a la
TDTG, aunque sin conceptualizarla en sus términos. Le
asigna al incremento del capital fijo un efecto semejante al
aumento de la composición orgánica del capital y su
presentación de la perdurabilidad de los capitales fijos
obsoletos se parece bastante a una fracasada acción de la
principal fuerza
contrarrestante de la ley (el abaratamiento del capital
constante).

Esta familiaridad es percibida por quiénes
subrayan la compatibilidad del enfoque de Brenner con este
principio . Pero el rechazo de la TDTG elimina todos los nexos
analíticos que se necesitan para explicar porqué la
ausencia de coordinación desemboca en crisis
generales.

Gran parte de las dificultades del análisis de
Brenner provienen de su postura dubitativa frente a la
teoría marxista del valor. Afirma
que defiende la explicación del comportamiento de los
precios en función
del tiempo de
trabajo
socialmente necesario para la producción de las
mercancías, pero al mismo tiempo reivindica los enfoques
más hostiles a esta caracterización (por ejemplo,
el teorema de Okishio). Esta vacilación le impide explicar
porqué la "ceguera del mercado" es en última
instancia un resultado de la regulación desequilibrada de
los precios que impone la acción de la ley del
valor.

Al demostrar que la crisis surge del movimiento
intrínseco de la acumulación y no de gestiones
monetarias inoportunas o de políticas
económicas desacertadas, Brenner recupera la crítica
radical al capitalismo. Pero al mantenerse en la esfera
superficial de la competencia no logra formular una teoría
de la crisis y por eso recurre a las explicaciones sustitutivas
(profit squeeze, tipo de cambio) que
objeta en su presentación teórica.

ENFOQUE
"VERTICAL" Y "HORIZONTAL": UNA FALSA
OPOSICIÓN

Algunos autores estiman que Brenner reemplaza el
antagonismo entre el capital y el trabajo (conflicto
vertical) por la confrontación competitiva entre
capitalistas (disputa horizontal). Plantean que sustituye el
análisis de la explotación por el estudio del
fenómeno secundario de la concurrencia, atribuyendo
únicamente a los empresarios un papel relevante en el
proceso económico. Brenner rechaza esta acusación y
afirma que tampoco sus críticos incorporan la lucha social
en sus teorías
económicas. Señala que la relación
capital-trabajo es un presupuesto
común de todas las interpretaciones marxistas, que no
alcanza para investigar cómo la competencia determina el
curso de la acumulación y la crisis. También
destaca que históricamente las relaciones
"mercado-dependientes" aparecieron antes de la
proletarización (y podrían eventualmente
reproducirse en situaciones transitorias de "socialismo de
mercado"), lo que permite analizarlas con cierta autonomía
de la relación salarial .

Al poner de relieve que el
estudio del capitalismo exige investigar objetivamente las
leyes
económicas esta defensa metodológica es correcta,
porque además recuerda que el presupuesto de la
explotación está claramente incluido en el enfoque
de Brenner. La dinámica de la acumulación debe
indagarse a un nivel de abstracción diferente a la
confrontación clasista, teniendo en cuenta que si bien el
capitalismo se asienta en la extracción de
plusvalía, su evolución no depende exclusivamente de esta
expropiación. Si se reducen todas las apreciaciones
económicas a evaluar el estado de
la lucha de clases, no se puede zanjar ninguna discusión
sobre la tasa de ganancia, la realización del valor o la
desproporcionalidad. El antagonismo entre explotadores y
explotados es una condición necesaria, pero no suficiente
del análisis marxista.

Aunque Brenner no "fetichiza la concurrencia", su relato
diluye la incidencia de la acción de los trabajadores y
omite caracterizar los grandes acontecimientos
político-sociales. En su esquema las secuelas del fascismo,
el aborto de
la revolución social europea, el maccartismo
en Estados Unidos o el disciplinamiento de la clase obrera
japonesa no tienen influencia sobre el crecimiento de posguerra.
Tampoco gravitan sobre el movimiento porcentual del beneficio las
rebeliones de los 70 y la contraofensiva patronal de los 80. Ni
siquiera se considera que el colapso de la Unión
Soviética y la restauración capitalista del este
europeo constituyen elementos significativos del contexto
económico actual.

