¿Ágora electrónica o times square? Una revisión de consideraciones sociales sobre internet
INTRODUCCIÓN/RESUMEN
El autor plantea una serie de cuestiones sociales, culturales
y de identidad
alrededor de la progresiva popularización del uso de los
medios
sociotécnicos digitales como Internet, los chats y los
MUDs. Las reflexiones aportadas sobre el concepto y la
idea de ciberespacio abren, al final del trabajo, la
cuestión de si estamos ante un espacio donde se realice el
viejo sueño griego del ágora democrática o
ante un espacio inmenso y anónimo más similar a una
plaza pública de una gran ciudad occidental.
Sherry Turkle (1995), pionera en el estudio de las
dinámicas ciberespaciales, reconoce comprender
recién ahora cabalmente; tras su experiencia inmersiva en
las habitaciones de los MUDS (1); los postulados de
autores posmodernistas como Jameson, Baudrillard, en lo que hace
a las procesos
deconstructivos de la
personalidad.
Para ella, Windows y los
MUDS son metafóricos de nuestros multiples selfs,
desparramados, dispersos en el ciberespacio, con los que podemos
jugar y conocer (nos), deconstruyéndolos y
reconstruyéndolos a nuestro antojo.
Un discurso
posmoderno, solidificado por la tecnología, que lo
hace posible, visible y tangible, sacándolo del mero
constructo teórico, de la pura especulación
filosófica.
Esta psicoanalista, profesora de MIT en un artículo
sugestivamente llamado ¿Quién soy nosotros?, ha
planteado que "nos estamos moviendo de una cultura
moderna de cálculo a
una posmoderna de simulación
donde el self es un múltiple, distribuido sistema
(1995:1)
Dirá ella que las pantallas de las computadoras
son la nueva locación para nuestras fantasías,
tanto eróticas como intelectuales
y que el ciberespacio. Está produciendo cambios en
nuestras percepciones acerca de la naturaleza de
la sexualidad, la
forma de las comunidades, la vida misma.
Steven Johnson (1997) por su parte, contraponiéndose a
lo que denomina la "ciberfilosofía" de Turkle ( a la cual
podríamos agregar varios otros nombres) para quien la
imaginación en Windows es emblemática del pensamiento
moderno "el campo unificado del tradicional pensamiento post
iluminista fracturado en cientos de diferentes puntos de vista,
cada uno de ellos igual de válidos" (1997: 83) plantea al
ciberspacio no en su dimensión generadora, sino en todo
caso facilitadora de esa mentada dispersión. "La ventana
no creó una nueva conciencia,
sólo nos permitió aplicar nuestra conciencia
existente al espacio de la información en la pantalla
(íb.:85).
Cita este autor a críticos como Birkerts, quien entre
otras cosas plantea que la ventana es menos una cuestión
de múltiples selfs y más una cuestión de ADD
(2).
Lo cierto es que el fluir de los bites han transformado y
están transformando muchas cosas.
El sociólogo británico Giddens plantea que
"la
comunicación electrónica instantánea no es
sólo una forma de transmitir noticias o
información más rápidamente. Su existencia
altera la textura misma de nuestras vidas, seamos ricos o pobres"
(1999:24).
INTERNET rebasa el ámbito individual por
definición casi, pero a la vez de accionar sobre el
individuo,
acciona sobre las organizaciones,
los estados, las concepciones étnicas, raciales,
culturales (3).
Si bien hablamos de bites y computadoras, ya no se trata de un
asunto de trabajar con las computadoras. No es sólo
cuestión de utilizarlas macluhanianamente como una
prótesis de
nuestro cuerpo, un sistema nervioso
(Mc Luhan, 1989), sino que se trata de un asunto de comunicación con otras personas en el
denominado ciberespacio.
En palabras de Riva y Galimberti (1997): "El desarrollo de
la tecnología de la información ha lentamente
cambiado la manera que la gente interactúa con las
computadoras. Los avances
tecnológicos han gradualmente cambiado el foco sobre
las computadoras en sí, que se han vuelto menos un fin en
sí mismas, y más una cuestión de qué
hace la gente con ellas. En respuesta al ambiente en el
que la gente se encuentra trabajando y viviendo, se apropian de
la tecnología para sus propias necesidades"
(4).
El término de ciberespacio, tan utilizado a diario hoy,
es un concepto que aparece en el discurso tecnológico a
partir de la imaginación literaria de William Gibson
(1984) en la novela
Neuromante, quizás corroborando aquel pensamiento
freudiano de que los artistas muchas veces se acercaban a la
verdad, antes que el común de la gente o la propia
ciencia.
Gibson humildemente reconoce (5) haber escrito esta
novela con muy
pocos conocimientos tecnológicos sobre una red computacional, a pesar
de que La Red ya existía, pero hasta ese momento no
había sido pensada o descripta como un espacio.
Bautizado desde entonces como ciberespacio, ha pasado a
desarrollarse ese espacio virtual sin fronteras físicas,
mediado por la CMC, (comunicación mediada por computadora)
que permite que distintas personas alrededor del globo puedan
contactarse, solamente a través de sus computadoras y sus
módems.
Es un espacio virtual, ya que de hecho no tiene una
locación física espacial,
desafiando a la geografía conocida
hasta ahora la cual hasta fines del siglo XX, había sido
una disciplina
encargada del estudio del planeta, del suelo, de los
contornos del mundo real, las alturas, los llanos, y que ahora,
va dejando paso a otra geografía que toma el poder en este
comienzo del siglo XXI. Una geografía que mapea la WWW,
generando por ende una nueva territorialización, sin
asidero en lo real, sólo existente en los millones de
computadoras interconectadas a lo largo y ancho del mundo que
conocíamos anteriormente, el mundo físico
(6).
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