- Matemáticos en la
informática: Atentado a la ética profesional de
las ciencias sociales - Hacía el origen de la
distorsión: John Von Neumann - Los
ignorantes funcionarios al poder - A
modo de cierre …
El siglo pasado ha sido testigo de importantes cambios en la
estructura de la ciencia. Tal es así que el avance
científico ha alcanzado casi todos los ámbitos y
actividades del ser humano. Empero, las ciencias sociales y las
ciencias formales (incluida la matemática) entran en un
constante dilema. Muchos pensaban que con el avance de la
informática (léase en sentido clásico, o
sea, información automática) dentro de la
comunidad, las controversias se irían diluyendo hasta
desaparecer completamente. Nada de esto ha ocurrido. Peor
aún, a poco de iniciado el nuevo milenio, la
informática no recupera el norte en la brújula de
su razón de ser. Mucho tienen que ver en estos desajustes
los matemáticos que pululan en los centros universitarios
de informática. En las próximas líneas se
aborda una serie de cuestiones relacionadas con el contexto
educativo y social de la informática. Este es un primer
boceto que en futuras ediciones se irá ampliando.
Matemáticos en la
informática: Atentado a la ética profesional de las
ciencias sociales
Durante el siglo XX, la ciencia ha asumido el rol de centinela
del grado de desarrollo de una sociedad. Sin embargo, la
matemática no era más que el lenguaje con el cual
está escrito la naturaleza, sino más bien, un
conjunto de representación útil y eficaz de los
fenómenos. En pocas palabras, un conjunto de modelos.
Pues, que a nadie sorprenda que en los regímenes
totalitarios se suspenda la enseñanza de los conjuntos. He
aquí el origen para desarrollar la matemática
aplicada -por ejemplo- a favor de la tecnología.
Hasta aquí el aspecto teórico, pero el aspecto
social de numerosos matemáticos es la salida laboral.
Prácticamente igual a cero en muchos países, sean
desarrollados o en vías de desarrollo. El grave conflicto
es cuando estos señores se incorporan en determinados
centros informáticos y desde los mismos, llegan a tener
más poder que el decano de la facultad de
informática.
Estos individuos, en su formación académica, no
han cursado materias propias de las ciencias sociales, lo que les
convierte en verdaderos autómatas despóticos. En la
historia de las guerras mundiales es sorprendente cómo la
gran mayoría de estos exponentes de las ciencias formales
continuaron su trabajo bajo las órdenes de los dictadores
de turno. Al respecto, resulta interesante examinar la historia
europea desde los años 1930 hasta 1945. En la misma se
puede constatar cómo gran parte del personal
científico de los laboratorios industriales y
universitarios continuaron el trabajo a favor del ejército
invasor.
Algunos pensarán que esto ya pertenece a la historia,
pero no es así. Que a nadie sorprenda cómo algunos
catedráticos de matemáticas españoles y
pertenecientes al departamento de informática, firman
proyectos europeos por varios millones de euros a favor de su
esposa y amigos de turno en el departamento, sin hacer
partícipes a los estudiantes o investigadores que tienen a
su cargo.
Muchos de estos estudiantes han realizado la tesis doctoral,
cuyos resultados han servido al personaje corrupto para presentar
el proyecto de investigación subvencionado desde Bruselas.
En otras palabras, un nuevo doctor en informática,
sistemas o software, marginado injustamente desde el momento que
presenta su tesis doctoral, puede caer tranquilamente en una
profunda depresión.
Estamos delante de una doble tomadura de pelo. Por una parte
los padres que han pagado los impuestos y ven cómo el hijo
es empujado tempranamente a la frustración y enfermedades
relacionadas con la depresión. Por el otro lado, ciertos
docentes universitarios ingresan importantes cifras a sus cuentas
bancarias (dinero obtenido de los impuestos de todos los
habitantes del Viejo Continente). Evidentemente, la palabra
ética no existe en el diccionario de estos
déspotas.
He aquí una asignatura pendiente. Urge solucionar esta
catastrófica realidad ya que no existe en la
Península Ibérica un clon de Baltasar Garzón
u otro juez análogo, para investigar todas estas
corrupciones educativas. Además, muchos de estos
jóvenes universitarios aceptarán cualquier tipo de
empleo, no afín a sus estudios con tal de salir de ese
círculo mediocre y corrupto.
Hacía el origen de la
distorsión: John Von Neumann
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