Se podría suponer que en el ensayo de
Brenner está implícita una derrota histórica
de los trabajadores . Pero esta caracterización es
incorrecta, porque la clase obrera no desapareció del
escenario de los países centrales en la posguerra y fue
protagonista de las sublevaciones que indujeron el giro
contemporáneo del capital hacia el neoliberalismo. En realidad, el enfoque de Brenner
tiene rasgos economicistas, cuándo se concentra
únicamente en el análisis del comportamiento del
beneficio, los salarios y la
inflación.

Para caracterizar las etapas de este sistema hay que
integrar el análisis "vertical" y "horizontal", precisando
como influyen los triunfos y las derrotas estratégicas de
las clases dominantes y dominadas sobre las principales variables
económicas.

"DESVENTAJA DEL PRIMERO", IMPERIALISMO
Y MUNDIALIZACIÓN

Brenner combina su "teoría de la
sobre-competencia" con un modelo historiográfico que
asigna a las potencias seguidoras la posibilidad de usufructuar
de los beneficios ya costeados por el líder. Por eso
contrasta los avances de Japón y Alemania en los 60
(reducción de costos y aumento de la productividad) con el
reacomodamiento coyuntural de Estados Unidos en los 80
(devaluación del dólar para aumentar exportaciones y
manejo financiero para atraer capitales extranjeros).

Este enfoque tiene cierta semejanza con la teoría
del "catch up" que postulan los autores sistémicos
(Wallerstein, Braudel, Arrighi), porque si bien la tesis de
Brenner se basa en la teoría marxista del desarrollo
desigual y combinado carece de la dimensión
dialéctica de esta concepción . Al suponer que los
seguidores aprovechan las realizaciones de la potencia inicial
ignora que "llegar primero" no sólo entraña costos.
También brinda mayores posibilidades de
recuperación hegemónica. No es fácil para
las potencias retrasadas compensar las ventajas logradas por el
imperialismo que se adelantó, en el plano
geográfico y militar. Por eso Alemania y Japón
encontraron un techo a su avance de las últimas
décadas, mientras Estados Unidos retomó la
iniciativa en el plano de la inversión y la productividad
a partir de su primacía
político-militar.

Los errores de Brenner obedecen, en parte, a la escasa
importancia que le asigna a la noción de imperialismo.
Relega por completo del análisis las relaciones
centro-periferia y por ello no capta la importancia que ha tenido
la supremacía imperialista en el resurgimiento
norteamericano. Omite que Estados Unidos ha sido el principal
beneficiario del proceso de recolonización de América
Latina, Africa y parte de
Asia, porque
"al llegar primero" logró ventajas para usufructuar en
mayor medida de la explotación de los mercados cautivos,
las materias primas baratas y la fuerza de trabajo
sometida.

Brenner tampoco asigna importancia al proceso de
mundialización. Mantiene un esquema clásico de
rivalidad inter-imperialista (aunque centrado en la competencia
de costos y no en la conquista de
mercados y regiones), cuándo es evidente que la
confrontación comercial desde la posguerra es
cualitativamente diferente al choque bélico del
período precedente. Plantear una teoría de la
crisis exclusivamente centrada en la competencia implica ignorar
que la disputa inter-imperialista no tiene la dimensión
del pasado, porque es mayor el entrelazamiento y los intereses
comunes entre los concurrentes.

Brenner tampoco registra la nueva gravitación que
tienen las empresas transnacionales, la mayor movilidad
internacional del capital, ni el cuadro de concertación
que se ha establecido en torno a los
organismos internacionales. Enfatiza un aspecto de la
confrontación comercial-cambiaria, sin notar que a
través de los "acuerdos y contra-acuerdos Plaza" Estados
Unidos no sólo impuso sus intereses exportadores, sino
también los mecanismos para financiar su
reorganización industrial. Y pudo aprovechar este
privilegio porque detenta la hegemonía imperialista, en el
marco de una mayor internacionalización del
capital.

