RESUMEN
Las iniquidades y diferencias de género
latentes en muchas sociedades,
han potenciado la preferencia de los padres por tener
descendencias de uno u otro sexo. Tal es
el caso, que desde tiempos remotos la selección
del sexo de los hijos se ha convertido en una práctica
regular, pasando desde el infanticidio,
hasta la propia selección de gametos masculinos; donde
-indudablemente- el desarrollo
tecnológico ha tenido un papel protagónico en dicha
evolución. Lo cierto es, que como mismo las
personas tienen derecho a escoger su descendencia, de igual
manera no existen razones que sustenten la discriminación de las mujeres frente a los
varones, por la razón que fuere. En este artículo
pretendemos llamar la atención y reflexionar sobre la
selección del sexo y el papel de la tecnología en este
evento, desde una mirada ética y
social.
Palabras clave:
SELECCION DEL SEXO, INFANTICIDIO, ABORTO INDUCIDO,
ETICA, GÉNERO.
Introducción
El desarrollo creciente y acelerado de las nuevas
tecnologías en salud reproductiva (SR),
promete una mejor calidad de
vida para sus usuarios(as) mediante una atención de
excelencia, con la oferta de
mejores servicios y al
más alto nivel científico.
Sin embargo, lamentablemente el desarrollo de estas
tecnologías en SR, no ha marchado aparejada a las mejores
praxis en
términos éticos, tanto en la prestación de
asistencia de salud, como en el plano científico. De
hecho, a menudo se han podido observar problemas y
situaciones de índole ética; que si bien se
constituyen en un tema de derechos de las personas,
como es -en términos de SR- elegir el número de
hijos, cuándo tenerlos, y con quién tenerlos1, 2 no
siempre se ha obrado de la manera correcta, particularmente en
relación con el potencial de "abuso" y "mal uso" -por
parte de los servicios de salud- de algunas de estas
tecnologías.
Específicamente queremos referirnos en este trabajo a dos
aspectos más bien vinculados a la planificación
familiar (PF): la elección del número de hijos,
su espaciamiento y con quién tenerlos, y la
elección del sexo de los hijos -con sus implicaciones de
género- donde este último ha ganado popularidad con
el avance tecnológico, aunque desde tiempos remotos ya se
realizaban acciones en
este sentido.
De manera que nos hemos propuesto valorar el ordenamiento y
los cambios de estos aspectos en el tiempo, y
asimismo, su relación con el avance tecnológico; a
fin de llamar a la reflexión de todos los prestadores e
investigadores en SR, sobre el uso, abuso y/o mal uso de estas
tecnologías, y las normas
éticas que debemos seguir.
Desarrollo
Desde tiempos inmemorables, los seres humanos hemos acariciado
la idea de desear y poder decidir
el número de hijos, su espaciamiento en el tiempo,
así como el sexo de los mismos, lo que se conoce como
"selección del sexo". Prueba de ello, deja constancia en
las culturas
populares de cada nación;
donde el uso de conjuros, ungüentos, pociones, fijar
días y posiciones para el coito, entre otras, han sido
algunas de las alternativas seguidas al efecto. Este deseo antes
mencionado, ha tenido sus bases -fundamentalmente- ancladas al
crecimiento y desarrollo de cada sociedad y sus
poblaciones, donde la distribución de bienes y
riquezas, se balancea de manera inequitativa y desigual, hacia
minorías muy poderosas y mayorías en extrema
pobreza. Todo
esto provocó reordenamientos en las normas y políticas
sociales de entonces, las cuales cruzaban -sin lugar a dudas-
cuestiones éticas, donde las diferencias de género
relucieron con ejercicio de la violencia
hacia las mujeres.
Un ejemplo de lo anterior se puede sustentar en las
diferencias de géneros que -durante siglos- ha prevalecido
en las sociedades patriarcales, donde el papel de la mujer ha
estado
subordinado al del varón; distribuyéndose la
presencia femenina en el espacio privado, y la del varón
en el espacio público.3 De manera que al aumentar las
condiciones de pobreza de las familias, la necesidad de tener
más hijos y varones, fundamentalmente, aumentaba la
posibilidad de contar con un número mayor de mano de obra,
toda vez que el aporte de la mujer
tradicionalmente ha estado enmarcado en el cuidado y
atención de la familia, al
interior del hogar; y para el caso de las minorías con
mejor solvencia económica, la posibilidad de perpetuar el
apellido familiar, y el correspondiente poderío sobre las
riquezas.4,5
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