Brenner no aborda esta problemática desde una
perspectiva histórica, porque carece de una teoría
de la periodización histórica del capitalismo. A
diferencia por ejemplo de Mandel, no contextualiza la competencia
inter-imperialista en la dinámica del capitalismo
tardío, ni combina las contradicciones "endógenas"
de la reproducción del capital con el impacto
"exógeno" de la lucha de clases. Por eso deduce
rudimentariamente la tasa de ganancia de la concurrencia, en
lugar de interpretarla como un producto
complejo de todas las fuerzas económico-políticas
en juego. Su
modelo de rivalidad competitiva está muy focalizado en el
análisis del pasado y no brinda pistas para evaluar la
dinámica futura del capitalismo.

LAS TRANSFORMACIONES
DE LA ETAPA

La tesis central de la "Economía de la
turbulencia global" es la caída de la tasa de beneficio
como consecuencia de la sobreproducción. Sin embargo, en
los textos más recientes Brenner estimó que entre
1986 y 1995 la tasa de ganancia en Estados Unidos se
incrementó un 65 %.

Este cambio no es un dato menor, porque en lugar de
discutir las razones de la caída de esa variable
correspondería analizar porqué este indicador se ha
recompuesto

Brenner explica esta recuperación por la
capacidad de Estados Unidos para imponer políticas
cambiarias que deterioran la competitividad
de sus rivales. Pero por otra parte, acepta que la mejora de la
rentabilidad no ha sido un fenómeno coyuntural y
monetario, sino que se nutre de fuertes avances en la
inversión y la productividad. Por lo tanto, no es un
acontecimiento de corto plazo como evaluó inicialmente. Si
se comparan los artículos que escribió en 1995,
1998 y 2000 sus cambios de opinión en este terreno son muy
perceptibles.

Brenner también moderó su impresión
negativa de las transformaciones tecnológicas. Mientras
que al principio rechazaba enfáticamente el impacto
revolucionario de las nuevas
tecnologías de la información, luego ha tendido a aceptar que
la recuperación económica norteamericana obedece en
cierta medida a la aplicación de la informática a los procesos industriales.
Cómo ocurre con muchos marxistas que polemizan con las
fantasías de "la nueva economía digital", Brenner
se limita a refutar los mitos
"cyber-optimistas" sin indagar la dimensión objetiva de la
revolución informática. No acepta, por ejemplo, la
noción de revolución tecnológica, ni compara
el cambio actual con los antecedentes del vapor o la electricidad.

Brenner supone que una nueva fase de crecimiento
sólo podría emerger luego de una
desvalorización masiva del capital comparable a la
ocurrida durante 1914-45. Pero este curso de los acontecimientos
no es la única opción abierta. Fue la alternativa
predominante durante la primera mitad del siglo XX, pero no la
secuencia prevaleciente durante la "belle epoque" de 1890-1910.
En el rígido esquema de "sobreproducción exacerbada
por la obsolescencia del capital fijo" sólo se contempla
la primer alternativa, mediante un razonamiento en
términos de "estallido o no estallido de una
depresión tipo 1929" .

Este abordaje no permite registrar el proceso combinado
de reestructuración y crisis del capital que se viene
consumando en la última década y que explica
más claramente la recuperación de la tasa de
ganancia norteamericana, a partir del repunte de la
inversión y la productividad que siguió al aumento
de la explotación, al debilitamiento de los sindicatos y a
la mayor movilidad internacional del capital. Estas
transformaciones no mantienen inmovilizados a los capitales
fijos, sino que han viabilizado importantes depuraciones de
capital a través de crisis, que impactaron más a
las economías que retroceden (Japón, cierta parte
de Europa), que al principal centro imperialista (Estados
Unidos), o a las naciones que aumentan su presencia en el mercado
mundial (China). El
efecto devastador de este proceso se ha concentrado más
claramente en la periferia (Latinoamérica, Africa, la mayor parte de
Asia, los "ex países socialistas").

La mirada de Brenner no capta la complejidad y
diversidad de la reestructuración del capital en curso. Su
acierto radica en indicar, que a diferencia de la posguerra esta
transformación aumenta la fractura social en las naciones
que prosperan y multiplica la degradación de los
países que retroceden.

OSCILACIONES
TEÓRICAS Y DIAGNÓSTICO DE LA
COYUNTURA

Del análisis inicial centrado en el
carácter explosivo y generalizado de la coyuntura
económica internacional que planteo en su ensayo,
Brenner ha pasado en sus textos más recientes a una
visión focalizada en la dificultad de Estados Unidos para
procesar el fin del ciclo reactivante. Las contradicciones
acumuladas luego del período de dólar caro,
endeudamiento artificial e hiperconsumo (1995-99) que
siguió a la etapa anterior de recuperación a costa
de los rivales de Europa y Japón (1985-95), obligan a un
nuevo giro hacia el dólar barato y el auge exportador.
Brenner calcula que esta readaptación puede desencadenar
una larga recesión semejante a la padecida por
Japón desde principios de los 90, pero también
plantea que el cambio puede concretarse sin grandes conmociones.
Su diagnóstico reproduce la discusión actual en
torno al "aterrizaje suave o forzoso" de la economía
norteamericana, que es el punto clave del momento porque la forma
de esta desaceleración definirá la coyuntura y
también el relanzamiento o recaída de Europa y
Japón.

Pero en cualquier alternativa es muy probable que el
retroceso de los países periféricos se mantenga cómo el
eslabón más débil del circuito financiero
internacional.

En la última década las crisis no han
tendido a generalizarse, sino a profundizar la fractura
polarizante del mercado mundial. Este rasgo ha sido predominante
desde el colapso de la deuda latinoamericana en 1982 y se
verificó en el tequila mexicano del 85 y en la
cesación de pagos pospuesta de Rusia,
Brasil y
Argentina en 1999-2000. Esta localización de la crisis se
acentúa en las naciones que soportan mayores derrumbes del
precio de sus
materias primas o frenéticas huidas del capital hacia las
inversiones
más seguras del centro.

El enfoque de Brenner no destaca este rumbo dualizante
de la crisis porque se mantiene pendiente de una
generalización al estilo 1930, sin notar que incluso el
severo descalabro asiático de 1997-98 no irradió
-como podría imaginarse- a los grandes países
imperialistas. La crisis presenta un carácter fracturado y
desigual, que no encaja dentro del modelo tradicional de
depresión global, que con muchas oscilaciones postula
Brenner.

Su punto de partida centrado en la
sobreproducción constituye un logro, porque evita la
típica descripción de conspiraciones financieras y
deduce el sobredimensionamiento bursátil del excedente de
mercancías. Se puede objetar que desconsidera el papel del
crédito
y que no toma en cuenta las transformaciones registradas en el
sector financiero. Pero frente al abrumador predominio de
interpretaciones simplistas centradas en la especulación y
el "casino bursátil", la tesis de Brenner subraya
adecuadamente que el origen de los desequilibrios actuales se
encuentra en el funcionamiento anárquico del capital. Y a
diferencia de muchos marxistas que se limitan a reconocer que el
parasitismo financiero es un resultado de la
sobreproducción para luego estudiar exclusivamente los
problemas de
los bancos, Brenner
se toma en serio el principio de indagar en primer término
las contradicciones del proceso productivo.

Su gran defecto es convertir un punto de partida
adecuado en el único eje del análisis. Al deducir
directamente la evolución de la tasa de ganancia de la
competencia ignora dos elementos claves: la evolución de
la composición orgánica en los países
centrales y el comportamiento del poder
adquisitivo en los países periféricos. La primer
omisión le impide diferenciar las tendencias de corto y
largo plazo de la tasa de ganancia y formular un
diagnóstico claro de la etapa. El segundo olvido, elimina
de su enfoque el impacto negativo de los ajustes neoliberales
sobre la demanda en los países dependientes, que han
sufrido un proceso de empobrecimiento y contracción de
mercados sin precedentes.

La insuficiencia del enfoque de Brenner se evidencia en
su constante aproximación hacia otras teorías
basadas en el comportamiento del salario o la política cambiaria.
Se desliza permanentemente de una tesis marxista muy general -la
sobreproducción por la anarquía competitiva- al
análisis macroeconómico de la política
monetaria y fiscal.
Cómo además, la lucha de clases está
presente sólo como un presupuesto muy general, no
introduce ninguna referencia al impacto que tiene la
acción de los trabajadores sobre el signo de la coyuntura.
No menciona, por ejemplo, las consecuencias económicas de
la reanimación de la batalla social en Europa desde 1995,
ni la revitalización posterior de la acción
sindical en Estados Unidos. Tampoco alude a las rebeliones de la
periferia o las movilizaciones internacionalistas de los
últimos años.

El enfoque de Brenner es ambiguo. Cuestiona el
estancacionismo, pero define un agotamiento económico
estructural desde la mitad de los 70, alerta contra el
catastrofismo pero se mantiene fiel a un diagnóstico de
colapso semejante al 30, critica el keynesianismo-cortoplacista,
pero se concentra en la observación de los movimientos
coyunturales.

METODOLOGÍA E
IMPLICANCIAS POLÍTICAS

Brenner recibió críticas
metodológicas radicalmente opuestas. Algunos autores le
objetan la ausencia de microfundamentación para explicar
la conducta de los
capitalistas. Pero otros (Lebowitz) lo acusan de afinidad con el
individualismo metodológico y abandono del enfoque holista
propio del marxismo. De
estas dos críticas la segunda tiene ciertos fundamentos,
porque se puede asociar su excesivo énfasis en la
competencia con alguna afinidad con el marxismo
analítico.

Sobre Brenner han recaído, además,
críticas opuestas por su visión del análisis
económico. Algunos (Laibman) cuestionan su carencia de
rigor formal y sistematización cuantitativa, pero otros
objetan su abandono del análisis de la lucha social tan
presente en su enfoque historiográfico .

También aquí es más negativa esta
última desatención que la ausencia de
modelización. Brenner evita la tendencia de muchos
economistas críticos a adaptar su forma de análisis
a los canones impuestos por el
"mainstream" y su excelente incursión como historiador en
la economía reafirma que los marxistas detentan una gran
capacidad para reunificar el pensamiento en
las ciencias
sociales. A su ensayo no le faltan formalizaciones, sino
caracterizaciones políticas de la correlación de
fuerzas entre las clases
sociales.

Otro debate gira en
torno a las consecuencias políticas de su
interpretación, ya que por centrar su análisis en
la competencia se podría deducir que postula atemperar los
desequilibrios del capitalismo con medidas reformistas de
control. Por eso se lo acusa de proponer estas regulaciones
atentando contra la acción solidaria y unificada de los
trabajadores . Pero se podría formular esta misma
crítica contra cualquier concepción marxista si se
interpreta, por ejemplo, que los defensores del sub-consumo
sólo plantean mejorar el poder adquisitivo, o que los
teóricos de la crisis de valorización sólo
pretenden recomponer la tasa de ganancia abaratando el capital
constante, reduciendo los gastos improductivos o ampliando la
economía armementista.

Acusar a Brenner de reformismo es una
simplificación inadmisible, porque nunca defiende la
"competencia sana" contra la "competencia coercitiva", ni propone
regularla. El eje de su texto es el
cuestionamiento del capitalismo y la denuncia de la
sobreproducción, en un momento de grandes ilusiones en las
virtudes de la concurrencia. Los errores de Brenner no reducen el
acierto de su crítica, ni anulan su saludable
intención socialista.

Cuadernos del Sur, n 31, abril
2001.

 

 

 

Autor:

Claudio Katz

Economista, profesor de la
Universidad de
Buenos Aires e
investigador del CONICET

URL: http://katz.lahaine.org

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter